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ArribaAbajoPsicología y sociología de la jerga

Claro aparece que la germanía reúne todos los aspectos de una hermandad profesional. Se diferencia de las otras hermandades y sociedades nada más que en los fines, y en ella se cumplen todas las leyes y todas las determinaciones de una sociedad natural y humana.

De, primera intención parece que entre lo honrado y lo delictuoso existe un abismo infranqueable; y si esto es exacto en el orden moral, no lo es en el social, porque socialmente hay actividades y manifestaciones que no se reputan delincuentes y, sin embargo, tampoco se pueden reputar morales, en la moral estricta.

Los fines de la germanía, aislándolos por el momento de su calificación ilegal, son francamente utilitarios, y la utilidad se logra por un modo de industria y un modo de comercio. De aquí que, comercial o industrialmente, tengan parentesco con algunas modalidades del comercio y de la industria, que en las sociedades modernas revisten formas que se llegan a confundir con las del delito.

No han llegado, ni se han aproximado siquiera, las sociedades superiores a una altura de probidad que las destaque considerablemente de las sociedades organizadas para delinquir, y subsistiendo, como subsisten, tal vez hoy más exageradamente que nunca, en el comercio muchos modos de engaño, en la contratación muchas formas de fullería, y en la industria muchas maneras de falsificar y contrahacer, fuera injusto envolverse en el convencionalismo social que pone al Código, como límite de una y otra clase de engañadores, falsificadores y fulleros, para establecer diferencias somáticas, psíquicas y sociológicas entre unos y otros.

Lo que la germanía explota y lo que la germanía maneja, se explota y se maneja en los altos y en los medios sociales, lo mismo que en los bajos aunque a mayor altura se manifieste más discreción o más tolerancia, por un modo de convencionalismo que solo rige cuando la presión del medio social aparece sumamente disminuida, favoreciendoa ciertas clases elevadas.

Tal vez, si pretendiéramos convertir estas indicaciones de sociología criminal en apuntes de filosofía social, resultasen conclusiones en exceso demagógicas. Pero de cualquier modo, es lícita la afirmación de que el estudio del delito contra la propiedad representa una especie de reactivo para proceder al análisis de la propiedad, descubriéndose a los primeros ensayos que en la propiedad, hay residuos, mezclas y combinaciones de delito, porque en muchos de los modos de adquirir, la humanidad se ha mostrado y se muestra naturalmente delincuente.

No es de este momento el análisis de tal afirmación. Tiene su estudio apropiado, en que, por la índole del asunto, no hay otro medio que, abordarla. Por ahora baste decir que sería erróneo estudiar la germanía como una sociedad sumamente, retardada en la evolución, medianera con las sociedades primitivas y representativa de un tipo social arcaico, cuando lo que aparece en ella es la representación más culminante y especificada de todos los vicios y defectos de probidad de que se hallan imbuidas las sociedades superiores.

Representa la germanía dos formas; una activa, y otra parasitaria. La forma parasitaria se define en el tipo y en las propensiones del rufián, tipo que modernamente se ha ponderado al extremo de motivar el famoso rescripto del emperador Guillermo II de Alemania y el proyecto de ley presentado a las Cámaras francesas por el ministro de Justicia de la República, M. Fallieres220.

El rufián, considerado naturalmente, no es otra cosa que la representación descarada de la tutela masculina. Genéricamente es el sostenedor (souteneur, según el feliz calificativo que le aplican los franceses) de la mujer en el lucro carnal, variando su carácter por gradaciones, declives y modalidades, desde hombre de placer que satisface una necesidad afectiva (del alma y contento, se dice en germanía), a protector, guardián, y, por último, a empresario, que educa a las jóvenes para ejercer con ellas el comercio del amor y realizar pingües ganancias221.

Chichiznaque y Maniferro con la Gananciosa y la Escalanta, y el Repolido con la Cariharta, representan en Rinconete y Cortadillo el agermanamiento de la prostituta y el rufián, e indican a la vez el modo particular de unión de las prostitutas con la delincuencia asociada, en cuya unión las prostitutas ni dejan su carácter ni toman, si no es por rareza, un carácter delincuente propiamente dicho222. Su papel lo define Monipodio con estas palabras: «Son también bienhechoras nuestras las socorridas que de su sudor nos socorren, así en la trena (cárcel) como en las guras (galeras).»

La forma activa de la germanía se conoce en toda su organización profesional. No hay para qué repetir las minuciosas clasificaciones que quedan apuntadas, en las que se ve, aún más que el cumplimiento de la ley de división del trabajo, la consagración de las aptitudes y especialidades, llevadas a pormenores y detalles más que menudos.

Se especifica en la clasificación, tanto lo que constituye ordinariez como lo que constituye excelencia dentro del oficio, y se equipara a condiciones representativas en los seres o en los objetos, para denominar con exactitud y disimulo, a uso, jergal.

En los nombres de germanía casi todo es representativo o derivado de una representación, y como este proceder es el propio de nuestra mecánica mental, que no diferencia por ello ni a los delincuentes ni a los honrados, lo que importa, para establecer el distingo, es inquirir la índole de las representaciones.

Por esa índole es muy posible que con las palabras del vocabulario de germanía nos sea permitido esbozar en este estudio una anatomía, una fisiología, una psicología y una sociología germanescas; pero ateniéndonos a las palabras denominadoras de las diversas clases de ladrones y fulleros, cabe decir que en tales palabras rigen menos las que se pueden conceptuar como anomalías filológicas, que las que son manifestaciones de cualidades y aptitudes para la práctica del robo y del engaño. En tales nombres lo que rige no es, por decirlo así, la raíz de la palabra, sino la raíz de la función, y así resultan generalmente las palabras, muy orientadas en su significado.

Se alegará, no obstante, por los que se empeñan en descubrir en el delincuente formas vivamente fosilizadas, tanto en lo material como en lo intelectual y en lo afectivo, que en las representaciones predomina lo animalizado, cuando no lo grosero; y sin regar exactitud a la afirmación, prudente es advertir que este modo es el más generalizado en el lenguaje familiar y aun en el ponderativo, y si no lo fuera, el llamar a cierta clase de ladrones águila, aguileño, aguilucho, gerifalte, lince, azor y azorero, constituye, con la propiedad del calificativo, un modo de heráldica.

En germanía el verdadero definidor es el sentido utilitario, y utilitariamente es hormiguero el ladrón de cosas menudas y de poca importancia, es cachuchero el que roba oro, y es comendador de bola el ladrón de alcurnia, que rueda y gana de feria en feria. Por lo mismo no es posible distinguir en esta sociedad clases, sino oficios más bajos o más altos, más ordinarios o más hábiles, más o menos lucrativos. La organización no es general, sino por pequeñas agrupaciones, más que permanentes eventuales, para un fin determinado. La comunidad tampoco es constante, señalándose de todos modos cierta convivencia especificada en los que antiguamente se llamaron lugares truhanescos, de los que aún quedan algunos, de antigua o de nueva formación; cierta semejanza de costumbres; cierta igualdad de procedimientos debida a no dudarlo, a la unidad de enseñanzas, y una indiscutible comunidad del lenguaje, en la que hemos de acabar por distinguir los caracteres esenciales de la germanía.

De igual modo que el análisis del lenguaje jergal nos ha proporcionado la clasificación y la significación de las prostitutas, rufianes, ladrones y fulleros, estudiándolo en lo mucho que aún queda, habrá de proporcionarnos también la serie de relaciones que constituyen la peculiaridad de esta asociación en su modalidad sociológica.

Tales relaciones, investigadas en el lenguaje, se pueden reducir a conceptos representativos.

La representación aparece o acomodada a la vida y entendimiento de esta gente, al decir de Chaves, o a sus costumbres y tendencias, que se pueden clasificar en generales y ordinarias y en delincuentes.

No siendo fácil la diferenciación en esos grupos de las palabras del vocabulario jergal, procuraremos reunirlas en los conceptos más especificados.

CONCEPTO ANATÓMICO.-La cabeza se llama mechusa223 y chapitel, los cabellos aires224, la cara fila225, el rostro porra226 y chuche227, las sienes sierra228 (y también el rostro), el ojo y los ojos, rayo, vistoso, visante229, quemantes, avizores230, fanal, luceros, lanternes y columbres231, la nariz nares, la barba bosque, la oreja y las orejas jertas232, gente, asas, mirla, escarpias y hermanas233, el diente clamo234 y lumadero235, la lengua desosada236, el cuerpo gargamillón237, navío238 y árbol239, la garganta gorja, el pecho chepo240, el espinazo nabato241, el hombro chueco242, el brazo bracio, el brazo derecho godo, el brazo izquierdo lerdo243, la mano y las manos labradora244, garro245, rastillo246, ancla247 y zerras248, los dedos de la mano (y la mano misma) mandamientos249, los dedos mayores de la mano gigantes y tijeras250, la uña haba, la nalga napa y reble, la parte trasera por donde se proveen el pro251, la pierna gamba252 y pirámide, los pies o el pie salteadores y pisante.

Entre estos nombres los hay sin sentido y sin representación, reducidos jergalmente a derivaciones, permutaciones y contracciones del nombre usual (nares, chepo, napa); los hay tomados de otra lengua (gamba, bracio); los hay de significado y formación desconocida (mirla, lumadero y mizo); los hay morfológicos, con idea más exacta o más torpe, más ingeniosa o más burda y grosera de la forma (chapitel, mechusa, porra, sierra, fanal, lanternes, bosque, asas, nabato, chueca, haba y árbol); los hay que significan inserción (jertas), simetría (hermanas) y uso (escarpias); los hay que traducen propiedades físicas (aires = movilidad, encrespamiento); los hay que consagran propiedades fisiológicas (goja); los hay que descubren un carácter anatema-fisiológico (desosada); los hay que personifican una necesidad imperiosa como el hambre (clamo); los hay que representan la función que ejercen (pisantes); los hay que significan la función que más culminante les parece (gargamillón = función digestiva, navío = función locomotora); los hay determinados por una concordancia numérica (mandamientos), y los hay que aluden a la función útil, a la función profesional.

Si el ojo o los ojos son rayo, quemantes, vistoso y luceros, se debe atribuir a referencias a los ojos de la mujer, que hieren y queman la sensualidad del hombre y lo seducen. Si son visante, avizores, lanternes y columbres, se debe atribuir a que son ojos de ladrón y de fullero, que les permiten divisar, vigilar, columbrar y alumbrarse. Si el rostro es chuche, es porque engaña con la industria, los señuelos, lazos y redes de su expresión y de sus ojos.

El brazo no es mas que bracio, pero en vez de ser derecho o izquierdo, según la posición que ocupa, lo denomina su habilidad o su excelencia, y es bracio godo, es decir, rico y principal, si es brazo derecho, y es bracio ledro, es decir, bajo, ruin y despreciable, si es brazo izquierdo253.

Aquí parece que está toda la señoría de la representación orgánica. El brazo como hábil o como fuerte, lo representa todo. Si en la germanía se conocieran influencias del caló, esta ponderación representativa del brazo me hubiera conducido a buscar la etimología de murcío en el sustantivo murciá (brazo), porque dada la reputación ladronesca de los que «nacen de padres ladrones, críanse con ladrones y estudian para ladrones», no se podría decir nada más ponderativo que «brazo de gitano».

Los conceptos de la germanía dan importancia preeminente a la acción, y la acción en las distintas partes de nuestro cuerpo la representa el bracio godo, visible en sus actitudes, en sus habilidades y sus hazañas.

Podrá decirse que este concepto no es peculiar de la germanía, que se encuentra generalizado y que más de una vez por el brazo se ha definido una personalidad («brazo de hierro», por ejemplo); pero repárese que en el sentir común a lo que representa un ánimo esforzado no se lo califica por la extremidad que ejecuta, sino por la víscera que manda, y de este poder se supone centro al corazón, que en germanía no tiene nombre que lo represente.

Esta falta puede atribuirse a dos cosas: o a que en germanía representa poco la fortaleza de corazón, que tan preeminente es en el soldado, o a que al calificar se prescinde muchas veces de las cualidades afirmativas, apareciendo contrastadas en las negativas. Tal ocurre con el calificativo de valiente, que tampoco existe en esta jerga, teniendo cuatro palabras para denominar al cobarde. Y al cobarde lo denomina por su torpeza en el andar (lerdo), por su debilidad (blando) y por lo que corre cuando escapa (longares, longuiso. Ir muy lejos, se dice = peñas de longares). En una palabra, que no se caracteriza la cobardía, sino sus efectos.

A la mano la define su utilidad y es ladradora, garro, rastrillo y ancla, conceptos que quedan definidos en las notas.

Estas manos se refieren a las del ladrón.

Los pies se representan con una denominación delincuente. No son saltadores, sino salteadores254.

CONCEPTO FISIOLÓGICO.-Se refiere a la alimentación, al sueño, a la mirada, a la palabra, a la enfermedad y a la muerte.

El hambre es lima255, el apetito gaza256, comer es rozar257, muflir258, muquir259 y meter; embuchar es embuciar. Beber es piar260 y potar261. Al comer no se le señala otro fenómeno digestivo que el regüeldo (taco) y la defecación (ciscar = proveerse o dar del cuerpo262, y al beber, el orinar (jar)263.

Caben aquí, como apéndice del vocabulario alimenticio, las voces jergales denominadoras de los alimentos. El pan se llama pesos de artifara, hartón264, artifara265, artife266 y marquiartife267, el trigo grito268, la cebada granoto, la carne crioja269, el tocino murceo270, el huevo albaire271, el queso formage272, las aceitunas murta273, las uvas garrillas, el higo verdoso, la nuez sonante, la sal sardioque, la pimienta picante, la mostaza salsablanca, el agua clariosa y ansia274, el vino tiple, turco, cáramo y pío, y la comida muquición y rozo.

Dormir es sornar275; dormido, difunto, albanado276 y sorneado277.

Alumbrar es clarear278. Mirar es enturar279, columbrar, tisvar280, desmicar281. Mirar con recato es avispedar282 y avizorar283. Lo demás referente a la mirada, se reduce a precisar su alcance, llamando columbrón a lo que alcanza la vista, y a denominar el guiño (guiñón y guiñar).

La voz es consuelo, el silencio soniche284, hablar es garlar285, parlar286 y parlar287 (habla o plática garlo, garla). Gritar es gridar, dar voces clamar, dar gritos bufar, dar voces y gritar bramar. El grito es grido y bufido, el grito o voz llamando a alguno reclamo, el bramido o grito con que se avisa el descubrimiento de una cosa bramo. Lo demás, en lo que se refiere a la palabra, constituye una serie de voces que les sirven de señales «en sus diferentes empresas. Se dice sí, diciendo xión y rijón; se dice no, nones y nexo; se impone silencio, pronunciando son; se ordena estar quedo, con esbate; se avisa, diciendo punto; seda a entender cuando uno sale huyendo, con decir viña daurante, y decir orí288, equivale a decir hola.

La enfermedad es clamo289, la muerte cierta, morir vasir290, muerto vasido, corvado291; muerto a puñaladas, baraustado292 y atacado293, y enterrado, planteado294.

De pretender sistematizar lo más saliente de esta parte del vocabulario germanesco, no se desbarraría si se señalasen tres caracteres bastante definidos: lo extremoso, lo grosero y lo acomodado de la mayoría de las representaciones.

Para expresar el hambre la llaman lima, gaza; la definen con todo el imperio de la sensación y la necesidad. Para representarse el sueño, se representan la muerte, y llaman al dormido difunto. No obstante la delicadeza con que califican la voz (consuelo), todo lo que se refiere a la palabra hablada resulta equiparado a las mayores exageraciones de la voz, en el hombre y en los animales (garlar, chirlar, clamar, bufar, bramar), y hasta el aviso, que como confidencia es manifestación recatada y sigilosa, se llama bramo. En la enfermedad sólo se estiman los extremos de dolor (clamo), y en la muerte, reducida a la significación del enterramiento, todo para en que el difunto sea plantado (planteado) en la tierra del coto (cementerio).

Comer aparece equiparado a pastar (rozar), y aunque se advirtiese que este verbo pudieran no aplicarlo más que a los animales, las otras denominaciones (embuciar, meter, muflir y muquir), no le aventajan gran cosa en delicadeza de representación. A la ordinariez y grosería del acto, corresponde la ordinariez de la lista alimenticia, y nunca con más motivo, después de enterarse de la muquición y el rozo, se podría repetir lo de «dime lo que comes y te diré quién eres». Para definir más concretamente la personalidad, bastaría el contraste entre las ansias que se le hacen al agua y los pío que se entonan al alcohol.

En cuanto al carácter profesional, sigue afirmado en todos los términos que se refieren al uso profesional de la mirada y la palabra, términos que constituyen, además de modos de vigilar y seducir, un conjunto de advertencias y señales, a modo de voces tácticas para la maniobra del delito295.

Se pueden incorporar a este concepto, como apéndice, todas las voces que aluden a diferencias sexuales. La mujer se llama genéricamente luda, el mozo gardo296, el muchacho chulo297 y chulamo, el muchachuelo gardillo, la moza garda, la muchacha chula y chulama, el negro greno298 y quemado y la negra negrota.

CONCEPTO PSICOLÓGICO.-Ya aquí aparece mucho más definida la personalidad germanesca, al evidenciarse con sus propias palabras la caracterización de los sentimientos y cualidades que indican preferencias, desdenes o burlas.

Llama, en primer término, la atención, el que en esta jerga en que no se hallan, por decirlo así, tonos medios, sino conceptuaciones salientes o exageradas, aparezca denominado lo que el definidor califica de «gusto ordinario» (censo), sin que, pueda saberse si ese gusto es cosa indeterminada, o es cosa afirmativa, para manifestar, diciendo censo, algo equivalente a «Me gusta».

También se correría el riesgo de equivocarse muy radicalmente, si se tomaran en su sentido literal ciertas conceptuaciones. En germanía no solamente se disimulan las palabras, si que también se disimulan los sentimientos. Llama por lo mismo la atención que exista una palabra para calificar la afrenta, y que la afrenta se califique de caída.

Por de pronto no cabe duda de que la representación está tomada de lo que constituye afrenta en la mujer, y no por otro motivo se ha llamado caída, caira, caire, cairo y cairón a lo que la mujer gana con su cuerpo.

Es decir, que la afrenta aparece justipreciada y valorada, resultando en la conceptuación predominante el sentido económico, contra todo modo de sentir en donde la afrenta produce los efectos que ordinariamente se le señalan en el orden social.

Entonces, ¿la afrenta tiene en germanía otro carácter? Creo que sí.

Sin parar la atención en que la desvergüenza es llamada serenidad299, el testimonio del licenciado Chaves nos dice, para aclarar el proceder de estas gentes, que sobre ser «afrenta entre ellos nombrar las cosas por su propio nombre», al que «es principiante y yerra, lo llaman blanco, que es lo mesmo que decirle nescio; y al que dice bien, le llaman negro, que es lo mismo que hábil». Y nos dice también que «llaman hombre honrado al salteador y matador, y es su propio nombre».

Dedúcese de esto, que la germanía hay que apreciarla en su carácter antitético de la sociedad común y afirmativamente delincuente. La sociedad propiamente dicha respondo a un orden de principios morales que hasta la obligan a practicar el disimulo de sus tendencias delictuosas, mientras que en la sociedad agermanada el orden moral se sustituye con la preferencia de las condiciones más apropiadas para delinquir con provecho. Por lo mismo la definición del carácter de esta sociedad no está en su antinomia, ni en sus pretericiones; está también en lo que proclama como objeto de sus preferencias.

Examinando todo el vocabulario que se refiere a los sentimientos y a las cualidades, no se encontrará nada que manifieste admiración por la valentía y por la fuerza. Al revoltoso se le llama novelero y triscador300, al fanfarrón también triscador, y al pendenciero fuñador301 y arriscado.

Lo que aparece variada y expresivamente definido es lo que se refiere a la astucia. El nombre con que se la designa es de lo más preciso que se pueda pedir. Se la llama cifra. A esta denominación corresponden los nombres con que se conoce al astuto. Es negro302, porque lo negro representa lo indescifrable; es arredomado303, porque lo arredomado representa lo oculto, lo tapado; es pulido304, porque lo pulido denota alisamiento, perfección, educación en determinadas prácticas, y es, en su modalidad menos importante, avispado305, por lo advertido y despierto306.

Las condiciones negativas de esas cualidades, se definen como simpleza, tontería, necedad, bobería, inexperiencia e ignorancia, y para mejor especificarlas no se usan en germanía términos que caractericen las entidades, sino los que califican a los sujetos. El simple o necio es palomo307, el bobo o necio blanco308, el simple o tonto mandria309, el bobo o necio harpiedo, el bobo e ignorante o al que engañan, dupa310, el nuevo, sin experiencia, novato, novatón y bisoño311, y el bellaco maco312 y ludio. Corresponden también al grupo de los necios, el hablador, garlón, y el charlatán, chirlón.

A partir del significado de la astucia, contrastado con las denominaciones afirmativas y negativas, puede definirse que esta es la cualidad que constituye el carácter psicológico de preferencia en la hermandad de que se trata. Su proceder es el engaño; el engaño clasifica a las gentes en dos grupos, los que se dejan engañar y los que engañan; los primeros son bobos, necios, simples e ignorantes (primos, se dice en la jerga actual, como contracción de primerizos = novato, novatón, bisoño); los segundos son astutos, suspicaces y sabios. Esto en cuanto a la diferenciación personal, que en lo que respecta a los procederes, ya hemos visto que existen especialidades y técnica apropiada; y en lo que hace a los efectos del engaño, al concepto inicial de picardía corresponde la picardía en la satisfacción que el que engaña experimenta y que hace contraste con el escándalo313, el enojo314 y la tristeza315, que distinguen la situación del engañado.

Picarescamente, la sutileza y la astucia son chanza y chanzaina, burla (higa); es alegría de cazador que ha estado en acecho y ha sabido reclamar, atraer y cazar a las incautas víctimas (el engaño o burla se llama tiro); y tan es así, que el engaño es trápala316, no sólo porque para engañar es indispensable trapacear, si que también por el alboroto y el ruido que produce la satisfacción de haber engañado.

En esto precisamente se halla el núcleo psicológico, la modalidad afectiva de esta asociación, que vive de la utilidad del delito y goza delinquiendo. El gran psicólogo de la vida picaresca lo refiere en las siguientes confesiones de Guzmán de Alfarache: «Viéndorne perdido comencé a tratar el oficio de la florida picardía; la vergüenza que tuve de volverme, perdila por los caminos, que como vine a pie y pesaba tanto, no pude traerla, o quizá me la llevaron en la capilla de la capa; y así debió de ser, pues desde entonces tuve unos bostezos y escalofríos, que pronosticaron mi enfermedad.Maldita sea la vergüenza que me quedó ni ya tenía, porque me comencé a desenfadar, y lo que tuve de vergonzoso lo hice desenvoltura, que nunca pudieron ser amigos la hambre y la vergüenza. Vi que lo pasado fue cortedad, y tenerla entonces fuera necedad, y erraba como mozo; mas yo la sacudí del dedo cual si fuera víbora que me hubiera picado. Junteme con otros torzuelos de mi tamaño, diestros en la presa; asía como ellos en lo que podía, mas como no sabía los acometimientos, ayudábales a trabajar, seguía sus pasos, andaba sus estaciones, con que allegaba mis blanquillas. Fuime así dando bordos y sondando la tierra. Acomodéme a la sopa, que la tenía cierta; pero había de andar muy concertado relojero, que faltando a la hora prescribía, quedándome a oscuras. Aprendí a ser buen huésped, esperar y no ser esperado.

»No trocara esta vida de pícaro por la mejor que tuvieron mis pasados; tomé tiento a la corte, íbaseme sutilizando el ingenio por horas; di nuevos filos al entendimiento y viendo a otros menores que yo hacer con caudal poco mucha hacienda, y pedir sin esperarlo de mano ajena, que es pan de dolor, pan de sangre, aunque te lo dé tu padre, con deseo desta gloriosa libertad, y no me castigasen (como a otros por vagabundo), acomodeme a llevar los cargos que podían sufrir mis hombros.

»¡Qué linda cosa era y qué regalada! sin dedal, ni aguja, tenaza, martillo, ni barreno, ni otro algún instrumento, más de una sola capacha, como los hermanos de Antón Martín, aunque no con su buena vida y recogimiento, tenía oficio y beneficio: era bocado sin hueso, lomo descargado, ocupación holgada y libre de todo género de pesadumbre317.

»Yo estaba enseñado a las ollas de Egipto; mi centro era el bodegón; la taberna el punto de mi círculo; el vicio mi fin a quien caminaba; en aquello tenía gusto, aquello era mi salud, y todo lo a esto contrario lo era mío»318.

A partir de la conceptuación jergal que define el aspecto propio dé la germanía, pudiera hacerse el estudio de la realidad de la literatura picaresca, que con tonos y giros apropiados descubre toda la picardía condensada en esta agrupación social y en toda la picardía diseminada en las agrupaciones sociales que constituyen la sociedad común.

La germanía representa el delito ingenioso y la vida alegre y despreocupada en todos los momentos de la vida. No hay más que ver lo que cuenta un testigo de tanta excepción como el Licenciado Chaves. En aquella cárcel de Sevilla, tan bien dispuesta por su desorden para conocer las manifestaciones espontáneas de los delincuentes, todo es jácara, o todo es juerga319, como se dice hoy. Al que sale del tormento sin cantar320 «le reciben con sábanas rociadas con vino y con vihuelas y con panderetas,» y «cuando van a morir les parece que van de boda». El suceso es baila, y el delincuente es bailador, baile, ciquiribaile y bailico, y doblemente baile si termina en el bailoteo de la horca321. No parece sino que existe un estoicismo picaresco, formulado en estas declaraciones de Guzmán de Alfarache: «De nada me maravillo ni hago ascos: bailar tengo al son que todos, dure lo que durare, como cuchara de pan.»

No son propias de su sentir las manifestaciones de gravedad y entonamiento, que llaman picaresca y despreciativamente toldo, ni son propias de su hermandad las alianzas y las ligas322 con elementos, aunque afines, inapropiados por su inhabilidad o por su holganza. En germanía cabe lo que es útil a los fines de la asociación, y, por lo mismo, si su vocabulario tiene expresiones para designar al bueno323, designa también al pícaro324 perdido que no tiene oficio ni domicilio (cañón), al pegote, que come de gorra, según la locución jergal moderna (rozavillón)325, al ganapán (calcatrife)326, al incorregible (agraviador), y al loco (extravo)327.

En germanía, corno en toda sociedad industrial, se aprecian las excelencias profesionales, y entre todos los tipos destaca el que se distingue por la concepción inteligente y por la expedición ejecutiva. Este último se conoce con el nombre de breviario328.

CONCEPTO SOCIOLÓGICO.-Si escribiéramos un capítulo titulado «técnica delincuente,» a él correspondería una buena parte del concepto sociológico, porque este concepto no se refiere únicamente a la constitución de la sociedad germanesca, sino a la sociedad común, que aparece como explotada.

Por eso la germanía nos ofrece un vocabulario geográfico y otro de categorías sociales y determinadas profesiones.

En la parte geográfica del léxico muy pocos términos son rurales; la mayoría son urbanos. Llaman corriente al río y verdón329 al campo; al camino, que es lo que más conocen y practican, lo llaman tira, por lo largo; cruzado y cruz (contracción de cruzado), porque lo cruzan en todas direcciones; calca, por la huella (calcorros = los zapatos); martillado y martillo, por lo que lo pisotean o apisonan (martillar = andar); y carcoma, por lo que se gasta o por lo que consume a los viandantes.

La ciudad se llama ancha y Taragozagida; el pueblo Taragoza y garo330, y Sevilla, emporio de grandeza en aquel tiempo, Babilonia.

Procediendo de lo exterior al interior, pueden enumerarse los siguientes nombres: corral (cercado), corrincho (corral), plomada (pared), carrera (calle). Después de esto, las denominaciones no determinan más que el lugar privado (la casa), en variadas acepciones, y ciertos lugares públicos, que son: la aduana, la iglesia o templo, el hospital, el cementerio y la tumba.

Si estas denominaciones respondiesen a la especificación de todos aquellos lugares en que la hermandad delincuente opera para realizar sus hurtos, robos estafas y fullerías, seguramente que muchos otros, que no se mencionan, no aparecerían preteridos.

La particularización debe responder seguramente a otra característica mucho más especificada.

En primer término no creo que la tarafana331 (aduana), que aquí se menciona, sea el lugar público en que pagan las mercancías los derechos que devengan. Los derechos que en la tarafana se pagan, son los que hay que deducir de los beneficios que produce el delito.

Cervantes (Rinconete y Cortadillo) lo explica con toda claridad en las preguntas de Ganchuelo.

-«Mas díganme, ¿cómo no han ido a la aduana del Sr. Monipodio?

-»¿Págase en esta tierra almojarifazgo de ladrones, señor galán? -dijo Rincón.

-»Si no se paga, -respondió el mozo-, a lo menos regístranse ante el Sr. Monipodio, que es su padre, su maestro y su amparo; y así, les aconsejo que vengan conmigo a darle la obediencia, o, si no, no se atrevan a hurtar sin su señal, que les costará caro.

-»Yo pensé, -dijo Cortado-, que el hurtar era oficio libre, horro de pecho y alcabala, y que si se paga es por junto, dando por fiadores a la garganta y a las espaldas; pero pues así es y en cada tierra hay su uso, guardemos nosotros el desta, que por ser la más principal del mundo, será el más acertado de todo él.»

El acordarse del templo, que lo denominan altana (alta = torre), y de la Iglesia, que, más que nombrarla, la señalan con las salutaciones de estrella y salud, puede atribuirse a que la Iglesia constituía un refugio, dando más importancia, en este caso, al derecho de asilo que a la religiosidad, de que no se desprenden los delincuentes, como lo demuestran las prácticas que señala el Licenciado Chaves y lo que otros autores dicen. «Ya sabes mis flaquezas; quiero que sepas que con todas ellas nunca perdí algún día de rezar el rosario entero con otras devociones; y aunque te oigo murmurar que es muy de ladrones y rufianes no soltarlo de la mano, fingiéndose devotos de nuestra Señora, piensa y di lo que quisieres y como se te antojare, que no quiero contigo acreditarme. Lo primero cada mañana era oír una misa, luego me ocupaba en ir a mariscar para poder pasar»332. «Él tiene ordenado que de lo que hurtáremos demos alguna cosa o limosna para el aceite de la lámpara de una imagen muy devota que está en esta ciudad, y en verdad que hemos visto grandes cosas por esta buena obra»333. «Tenemos más: que rezamos nuestro rosario repartido en toda la semana, y algunos de nosotros no hurtamos el día de viernes, ni tenemos conversación con mujer que se llame María el día del sábado.» (Rinconete y Cortadillo.)

Dios se llama Coime (señor) de las clareas (claro = cielo) y Coime de lo alto. Ninguna otra divinidad ni advocación está denominada.

El hospital (coto), el cementerio (coto) y la tumba (comba), eran lugares suficientemente conocidos y visitados para que los pudieran olvidar. En aquella época de lacras venéreas a diario y de ejecuciones semanales, no podían prescindir del coto, que por lo de coto parece concepto irónico de una propiedad colectiva.

Los nombres de la casa no parecen aludir a la casa en general, sino a una serie de variantes, la mayoría germanescas. Es general el nombre de manida334, que alude a la permanencia y al descanso. El de percha (que alude a pechar), es más representativo que de la posada, de la casa de prostitución. El de mundo debe equivaler a casa pública. Quedan, como propiamente representativos de la casa, los de cuexca (¿cueva?), caverna y nido.

Probablemente los tres últimos aluden a casas en que se practican oficios propios de la gente agermanada. Lo supongo así porque el aposento no tiene más que dos nombres: piltro, que alude a la prostitución (piltra = cama, piltro = mozo de rufián), y garitón, que alude a la fullería.

Hay algunos nombres que califican ciertas partes de la casa. La puerta se llama golpeado; el postigo, golpeado y pernicho; la ventana, alta, luminaria, tirana (probablemente la ventana con reja, que es un impedimento para las citas de amor y para el robo) y ventosa; la teja, combada, y la viga, garda335.

Deben considerarse como nombres que continúan el concepto de casa, en el sentido jergal, los de posada o venta (puerto), hostería, venta o mesón (tajón)336, venta (confusión), mesón (sospecha, talón y escalón)337, bodegón (pensamiento, registro, recambio, hostalería y tallón)338 y taberna (alegría, bayuca y tasquera)339.

Completan estos nombres los de la carnicería (contrato), de la tienda de mercero (botica) y los de tienda de mercader (jardín).

Fundamentalmente las categorías sociales procuran definir los estados de riqueza y poder y de pobreza y sumisión.

Así como al tratar del engaño, la sociedad aparece dividida en astutos y necios, aquí resulta clasificada en ricos y pobres.

Podrá estimarse por algunos que la delincuencia profesional constituye un modo de parasitismo, y si así se interpretara, resultaría que hasta los parásitos tienen sus parásitos. Un concepto parasitario representa la denominación del pobre. Se le llama agosto340.

Correspondiente a ese, concepto, la gente baja es balhurria, la muchedumbre de una cosa granizo, y la muchedumbre de gente, chusma, runfla341, gavilla y cofradía.

A los ricos los define su principalía o su nobleza. Genéricamente el noble poderoso se llama godo342, el noble gótico, y el rico o principal godo, godeño, godizo, gordeño, granido343, florido y luengo344. La rica o principal, es goda y godeña. El señor de casa es coime.

Esta última denominación permitiría, sin extremar mucho los conceptos, definir que esta sociedad, que tiene por objetivo el robo, se representa la propiedad como un robo en acción continuada. El señor es coime, es decir, el equiparado «al que cuida del garito y presta con usura a los jugadores»; el mayordomo es sacoime, porque explota al señor; el criado estribo, porque se apoyan en él, y suzarro y suzarrillo345 (el paje), probablemente porque chupa la riqueza del señor. El esclavo es greno346 y gelfe347.

Aparte los nombres de principalía y servidumbre, se anotan los siguientes: abad (raso), clérigo (fárfaro)348, arriero (picamulo), pastor (payo), guarda de trigos (meseguero)349, cartero o correo (palmentero)350, panadero (artifero), carnicero (criojero), tendero de mercería (boticario), mesonero (comporte), huésped que da posada (secreto), bodegonero (hostalero), ventero o mesonero (talonero), tabernero (bufiador) y hospitalero (cotarrero).

CONCEPTO JURÍDICO.-La justicia también tiene su representación jergal, bastante pobre por cierto, pues no la denomina su esencia. Si se la llama justa no es porque se la reconozca este carácter, sino por contracción jergal351. Todo el carácter de coacción lo asume el gobierno (freno).

Tal como en germanía se la considera, padecen su respetabilidad y su prestigio. ¿De qué le sirven sus castigos ejemplares, si los delincuentes la denominan durindana?352

El calificativo de huerca353 nos la ofrece retirada en la oscuridad, siempre triste y siempre llorando, no porque ella esté triste y llorosa, sino porque su oficio es el de entristecer y acongojar a los que sufren sus persecuciones.

Llamarla sombra debe equivaler a que a la justicia la representa la cárcel (en la jerga actual, poner a la sombra es poner en prisión) y más seguramente al procedimiento inquisitivo y oculto.

El nombre más peculiar de la justicia es el de gura, proclamándolo así los derivados guro (alguacil), gurón (alcaide de la cárcel) y gurapas (galeras).

En el Diccionario de la Academia se pregunta si esta palabra es una derivación de la latina curia. Es probable, y más probable todavía por el ciclo jergal de esa palabra.

Si en germanía se conocieran determinadas influencias del caló, el adjetivo gitano goró (hondo, profundo) y el sustantivo gitano goro (potro), representarían la cárcel honda y profunda y el tormento, concordando así con los caracteres que jergalmente se asignan a la justicia.

Si la derivación es de curia, a sus distintos funcionarios los denominan del siguiente modo. El corregidor, es mayoral354; el juez, bravo355 y avisado356; el fiscal, rigor, vengainjurias y padrastro: el escribano, nuestramo357; el oficial o ministro de justicia, tomajón358; el procurador en contra, padrastro; el procurador que ayuda al preso, amparo (también el letrado), remedio y alivio; el alguacil, mayoral, posta359, guro, grullo360 y apuntador; los corchetes o criados de justicia, señal361, papagallo362, rayo363, corredores364, acerrador365, abrazador366, mastín367, durlines368, fieras, arpía369 y vellerife370; el prendedor, asidor, y el perseguidor contraste371; la tropa de alguaciles gurullada y la cuadrilla de corchetes corchetesca o corchetada; el soldado golondrino372, y la compañía de soldados, golondrera; la ronda, duende373, y la visita de jueces en la cárcel, alarde.

Hasta aquí puede comprenderse el personal (si se exceptúan los soldados) que interviene directamente en la persecución del delito, en la sustanciación del proceso, en la acusación, en la defensa en el fallo. Enumeran, además, los encargados o la custodia del delincuente y de la ejecución de la sentencia.

El alcalde de la cárcel se llama gurón, gorullón, apasionado374, banastero375 y banquero376, el portero de la cárcel, disimulo377; el que echa los grillos, calcetero378; el pregonero, calandria, bramador y gridador; bederre, boche379, bochero, Mochín380, ganzúa381 y falso382; el que ayuda al verdugo a dar tormento, vigolero, y la trompeta del verdugo, vigilia383.

Procediendo ahora por enumeraciones ordenadas para distinguir los diferentes estados porque atraviesa el delincuente desde que lo denuncian y lo descubren, hasta que lo ahorcan, aparece en primer término la situación de sobresalto en que, el delincuente vive cuando teme, y esta situación la caracteriza la sospecha, que la llaman con toda propiedad y acierto espina. La sospecha, cuando es espina, es porque la motiva la traición, y de aquí que se mencionen al zaino384 (traidor), al soplo (el que denuncia), al espiado (acusado, delatado) y al entruchado385 (entendido, descubierto). Queda un término, el de doblarse, que equivale a una traición, pues es ser entregado debajo de amistad a la justicia.

La denuncia los señala, y el señal, o el acerrador o el mastín, o cualquiera otro de los corchetes, o la corchetesca reunida, los prenden y los reducen al estado de preso (angustiado, abrazado, apiolado, enrejado y treno) y los enrejan (enrejar = prender, poner en la cárcel).

Representan la cárcel con conceptos de una realidad perfectamente comprobada, aun en nuestros días. Así como el fiscal es padrastro del delincuente, la cárcel es madrastra; es por lo mismo trabajo, y es temor, lo que arguye un cierto indicio de temibilidad. Pero lo que pinta a la cárcel con su estrechez, su hacinamiento, su desorden, sus agios y sus embustes, son los nombres de angustia, banasto, ejército, tropel, trápala, trapana386, confusión, banco y trena387. El calabozo se llama confusión, horno y tristura388.

Ya en la cárcel, y si el delincuente lo merece por su delito, o si no tiene medios para redimirse de la sujeción, lo primero es ponerlo en prisiones, es decir, calzarlo (calzar =echar grillos). Entonces ya es preso calzado y antojado389, y hasta puede ser Juan Díaz (cadenado) si el apasionado no se: compadece o se contenta.

En la cárcel y a disposición del Juez, el nuestramo, empezará a escribir con aquella pluma suya cuyo cañón, según Quevedo, es más temible que si fuera de bronce reforzado; y aquí empiezan las requisitorias, el declarar o destebrechar390, como ellos dicen.

Si el destebrechador (declarador o intérprete) no da su descargo (alivio), será forzoso que «purgue los indicios» y que lo lleven al tormento (peligro, ansia, presa, molino, torno y torneo); o a la cama de cordeles (trinquete); o al burro o potro, (parrillas). Si niega, lo llamarán sufrido; si declara, lo llamarán cantor. (Cantar en el ansia, gargantear = confesar en el tormento).

Después viene la sentencia, que si es absolutoria, es libertad, es calle; si es condenatoria, es castigo, estiba391; y aún queda un término medio entre la absolución y la condenación, que es la fuga, calleja.

En aquel tiempo no había más penas que la de destierro (mando) la de vergüenza (disciplinante de luz), la de cotón colorado o séase de azotes (disciplinante de penca, pencado, fajado, envesado392 y sagitario)393, llamándose éstos duros, tocino394, pencazos, quesos y fajas; la de galeras (penas, gurapas, ansias y angustias), para manejar por seis o diez años la pluma (el remo)395, y ser apaleador de sardinas y penado, después de ir por tránsitos enganchado en la cereceda396 a poco de librarse de la tiradera y la madrastra397 y de los charniegos398, calzas, anillos y antojos; y, en fin, la sentencia de muerte, (noche, tristeza), para ser doble399 (condenado a muerte) y racimo, bornido o bochado (ahorcado) en la viuda400, balanza, basilea401, borne402 o finibusterre (horca), y pasar del verdugo al planteador (sepulturero).

Para terminar este concepto, queda el término de embargado (pesado. Embargo = peso y nabo), que no representa, en mi concepto, el embargo judicial, sino el estado de ánimo que con ese nombre se conoce.

CONCEPTO DELINCUENTE.-Este concepto, por los particulares que comprende, no se puede tratar sin fraccionarlo. Comprende, en primer lugar, un concepto económico con las voces representativas de la fortuna, el préstamo y el robo, las del dinero, y, como apéndice, las que se refieren al vestuario, calzado, equipo y utensilio. Comprende después el concepto propiamente delincuente, con los términos que aluden a las relaciones y actos para delinquir, a la actividad y la persecución, a la bravatería, riñas, heridas y golpes, y, como apéndice, a las armas.

Procede, pues, enumerar y analizar independientemente estos conceptos.

CONCEPTO ECONÓMICO.-El primer término se refiere a la propiedad que dimana del trabajo o fomento de la riqueza. Tener es criar. De aquí deriva el término de enriquecer que es granar (rico o principal = granido). A este término corresponden las gradaciones decrecientes de la riqueza. Poco o en pequeña cantidad es picol403; necesitado es gandido404; agostado es consumido o gastado.

No hay términos referentes a cómo se fomenta la riqueza. Todos se reducen a mendos de perderla, de gastarla y de jugarla. El juego aparece como indicador de todas las variantes.

Poseer, en este concepto activo del juego, es traer, portar405; dar se expresa diciendo lomar406, enturar407; pagar significa escotar408, y consumir o acabar, agostar, siendo agostador el que consume o gasta la hacienda de otro.

Refiriéndose, como se refieren, todos estos términos al juego, jugar, en su significado jergal, es pillar409. En el juego se gana o se pierde, se paga de contado o se fía. Lo primero es galar410, lo segundo deschanzar411, lo tercero granido, y lo cuarto tiene varios modos y acepciones. Tiene la acepción de concierto y convenio = balada412; la de concierto o plazo = feria; la de revesa413 (cuando uno vende a otro que se fía de él); la de préstamo = prestido (prestar = prestir); la de tercio (el que tercia, abona o fía) y la de tira = trampa414. Quedan los verbos comodar (trocar y trastocar), que se refieren a los cambios indeterminadamente, y engibar (guardar y recibir), que alude preferentemente a la prostitución.

Indudablemente el hurto (marisco, brasero415, mercadería, empleo, socorro, garfina416 y garsina417 y la estafa = goloria)418 (estafar = birlar) en la acepción jergal, no pueden, a no ser que pensemos impresionados por una sensación de automorfismo, ser incorporados al concepto delincuente, tal como nos lo representamos nosotros. Hurtar, en sus variadas acepciones (mariscar419, murciar, motar, pillar, garfinar, garsinar, pulir420, bailar, hormiguear y trabajar) y robar o andar al pillaje (garbear421 representan entre los delincuentes una modalidad económica. No a otra cosa responde la índole de sus cambios. Suprímase este proceder y la sociedad germanesca desaparece.

Este concepto económico, sobre verse claro en la naturaleza del sentimiento que lo produce y que corresponde a las modalidades de la naturaleza humana, lo demuestra el valor que conceden al dinero. El dinero en esta sociedad es sangre422 que circula, que sustenta, que da vida, y es resuello, es decir, respiración y desahogo. Los dineros son amigos, quinas423, nipos424 y parnés425. A los reales llámanlos contentos, al real boca y al ducado de 11 reales grano426.

Dan además al dinero los siguientes nombres: moneda = moa y florín, moneda de oro = Juan Dorado, moneda de real = coba427, dobla de oro = turquía, oro = cachucho, mina mayor, moneda de plata = Juan Platero, plata = mina menor, dineros en menudos = charneles, jardia ledra428, cobre = mina ludia, ochavo, cuarto, moneda de cobre = ludio, cuartos u ochavos = ludios, dos maravedís = charnel. A lo que contiene el dinero se le llama: bulto de dinero = landre, faltriquera = sacocha y rata, bolsa = cica, cigarra, cuadrada, pelota y zaina, gato o bolsón de dinero = cigarrón, la tira en que se cose dinero para ceñírsela al cuerpo = culebra y el cepo de iglesia = Juan.

En este léxico no existen palabras que aludan a producir ni a comprar. Todo se toma hecho; todo lo robable se roba, y todo lo robado se beneficia, convirtiéndolo en moneda. Por lo mismo lo que no es dinero se vende, se pule, y de aquí que existan palabras y agentes para realizar esta clase de cambios. Cabe suponer que, en general, todas las palabras que denominan determinados objetos, sean dirigidas no solamente a definir su uso, sino más bien a especificar lo robable y lo que se roba. La variedad es tanta, que para que no se presuma que es suposición e inventiva, convendrá citar textos que lo especifiquen. «Asistíamos -dice Guzmán de Alfarache, pág. 298, col. 2.ª- de día como buenos cristianos en las iglesias, en sermones, misas, estaciones, jubileos y procesiones. Íbamos a las comedias, a ver justiciados, y a todas y cualesquier juntas donde sabíamos haber concurso de gente, procurándonos hallar a la contina en el mayor aprieto, entrando y saliendo por él una y mil veces, porque de cada viaje no faltaba ocupación provechosa, ya sacábamos dagas, lienzos, bolsas, rosarios, estuches, joyas de mujeres, dijes de niños. Cuando más no podía, con las tijeras que siempre andaban en la mano, del mejor ferreruelo que me parecía y del más pintado gentil-hombre, le sacaba por detrás o por un lado (si acaso con el aprieto se le caía) para tres o cuatro pares de soletas; y lo que yo desto más gustaba era verlos ir después hechos un retrato de San Martín, con media capa menos, dándoles vuelta y haciendo gente, y así se iban corridos, viendo cortadas las faldas por vergonzoso lugar». «Cuando esto no bastaba, nos llegábamos a las colgaduras de seda o tela de oro, que nunca reparaba en hacerles cortesía, más a esto que a eso otro antes a más moros más ganancia, y por lo bajo dellas le sacábamos una pieza o dos (como teníamos la ocasión y tiempo) lo mejor que podíamos, y en los aires hacíamos dellos cuerpos a mujeres, bolsas, manguitas a niños y otras mil cosas a ese tono, acomodándolo siempre como no se perdiese hilo en aquello que más y mejor podía servir». «Salíame las noches por esas encrucijadas, y cuando a mi casa volvía, venía cubierto con dos o tres capas, las que con menos alboroto y riesgo podía cautivar; a la mañana, ya entre los dos, amanecían hechas ropillas; dábamoslas a vender en gradas, o buscábamos modo como mejor salir dellas». (pág. 349, col. 2.ª) «Teníamos en los arrabales y en Triana casas-conocidas, adonde sin entrar en la ciudad hacíamos alto, y después poco a poco, lavado y enjuto, lo íbamos metiendo, ya por las puertas o por encima de los muros, después de medianoche, cuando la justicia estaba retirada. Para los vestidos de paño y seda que rescatábamos, teníamos roperos conocidos, a quien lo dábamos de buen precio, sin que perdiésemos blanca del costo; y una vez entregados ya sabían bien que aquellos eran bienes castrenses, ganados en buena guerra, y que los habían de disfrazar, para que nunca fueran conocidos o su daño; que no teníamos más obligación que darles la mercaduría enjuta y bien acondicionada, puesta las puertas adentro de sus casas libre de aduanas y de todos derechos, y allá se lo hubieran. La ropa blanca tenía buena salida, por la buena comodidad que se ofrecía las noches en el baratillo; ganábase de comer honrosamente y de todo salíamos bien.» (Loc. cit.)

He aquí por qué he considerado conveniente incluir en este lugar las palabras denominadoras del vestuario, calzado, equipo y utensilio, que ascienden, por lo menos, a ciento cuarenta y ocho.

Empezando por las telas, se especifican las siguientes: paño fino = contray429, raso o tafetán liso, terciopelo = vellido, seda = alcatife430, babosa. De tejidos de otra calidad se mencionan la bernia = vellosa431, llamándose velloso a la bernia de marinero, peloso al capote de sayal, pelosa a la saya, la capa y la frazada, con evidente alusión a los géneros de que están construidos. Tal vez se aluda a cosa parecida al denominar al sayo pellejo y a la saya pelleja, y al jubón cotón.

Procediendo de lo interior a lo exterior, resultan las siguientes denominaciones de prendas: la camisa = alcandora, carona, certa, serta, hermana, lima, luna, prima y cairelota (camisa gayada o galana) cuello de camisa = carlanca432.

Estos nombres o se refieren indiferentemente a la camisa de mujer u hombre o especialmente a la de la mujer. Conviene, por lo mismo, mencionar aparte las prendas cuya denominación es común a las de cada sexo y las que les son peculiares.

Denominaciones comunes: medias calzas = demias, cáscaras; jubón = cotón433, justo, apretado, primo; cinto = tachonado, chatonado; guantes = cortezas; vestido = adorno, jaez.

Prendas de hombre: calzón = tirante; calzas = follosas434, leonas; calzas de polainas = grullas, grullas de los segovianos; zaragüelles o calzones = embudos, alares, arrojados; jubón fuerte con malla = cotón doble; pretina = vencejo; ferreruelo = bonito, herrero; capote o tudesquillo = Pifo, Pedro; capote de sayal = peloso, red de payo; capa = agüela435, nube, nublado, noche, red436; sayo = pellejo, sarco, tapador, padre437, vistoso; sayo de faldamentos largos = sarco de popal, zasco; sayo de dos faldas, sayagüés de Castilla o de Sayago = bonito, arifarzo; cabezón de sayo = hopo; manga de sayo = leyva; sombrero = poniente, tejado438, techo, gavión439; zapato o zapatos = pisantes, calcorros, duros, estibo440; hebillas de zapato = labradas; bota o botas = toba441, ilustres; alpargata = alcorque442; botines o borceguíes de hombre = labrados; mocadero = mocante, fazo443.

Prendas de mujer. Toca de mujer = vergüenza, encarrujado; toca o escofión de red, redejón, enrejado; toca de red o gorguera, sarmentera; verdugado = bolára; faldellín o refajo de mujer = pumente; saya o basquiña, pelleja, pelosa, tallado, tapado, cubierta, redonda, campana; manto = ligero, cernícalo; chapines = adornos, chancos; botines o borceguíes = dichosos444, estibal; paño de manos = zurros.

Utensilio de casa: mesa = tablón; manteles = tablantes; salero = sardioque; plato = taplo445; escudilla = conca; taza o vaso para beber = plantosa; jarro = pitaflo, barroso; olla = pieva; bota de vino = bufía; tarja = tarquia; caldera = negra; candelero = lucerno; silla de sentarse = sillene; badil = badilico; tenazas = dentones; eslabón con que se saca el fuego = rufón446; cama = ovil, piltra, blanda, sufrida; sábana= paloma, alba; manta o frazada = vedilla, vellida, vellosa, tamba447; arca = María; percha de sastre donde se cuelga la ropa= Alcandora448; garabato = gárabo, mazo.

Utensilio de seguridad: cerraduras de puertas = cerrallas; candado = candujo; cerrojo = cerrón, Pedro; pestillo de golpe = cerrón; llave y llaves = cerrón, aellas449. Este utensilio alude a actos delincuentes, y como utensilio delincuente pueden considerarse las tijeras = mordientes, hermanas, y el martillo = martillado450.

Utensilio de adorno: anillo, dedil, torzuelo.

Utensilio de viaje: silla de caballo = estanques; espuelas = ferronas; mochila = peltrava, y alforja o alforjas = jiba451, ballestas.

ACTIVIDAD.-Si pudiéramos seguir la formación de este conjunto de palabras paralelamente con los actos que las han producido, veríamos que se acomodaban con toda precisión a la vida y a las costumbres ladronescas, que son más activas y avispadas de lo que se puede suponer. Solo así nos sería posible comprender el valor de cada palabra en la función a que se aplica.

De todos modos, ni esas costumbres constituyen un secreto, ni ese modo de vivir se diferencia en mucho de cualquier estado que obligue al constante ejercicio de la astucia.

Para los términos que se refieran al hurto, al robo y al engaño, nos habremos de referir a lo que queda dicho en la clasificación de los ladrones y en el concepto psicológico.

Lo que se reserva para este pormenor, no es otra cosa que lo que representa actividad sin relacionarse con modalidades o especialidades del delito. Puede verse haciendo la enumeración de las palabras, como si se tratase del desarrollo de un acto desde su comienzo a su fin, en la mayoría de sus principales accidentes.

Tantear = ondear; buscar = farabustear; menudear en una misma cosa = golpear; arreciar o reformar = fornir452; juntar = acomodar, gavillar, arredomar, arroscar; adelantarse = antuviarse453; alargar = astar454; abrir o tirar = tarrascar; cerrar o apretar = enclavijar; torcer = entornar; acometer = baraustar455; poner en alto = engaviar456; faltar= quebrar, mancar457, menguar; espantar, espantarse= avispar, se; caer = bolear; recoger = arrobiñar; cubrir = anublar; envolver = enroscar, arroscar; esconder = sepultar; librar = rescatar; llevar = remolcar; trasquilar (en el sentido figurado de disminuir una cosa quitando parte de ella) = fundir; henchir = colmar.

PERSECUCIÓN.-Indica esta parte del léxico jergal, que la gente germanesca, avisada el riesgo de topar frecuentemente con la justicia, se preocupaba tanto de evitar la persecución, como de dar motivos para que los persiguiesen. Por lo tanto, su actividad puede dividirse en actividad expoliadora y en actividad defensiva.

Son mucho los términos que se refieren concreta e indirectamente a la persecución. Unos indican movimiento, otros advertencia y otros huida.

Constituyen términos de advertencia, muchos de los que se refieren a la mirada458, a los que se pueden añadir estos otros: guiñarol (al que miran o hacen del ojo), columbrado (al que miran), desmicador y columbrador (el que mira). Constituyen términos más apropiados, los siguientes: notar, observar = avisar; apercibirse = alertarse; estar apercibido = alerta; avisado, descubierto = alertado; descubrir = desflorar, descornar, soplar, cantar; descubierto = manifiesto; perdido o descubierto = deschanzado; al que descubren = buhado459, descornado; lo que se descubre = descueno; avoceado = clamado; PELIGRO = rumbo.

Constituyen actividad los siguientes: ir = alar460; alarse = alón461, alarse, miñarse, peñas; moverse o irse = levarse; irse o huirse = guiñarse462; irse a prisa= picar; irse huyendo = peñas y buen tiempo, piñarse463, afufar464; marcharse o largarse = najarse465; irse muy lejos = peñas de longares466; ido = picado, alado.

En conjunto, todos estos términos demuestran sobreactividad y demuestran inquietud. También podría asegurarse que en la ida sólo hay un motivo que la determine; el temor o la sospecha de ser o alcanzados. Por eso de la ida a la huida, casi no media diferencia. Se gradúa en su actividad, con las siguientes palabras: calcas = pisadas; talón = andar a pie; martillar = caminar; calcar = pisar o apretar; calcorrear = correr; calcoteado = corrido; estibón467 = carrera; pilfar = picar el caballo para que camine.

Se expresan la persecución y la huida del siguiente modo: perseguido o maltratado = guindrado468, escapado huyendo = redoblado; escaparse el ladrón que huye arrojándose de un tejado o ventana= revolar; huir= chapescar469, a lo largo; huida = afufa, coger las del martillado; huido = afufado, acogido; escapar = cafar470; escaparse, librarse = safarse; trasponer; huir o esconderse = trasmontar; traspuesto, huido o escondido = trasmontado; embarazo o impedimento = balsa471; arrinconar a uno = acorralar, acorralado o arrinconado = encorral; arrinconado = acorralado; refugiarse huyendo de la justicia = acorralarse; asido = acerrado; asir o agarrar = acerrar; asir o aprisionar = apiolar; al que lo arrebatan = rastillado = el que se libra de un peligro huyendo = vilhorro.

RIÑAS Y ARMAS.=Esgrimidor o maestro de esgrima = travo; bravatear = galear472; revolver pendencias = fuñar; alboroto o pendencia = ciscarada473; triunfar = garlear; hacer alarde de guapo o valentón = encampanarse474; golpe = relámpago, chirlo; golpe o porrazo = antuviada; golpe de palo = chirlada; golpe dado con piedra = turronada; aporreado = sobado; la persona apaleada = fustancado475; herido en el rostro = esclisiado; señalar en el rostro = marcar; cuchillada por la cara = chirlo cruzado; dar de repente o primero que otro = antuviar; el que hace caer a otro = boleador476; repullo (movimiento irresistible de sorpresa y temor en el momento en que es uno sorprendido) = acetre477; atemorizado = amilanado; caído = boleado.

Armas defensivas: casco = horizonte478, gavia479; remollerón; casco de acero = mollerón480; malla o cota = cofradía481; cota = trabado, malla; cota de malla = once mil482; broquel = muro483, rodancho, rueda484, campanudo, faldudo485, Barcelonés faldudo; rodela = luna, concha.

Armas ofensivas. Entre los distintos nombres que se dan a la espada hay dos que constituyen un curioso fenómeno jergal. Fisberta486 es uno de estos nombres: el otro es joyosa487. Los dos son nombres de espadas célebres propagados por una literatura muy vulgarizada. La influencia de esa literatura es el único medio de transporte, jergal que debe estimarse en este fenómeno. Únicamente hay que advertir una simpatía en lo que se refiere a joyosa, pues los ladrones distinguirían con seguridad las espadas que tenían o no tenían joyas en la empuñadura, lo que constituiría un estímulo de la codicia ladronesca, en cuyo estímulo hay que reconocer una influencia denominadora. Los demás nombres son: filosa488, bayosa489, centella490, respeto491, baldeo492, abanico493. El machete o terciado se llama = zinguizangue494, Juan Machiz495, descuerna padrastros496; el puñal = secreto497, enano498, atacador, desmallador, cuadro, cuadrado, baraustador499; la daga = estaca, cuchillo = filoso, cerda; el cuchillo de campo = tajamar; la lanza = asta, astil500; ballesta = corva, cobarba; la saeta = cometa501; el pistolete = milanés502; la almarada de hacer alpargatas = punterol; el palo = satán, fustanque. El acto de armar se llama = artillar; armarse = artillarse; armado = artillado.

Resumen.-Al titular esta parte de nuestro es tudio «psicología y sociología de la jerga», no nos proponíamos una investigación honda de conceptos y significados para hacer, por decirlo así, el esbozo del tipo mental del delincuente.

Nuestra tesis es lo bastante clara, y está suficientemente repetida, para que nadie vacile al apreciar, nuestra intención.

Aparte algunas observaciones que no huelgan en los estudios de la psicología y sociología delincuentes, y que en tal concepto son incorporables a libros más especializados y de más profunda doctrina, todos los conceptos podrían refundirse en una sola afirmación: la de que en el lenguaje de los delincuentes no hay palabra que con propiedad pueda llamarse ociosa.

Sin embargo, aunque la jerga ha sido estudiada muy esquivamente en su aspecto psicológico, y casi preterida en el sociológico, las insinuaciones de la antropología criminal apuntan en los delincuentes dos caracteres mentales, y tienden a justificar esos caracteres con las demostraciones de su lenguaje propio.

A partir de las insinuaciones lombrosianas, puede decirse que en el tipo mental del delincuente, manifestado en la jerga, se distingue una modalidad arcaica y otra modalidad que no se titula, pero que claramente quiere manifestarse en ciertas alusiones, como las indicadoras de que los delincuentes son más ricos de espíritu que de ingenio, y de que sus modos de expresión participan de una índole caprichosa y afectan tendencias de un humorismo peculiar, cuya expresión es francamente cínica.

No sabemos lo que resultaría si se hiciese un estudio comparativo de las jergas con igual método que el que hemos empleado. Seguramente que la jerga francesa se distinguiría en ciertos modos de expresión de la española, de la italiana, de la alemana, de la inglesa, etc., de igual modo que respectivamente se distinguirían estas jergas entre sí. Pero también es casi seguro que resultaría que esas distinciones eran equivalentes a las que existen en general entre franceses, españoles, italianos, alemanes, ingleses, etc.

Quiere esto decir, que las jergas no pueden barajarse para deducir de determinadas concordancias ciertas fórmulas, que si aparentemente parecen demostrativas, lo que hacen es crear ciertos prejuicios, que se oponen como obstáculo en el camino de la recta investigación.

La psicología, por de pronto, plantearía una cuestión previa, que podría ser formulada en los siguientes términos. La producción jergal, estudiada en sus expresiones representativas, ¿difiere fundamentalmente del proceso natural, común a todos los pueblos y a todos los idiomas, de la producción lingüística? Seguramente se respondería que no.

De aquí que el estudio de la jerga se emancipe de ciertas sujeciones antropológicas, como las encaminadas a representarnos el tipo delincuente como una entidad aparte, y busque su verdadera orientación en caminos propiamente naturales.

Todo lo afirmado, a partir de la suposición de que el delincuente es un tipo atávico, es tendencioso en el sentido de presuponer que la producción jergal dimana fundamentalmente de un modo de ser característico de los que se expresan representativamente valiéndose de las formas que se manifiestan en la jerga.

Psicológicamente, habría que oponer a tal afirmación muchas objeciones y reparos; pero sociológicamente se formula otro criterio.

Las representaciones jergales derivan en una cierta proporción a modo de ser mental de los que ven las cosas de ese modo. Pero las cosas, para verlas, requieren casi siempre la intervención de los sentidos y la acción de estímulos externos, y, por lo tanto, ¡conjuntamente con el modo de ser, pero mucho más privativamente que de ese modo, formen es admisible que las representaciones se formen según el modo de vivir.

Para demostrarlo bastará fijarse, en el poco número de palabras de la jerga que tienen origen en una impresión puramente subjetiva, y en el gran número, en la casi totalidad, que nacen de impresiones objetivas.

Y aún hay más. Esas impresiones no suponen nunca actos en que se aprecie la pura subjetividad, sino actos de relación, de tal modo, que la relación es la determinante de las representaciones.

Nuestro método ha consistido en relacionar las palabras con los actos, y así resulta fácil el conocimiento de la estructura y los entronques del lenguaje jergal, definiéndolo, no como una forma léxica en que se caractericen determinadas anomalías concordantes con el supuesto tipo anómalo del delincuente, sino como una forma de asociación en que resaltan el interés y las tendencias de los asociados.

Apreciada la jerga de ese modo, resulta especificada en las siguientes indicaciones. Es el lenguaje de una colectividad, y se ha formado por afinidades, tendencias y sensaciones que participan de una influencia colectiva. Se agrupa en las mismas categorías de palabras en que se agruparía el lenguaje de cualquier asociación que lo hubiera formado para sus fines peculiares. Es el núcleo de este lenguaje un interés: el interés social. Se divide este lenguaje en dos partes fundamentales: la organización social, con sus categorías y funciones profesionales, y la vida de relación de los asociados, dentro de los límites en que se puede desenvolver.

Y en una palabra, para no repetir cuanto se ha dicho anteriormente acerca de este asunto, todo nuestro propósito se formula en la siguiente afirmación.

La jerga es el mejor documento sociológico, el más sincero y auténtico para que la sociología criminal estudie las asociaciones delincuentes.