21
Ibid., p. 183.
22
Ibid., p. 209.
23
Ibid., pp. 183-184.
24
Edelberto Torres, op. cit., p. 138.
25
Horacio Castellanos Moya, El asco. Thomas Bernhard en San Salvador, Barcelona, Tusquets, 2007, p. 29.
26
Ibid., pp. 63-64.
27
Ibid., p. 33.
28
Ibid., p. 28.
29
No hay más que aludir aquí a la interpretación esencialista del personaje picaresco que hacen críticos como Alonso Zamora Vicente o Florencio Sevilla, cuyas visiones están prefiguradas, quizá, por la ideología burguesa. Florencio Sevilla asevera: «Frente a las altisonancias de los caballeros míticos, de los apasionados amadores o de los idílicos pastores, todas las novelas picarescas sin excepción estarán consagradas a referir las vivencias de otros tantos desafortunados, trotamundos y dejados de la mano de Dios. Aquí todo sucede a ras de tierra y cualquiera diría que está presidido por la calamidad, como si estas criaturas se ganasen su protagonismo a fuerza de calabazadas, desventuras y sinsabores»
(Florencio Sevilla Arroyo, La novela picaresca española. Toda la novela picaresca en un volumen, Madrid, Castalia, 2001, p. 13).
30
Rodrigo Rey Rosa, Imitación de Guatemala, p. 232.