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El gaucho Martín Fierro

José Hernández



[Nota preliminar: Obra cedida por la Biblioteca de la Academia Argentina de las Letras. Digitalización realizada por Verónica Zumárraga.]¶



portada








- I -

   Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como la ave solitaria  5
con el cantar se consuela.

   Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia  10
me refresquen la memoria,
y aclaren mi entendimiento.

   Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda  15
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en esta ocasión tan ruda.

   Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas,  20
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar-:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.

   Mas ande otro criollo pasa  25
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.  30

   Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre-
dende el vientre de mi madre  35
vine a este mundo a cantar.

   Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra
el cantar mi gloria labra
y poniéndome a cantar,  40
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.

   Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento-
como si soplara el viento  45
hago tiritar los pastos-
con oros, copas y bastos,
juega allí mi pensamiento.

   Yo no soy cantor letrao,
mas si me pongo a cantar  50
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando;
las coplas me van brotando
como agua de manantial.
—4→

   Con la guitarra en la mano  55
ni las moscas se me arriman,
naides me pone el pie encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.  60

   Yo soy toro en mi rodeo
y toraso en rodeo ageno,
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar,
salgan otros a cantar  65
y veremos quién es menos.

   No me hago al lao de la güeya
aunque vengan degollando,
con los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros,  70
y ninguno, en un apuro
me ha visto andar titubiando.

   En el peligro ¡qué Cristos!
el corazón se me enancha
pues toda la tierra es cancha,  75
y de esto naides se asombre,
el que se tiene por hombre
ande quiera hace pata ancha.

   Soy gaucho, y entiendanló
como mi lengua lo esplica,  80
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor,
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el Sol.

   Nací como nace el peje  85
en el fondo de la mar,
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar.  90

   Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del Cielo,
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir;
y naides me ha de seguir  95
cuando yo remonto el vuelo.

   Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas,
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama-  100
yo hago en el trébol mi cama,
y me cubren las estrellas.

   Y sepan cuantos me escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato  105
sino por necesidá;
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.

   Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido  110
que fue buen padre y marido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.


- II -

Ninguno me hable de penas  115
porque yo penando vivo-
y naides se muestre altivo
aunque en el estribo esté,
que suele quedarse a pie
el gaucho más alvertido.  120

   Junta esperencia en la vida
hasta pa dar y prestar,
quien la tiene que pasar
entre sufrimiento y llanto;
porque nada enseña tanto  125
como el sufrir y el llorar.

   Viene el hombre ciego al mundo
cuartiándolo la esperanza,
y a poco andar ya lo alcanzan
las desgracias a empujones;  130
¡Jue pucha! que trae liciones
¡el tiempo con sus mudanzas!

   Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía.
Y su ranchito tenía  135
y sus hijos y mujer...
Era una delicia el ver
cómo pasaba sus días.

   Entonces... cuando el lucero
brillaba en el cielo santo  140
y los gallos con su canto
la madrugada anunciaban,
a la cocina rumbiaba
el gaucho... que era un encanto.
—5→

   Y sentao junto al jogón  145
a esperar que venga el día,
al cimarrón le prendía
hasta ponerse rechoncho,
mientras su china dormía
tapadita con su poncho.  150

   Y apenas el horizonte
empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar,
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse  155
cada cual a trabajar.

   Éste se ata las espuelas
se sale el otro cantando,
uno busca un pellón blando,
éste un lazo, otro un rebenque,  160
y los pingos relinchando
los llaman desde el palenque.

   El que era pión domador
enderezaba al corral,
ande estaba el animal  165
bufidos que se las pela...
Y más malo que su agüela
se hacía astillas el bagual.

   Y allí el gaucho inteligente
en cuanto al potro enriendó,  170
los cueros le acomodó
y se le sentó en seguida,
que el hombre muestra en la vida
la astucia que Dios le dio.

   Y en las playas corcobiando  175
pedazos se hacía el sotreta,
mientras él por las paletas
le jugaba las lloronas,
y al ruido de las caronas
salía haciéndose gambetas.  180

   ¡Ah! ¡tiempos!... era un orgullo
ver ginetiar un paisano-
Cuando era gaucho vaquiano
aunque el potro se boliase
no había uno que no parase  185
con el cabresto en la mano.

   Y mientras domaban unos,
otros al campo salían,
y la hacienda recogían,
las manadas repuntaban,  190
y ansí sin sentir pasaban
entretenidos el día.

   Y verlos al caer la noche
en la cocina riunidos
con el juego bien prendido  195
y mil cosas que contar,
platicar muy divertidos
hasta después de cenar.

   Y con el buche bien lleno
era cosa superior  200
irse en brazos del amor
a dormir como la gente,
pa empezar al día siguiente
las faenas del día anterior.

   ¡Ricuerdo!... ¡Qué maravilla!  205
cómo andaba la gauchada,
siempre alegre y bien montada
y dispuesta pa el trabajo...
pero hoy al presente... ¡barajo!
no se le ve de aporriada.  210

   El gaucho más infeliz
tenía tropilla de un pelo,
no le faltaba un consuelo
y andaba la gente lista...
tendiendo al campo la vista  215
sólo vía sino hacienda y cielo.

   Cuando llegaban las yerras,
¡cosa que daba calor!
tanto gaucho pialador
y tironiador sin yel-.  220
¡Ah tiempos!... pero sin él
se ha visto tanto primor.

   Aquello no era trabajo,
más bien era una junción,
y después de un güen tirón  225
en que uno se daba maña,
pa darle un trago de caña
solía llamarlo el patrón.

   Pues vivía la mamajuana
siempre bajo la carreta,  230
y aquel que no era chancleta
en cuanto el goyete vía,
sin miedo se le prendía
como güérfano a la teta.

   ¡Y qué jugadas se armaban  235
cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos
pues en tales ocasiones,
a ayudarles a los piones
caiban muchos comedidos.  240
—6→

   Eran los días del apuro
y alboroto pa el hembraje,
pa preparar los potajes
y obsequiar bien a la gente,
y ansí, pues, muy grandemente,  245
pasaba siempre el gauchage.

Venía la carne con cuero,
la sabrosa carbonada,
mazamorra bien pisada
los pasteles y el güen vino...  250
pero ha querido el destino,
que todo aquello acabara.

   Estaba el gaucho en su pago
con toda siguridá:
pero aura... ¡barbaridá!  255
la cosa anda tan fruncida,
que gasta el pobre la vida
en juir de la autoridá.

   Pues si usté pisa en su rancho
y si el alcalde lo sabe  260
lo caza lo mesmo que ave
aunque su mujer aborte...
¡No hay tiempo que no se acabe
ni tiento que no se corte!

   Y al punto dese por muerto  265
si el alcalde lo bolea,
pues ay nomás se le apea
con una felpa de palos-,
y después dicen que es malo
el gaucho si los pelea.  270

   Y el lomo le hinchan a golpes,
y le rompen la cabeza,
y luego con ligereza
ansí lastimao y todo,
lo amarran codo con codo  275
y pa el cepo lo enderiezan.

   Ay comienzan sus desgracias,
ay principia el pericón;
porque ya no hay salvación,
y que usté quiera o no quiera,  280
lo mandan a la frontera
o lo echan a un batallón.

   Ansí empezaron mis males
lo mesmo que los de tantos,
si gustan... en otros cantos  285
les diré lo que he sufrido-
después que uno está... perdido
no lo salvan ni los santos.


- III -

Tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y mujer,  290
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera,
¡y qué iba a hallar al volver!
Tan sólo hallé la tapera.

   Sosegao vivía en mi rancho  295
como el pájaro en su nido-
allí mis hijos queridos
iban creciendo a mi lao...
Sólo queda al desgraciao
lamentar el bien perdido.  300

   Mi gala en las pulperías
era en habiendo más gente,
ponerme medio caliente
pues cuando puntiao me encuentro
me salen coplas de adentro  305
como agua de la virtiente.

   Cantando estaba una vez
en una gran diversión;
y aprovechó la ocasión
como quiso el Juez de Paz...  310
se presentó, y ahí no más
hizo una arriada en montón.

   Juyeron los más matreros
y lograron escapar-
yo no quise disparar-  315
soy manso y no había por qué-
muy tranquilo me quedé
y ansí me dejé agarrar.

   Allí un gringo con un órgano
y una mona que bailaba,  320
haciéndonos reir estaba
cuando le tocó el arreo-
¡tan grande el gringo y tan feo!
lo viera cómo lloraba.

   Hasta un Inglés sangiador  325
que decía en la última guerra,
que él era de Inca la perra
y que no quería servir,
tuvo también que juir
y guarecerse en la Sierra.  330
—7→

   Ni los mirones salvaron
de esa arriada de mi flor-
fue acoyarao el cantor
con el gringo de la mona-
a uno sólo, por favor,  335
logró salvar la patrona.

   Formaron un contingente
con los que del baile arriaron-
con otros nos mesturaron
que habían agarrao también-  340
Las cosas que aquí se ven
ni los diablos las pensaron.

   A mí el Juez me tomó entre ojos
en la última votación-
me le había hecho el remolón  345
y no me arrimé ese día,
y él dijo que yo servía
a los de la esposición.

   Y ansí sufrí ese castigo
tal vez por culpas agenas-  350
que sean malas o sean güenas
las listas, siempre me escondo-
yo soy un gaucho redondo
y esas cosas no me enllenan.

   Al mandarnos nos hicieron  355
más promesas que a un altar-
el Juez nos jue a ploclamar
y nos dijo muchas veces:
«muchachos a los seis meses
»los van a ir a revelar».  360

   Yo llevé un moro de número,
¡sobresaliente el matucho!
Con él gané en Ayacucho,
más plata que agua bendita
siempre el gaucho necesita  365
un pingo pa fiarle un pucho.

   Y cargué sin dar más güeltas
con las prendas que tenía,
jergas, poncho, cuanto había
en casa, tuito lo alcé-  370
a mi china la dejé
media desnuda ese día.

   No me faltaba una guasca,
esa ocasión eché el resto;
bozal, maniador, cabresto,  375
lazo, bolas y manea...
¡el que hoy tan pobre me vea
tal vez no crea todo esto!

   Ansí en mi moro escarciando
enderesé a la frontera;  380
aparcero, si usté viera
lo que se llama Cantón...
Ni envidia tengo al ratón
en aquella ratonera.

   De los pobres que allí había  385
a ninguno lo largaron;
los más viejos rezongaron,
pero a uno que se quejó
en seguida lo estaquiaron
y la cosa se acabó.  390

   En la lista de la tarde
el Gefe nos cantó el punto
diciendo: «quinientos juntos
»llevará el que se resierte,
»lo haremos pitar del juerte  395
»más bien dese por dijunto».

   A naides le dieron armas
pues toditas las que había
el Coronel las tenía,
sigún dijo esa ocasión,  400
pa repartirlas el día
en que hubiera una invasión.

   Al principio nos dejaron
de haraganes criando sebo,
pero después... no me atrevo  405
a decir lo que pasaba-
Barajo... si nos trataban
como se trata a malevos.

   Porque todo era jugarle
por los lomos con la espada,  410
y aunque usté no hiciera nada
lo mesmito que en Palermo,
le daban cada cepiada
que lo dejaban enfermo.

   Y ¡qué indios, ni qué servicio!  415
no teníamos ni Cuartel-
Nos mandaba el Coronel
a trabajar en sus chacras,
y dejábamos las vacas
que las llevara el infiel.  420

   Yo primero sembré trigo
y después hice un corral,
corté adobe pa un tapial,
hice un quincho, corté paja...
¡La pucha que se trabaja  425
sin que le larguen ni un rial!
—8→

   Y es lo pior de aquel enriedo
que si uno anda hinchando el lomo,
se le apean como plomo...
¡quién aguanta aquel infierno!  430
Si eso es servir al Gobierno,
a mí no me gusta el cómo.

   Más de un año nos tuvieron
en esos trabajos duros-,
y los indios, le asiguro,  435
dentraban cuando querían:
como no los perseguían
siempre andaban sin apuro.

   A veces decía al volver
del campo la descubierta,  440
que estuviéramos alerta
que andaba adentro la indiada;
porque había una rastrillada,
o estaba una yegua muerta.

Recién entonces salía  445
la orden de hacer la riunión-
y cáibamos al cantón
en pelos y hasta enacaos,
sin armas, cuatro pelaos
que íbamos a hacer jabón.  450

   Ay empezaba el afán
se entiende de puro vicio,
de enseñarle el ejercicio
a tanto gaucho recluta,
con un estrutor... ¡qué bruta!  455
que nunca sabía su oficio.

Daban entonces las armas
pa defender los cantones,
que eran lanzas y latones
con ataduras de tiento...  460
las de juego no las cuento
porque no había municiones.

   Y un sargento chamuscao
me contó que las tenían,
pero que ellos las vendían  465
para cazar avestruces;
y ansí andaban noche y día
dele bala a los ñanduces.

   Y cuando se iban los Indios
con lo que habían manotiao,  470
salíamos muy apuraos
a perseguirlos de atrás;
si no se llevaban más
es porque no habían hallao.

   Allí sí, se ven desgracias  475
y lágrimas y afliciones:
naide le pida perdones
al Indio, pues donde dentra
roba y mata cuanto encuentra
y quema las poblaciones.  480

   No salvan de su juror
ni los pobres anjelitos;
viejos, mozos, y chiquitos
los matan del mesmo modo-
el indio lo arregla todo  485
con la lanza y con los gritos.

   Tiemblan las carnes al verlo
volando al viento la cerda-
la rienda en la mano izquierda
y la lanza en la derecha-  490
ande enderieza abre brecha
pues no hay lanzaso que pierda.

   Hace trotiadas tremendas
dende el fondo del desierto-
ansí llega medio muerto  495
de hambre, de sé y de fatiga,
pero el indio es una hormiga
que día y noche está dispierto.

   Sabe manejar las bolas
como naides las maneja,  500
cuanto el contrario se aleja
manda una bola perdida,
y si lo alcanza, sin vida
es siguro que lo deja.

   Y el indio es como tortuga  505
de duro para espichar,
si lo llega a destripar
ni siquiera se le encoje,
luego sus tripas recoje
y se agacha a disparar.  510

   Hacían el robo a su gusto
y después se iban de arriba,
se llevaban las cautivas
y nos contaban que a veces
les descarnaban los pieses  515
a las pobrecitas vivas.

   ¡Ah! ¡si partía el corazón
ver tantos males, canejos!
los perseguíamos de lejos
sin poder ni galopiar;  520
¡y qué habíamos de alcanzar
en unos bichocos viejos!
—9→

   Nos volvíamos al cantón
a las dos o tres jornadas,
sembrando las caballadas:  525
y pa que alguno la venda
rejuntábamos la hacienda
que habían dejao resagada.

   Una vez entre otras muchas
tanto salir al botón,  530
nos pegaron un malón
los Indios, y una lanciada,
que la gente acobardada
quedó dende esa ocasión.

   Habían estao escondidos  535
aguaitando atrás de un cerro
¡lo viera a su amigo Fierro
aflojar como un blandiso!
salieron como maíz frito
en cuanto sonó un cencerro.  540

   Al punto nos dispusimos
aunque ellos eran bastantes,
la formamos al istante
nuestra gente que era poca,
y golpiándose en la boca  545
hicieron fila adelante.

   Se vinieron en tropel
haciendo temblar la tierra,
no soy manco pa la guerra
pero tuve mi jabón  550
pues iba en un redomón
que había boliao en la sierra.

   ¡Que vocerío! ¡qué barullo!
¡qué apurar esa carrera!
la Indiada todita entera  555
dando alaridos cargó-
Jue pucha... y ya nos sacó
como yeguada matrera.

   Qué fletes traiban los bárbaros
como una luz de lijeros-  560
hicieron el entrevero
y en aquella mescolanza,
éste quiero, éste no quiero,
nos escojían con la lanza.

   Al que le dan un chuzazo,  565
dificultoso es que sane,
en fin para no echar panes,
salimos por esas lomas,
lo mesmo que las palomas,
al juir de los gavilanes.  570

   ¡Es de almirar la destreza
con que la lanza manejan!
De perseguir nunca dejan-
Y nos traiban apretaos-
si queríamos de apuraos  575
salirnos por las orejas.

   Y pa mejor de la fiesta
en esta aflición tan suma,
vino un indio echando espuma,
y con la lanza en la mano  580
gritando «Acabau cristiano
»metau el lanza hasta el pluma».

   Tendido en el costillar
cimbrando sobre el brazo
una lanza como un lazo  585
me atropeyó dando gritos-
Si me descuido... el maldito
me levanta de un lanzazo.

   Si me atribulo, o me encojo,
siguro que no me escapo:  590
siempre he sido medio guapo
pero en aquella ocación,
me hacía buya el corazón
como la garganta al zapo.

   Dios le perdone al salvaje  595
las ganas que me tenía...
Desaté las tres marías
y lo engatusé a cabriolas...
Pucha... si no traigo bolas
me achura el indio ese día.  600

   Era el hijo de un cacique
sigún yo lo averigüé-
la verdad del caso jue
que me tuvo apuradazo
hasta que al fin de un bolazo  605
del caballo lo bajé.

   Ay no más me tiré al suelo
y lo pisé en las paletas-
empezó a hacer morisquetas
y a mesquinar la garganta...  610
Pero yo hice la obra santa,
de hacerlo estirar la geta.

   Allí quedó de mojón
y en su caballo salté,
de la indiada disparé,  615
pues si me alcanza me mata,
y al fin me les escapé
con el hilo de una pata.
—10→


- IV -

Seguiré esta relación
aunque pa chorizo es largo:  620
el que pueda hágase cargo
cómo andaría de matrero,
después de salvar el cuero
de aquel trance tan amargo.

   Del sueldo nada les cuento  625
porque andaba disparando
nosotros de cuando en cuando
solíamos ladrar de pobres-
nunca llegaban los cobres
que se estaban aguardando.  630

   Y andábamos de mugrientos
que el mirarnos daba horror;
le juro que era un dolor
¡ver esos hombres por Cristo!
En mi perra vida he visto  635
una miseria mayor.

   Yo no tenia ni camisa
ni cosa que se parezca
mis trapos sólo pa yesca
me podían servir al fin...  640
No hay plaga como un fortín
para que el hombre padezca.

   Poncho, jergas, el apero;
las prenditas, los botones,
todo, amigo, en los cantones  645
jue quedando poco a poco,
ya nos tenían medio loco
la pobreza y los ratones.

   Sólo una manta peluda
era cuanto me quedaba-  650
la había agenciao a la taba
y ella me tapaba el bulto
yaguané que allí ganaba
no salía... ni con indulto.

   Y pa mejor hasta el moro  655
se me jue dentre las manos-
no soy lerdo... pero hermano
vino el comendante un día
diciendo que lo quería
«pa enseñarle a comer grano».  660

   Afigúrese cualquiera
la suerte de este su amigo
a pie y mostrando el umbligo,
estropiao, pobre y desnudo,
ni por castigo se pudo  665
hacerce más mal conmigo.

   Ansí pasaron los meses
y vino el año siguiente,
y las cosas igualmente,
siguieron del mesmo modo-  670
adrede parece todo
pa atormentar a la gente.

   No teníamos más permiso,
ni otro alivio la gauchada,
que salir de madrugada  675
cuando no había indio ninguno,
campo ajuera a hacer boliadas
desocando los reyunos.

   Y cáibamos al cantón
con los fletes aplastaos-  680
pero a veces medio aviaos
con plumas y algunos cueros-
que pronto con el pulpero
los teníamos negociaos.

   Era un amigo del Gefe  685
que con un boliche estaba,
yerba y tabaco nos daba
por la pluma de avestruz,
y hasta le hacía ver la luz
al que un cuero le llevaba.  690

   Sólo tenía cuatro frascos
y unas barricas vacías,
y a la gente le vendía
todo cuanto precisaba...
algunos creiban que estaba  695
allí la proveduría.

   ¡Ah! pulpero habilidoso
nada le solía faltar-
ay juna y para tragar
tenía un buche de ñandú,  700
la gente le dio en llamar
«El boliche de virtud».

   Aunque es justo que quien vende
algún poquito muerda,
tiraba tanto la cuerda  705
que con sus cuatro limetas
él cargaba las carretas
de plumas, cueros y cerda.
—11→

   Nos tenía apuntaos a todos
con más cuentas que un rosario,  710
cuando se anunció un salario
que iban a dar, o un socorro-
pero sabe Dios que zorro
se lo comió al comisario.

   Pues nunca lo vi llegar  715
y al cabo de muchos días-
en la mesma pulpería
dieron una buena cuenta-
que la gente muy contenta
de tan pobre recebía.  720

   Sacaron unos sus prendas
que las tenían empeñadas,
por sus deudas atrasadas
dieron otros el dinero,
al fin de fiesta el pulpero  725
se quedó con la mascada.

   Yo me arrecosté a un horcón
dando tiempo a que pagaran,
y poniendo güena cara
estuve haciéndome el poyo,  730
a esperar que me llamaran
para recibir mi boyo.

   Pero hay me pude quedar
pegao pa siempre al horcón-
ya era casi la oración  735
y ninguno me llamaba-
la cosa se me ñublaba
y me dentró comezón.

   Pa sacarme el entripao
vi al Mayor, y lo fi a hablar-  740
Yo me le empezé a atracar
y como con poca gana
le dije: «tal vez mañana
»acabarán de pagar».

   «-Qué mañana ni otro día»  745
al punto me contestó,
«la paga ya se acabó,
»siempre has de ser animal»-.
Me raí y le dije: «-yo...
»no he recebido ni un rial».  750

   Se le pusieron los ojos
que se le querían salir,
y ay no más volvió a decir
comiéndome con la vista:
«-¿y qué querés recebir  755
»si no has dentrao en la lista?-».

   «-Esto sí que es amolar»
dije yo pa mis adentros,
«van dos años que me encuentro
»y hasta aura he visto ni un grullo,  760
»dentro en todos los barullos
»pero en las listas no dentro».

   Vide el plaito mal parao
y no quise aguardar más...
es güeno vivir en paz  765
con quien nos ha de mandar-
y reculando pa trás
me le empezé a retirar.

   Supo todo el Comendante
y me llamó al otro día,  770
diciéndome que quería
aviriguar bien las cosas-
que no era el tiempo de Rosas,
que aura a naides se debía.

   Llamó al cabo y al sargento  775
y empezó la indagación,
si había venido al cantón
en tal tiempo o en tal otro...
y si había venido en potro
en reyuno o redomón.  780

   Y todo era alborotar
al ñudo, y hacer papel,
conocí que era pastel
pa engordar con mi guayaca,
mas si voy al Coronel  785
me hacen bramar en la estaca.

   ¡Ah! hijos de una... la codicia
ojalá les ruempa el saco;
ni un pedazo de tabaco
le dan al pobre soldao,  790
y lo tienen de delgao
más lijero que un guanaco.

   Pero qué iba a hacerles yo,
charabón en el desierto,
más bien me daba por muerto  795
pa no verme más fundido-
y me les hacía el dormido
aunque soy medio dispierto.
—12→


- V -

Yo andaba desesperao,
aguardando una ocasión  800
que los indios un malón
nos dieran y entre el estrago
hacérmeles cimarrón
y volverme pa mi pago.

   Aquello no era servicio  805
ni defender la frontera-
aquello era ratonera
en que sólo gana el juerte-
era jugar a la suerte
con una taba culera.  810

   Allí tuito va al revés:
los milicos son los piones,
y andan por las poblaciones
emprestaos pa trabajar-
los rejuntan pa peliar  815
cuando entran Indios ladrones.

   Yo he visto en esa milonga
muchos Gefes con estancia,
y piones en abundancia,
y majadas y rodeos;  820
he visto negocios feos
a pesar de mi inorancia.

   Y colijo que no quieren
la barunda componer
para esto no ha de tener  825
el Gefe, que esté de estable,
más que su poncho, y su sable,
su caballo y su deber.

   Ansina, pues, conociendo
que aquel mal no tiene cura,  830
que tal vez mi sepoltura,
si me quedo iba a encontrar,
pensé en mandarme mudar
como cosa más sigura.

   Y pa mejor, una noche  835
que estaquiada me pegaron,
casi me descoyuntaron
por motivo de una gresca-
Ay juna, si me estiraron
lo mesmo que guasca fresca.  840

   Jamás me puedo olvidar
lo que esa vez me pasó-:
dentrando una noche yo
al fortín, un enganchao
que estaba medio mamao  845
allí me desconoció.

   Era un gringo tan bozal,
que nada se le entendía-
¡quién sabe de ande sería!
Tal vez no juera cristiano;  850
pues lo único que decía
es que era pa-po-litano.

   Estaba de centinela
y por causa del peludo
verme más claro no pudo  855
y esa fue la culpa toda-
el bruto se asustó al ñudo
y fi al pavo de la boda.

   Cuando me vido acercar:
«Quen vivore»... preguntó  860
«Qué vívoras» -dije yo-
«Ha-garto» -me pegó el grito:
y yo dije despacito
«más lagarto serás vos».

   Ay no más- ¡Cristo me valga!  865
Martillar el jucil siento-
me agaché, y en el momento
el bruto me largó un chumbo-
mamao, me tiró sin rumbo
que si no, no cuento el cuento.  870

   Por de contao, con el tiro
se alborotó el abispero-
los Oficiales salieron
y se empezó la junción-
quedó en su puesto el nación-  875
y yo fi al estaquiadero.

   Entre cuatro bayonetas
me tendieron en el suelo-
vino el Mayor medio en pedo
y allí se puso a gritar  880
«pícaro, te he de enseñar
»a andar declamando sueldos».

   De las manos y las patas
me ataron cuatro sinchones-
les aguanté los tirones  885
sin que ni un ¡ay! se me oyera,
y al gringo la noche entera
lo harté con mis maldiciones.
—13→

   Yo no sé por qué el Gobierno
nos manda aquí a la frontera,  890
gringada que ni siquiera
se sabe atracar a un pingo-
¡Si creerá al mandar un gringo
que nos manda alguna fiera!

   No hacen más que dar trabajo  895
pues no saben ni ensillar,
no sirven ni pa carniar,
y yo he visto muchas veces,
que ni voltiadas las reses
se les querían arrimar.  900

   Y lo pasan sus mercedes
lengüetiando pico a pico-
hasta que viene un milico
a servirles el asao-
y eso sí, en lo delicaos,  905
parecen hijos de rico.

   Si hay calor, ya no son gente,
si yela, todos tiritan-
si usté no les da, no pitan
por no gastar en tabaco-,  910
y cuando pescan un naco
uno al otro se lo quitan.

   Cuando llueve se acoquinan
como el perro que oye truenos-
¡Qué diablos! sólo son güenos  915
pa vivir entre maricas-
y nunca se andan con chicas
para alzar ponchos ajenos.

   Pa vichar son como ciegos,
ni hay ejemplo de que entiendan,  920
ni hay uno solo que aprienda
al ver un bulto que cruza,
a saber si es avestruza,
o si es ginete, o hacienda.

   Si salen a perseguir  925
después de mucho aparato,
tuitos se pelan al rato
y va quedando el tendal-
esto es como en un nidal
echarle güevos a un gato.  930


- VI -

Vamos dentrando recién
a la parte más sentida,
aunque es todita mi vida
de males una cadena-
a cada alma dolorida  935
le gusta cantar sus penas.

   Se empezó en aquel entonces
a rejuntar caballada,
y riunir la milicada
teniéndole en el cantón,  940
para una despedición
a sorprender a la Indiada.

   Nos anunciaban que iríamos
sin carretas ni bagajes,
a golpiar a los salvajes  945
en sus mesmas tolderías-
que a la güelta pagarían
licenciándolo al gauchaje.

   Que en esta despedición
tuviéramos la esperanza,  950
que iba a venir sin tardanza
sigún el Gefe contó,
un ministro o qué sé yo-
que le llamaban Don Ganza.

   Que iba a riunir el Ejército  955
y tuitos los batallones-
y que traiba unos cañones
con más rayas que un cotín-
Pucha... las conversaciones
por allá no tenían fin.  960

   Pero esas trampas no enriedan
a los zorros de mi laya,
que esa Ganza venga o vaya
poco le importa a un matrero-
yo también dejé las rayas...  965
en los libros del pulpero.

   Nunca jui gaucho dormido,
siempre pronto, siempre listo-
yo soy un hombre, ¡qué Cristo!
que nada me ha acobardao,  970
y siempre salí parao
en los trances que me he visto-.
—14→

   Dende chiquito gané
la vida con mi trabajo,
y aunque siempre estuve abajo  975
y no sé lo que es subir-
también el mucho sufrir
suele cansarnos- ¡barajo!

   En medio de mi ignorancia
conozco que nada valgo-  980
soy la liebre o soy el galgo
a sigún los tiempos andan,
pero también los que mandan
debieran cuidarnos algo.

   Una noche que riunidos  985
estaban en la carpeta
empinando una limeta
el Gefe y el Juez de Paz-
yo no quise aguardar más,
y me hice humo en un sotreta.  990

   Me parece el campo orégano
dende que libre me veo-
donde me lleva el deseo
allí mis pasos dirijo-
y hasta en las sombras, de fijo  995
que donde quiera rumbeo.

   Entro y salgo del peligro
sin que me espante el estrago,
no aflojo al primer amago
ni jamás fi gaucho lerdo-:  1000
soy pa rumbiar como el cerdo
y pronto caí a mi pago.

   Volvía al cabo de tres años
de tanto sufrir al ñudo,
resertor, pobre y desnudo-  1005
a procurar suerte nueva-
y lo mesmo que el peludo
enderecé pa mi cueva.

   No hallé ni rastro del rancho,
¡sólo estaba la tapera!  1010
Por Cristo si aquello era
pa enlutar el corazón-
Yo juré en esa ocasión
ser más malo que una fiera.

   ¡Quién no sentirá lo mesmo  1015
cuando ansí padece tanto!
Puedo asigurar que el llanto
como una mujer largué-
¡Ay! mi Dios si me quedé
¡más triste que Jueves Santo!  1020

   Sólo se oiban los aullidos
de un gato que se salvó;
el pobre se guareció
cerca, en una viscachera-
venía como si supiera  1025
que estaba de güelta yo.

   Al dirme dejé la hacienda
que era todito mi haber-
pronto debíamos volver
sigún el Juez prometía,  1030
y hasta entonces cuidaría
de los bienes la mujer.

[...]
[...]
[...]  1035
[...]
[...]
[...]

   Después me contó un vecino
que el campo se lo pidieron-  1040
la hacienda se la vendieron
en pago de arrendamientos,
y qué sé yo cuántos cuentos,
pero todo lo fundieron.

   Los pobrecitos muchachos  1045
entre tantas afliciones,
se conchavaron de piones.
¡Mas qué iban a trabajar
si eran como los pichones
sin acabar de emplumar!  1050

   Por hay andarán sufriendo
de nuestra suerte el rigor:
me han contado que el mayor
nunca dejaba a su hermano-
puede ser que algún cristiano  1055
los recoja por favor.

   ¡Y la pobre mi mujer,
Dios sabe cuánto sufrió!-
Me dicen que se voló
con no sé qué gavilán-  1060
sin duda a buscar el pan
que no podía darle yo.

   No es raro que a uno le falte
lo que algún otro le sobre-
si no le quedó ni un cobre,  1065
sino de hijos un enjambre,
¡qué más iba a hacer la pobre
para no morirse de hambre!
—15→

   ¡Tal vez no te vuelva a ver
prenda de mi corazón!  1070
Dios te dé su proteción
ya que no me la dio a mí-
y a mis hijos dende aquí
les echo mi bendición.

   Como hijitos de la cuna  1075
andarán por ay sin madre-
ya se quedaron sin padre
y ansí la suerte los deja,
sin naides que los proteja
y sin perro que los ladre.  1080

   Los pobrecitos tal vez
no tengan ande abrigarse,
ni ramada ande ganarse,
ni rincón ande meterse,
ni camisa que ponerse,  1085
ni poncho con que taparse.

   Tal vez los verán sufrir
sin tenerles compasión-
puede que alguna ocasión
aunque los vean tiritando,  1090
los echen de algún jogón
pa que no estén estorbando.

   Y al verse ansina espantaos
como se espantan a los perros
irán los hijos de Fierro  1095
con la cola entre las piernas,
a buscar almas más tiernas
o esconderse en algún cerro.

   Mas también en este juego,
voy a pedir mi bolada-  1100
a naides le debo nada,
ni pido cuartel ni doy-
y ninguno dende hoy
ha de llevarme en la armada.

   Yo he sido manso primero,  1105
y seré gaucho matrero-
en mi triste circustancia
aunque es mi mal tan projundo,
nací, y me he criao en estancia,
pero ya conozco el mundo.  1110

   Ya le conozco sus mañas
le conozco sus cucañas,
sé cómo hacen la partida,
la enriendan y la manejan-.
Deshaceré la madeja  1115
aunque me cueste la vida.

   Y aguante el que no se anime
a meterse en tanto engorro,
o si no aprétese el gorro
o para otra tierra emigre-  1120
pero yo ando como el tigre
que le roban los cachorros.

   Aunque muchos cren que el gaucho
tiene un alma de reyuno-
no se encontrará ninguno  1125
que no lo dueblen las penas-
mas no debe aflojar uno
mientras hay sangre en las venas.


- VII -

De carta de más me vía
sin saber a dónde dirme  1130
mas dijeron que era vago
y entraron a perseguirme.

   Nunca se achican los males-
van poco a poco creciendo,
y ansina me vide pronto  1135
obligao a andar juyendo.

   No tenía mujer ni rancho,
y a más era resertor;
no tenía una prenda güena
ni un peso en el tirador.  1140

   A mis hijos infelices
pensé volverlos a hallar-
y andaba de un lao al otro
sin tener ni qué pitar.

   Supe una vez por desgracia  1145
que había un baile por allí-
y medio desesperao
a ver la milonga fui.

   Riunidos al pericón
tantos amigos hallé,  1150
que alegre de verme entre ellos
esa noche me apedé.

   Como nunca, en la ocasión
por peliar me dio la tranca,
y la emprendí con un negro  1155
que trujo una negra en ancas.
—16→

Al ver llegar la morena
que no hacía caso de naides
le dije con la mamúa:
-«va... ca... yendo gente al baile».  1160

   La negra entendió la cosa
y no tardó en contestarme
mirándome como a perro:
-«más vaca será su madre».

   Y dentró al baile muy tiesa  1165
con más cola que una zorra,
haciendo blanquiar los dientes
lo mesmo que mazamorra.

   -«Negra linda»... dije yo,
«¡Me gusta pa la carona!»  1170
Y me puse a champurriar
esta coplita fregona:

    «A los blancos hizo Dios,
    »a los mulatos San Pedro,
    »a los negros hizo el diablo  1175
    »para tizón del infierno».

   Había estao juntando rabia
el moreno dende ajuera-
en lo escuro le brillaban
los ojos como linterna.  1180

   Lo conocí retobao,
me acerqué y le dije presto:
«po... r... rudo que un hombre sea
»nunca se enoja por esto».

   Corcobió el de los tamangos  1185
y creyéndose muy fijo:
-«más porrudo serás vos,
»gaucho rotoso» me dijo.

   Y ya se me vino al humo
como a buscarme la hebra-  1190
y un golpe le acomodé
con el porrón de giñebra.

   Ay no más pegó el de hollín
más gruñidos que un chanchito
y pelando el envenao  1195
me atropelló dando gritos.

   Pegué un brinco y abrí cancha
diciéndoles: -«caballeros,
»dejen venir a ese toro,
»solo nací... solo muero».  1200

   El negro después del golpe
se había el poncho refalao
y dijo: -vas a saber
»si es solo o acompañao».

   Y mientras se arremangó  1205
yo me saqué las espuelas,
pues malicié que aquel tío
no era de arriar con las riendas.

   No hay cosa como el peligro
pa refrescar un mamao,  1210
hasta la vista se aclara
por mucho que haiga chupao.

   El negro me atropelló
como a quererme comer-
me hizo dos tiros seguidos  1215
y los dos le abarajé.

   Yo tenía un facón con S
que era de lima de acero,
le hize un tiro, lo quitó
y vino ciego el moreno.  1220

   Y en el medio de las aspas
un planazo le asenté
que le largué culebriando
lo mesmo que buscapié.

   Le coloriaron las motas  1225
con la sangre de la herida
y volvió a venir furioso
como una tigra parida.

   Y ya me hizo relumbrar
por los ojos el cuchillo,  1230
alcanzando con la punta
a cortarme en un carrillo.

   Me hirvió la sangre en las venas
y me le afirmé al moreno,
dándole de punta y hacha  1235
pa dejar un diablo menos.

   Por fin en una topada
en el cuchillo lo alcé,
y como un saco de güesos
contra un cerco lo largué.  1240

   Tiró unas cuantas patadas
y ya cantó para el carnero-
Nunca me puedo olvidar
de la agonía de aquel negro.
—17→

   En esto la negra vino,  1245
con los ojos como agí-
y empezó la pobre allí
a bramar como una loba-
Yo quise darle una soba
a ver si la hacía callar  1250
mas, pude reflesionar
que era malo en aquel punto,
y por respeto al dijunto
no la quise castigar.

   Limpié el facón en los pastos,  1255
desaté mi redomón
monté despacio, y salí
al tranco pa el cañadón.

   Después supe que al finao
ni siquiera lo velaron  1260
y retobao en un cuero
sin resarle lo enterraron.

   Y dicen que dende entonces
cuando es la noche serena
suele verse una luz mala  1265
como de alma que anda en pena.

   Yo tengo intención a veces
para que no pene tanto,
de sacar de allí los güesos
y echarlos al campo santo.  1270
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