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ArribaAbajoCAPITULO XVI.

De las Pinturas de Christo Señor nuestro llevando la Cruz acuestas, y conducido al suplicio


I Pronunciada ya contra el Señor la sentencia de muerte, le despojaron los soldados de aquel manto Imperial, que por burla le habian puesto, y volvieron á vestirle con sus propias vestiduras. Todo esto lo expresó   —398→   S. Mathéo con estas palabras904: Y despues que hubieron hecho burla de él, le desnudaron el manto Real, y le vistieron con sus vestiduras, y lo llevaron para crucificarle Y casi con las mismas palabras lo dice S. Marcos. Quáles fuesen las vestiduras de Christo, bastante lo hemos notado arriba905 Por lo que, no puedo aprobar dos cosas, que representan en este paso los Pintores. La una es, que freqüentemente le pintan vestido solamente con la túnica, y esta de color morado: sin embargo de que Christo no usó de dicho color (principalmente si este fué supuesto, y no natural); aunque, si se quiere pretender que el color obscuro, que tenia la lana, tiraba á este color, no me opondré á ello con tenacidad. Salió, pues, Jesus del Pretorio vestido con tres vestiduras, segun diximos antes, á saber, con la túnica inconsutil, que tal vez era blanca; con la túnica superior, que era del mismo color que el de la capa, y con la misma capa: lo que (como es creíble) procurarían los Judíos, que eran enemigos malévolos de Jesu-Christo, para que generalmente todo el Pueblo le conociese por el mismo vestido, con el qual pocos dias hacía (esto es, cinco ó seis dias antes) habia entrado en la Ciudad de Jerusalén con muchas aclamaciones del Pueblo, y casi á manera de triunfo. Mas, sobre si llevó, ó no, la corona de espinas, quando iba al lugar del suplicio, no lo dicen los Evangelistas: y ha habido un Pintor de primera clase906, que pintó á Christo en este acto sin dicha corona. Pero la pía, y universal sentencia de los Autores, y la misma costumbre de los Pintores, es el pintar á Christo coronado de espinas llevando la Cruz acuestas. Lo que tambien se hace verisimil por otra razon; porque el principal delito, que con suma maldad acumularon los Judíos á Jesu-Christo, era el que queria hacerse Rey: en cuya atencion, para hacer burla de esto   —399→   los soldados, le pusieron sobre su cabeza la corona texida de espinas: y por tanto es mucho mas verisimil, que causándole nuevas llagas, se la volvieron á poner entonces para manifestarle al público espectáculo del Pueblo. Por lo que, todo persuade al Pintor erudito á que siga esta costumbre, sin que haya cosa alguna, que le precise á apartarse de ella.

2 El Evangelista S. Juan907 dice tan clara, y expresamente, que Christo llevó sobre sus mismos hombros la Cruz, en que habia de ser crucificado, que en ningun modo se puede dudar de lo contrario: estas son sus palabras: Y llevando su Cruz, salió á aquel lugar, llamado el Calvario Un sabio Pintor908, á quien hemos citado muchas veces, es de parecer, que se portaron así con el Señor, por el singular odio que le tenian; pues no era, ni hubo nunca tal costumbre, de que esto se practicára con los mismos malhechores. Y para que no parezca, que yo quiero fingir algo, hé aquí sus mismas palabras, que he copiado con la mayor fidelidad: Pues saliendo el Señor::::: llevando su Cruz; cosa que no se hacía jamas con los malhechores, ni se hizo con los ladrones, que le acompañaban, &c. Pero engáñase: porque no hubo en la antigüedad cosa mas usada, que llevar el instrumento en que habian de ser crucificados, los que estaban condenados á muerte de cruz. Artemidoro en su tratado de los sueños, dice909: Llevar sobre sí alguno de los dioses infernales, es indicio para el malhechor que lo sueña, de que ha de ser crucificado: porque la cruz es semejante á la muerte, y la lleva antes sobre sí el que ha de ser enclavado en ella. Lo mismo confirma Plutarco, diciendo910: Cada malhechor lleva consigo su misma cruz, &c. Y que esta no solamente fuese costumbre de los antiguos, sino que aun hoy la observen   —400→   las naciones del Oriente, puedo producir en su abono á un testigo ocular. Pues el ilustre, y bastante conocido Viagero de las Regiones Orientales, refiere haber visto él mismo en la Ciudad de Memphis (que los Turcos en el dia llaman Cairo) á un reo condenado á aquel género de muerte muy freqüente entre ellos, que es, el que clavando al reo un palo alto, y agudo por las partes obscenas, le levantan despues, y traspasándole todas las entrañas con el peso de su mismo cuerpo, sale la punta del palo, ya por el hombro, ya por el cuello, y algunas veces por la misma cabeza, muriendo el reo una muerte infeliz. Vió, digo, que al mismo reo, desde el tribunal, ó casa del Juez, hasta el lugar del suplicio, le obligaban con fuerza, y á golpes á que llevára, y cargára sobre sus hombros el mismo palo en que le habian de clavar. Y si alguna vez, impaciente lo rehusaba, le forzaban á puñadas, y á palos á que lo volviera á tomar. Lo mismo me contó tambien otro testigo ocular de muchísima autoridad, haber visto él mismo durante el sitio de Buda, Capital de la Hungría; donde un reo, que era de religion, ó mejor diré, de impiedad, Calvinista, fué condenado á este mismo género de muerte, y á llevar sobre sus mismos hombros el palo, en que le habian de clavar, por la horrible traicion en que se le habia sorprehendido. Para que de aquí se eche de vér, como no solo se observó antiguamente, sí tambien en estos últimos tiempos, que el reo condenado á padecer muerte de cruz, la llevase él mismo: contra lo que afirmó con sobrada confianza el citado Pintor, mostrándose en esta parte, menos instruido en los hechos de la antigüedad. Porque, lo que él dice de los Ladrones, que fueron crucificados juntamente con Christo, que no llevaron sus cruces, en que habian de ser enclavados; esto no lo prueba con ningun testimonio, ni razon alguna, sino que lo supone, llevado de un argumento negativo,   —401→   y tomado del silencio de los Evangelistas, los quales ocupados enteramente en referir, y contar los hechos de Jesu-Christo, no habia para qué se detuvieran en referir otras cosas agenas, y de menor monta: aunque ni del todo se olvidaron de esto, pues afirma S. Lucas911, que fueron llevados al suplicio aquellos dos ladrones; bien que ni este, ni otro Evangelista ha dicho, que lleváran ellos mismos sus cruces, diciéndonos solamente: Eran llevados con él otros dos malhechores para ser ajusticiados. Y así, mientras no pruebe este Pintor, ú otro mas instruído, que los mencionados ladrones, no llevaron sobre sus hombros las cruces en que habian de ser crucificados, hemos de estár á lo contrario; y por lo que hace á nuestro propósito, hanse de pintar llevando cada qual de ellos su cruz acuestas: y (por notar tambien esto de paso) no se han de pintar desnudos, como parece lo han querido algunos, sino vestidos; pues así por lo comun llevaban los reos al suplicio, ni les quitaban sus vestidos, sino poco antes de crucificarles, lo que sabiamente, como acostumbra, advirtió Lipsio912: particularmente habiendo cabido la misma suerte á aquellos malhechores, que á Jesu-Christo, á excepcion de muy pocas cosas que voy á notarlas luego. De este modo se cumplió plenísimamente aquel vaticinio predicho muchos siglos antes: Y fué reputado entre los malhechores913

3 Llevó pues, Christo Señor nuestro por medio de la Ciudad de Jerusalén sin ayuda de nadie la Cruz, en la que estuvo pendiente por la salud del género humano. Porque, lo que se dice de Simon Cirinéo (de quien hablarémos luego) es mas probable haber sucedido, quando ya habia salido, ó al salir el Señor las puertas de la Ciudad: y el que fatigado Jesus con la carga de la Cruz, estando ya por otra parte debil, y   —402→   teniendo quebrantadas las fuerzas por los muchos, y gravísimos tormentos que por espacio de algunas horas habia padecido antes; cediese dos, ó tres veces al grave peso de ella, y cayese debaxo de la misma Cruz; es cosa que piamente se crée, y de hecho es bastante verisimil. Por lo que, es cosa tambien pía el pintar, y representar á la vista este tan grave, y acerbo espectáculo con muchos sentimientos de piedad, aunque de esto, ni de otras muchas cosas, no nos hayan hecho expresa mencion los Evangelistas. Ademas: el que veamos freqüentemente pintado á alguno de los soldados, amenazándole con un palo para que se levante, no es absurdo, ni inverisimil, particularmente siendo cierto, que los que estaban condenados á muerte de cruz, eran llevados muchas veces al suplicio, haciéndoles muchas injurias, y vexaciones, lo que hacían por lo comun aguijoneándoles. No tiene duda (dice el erudito Autor que acabamos de citar)914, que le impelieron, le hicieron caér, y le levantaron, ó por crueldad, ó por burla. Y lo que él mismo añade, es muy digno de que lo pongamos aquí: Nuestros Pintores, dice, ya de antiguo pintan hoy en la orla inferior del vestido de Christo un género de tablilla, que sembrada de clavos muy agudos, le lastimaba los pies, y talones, quando iba andando: ¿acaso quieren ellos aludir á las punzadas, que daban al Señor? pero esto lo hacían con otros aguijones largos, que traían á este fin, y eran de varas muy agudas, ó tambien con puntas de hierro en sus extremidades; tomándolo del modo de aguijonear á los bueyes. Pero si esta no es la mente de los Pintores, allá se las hayan: que yo no soy autor, ni intérprete de esta invencioncilla. Hasta aquí Lipsio: y yo añado gustoso adhiriendo á él, que realmente este modo de pintar de que él habla, es una invencioncilla falsa, y temerariamente   —403→   imaginada por los Pintores: sin embargo confieso no haberla visto nunca.

4 Acerca del mismo Jesu-Christo cargado ya lastimosa, ó mejor diré, victoriosamente con su Cruz, y encaminándose al lugar del suplicio, se refieren algunas cosas de las quales se hace expresa mencion en el Evangelio, y otras, que las ha adoptado una pía, y recibida tradicion, lo que dió á entender S. Lucas915, quando dixo: Le seguia una muchedumbre grande de pueblo, y mugeres, que se compadecian, y lamentaban de él Pero volviéndose Jesus á ellas, les dixo: Hijas de Jerusalén, no me lloreis á mí, &c. En pintar este hecho, no tiene, ni puede tener embarazo alguno el Pintor, por referirlo tan clara, y expresamente el Evangelista. Y así basta el que se representen las mugeres llorando, ó enjugando con pañuelos sus lágrimas. Mas dificultad tiene el pintar lo que piamente se crée, y afirma como recibido por una constante tradicion; esto es, que la Virgen Santísima traspasada de un piadosísimo dolor, á la vista de un espectáculo tan triste, salió al encuentro á Jesus, no metida con las demas mugeres de quienes se hace mencion, sino separada de ellas: en que no me parece haya cosa alguna que reprehender, con tal que se execute el hecho con el debido decoro, y circunspeccion. Pues como despues se nos represente á la misma Señora estando en pie junto á la misma Cruz de Christo Señor nuestro, é Hijo suyo; es muy creíble, que le fuese siguiendo quando iba al suplicio, y que le saliese al encuentro, quando llevaba la Cruz acuestas. Ni se hace menos creíble, que del tierno corazon de la Virgen saldrian, y saltarían piadosas lágrimas sin poder del todo reprimirlas. Por lo que, no hay inconveniente en pintar semejante lance, con tal que se guarde, como ya he advertido, la debida   —404→   circunspeccion, y decoro. Porque el representar á la mas piadosa de las Madres, como tambien á la mas constante de las mugeres, tendidos los brazos, abierta la boca como que está dando grandes voces, arrancándose los cabellos, y de otros modos indecentes; esto no es adornar el hecho, como era razon, sino desfigurarlo. Todo lo abrazó muy bien un pío, y elegante Poeta en un Himno antiquísimo, que se canta en el Rezo de los Dolores de la Virgen916, y dice así:


Non ejulantem cernimus,
Non ungue vellentem comas:
Silensque plus novit pati
Virtus dolore fortior

Mucho menos se la ha de pintar, como que algun soldado la cogiera furiosamente, y la echára, y derribára en el suelo: pues estas, y otras cosas semejantes, lejos de inspirar piedad, y devocion (como neciamente les parece á algunos, que quieren ser píos, pero no con discrecion) es ligereza; siendo una irreverencia (por no decir algo de mas acre) el decir semejantes cosas al Pueblo, ó el representarlas en las Pinturas. Pero el que entre las mugeres de que hace mencion el Evangelista, le saliéra á Christo al encuentro una cierta muger llamada Verónica, ó como á otros les parece mas verisimil, Bernice, que enjugó su rostro con un lienzo, en el qual quedó impresa al vivo su efigie, por el sudor como de sangre que salía de su semblante: aunque esto ningun Evangelista lo refiere, y (lo que es mas) ninguno de los Padres antiguos; ya sin embargo es una cosa recibida: y aun afirman, que la misma Imagen se conserva, y manifiesta en Roma; ó segun   —405→   dicen comunmente, se dexa ver en nuestra España en Jaén. Por lo que puede sin ninguna nota pintar se dicha Verónica: la que yo conservo pintada en un quadro no muy moderno; pues segun me han asegurado los peritos, es de Othon Bergamasco, uno de los que salieron de la famosa escuela de Rafael.

5 Llevó, pues, Christo Señor nuestro, aunque quebrantado por los trabajos, y crueles azotes, y fuera de esto, por la vigilia que habia padecido, llevó, digo, su Cruz hasta la puerta de la Ciudad por donde se iba al Calvario: y en saliendo el Señor por aquella puerta (segun se colige con bastante fundamento del texto del Evangelio, que luego alegarémos) quitáronle la Cruz de sus hombros, y la cargaron sobre las espaldas de otro: no que hicieran esto movidos de caridad, ó amor que tuvieran á Jesu-Christo; sino, ó ya porque le veían tan débil, y tan sin fuerzas, que enteramente no podria llevar mas la Cruz, y temian que si se le apretaba mas, espiraría en suas manos: ó ya, porque querian apresurar mas su muerte (segun lo explican diversamente los Santos Padres, é Intérpretes) instigando los principales de los Judíos, á los impíos, y desapiadados soldados Romanos, para que se diera fin á tan funesta tragedia. Hé aquí las palabras del Evangelio917: En saliendo, encontraron á un hombre Cirinéo llamado Simon: á este cargaron para que llevára su cruz. Nuestros Pintores por lo comun, no pintan de otra manera este hecho, sino representándonos á Christo llevando su Cruz acuestas, y á Simon Cirinéo la extremidad de ella: lo que atendido el peso de la Cruz, no sé si era ayudarle, ó impelerle mas, y ponerle en mayor riesgo de caér. Pero dexémonos de conjeturas: pues el Evangelista S. Lucas nos quita todas las dudas que podia haber, quando dice918: Y llevándolo tomaron á un   —406→   Simon Cirinéo, que venia del campo, y pusiéronle encima la cruz, para que la llevára detrás de Jesus. Y así (como juzgan comunmente los Santos Padres, é Intérpretes, que pueden verse en el Escritor, que muchas veces he citado)919; habiendo quitado la Cruz de los hombros de Christo, obligaron despues á aquel Simon Cirinéo, á que la llevára él solo. Los Santos Padres dicen, que esto no careció de misterio; entre los quales dice elegantemente S. Ambrosio920: Buen orden es este para nuestro aprovechamiento, que primero erigiera Christo el troféo de su Cruz; y despues lo entregára á los Mártires, para que lo erigieran tambien, &c. Pero el averiguar, y explicar largamente, quién fué aquel Simon, si Judío, ó extrangero? y qué signifique propia, y expresamente aquella palabra de que usa el Evangelio angariaverunt? que es lo mismo, que obligar por precio; es un accesorio, que poco, ó nada conduce para mi asunto.




ArribaAbajoCAPITULO XVII.

De las Pinturas de la Crucifixîon del Señor, y de las Imágenes Sagradas del mismo Christo crucificado


I Hemos llegado ya á un campo, por explicarme así, donde aun entre los doctos, y eruditos, hay fuertes disputas. Yo que no llevo otras miras, sino las de instruír á los Pintores cuerdos, escogeré lo mas selecto, y verisimil. Lo primero que se ofrece, segun refieren S. Mathéo, y S. Marcos921 es, que á Jesu-Christo le diéron á beber vino mirrado, ó como se explicó San Mathéo, mezclado con hiel; ora fuese esto, por constar de ambas cosas la bebida, esto es, de hiel, y de mirra,   —407→   ó porque, lo que es muy amargo, solemos decir que tiene hiel, ó que está mezclado con hiel, como lo explicó S. Agustin922. Ahora me acuerdo haber visto pintado en este caso despojado al Señor de sus vestiduras, y sentado sobre una piedra; cosa que no conviene con la verdad del hecho: pues á Christo le diéron á beber el vino antes de la crucifixîon; y era esta una bebida muy distinta de la que refiere S. Juan923, é insinúa S. Lucas: y aun se la diéron á beber, ó bien los soldados, por costumbre que se observase con los reos condenados á muerte, particularmente de cruz, como lo prueba con muchas razones un Autor erudito924: ó las mugeres que habian seguido á Christo, movidas del afecto, y compasion que le tenian; para que así sintiera poco, ó ciertamente mucho menos los horribles tormentos de la cruz. Pues es constante entre los Médicos925, que el vino mezclado con mirra, y bebido con alguna demasía, embota los sentidos, de suerte que el que lo bebe siente poco, ó mucho menos, los mayores, y mas crueles tormentos, segun refieren, y no lo reprueban hombres eruditísimos. Pero las vestiduras, no se las quitaban á los reos, ni se las quitaron tampoco á Jesu-Christo antes de la misma crucifixîon, como nadie ignora por poco que esté medianamente instruído. Pero tratemos ya mas de cerca la materia.

2 Despojado enteramente el Señor de sus vestiduras, no sin grande ignominia, y nuevos dolores; pues es muy verisimil, que los impíos soldados se las quitarían con un ímpetu inhumano, y casi bárbaro, renovándole en gran manera las llagas que antes le habian hecho, de las quales como hubiese salido no poca   —408→   sangre, se habia pegado á sus virginales carnes, y á su ropa: Despojado, digo, el Señor de sus vestiduras por aquellos verdugos rabiosos, mandáronle tenderse desnudo en el suelo sobre la Cruz. Nada rehusó, y obedeció con la mayor puntualidad aquel Señor, que como inocente cordero fué llevado al matadero, extendiendo al instante sus brazos sobre la Cruz, que estaba aparejada. Sigo gustoso este modo de pintar, y varias veces he observado, que así lo han pintado Pintores habilísimos. Porque, aunque no ignoro que estuvo en uso el crucificar á los reos de dos modos; el uno clavándolos primero en la Cruz, tendida esta en tierra, y levantándolos despues en alto; y el otro el de cogerles, y clavarles en ella arrimando escaleras, puesta ya en alto, y levantada la Cruz: y aunque no ignoro tampoco, que se inclina á esto último un Varon superior á toda alabanza, que ha escrito diligentísimamente sobre esta materia926; yo sin embargo me inclino mas á lo primero: Así porque esto lo persuade generalmente hablando la misma razon (pues como advirtió muy bien el citado Autor, era mucho mas fácil clavar al reo en la Cruz, estando esta en tierra, y el reo boca arriba, que no, estando levantada, subir al hombre para crucificarle en ella, balanceando ya á una, ya á otra parte, y rehusándolo por lo comun, y resistiéndolo el reo): Como porque las Pinturas, que mas freqüentemente vemos de este hecho, y la narracion, y meditacion, que han hecho hombres muy doctos, y eruditos, dan á entender que realmente pasó de esta manera: lo que es de no poco peso, particularmente teniendo este hecho por sí mismo mucha probabilidad. A que se añade el que en las Actas de los Santos Mártires se describe expresamente de la misma manera. De S. Pionio enclavado en la cruz por confesar la Fé de Christo, se léen las siguientes   —409→   palabras en unas Actas antiguas de este Martir: Despojóse espontaneamente de sus vestidos, y levantando los ojos hácia el Cielo, y dando gracias á Dios, tendióse él mismo sobre el madero, y se entregó al soldado para que le crucificase. No podia decirse cosa alguna que fuese mas clara, ni mas evidente, á no ser lo que inmediatamente se sigue: Habiéndole, pues, clavado en el madero, le levantaron en alto Acaso se leerán cosas semejantes en otras Actas de Mártires crucificados, aunque todavía no he logrado verlas. Y finalmente, porque del modo que hemos dicho, se hace (segun á mí me parece) mas recomendable la paciencia de Christo Señor nuestro, su mansedumbre, y la sumision que tenia á su Eterno Padre: pues parece que se demuestra mas el corazon manso, y obediente de Jesus en ponerse espontaneamente sobre la Cruz, extendiendo él mismo sus brazos para que se los traspasáran con clavos, que en permitir, que los verdugos le lleváran, y arrastráran con cuerdas al patíbulo.

3 Pero, ó yo me engaño mucho, ó el mismo Christo dió bastante á entender lo que estamos diciendo. Pues hablando el Señor de su crucifixîon927: Quando levantareis en alto (dice) al hijo del hombre, entonces conocereis que soy yo. Lo mismo repite en otra parte con estas palabras: Y yo, quando fuere exâltado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Porque, si bien en ambos lugares puede entenderse sin ningun inconveniente, que Christo fué exâltado en la Cruz, aunque se le hubiese clavado en ella estando la Cruz en alto; sin embargo se entiende mucho mas facilmente que fué exâltado en ella, si habiendo sido tendido, y enclavado antes sobre la tierra, fué despues levantado en alto con la misma Cruz, y expuesto á la vista de todo el mundo. Con efecto, quanto puedo yo juzgar sobre este   —410→   punto, me parece mucho mas verisimil, que esto quiso significar el Señor, quando dixo: Y yo, si fuere exâltado de la tierra Y para que no parezca de algun modo, que lo que acabo de decir, lo he dicho arbitrariamente, quiero confirmarlo con las palabras del mismo Christo, el qual hablando con Nicodemus, dice928: Así como Moysés exâltó la serpiente en el desierto, así conviene que sea exâltado el hijo del hombre. Donde ciertamente se compara el Señor con la serpiente de metal que exâltó Moysés en el desierto, como se refiere en los Números929. Si queremos, pues, exâminar, y penetrar bien las palabras del citado lugar, se hará evidente, que aquella serpiente de metal que fabricó Moysés, primero fué clavada en un palo, ó percha, y despues levantada en alto, para que todo el pueblo la pudiera ver: y así en aquellas palabras: Y puso á la serpiente por señal, se alude evidentemente á la señal, ó estandarte, que habiéndolo puesto antes en el palo, ó percha cerca de la tierra, lo levantan despues, para que todos lo vean. Sobre lo qual dice varias cosas un grave Intérprete, y muy perito en la fuerza, y energía de las palabras Hebreas930. Parece, pues, mucho mas probable el decir, y pintar la crucifixîon de Christo del modo que hemos explicado: de manera, que primero fuese clavado el Señor en la Cruz sobre la tierra, y despues levantado en alto, ó como dice el mismo Christo, exâltado, fixada en tierra, y apretada fuertemente con cuñas la extremidad de la Cruz, para que no pudiera moverse con facilidad.

4 Muchas cosas tengo que advertir á los Pintores acerca de la Pintura, é Imagen de Jesu-Christo crucificado, que es tan freqüente entre Christianos, baxo cuyo nombre, solo entiendo á los Orthodoxôs: porque   —411→   contra aquellos, que quieren ser tenidos por Christianos, y no solo no admiten las venerables Imágenes de Christo, sino que las ensucian, y con rabia infernal se enfurecen contra ellas, ¿para que nos hemos de detener en nómbrarlos, y perder el tiempo en refutar semejantes errores? quando muchos tiempos há, que esto lo han hecho hombres insignes por su piedad, y sabiduría. Jesu-Christo, pues, fué crucificado, despojado de sus vestidos, y desnudo, lo que es tan cierto, como que es de Fé: ni de otra manera nos lo refieren los Evangelistas, como se echa de ver de sus mismas palabras. S. Mathéo dice931: Despues de haberle crucificado, repartieron sus vestiduras, echando suertes San Marcos: Y crucificándole, repartieron sus vestiduras, echando suertes. Lo mismo dicen S. Lucas, y S. Juan, como verémos mas abaxo. Por lo que, es poco conforme á la verdad (por no decir nada mas) el pintar á Christo crucificado vestido con una larga túnica, cubierta su cabeza con tiara, y con zapatos en los pies: á no ser que esto (lo que tengo por mas verisimil) se haya de referir á algun sentido simbólico, como es la dignidad del Imperio que le cupo en la Cruz, segun lo que él mismo habia dicho: Quando fuere exâltado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Y esto mismo se ha de decir tambien de otros Mártires, que fueron crucificados: estando recibido por ley, y por la misma costumbre, el clavar á los reos en la cruz desnudos, y en ningun modo vestidos. Y si un Autor pío, eloqüente, y erudito932, pintó vestidos á los Mártires, y con los ornamentos, que les eran propios, no lo hizo por pensar que así se habia executado, sino movido de otras razones pías, y prudentes, que él mismo significó en el Prólogo á su obra, donde dice: En primer   —412→   lugar, aunque hubo costumbre entre los antiguos de despojar de todos sus vestidos á los que habian de ser crucificados; sin embargo á mí me ha parecido, que debia expresarse el vestido, con respecto á las vestiduras propias de cada qual, de su dignidad, de su empléo, y de su nacion: y por ser tambien cosa mas honesta, y magestuosa

5 Ciertamente debiera esto observarse, particularmente con las mugeres, por el pudor, y honestidad, en atencion á las muchas razones, que hemos alegado arriba Lib. I. cap. 5. tratando de la desnudez de los cuerpos. Mas, sobre si la desnudez del cuerpo de Christo en la Cruz fué total, ó no; no hay para qué detenernos en esto con sobrada curiosidad. Bastante hemos dicho sobre esta materia tratando de su flagelacion933, adonde remito al Lector, pues á mí se me hace molesto repetir una cosa muchas veces. Solo quiero añadir ser cosa vana, y ridícula el pintar á Christo en la Cruz con pañetes, aunque un buen Autor enseña, que Christo fué crucificado, y sepultado con ellos; y refiere haberlo juzgado así otro Autor aun mas grave, y erudito934. Lo que yo extiendo gustosamente á otro género de vestidura, que es mas propia de mugeres, que de hombres, y que llamamos en Castellano Enagüillas. Pues todo esto son invencioncillas, que no tanto parece que proceden de piedad, como de ignorancia. Y así, será propio del Pintor cuerdo, y erudito, poner, ó pintar unos pañitos en las partes vergonzosas del Sagrado Cuerpo, como suelen practicarlo los que no son enteramente rudos, é ignorantes en el Arte. Y si alguna vez, ó por ostentacion del Arte, ó por otro qualquiera motivo (ciertamente poco decente, y prudente) algun Pintor, ó Escultor Católico ha pintado, ó esculpido la   —413→   Imagen de Jesu-Christo pendiente de la Cruz totalmente desnuda, aun por lo que mira á aquellas partes, que el pudor, y la honestidad misma exîgen que se cubran; nunca deberá imitarlo el Pintor, ó Escultor: antes será mucha prudencia, y piedad el echar un velo á semejantes desnudeces; lo que no podrá omitirse sin un género de sacrilegio. Por lo que, no repararé en poner aquí (por contener muy excelente instruccion) lo que nos dexó escrito un Autor, que he citado muchas veces935, recomendable por su erudicion, y ciencia en el Arte de la Pintura. Estas son sus palabras: En el Altar del trascoro de S. Lorenzo el Real está un Crucifixo de mármol natural (de mano de Banbenuto Cellini famoso Escultor) que el gran Duque de Florencia envió á la Magestad de Filipo Segundo. El qual vino sin paño, y todo perfectamente acabado. Y entrando su Magestad á verlo, y en su seguimiento las dos Infantas de Saboya, y Flandes, con su acompañamiento, antes que llegáran, el Rey (como tan prudente, y prevenido) sacó un pañizuelo grande, y cubrid las partes que se debian cubrir del Santo Christo, porque sus hijas no se ofendiesen de su indecencia. Y en memoria de tan piadoso hecho, se quedó allí el lenzuelo de su Magestad: aunque adornaron despues el Crucifixo con paño mayor Refiriéronme el caso (concluye el erudito Autor) los Religiosos, estando mirando yo, y los que iban conmigo año 1611.

6 Los Evangelistas callan enteramente, si estando Christo pendiente de la Cruz, le pusieron aquella corona de espinas, que enfurecidos los soldados le habian puesto antes por burla, y escarnio. Sin embargo una pía creencia, y una tradicion, que de algun modo se puede decir, que la Iglesia ha recibido, lo afirma, y asegura. Ni es de extrañar: porque ademas de Tertuliano936,   —414→   que toca, é insinúa esto con bastante claridad quando dice de Christo Señor nuestro, que estando pegado en el travesaño de la Cruz, y rodea la su cabeza con la corona de espinas, &c ademas desto, digo, lo dice clara, y expresamente el Papa San Gregorio Magno937, el qual en las oraciones (si es que son suyas) de la Pasion del Señor, dice así: O Señor Jesu-Christo, te adoro á tí pendiente de la Cruz, y llevando la corona de espinas en tu cabeza. Ni faltan para esto conjeturas, y de bastante peso. Porque, como Pilatos hubiese entregado Christo á los Judíos, á fin de crucificarle, por el falso crimen que le habian acumulado de haber afectado el Reyno de Judéa, ó de todos los Judíos; y no habiendo tampoco nada mas que esto en el título, que le pusieron en la Cruz; y por otra parte no omitiesen nada los Judíos de quanto podia contribuír á deshonrar la Persona de Jesu-Christo, y á hacerle pasar ante el Pueblo por el hombre mas vil, é irrisible: es mucho mas probable (por no afirmarlo con mas certeza) que fué puesto el Señor, y levantado en la Cruz con la ignominiosa señal de la corona de espinas. Lo que sí bien podria probarlo, é ilustrarlo con muchos otros argumentos; con todo me abstengo de referirlos: así por parecerme, que esta es una cosa ya comunmente recibida; como porque la confirman varios Autores muy graves, y píos, que se ocuparon laudablemente en describir con mas exâctitud la Pasion y Crucifixîon de Christo Señor nuestro.

7 De mas importancia es aquella controversia, que vemos tratada con mucho esfuerzo, acerca del número de clavos, con que fué crucificado el Señor. Pero antes de entrar en esta disputa, en la qual, ayudándome Dios, y guiado no por mi propio juicio, sino por el de hombres doctísimos, manifestaré con firmísimas   —415→   razones, y argumentos, lo que se ha de afirmar, y seguir; será muy del caso saber, que no han faltado algunos, los quales han negado abiertamente, ó á lo menos dudado, de si Christo Señor nuestro fué crucificado con clavos de hierro, ó si solo fué atado con cuerdas en la Cruz. Algunos, digo: ¿pero quiénes, y quales son estos? Buen Dios! A saber, aquellos que no siendo de la grey de Jesu-Christo, que le adora crucificado en los Altares, sino de la inmunda piara de los Hereges, han inventado cosas ridículas, y absurdas: pues no hay para ellos cosa alguna tan santa, é inviolable, que al punto no la ensucien, ó despedacen hedionda, é impunemente938: ¿Quién sabe (dice un Predicador herege) si acaso los Judíos ataron á Christo en la Cruz? Mas, dexando á parte la justísima invectiva, que con no menor solidez, que elegancia, hace contra este impío, el Autor que acabo de citar; no solo la autoridad de la Tradicion, y el unánime consentimiento de los Santos Padres convence de clarísima falsedad, y ridiculez el error, y delirio de este hombre mal intencionado; pero, lo que es mas, la fé inviolada, é incorrupta del texto Evangélico, disípa, y desvanece dicho pensamiento mas ligero que el viento, y que la niebla. Así lo leémos en el Evangelista S. Juan, testigo ocular de los hechos, y oprobrios del Señor, refiriéndonos lo que dixo aquel Discípulo incrédulo, que no quiso creér una cosa tan admirable, si no la veía con sus propios ojos, y la tocaba con sus manos. Estas son sus palabras939: Si no viere en sus manos los agujeros de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré. Lo que es tan claro, y evidente, que el querer añadir algo sobre lo   —416→   dicho, sería, si no superfluo, á lo menos trabajo poco necesario: solo advertiré de paso la fidelidad con que tratan las palabras del Evangelio, los que á són de trompetas, y de otros instrumentos, están voceando no ser lícito apartarse en la mas mínima cosa de ellas, ni de la Sagrada Escritura. Pero vamos al asunto.

8 La opinion, que á lo menos en este tiempo, no se puede negar ser la mas recibida, y que además de la costumbre la abrazan clara, y expresamente hombres, y Escritores muy sabios, es, que Christo Señor nuestro fué clavado en la Cruz con solos tres clavos, del modo que lo vemos freqüentemente en sus Imágenes Sagradas, así pintadas, como esculpidas: de suerte que cada una de las manos fué clavada con distinto clavo, pero ambos pies fueron traspasados con uno solo, aunque mas largo, y mas recio. Todos los Autores que son de este parecer, pueden verse en Daniél Mallon, á quien siguen los demas, y particularmente el vulgo de los Pintores, los quales por el mismo hecho lo confirman; de manera que el pintarlo de otro modo, lo miran como una cosa no muy sólida, y de poco primor, y por tanto la reprueban abiertamente, y la desprecian. Mas, por lo que toca á los Pintores, cuyo oficio, si no vá acompañado de mucho discernimiento, y juicio, degenéra facilmente en la ligereza, y audacia de los que forman de barro las figuras, que se les antojan; verémos despues por testimonios fidedignos, quiénes fueron los primeros Pintores, que se atrevieron á pintar á Jesu-Christo clavado solamente con tres clavos. Y por lo que respeta á los Escritores que se citan; por algunos que alegan los modernos, píos sí, pero no igualmente versados en el conocimiento de la antigüedad, repondrémos otros, los quales (lo diré con su licencia) deben reputarse por testigos mas hábiles, é idoneos para el caso.

9 Para decir, pues, claramente lo que siento sobre   —417→   esta materia, digo, que me agrada mucho mas la opinion de los que dicen, que Christo Señor nuestro estuvo pendiente en la Cruz, y crucificado, no con tres, sino con quatro clavos: de suerte que cada una de las manos, y lo mismo cada uno de los pies fué traspasado con su clavo particular. Esta sentencia fundada en claros, y expresos testimonios de los Santos Padres, aun de los antiguos, y que la comprueban el dictamen de Escritores antiguos, y la costumbre recibida de Pintores, y Artífices, no solo de los Griegos, y Latinos antiguos, sí tambien de los modernos, como separadamente lo exâminarémos despues; quiero probarla en primer lugar por la autoridad de la Sagrada Escritura, formando este breve silogismo. Consta por la Sagrada Escritura, así por lo que escribieron los Profetas, como por lo que despues nos han dicho los Evangelistas, que á Christo Señor nuestro en su Sagrada Pasion, no le quebraron, ó rompieron ningun hueso: Es así, que si hubiese sido crucificado con solos tres clavos, apenas es creíble, que no hubiese sucedido lo contrario: Luego es falso, que Christo Señor nuestro fuese clavado no mas que con tres clavos. Y no quedando otro modo verisimil de la crucifixîon del Señor, se ha de decir absolutamente, que Christo fué crucificado con quatro clavos, y no solamente con tres, como dice el vulgo de los Pintores. A favor de la primera proposicion de mi raciocinio, que llaman Mayor, está bastante claro el Evangelista S. Juan, testigo ocular de lo que pasó en la Pasion del Señor; el qual dice así940: Los Judíos, pues (pondré todas sus palabras para que se eche de vér mas claramente la fé, y conseqüencia de la historia) por quanto era el dia de Parasceves (que era la víspera de la Pasqua) para que no quedáran en Sábado los cuerpos en la cruz (pues era   —418→   el grande dia del Sábado) rogaron á Pilatos, que les diera permiso de quebrarles las piernas, y quitarlos de allí. Vinieron pues, los soldados: y quebraron las piernas del primero, y del otro que fué crucificado con él. Pero llegando á Jesus, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza. Y poco despues: Sucedió todo esto (añade el mismo Evangelista) en cumplimiento de la Escritura, que dice: No le quebrareis ningun hueso. Y otra Escritura dice: Verán á aquel, al qual traspasaron. Hasta aquí S. Juan, el qual tomó los testimonios que alega, del Testamento Viejo: el primero del libro del Exôdo941, y el segundo de la Profecía de Zachârías. Es, pues, verdaderísima aquella primera proposicion que sentamos arriba, á saber, que á Christo en su Sacratísima Pasion, no le rompieron, ni quebraron ningun hueso. Y que, si Christo hubiese sido crucificado con solos tres clavos, debiera haber sucedido lo contrario, se echa de vér bastante por el juicio, y razones de los Anatómicos, y peritos en este Arte. Pues en tal caso, se nos figuran, y describen taladrados ambos santísimos pies con un solo clavo, y que (como era regular) fuera tan largo, y grueso, que su longitud fuese casi de la medida de pie, y medio, para que no solo pudieran taladrarse ambos pies, sí tambien fixarse profundamente en la madera, y aun traspasarla, remachando (como probablemente se puede colegir) y doblando su punta por la parte contraria. Debería ademas ser mucho el grueso que correspondería á la longitud del clavo: y que un clavo de semejante tamaño (que por tanto deberían los verdugos haberlo clavado con mucha furia, y violencia) no rompiéra, ni desmenuzára alguno de sus huesos, es cosa que apenas puede concebirse. Por lo que, no pudiéndose admitir esto por ser   —419→   contra lo que anunciaron los Profetas, y contra la verdad del mismo Evangelio; síguese de aquí, que ambos pies de Christo no fueron taladrados con un mismo clavo. Esta razon mereció el aprecio de un Pintor de mucha erudicion, y muy perito en su Arte: pues dice así942: No hay duda sino que tiene suma dificultad (no dando lugar á milagro) clavar un pie sobre otro junto con el madero de la Cruz, sin que al romper el clavo con la violencia de los golpes se quiebren los huesos de los pies (siendo de fé lo contrario) y es cosa que á doctísimos hombres de nuestro tiempo les hace no pequeña repugnancia. Y para que no parezca, que este hombre cuerdo, y erudito, lo ha dicho sin fundamento, podemos confirmarlo bastante con el juicio de algunos otros.

10 Primeramente, el Reverendísimo P. Fr. Angel Roca de la Orden de S. Agustin, que despues fué Obispo de Tagaste, en el pequeño Comentario que escribió sobre la partícula de la Santa Cruz de Christo, que se guarda en el Sagrario Apostólico, dice: Algunos para encarecer mas los dolores de Jesu-Christo, y manifestar tambien mas la crueldad de los Judíos, dicen, que parece probable, que la crucifixîon del Señor se executó con solos tres clavos: pero estos no advierten, que semejante modo no solamente es inepto, sino tambien muy propio para que le hubieran quebrado los huesos: sin embargo que por el Profeta, y por su Intérprete S. Juan, es manifiesto, que á Jesu-Christo no se le quebró ningun hueso La misma sentencia defiende el doctísimo Padre Maestro Fr. Vicente Durango de la Sagrada Orden de Predicadores, Prior del Convento de S. Pablo de Sevilla943, con estas palabras: Lo otro que me inclina á abrazar esta sentencia, es, el que si hubiesen sido traspasados sus pies, uno sobre otro, el clavo que hubiera traspasado ambos pies, debería haber sido muy largo, y   —420→   grueso; y por consiguiente hubiera desgarrado uno, yotro pie, rompiendo los huesos, &c lo que prueba elegantemente, y lo convence en el mismo lugar. Del mismo dictamen es tambien (omitiendo á otros muchos) un Religioso de la Orden del Seráfico Padre S. Francisco, que por aquellos tiempos vivía en Sevilla, cuy,o nambre no he podido averiguar, y dice así: Que los pies del Señor fuesen traspasados con un solo clavo, del modo que ahora lo vemos representado, moralmente hablando, es imposible, á no ser que recurramos á milagro, de que no hay en este caso ninguna necesidad Porque es imposible (añade en el mismo lugar el Autor citado) taladrar ambos pies con un solo clavo, sin romper los buesos del un pie, ó de ambos: y no sería verdad lo que nos dixo el Profeta: No le quebrareis ningun hueso. Esto mismo confirman otros por extenso, fundados en dicha razon. Y este modo de pintar vulgarmente los pies de Christo traspasados con un solo clavo, se convence bastante de falsedad por la misma Sagrada Escritura.

II Añado ahora otra razon sacada del mismo Evangelio, á saber, que Christo Señor nuestro fué crucificado por quatro soldados: estas son sus formales palabras944: Los soldados, pues, como le hubiesen crucificado, tomáron sus vestiduras (é hicieron quatro partes, una para cada soldado) y la túnica Es, pues, muy conforme á razon, y á la verdad, que como fueron quatro los soldados que crucificaron á Christo, segun los quatro miembros que habian de ser crucificados, así fueron tambien no menos de quatro, los clavos con que le clavaron: á saber, uno en cada mano, y otro en cada pie. Me era muy facil probar esto con algunas razones y conjeturas. Pero baste alegar la autoridad de un varon muy grave, y de acendrado juicio, el Cardenal Toledo, hombre esclarecido por su gran sabiduría,   —421→   el qual, de haber sido quatro los soldados, que Crucificaron á Christo, infiere, sin poner en ello ninguna duda, haber sido absolutamente quatro los clavos, que traspasaron los miembros de Christo, pues dice así945: Me ha parecido no ser una cosa improbable el decir, que la razon por que fueron quatro (los soldados que crucificaron á Christo) fué, porque el Señor fué crucificado con quatro clavos: pues á un tiempo le enclavaban sus manos, y pies. Y aunque muchos dicen que los clavos solamente fueron tres, sin embargo yo tengo por mas probable que fueron quatro. Esto parece que dá bastante á entender Rufino lib. I. Hist. cap. 8. y Theodoreto lib. I. de su Hist. cap. 8. cada uno de los soldados estaba ocupado á un mismo tiempo, &c De suerte que á nuestra sentencia, que es la que tenemos por verdadera, se añade este nuevo peso, de decir el Evangelio, que fueron quatro los soldados que crucificaron á Jesu-Christo.

12 Por lo que, siguen esta misma sentencia, que ya qualquier docto la tendrá por cierta, y verdadera, no pocos de los Santos Padres. S. Cipriano pintándonos á Jesu-Christo crucificado946: Traspasando (dice) los clavos sus sagrados pies. Sobre cuyas palabras Jacobo Pamelio, esclarecido Intérprete de dicho Santo, dice: Fué S Cipriano de opinion, que los pies del Señor fueron traspasados, no con uno, sino con dos clavos. Y añadiendo algo de suyo el erudito Intérprete, prosigue: Con efecto se confirma esto mismo por algunas pinturas muy antiguas. El Grande Augustino dice947: Los inmaculados pies de Christo traspasados con crueles clavos, donde se vé, que el Santo habla clarísimamente en plural de los clavos de Christo, que le traspasaron sus pies: y lo mismo confirman otras palabras del mismo Santo948, en que dice: ¡Cómo, ó alma mia, no te traspasa á tí   —422→   en especial un cuchillo de agudísimo dolor, quando no tendrías ánimo para vér, que se taladraban con clavos los pies, y manos de tu Criador! S. Gregorio Turonense exponiendo mas claramente que la luz lo que vamos tratratando949: La razon (dice) por que fueron quatro los clavos, con que fué crucificado el Señor, es, porque le clavaron dos en las plantas de sus pies, y dos en sus manos. Lo mismo afirma un Doctor de primera clase, el Romano Pontífice Inocencio III.950, no menos insigne por su piedad, que por su sabiduría: Quatro (dice) fueron los clavos, con que fueron clavadas las manos y los pies. Omito á otros muchos, que por no hablar tan claramente, y con alguna obscuridad, no quiero citarles por testigos. Pero no quiero, ni puedo pasar en silencio á dos Escritores recomendables por su gran literatura, y santidad, que aprueban expresísimamente este modo de pensar, y por tanto el pintarlo de dicha manera. Estos son el Abad Ruperto, y el Cardenal Belarmino: el primero exponiendo pía, y elegantemente, como acostumbra, aquellas palabras de la profecía de Amós: Ví al Señor que estaba sobre el altar, explica todo esto, diciendo: Verdaderamente se nos manifiesta con esto una grande vision. Pregunto yo ahora: ¿dónde, ó quándo sucedió una cosa tal, en señal de la qual debiera verse el Señor estando sobre el altar? Y buscando lo dicho en todo el Evangelio, ó en todos los arcanos de la gracia Evangélica, nada me ocurre tan grande, ni que sea tan evidente, segun la propiedad de esta vision, como la figura y positura de Jesu-Christo crucificado Porque puesto el Señor en Cruz, y hecho sacrificio por nosotros, estuvo sobre el altar de la Cruz en una positura dificil, y trabajosa: lo que debemos advertir diligentemente, y nunca debe borrarse de nuestro entendimiento   —423→   aquel espectáculo Estaba el Señor pendiente, y de pies, enclavadas sus manos en los brazos de la Cruz; y clavados sus pies en aquella peana de madera tambien con clavos, y á la manera de quien está en pie Estando de este modo, era él mismo la hostia, y la Cruz el altar. He querido poner todas sus palabras, porque nada podia decirse, que fuera mas verdadero, ó mas elegante. El segundo, aunque superior en dignidad, y que en materia de erudicion, no hay con quien no pueda compararse, dice951: En quanto á la estructura de la Cruz, es comun sentencia de los antiguos, que constó de tres maderos; el uno largo, en el qual estaba tendido el cuerpo del crucificado: el otro transversal, en el qual se le clavaban las manos: y el tercero fixado en la parte inferior, adonde caían los pies del crucificado, pero traspasados con clavos para que no pudieran moverse Así lo enseñan los Padres antiquísimos S. Justino, y S. Irenéo, los quales indícan con bastante claridad, queo sobre otro. De que se sigue, que los clavos de Christo, fueron quatro, y no solamente tres, como piensan muchos, que por este motivo pintan crucificado al Señor teniendo el un pie sobre el otro. Pero Gregorio Turonense abiertamente siente lo contrario, cuya sentencia confirman las Pinturas antiguas. Yo mismo he visto en la Biblioteca Real de París, manuscritos de los Evangelios muy antiguos, en los quales se veía freqüentemente la Imagen de Christo Crucificado y siempre con quatro clavos Hasta aquí el Cardenal Belarmino.

13 Y así, por quanto parece, que esto mira directamente á nuestro asunto, y para dar la mas cabal explicacion de la Sagrada Imagen del Crucifixo; indagarémos aquí brevemente, lo que notaron estos dos gravísimos Intérpretes: á saber, que Christo Señor nuestro   —424→   fué crucificado, de manera que se representaba, como que estuviese en pie: lo que sucedió, clavando ambos pies de Christo sobre un pedazo de madera que le servia de escabel, y estaba firmemente unida á la misma Cruz, como que estaba clavada con ella. Este modo de crucificar á los hombres así, se usó freqüentemente, como lo han observado Autores muy doctos, á quienes sigue finalmente, despues de haber exâminado mejor este punto, el Príncipe de los eruditos Justo Lipsio952: el qual tiene á la verdad por mucho mas probable, el que así se practicó en la crucifixîon del Señor. Con efecto, segun notó Belarmino, fué de este mismo dictamen el Autor antiguo S. Irenéo953, el qual dice: La figura de la Cruz tiene cinco puntas, ó extremidades, dos por lo largo, dos por lo ancho, y una en medio, donde descansa el crucificado. A quien habia precedido S. Justino Martir, quando dixo954: Hay en la Cruz un madero, ó palo recto, cuya parte, ó extremo superior se levanta en punta: quando á este madero se le aplica, ó junta otro se manifiestan dos puntas mas de uña, y otra parte, unidas como extremos con la primera. Y el madero que está clavado en medio tambien sobresale, formando un género de punta, en la qual descansan, y estriban los crucificados. Pero mas claro todavía afirmó despues lo mismo S. Gregorio Turonense: En el tronco levantado (dice este Santo)955 es manifiesto, que abrieron un agujero, y en él pusieron una tablilla, sobre la qual clavaron las sagradas plantas de Christo, como si estuviera de pies Nada podia decirse con mas claridad. Y á esta misma sentencia subscribe el Papa Inocencio956, que citamos arriba, diciendo: Hubo quatro maderos en la Cruz del Señor: el uno derecho, el otro transversal, el pedazo   —425→   de madera que estaba debaxo de los pies, y el del título, que estaba arriba. Palabras que confirman clarísimamente nuestra sentencia, y lo que hemos dicho de la peana, ó tablilla, que tenia Christo debaxo de sus pies.

14 Siendo esto así, no tiene que amedrentarnos para hacernos desistir de esta sentencia el vér un grande número de Imágenes de Jesu-Christo crucificado con solos tres clavos, lo que se ha introducido de algunos siglos á esta parte, y cuyo modo de pintar han seguido en todos países, insignes Pintores, y Escultores. Porque primeramente, las venerables Imágenes de los siglos mas remotos, nos representan lo contrario, no solo las que hay entre los Griegos, los quales (como son muy tenaces en conservar sus antiguos ritos, y costumbres) no ponen en esto la menor duda; sí tambien las que vemos entre los Latinos, á saber, en Italia, en Alemania, en Flandes, en Francia, y en nuestra España: lo que hombres muy doctos que citaré despues, han ilustrado con muchos exemplos. Fuera de que, aun hoy, en muchos parages donde florece la mas exâcta inquisicion sobre estas cosas, no pintan de otra manera á Jesu Christo crucificado, sino del modo que hemos dicho. Con efecto, así lo vemos en muchas Imágenes ya pintadas, ya esculpidas sutilmente en metal, ó en plata, ó trabajadas de marfil, ó de otra materia, que vemos á menudo, y se han hecho de pocos años acá, particularmente en Flandes, y en Francia, y acaso en otras regiones, donde constantemente se nos representan los pies de Christo, separado el uno del otro, y afianzado cada uno de ellos en aquel palo, ó tablilla, y traspasado separadamente con distinto clavo: no habiendo entre ellas otra diferencia, sino el que en algunas se representan los brazos de Christo levantados en alto, acaso mas de lo que corresponde; y en otras solo medianamente levantados. Sobre lo qual podrá el Pintor erudito juzgar, y pintar como mejor le pareciere.

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15 Ni importa, el que contra lo que hemos dicho hasta aquí, nos quiera objetar alguno. Primeramente, que habiendo tan grande número de Imágenes de Jesu-Christo crucificado pintadas, ó esculpidas con solos tres clavos; parece que lo contrario es querer inducir alguna novedad, por cuyo motivo, quando no hubiese otro, todo hombre cuerdo debiera no admitir, y reprobar semejante modo de pintar. Además: porque, si es verdad que Christo fué crucificado, no solamente con tres, sino con quatro clavos, lo que he probado con tanto peso de razones, y autoridades; ciertamente no se echa de vér el origen de donde dimanó la costumbre contraria que vemos ya introducida casi en todas partes: sin embargo de que es muy verisimil, que habría alguna causa verdadera, ó quando menos probable, para variar en este punto. Digo, que todo esto no importa. Porque, ó bien parezcan, ó sean en realidad estas razones del peso que se quiera, todas ellas se disuelven con mucha facilidad. En quanto á lo primero, respondo, que el pintar, ó representar á Jesu-Christo del modo que realmente sucedió, esto es, no con tres clavos, sino con quatro, no es en ninguna manera introducir novedades, sino seguir, y anteponer la verdadera, y sólida antigüedad, y reprobar lo que de nuevo han introducido los que, ó ya llevados de una falsa imaginacion, ó ya de ignorancia, ó lo que es peor, de malicia, representaron á Jesu-Christo crucificado no mas que con tres clavos, como constará mas por lo que irémos diciendo despues. Quanto á lo segundo, afirmo constantemente, que el origen de representar al Señor crucificado con solos tres clavos, ha dimanado no de un solo capítulo. Porque en primer lugar, algunos poco dedicados á inquirir la verdad de los hechos, antes á soltar las riendas á su propia imaginacion, y fantasía, pintaron de este modo la crucifixîon del Señor, por parecerles (como dicen ellos   —427→   mismos) mas elegante la situacion, y positura del cuerpo crucificado: y que el pintarle con quatro clavos (que es el verdadero modo de pintarse) parecería una cosa mas inepta, y desayrada, donde no podrian ostentarse tanto los primores del Arte, como lo vió muy bien el Autor957, que muchas veces hemos citado, alegando al erudito Grethsero. Otros, llevados de algun género de piedad, pero indiscreta, abrazaron semejante modo de pintar, por parecerles mas bárbaro, y cruel, y por tanto mas apto para representar los tormentos de Christo, y para expresar la fiera crueldad de los Judíos, que persuadieron á los soldados lo hiciesen así, como lo vimos antes en el citado Angelo Roca. Otros, sin reflexîonar ninguna de estas cosas, se dexaron, y se dexan llevar del uso, y de la costumbre, como freqüentemente sucede: muy semejantes á aquellos de quienes dice Séneca, que van á algun determinado lugar por donde vén que ván los demas, y no por donde se ha de ir: lo que tambien se ha de reducir á ignorancia. Pero lo que es mas de extrañar, de suerte que quien lo léa sin saberlo de antemano, se llenará de pasmo, y admiracion, es, que no solo muchos de los Autores, sino los primeros en efecto, que representaron á Christo crucificado con solos tres clavos, fueron los Hereges Albigenses, los quales no lo hicieron por ignorancia, y mucho menos á impulsos de piedad, sino por malicia, y llevados de un indecible odio contra la Iglesia Católica. Pero (se me dirá) ¿qué testigo produces (pues es preciso que haya alguno, y que este sea famoso) para probar tan grande atentado? Digo, que produzco un testigo el mas clásico, y calificado, que pueda producirse en semejante materia. Este es Lucas, llamado Tudense, ó de Tuy, del Obispado de este nombre, que hay en la Provincia   —428→   de Galicia, Varon de mucha piedad, y de exquisita erudicion, el qual vivió en el mismo tiempo, que dichos Hereges, de quien no es creíble, que se engañase en una cosa de tanta importancia, ni que quisiese engañar á los demás. Este, pues, omitiendo ahora muchas cosas, que no son del presente asunto, dice así: Pretenden tambien, clavando con un solo clavo ambos pies del Crucifixo un pie sobre otro, hacer burla, y mofa de la Cruz de Christo, é introduciendo novedades, borrar, ó poner en duda la fé de la santísima Cruz, y las tradiciones de los Santos Padres. E interpolando algunas palabras, repite lo mismo, diciendo: Hicieron entonces los mencionados hereges una Cruz, solamente con tres extremos, donde habia la imagen de un Crucificado con tres clavos, que te da el un pie sobre el otro, y viniendo los Pueblos, adoraban dicha imagen con mucha devocion, en vez de la Cruz de Christo. Y hablando en otro lugar de los mismos Hereges Albigenses, á quienes llamaban nuevos Manichêos: Otros (dice) sin tener para ello ninguna autoridad, afirman, que Christo fué crucificado con solos tres clavos, y que la lanza no traspasó su costado derecho, sino el izquierdo. Hé aquí, quiénes, y quáles son los Autores del modo de pintar á Jesu-Christo crucificado con solos tres clavos: y hé aquí en fin, lo que me ha parecido decir sucintamente sobre esta materia controvertida por ambas partes. El que quiera instruirse mas plenamente sobre esto, véa á Francisco Pacheco, y á Cornelio Curcio de la Orden de San Agustin, Provincial de Flandes, que han tratado difusamente este punto: pues yo no puedo detenerme mas en esta materia, y me es preciso pasar á otra, advirtiendo antes únicamente al Lector, que aunque las Imágenes de Jesu-Christo crucificado con solos tres clavos, contienen error en la Historia, y descripcion del hecho, como lo he convencido bastantemente; con todo no deben contarse en la clase de las que dan ocasion á error peligroso   —429→   por traér su origen estas Pinturas de los Hereges. Pues, aunque esto sucedió en aquellos tiempos, quando se extendian, y propagaban dichas heregías; nadie sigue ahora este modo de pintar con el mal fin que llevaban los referidos Hereges, y acaso son pocos los que saben haber dimanado primero de los Albigenses esta costumbre; moviéndose únicamente á pintar á Christo clavado con solos tres clavos, ó por piedad, ó por querer imitar á los demás. Y así, sería de desear, que en adelante Pintores, y Escultores formasen las Imágenes del Señor puesto en la Cruz, del modo que hemos explicado. Pero el condenar de error, y particularmente de error peligroso, las que se han formado hasta aquí con solos tres clavos, ni yo, ni ningun hombre cuerdo podrá atreverse á ello.

16 Establecida ya la crucifixîon de Christo con quatro clavos, y además, aquella tablilla, ó escabel debaxo de sus pies, conforme me ha parecido mas verisimil, solo me resta advertir á los Pintores, y Escultores de Imágenes Sagradas, ser una cosa disparatada, y que se aparta mucho de la verdad, el pintar á Jesu-Christo, no solo en el semblante, sino tambien en lo restante de su cuerpo (segun suelen hacerlo regularmente) como que no le hubiesen maltratado, ó atormentado, con un rostro de buenos colores, y lleno de carne, y con lo que los Pintores llaman morbidéz, que es cierta blandura, y suavidad. Apártese semejante inconsideracion de un ánimo poco reflexîvo. Christo Señor nuestro no estuvo así pendiente de la Cruz, como le pintan por lo comun, sino que estuvo pendiente de ella para darnos exemplo de su amor, y paciencia, despedazadas, y abiertas sus carnes, y lastimado con heridas, llagas, y cardenales: lo que no es menester confirmarlo, y manifestarlo ahora á la larga, particularmente, si se hace una seria consideracion sobre los muchos, y horribles tormentos que padeció el Señor   —430→   antes de su Crucifixîon. De propósito paso ahora en silencio algunas cosas, que podian ilustrar, y hacer esto mas patente; pues debe bastarnos el texto, y lugar del Profeta Evangélico, el qual por demostrarlo admirablemente, y hacernos en cierto modo una bella pintura de todo el suceso, no haré reparo en poner entero todo el pasage. Hablando, pues, Isaías de Christo Señor nuestro con aquella perspicuidad, y evidencia, que solamente la ceguera, y dureza de corazon de los Judíos, han podido dexar de conocerla, dice expresamente958: No habia en él parecer, ni hermosura: vímosle, y no parecia él, tanto que lo deseamos (ó echamos menos) despreciado, y desechado entre los hombres, varon de dolores, experimentado en flaqueza: su rostro estaba como escondido, y abatido, por lo que no lo estimamos. A cuyas palabras, aunque de suyo clarísimas, y muy oportunas para demostrar, é ilustrar lo que tratamos959, añade: Verdaderamente llevó él mismo nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, y le reputamos por leproso, y como que Dios le habia herido, y abatido. ¿Dónde están, pues, los que pintan á Jesu-Christo pendiente de la Cruz, de tal forma, y con un cuerpo, como que no hubiese padecido ninguna grave, ó molesta injuria, azotes, golpes, heridas, cardenales, ni otras cosas semejantes? Con efecto, los que meditaron esto mas profundamente, é hicieron reflexîones mas serias sobre este punto, pintaron de muy diversa manera á Jesu-Christo crucificado. Nada digo de las Imágenes de los primeros siglos que vulgarmente dicen ser de Nicodemus, ni de las demas antiguas, así pintadas, como esculpidas: una sola cosa no quiero omitir. Fuera de las murallas del Lugar de Alba junto al rio Tormis, hay un Monasterio, que segun dicen, y es constante, fué antiguamente de Padres Canónigos   —431→   Premonstratenses, pero que muchos tiempos hace, es de PP. Gerónimos; entre otras muchas, y excelentes Imágenes, que allí se veneran, hay una de Jesu-Christo Crucificado, de una estatura casi regular, y labrada con mucho primor: la qual no solo nos representa al Señor abiertas sus llagas, su sangre, como que va corriendo, la crueldad de los azotes, descarnadas las rodillas, y otras cosas á este tenor; sino tambien las heridas, y cardenales de los golpes en todo su cuerpo: de suerte que á los que la miran, no solo les mueve á afectos piadosos, sí que tambien les llena de un santo horror, pasmo, y estupor. Este es el modelo que desearía yo siguiese todo Pintor, y Escultor Christiano, quando se propone representar al vivo la Imagen de Christo Crucificado.




ArribaAbajoCAPITULO XVIII.

Sobre otros errores, que se echan de vér con bastante freqüencia acerca de la Crucifixîon de Christo Señor nuestro


I Nada hay mas comun entre los Pintores, y Escultores Christianos, y Católicos, que representar la Imagen de Jesu-Christo Crucificado, ó ya pintándole solo, ó acompañándole, y añadiéndole otras cosas. Por lo que, no ha de parecer importuno, ó molesto, el detenerme algun tanto en alegar algunos testimonios, que no serán fuera de propósito para este asunto. Primeramente: no faltan quienes pintan la Cruz de Christo, no de dos maderos, que mutuamente se partan, ó se crucen, sino de dos maderos sí, pero en tal conformidad, que el uno esté sobre el otro, sin que la punta, ó cabeza de este sobresalga, á la manera que los Griegos, y Latinos pintan la letra T, cuyas Pinturas vemos algunas veces: y yo mismo entre las pocas   —432→   cosas de esta especie que poséo, tengo una Pintura algo antigua, de la que hice antes mencion960, la qual está enteramente pintada de este modo, y en ella se representa á Christo llevando su Cruz. Dicen, pues, los que siguen este modo de pintar, ó por mejor decir, los que en cierta manera dieron documentos á los Pintores para que la pintáran así, que la Cruz donde Christo padeció su muerte, y en la que venció á la misma muerte, estaba fabricada en forma de la letra T; y por tanto, que no constaba de dos maderos, que se partieran, ó cruzáran entre sí, sino de dos, del modo que hemos explicado. Y si algo sobresalía arriba, que esto no era parte de la Cruz, sino que hacía relacion al título, que expresamente dicen los Evangelios haberse colocado sobre la cabeza de Jesu-Christo. En abono, y para mayor confirmacion de esta opinion, se valen, ó parece pueden valerse de lo que se dice claramente en la Profecía de Ezechîel961: Pon la señal de la letra thau sobre las frentes de los varones, que gimen, y se duelen de vér todas las abominaciones, &c. Y que esta señal no fué otra que la de la Cruz, lo dicen unánimemente todos los Santos Padres, é Intérpretes, á quienes habia precedido el Doctor Máxîmo S. Gerónimo, qué en la explicacion de este lugar, dice962: En las antiguas letras Hebréas, de que hoy usan los Samaritanos, la última letra, que es la Thau, tiene forma de Cruz

2 Pero es mucho mas probable, y (segun á mí me parece) es lo verdadero, que la Cruz del Señor fué formada de dos maderos, que se cortaban, ó dividian entre sí, de suerte que las extremidades de ella, fuesen no solamente tres, sino quatro: lo que no sucedió sin misterio. Porque las quatro extremidades, ó puntas de la Cruz del Señor, parece significan, que Jesu-Christo limpió, y redimió con su Cruz el Orbe entero   —433→   por todas sus quatro partes en que termina; y como habla S. Agustin963, que á todas las sujetó, y subyugó. Este es el sentir de este Gran Padre, explicando aquel lugar del Apostol964, en que habla de la anchura, longitud, elevacion, y profundidad de la Santa Cruz, y en el mismo sentido lo explicó tambien el Doctor Angélico. Pero no hemos de pasar en silencio á un pío, y esclarecido Poeta, que entiende esto del mismo modo, y con palabras aun mas claras, y expresas, el qual dice así965:


Neve quis ignoret speciem crucis esse colendam
Quæ Dominum portavit ovans, ratione potenti,
Quatuor inde plagas quadrati colligit orbis
Splendidus auctoris de vertice fulget Eous,
Occiduo sacræ labuntur sidere plantæ,
Arcton dextra tenet, medium lava erigit axem

Quien quiera saber mas sobre esto, véa al erudito Lipsio966, el qual, como acostumbra, no tanto recogió, sino que eligió los testimonios mas oportunos para ilustrar esta materia; pues yo no gusto (como he dicho otras veces) robar escritos agenos, y con sus trabajos, llenar, y amontonar citas en las márgenes de mi obra.

3 Mas sea así, dirá alguno: haya sido enhorabuena la Cruz de Christo en que libertó al linage humano, figurada del modo que hemos dicho: Pero no es dudable, que las de los Ladrones que fueron crucificados juntamente con él, tuvieron otra figura: pues vemos, que qualesquiera de los Pintores Christianos las pintan muy á menudo en forma de la letra T. No tiene duda que es así, digo yo: pero no es como debiéra ser, ni conforme á la fé de la historia, ni á la razon. Muévome á decir esto por la famosa, y célebre   —434→   historia, recibida muchos tiempos hace en la Iglesia, de la Invencion de la Santa Cruz; pues aunque de esto nada nos haya dicho Eusebio (sobre que hacen alto mas de lo que debiéran los innovadores, y hereges, pareciéndoles que ellos solos son hombres, quando comparados con otros mas doctos, parecen menos que niños): sin embargo han hecho mencion de este caso prodigioso Autores muy graves, como Sozomeno, Sócrates, Theodoreto, Rufino, y lo que es mas, S. Ambrosio. En esta historia se refiere; pero usemos de las mismas palabras que ha aprobado, y recibido ya la Iglesia en dicha solemnidad, que dicen así: Por lo que, habiéndose hecho una profunda excavacion en el lugar donde estaba la Santa Cruz, se encontraron allí tres Cruces, y separado de ellas el título de la Cruz del Señor; el qual, como no pudiera distinguirse á quál de ellas habia sido clavado, quitó la duda un milagro. Porque como Macario Obispo de Jerusalén hubiese hecho oración á Dios, aplicó cada una de ellas á una muger gravemente enferma; y no habiendo experimentado ningun alivio en las dos primeras, como tocase despues la tercera, quedó de repente sana Esto supuesto, y sentado, con facilidad, y nervio podrá qualquiera argüir á favor de nuestra opinion. Porque, si la Cruz de Christo era de la forma, y figura, conforme la hemos representado; y las de los Ladrones, y malhechores tenia otra diversa, á saber, como la letra Tau, cosa, que á mi parecer, no podian ignorarla los Christianos antiguos, como que la sabrian por una especie de tradicion; habia una señal bastante conocida, y aun evidente, para conocer, y distinguir con la mayor facilidad la Cruz del Señor de las otras dos: Esto no fué así, pues habiendo duda sobre quál de ellas era la de Christo, fué menester un milagro para distinguir la venerable Cruz del Señor de las de los Ladrones: Luego infiérese claramente de aquí, que los tres patíbulos eran muy parecidos, y enteramente semejantes.   —435→   Y así, habiendo afirmado con graves conjeturas, que la Cruz de Christo estaba compuesta de dos maderos, que se cortaban mutuamente entre sí, es consiguiente, que las cruces de los Ladrones tuviesen la misma forma, y figura; ó que, así la Cruz de Christo, como las de los Ladrones, tuviesen todas la figura de la letra T, lo que hemos reprobado ya, ni lo aprueba tampoco el sentimiento comun de los Pintores.

4 De lo dicho, segun me parece, se infiere tambien con bastante claridad, que los Ladrones fueron traspasados con clavos en sus patíbulos, y no solamente atados, y apretados en ellos sus brazos, y piernas con cuerdas, como nos lo representan algunas Imágenes trabajadas por Artífices perítisimos en el Arte de la Pintura, y Escultura, los quales ciertamente no son del vulgo. Pues, si Jesu-Christo fué traspasado con clavos en la Cruz, y en efecto con quatro clavos, como largamente hemos probado; esto solo, aun quando faltáran otras pruebas, era una señal evidente para conocer, y distinguir la Cruz del Salvador de las demás: pues solo en esta hubieran permanecido los agujeros de los clavos, y las señales de los barrenos; no en las otras, en las quales no habian de ser traspasados con clavos los miembros de los condenados, sino solo apretados con corréas, y cuerdas. ¿Pero para qué son menester tantas pruebas? Es cierto, y de Fé, que Jesu-Christo, de quien absoluta, y unánimemente refieren los Evangelistas, que le crucificaron, fué puesto, y clavado en la Cruz, no con cuerdas, sino con clavos, como lo hemos probado antes, y lo hicimos vér con evidencia: Es así, que del mismo modo se habla de aquellos malhechores que el Señor tuvo por compañeros de su suplicio, y que del mismo modo se lée, y afirma de ellos, que fueron crucificados; pues dice S. Mathéo967: Entonces   —436→   fueron crucificados con él dos ladrones; y S. Marcos: Y juntamente crucifican con él á dos ladrones, usando en ambas partes los Evangelistas del verbo Griego Palabra en griego, que significa propiamente crucificar; y lo mismo leémos en los demas Evangelistas: Luego en quanto á ser crucificados con clavos los Ladrones, el mismo juicio hemos de hacer de ellos, que de Jesu-Christo: pues, á mas de lo dicho, lo enseñan claramente los Santos Padres. S. Agustin, hablando del Buen Ladron, dice968: El qual tenia en sí mismo traspasados sus miembros con clavos, pero no tenia enfermo su entendimiento, ni traspasados sus sentidos. S. Juan Chrisóstomo969, hablando del mismo, dice: ¿Quién podrá dexar de admirar, que atado con clavos, estuviese velando con sana mente? Finalmente S. Gregorio Magno, tratando el mismo asunto970: En la Cruz (dice) los clavos ataron sus manos, y pies (del Buen Ladron) y no quedó en él cosa que no ocupáran sus penas, sino el corazon, y la lengua. Estas, y otras cosas que podría traer aquí, son tan claras, que el insigne Abulense notó muy bien, que la costumbre de algunos de pintar atados, y no crucificados á los Ladrones, procedió de la indiscreta devocion de algunos, como lo observó un Doctor, digno de que se le nombre siempre con elogio971

5 Ni debe hacernos fuerza (pues temo que algunos querrán poner semejantes reparillos) el que Christo Señor nuestro, como que tenia atravesadas sus manos, y pies con quatro clavos, y que estaba destituído de fuerzas por la mucha sangre que habia derramado, muriese mas presto que aquellos malhechores; los quales, para que acabasen de morir, y se quitáran sus cuerpos de los patíbulos, fué menester que los verdugos les quebráran las piernas: lo que largamente refiere el Evangelista;   —437→   y para que á alguno menos versado en la leccion de la Sagrada Escritura, no le parezca que esto lo afirmo yo sin fundamento, pongo aquí las mismas palabras de S. Juan972: Los Judíos, pues, por quanto era el dia de Parasceves (que era la víspera de la Pasqua) para que no quedáran en Sábado los cuerpos en la cruz..... rogaron á Pilatos que les diera permiso de quebrarles las piernas, y quitarlos de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas del primero, y del otro que fué crucificado con él. Pero llegando á Jesus, como lo vieron muerto, no le quebraron las piernas, &c. De que parece se infiere, que los Ladrones no padecieron en la cruz tan crueles suplicios, ni dolores tan extremadamente acerbos, como es regular los padezcan aquellos que tienen la desgracia de que se les taladren sus manos, y pies, y sean clavados en la cruz. Señal de esto es, el que habiendo ya muerto Jesu-Christo, quedaban ellos aun vivos: y así, para que murieran, les pareció necesario el romperles las piernas. Esta ilacion, aunque parece que hace alguna dificultad, pero es muy debil, y flaca: y de consiguiente falso, que los Ladrones que fueron crucificados juntamente con Christo, no fuesen traspasados con clavos, sino solo, como vulgarmente los pintan, atados con cuerdas en la cruz sus brazos, y piernas. Porque Christo Señor nuestro padeció sin duda tormentos mas graves, y mas crueles que ellos; por lo que no es de extrañar que muriera mas presto: así, porque en toda la noche anterior, y en todo el dia antes de su crucifixîon, habia padecido otros muchos gravísimos, y dolorosísimos tormentos de los iniquos Jueces, de los viles ministros, y de los inhumanos verdugos; como porque su cuerpo era de temperamento, y complexîon mas delicada, como lo notan comunmente los Escritores, y Santos Padres, á quienes sigue un   —438→   Autor nada vulgar, que escribió un libro entero sobre esta materia973. Y finalmente, porque nadie debe extrañar, que aquel Señor que habia venido para redimir al mundo, y que padeció libremente por nosotros muerte de Cruz, y por tanto verdaderamente habia dicho de sí mismo974: Nadie me quita la vida, sino que muero por su propia voluntad; muriese algun tiempo antes, pues que en sufrir la muerte, padeció lo que quiso. Por lo qual, quede ya establecido firmemente, que así Christo Señor nuestro, como los que padecieron con él el mismo género de muerte, fueron traspasados con clavos en las cruces, y que estas fueron semejantes entre sí, de suerte que no podian distinguirse con facilidad la una de la otra: lo que quadra mucho con el cumplimiento de aquella Profecía, en la que se habia dicho mucho antes975: Y fué reputado como los malhechores

6 Lo que es muy ridículo, es lo que yo he observado alguna vez contemplando una Pintura que parecia de buen pincél. En ella se veía pintado á Jesu-Christo con un lienzo, que tapaba aquellas partes que el pudor, y la decencia prohiben descubrir: por el contrario, los Ladrones estaban totalmente desnudos, aunque con no poco artificio, pues no se representaban á la vista dichas partes. Pero esto, como digo, á mí por lo menos, me parece una cosa necia, y ridícula. Porque en quanto á la verdad del hecho, no menos Christo, que sus compañeros en el suplicio, fueron expuestos totalmente desnudos: y por lo que toca al escándalo que podria ocasionar esto á los ojos, ninguno de ellos debe pintarse de aquel modo indecoroso, é indecente: aunque no se puede negar que este modo deshonesto de pintar, en Christo Señor nuestro por su excelencia, y magestad, se ha de mirar como una cosa mucho mas indigna. Pero antes de pasar adelante, me   —439→   parece muy del caso advertir aquí, de qué manera, ó en qué positura se ha de pintar el cuerpo de Christo crucificado. Pues supuesta la sentencia mucho mas probable, ó la que absolutamente es la verdadera, de que Jesu-Christo fué crucificado con quatro clavos, y que el Señor tenia en la Cruz debaxo de sus pies aquella tablilla de que hablamos antes; he advertido algunas veces, que de dos maneras nos lo ponen á la vista los Pintores. El uno, representándonos enteramente tendidos los brazos quanto se puede (pues de estos se duda en especial) sobre los ángulos rectos de la Cruz; y el otro, alargando, y extendiendo extrañamente sobre la cabeza los brazos, y las manos, cuyo modo de pintar han seguido dos insignes Flamencos Wandik, y Rubens. Pero yo que en estas cosas, como en otras muchas, jamas he gustado de extremos, y en especial quando son sobradamente afectados, aconsejaría al Pintor erudito, que tuviera presente aquel sabio aviso976: Medio tutissimus ibis. Esto es lo que pide en la presente materia la razon natural; á saber, que ni los brazos estén enteramente rectos, y derechos, sino algo inclinados; ni que estén tampoco tan levantados en alto, que parezca se le habian de abrir, y romper las manos con el peso, y gravedad de su cuerpo.

7 Mas, quando se pinta la Imagen del Señor (por no omitir esto) añadiendo para adorno de la Pintura á la Ciudad de Jerusalén; se ha de pintar á Jesu-Christo, no de cara á la Ciudad, sino de espaldas á ella, como en efecto fué así, segun nos lo enseñan, atendida la topografia de aquel lugar, los que con mas exâctitud han visto, y recorrido aquellos lugares. Lo que no careció de misterio: pues con bastante claridad predixeron los Profetas, que sucedería esto en señal de la reprobacion de aquel Pueblo rebelde; como es, por   —440→   exemplo, lo de Jeremías977: He dexado mi casa, he desamparado mi heredad; y aquello del mismo Profeta: Les manifestaré las espaldas, y no mi rostro en el dia de su perdicion. Y así, quando en una tabla, ó Pintura se representa á Christo, y á la Ciudad de Jerusalén, se ha de pintar al Señor vuelto de espaldas á la Ciudad, y al Oriente; y mirando hácia el Occidente: y por consiguiente teniendo el Norte á la derecha, y á la izquierda el Mediodia. Ni esto, que acaso parecerán menudencias, son cosas que yo haya fingido; pues las han enseñado Autores antiguos, y dignos de toda fé978, Sedulio, el Venerable Beda, y S. Juan Damasceno. Y por tanto lo deben imitar, en quanto puedan, los Artífices perítos, y amantes de la verdad.

8 Y como, segun la diversidad de los tiempos, y los varios, y piadosos afectos de los que meditan, se nos representa á Christo Señor nuestro, ya vivo, ya pendiente de la Cruz, y puesto en aquella indecible agonía, ó ya difunto, y habiendo entregado su espíritu en manos de su Eterno Padre; se echa de vér bastante, lo que deberá observar el Pintor cuerdo en cada una de estas representaciones. Por esto, como el Señor no recibió sino despues de muerto, la herida del costado, que un soldado le traspasó con una lanza, conforme consta manifiestamente del Evangelio; no se le pinta dicha herida, ni debe pintarse, quando se nos representa á Christo todavía vivo, y sufriendo los terribles dolores de la Cruz. Pero quando se pinta ya muerto, é inclinada sobre el pecho su cabeza, conviene que se pinte, y represente entonces dicha llaga. Porque, si bien entre el tiempo que espiró el Señor, y aquel en que fué traspasado con la lanza su sacratísimo costado, medió no corto espacio, como podría probarse evidentemente   —441→   por las narraciones del Evangelio; sin embargo es cosa desacostumbrada, y casi nunca vista, el pintar á Christo sin dicha herida, quando se le representa ya muerto en la Cruz: y ademas, es esta una cosa que inspira en gran manera piedad, y excita á devocion. Mas, sobre quál de los costados fué traspasado con la lanza, y por consiguiente, quál de los dos debe pintarse con dicha herida, si el derecho, ó el izquierdo; no es esta una cosa del todo cierta, y que esté fuera de duda. Algunos defienden con el mayor empeño, que el costado izquierdo fué donde hirieron á Jesu-Christo; lo que, á su parecer, se prueba con bastante eficacia, de que, quando un hombre se pone frente por frente de otro, la mano derecha del uno corresponde á la mano izquierda del otro; y al contrario, la izquierda á la derecha. Por lo que, sobre el mismo asunto, quando uno se halla con otro en algun desafio, el hombro derecho, el costado derecho, y la mano derecha, naturalmente es llevada contra el hombro, y costado izquierdo del otro; y por consiguiente hiere al otro en el costado izquierdo. Parece, pues, regular, que el soldado que hirió con su derecha el Sagrado Cuerpo de Christo, le traspasase el costado izquierdo, y no el derecho: Esto lo confirman con lo que obró Dios con el Seráfico Padre San Francisco, quando por medio de un Serafin le imprimió sus llagas, como lo refiere S. Buenaventura; pues entonces apareció hermoseado con la llaga el costado derecho de S. Francisco, y no el izquierdo: estas son sus palabras979: Luego se aparecieron en sus manos, y pies, las señales de los clavos, manifestándose las cabezas de ellos en la parte inferior de las manos, y en la superior de los pies, y sus puntas por la contraria. Advierta aquí de paso el pío, y erudito Lector, otro lugar bastante claro, y elegante   —442→   para afirmar, que Jesu-Christo antes fué crucificado con quatro clavos, que con tres. Porque, á no haber sido así, no hubiera el santísimo, y Seráfico Padre manifestado en ambos pies, sino solo en uno, la cabeza del clavo que los traspasaba, á fin de manifestar mas al vivo la Imagen de Christo crucificado. Pero vamos al asunto. Tambien su costado derecho (prosigue el Doctor Seráfico) como traspasado con una lanza, estaba cerrado con una cicatríz encarnada; y derramando algunas veces sangre, teñía con ella la túnica, y los pañetes. Esto supuesto, arguyen así: Aquel Serafin, que imprimió las sagradas llagas á S. Francisco, tenia la figura, y efigie de Christo, como es evidente: Luego habiéndose aparecido cara á cara á S. Francisco, y habiéndole herido derechamente el costado derecho, y no el izquierdo, es señal que dicho Serafin llevaba la herida en el costado izquierdo. De que se sigue, que lo mismo sucedió con Jesu-Christo; y consiguientemente, que así debe pintarse, esto es, ostentando aquella sagrada herida en el costado izquierdo, y no en el derecho.

9 Pero yo, que soy de parecer de no apartarnos fácilmente de las cosas, y costumbres que están ya recibidas, pienso de muy distinta manera, y afirmo, que el Señor recibió aquella herida tan admirable, no en el costado izquierdo, sino en el derecho; y por tanto, que debe pintarse traspasado este, y no aquel: aunque tal vez es verdad lo que piamente meditan algunos, que la punta de la lanza penetró algun tanto el costado opuesto. Muéveme á sentir así, el uso invariable de las Imágenes, y de los Pintores, los quales, si no me engaño, siempre, ó casi siempre (pues no me atrevo á hablar tan confiadamente) lo representan de esta manera. Ni convencen lo contrario las objeciones que antes hemos puesto. Confieso, por lo que toca á la primero, que quando uno pelea con otro en un desafio, su mano derecha se dirige contra el costado izquierdo del otro;   —443→   pero digo, que esto sucede así, por estár ellos entonces cara á cara, y frente por frente: porque de otra suerte, si uno embiste á otro por el costado derecho, nada impide que le hiera en el mismo costado; y aun es forzoso que suceda así, como se hará evidente á qualquiera que haga reflexîon sobre el caso. De que se infiere, que si el soldado que vibró la lanza (ora anduviese montado á caballo, como freqüentemente le pintan, ora estuviese en pie, pues sobre esto nada define el Evangelista) acometió el costado derecho de Christo, era preciso que traspasára aquel costado, y no el izquierdo. La segunda razon, si bien se exâmina, nos es mas favorable que contraria. Porque queriendo el amantísimo Jesus transformar en alguna manera á su amado Siervo, en la figura, é Imagen del Crucifixo, de tal suerte dispuso, y ordenó el hecho, que aquel Serafin que le habia de imprimir las llagas, llevaba en su costado izquierdo la llaga, ó aquel rayo, con que habia de imprimir la herida del costado en la carne del glorioso S. Francisco: para que llegando de este modo á tocar su costado derecho, en la parte en que debia estár, imprimiese allí como una cicatríz que habia abierto la lanza: á la manera que un sello, ó una lámina de metal, que se ha de imprimir sobre cera, ó en una carta; lo que en esta, ó en la cera se debe representar á la derecha, lo vemos antes en el sello, ó en la lámina, á la izquierda.

10 Pero volvamos á los Ladrones que fueron crucificados con el Señor. Con efecto, constando dos cosas por la Fé; la primera, que estos fueron crucificados de suerte que el uno estaba á la derecha, y el otro á la izquierda de Christo Señor nuestro, como consta clarísimamente de los Evangelistas; la segunda, que el uno de ellos, con los auxîlios de la gracia Divina, é inefable, se hizo de repente predicador de Christo, Santo, y Confesor de su Divinidad, permaneciendo   —444→   su compañero en la obstinacion; es debido, que á aquel se le pinte al lado derecho, y vuelto el semblante hácia Christo; y á este, á saber, al malo, el qual, como imagen que era del Pueblo judaico, persevera ladron hasta el fin980, se le coloque al lado izquierdo, y vuelto su semblante feróz á la otra parte. Pero á ninguno de ellos, quando les pintan todavía vivos, como freqüentemente lo hacen, se les ha de pintar quebradas con un palo las piernas, no habiendo acontecido esto hasta el fin de la muerte de los dos: para que con este nuevo tormento, ciertamente cruel, vencidos por el dolor, é inhumanidad, acabáran luego sus vidas. Y lo que he dicho poco há, sobre poner al Buen Ladron á la derecha de Christo, y al malo á la izquierda, aunque no han faltado quienes han pretendido haber sucedido enteramente lo contrario (que no hay opinion alguna, por absurda que sea, que carezca de patronos) me parece del caso hacer vér, que dicho modo de sentir no está fundado en meras conjeturas, sino tambien en testimonios de los Padres antiguos. Pues callando ahora lo que dicen otros, así lo enseñaron expresamente S. Agustin, y S. Leon Magno981. El primero dice: La misma Cruz, si se considera bien, fué el tribunal: porque puesto en medio el Juez, el Ladron que creyó, quedó absuelto; el que insultó, salió condenado. No habrá, pues, medio Fué el uno semejente á los que estarán á la izquierda, y el otro á los que estarán á la derecha. Y S. Leon Magno confirma lo mismo con estas palabras982: Jesu-Christo Hijo de Dios, fué clavado en la Cruz que él mismo habia llevado, y junto con él fueron crucificados dos ladrones, uno á su derecha, y otro á su izquierda: para que en la misma forma del patíbulo, se manifestase aquella separacion de   —445→   todos los hombres, que hará él mismo en el dia del juicio, expresando la fé del ladron que creyó, la figura de los que se salvarán; y la impiedad del que blasfemaba, los que se condenarán. Hasta aquí San Leon: para que solo de este lugar se eche de vér, que el despreciar estas cosas, aunque parezcan menudencias; si no es una cosa impía, es á lo menos cosa propia de ignorantes.

II Mas extrañeza causaría el vér la Imagen de la Virgen Santísima, que estaba en pie junto á la Cruz de Jesu-Christo su Hijo, como nos lo dice el Evangelio de S. Juan; si de antemano hombres gravísimos, y doctísimos con mucho peso de razon, y autoridades de los Santos Padres, no hubieran destruído la vana opinion de algunos, que pintaban á la Sacratísima Virgen (como yo he observado mas de una vez en Pinturas antiguas) no estando en pie junto á la Cruz, como convenia, sino postrada en el suelo, padeciendo deliquios, y desmayos, y casi sin sentidos: midiendo el hecho por su antojo, y segun su propia debilidad, y flaqueza; no por el valor, y constancia de tan gran Virgen. Confieso que ya rara vez vemos esto en las Imágenes, y Pinturas de Christo crucificado: pero lo que acaso es peor, se oyen algunas veces Predicadores, los quales teniendo zelo, pero un zelo, que como dice el Apostol, no es arreglado á la ciencia, predican ignorantemente al Pueblo estas, ú otras cosas semejantes: sin embargo de que todo lo dicho, por no decir otra cosa peor, son boberías, y hablillas de viejas que antiguamente habian cundido tanto, que un hombre de mucho juicio, y gran Theólogo983, se vió precisado á escribir un librito para refutarlo; y con mucha razon. Porque ya mucho antes habian reprehendido este modo de pensar, ó de errar, los Santos Padres.   —446→   S. Ambrosio dice984: Pero María, portándose con no menor fortaleza, que la que correspondia á la Madre de Jesu-Christo, por mas que huyeron los Apóstoles, ella estaba en pie ante la Cruz, mirando con piadosos ojos las llagas de su Hijo. Lo mismo afirma en otros lugares. Y S. Anselmo, devoto contemplador de la piedad, y ternura de la Virgen, habla así de dicha Señora: Entre tantas angustias como padecía su Hijo, ella sola estaba en pié, y constantemente firme en la Fé. Estaba digo en pié con mucho decoro, y conforme á su pureza virginal No se arañaba en medio de tantas amarguras, no maldecía, no murmuraba, ni pedía á Dios venganza de los enemigos; sino que estaba en pié guardando su decoro, y modestia, y mostrando que era virgen pacientísima, llena de lágrimas, y sumergida en dolores Finalmente, omitiendo á los demas, S. Antonino, Varon esclarecido por su piedad, y sabiduría, dice985: Estaba (la Virgen) en pie, vergonzosa, modesta, llena de lágrimas, y sumergida en dolores; pero con tal conformidad en la voluntad de Dios, que (como dice San Anselmo) si hubiese convenido, para cumplimiento de la divina voluntad, ella misma hubiera puesto en cruz, y ofrecido á su Hijo: pues no fué menos obediente que Abrahan

12 A estos Santos Padres que he citado, podria añadir muchos Varones Católicos, que han trabajado grandemente en favor de la Iglesia, si no fuera esta una cosa muy notoria entre los hombres sabios, y píos. Sin embargo no puedo menos de poner aquí las palabras de un erudito Escritor986, que dice así: ¿Quién podrá sufrir la, casi diría, impiedad de los Pintores, ó de algunos hombres mal intencionados, que nos representan haberse arrancado   —447→   la Virgen los cabellos, afeado el semblante, golpeado el pecho, haber caído en tierra, y padecido deliquio; de suerte que faltándole solo el espirar, nos la pintan sostenida en brazos agenos, como otra qualquiera madre del vulgo? Por lo que, si se objetan en contrario algunos testimonios de Santos Padres, ó Doctores píos, ó bien se han de interpretar en un sentido pío, ó por lo menos, no se ha de cuidar mucho de ellos, sino omitirlos con prudencia: por no ser dichos Padres, si es que hay algunos, de mucha antigüedad, pues los mas antiguos, no solo no han hablado así, sino que han indicado muchas veces lo contrario. A mas de que, algunos de aquellos libros, y tratados que se citan, son inciertos, y de poca fé, ó por lo menos, dudosa. Sabiamente, como acostumbra, vió todo esto, y lo advirtió el Doctor Exîmio987 Pero baste lo dicho, particularmente habiendo tocado arriba algo de esto988. Hase, pues de pintar á la Virgen Santísima, triste sí, pero con mucha modestia, y estando constantemente en pie junto á la Cruz, como con expresas palabras lo dice el Evangelio: mas, sobre si derramó, ó no, algunas lágrimas, es cosa que se puede dudar, en especial por negarlo abiertamente un Autor gravísimo, como es San Ambrosio989, con aquellas palabras tan sabidas: Stantem lego, flentem non lego. A mí me parece que no hay inconveniente en afirmar, ni tampoco en pintar á la Santísima Virgen saltándole piadosas lágrimas de sus ojos: así por afirmarlo los Padres, y Autores, cuyos testimonios hemos producido antes; como por parecer, que la Iglesia misma es de este sentir, aplicando á la Virgen Santísima990 en el Rezo de sus Dolores, aquellas palabras: Mi rostro se entumeció de llorar, y mis párpados se entenebrecieron; y por esta   —448→   razon, tal qual soy yo, no he tenido reparo en enseñar esto mismo al Pueblo en un Sermon que anda impreso991. Y por lo que respeta á S. Ambrosio, se puede responder, que este tan gran Santo no aprobó el que se dixera de la Virgen, exemplar, y modelo de valor, de constancia, y de modestia, que rompió en desmedidos lloros, y aullidos mugeriles; pero que no le negó el que derramase quietas, y piadosas lágrimas. Algunos han tratado sobre el lugar donde debia colocarse á la Virgen en la tabla, ó Pintura de Christo crucificado; ni faltaron quienes han dicho, que se le debia poner á la izquierda del Señor: yo juzgo lo contrario, siguiendo la costumbre comun, y recibida de pintarla á la derecha, en medio de Christo, y del Ladron convertido: á que se agrega una razon, y pía conjetura; á saber, porque era justo, que entre Jesus, y el pecador convertido, y ya hecho justo, estuviera de por medio la Inmaculada Virgen, y mediadora entre los hombres. Pero descendamos á otras cosas.

13 Pintan muy bien á uno de los soldados, que poniendo en una caña una esponja, daba á beber con ella á Jesu-Christo, ó la aplicaba á su boca, por referirse esto claramente en el Evangelio, que dice992: Sabiendo Jesus, que ya todo se habia cumplido, para que se cumpliese la escritura, dixo: Tengo sed. Habia un vaso lleno de vinagre; y los soldados llegáronle á su boca una esponja llena de vinagre, revolviéndola con hisopo. Digo, que los Pintores hacen muy bien en pintar así este hecho, aunque sobre él se ofrece mucho que exâminar; lo que por no tocar propiamente á la Pintura, lo omito gustoso, remitiendo al Lector á un Autor que he citado muchas veces993. Una cosa hay que no la pintan bien; á saber, que para representar á los Sacerdotes llenando de oprobrios á Jesu-Christo, les pintan   —449→   con ornamentos Sacerdotales, y con algunos que no eran propios de todos los Sacerdotes, sí solo del Sacerdote Sumo, como era el que llamaban Rationale. Porque aunque es certísimo, que los Sacerdotes de los Judíos, y aun los principales entre ellos, asistieron á aquel indignísimo suplicio, y crucifixîon del Salvador, haciendo burla de él, y mofándole con atrevidas injurias, como bastantemente se echa de vér por lo que dicen los Evangelios994; sin embargo es falso que asistiesen, ó que pudiesen asistir, sino yendo contra sus ritos, y ceremonias, adornados con los vestidos, é insignias Sacerdotales, de que solo usaban en el Templo, como diximos arriba995 Pero los Pintores no se paran mucho en estas cosas: y de aquí es, que se manifiestan ridículos quando quieren ostentar alguna erudicion. Pintan tambien á los soldados jugando á los dados, y partiéndose mutuamente entre sí los vestidos del Señor; y los pintan á la manera que suelen practicarlo hoy los Militares, esto es, jugando sobre el tambor. No tiene duda, que en quanto á la substancia del hecho, los pintan bien de este modo, pues todo consta de la narracion del Evangelio: y este oprobrio que hicieron á Jesu-Christo, como que no fué de los menores que padeció el Señor, lo predixo el Real Profeta con estas palabras996: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Pero por lo que toca al modo de pintarlo, y representarlo, no hacen muy bien en este particular; por ser bastante cierto, que ni los dados con que jugaban los antiguos eran parecidos, sino distintos de los nuestros, como se colige por lo que leémos en los Antiquarios; ni tampoco es verdad, ni aun verisimil, que echasen los dados sobre el tambor, que no tuvo ningun uso en la Milicia antigua. Pero es preciso condonar alguna cosa, en especial quando   —450→   no corre ningun riesgo la piedad, ni la Fé, singularmente quando los Pintores apenas tienen otro medio para dar á entender, que los soldados que crucificaron á Christo, echaron suertes sobre los vestidos del Señor. Digo sobre los vestidos, porque (por no callar lo que de algun modo dice tambien relacion con la Pintura) los Intérpretes modernos han advertido muy bien, y juiciosamente, que no solo la túnica inconsutil (que si se hubiera cortado, se hacía enteramente inutil) se adjudicó por suerte, y por un tiro de dados á uno de los verdugos; sí tambien las demas vestiduras (que por lo menos fueron dos) haciendo los mismos soldados quatro partes de ellas, y dividiéndolas por las costuras, ó de otro modo: y que divididas ya, y partidas, echaron suertes sobre ellas, para que nadie pudiera quexarse de que á él se le daba la parte menor, ó la peor. Y este es (si mucho no me engaño) el mismísimo sentido en que lo entendieron los Evangelistas, y principalmente S. Marcos, quando dixo997: Y quando lo hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos para lo que habia de llevar cada uno. A que no se opone, antes es muy conforme, lo que escribió San Juan, diciendo998: Los soldados, pues, habiendo crucificado á Jesus, tomaron sus vestidos (é hicieron quatro partes: una para cada soldado) y la túnica Esto es, despues de divididos, y partidos los vestidos exteriores, de los quales cupo por suerte una parte á cada uno de los soldados; se vino á la túnica interior, de la qual, mas claramente que los demas, escribió S. Juan999: La tunica era sin costura, texida toda desde arriba Y dixeron entre ellos: No la dividamos, sino sorteémos sobre ella de quién será Véase ademas de otros al Doctor Exîmio1000.

  —451→  

14 Dos cosas restan ahora que advertir, y exâminar sobre esta materia. La primera acerca del título que pusieron sobre la cabeza de Jesu-Christo, el qual es cosa recibida hoy, é inconcusa (pues todavía ha quedado, y se manifiesta en Roma) que no fué otro, sino el que refiere San Juan, á saber: IESUS NAZARENUS REX IUDÆORUM: sobre el qual dicen algunas cosas los Intérpretes modernos. Y constando por la Fé, que este título fué escrito en tres lenguas, en Hebréo, en Griego, y en Latin (acerca de lo qual, y sobre el misterio que esto encerraba, han dicho muchas, y excelentes cosas aun los Padres antiguos): sin embargo nuestros Pintores freqüentísimamente lo abrevian, escribiendo solo las primeras letras de cada diccion, de esta manera I. N. R. I. Lo que no debe parecer ningun absurdo, por haber sido cosa muy usada entre los Romanos, particularmente en sus lápidas, ó tablas, escribir en abreviatura, ó en compendio, como decian, sentencias enteras, poniendo solamente las letras iniciales, que cada una de ellas correspondia á una diccion entera. Es cosa esta tan sabida, que no necesita de comentario; pues nadie ignora lo que quieren decir estas letras H. S. E. S. T. T. L. Hic situs est. Sit tibi terra levis, y otras muchas: ni aquellas que aun las viejas las léen S. P. Q. R. Pudo, pues, suceder, que la escritura Latina del título, estuviera compendiada en estas letras I. N. R. I. las que facilmente qualquiera hubiera leído, y dicho: IEUS NAZARENUS REX IUDÆORUM. Pudo, digo: bien que no concederé con facilidad que sucediese así: aunque no hemos de negar á los Pintores la facultad de abreviarlo de modo que qualquiera pueda leérlo facilmente, y sin ningun trabajo. Otros, que quieren parecer mas eruditos, pretenden expresar todas las letras de cada una de aquellas lenguas: pero á excepcion de las Latinas ¡quán absurdamente hacen en las demas! Allí verías letras   —452→   Hebréas; ó que los Pintores pretenden ser tales, que lejos de parecerse á alguna Escritura Hebréa, mas presto se parecen á las de los Indios, Turcos, ó Coptos; y lo que es mas, se vén algunas veces letras Griegas, que mas parecen Armenas, Rusas, ó Polacas. No ignoro, que las letras de los Hebréos antiguos, no son las mismas de que se valen los menos antiguos, y de que estos han usado de muchos siglos á esta parte, á saber, despues de la vuelta de la cautividad de Babylonia. Pues desde entonces, empezaron á usar de los caractéres Caldéos en lugar de los antiguos Samaritanos, de quienes usaban únicamente, y sin distincion, quantos pasaban por Israelitas. Sobre lo qual podrán otros trabajar una disertacion mas larga. Sin embargo los caractéres que ponen algunos en el título de la Santa Cruz, ni son Samaritanos, ni Caldéos, ni huelen á otra cosa sino á mera barbarie. Y lo mismo, bien que con mas moderacion, debe entenderse tambien de las letras Griegas que pintan algunos, aunque haya habido bastante variedad en el modo con que escribian los Griegos antiguos, esto es, en su Palæographia; sobre la qual un Varon muy erudito1001 ha escrito un libro entero.

15 Me era muy facil poner todo esto á la vista con los caractéres propios de dichas lenguas: pero estos (tales ván nuestras cosas) apenas se hallan ya en nuestras Imprentas; y si, despues de mucho trabajo, se encuentran en alguna parte, puede mirarse como uno de los trabajos de Hércules el lidiar con los Impresores, para que los manejen, y coloquen como corresponde1002. Y así, á fin de que no se tenga enteramente por desconocida una cosa (que parece me toca á mí mas de cerca) me ha parecido poner á la vista de los Lectores el   —453→   título entero de la Cruz con este lema, aunque no grabado con toda propiedad, que puede leerse así, guardando el modo propio de leér de cada idioma.

Inscripción

Esto es, en Hebréo: IESUAHH HANOTSRI MELECH HAIEHUDIM. En Griego: IESOUS ó NAZORAIOS ó BASILEUS TON IOUDAION. Y finalmente en Latin: IESUS NAZARENUS REX IUDÆORUM.

Sin embargo es preciso notar acerca de esto algunas cosas, para que si este mi trabajo, tal qual es, cayese tal vez en manos de hombres mas instruídos, conozcan que he puesto algun cuidado. Porque en primer lugar puede dudarse, si las letras que se pusieron en el título de la Cruz, en la lengua que el Evangelio llama Hebréa, fueron letras propiamente Hebréas; á saber, las que entonces usaban los Hebréos para escribir los libros sagrados? ó si mas presto fueron Syro-Caldéas, de las quales usaban como de propias, en el trato, y vulgar comercio entre los hombres, y hoy las usan tambien en la Sagrada Escritura los Syros, como ciertamente lo son los Maronitas del Monte Líbano? Crece esta pequeña duda; porque Christo Señor nuestro en su predicacion, no usó de otra lengua, sino de la que llaman, y vulgarmente se tiene por Syro-Caldéa: la que con ser muy semejante á la Hebréa, de suerte que mas presto parece puede llamarse distinto dialecto, que   —454→   idioma diverso; sin embargo tiene sus propios caractéres, y no poco desemejantes á los de la lengua Hebréa; lo que facilmente podria ilustrar con muchas, y varias observaciones: pero no quiero detenerme demasiado en cosas que solo deben tocarse aquí de paso, ni menos quiero dar lugar á que se créa, que hago alarde de esta corta erudicion. Digo, pues, que parece mucho mas probable, que las letras que se pusieron en el título de la Cruz del Señor, fueron propiamente Hebréas, del todo semejantes á las que vémos en las Biblias Hebréas; y que en ningun modo fueron Syriacas, ó Syro-Caldéas. En conseqüencia de esta opinion, he expresado el título de la Cruz con letras puramente Hebréas, que se han usado de muchos siglos á esta parte. Fuera de esto, he representado las letras, así Griegas, como Latinas, con caractéres mayúsculos: cosa que únicamente podrá reprehenderla el que ignore, que los antiguos solo usaron de semejantes letras, como lo saben hasta los muchachos, y consta por las inscripciones de varias lápidas, y lo que es mas, por libros antiguos que se vén en las Bibliotecas de los Príncipes, donde se léen las obras de Ciceron, de Virgilio, y de Horacio escritas todas con letras mayúsculas; y lo que no parecerá tan antiguo, así se léen las Pandectas Florentinas. Finalmente he puesto los idiomas por el orden con que los refiere el Evangelio de S. Juan, el qual haciendo, segun parece, una descripcion mas exâcta del hecho, dice1003: Y estaba escrito en Hebréo, en Griego, y en Latin: sin embargo de haber escrito S. Lucas: Y el rótulo que habian puesto sobre él, estaba escrito con letras Griegas, Latinas, y Hebréas Lo que (en caso de serlo) es muy ligera diferencia. Pero baste sobre este punto.

16 Lo otro, que me ha parecido del caso advertir aquí, es, que al pie de la Cruz suelen pintar muy á menudo el   —455→   cranio de un hombre, y dos huesos. Sobre lo qual se ha de tener por cierto, que en este particular no se comete ningun error, y que esto no procede de ignorancia; pues dicho modo de pintar puede traér su origen de tres distintos capítulos. El primero, de que, como sintieron muchos Santos Padres antiguos, en el mismo lugar donde Christo fué crucificado, estaba sepultado muchos tiempos habia nuestro primer Padre Adán. Así expresamente lo enseña Tertuliano en aquellos versos (si es que son suyos) los quales dicen así1004:


Hic hominem primum suscepimus esse sepultum:
Hic patitur Christus; pio sanguine terra madescit:
Pulvis Adæ ut possit veteris, cum sanguine Christi
Commixtus, stillantis aquæ virtute lavari

Lo mismo dicen Orígenes, S. Athanasio, S. Ambrosio, S. Basilio, S. Juan Chrisóstomo, S. Agustin, y otros1005: de los quales, aunque alguna vez se apartó S. Gerónimo, sin embargo fué tambien tal vez de este parecer. Observa S. Basilio, uno de los Padres que hemos citado antes, que esta fama no se ha conservado en la Iglesia por escrito, sino por tradicion, y por esto sabia, y prudentemente advirtió el Doctor Exîmio tom. 2. in 3. p q. 46. art 10. ser esta una cosa que no debia despreciarse. Pero séase de esto lo que se fuere (pues otros Autores sienten lo contrario) pudo haber otra razon para pintarse el cranio, ó calavera de un hombre al pie de la Cruz de Jesu-Christo. Esta razon, que es muy conforme á la letra, es, que aquella montaña, ó pequeño monte en que Christo fué crucificado, era conocido por el nombre de Calvario: pues como aquel   —456→   lugar era el puesto destinado para la muerte de los reos de pena capital1006, ó para cortar en él las cabezas á los reos, como dice S. Gerónimo; ó bien estaba lleno por todas partes de cranios, ó calaveras de hombres, ó finalmente (y esta es la última razon que apuntamos antes para poderse pintar dicho cranio) porque así se significaba oportunísimamente, que Christo Señor nuestro con su santísima muerte padecida por nosotros, destruyó, y venció la muerte que incurrimos por el pecado, mereciéndonos la gloria, é inmortalidad. Y así, esta costumbre de pintar el cranio al pie de la Cruz, por ningun capítulo puede reprehenderse, ni debe dexarse de practicar: y aun me acuerdo haber observado no una sola vez, pintado al pie de la Cruz, no solo el cranio, sí tambien la figura entera de un hombre compuesta de huesos, ó (como decimos) un esqueleto entero. Lo que, aunque no es tan freqüente no por esto se ha de decir que hacen mal, ó neciamente los que lo practican; pues expresa mas al vivo el pensamiento de la gloria de la Cruz de Christo, y la victoria que alcanzó por ella de la muerte, que es lo que leémos á cada paso en la Escritura, y en los Santos Padres.