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El primer Conde de Ficallo

Antonio Sánchez Moguel





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El mismo día que ví por primera vez el sepulcro de Suárez, recorriendo después cuidadosamente las Capillas de San Roque, en la Mayor, á la parte del Evangelio, reparé en una credencia de mármol empotrada en el muro, detrás de la cual se veían al descubierto los dos primeros renglones de una lápida que decían así:

ESTA CAPELLA HE DE D. IOĀO D BOR
IA I.º CONDE DE FICALHO DO CON.....

La credencia tapaba por completo lo restante de la inscripción. Las dos líneas que acabo de transcribir eran, no obstante, suficientes por sí solas para indicarnos que se trataba del enterramiento de otro español insigne: el segundo en edad, primero en merecimientos de los hijos de San Francisco de Borja.

El título de primer conde de Ficallo impedía toda confusión entre este D. Juan de Borja y otros de la familia de igual nombre y apellido, por ejemplo, el padre y el abuelo de San Francisco. En la historia inédita de la Casa de Borja, que posee nuestra Academia entre los manuscritos de Salazar, y en el Compendio de la Historia genealógica de la Real familia de Borja, del Dr. Juan Alonso Calderón, que existe, igualmente inédito, en nuestra Biblioteca Nacional, se llama primer Conde de Ficallo, no á D. Juan, sino á su hijo D. Carlos de Borja. Asimismo, entre los primeros títulos de Portugal se cuenta hoy día el condado de Ficallo, cuyo origen es bien posterior á los tiempos de D. Juan de Borja.

Mis investigaciones en el Archivo de la Torre do Tombo, me permiten afirmar resueltamente que entre la Casa, de Borja y la de Melo, poseedora hoy del condado de Ficallo, no existe parentesco alguno inmediato, y que el título portugués no es, por consiguiente, el mismo que llevó D. Juan de Borja, indiscutiblemente   —481→   primer conde de Ficallo, como vamos á ver. En el Libro 7.º de Donaciones de Felipe II de Portugal, III de España, se halla la Carta Regia, dada en Madrid á 23 de Octubre de 1599, en que se crea el condado de Ficallo á favor de Doña Francisca de Aragón, portuguesa, y de su marido nuestro D. Juan de Borja1. En el Libro 19 se reproduce aquella Carta y se inserta otra del mismo Rey, fecha 8 de Marzo de 1607, en que se autoriza á Doña Francisca para renunciar el condado de Ficallo en D. Carlos de Borja, único de los hijos de D. Juan y Doña Francisca «que está declarado por Portugués»2. D. Carlos, segundo Conde de Ficallo y Duque de Villahermosa, nació en Lisboa, como se declara en las Pruebas de su hijo D. Francisco para el hábito de Santiago existentes en el Archivo Histórico Nacional. Desde entonces quedó el condado de Ficallo en la Casa de Villahermosa, cuyos Duques lo siguieron usando después. En la última Guía de Madrid no viene entre los que hoy conserva. Há poco que el Duque Don José Antonio de Aragón no lo contaba ya entre los suyos, conservando, en cambio, otro título portugués: el Condado de la Mouta.

Los nuevos Condes de Ficallo, tienen principio en Pedro de Melo, fidalgo de la Casa real, por merced de D. Juan IV (Libro 13 de Donaciones, fol. 83) fecha en Lisboa á 9 de Agosto de 1641, no 1610 como por error dice el libro; porque en 9 de agosto de aquel año no había entrado á reinar D. Juan IV, y porque el documento que le precede (fol. 82) y el que le sigue (folio 83 vuelto) son de 16413. D. Alfonso VI, en 29 de Julio de 1678, hizo Señor de Ficalho á D. Francisco, hijo de Pedro de Melo; y Doña María I, en 25 de Abril de 1789, creó el nuevo condado de Ficalho, que hoy lleva dignamente uno de los más cumplidos caballeros y de más amor á las ciencias y las letras que tiene Portugal, por cierto peritísimo como quizá ningún otro título del Reino, que no haya residido largo tiempo entre nosotros, en el manejo de la lengua castellana.

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Después de lo dicho, no necesito ponderar el interés vivísimo con que promoví el descubrimiento total de la lápida de D. Juan de Borja. Me es muy grato manifestar aquí que el Dr. Carvalho se apresuró á dictar las órdenes oportunas, y que el arquitecto Sr. Mena las cumplió con tal diligencia y eficacia, que aun antes del día señalado quedó arrancada la credencia y enteramente visible la lápida que ocultaba.

Hela aquí:

Lápida_1

Por primera vez sale hoy á luz inscripción tan curiosa, que ni los historiadores de la Compañía de Jesús, ni los que han descrito la iglesia de San Roque, que conocemos, no sólo no han publicado, pero ni mencionado siquiera. Y no hago extensivas estas afirmaciones á las biografías de D. Juan de Borja, porque desgraciadamente no existe, que sepamos, ninguna hasta el presente. Tampoco las relativas á su santo padre nos dan noticia alguna concreta del enterramiento de su ilustre hijo. El primero y único escritor que menciona la capilla donde yace, sin transcribir ni mencionar la inscripción que dejo copiada, es el P. Téllez en la 2.ª parte, capitulo XXVI de su obra, de que ya hemos hablado al tratar del sepulcro de Suárez.

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Según Téllez, los PP. de San Roque concedieron el patronato de la capilla Mayor á D. Juan de Borja y su mujer Doña Francisca Aragón, los cuales, si no fabricaron por entero dicha capilla, costearon «o pavimento de pedraria... com hum grande carneiro pera sua sepultura». Además, D. Juan de Borja, por su parte, regaló á la iglesia de San Roque el más preciado tesoro que posee, infinitamente más valioso que la fábrica toda de la capilla Mayor: la colección de reliquias que durante su vida fué: allegando, y que es sin duda la más importante que existe en Portugal, con la cual se formaron dos grandes relicarios en las capillas de los Santos Mártires y de las Santas Vírgenes, laterales á la capilla Mayor.

Del número y calidad de estas reliquias puede formarse cabal idea leyendo el curioso libro: «Relaçam / do solenne / recebimento que se fez em Lisboa ás / santas reliquias q se leuáram a igreja de S. Roque da compahia de / Iesu aos 25 de Janeiro de 1588», escrita por el Licenciado Manoel de Campos (Lisboa, 1588), traducida al castellano por Alvaro de Veancos en el año siguiente, y que salió á luz en Alcalá en casa de Juan Iñiguez de Lequerica, con el título: «Relacion / del solene recebimien / to que se hizo en Lisboa a las santas Reli / quias que se lleuarō á la yglesia de San / Roque, de la Compañia de Iesus / a veinte y cinco de Enero / 1588./» He visto ejemplares del original portugués y de la versión castellana en la Biblioteca Nacional de Lisboa. Al decir de Campos, «depois de Dom Alfonso Anrriques, primeiro Rey de Portugal, em cujo tempo Lisboa vio, & recebeo o corpo do insigne martyr Sam Vicente, seu padroeiro, nunca teue, nem festejou tesouro de taes, & tantas reliquias juntas, nem gozou de tan solēne memoria de semelhantes penhores do Ceo.»

Compréndese, pues, que D. Juan desease dormir el ultimo sueño cerca de su querido tesoro, y que la gratitud de los Padres de la Compañía le concediese, para satisfacerlo, el patronato de la capilla Mayor de San Roque. Su voluntad fué religiosamente cumplida, pues habiendo fallecido en el Escorial, fué trasladado su cadáver á Lisboa y sepultado cerca de sus amadas reliquias. Yacen hoy sus restos en el centro de la capilla Mayor en túmulo bajo el pavimento, que ha sido recientemente abierto y   —484→   examinado por el Dr. Garvalho, según me escribe en 3 del corriente.

Esto dicho, importa advertir que aun cuando la inscripción de la capilla Mayor de San Roque dice que era de D. Juan «pera seu enterro e da condessa sua molher d. F.ca de Aragāo e de seus filhos e descendentes», es lo cierto que en ella, como ya Téllez escribía, «só jazem os ossos do dito D. Ioam de Borja», y que no consta en modo alguno que recibiesen allí jamás sepultura ni Doña Francisca, ni los hijos que hubo en ella de que tenemos noticia, á saber: D. Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache y Virey del Perú; D. Fernando, Comendador Mayor de Montesa, Virey de Aragón y Valencia; D. Antonio, Capiscol de la Santa Iglesia de Toledo, y D. Carlos, segundo Conde de Ficallo, Duque de Villahermosa, y Presidente del Consejo de Portugal.

Tampoco yacen en tierra portuguesa la primera esposa de don Juan, Doña Lorenza Oñez, Señora de la Casa de Loyola, de la familia de San Ignacio, ni las cuatro hijas de este matrimonio, que no tuvo varones, Doña Leonor, mujer de su primo hermano D. Pedro Centelles de Borja; Doña Margarita, Condesa de Fuensaldaña, y Doña Francisca y Doña Juana, monjas en las Descalzas Reales de Madrid.

Llegados aquí, ocurre preguntar: ¿Por qué D. Juan de Borja prefirió un templo portugués á todos los de España para enriquecerlo con las reliquias que con tanto trabajo y á tanto coste había logrado reunir? Según el P. Téllez, por «o amor que tinha aos Portugueses, porque além delle ser filho de may Portuguesa, á saber, de Dona Leonor de Castro, tambe estava casado com outra senhora Portuguesa, que foy Dona Francisca de Aragam... senhora muy affeiçoada á Companhia e facilmente persuadio ao Conde seu Marido que aos Padres de Portugal ficesse a entrega deste seu tam prelado, & tam pretendido thesouro».

Por mi parte, declaro que no me persuaden las razones del P. Téllez, así porque de la relación del recibimiento de las reliquias en Lisboa se deduce claramente que fué acto espontáneo y personal de D. Juan, como porque su amor á los portugueses, que realmente fué grande, y el ser hijo de madre portuguesa y marido de portuguesa también, no explican la preferencia de una   —485→   iglesia determinada de Portugal sobre las otras del mismo reino; esto es, la Casa Profesa de los Jesuitas en Lisboa.

Esta preferencia es perfectamente explicable con sólo tener en cuenta que la fundación de la Casa de San Roque, cabeza luego de la Compañía de Jesús en Portugal, fué obra principalmente de San Francisco de Borja.

Téllez, que escribía en los primeros años de la separación de Portugal, bien por esta circunstancia, bien simplemente por dejarse llevar de su cariño á Portugal, su patria, no fue justo con los españoles que contribuyeron á la fundación de San Roque, atribuyendo en exclusivo á los portugueses D. Pedro Mascarenhas y Francisco Correa toda mediación con los Reyes D. Juan III y Doña Catalina para allanar las grandes dificultades con que tropezó á los principios la fundación de aquella Casa. De los españoles P. Jerónimo Nadal, Comisario de la Compañía en España, y de San Francisco, que fueron expresamente á Lisboa para promover la fundación, apenas si cuenta que aquel dijo la primera misa el 1.º de Octubre de 1553 y que San Francisco predicó en ella.

«La Reyna Doña Catalina -escribía con entera verdad el Padre Ribadeneyra, contemporáneo de San Francisco y su biógrafo-gustó mucho de la comunicacion del Padre Francisco, á quien auia cobrado grande aficion, desde que en Tordesillas la auia servido siendo niño, y aora como oia sus sermones, y sus razonamientos y pláticas espirituales y veia la santidad de vida que en el resplandecia, estava admirada y le dava grande credito en todas las cosas de su anima, y en las demas que el Padre le aconsejava.» Y más abajo, hablando de San Roque, añadía: «En esta hermita, despues se ha edificado casa, y un templo suntuoso, y de los mayores y mas hermosos que ay en la ciudad, y se ha poblado todo aquel barrio de casas principales. Todo esto se deue al Padre Francisco: el qual con su presencia dió principio, y echó los primeros fundamentos de la Casa de San Roque.»

Comenzó el templo que hoy admiramos en 1566, esto es, tres años antes de ser nombrado D. Juan de Borja embajador en Portugal, y es bien comprensible que en los cinco años y medio que residió en Lisboa sirviendo su embajada, siguiese y favoreciese   —486→   con amor la suntuosa fábrica y sus progresos. Cuando se trató del techo, dícenos Téllez, que vino á Portugal un famoso arquitecto, enviado por Felipe II, «ó qual trazon a obra con hum novo invento, nunca visto en Portugal, dispondo o tecto com tal traca, (que semter colunas pelo meio da Igreja, que he tam larga, nas quaes se possa estribar) está segurissimo e parece que se sustenta no ar.»

Por todo lo dicho se explica bien claramente que amase con predilección la Casa de San Roque aquel de los hijos del santo Duque de Gandía, de quien el Cardenal Cienfuegos pudo decir en verdad y justicia que fué amador singularmente de su santo Padre. Acompañóle en su primer viaje á Roma; ayudóle la primera misa; imploró de continuo sus consejos; dió al mayor de sus hijos el nombre de su santo abuelo; promovió que el P. Ribadeneyra escribiese, como escribió, su Vida, y mereció que de él se dijese que heredó de su padre, si no los Estados, gran parte de su bondad y virtud.

Fué también su principal heredero en la inteligencia, en la cultura y en los servicios á sus Reyes y á su patria.

Nació D. Juan de Borja el año de 1533 en Bellpuig, yendo sus padres con Carlos V á las Cortes de Monzón. En la genealogía que encabeza las pruebas de su hijo D. Francisco para el hábito de Santiago (1602), se le supone natural de Valencia; pero en las del mismo D. Juan (1548) y en las de su nieto D. Francisco de Borja y Aragón (1642), se declara igualmente haber nacido en Bellpuig, y asimismo en las Vidas de San Francisco de Borja que escribieron Ribadenevra, Nieremberg, Cienfuegos y otros litógrafos del santo primer Marqués de Lombay.

En la correspondencia de D. Juan con Felipe II y con el secretario Zayas durante su embajada en Portugal, que existe inédita en el Archivo de Simancas, he encontrado curiosas noticias sobre sus primeras dignidades y empleos. En carta de 22 de Mayo de 1571, dice lo siguiente: «La encomienda de Reyna que yo agora tengo vale de tres á tres mil y quinientos ducados. Ha que la tengo 23 años. Dióseme por los servicios de mi padre. Por los míos no se me ha dado mas merced que la ayuda de costa que vine á servir en este offiçio.» Y en 26 de Junio de 1574, dice así:

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«No trato de lo que he servido, particularmente en San Sebastian, adonde estuue cassi tres años teniendo cargo de aquella fuerça, en tiempo de muchos tratos y de mucho trabajo sin ninguna merced ni ayuda de costas. Despues sé me mandó servir al Principe (D. Cárlos) á donde serui como los otros, y despues acá lo he hecho como v. m. ha visto.»



Era gentilhombre de Felipe II cuando este Monarca, el 6 de Diciembre de 1569, lo nombró Embajador de Portugal, en lugar de D. Hernando Carrillo de Mendoza. Tenía entonces nuestro Embajador treinta y seis años. Para que Felipe II le confiase una Embajada, entonces tanto ó mas importante que las de Roma, Viena y París, y en circunstancias verdaderamente difíciles y de prueba, pues había de entender nuestro D. Juan en asuntos tan graves como el del casamiento de D. Sebastián, preciso era que el Comendador de Reyna hubiera dado relevantes muestras de las señaladas cualidades que requería tan elevado puesto. Los siete abultados legajos que custodia el Archivo de Simancas relativos á esta Embajada (Estado 386-392) desde Enero de 1570 hasta Julio de 15754, patentizan con elocuencia que D. Juan de Borja poseía en alto grado aquellas cualidades, explican que al cesar en esta Embajada pasará á desempeñar la de Alemania, cerca del Emperador Rodulfo II, y que asimismo sirviese luego empleos de tanta dignidad y confianza como los de Vehedor da Fazenda, esto es, Presidente del Consejo de Portugal, y los Mayordomatos mayores de la Emperatriz Doña María, hermana de Felipe II y de Doña Margarita de Austria, mujer de Felipe III.

El casamiento de D. Sebastián, los proyectos de este Rey de pasar á Africa, que no fueron, como se cree, de los últimos años de su reinado, sino ya desde los primeros; su entrada en la liga contra el turco, las desavenencias y rivalidades de la familia real, fueron los principales asuntos en que nuestro Embajador tuvo que entender, y en algunos de los cuales fué auxiliado de su santo padre, como demostraré en su dia en estudio separado sobre este punto.

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Tratando del proyectado casamiento de D. Sebastián con Margarita de Valois, escribe Pinheiro Chagas que «a este casamento fez uma opposiçao decidida Philippe II d'Hespanha, e embaraçon por muito tempo as negociaçoes.» De los papeles de Simancas resulta precisamente todo lo contrario, esto es, que don Sebastián fué quien hizo por mucho tiempo la más viva oposición á este matrimonio, contra los consejos de su abuela la Reina doña Catalina y los de su tío Felipe II. Cabalmente la embajada de D. Juan de Borja tenía por principal objeto (habla Felipe II en carta á D. Fernando Carrillo, en 8 de Diciembre de 1569) «le embiar á decir por él lo que entiendo que le cumple y aconsejarle como á hijo el camino que en negocio tan grave deue tomar, pues por su poca edad ni lo deue alcanzar, ni los que le aconsejara llenan el intento que deuian, ó por no entender más ó por otros fines.» El 24 de Enero de 1570 escribí a el nuevo Embajador al Rey que entre las dificultades que D. Sebastián oponía al matrimonio «la mayor era -son sus palabras- la poca gana que el rey tenia de casarse, diciendo que su padre auia uiuido tan poco por casarse tan temprano.» Añádase á esto la «complision tan peligrosa para resolverse que D. Sebastián tenía, por ser tan colérico y sanguino.» Esto en cuanto á D. Sebastian, que por lo que toca a sus consejeros, llenas están las cartas de D. Juan de Borja de noticias y advertencias sobre las intrigas y esfuerzos con que combatían el proyectado matrimonio, como cualquier otro, hasta el punto de indisponer á D. Sebastián con Doña Catalina, cuya energía y tacto supremo reconoce y alaba en justicia y con su habitual elocuencia Pinheiro Chagas, añadiendo que en su espíritu «parecera que Deus fõra accender una scentella do genio do imperador Carlos V, su hermano.»

A tal punto llegaron las cosas, que Doña Catalina, partidaria decidida de aquel enlace, estuvo para venirse á España. «El agradar a estos prinçipes -escribía D. Juan en 25 de Octubre de 1574- téngolo por muy dificultoso segun entre si tienen diferentes gustos.» «El del Rey es tan vario que no se le puede dar regla çierta á lo que quiere ni dexa de querer.» En el libro, tan lleno de paradojas como aciertos, que se intitula «O Doutor Minerva,» recientemente publicado en Lisboa, se sostiene que como consecuencia   —489→   de los casamientos exclusivos y consanguíneos entre las dos casas reales de la Península en tres generaciones seguidas, vinieron á acabar en «um degenerado en Hespauha e outro em Portugal: o de Hespanhia (D. Carlos, hijo de Felipe II), disforme, doido, morto aos 24 annos, ou pela propia loucura, ou por causa d'essa loucura -o de Portugal (D. Sebastián), forte, epileptico, morto aos 24 annos pelos desvairamentos da sua epilepsia.»

Háblanos D. Juan de la «demasiada ambiçión de onrra que el Rey tenia, y que esta le hazia hazer cosas terribles.» Cuéntanos también sus tenaces proyectos de pasar á Africa años antes de la fatal jornada. Felipe II, que combatió ésta, como es sabido, se opuso también, como en las Cartas que examino se acredita, á los primeros intentos, escribiendo á D. Juan el 21 de Agosto de 1574 que trabajara «el desuiarle de jornada en q tanto puede perder.» En estos como en los otros encargos de su Embajada, cumplió D. Juan como bueno, mereciendo siempre la aprobación de su Monarca y la cooperación y confianza más decididas y afectuosas de la Reina Doña Catalina. En cambio D. Sebastián distó mucho de agradecer los leales y nobles consejos de D. Juan. «No puedo dexar de sentir mucho -escribía éste á Zayas el 25 de Octubre de 1574- lo mal que se me paga por este Rey el zelo que he tenido á lo que le conviene.» Doña Catalina, por el contrario, declaraba á Felipe II «el contentamiento -son sus palabras- que tengo de la persona de D. Juan de Borja y del cuidado con que trata las cosas de su servicio y ha tratado siempre las que tocan al mio y la consolacion que para mi ha sido mandarle Vuestra Alteza que asistiese aqui5

Por aquel tiempo, y en el palacio de Doña Catalina, conoció D. Juan á Dona Francisca de Aragón, que había de ser su segunda mujer poco más tarde. Doña Lorenza de Oñez falleció á primeros de Octubre de 1575, según he visto en carta de Alvaro de Veancos, Secretario que fué de D. Juan, de 15 de dicho mes y año, al Secretario Zayas, en la cual dice: «he recibido un plieguecito de vn italiano q fue criado del embaxor el qual me auisa   —490→   de la muerte de mi sª doña Lorenza (q está en el cielo) y que partia el embaxor sabado adelante por sus hijas.» En el año siguiente debió verificarse el matrimonio de D. Juan y Doña Francisca, pues de las pruebas para el Hábito de Santiago del hijo mayor de ambos, D. Francisco de Borja, resulta que éste nació en 1577, según unos testigos, en el mar, según otros, en Génova, en las casas del Príncipe Juan Andrea Doria, que fué su padrino. Caminaban entonces D. Juan y Doña Francisca para Alemania, adonde iba D. Juan de Embajador, á pesar de los ruegos de Doña Catalina á Felipe II para que le hubiese dado otro puesto, a causa de lo mal que probaba á Doña Francisca el pasage de la mar6.

No conozco mejor retrato de las calidades de Doña Francisca que el que escribió D. Juan ya viudo, el 17 de Diciembre de 1575, en carta al Secretario Zayas. «Doña Fraca de Aragon es hija de Nuno Rodriguez Barreto y de doña Leonor de Milan. Háse criado desde muy pequeña en casa de la Reyna de Portugal. Es la mas valida dama q su A. a tenido y mas estimada assi por su entendimiento y valor como por su buen parecer. Es la persona de que mas gusto muestra tener la Reyna. Sirvele la copa y viste y toca a su A. y en todo el tiempo en que la camarera mayor y las damas van á comer y cenar queda ella sola con la Reyna assi por ser su offiçio como por lo mucho que su A. gusta de su entretenimiento y conversacion por tenerla muy buena y muy facil. Es tenida por la mujer que mejor a sabido hacer el offiçio de dama que ha havido en nros tiempos en portugal y çierto entiendo que podría poner escuela desta facultad segun lo bien que sabe seruir a su Reyna y ha sabido ser seruida como dama. El Rey y el Cardenal y los demas príncipes la honra mucho.» En este hermoso panegírico habla ya el corazón enamorado de D. Juan y se descubren claramente las aventajadas prendas de escritor que poseía, de que dan no menos elocuente testimonio todas sus cartas y el curioso libro que comenzó durante su estada en Portugal y que coloca el nombre de su autor entre los que cultivaron con acierto el género en que otro embajador y literato español, Saavedra Fajardo, ostenta la primacía.

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Me refiero á su ya raro libro: «Empresas morales,» dado á la estampa en Praga, 1581, y sacado nuevamente á luz con otras que dejó manuscritas para dar á la imprenta, en Bruselas, 1680, por su nieto el Doctor D. Francisco de Borja, Arcediano Mayor de Valencia. En carta de D. Juan á Manuel Coresma Barreto, el 18 de Julio de 1575, recién salido de Portugal, después de declarar «el sentimiento y soledad con que partió en él y que se deue á la honrra y merced que en él he reciuido», se queja de que á la salida le hubiesen preso un hombre de su compañia, «Luis Jorge, oficial mechanico de iluminar y pintar cartas de marear el qual ha mas de cuatro años que es mi criado, y que me tiene començado a hacer vn libro de empresas

Tengo también por suyas las poesías que con el nombre y apellido de D. Juan de Borja vienen al frente de Las obras de don Ioan Fernandez de Heredia (Valencia, Mey, 1562), y del poema de Baltasar del hierro: «Libro y primera parte de los victoriosos hechos del muy valeroso camillero don Aluaro de Baçan (Granada, 1561). Su abuelo, de igual nombre y apellido, y también escritor, con quien podría confundírsele, había fallecido veinte años antes, en 1543. Poeta, y de los famosos de su época, cualesquiera que sean sus merecimientos reales positivos, fué el hijo mayor de Nuestro D. Juan D. Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache. Poetas y prosistas ilustres fueron también los amigos predilectos del autor de las «Empresas morales,» entre ellos Jaime Falcón, Fray Luis de Granada y Manuel de Sousa Coutinho, después Frei Luis de Sousa.

Decía el B. Juan de Ribera de los hijos de San Francisco de Borja, que cada uno de ellos bastaba para honrar una familia. Bien podemos nosotros añadir, en justicia, que el mayor de todos, alterando el orden de nacimiento, fué, á no dudarlo, el primer Conde de Ficallo, cuyos merecimientos insignes deben ser recordados y queridos por igual de españoles y portugueses, sobre todo en estos días de reparaciones históricas.

Madrid, 18 de Mayo de 1894.

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Documentos inéditos


1

Carta de Felipe II de Portugal, III de España, creando el Condado de Ficallo.- Madrid 23 de Octubre de 1599


(Archivo de la Torre do Tombo, Libro 7.º de Donaciones de Felipe II de Portugal, fol. 65.)

«Dom filippe & faço saber a os q esta minha carta virē, que avendo eu respeito a os muytos annos q ha que donna Fr.ca de Aragaō, condessa de Mayalde, moller do conde dom Johaō de borja, do meu conselho destado e Mordomo mor da Emperatriz, minha Sennora e avó, tem continuamente seruido e serue, assy a Sennora Rayuha donna cathrina, minha tia, que sancta gloria aja, como a dita Sennora Emperatriz, com muyta satisfaçaōn das ditas Sennoras, e a ella ser mereçedora de todo a honra e merçe que eu lha fizer, e eu folgar muyto de lha fazer, polla muyto boa vontade que tenho ao conde dom Joham, seu marido, e a ella pollas muytos e boas qualidades, merecimetos e seruiços que com corre; nas persoas de ambos, ey por be por todos estos respeitos de fazer merçe a dita donna Fr.ca do titollo de condessa de ficalho, para ella q e seu marido dom joahō de borja sejam e se chamen condes de ficalho, e isto em vida della donna Fr.ca de que lhe mandei passar esta patente pella qual me praz e ey por bem de os fazer condes do lugar de ficalho, cō o qual titollo terā todas as honrras prois preheminencias, prerogatiuas, autoridade, priuilegios, graças, libertades e franquezas que haō e tem e de que vsaō e sempre usarão os condes dos ditos meus Reinnos, como de direito, uso e costume antigo lhe pertençe, das quais em tudo e por tudo ei por bem e quero q elles enteiramente possã usar e usē e lhes scian guardadas em todo os autos e tempos custumados,   —493→   por que assy he minha merce. E do asentamento q ha de aver cō o dito titollo em cada hū anno de minha fazenda se le passará pollo conselho della prouiçaō em-forma para o começar a vençer do primeiro dia do presente mes de outubro em diante, e por firmeza de todo o que dito he lhe mandei dar esta carta, per my assignada, passada per minha chancelleria e selada cō o meu sello pendente. Dada na villa de Madrid aos XXIII dias do dito mes de outubro. Pedraluares Pereira, do conselho de sus magestade, e seu secretario, á fiz anno do naçimento de nosso senor Jhu Christo de mil e quinhentos e nouenta e noue annos.»






2

Alvará de Felipe II de Portugal, III de España, autorizando á Doña Francisca de Aragón para renunciar en su hijo D. Carlos el Condado de Ficallo.


(Archivo de la Torre de Tombo, libro 19 de Donaciones de Felipe II de Portugal, fol. 12 v.)

«En el Rey: faço saber aos que este meu Aluara uirē que eu ej por bem, e me praz de fazer merçe a dona fr.co d'Aragaō, condessa de ficalho, minha multo amada sobrinha, delle dar liçença pera que logo possa renūçiar em dom Carllos de Borja barreto (que de todos seus filhos está somēte declarado per Portugues) o titt.º de Conde de Ficalho con tudo o mais pertençente a elle, assy e da maner.ª quel he ouuera de succeder despois de seus dias, o sendome presentada á dita Renūciaçao mandarei passar a o dito dom Carllos carta do dito titullo, e assy de tudo o mais que por esta nia lhe pertençer na forma en que ultimamete fiz merçe delle ao Conde dom Joaō de Borja seu pae (que deos perdoe) para elle e todos seus descendentes que the ouuessem de succeder no dito condado, e este vallerá posto que naō passe pella Chancellaria, sem embargo da ordenaçaō en contr.º Afonso Roiz de gueuara o fez em Madrid a oito de Março de mil e seis centos e sete, e eu o secretario fernan de matos o liz escreuer.»





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3

Alvará de D. Juan IV haciendo merced del privilegio de fidalgo de la Casa Real a Pedro de Melo.- Lisboa 9 de Agosto de 1641


(Archivo de la Torre de Tombo, libro 13 de Donaciones de D. Juan IV, fol. 83.)

«Dom Joa &: faço saber a todos os corregedores, juiçes, justiças officiaes e pessoas a quē; esta minha carta de privilegio, ou tresllado della, en pūbla forma for mostrada, ho conhesim.to della, por qual quer maneira pertençer, que eu passey hū Aluara a P.º de Mello fidalgo de minha casa por min assinado e passado pela chr.ª de que o treslado he o seguinte: desenbargadores do paço, amigos, hauendo respeito a o que na pitiçā atras escrita diz P.º de mello fidalgo de minha casa e visto o que alegua e reporta do meu procurador da Coroa a qui se deu conta, hey por bem e nos mando q conforme aordenaça lhe façais passar carta en forma de privilegio de fidalgo na qual se trasladara hū Alvara q se comprira interam.te como nelle se conthem. Manoel gomes o fez em lisboa a noue de Agosto de mil e sesenta e quarenta. Joā pereira de Castelo branco o fiz escreuer.- Rey.»






4

Instrucciones de Felipe II á D. Juan de Borja para el desempeño de la Embajada de Portugal. Madrid 6 de Diciembre de 1569


(Archivo de Simancas. Estado, 386, fol. 124. Copia.)

+

El Rey.

Lo que vos don Juan de Borja, nro gentil hombre de la boca, a quien havemos proueido por nro embax.or en portugal en lugar de   —495→   don her.do Carrillo de mendoça, haueis de hazer durante el tiempo que alli Residieredes es lo siguiente:

Lo primero, os partireis al dicho Reyno con breuedad y, llegado á la corte del sere.mo Rey mi sobrino, le dareis la carta que para el lleuais, y lo mismo a la Ser.ma Reyna visitandolos de mi parte particularm.te y diçiendoles el contentamj.to que he tenido y tengo de hauer sabido tan a la continua por mi embax.or, y el suyo, que aquí reside, su salud y buenas nueuas en tiempo que tan poca ha hauido en aquel Reyno; que plegue á nro señor darsela tan cumplida y larga como desean; y de la mia y de las infantas mis hijas les hareis Relaçion como quedamos y assi mismo visitareis al S.r Carl infante dandole mi carta y haciendo en esta conformidad con todos ellos los cumplimj.os y demostracion de amor que es razon y os pareziere, assi despues de vra llegada como en las ocassiones que adelante se offreçieren y vieredes ser menester y teniendo particular cuidado de auisarnos á la continua como se hallan sus Al.es

Hecho esto, os informareis de don Hern.do Carrillo de los neg.os y cosas pendientes dellos que tiene por acabar, ora sea de los que hasta aquí se le han escrito como de otros que alla se hayan offreçido de nuevo, y lo que faltare por hacer y resoluer procurareis de concluirlo conforme a las ordenes que le huuieren dado poniendo en todo el cuidado y diligencia que confiamos.

Es tanto el amor y deudo que ay entre nos y el dicho Ser.mo Rey y Reyna y los demas, que ninguna cosa tanto deseamos como darles toda satisfaçion y contentamj.º en todo lo que se pudiere, y assi haueis de tener mucho cuidado de endereçar en los casos que se offrezieren que esto se continúe y prosigua haziendo en ello con vra prudençia y intelligençia lo que vieredes ser neçessario.

Ya de palabra se os ha dicho lo que pasa en lo de las yslas philipinas, y si por caso de parte del dicho Ser.mo Rey se os propusiesse o apuntasse algo, podreis dezir que yo deseo darle como esta dicho todo contentamj.º, y que assi he mandado para este effecto informarme de lo que en ello passa y que se vea por los del nro consejo en que se ha ya començado a entender y que se nos consulte como se hará, y que este es el stado en que vos sabeis que estaua este neg.º, y que si otra cosa quisieren saber o entender   —496→   nos aduertireis dello sin pasar adelante en ninguna cosa mas de esta generalidad, antes haueis de procurar con disimulaçión de saber y entender si han hecho y hazen algunas prouisiones ahi, o en las dichas yslas contra nro gover.dor y vasallos que están allá para que se mire lo que se podrá y deurá hazer con satisfacion y contentamj.º de todos.

De nras indias vienen muchos maestres que traen en sus nauios oro y plata por registrar o han contrauenido en otras cosas a lo por nos ordenado en la nauegaçion de las dichas indias y fingiendo tiempo contrario toman puerto en las costas de Portugal y alli lo descargan y hazen otros exçessos en deseru.º nro, por lo qual estareis muy aduertido de saber lo que en esto pasare y darnos auiso dello, y specialm.te en procurar que no se los consienta a los dichos maestres hazer ninguna descarga del dicho oro y plata ni saltar en tierra ningun pasajero, y en que bueluan luego á salir de los dichos puertos y seguir su viaje á estos Reynos, y para esto hareis con el Ser.mo Rey toda la instancia y diligençia que conuenga como cosa muy importante a nro seruj.º

Y porque todos los que vienen de las dichas indias reconocen a los Açores, donde puede hauer los mismos excessos, haueis de procurar que el mismo recato y preuençion se tenga en lo de alli, y tener auiso y darnosle de lo que pasare y de lo que entendieredes devemos proueer.

Assi mismo procurareis estoruar que no vayan de Portugal a las dichas nras yndias nauios cargados ni por cargar, haziendo con el dicho Ser.mo Rey pa este effecto la diligencia que convenga y auisandonos de lo q contra esto pasare pa q podamos proueer lo q en ello paresçiere conueuir a nro serui.º.

Entre estos Reynos y el de Portugal hay cierta capitulaçion de concordia y algunas veces acaesçen cosas q importa el remedio dellas, y quando algo se offreziere se os scriuirá particularmte lo que se deue hazer y procurar y entonces os encargamos tengais mucho cuidado dello y de auisar lo que huuiere.

Porque haurá algunos negos y cosas cine convuenga screuirlos en cifra lo hareis por la que aqui se os ha dado auisándonos siempre de todo lo que vieredes ser neçessario, que de aca se os yrá aduertiendo de lo que pareciere y fuere menester.

  —497→  

Y por el tiempo que estuuieredes y residieredes en el dicho cargo haueis de tener y lleuar á razon de ocho ducados de salario al día, que es lo mismo que hasta aqui se ha dado á los otros embaxadores, el qual se os ha librado en melchor de herrera, nro thesorero general, por vna mi çedula de la hecha de esta para que gozeis del desde el día de la data della.

Fecha en Madrid A seis de deçiembre de mill y qujs y sesenta y nueue.

Yo el Rey

Por mdo de su Magd

Franco de Ebasso.






5

Licencia de Felipe II á D. Juan de Borja para cesar en la Embajada de Portugal. Toledo 1.º de Mayo de 1575


(Archivo de Simancas: Estado 388, fol. 67. Minuta.)

El Rey.

Don Juan de Borja, del nro consejo y nro Embaxor, yo tenia intençion de embiar a Don Juan de Silua luego que os escriui que le hauia nombrado por vro succesor en ese cargo, y ha se diferido, assi por que él ha estado algunos días indispuesto, como por otras occupaoçiones forçosas, assi de mi serujº como otras, de que aun no se halla desembaraçado aunque lo estara presto. Mas por que, segun se me ha dho de vra parte, á la salud de Doña Lorençia importa salir dessa tierra antes que entre el demasiado calor, he tenido y temo por bien que vos os podais venir en buen hora guando quisieredes, dexando allí vro secretario para lo que podría occurrir entre tanto que llega Don Juan de Silua.

Direislo assi á la Reyna mi srs y al Rey mi sobrino, y Cardenal Infante mi tío, dandoles las cartas que les escriuo y despidiendoos de ellos por el buen termino que lo sabreis hazer, preguntandoles en particular si les ocurre por acá algo de su gusto, que holgare que vos lo traygais entendido para les dar en ello todo el   —498→   contentamiento que se pudiere, y señaladamente offresçereis esto mas cumplida mente á la Reyna mi sra diciendole, que a lo de aquella su pretension, sobre que me escriuio los dias passados, y vos por su orden, le responderé lo mas presto que pueda.

Que cierto no he podido aun tratar dello, por las demasiadas ocupaciones que he tenido estos dias en despachar á Don Juan mi hermano, y en hazer las prouisiones necesarias a todas partes para la defensa y offensa de la arenada del Turco.

Que sera bien lo sepa su Alteza; para que me tenga por justamente escusado como creo me tendrá, pues está tan satisfecha de mi voluntad y auisareis del dia que partieres des ahí y de lo que mas se offreçiere, que holgaré de saberlo.

De Toledo a primero de Mayo, MDLXXV.

Yo el Rey.

Çayas.






6

Carta de Dona Catalina, Reina de Portugal, á Felipe II elogiando los servicios de D. Juan de Borja.- Lóbregas 20 de Noviembre de 1574


(Archivo de Simancas, Estado 392, fol. 67. Original.)

«Señor:

Dias a q por otra carta mia ize saber a vra alteza el cōtentamyto q tengo de la persona de dō jū de borja, y del cuidado cō q trata las de su seruicio y a tratado siempre las q toca al mio y la cōsolacion q pa my a sido mādarle vra alteza q asistiese aqui, y le supliq me iziese md de azerla a él mejorādolo e una ecōmienda q vra alteza proueiō a otra persona por particular razon ōntōces se ofrecio, y por q yo la tengo muy grāde dentodas las ocasiones q ocurrierē pedir a vra alteza le aga md y demostrar por quā propia estimara la q se le iziere sabiēdo q aora de presete podría mejorarlo en la ecōmienda maior de alcatara u en otras cosas de la misma orden, torno a suplicar a vra alteza muestre cō azerle md el gusto   —499→   tiene de su servicio y de la uolūtad y diligéçia cō q siempre a procurado lo q cumple a mi cōlaciō y cōtentamyto, y quādo pa hazerle md e estas cofias no o uiese lugar bie sabe vra q cōcurre en el qualidad y partes y mereçimyto para onrrarlo y acreçetarlo en su casa real, aunq el ir á residir ē el Juicio della se dilate lo q uniere por su seruiçio y por q como el marqs de denia trate mas largo lo que açerca desto le ecomendé dixese a vra alteza de mi parte, vra alteza me ará muy grāde md do oírlo y creer q pido la aga a don Jnº cō mas uolūtad de la ql marqs podrá represētar, guarde nro señor la muy real persona de vra alteza cōmo yo deseo de xobregas a XX de nouiembre.

Madre de vra alteza q ará lo q vra alteza māndare.

Rayna.»






7

Carta de Doña Catalina, Reina de Portugal, á Felipe II rogándole que nombrase Mayordomo á D. Juan de Borja en la vacante del Conde de Chinchón, en vez de enviarlo de Embajador á Alemania.- Lóbregas 8 de Septiembre de 1576


(Archivo de Simancas. Estado 389, fol. 136. Original.)

«Señor:

Tengo sabido ql cōde de chichō es fallecido, q era el postre maiordomo q vra alteza tenia de su casa, y q de neçesidad vra alteza a de prouer de otros, ansy esto como lo q tengo uisto en dona fraca daragōn muger de don Juā de borga todas las uezes q en mi casa i cō migo a atra uesado este río pa ir a otras partes, por q s cosa piadosa lo q pasa, y ná mas muerta q uiua, como lo podrá decir don Juā de silua, q aora lo uió, esto me aze escreuir esta y si vra alteza quiere mādar enbaxador alemaña al señor emperador my sobrino y cō muger q sirva á la señora en peratraz, mi solmiua, vra al. no aga fūdamēto de doña fraca y quiera mādar buscar otra persona q le pueda seruir en esto y q pueda cō el trabajo de pasar la mar, q por lo mucho q yo quiero y deseo servir á la señora   —500→   enperatriz olgaria que fuese persona cō q ella, tuuise desācso de tātos trabajos como tiene, y vra alteza me ara muy grā md en azer a don Juā md de uno de los maior domos de su casa, por q si lo deseo es por q se muy bien quāto a de gustar vra alteza de su serviçio y cuidado; q mas lo pido a vra. alteza por esto q por lo q a el le toca como quien lo tiene es perimētado estos anos ē a qui a estado en my seruicio, ansy en lo que tiene echo en el de vra alteza como en el mio, y por q nro señor le alūbre azertar cō tales personas q agā el servicio de dios y de vra alteza como cō biene será vna grāde obra de misericordia delante nro señor pa una madre vieja q aqui q da mas muerta q uiua, y q no tiene otro remedio sino saber q su hija no a de pasar alemaña por q cō esto la sustētamos aora, y por q pa vra al., q tan deseoso es de azer tales obras como estas, pues las partes no lo desmerezē y parece q a de ser mucho seruiçio de vra alteza, por esto no será razon de importunar á vra alteza cō mas larga carta, y pedille q si a de aprouechalle saber q me aze en esto muy grā md, q stoy muy cōnfiada q olgará de me la azer, y qdo pidiendo á nro señor guarde la muy real persona de vra alteza, como siempre le pido, y toda la xpādad lo a menester; y si pedro dalcaçana no fuere partido no se oluide vra al. de lo q azerca de su venida le tengo pedido q va mas de lo q vra alteza puede pensar. denxobregas a viij de setiembre.

madre de vra alteza q vra lo q vra al. mādare.

Raynha.»











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