Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

21

LAS CASAS, B. de, Historia, II 444-445. El Rey se hace cargo de esta amenaza: «mucho más me ha maravillado de los que no quisieron absolver a los que se fueron a confesar sin que primero pusiesen los indios en libertad» (Ib., «Carta a Diego Colón [Burgos, 20.3.1512]», transcrita en Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas de América y Oceanía, t. VI, Madrid 1866, 430).

 

22

LAS CASAS, B. de, Historia, III 91; concluyendo: «El clérigo luego se le rindió cuanto a la reverencia y honor que se le debía porque era el religioso veneranda persona y bien docto [¿fray Pedro de Córdoba, que tanta influencia tuvo en él?], harto más que el padre clérigo pero cuanto a dejar los indios, no curó de su opinión».

 

23

«Cuanto al caso del Perú digo a V. P. que ya, tam diutinis studiis, tam multo usu, no me espantan ni embarazan las cosas que vienen a mis manos excepto trampas de beneficios y cosas de Indias que se me hiela la sangre en el cuerpo en mentándomelas. Todavía trabajo cuanto puedo, que pues ellos [los peruleros] se llevan la hacienda no me quede yo con alguna jactura desta otra hacienda de [mi] conciencia; y aunque se echa poco de ver, creo no importa menos que la otra [...] Si lo condenáis así ásperamente, escandalízanse; y los unos allegan al Papa y dicen que sois cismático porque ponéis duda en lo que el Papa hace; y los otros allegan al Emperador, que condenáis a Su Majestat y que condenáis la conquista de las Indias, y hallan quien los oiga y favorezca. Itaque fateor infirmitatem meam, que huyo cuanto puedo de no romper con esta gente. Pero si omnino cogor a responder categóricamente, al cabo digo lo que siento» (VITORIA, F. de, «Carta a Fr. Miguel de Arcos [Salamanca 8.11.1534]», transcrita por GETINO, L. G., El maestro Fr. Francisco de Vitoria. Su vida su doctrina e influencia, Madrid 1930, 144). Sobre la Escuela de Salamanca y el Nuevo Mundo: cfr. p. ej. los trabajos publicados en: Corpus, 291-596; Actas del II Congreso Internacional sobre Los Dominicos y el Nuevo Mundo, (Salamanca, 28 de marzo-1 de abril de 1989), Salamanca 1990, 15-111.

 

24

Cfr. CARRO, V. D., «Los postulados teológico-jurídicos de Bartolomé de las Casas. Sus aciertos, sus olvidos y sus fallos ante los Maestros Francisco de Vitoria y Domingo de Soto», en Anuario de Estudios Americanos XXIII (1966) 109-246. P. Suess pone a uno en el grupo de «teólogos-misioneros» y en el de «teólogo-juristas» a los otros, señalando que el trabajo de estos últimos fue conciliar las exigencias políticas y las circunstancias económicas de España con las doctrinas de fe y las prácticas misioneras (cfr. Id., «Liberdade e Servidao. Missionários juristas e teólogos espanhóis do século XVI frente a questao indígena», en Revista Eclesiástica Brasileira 47 [1987] 17). Acertadamente O. de Figuereido Lustosa distingue dos posturas globales dentro de los que defendieron a los indígenas: la de los moderados y la de los reformistas dentro de los cuales hay una gama bastante variada (cfr. Id. «A Igreja a Política Indigenista Ibérica e a Liberdade dos Indios Latino-Americanos no Século XVI», en Revista Escolástica Brasileira 47 [1987] 49-50).

 

25

RUIZ MALDONADO, E., «La Justicia en la obra de Fray Bartolomé de Las Casas», en CEHILA, Bartolomé de Las Casas (1474-1974) e Historia de la Iglesia en América Latina, Barcelona 1976, 58.

 

26

Cfr. CANTU, F., «Evoluzione e significato della dottrina della restituzione in Bartolomé de Las Casas», en Crítica Histórica 5 (1975) 234.

 

27

GUTIÉRREZ, G., «La Evangelización de América Latina ante el año 2000», en Actas, 997-998.

 

28

Utilizó la edición critica de CHINESE, J., «Anónimo de Yucay (1571) (Dominio de los Yncas en el Perú y del que su Magestad tienen en dichos Reynos)», en Historia y Cultura 4 (1970) 105-152 (lo citaré Anónimo).

 

29

Anónimo, 141. Añadiendo entusiasmado: «y esto, no como quiera, sino que todas estas montañas están llenas dello, y tierras ay en las casas y en los campos y adonde quiera está la tierra mesclada con polvo de oro».

 

30

Anónimo, 141-142 (el subrayado es mío).

Indice