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ArribaAbajo IV. Las joyas

Componen el tesoro (Lám. XII), 66 piezas aisladas, de las cuales 56 se agrupan en 49 objetos claramente diferenciados. Las 10 restantes formarían seguramente parte de otras joyas complejas de difícil determinación, por lo que hay que considerarlas provisionalmente como objetos individuales.

La distribución por materias y el peso de cada una se expresan en el cuadro siguiente:

Cuadro núm. 1

Vemos por este cuadro que las piezas fabricadas totalmente con oro constituyen el 91 por 100 y absorben el 93,4 por 100 del peso total. La plata ocupa un lugar secundario, con sólo el 4,5 por 100 de las piezas y el 5,7 por 100 del peso. La cantidad de ámbar es insignificante y el resto se lo reparten las dos piezas de hierro (?), una de las cuales va también recubierta con lámina de oro, que aumenta el porcentaje de este precioso metal.

El peso medio de las piezas de oro es de 152 gramos aproximadamente, con límites extremos de 0,2044 en el clavillo núm. 66 y de 533,15 en el cuenco núm. 40. La distribución por pesos se ofrece en el siguiente cuadro:

Cuadro núm. 2

En el cuadro siguiente recogemos la distribución por clase de objetos y el peso conjunto de los de cada clase:

Cuadro núm. 3

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Se observa aquí una gran preponderancia de los brazaletes, que constituyen casi la mitad del conjunto de las joyas y absorben el 54 por 100 del peso total. Les siguen en importancia numérica los cuencos, con el 36 por 100 del total del peso. El tercer lugar lo ocupan los frascos de oro y plata, cuyo peso supone aproximadamente el 6 por 100 del total. Los 15 objetos restantes se reparten un 4 por 100 del peso total en muy diversas proporciones.

He aquí ahora, por separado, el estudio de cada uno de estos grupos.

Fig. 4

FIG. 4.- TESORO DE VILLENA. Cuadro en que se recogen las secciones transversales de los
brazaletes de oro.


ArribaAbajo 1.- Brazaletes

Uno de los motivos que nos indujeron a denunciar al Juzgado la aparición del brazalete recogido al gitano Contreras fue la circunstancia de presentar los extremos separados, que al principio supusimos efecto de una mutilación intencionada. Se ha podido comprobar después que el hecho es general, aun en el caso del ejemplar número 5, que presenta los extremos perfectamente unidos aunque sin soldar (67).

En el Inventario detallamos el diámetro interior de cada pieza, que   —15→   hemos obtenido teóricamente modificando las deformaciones que presentan hasta cerrar el círculo. El diámetro medio resultante es de 58 milímetros, con límite mínimo de 47 en el núm. 20 y máximo de 73 en el brazalete liso núm. 4.

El peso medio es de unos 184 gramos, con 3 ejemplares que no llegan a los 100, 22 comprendidos entre 100 y 300 y 3 que sobrepasan los 350. El más liviano es el número 20, que es también el de menor diámetro y sólo pesa 56,47 gramos. El más pesado, el número 29, que alcanza casi los 460.

Para facilitar su estudio, hemos agrupado los 28 brazaletes que componen el lote del siguiente modo:

Brazaletes

Brazaletes lisos

Son cuatro los ejemplares que presentan una cara interior plana o ligeramente cóncava y una superficie convexa, lo que produce una sección casi ojival. En todos ellos (Lám. XIV), los extremos han sido remachados y presentan una ligera dilatación hacia el exterior (Núm. 2) o hacia la cara interna (Núms. 3 y 4). En el número 5, que es el más acabado, el ajuste de los extremos es perfecto. La superficie externa se ha pulido en todos los ejemplares y la interior, sólo en los más pequeños (números 2 y 3). Sus pesos oscilan entre 138,36 gramos (Núm. 2) y 359 (número 5).

Brazaletes moldurados

Salvo el Núm. 6 (Lám. XIV), único ejemplar de su clase, que consiste en dos aros plano-convexos unidos por una franja central calada, todos presentan una sección transversal de perfil almenado, obtenido posiblemente al batir sobre molde apropiado tiras plano-convexas similares a las utilizadas en los brazaletes lisos. Así parece deducirse de la inclinación o curvatura hacia el interior que se observa siempre en las molduras extremas de cada brazalete simple o en las de cada elemento en los ejemplares compuestos y se corrobora en el ejemplar del Museo Arqueológico Nacional que presentamos en la Lám. XXIV. Véase el cuadro de las secciones en la figura 4. En todos ellos, la cara interna presenta a todo lo largo surcos acanalados que se corresponden con las molduras más salientes, si bien en algunos se han enmascarado estos surcos al pulir o alisar la superficie.

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Moldurados sin calar

Sin puntas: Existe de esta clase únicamente el ejemplar Núm. 7 (Lámina XIV) formado por dos aros simétricos de cinco molduras cada uno, unidos por una tira central muy bruñida. Su contextura, idéntica a la de los numerosos brazaletes calados, parece indicar que se trata de un ejemplar inacabado, al que sólo le faltan las perforaciones centrales.

Con puntas: Hay de este tipo los dos ejemplares Núms. 25 y 26 (láminas XVIII y XIX), claramente derivados, a nuestro entender, de las tiras plano-convexas que forman los brazaletes lisos, según puede observarse en las respectivas secciones de la Fig. 4. Ambos tienen en común la misma sucesión de molduras desiguales, más alta y gruesa la del centro y de sección triangular las de los extremos, que conservan la superficie curvada de la pieza de que proceden, circunstancia que se observa en todos los ejemplares del lote, como dijimos. Otras dos molduras de altura intermedia, que se elevan en los surcos que separan las anteriores, han sido transformadas en aros de puntas utilizando, al parecer, una boquilla o broca, a modo de molde, aplicada a intervalos regulares sobre la arista de la moldura (véase más adelante el brazalete calado con puntas Núm. 27).

En el ejemplar Núm. 26, las puntas son cónicas mientras que en el número 25 han quedado reducidas a simples abultamientos romos, con sus cimas inclinadas hacia los bordes respectivos.

Otra ligera diferencia existe entre los dos ejemplares que estamos describiendo. En el Núm. 25, corren cuatro filetes agudos, de escasa altura, por los surcos que separan las cinco molduras, según puede observarse en la correspondiente sección de la Fig. 4, circunstancia que no se da en el Núm. 26 pero que se repite en la mayor parte de los brazaletes restantes, dos de los cuales, los Núms. 16 y 22, presentan estos pequeños filetes duplicados en el mismo surco. La ausencia de estos filetes se debe probablemente al alisamiento posterior de los surcos en que faltan, ya que todos los que se hallan en este caso se presentan pulidos y brillantes.

Moldurados y calados

Constituyen la serie más numerosa del lote, con 21 ejemplares que representan el 75 por 100 del conjunto. Salvo el Núm. 6, formado, como dijimos, por dos aros plano-convexos unidos por la franja calada, todos los restantes presentan el característico perfil almenado en su sección transversal. Los dividimos en dos grupos, según que presenten una o dos filas de perforaciones.

Calado simple: Son 17 los ejemplares que presentan una serie de perforaciones en la franja central (Láms. XIV, XV, XVI, XVII y XX). Y decimos «perforaciones» porque la observación atenta de las piezas hace ver que estos orificios han sido obtenidos a golpes de cincel o de instrumento análogo que producen abultamientos y rebabas en la cara interna, todavía observables en los ejemplares menos acabados. Algunos de ellos presentan aún en las paredes laterales las huellas del instrumento.   —17→   Es lo que nos induce a suponer que el brazalete Núm. 7, único que carece de estas perforaciones, es un ejemplar sin terminar.

Sin puntas: Todos consisten en una franja central calada que une dos aros de a tres molduras cada uno, rectangular la central y triangulares las de los extremos, que presentan las superficies de los bordes curvadas hacia el centro y son casi siempre de menor altura. En nueve de los ejemplares, corren por los surcos los pequeños filetes agudos a que más arriba nos hemos referido. En el Núm. 16, los filetes son dobles en los surcos colocados a ambos lados de la franja calada y sencillos en los exteriores, y en el Núm. 22, dobles en todos los surcos (Fig. 4). Hay cuatro ejemplares, los números 12, 13, 19 y 21, en que los filetes han sido suprimidos al pulir y alisar los respectivos surcos.

Aunque idénticos en su técnica y aspecto, los brazaletes de este numeroso grupo varían considerablemente en sus pesos y dimensiones, desde algo más de 56 gramos en el Núm. 20 hasta 384 gramos en el Núm. 18.

Con puntas: Existe sólo un bello ejemplar de este tipo, que es el señalado con el Núm. 27 (Lám. XX). Consta de dos aros de tres molduras principales y de dos filas de pequeñas puntas que corren por los surcos intermedios y apenas rebasan la altura de las molduras de los bordes. Ambos aros se unen por medio de una franja central perforada por calados elipsoidales de 6 x 3 mm., los mayores de la serie. Se halla intensamente bruñido por ambas caras y presenta alrededor de la base de cada punta y en las paredes laterales de las molduras adyacentes huellas del instrumento cilíndrico con que fueron aquéllas moldeadas. La ondulación producida por estas huellas ha sido aprovechada como elemento decorativo, según puede apreciarse en la «foto» ampliada de la lámina XX, Núm. 3. En cada surco se yerguen 125 puntas, lo que da un total de 500 para todo el brazalete. Los calados no son más que 17. Su diámetro es de 55 mm., su altura de 20,5 mm. y su peso de 133,9176 gramos.

Calado doble

Existen cuatro ejemplares en que hay dos filas de calados, una a cada lado de un elemento central, que en dos casos son simples aros moldurados y en otros dos, aros de puntas, circunstancia en que nos apoyamos para subdividirlos.

Sin puntas: Los dos ejemplares de este tipo, Núms. 23 y 24 (Lám. XVII y Fig. 4) son casi idénticos y representan la versión duplicada de los de una fila de calados. Constan de un elemento central de tres molduras unido a otros dos semejantes, aunque de menor altura, por sendas franjas de calados, que en uno de los ejemplares son cuadrados y en el otro elipsoidales. A pesar de estar bruñidos en todas las superficies, presentan bastante acusados los acanalados de la cara interna que se corresponden con las molduras centrales de cada aro. Los surcos externos, también bruñidos, carecen de los pequeños filetes agudos ya mencionados. Aunque de similar diámetro y casi de igual peso, difieren en la altura, que en uno es de 27 y en otro de 30,5 mm.

Con puntas: Son dos piezas extraordinarias, verdaderas obras maestras   —18→   de la orfebrería hispánica, especialmente la que se describe en último lugar. Nos referiremos a ellas por separado para mejor señalar sus similitudes y diferencias.

Brazalete Núm. 28 (Lám. XXI)

Consta de dos aros que en este caso consideramos de cinco molduras en atención a la mayor altura de los agudos filetes intermedios. La franja central consta a su vez de otro aro rematado, en 47 puntas cónicas y unido a los anteriores por medio de brazos de sección plano-convexa que forman dos filas de calados rectangulares. Los extremos del brazalete se presentan unidos, aunque sin soldar, y la unión se produce entre las dos mitades de una de las puntas y de sus brazos laterales, seccionados longitudinalmente. La superficie interna, aunque alisada, está mucho menos pulida que la exterior y deja ver aún los acanalados correspondientes a las molduras. El diámetro interno es de 57 mm., la altura de 24 mm. y el peso de 261,4 gramos.

Podríamos considerar a esta pieza como prototipo o versión simplificada de los brazaletes de Portalegre y Estremoz (Lám. XXIII), que constan respectivamente de dos y cuatro elementos yuxtapuestos casi idénticos al brazalete de Villena6. La modalidad de repetir un mismo elemento la hemos visto ya empleada por el artista villenense en los brazaletes de calado doble Núms. 23 y 24. Existe, no obstante, una notable diferencia: el brazalete de Estremoz se halla totalmente cerrado, al parecer, circunstancia que no se da en ninguno de los ejemplares villenenses.

Brazalete Núm. 29 (Lám. XXII)

Es, sin disputa, la pieza cumbre del conjunto y una de las más bellas joyas de toda la Prehistoria española. Parece como si el artífice hubiera querido condensar en ella todas las técnicas que era capaz de desarrollar.

Esencialmente, sus elementos son los mismos del Núm. 28: dos aros de a cinco molduras cada uno, unidos por una franja central de doble calado a los flancos de una fila de púas agudas. Pero el conjunto se enriquece con la transformación de los cuatro filetes internos en otras tantas filas de pequeñas puntas, según la técnica ya empleada en el brazalete Núm. 27. Cada uno de estos filetes consta de 110, 114, 110 y 111 puntas, que con las 77 de la fila central, dan un conjunto de 522 en toda la pieza, las cuales alternan con las salientes molduras y con los 124 orificios del enrejado central en admirable contraste rítmico, acrecentado por la diferente altitud de los distintos elementos. La cara interna presenta muy acusados los acanalados correspondientes a las molduras laterales, pero el central se enmascara al extender por encima, en labor de alisamientos, las rebabas de los orificios (Lám. XXII, 2).

Es de señalar que las puntas mayores no se hallan regularmente colocadas en el centro de los brazos que forman el enrejado, como sucede en el brazalete Núm. 28 y en los de Portalegre y Estremoz. Aquí no existe tal regularidad, como se deduce de la relación numérica entre las puntas y los orificios, que es de 77 y 124, respectivamente, mientras que en el número 28, a las 47 puntas corresponden exactamente doble número   —19→   de perforaciones7. De admitir el procedimiento técnico supuesto por BLANCO FREIJEIRO para la construcción del brazalete de Estremoz8, según el cual cada punta se suelda con las piececillas semicilíndricas que forman los brazos y éstos a su vez con los aros laterales, tal procedimiento sería valedero, en todo caso, para el Núm. 28, pero no para el 29, a no ser que cada elemento a soldar constase de un número de puntas regularmente repetido, lo que no parece muy probable.

En nuestra opinión, existe un proceso en la fabricación de todos estos brazaletes integrado por las cuatro operaciones fundamentales siguientes:

1.ª Fusión, sencilla o múltiple, de tiras plano-convexas similares a las de los ejemplares lisos Núms. 2 al 5.

2.ª Obtención de los surcos de las molduras en las piezas así fundidas, quizá por batido sucesivo sobre molde cortante que dejaría en el fondo de las ranuras los pequeños filetes mencionados.

3.ª Perforación, con cincel o punzón, de los calados centrales.

4.ª Transformación de las molduras en aros de puntas por medio de un instrumento adecuado.

No en todos los ejemplares se han llevado a cabo estas cuatro operaciones fundamentales. Las combinaciones que hemos podido observar son las siguientes:

Primera fase: Números 2 al 5.

Primera y segunda: Número 7.

Primera y tercera: Número 6.

Primera, segunda y cuarta: Números 25 y 26.

Primera, segunda, tercera y cuarta: Números 27, 28 y 29.

Primera, segunda y tercera: Los 17 ejemplares restantes.

Esto es lo que parece sugerir el atento examen de estas piezas, expuesto sólo a título de simple impresión personal susceptible de rectificaciones y precisiones técnicas que habrán de reservarse al estudio de los especialistas.




ArribaAbajo 2.- Cuencos (Láms. XXV a XXX y Figs. 5 y 6)

Son once las piezas que integran esta maravillosa muestra de una suntuaria vajilla de la Edad del Bronce sin par en la prehistoria peninsular. Todas están construidas con chapa de oro batido y todas ofrecen la forma de casquete semiesférico en la base y corto cuello en escocia, salvo un ejemplar ovoide de borde ligeramente entrante. Ambas formas encajan plenamente en la tipología de las clásicas vasijas argáricas.

En todos los ejemplares, salvo en el Núm. 31, el diámetro de la boca excede al doble de la altura, que oscila desde 55 mm. en el Núm. 36, hasta 121 en el Núm. 33. Es éste el de mayores dimensiones pero no el de mayor peso, circunstancia reservada al Núm. 40 que, con sus 533,15 gramos, es la pieza más pesada del tesoro. El más ligero es el Núm. 36, que sólo alcanza 87,178 gramos.

En todos ellos, la decoración es exclusivamente geométrica y obtenida

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Fig. 5

FIG. 5.- TESORO DE VILLENA. Temas ornamentales de las piezas números 51 y 46/47
y de los cuencos números 31, 32 y 30. (Dibujos BELLOD.)

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Fig. 6

FIG. 6.- TESORO DE VILLENA. Temas ornamentales de los cuencos números 36, 35, 33, 34,
37, 38, 39 y 40. (Dibujos BELLOD.)

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siempre por el procedimiento de los puntos en relieve levantados uno a uno con punzón romo desde el interior. Los puntos pueden ser de distinto tamaño incluso en la misma pieza, según las dimensiones del vaso o las exigencias de la propia decoración.

Cuenco ovoide (Lám. XXV y Fig. 5)

El cuenco ovoide Núm. 30, único ejemplar de su tipo, va ornado con once verdugones concéntricos que delimitan otras tantas franjas adornadas con sendas filas de puntos gruesos. Quizá para evitar la posible monotonía decorativa, en la cuarta fila se fracciona el adorno en siete grupos de cuatro puntos y un solo grupo de cinco. El verdugón que debía rodear la base ha sido sustituido por una ligera incisión circular alrededor de un punto más grueso. Contuvo en su interior el frasco mayor de plata y varios brazaletes, con otras piezas menudas (Lám. X), y ésta es posiblemente la causa de que presente algunos desperfectos en la región basal. Remata, como todos los restantes, en ligera escocia lisa y su color es amarillo limón, más claro que el anaranjado que impera en casi todos los demás.

Cuencos carenados

En la serie de cuencos carenados es singular el Núm. 31, reproducido en la Lám. XXV. Aun presentando la base algo aplanada, el diámetro de la boca no excede al doble de la altura, como sucede en todos los otros. Su decoración consiste en veintitrés círculos de apretados puntos alrededor de uno más grueso en la base. La escocia del borde, como en todos, carece de decoración y el color es también en este vaso más claro que en los demás.

En su forma y en su decoración de puntos recuerda al famoso cuenco de Zurich, pero carece de las estilizaciones en negativo de círculos, medias lunas y animales diversos que adornan la vasija suiza9.

Los nueve cuencos restantes difieren tan sólo en el tamaño y en el tema decorativo.

El Núm. 32 (Lám. XXVI), que es el más sencillo, ostenta una decoración de cuatro franjas concéntricas que alternan con otras tantas lisas, incluida en ellas la escocia del borde, y con un círculo en la base, asimismo liso. Las franjas disminuyen de anchura a partir de la superior, que está formada por cuatro hileras de puntos y se inicia en la misma línea de carenación. Las dos franjas que siguen son de tres hileras, y de dos la que rodea el círculo basal. Todos los puntos son iguales y de unos 4 mm. de diámetro.

A una serie similar pertenecen los cuatro cuencos señalados con los números 33 al 36, adornados todos con franjas concéntricas, pero con guirnaldas curvilíneas entre las dos más altas. Sensiblemente iguales son los dos mayores (Láms. XXVI y XXVII), con cinco franjas de a tres hileras de puntos cada una y guirnalda formada por dos semicírculos concéntricos, que en el Núm. 33 es de 21 arcos, y de 22 en el Núm. 34. Los puntos son todos iguales, de unos 3 mm. de diámetro, salvo los de las hileras de la franja superior, que alcanzan los 5 mm.

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El Núm. 35 (Lám. XXVII) es de menor tamaño, y para conservar el ritmo decorativo de los ejemplares mayores, reduce a dos las hileras de untos que constituyen la franja inferior y disminuye el tamaño de una las hileras en la superior. Los arcos de las guirnaldas son 21 y tienen, a su vez, un punto menos que los arcos de los mayores.

El Núm. 36 (Lám. XXVIII), bastante más pequeño, lleva sólo cuatro franjas: de tres hileras de puntos la superior, de dos hileras las intermedias y de una sola fila la inferior. No obstante, el ritmo general se consigue con la adición de un punto más grueso en la base, resaltado por medio de una leve incisión alrededor, como en el ejemplar Núm. 30. La separación de las dos franjas superiores es relativamente mayor que en los restantes de la serie, por lo que la curva inferior de los arcos, que solamente son 16, queda bastante separada de la segunda franja, mientras que en los anteriores resultaba tangencial (Fig. 6). El oro de este cuenco es similar en coloración al de los ejemplares 30 y 31.

Los cuatro cuencos restantes (Láms. XXVIII a XXX) se agrupan en otra serie con decoración radial (Fig. 6, Núms. 37 a 40). Todos se hallan divididos en sectores por medio de bandas diametrales de tres hileras que se interrumpen cerca de la base para dejar en ella el negativo de un círculo liso. Los sectores resultantes se rellenan de dos modos distintos. En tres de los ejemplares, Núms. 38 a 40, con ángulos formados por dos líneas paralelas de puntos, enlazados con el círculo de la base por medio de una línea sencilla desde el vértice. Es un tema que pudiéramos denominar en Y, que se convierte en tema en V en el ejemplar Núm. 37 al suprimir esta línea de unión y añadir en el interior un nuevo ángulo sencillo de mayor abertura (Lám. XXVIII). En todos ellos, como en las series anteriores, el tema decorativo se inicia con una franja de puntos alrededor de la carena, que en los ejemplares mayores está formada por dos hileras de puntos gruesos y otra de puntos más chicos. En los ejemplares de menor tamaño, Núms. 37 y 38, la franja es sólo de una línea gruesa y otra fina. En el Núm. 40, que es uno de los mayores, el círculo basal está rodeado por una circunferencia de puntos gruesos (Lámina XXX).

Las medidas y pesos de todas estas vasijas se detallan en el Inventario.




ArribaAbajo3.- Frascos (Láms. XII y XXXI a XXXV)

Tres ejemplares de plata y dos de oro constituyen este magnífico conjunto, los cinco de la misma forma, igual técnica e idéntica decoración, si bien de tamaños diferentes, que oscilan entre 10,3 y 22,5 cm. de altura.

En todos ellos, el cuerpo es esferoidal, con aplanamiento de la base, y el cuello cóncavo, con el borde liso. La decoración consiste en dos molduras horizontales y paralelas, levantadas desde el interior. Una está colocada a pocos centímetros de la base y la otra en el arranque del cuello. Otra serie de seis molduras verticales unen entre sí las anteriores, agallonando suavemente el cuerpo de la vasija. De la moldura superior parten otras dos verticales y en posición diametral hacia el cuello del vaso, perdiéndose el relieve a pocos milímetros del borde.

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Todos están fabricados de una sola pieza, sin asomo de soldadura, y su decoración, que recuerda los tirantes de cuerdas, es una habilidosa aplicación de la técnica micénica de contraer las paredes de los vasos para reforzarlas, según el procedimiento utilizado también en el cuenco número 30 con su serie de verdugones concéntricos.

La conservación de los dos ejemplares de oro (Láms. XXXI y XXXII) es perfecta, y excelente también la del más pequeño de los de plata (Lám. XXXIII). No sucede lo mismo con los dos mayores de este último metal, cuya lámina, finísima en algunas zonas y muy alterada, fue grandemente dañada por el peso de los brazaletes, que aparecieron alojados en el interior de la de mayor tamaño, según puede apreciarse en la «foto» de la Lám. X, tomada antes de ser modificada la posición de los objetos dentro de la vasija que los contenía. El otro ejemplar, de tamaño mediano, conservaba casi completo el cuerpo de la vasija, pero había perdido gran parte del cuello. La destreza de nuestro buen amigo don José Serrano Martínez nos ha permitido presentar estas dos vasijas totalmente reconstruidas (Láms. XXXIV y XXXV).




ArribaAbajo 4.- Broches o botones (Lám. XXXVI)

Agrupamos en este epígrafe dos piezas compuestas, que tienen de común la existencia de un pasador suelto que atraviesa la pieza y se abre en dos ramas por el envés, tipo de cierre no documentado en la Península hasta el presente, en lo que a nosotros se nos alcanza.

Consiste el mayor, agrupado en el Inventario bajo los Núms. 46-47, en una semiesfera hueca, de metal fundido, color plomizo oscuro, con pátina u óxido de color marrón y aspecto ferroso, la cual se halla recubierta por una fina lámina de oro con calados geométricos y borde rebatido sobre la capa interna. El adorno de la chapa calada (Fig. 5) consiste en ocho bandas radiales, surcada cada una por tres líneas incisas. Estas bandas determinan ocho sectores rellenos por series de cuatro tiras paralelas y oblicuas, de dirección alterna en cada sector. El resultado es una estrella de cuatro puntas, con series de paralelas en sus ángulos externos. Por el borde de la pieza corre también una banda de tres líneas incisas. Las excrecencias de la masa fundida han roto la chapa calada en algunos lugares y se le superponen, ocultándola, en muchos otros.

El pasador o pieza de sujeción (Lám. XLIII) consiste en una lámina rectangular de oro, partida en la mayor parte de su longitud y rematada en apéndice cónico y pulido, que cubre el orificio por donde se introduce y sobresale del resto de la pieza.

El otro botón, Núm. 48-50 (Lám. XXXVI), consiste en un disco de oro con reborde levantada y orificio central. Presenta pulida únicamente la superficie interna, que es en donde se alojaba otro disco de una substancia resinosa de color rojizo, seguramente ámbar, recogido en fragmentos. Un recuadro alrededor del orificio y un reticulado de líneas suavemente incisas desde la cara externa sirvieron, sin duda, para facilitar la adherencia del ámbar, cuyos fragmentos conservan el negativo del reticulado por una de las caras (Lám. XXXVI, a). La sujeción del ámbar dentro   —25→   de su estuche se conseguía, además, por medio de un pasador cilíndrico que atravesaba las dos piezas y se abría en dos ramas por detrás del disco (Lám. XXXVI, d y Lám. XLIII). El extremo visible de este pasador, algo ensanchado, se pulió cuidadosamente, en busca del efecto decorativo de policromía que produciría un punto brillante y dorado en el centro del disco rojo del ámbar.

Más adelante hablaremos de los interesantes paralelismos que sugiere esta importante pieza.




ArribaAbajo 5.- Piezas diversas

Incluimos en este capítulo varios objetos de difícil interpretación, no ya sólo por las condiciones en que han aparecido, sino por falta de joyas similares en la orfebrería peninsular o, cuando menos, en las que han llegado a nuestro conocimiento. Las describiremos con la numeración asignada en el Inventario.

51 (Lám. XXX).- Afecta la forma de diminuto cuenco semiesférico de 5 cm. de diámetro por 2 de altura, con el borde estrecho y aplanado por flexión de la propia chapa, recortada descuidadamente en su contorno interior (Lám. XXX, c). Esta circunstancia, unida a la falta de bruñido en la superficie cóncava, nos lleva a considerarla más como revestimiento de un objeto de otra materia que como verdadero recipiente. Los relieves internos correspondientes a las líneas incisas de la superficie exterior tendrían la misma función adherente, aparte de la puramente ornamental, que el reticulado del botón de ámbar anteriormente descrito, y la flexión o rebatido del borde contribuiría a la fijación de la lámina sobre el objeto que recubría: el pomo de un arma, la cabeza de un cetro o bastón de mando, etc. Es la pieza de oro más deteriorada del conjunto, con una rotura ramificada que afecta desde el borde al fondo.

Su decoración (Fig. 5), incisa toda desde el exterior, es como sigue: franja de cinco líneas paralelas alrededor del borde; círculo con reticulado menudo en la base del casquete; cruz radial formada por doble banda de a seis líneas paralelas, y líneas quebradas en zig-zag por todo el resto de la superficie, incluso entre las dos bandas paralelas que forman la cruz. Este zig-zag determina coronas de triángulos o dientes de lobo alrededor del borde y del círculo basal.

52-54 (Láms. XXXVII y XXXVIII).- Objeto compuesto formado por una pieza bicónica, con perfil de carrete, rematada por una especie de contera en la cual encaja (Lám. XXXVII, 1).

La pieza principal (Núm. 52) es una lámina cóncava, cerrada sobre sí misma por medio de tres clavillos, uno de los cuales apareció en su posición normal (Lám. XXXVII, 2). Está decorada con tres franjas de a seis líneas incisas que alternan con cuatro bandas caladas. En las dos externas, los calados son triángulos isósceles apuntados hacia los respectivos bordes y, en las intermedias, series de cuadrados. El contorno de las bases es elipsoidal y existe una pequeña diferencia entre sus dimensiones, que en una son de 42 x 34 mm. y en la otra de 37 x 30. La decoración no es continua, pues se interrumpe en las zonas correspondientes   —26→   a los ejes menores, uno de los cuales queda señalado poro un ligero resalte de sección rectangular levantado desde el interior (lámina XXXVII, 4). El eje opuesto se acusa por medio de unos leves abultamientos señalados verticalmente en una zona exenta de decoración (Lám. XXXVII, 2 y 3). La zona de cierre queda, por tanto, en posición excéntrica. Es de señalar que las incisiones decorativas se practicaron con la pieza ya cerrada, pues se acusan también en el extremo de la lámina que había de quedar oculto al cerrarla (Lám. XXXVII, 3).

La base mayor de esta pieza encaja en la ranura de una especie de contera o soporte abierto, troncocónico, construido con lámina rebatida sobre sí misma (Lám. XXXVII, 1 y Lám. XXXVIII, 53, a y b).

55.- Contera o soporte similar al anterior, pero de menor tamaño y de base circular (Lám. XXXVIII, 55, a y b). Es posible que formara conjunto con la pieza que se describe a continuación:

56-57.- Pieza similar a la Núm. 52, también con perfil de carrete, pero con bases circulares y de menor tamaño. Consiste en una lámina cortada en tres tiras surcadas por cinco líneas paralelas incisas y separadas por zonas rectangulares vacías (Lám. XXXIX). La zona de cierre, lisa, se prolonga en dos apéndices triangulares que rebasan la línea del borde, en uno de los cuales se alojaba uno de los clavillos o remaches. Un resalte rectangular correspondiente al eje menor sirve de unión a las tiras que constituyen el cuerpo de la pieza. El extremo que queda por debajo en el cierre está también surcado por las líneas incisas y carece de uno de los apéndices triangulares, lo que parece indicar que la pieza se cerraba con sólo dos clavillos.

58.- Pieza anular, ligeramente troncocónica, formada por ancha lámina con tres filas de calados triangulares, toscamente practicados a golpes de cincel. Totalmente cerrada en su origen, presenta hoy una rotura transversal, posiblemente intencionada, a través de una de las columnas de triángulos (Lám. XXXIX).

56 a 61 (Láms. XL y XLI).- Tres piezas similares que difieren casi exclusivamente en el tamaño, gradualmente aumentado de una a otra. Son las tres láminas anulares, levemente troncocónicas, y abiertas actualmente por rotura quizá intencionada, como la anterior. Las tres llevan uno de los bordes liso y afinado y el otro rebatido hacia el interior en estrecho reborde descuidadamente recortado, circunstancia que se aprecia mejor en la Núm. 59 (Lám. XL, 3), a la que parece habérsele suprimido el disco de lámina que la cerraba por la base más ancha. Las tres van ornadas con una franja de nueve líneas paralelas incisas.

Tanto estas tres piezas como la Núm. 58 pudieran interpretarse como collarines o virolas para engarzar en el mango de un bastón de mando, cetro, maza de ceremonias o algún objeto similar. La señalada con el número 59 (Lám. XL) sería en tal caso la contera, y el recubrimiento de la cabeza la pieza en forma de cuenco señalada con el Núm. 51 (lámina XXX) y quizá también el que hemos descrito como «broche o botón» número 46-47 (Lám. XXXVI).

62 a 64 (Lám. XLII, 1 a 3).- Tres piezas casi idénticas, formadas por laminillas alargadas, con los extremos curvos y aguzados. Su forma recuerda el perfil de una nave. El borde externo se presenta pulido y   —27→   aplanado en toda su extensión. Del opuesto emergen cinco pequeños apéndices remachados. Las interpretamos como piezas de aplicación, para ser embutidas en otra materia. Quizá puedan relacionarse con la pieza 52-54, junto a la cual se hallaron dentro de la vasija.

65 (Lám. XLII, 4).- Pieza similar a las anteriores, pero casi dos tercios menor y con sólo tres apéndices o remaches. Carece también de la acusada curvatura que presentan aquéllas en uno de los extremos.

66 (Lám. XLIII).- Clavillo suelto, perteneciente, sin duda, a una de las piezas señaladas con los Núms. 52 ó 56.

67 (Lám. XLIII, 2).- Pieza que constituye una excepción dentro del conjunto. Se trata de una anilla abierta de sección plano-convexa y extremos redondeados y algo aplanados. Está construida con un metal plomizo oscuro, brillante en algunas zonas, y se halla recubierta de un óxido de aspecto ferroso y resquebrajada en su mayor parte. Sólo el análisis podrá determinar la verdadera naturaleza de este metal, que parece hierro y es, por su aspecto, el mismo que se utilizó para fundir la capa interna del broche 46-47.