Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

31

Ganivet, Ángel, «Henrik Ibsen», en Cartas finlandesas. Hombres del Norte, ed. a cargo de Fernando García Lara y Nil Santianez-Tio, Diputación Provincial de Granada, 1998, pp. 337-338.

 

32

Gourmont, Rémy de, L'Idéalisme, París, Mercure de France, 1893, p. 24. Como precisa Luis Urrutia: «El Romanticismo conquista el yo personal, individual, para la literatura y arrumba el yo genérico. Esa conquista resulta ya inalienable y el Simbolismo la heredará, no por ser una reedición del Romanticismo, sino porque los grandes logros culturales son irrenunciables. Pero si el Romanticismo plantea el enfrentamiento del yo con la sociedad, el Simbolismo va a ser capaz de disociar los distintos sujetos que conforman al individuo de tal modo que el yo poético no coincidirá necesariamente con el yo social ni reaccionará a la par que él», Las luces del crepúsculo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004, p. 240.

 

33

Pardo Bazán, Emilia, «Crónica de España», La Nación, 5 de septiembre de 1913, p. 9; reproducido por Sinovas Maté, Julia, Emilia Pardo Bazán. La obra periodística completa en La Nación de Buenos Aires (1879-1921), vol. II, La Coruña, Diputación Provincial, 2000, pp. 815-817.

 

34

Berenguer, Ángel, La crítica en los estrenos teatrales de Galdós, Madrid, Comunidad, 1993, Rubio Delgado, Isaac, El teatro de Galdós, Salamanca, Universidad, 1972; Rubio Jiménez, Jesús, Ideología y teatro, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1983; y del mismo autor: La renovación teatral española de 1900: Manifiestos y otros ensayos, Publicaciones de la ADE, Madrid, 1998; El teatro poético en España. Del Modernismo a las vanguardias, Murcia, Universidad de Murcia, 1993; «La recepción crítica del naturalismo teatral en España», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXII (1986), pp. 345-357 y «Perspectivas críticas: Horizontes infinitos», Anales de Literatura Española Contemporánea, 1989 (14); pp. 199-222; Thion-Soriano, Dolores, «Teatro y opinión pública en la prensa de entresiglos», en Daniel, Meyran, Alejandro Ortiz y Francis Suréda, (eds.), Teatro, Prensa y Sociedad, Perpignan, Presses Universitaires, 1998, pp. 55-70.

 

35

Aunque Balzac había sido el verdadero padre de lo que Pardo Bazán llama «naturalismo analítico»; en La literatura, francesa moderna. La Transición, Madrid, Renacimiento, [1911], pp. 156-157.

 

36

Yxart, José, Arte escénico en España, I, Barcelona, La Vanguardia, 1894, pp. 254.

 

37

Szondi, Peter, Teoría del drama moderno, Barcelona, Destino, 1994.

 

38

Yxart, José, op. cit., p. 255.

 

39

Este tipo de argumentos son también comunes en sentido contrario. Por ejemplo, cuando Doña Emilia censura el teatro de Echegaray, dando por implícita la decadencia de la raza latina: «En esos pueblos que retroceden a la infancia, no se crían los Ibsen, los Sudermann, los que llevan a la escena problemas y análisis profundos del corazón humano», en Pardo Bazán, Emilia, «Crónica de España», La Nación, 29 de abril de 1911, pp. 6-7; reproducido por Sinovas Maté, Julia, op. cit., pp. 520-525.

 

40

Yxart, José, «Enrich Ibsen», Obres catalanes de Joseph Yxart, Barcelona, Tip. L'Avenç, 1896, p. 199; Cabré, Rosa, edición de José Yxart, Crítica dispersa (1883-1893), Lumen, Barcelona, 1996.