Cuadernos del Vigía, Granada, 2018, 64 págs.
Nacer a los cinco años en una mudanza. Sujetarse al apellido.
Desarraigo: pez que boquea por debajo de la vida.
Exilios en familia que recluyen a cada uno de sus miembros dentro de su propia pena.
El cerco obsesivo del desarraigo: la apatria.
En la acción de idealizar a una persona reside un deseo inconsciente y doloroso de alejarla.
De profesión: perfecta.
Un malentendido puede conformar una identidad.
Descubrir que tu amor platónico era una ciudad.
Quién iba a decirte que en lo profundo del desamparo infantil, en la búsqueda del amor romántico o en la construcción del segundo hogar se escondería, intacta, la ciudad lejana.
Bajo la persona que soy se abre camino la que creo ser.
Personas a las que hemos faltado y que se reducen en nuestra mente a la falta cometida.
Acto de amor invisible: pasar de puntillas ante la locura del ser amado.
La gente no quiere ser entendida, quiere ser aceptada por lo que no es.
La patria fue el mito que ocultó tu hogar.
Encontrar el hogar y estar a su altura.
El ser humano nace del género fantástico. La gestación es un proceso inverosímil.
Entre las olas de este cansancio me encuentro con mi hija. Yo convertida en mar; mi niña chiquita nadando en último plano. Se acerca.
Nacemos por falta de espacio. Nacer es un desahucio.
El bebé cuando nace construye un útero alrededor de su madre.
Mi niña y yo nos pasamos el primer mes de su vida asustándonos la una a la otra.