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Se le vuelve a recordar en la silva VIII, El sueño. Hay, sin embargo, otro poema, romance XI, en que Filis aparece en su boda con Celio, mientras el poeta recuerda su pasado amoroso: «Como parabién de boda / estos versos le cantaba / un zagal, que fue su amante, a Filis, recién casada». («A Filis recién casada», ibíd., pp. 48-55). También se dirige a la misma en otros poemas como el romance XIX («El colorín de Filis»), el XXIV («La vuelta del colorín»), el XXV («La visita de mi amiga»), etc. Nada tiene que ver, por otra parte, con la Filis, amada de Cadalso, a la que recuerda en diversos poemas funerarios.

 

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A la misteriosa Fany van dirigidas las tres primeras silvas («El suspiro», «Fany enojada» y «El cumpleaños de Fany»; en II, pp. 305-318). Todavía volverá a recordarla nostálgico y amigable en la muerte de su marido Belardo (Elegía VI, «La virtud, en la temprana y dolorosa muerte de un hombre de bien», en Poesías, ed. cit., IV, pp. 271-280). Tras la alabanza de su virtud y valores cívicos («Buen padre, amigo fiel, buen ciudadano»), su ilustrada razón y nobleza, intenta sintonizar su sentimiento de tristeza, en tan desgraciado suceso, con la esposa. Y recuerda también las calamidades por las que él ha pasado


¡Oh, cuántos días mi esperanza anduvo
colgada de mi cabello! ¡Cuántas, cuántas,
cubierto el pecho de horrorosas nubes,
temblé del trueno el pavoroso estruendo,
y el rayo asolador mi frente hería!



Y entonces, «tu oficiosa amistad sostuvo mi desaliento».

 

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Ibíd., II, p. 106. Ya en otra ocasión había hecho apreciaciones parecidas, leemos en el poema «A Ciparis en el día de sus años»: «¿Qué es pues la hermosura si adornada / de honestidad no brilla?» (Serrano y Sanz, «Poesías y cartas inéditas», art. cit., p. 286).

 

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No es de extrañar que el nuevo espíritu neoclásico del siglo XVIII vuelva su vista a los antiguos temas clásicos que cultivara el maestro Virgilio o nuestro renacentista Garcilaso. No en vano los años anteriores recogían también el gran interés épico de los períodos clásicos, proponiendo como temas Las naves de Cortés destruidas y La toma de Granada, Vid. Colección de las obras de Elocuencia y de Poesía premiadas por la Real Academia Española, Madrid, Imp. de la Viuda de Ibarra, 1799.

 

125

J. Meléndez Valdés, Batilo. Égloga en alabanza de la vida del campo, Madrid, Imp. J. Ibarra, 1780, 22 pp. Fue premiada el 18 de marzo del mismo año.

 

126

Tomás de Iriarte, Colección de obras en verso y prosa, Madrid, Imp. Real, 1805, VIII, pp. 7-67.

 

127

Juan Pablo Forner, Cotejo de las Églogas que ha premiado la Real Academia de la Lengua, Ed., prólogo y notas de Fernando Lázaro, Salamanca, 1951.

 

128

Ibíd., p. 32.

 

129

Ibíd., p. 18.

 

130

Ibíd., p. 22.

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