Calle de los judíos (Sinagoga de
Córdoba) |
Carlos Clementson
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| No hace falta que indagues | | | | qué nombre es el que lleva tu calle desde entonces. | | | | Quizá sea de las pocas cosas que en tantos siglos | | | | aquí no hayan cambiado. | | |
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| Ni siquiera que hurgues con tu mano impaciente | | | | la bolsa en que guardaste la llave de tu casa | | | | antes de la partida, ha ya quinientos años. | | |
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| Sin que te dieras cuenta | | | | ya estás en sus umbrales. ¿Acaso no te llegan | | | | las antiguas palabras, | | | | el rezo de los salmos...? Escucha ese murmullo | | | | que hay detrás de la puerta, igual que si habitaba | | | | sin tregua desde siempre. | | | | Mira el cerrojo franco. | | | | No hurgues ya en el pasado. | | | | Oye a tu corazón: esa es la llave. | | |
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