Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —27→  

ArribaEntrevista con Francisco Brines

imagen

-¿Qué relación tiene con los poetas de los cincuenta?

-Yo pertenezco a esa generación porque he nacido en el año en que he nacido, pero hay que tener en cuenta que hay un grupo que se formó sobre todo en Barcelona y que hizo de imán y atrajo a otros poetas de fuera de allí, como Ángel González, Valente, Caballero Bonald... Algunos de ellos fueron conocidos por José Agustín Goytisolo cuando estudió en Madrid, en un Colegio Mayor. En mi caso, yo no tuve relación con ellos sino muy posterior. Y al primero que conocí de ellos, de los que he nombrado, fue a Ángel González, a través de Carlos Bousoño. Yo era muy amigo de Carlos, soy muy amigo de Carlos. Carlos, aunque es de otra generación (tiene año y medio o dos años más que Ángel) ha jugado junto con él desde pequeño, y por eso se conocían. Yo, en ese sentido, no participé en los hechos que son signo del grupo, como es el viaje a Colliure en homenaje a Antonio Machado o la publicación de la colección también llamada Colliure, en la que yo no intervine -aunque me lo ofreció Gil de Biedma-, porque yo no hacía poesía social y no veía el libro que estaba escribiendo, que era Palabras a la oscuridad, en esa colección, colección muy importante en aquel momento, ya que era la que

  —28→  

imagen

entraba en la Universidad, la que leían los universitarios. Y yo, como no veía que mi temática estuviese dentro de la que entonces publicaban ellos, preferí editar en una colección que era liberal, que era antifranquista, pero que no tenía esas connotaciones de mayor combatividad. Así que publiqué mi libro en Ínsula, que era la revista de los exiliados, la revista liberal literaria en España.

En esa época, yo tenía otro grupo que era intergeneracional, en el que estaban Vicente Aleixandre, José Hierro, Carlos Bousoño, Claudio Rodríguez, que era de mi generación, José Olivio Jiménez, un crítico también de mi edad, y Paco Nieva, que era mayor, pero con quien, cuando regresó a España (entonces era escenógrafo sólo), hicimos amistad. Venía y nos leía sus obras, que eran unas obras absolutamente desconocidas y muy atrevidas y que aún no ha publicado. Íbamos mucho a su estudio, vivía cerca de Carlos Bousoño, y allí, o en casa de unos o de otros, nos reuníamos. O sea que yo tengo otro grupo, soy de esa generación pero de otro grupo intergeneracional, al que se acercaron después Juan Luis Panero, Luis Antonio de Villena... y así han continuado viniendo los más jóvenes.

-Y, enlazando pasado con futuro, ¿qué opina usted de la trayectoria de la «poesía de la experiencia» en los noventa y hacia dónde cree que se orienta ésta?



- Bueno, yo no conozco ninguna poesía que no sea de la experiencia.

  —29→  

imagen

-Sí, pero respecto a la corriente llamada así...

-Toda poesía es experiencia, porque el hombre no puede escribir si no es desde la experiencia, da lo mismo que sea experiencia vivida o experiencia lectora, pero todo es experiencia. Eso son etiquetas, membretes que le han puesto los de la «diferencia», que es una cosa estúpida, ya que no son diferentes, en general son malos, es así; se duelen de que les hacen poco caso y quisieran que les hicieran más.

Por otra parte, poesía de la experiencia es la de Jorge Manrique y poesía de la experiencia es Garcilaso, poesía de la experiencia es San Juan de la Cruz (experiencia mística). Todo es experiencia.

-Ahora bien, referido a la «poesía de la experiencia» desde los preceptos de verosimilitud, de claridad en la expresión, de comunicación, que define, por ejemplo, el mismo García Montero...

-A mí me parece que en este momento hay una poesía muy diversa. Lo que pasa es que a esa poesía le prestan más atención los lectores que a otras, pero hay una poesía también hermética, hay una poesía culturalista, hay mucha clase de poesía. Sin embargo, siempre tendrá más lectores la poesía que llega a más gente, lo cual no quiere decir que sea mejor por eso. Pero yo solamente creo en poesía, y luego el adjetivo ya depende de la calidad que tenga el sustantivo. Soy   —30→   defensor de la diversidad y creo que es un error que cometen algunos de los poetas de la experiencia (entre los que están mis mejores amigos y los poetas que más admiro de los jóvenes, muchos de los mejores poetas actuales) cerrarse en una estética, algo que no hacen cuando se trata de poetas de otros siglos. Por ejemplo, ellos gustan de Quevedo, gustan de Lope, gustan de Góngora, y son tres poetas totalmente distintos de una misma época y, sin embargo, no gustan tanto de poetas diversos de ahora. Pero eso es porque entra ahí la lucha literaria, las pugnas literarias. Creo que para el poeta que escribe es bueno tener un gusto amplio, lo más amplio posible, porque eso le puede enriquecer la poesía que haga y, además, va a disfrutar más desde el punto de vista de lector. Yo no soy partidario de una estética sola, sino de la amplitud de las estéticas.