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151

Cfr. Emir Rodríguez Monegal, «Literatura uruguaya...», cit., pp. 99-100.

 

152

Una nota en Marcha, n. 652, 19-12-1952, p. 7, anuncia que «José Bergamín disertará sobre su libro Melusina y el espejo (...) en la Librería de Salamanca (...); estarán en venta ejemplares de la obra firmados por el autor».

 

153

José Bergamín, «Un teatro de pasión o la pasión del teatro», entrevista de Carlos Gurméndez, El País, 26-1-1980, sup. Artes, p. 5.

 

154

Ángel Rama, «Revista de revistas», Marcha, n. 524, 28-4-1950, p. 15. Más que de recensión, puede hablarse de ensayo breve, en el que Rama da un juicio articulado de la obra: «‘Esa energía ligera en oposición a la pesadez, a la pedantería, a la presuntuosidad, a la hinchazón y a la redundancia’ que Azorín veía en la obra de este maestro (...) impone un ritmo ágil, brillante como un traje de luces, un modo del donaire, a este tema tenso y grave en que parece conjugarse el ahondamiento metafísico de un Calderón y la visión trágica y esperanzada a la vez que del mundo y del trasmundo postularon los románticos. Un arriesgado y chispeante juego verbal domina al lector sometiéndolo a la obra de este disparadero paradójico e inquietante, pues el juego termina siempre por descubrirse como burla trágica, como disfraz de intuiciones fundamentales». Pasa después a analizar algunos aspectos de la obra, deteniéndose en el lenguaje (recuerda la frase de Bergamín: «si empiezo a jugar con las palabras, las palabras acabarán por jugar conmigo»), en la estética del espejo «implícito en cada una de sus obras», en las relaciones de Melusina con La condition humaine de Malraux y el teatro de Massimo Bontempelli (cfr. Rosa María Grillo, «Bontempelli e Bergamín», en AA. VV., Bontempelli, scrittore e intellettuale, Editori Riuniti, Roma, 1992, pp. 343-356).

 

155

Ricardo Domenech, art. cit., p. 226. Cfr. también Jerónimo López Mozo, «Bergamín y la cuadratura del círculo», El Público, n. 39, 1989, pp. 18-20; César Oliva, ob. cit., p. 180; y Rosa María Grillo y Giuseppe Gentile, «La poesía dramática de Melusina», en AA. VV., En torno a la poesía de Bergamín, cit., pp. 153-176. En lo que se refiere a la utilización de las máscaras del Teatro del Arte italiano, cfr. Florence Delay, «Premier Théatre: l’Arlequin bergamasque», en AA. VV., José Bergamín, Centre George Pompidou, París, 1989, pp. 57-68.

 

156

Ricardo Domenech, art. cit., p. 227.

 

157

«José Bergamín y el lenguaje de la máscara», entrevista de Gonzalo Penalva en Primer Acto, n. 198, 1983.

 

158

José Monleón, «Introducción al teatro de José Bergamín», Primer Acto, n. 185, 1980, p. 29.

 

159

Cfr. Nigel Dennis, «Prólogo» a José Bergamín, Don Lindo de Almería, Pre-Textos, Valencia, 1988, pp. 17-56.

 

160

Cfr., en este libro, mis comentarios a «La máscara y el rostro» (Escritura, n. 4, 1948) y «Acotaciones a Medea» (Marcha, n. 714, 1954). Jerónimo López Mozo individualiza en cambio una oposición entre «dos vertientes: una vanguardista y otra popular», que Bergamín habría intentado reconciliar en una «deseable armonía interna» gracias a un «moderno proyecto de teatro popular con raíces vanguardistas» (art. cit., pp. 15 y 20).