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211

Silvana Savini, «Tres entrevistas sobre José Bergamín», Rassegna Iberistica, n. 32, set. 1988, p. 9.

 

212

Marcha, n. 511, 13-1-1950, p. 15, a propósito de La noche buena del guerrillero, y n. 524, 28-4-1950, p. 15, a propósito de Melusina y el espejo, reseñas de las cuales ya se ha hablado en páginas anteriores.

 

213

La nota en verdad no está firmada, pero Monegal había regresado en junio de 1950 y todo deja suponer que él sea el autor.

 

214

Cfr. las notas de Sarandy Cabrera a propósito de la «Carta abierta a Ricardo Paseyro» (Marcha, n. 573, 27-4-1951) y de «Entre sombras anda el fuego» (Marcha, n. 564, 16-2-1951, p. 15), analizadas aquí en los capítulos sobre «Asir» y las «Revistas menores».

 

215

José Enrique Etcheverry, Marcha, n. 630, 11-7-1952, p. 15 (sobre «Nocturnos»).

 

216

Omar Prego Gadea, Marcha, n. 687, 12-9-1953, p. 14 (sobre «El lenguaje lírico de la poesía»).

 

217

La última recensión de Rodríguez Monegal ciertamente no desmiente esta afirmación; a propósito de «Ahora que me acuerdo», escribe que se trata de «narraciones (...) sobre sí mismo, en una prosa demasiado ocupada en definir las propias palabras para comunicar algo o despertar algún interés» (Marcha, n. 715, 9-4-1954, p. 15).

 

218

Cfr. José Bergamín, «El idealismo andaluz», en J. B., Prólogos epilogales, cit., pp. 27-9; Nigel Dennis, «Introducción» a José Bergamín, Don Lindo de Almería, cit.; y Giuseppe Gentile, Rosa María Grillo, «Lorca e Bergamín: il duende analfabeta», cit.

 

219

Cfr. Gonzalo Santonja, ob. cit., pp. 123-139.

 

220

Cfr. Gonzalo Penalva, Tras las huellas de un fantasma, cit., p. 177.