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  —49→  

ArribaAbajoAmado Villar

(1899)


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ArribaAbajoAutobiografía



Con un grano de sol entre los labios
vuelvo desnudo a la nativa rama.

   Le di mi voz al haraposo eco:
lloro de nuevo la primera lágrima...

   Ésta es mi historia y mi retrato es éste:  5
buenos los ojos y la boca mala.

   Pero el grano de sol abrillanta mi cara.



  —50→  

ArribaAbajoCampamento

Nombre




África:
   Las luminosas aes
y los tigres en celo de tu nombre
te crean en el aire:
alarido de zambras guturales el Congo,  5
Marruecos un refresco de limón
y un almíbar de chumbos aplastados Argel.

   Banderas de montañas tremolando
su levantado grito
se queman en el viento.  10

   Naufragan en tus mares
los soñolientos párpados del cielo
y un sol alborotado
tapia tus puertas con violento puño.

   Las cimitarras de los mediodías  15
pausados elefantes desmoronan.

   En un cordel torcido con todos los colores,
sobre las vendedoras de frutas y los moros
vendedores inmóviles del tiempo,
la feria franca cuelga desgañitados loros  20
y pinta la mejilla de los campos sin sombra.

   En el ardido vientre del desierto
entre rejas de cielo castigado,
musicales culebras desenroscan
las flautas de los camelleros  25
—51→
y un tímido verdor engolosina
las ofrecidas fauces del oasis:
jadeantes caminos han sacado la lengua...

   Los nubarrosos pájaros del Invierno torturas
en jaula de tormentas  30
y entre tus negras zarpas tañedoras del viento
la guitarra del mundo es una esposa trémula
con dolores de madre.

   Las tardes, de ojos grandes buscan novio.
Restañó la más joven la sangre de tu sol  35
y esa noche aprendieron los llanos a ir al cielo
por un túnel sin eco que se vistió de pena.

   Traigo las manos mansas de fatigar tu piel
y embotas el alfanje de mi voz
con las melladuras de tu cariño.  40

   Con los cinco sentidos enviudados
por alfombras de olvido va mi paso
blando como el balido de un cordero.




ArribaAbajoPrimavera



   Exprime su naranja el mediodía
en los agrios macizos de chumberas
y extienden pañolones colorados
las amapolas en la carretera...
   Primavera del campamento:  5
un pajarito nuevo sobre una rama verde.



  —52→  

ArribaAbajoCantina



Trastrabillante zanja de la noche...

   Puñalada perdida en el desierto:
un millón de blasfemias
y tres o cuatro luces andrajosas de viento.

   Repinta ajados guiños la turba cantinera.  5
Ruedan los duros falsos de los cuplés babélicos
y un chulo, brutalmente,
a su guitarra le desgarra el sexo.




ArribaAbajoDía



   Con la pulida mañana
vocinglera de percales
va el Verano de jarana
y es anillo de esponsales
el sol en la resolana.  5

   En la palma de tu mano
baila la gracia del día
y por bailar bailaría
en la boca del Verano
la rosa del mediodía.  10

    Con tus suspiros activa
el aire su caramillo
y el cielo suelto el justillo
—53→
su gran seno azul aviva
con un pezón amarillo.  15

   Los pájaros campesinos
beben la tarde en tus ojos.
Tus ojos maduros bojos
rezuman dorados vinos
sobre el mosto de mis ojos.  20

   Para la danza del día
repica el sol su pandero
y el campo verde gaitero
por tu mirada y la mía
melifica su puntero.  25

   Aguas abajo la ría
lleva luna de verano
y en pos de su espejo vano
poco a poco cae el día
de la palma de tu mano.  30




ArribaAbajoCamino para la sonrisa de una muchacha



Han llovido tus ojos chaparrones de pájaros
en el patio redondo de mis días sin árboles.
Has mecido las horas en tus brazos de copla
y es tu nombre su alegre sonajero de plata.
   En el aula del alba tu voz ha puesto cátedra,  5
han urdido tus manos una tela de música
y en los campos en flor de tu dócil palabra
pacen los recentales con los morritos húmedos.
Con tu paso más leve que las plumas del aire
has techado las sendas que sangraban al sol.  10
Llegarás al bautizo del lucero más rubio
con un grano de sal en un pico de alondra.
—54→
   He teñido mi vida con color de futuro
y soy una bandera todavía sin mástil.
Cuando llegues, mis días te ceñirán los muslos  15
y en las parras maduras que vendimia la tarde
harán nido tus pájaros, sembradora de lunas.





  —55→  

ArribaAbajoCórdova Iturburu

(1899)


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ArribaAbajoPaso como una sombra



Cuando partió yo abrí los ojos.
Fue necesario que partiera para saberlo todo...

   Sólo dos veces la besó en la frente.
Sin saberlo le di mi despedida.
Sólo dos veces la besé en la frente;  5
—56→
¡pero ya estaba fría o casi fría!

   Nunca hablamos de nada.
Hay amor que se nutre de silencio,
como hay flores que se abren en sudarios
sobre agua muerta, entre basaltos negros.  10
Hay amores que son cual despedidas
entrecortadas de presentimientos,
en que todo se calla como si uno
horror tuviera de tentar al cielo.

   Hablábamos,  15
y de pronto entre nosotros
se interponía el silencio.

   Reíamos a veces.
Reíamos con infantil cascabeleo;
pero en verdad, lo único importante  20
era estar en silencio;
un silencio viviente que latía,
opaco y sordo,
como un oculto corazón enfermo.
Pasó como una sombra luminosa.  25
Yo no advertí que iba mirando lejos...

   Hablamos solamente de las cosas
inefables que se hablan en silencio
y la besé dos veces en la frente,
arrodillado de respeto.  30

   Suelo pensar que no existió y fue sólo
el fantasma de un sueño...

   Nunca hablamos de nada.

   Sin saberlo
—57→
siempre estuvimos juntos  35
y Ella se fue primero.

Sólo cuando partió yo abrí los ojos.
Fue necesario que partiera
para saberlo todo...




ArribaAbajoFinal



   Mi libro es una sombra de lo que yo he soñado.
Persiguiendo fantasmas se desgarró mi empeño.
Lector: no pude dar más de lo que te he dado;
el Arte es una amarga resignación del sueño.  5

(«El árbol, el pájaro y la fuente»)




ArribaAbajoNorah Lange



   Ocres y lilas velan el agua de la tarde.
Norah Lange: en tu nombre se mecen las campanas.
Rampa la noche sobre el crepúsculo que arde
y la Vida y la Muerte van como dos hermanas.

Sonambulismo trágico y dulce de ojos de ángel  5
y de dos trenzas de ébano sobre una vaga túnica...
Norah Lange: tu nombre pasa como un arcángel
y acongoja el paisaje de una tristeza única.

   Berenice, Ligeia... Sombras de terciopelo...
Medianoche de espectros en soledad sin Dios.  10
Norah Lange: tu nombre resuena en mi desvelo
y hay algo más terrible que la Muerte en mi voz.



  —58→  

ArribaAbajoVersos del futuro improbable



   Iluminando estampas me pasaré la vida.
Te narraré los cuentos que asombran en la cuna
y hará santas las horas de cada anochecida
interpretando el múltiple paisaje de la luna.

   En el balcón, de codos, miraremos callados  5
cómo la noche enciende luces en las ventanas
cuando la tarde cierra sus párpados cansados
mecida en un reposo conventual de campanas.

   Por la senda de Otoño que ausenta tus pupilas
emprenderemos juntos inolvidables viajes  10
al país de las tardes y las noches tranquilas.
Tu amor es un perfume que revela paisajes.

   Paisaje futurista de cubos y letreros,
la fiebre de la frágil ciudad de cartón-piedra
asumirá a tu lado la paz de los senderos  15
y de las abadías que envejece la hiedra.

   Sentirás el silencio de mi amor que te loa
en su lengua profunda y bajo el cielo utópico
la vida será lenta como un viaje en canoa
entre el silencio de árboles de una noche del trópico.  20

   Recogeré las risas con que la vida pueblas
y esconderé las horas que quisiste dejarme
para que fuerte me halles el Viernes de Tinieblas
en que cierres los ojos para no perdonarme.






ArribaAbajoElogio de la Parroquia de San José de Flores


   Flores es una calle llena de árboles
con olor a jardín recién regado,
una niña que espera en una puerta,
unos chicos que juegan y a lo lejos un piano.

   En el cielo de Flores hay un montón de estrellas  5
que el Centro no conoce.
Otras constelaciones y una luna más nueva
tiene el cielo de Flores.
Es cielo de los tiempos melancólicos
del organito de Evaristo Carriego.  10
Sin exasperaciones luminosas, es limpio
y amplio, sin violencias de rascacielos.
Cielo para familia acomodada,
para tertulias en el patio,
para castos paseos,  15
desciende hasta la calle y como un humo
descansa en los jardines delanteros.

   Vámonos por sus calles. Las conozco.
Se me dieron andando, compañero.
Tienen un alma dúctil de niña casadera.  20
Son complacientes con los mozos serios.
Cantan por la mañana, trabajando,
y acurrucan ternuras, de tarde, sobre un pecho.

   Junto a la verja de una casa quinta
nos detendrá un piano romántico  25
a la hora profunda en que la noche
se abandona en los brazos de los últimos tangos.

   Flores es tan romántico
que las nubes rojizas que desde el Centro vienen
—60→
al llegar a su cielo,  30
para ponerse a tono, palidecen.

(La danza de la luna)





  —61→  

ArribaAbajoHoracio Rega Molina

(1899)


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ArribaAbajoImpresión ciudadana



La humedad bruñe la vereda
donde mi sombra se alucina.
Lejos, despliega la neblina
sus biombos pálidos de seda.

   Lloran los cielos aguanosos,  5
y bajo el aire lastimero
se abren las cúpulas de acero,
como paraguas fabulosos...




ArribaAbajoTriste desfile



   Bajo el cielo intranquilo
pasan, tristes, las fieles
huérfanas de un asilo.

   Cae una lluvia informe
—62→
empapando los crueles  5
trapos del uniforme.

¡Oh, cándida inocencia!
¡Qué amargas son las mieles
de la beneficencia!

   Desde una gran vidriera  10
sonríe, entre sus pieles,
una niña de cera.

(El poema de la lluvia)




ArribaAbajoPórtico



   Lector, si algo en mi libro falta o sobra
merced te pide mi emoción contrita.
Sólo se alcanza a ver después de escrita
la imperfección humana de la obra.
   Así también, sin parecer herido,  5
bajo el sol que lo dora con su llama,
si el árbol tiene seca alguna rama
sólo se sabe cuando está florido.

(El árbol fragante)




ArribaAbajoNocturno de los sueños infantiles



   En la noche, he deseado, distendida la mesa,
sobre los duros brazos apoyar la cabeza

y quedarme dormido como si fuera un niño.
Tener un dulce sueño, como un viejo cariño,
—63→

en que pasen cantando parejas de soldados,  5
en que vuelen estrellas y pájaros dorados.

Ya se fueron los tiempos de la niñez florida
donde nuestra cabeza se quedaba dormida

junto a la dulce lámpara, en un sitio cualquiera...
Oh, si Dios me dejara soñar lo que quisiera.  10

(El árbol fragante)




ArribaAbajoCosas



   La perilla del timbre,
el sillón de baqueta,
y la mesa de mimbre
sobre la que gotea una maceta.

   Dejadme que entre todas  5
esas cosas recuerde,
un retrato de bodas
en un marco de terciopelo verde.

   Y el viejo aparador con guarniciones,
que en memoria del tiempo que ha corrido,  10
conserva en sus cajones
un pedazo de pan endurecido.

   Mi corazón, con lágrimas piadosas,
se conmueve ante la naturaleza
de todas estas cosas,  15
que no son tristes, pero dan tristeza.




ArribaAbajoLa hermana



   En esta noche clara de verano
que en un sopor de fuego nos abrasa,
—64→
qué bien se está, bajo la luz escasa
del velador, junto al oscuro piano.

   Todo esto es dulce, y por mi mente pasa  5
el deseo infantil de ser tu hermano,
y caminar, llevado de la mano,
por las habitaciones de la casa.

   Tú me comprendes, rubia compañera,
y en tu sonrisa inmóvil y hechicera  10
adivina, con íntima ventura,

   que no te has olvidado todavía
cuando en la infancia generosa y pura
yo era tu hermano y tú la hermana mía.

(La víspera del buen amor)




ArribaAbajoLa letanía del domingo



   Como es día domingo, por la ciudad me pierdo.
Busco una calle muerta para mi poca fe.
La calle tiene un nombre que ahora no recuerdo
porque en un mismo sueño lo supe y lo olvidé.

   La calle es como un niño que por la vez primera  5
busca sin esperanza un juguete perdido.
Su manera de hablar fue antaño mi manera
y su cabeza rubia, yo también la he tenido.

   Tristeza del domingo. La soledad me agobia
y de improviso siento la pena singular  10
de que, sin conocerla, yo he tenido una novia
que en este mismo instante me ha dejado de amar.

   La calla se ha llenado de parejas furtivas...
Un ómnibus vacío compendia mis dolores,
—65→
y siento que las únicas manos caritativas  15
son las manos de bronce que hay en los llamadores.

   El domingo es el drama del hastío y del ocio,
es un palo vestido con cintas y sonajas.
Deseo madrileño de poner un negocio
con un billar de lance y un mazo de barajas.  20

   Es como esos jardines que hay en los hospitales.
Es la vulgar cadencia de una música en boga.
Tiene las etiquetas y los sellos usuales
de un frasco destapado que contuvo una droga.

   Es, en cualquier esquina, el bastón y el sombrero  25
de un burgués que se mira los botines lustrados,
y la satisfacción de un sobrio jardinero
que anda por una calle con árboles podados.

   Aparece, indeciso, al fin de la semana,
cual de una bocamanga la mano de un enfermo.  30
Y es también un hortera con alma veneciana
que va a remar, de tarde, al lago de Palermo.

   Si adquiriera, de pronto, contornos personales,
con la necesidad de ganar su peculio,
sería un vendedor de tarjeta a postales  35
en un librería del Paseo de Julio.

   Es uno de los días más trágicos y crueles.
Triste como un desfile de Ejército y Armada.
(Hay también otro ejército con muchos coroneles,
y es el de Salvación, que no ha salvado nada.)  40

   Domingo, el almanaque te anuncia al rojo vivo
pero tú necesitas un color con sordina,
como un farol chinesco, será decorativo,
—66→
pero la luz que arroja no viene de la China.

   Yo lo suprimiría, sin cargo de conciencia,  45
suprimiría el día y el hombre endomingado.
Pero es fatal, como esa ridícula frecuencia
con que se da un tropiezo en un patio alfombrado.

   También suprimiría la calle, en la que exponen
los árboles urbanos su edilicio follaje.  50
¿Qué será de la calle cuando ellos la abandonen
para formar, más lejos, otro nuevo paisaje?

   Guiñándome su ojo de vidrio en la capota
pasa un coche vacío, reumático, terroso,
la luna, sobre el cable de una esquina remota,  55
ha colgado su antiguo letrero luminoso.

   Y el domingo es como una lata de caramelos
que en el atardecer ha sido terminada.
La calle se proyecta, entre los rascacielos,
como una galería de ciudad sepultada.  60

   Entonces interpreto, bajo la trapisonda
de las calles lascivas y la innúmera gente,
los ojos enlutados de la mujer que ronda
y atisba, tras los vidrios del cafetín, un cliente.

   El domingo, en estado comatoso y de fiebre  65
me ve, sin domicilio, caminar con desgaire;
he sido mi arquitecto, mi albañil y mi orfebre
mas la ciudad no admite castillos en el aire.

   Pero qué importa, en medio de gritos y de fugas,
Ya la edificación, sin ruido, se desploma,  70
y en un encogimiento de pliegues y de arrugas
la ciudad se desinfla como un globo de goma.

(Inédito)





  —67→  

ArribaAbajoJosé Pedroni

(1899)


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ArribaAbajoCredo



Creo en la luz, que es pura, y en la tierra,
y en el agua, que es casta, y en el sol,
y en la sombra cordial que se derrama
con la dulzura de tu corazón.




ArribaAbajoSegunda luna



   Con el primer ensayo de los grillos
tomé el sendero de continuas vueltas.
Recién cobradas, en mis dos bolsillos,
se entrechocaban las monedas sueltas.

   Hecha sonrisa por el buen destino  5
mi faz contaba una intención traviesa:
llegar a tiempo de comprar el vino
y de poner el pan sobre la mesa.
—68→

   Salir contigo a recoger la ropa,
bajar contigo las tempranas brevas,  10
y llenarte una copa y otra copa
pon puñaditos de monedas nuevas.

   Pero al llegar sin que tu amor me aviste
ganando el beso de tu bienvenida,
te hallé en el lecho demudada y triste  15
cual si estuvieras por morir vestida.

   Y ante tu vida temblorosa y muda
-suave refugio en que mi pena embalzo-
la paz ufana, de mi mano ruda
cayó a mis pies como dinero falso.  20

   Ah, si algún día en mi habitual regreso
silbando entrara a nuestra casa abierta,
y allí en busca de tu casto beso,
con mi destino te encontrara muerta.




ArribaAbajoLa flor



Al higo de la higuera un picotero
   le comió el corazón;
y ahora, sin querer, el higo negro
   se parece a una flor.

En la higuera me haré, después de muerto,  5
   un higo blanco, amor;
y tú serás curruca o benteveo,
   o calandria o pinzón.

Y ha de llegar el día que en el huerto
   me verás bajo el sol  10
y picarás y picarás mi pecho
hasta hacerme una flor.



  —69→  

ArribaAbajoFiguras



El viejo Pozzo
   Al hombro el saco roto de sus virtudes muertas,
busca penosamente su pan: el alcohol,
esta figura triste que golpea en las puertas
y rompe en los caminos la alegría del sol.  5

Antonio, el pescador
   Cuidando la línea con su mano fea
sin moverse añora su viejo amorío;
y de sus pestañas el dolor gotea
como de las redes el agua del río.  10

El viejo Baumert
   Mientras en su casa fumando se aleja,
lo mismo que un niño se ríe y se engaña;
y no ve a la muerte que como una araña
se mueve en el humo de su barba vieja.  15

Mi madre
   Nos dio con toda el alma, como el árbol da ramos
y como el nido pájaros; y ahora, sin querer,
llora cuando nos tiene, llora cuando nos vamos,
y llora de alegría cuando nos vuelve a ver.  20

(Gracia Plena)




ArribaAbajoDeshojamiento



   La nieve casta su perdón desmiga
—70→
sobre la obscura ancianidad del suelo.
Cuando la tierra ya no puede, amiga,
calladamente se deshoja el cielo.

   Así, el espino, el parral, y el banco,  5
visten la gracia de este nuevo adorno.
El haz de leña es un osito blanco
y es una choza de esquimal el horno.

   Fija en la mía tu mirada pura,
pues dan mis ojos a un paisaje interno,  10
y mira como nieva tu ternura
sobre mi triste corazón de invierno.

(Gracia Plena)




ArribaAbajoAdoración



   Quiero a tu pueblo de poquita gente
todo arrecido como un blanco abuelo;
tu pueblito vulgar que lentamente
bajo la luz se desmorona en cielo.

   Quiero a tu pueblo que no tiene un pino,  5
ni un álamo, ni un puente, ni un recodo
de mar o de arroyuelo o de camino...
Lo quiero igual que si tuviera todo.

   Quiero a tu pueblo en tu casita chata
que la cocina primitiva ahúma,  10
en la hierba que humilde se recata
y en el cardal que al viento se despluma.

   Lo quiero en el espino contrahecho,
en la campana vieja que te nombra,
y en el árbol casual que un corto trecho  15
te iba siguiendo derramado en sombra.
—71→

   Lo quiero en toda faz y en toda mano
cuya serena dicha te atribuyo,
y lo quiero en los ojos de tu hermano,
sólo, mi amor, porque es hermano tuyo.  20

   Lo quiero tanto que a su mismo suelo
con mi pueblito entero me traslado
para poder vivir con el consuelo
que desde niño caminé a tu lado.

   Hondo cariño que llegado a tanto  25
es una sed dichosa de heroísmo,
con mucho de locura por tu encanto
y un poco de piedad conmigo mismo.

   Así, por obra de mi desvarío,
en tu pasado mi pasado incluyo,  30
viendo a tu casa en el pueblito mío
y al río de mi pueblo por el tuyo.

    Ilusión infantil que se disipa
si la palabra de tus padres buenos
con inocente amor nos participa  35
que hay en el pueblo una casita menos.

   Que cumplido en la tierra su destino,
que fue el de darte para mi consuelo,
en ascensión callada de humo fino
se va tu pueblo nuevamente al cielo.  40

(Inédito)





  —73→  

ArribaAbajoGustavo Riccio

(1900 - † 6 de Enero de 1927)


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  —74→  

ArribaAbajoElogio de los albañiles italianos



De pie sobre el andamio, en tanto hacen la casa,
cantan los albañiles como el pájaro canta
cuando construye el nido, de pie sobre una rama.

   Cantan los albañiles italianos. Cantando
realizan las proezas heroicas estos bravos  5
que han llenado la historia de prodigiosos cantos.

   Hacen subir las puntas de agudos rascacielos,
trepan por los andamios; y en lo alto sienten ellos
que una canción de Italia se les viene al encuentro.

   Más líricos que el pájaro son estos que yo elogio:  10
el nido que construyen no es para su reposo,
el techo que levantan no es para sus retoños...

   Ellos cantan haciendo la casa de los otros.




ArribaAbajoAl Cristo expuesto en una fiesta de bodas



   Ah, Señor Jesucristo,
que en esa cruz de bronce cincelado
eres un pobre Cristo
caricaturizado;
te compadezco, oh redentor:  5
te han condenado
a un suplicio mayor.

   En nombre tuyo un hombre
que no sabe de amor, a los esposos
les hablará de amor; y eso en tu nombre.  10
—75→
Y tus santas y líricas verdades
se estrellarán en esos corazones rocosos
y en tanta vanidad de vanidades...

   Y cuando ya no bullan en la boca del fraile
las burbujitas del latín,  15
presenciarás algo peor al fin:
un baile, oh Cristo, un baile...

   Frente a tu imagen dolorida,
las mujeres de trajes escotados
frotarán su lujuria contenida  20
contra los pantalones estirados.
Otras, se excitarán por los rincones...
Sus instintos despiertos
por la cosquilla lúbrica de las conversaciones,
se olvidarán que sufres con los brazos abiertos  25
la más abominable de las crucifixiones.

   Y cuando terminados ya baile y ceremonia
se marchen y te olviden clavado en tu patíbulo.
Ellas van a mojarse con agua de colonia
y ellos, a sosegarse en un prostíbulo.  30
Quedarás sólo. Y cuando
se hayan marchado todos, frente a tu imagen yo
en tu dolor, oh Cristo, me quedaré pensando,
y en tu madre y la pobre madre que me parió.

   Pues, oh Maestro, ya lo has visto:  35
se parecen tu madre con la mía;
porque es tan doloroso parir a un hijo Cristo
como parirle ungido en poesía...

(Un poeta en la ciudad)



  —76→  

ArribaAbajoTu mirada



   Después de amontonar ganas de verte,
hoy volví de regreso a tu mirada;
un enjambre tupido de recuerdos
asomado a tus ojos me esperaba.

   ¡Intimidad y eternidad de gozo!  5
Fue el gozo de volver de un largo exilio
y encontrarlos reunidos en el puerto
de la ciudad natal a los amigos.

   O más íntimo aún: gozo de verlos
en la vereda familia, hablarlos  10
y tratarlos de ché... gozo infinito:
¡volver a tu mirada como volver al barrio!

   O muchísimo más: gozo de verte
de entre el grupo salir, sola entre todos;
que eso fue regresar a tu mirada:  15
encontrar a la novia todavía en tus ojos...




ArribaAbajoVersos al lago Ipacaraí



   Ah, lago Ipacaraí,
tú tienes ondas que suben como el pájaro tiene alas;
cuando te enojas vomitas malas
palabras en guaraní.
Ante mis ojos adquieres todo el prestigio  5
de los valientes:
sobre tu lecho, medrosos, no abren sus piernas los puentes...

   Eres un lago con gorro frigio.
—77→
Tú odias, yo sé, a los turistas que van cada año
a retenerte en el ojo de sus Kodaks y a tirarte  10
confetis de interjecciones: ¡ah!, ¡oh!... Tú, para vengarte,
le das a alguno un mordisco mientras le ofreces el baño.

   Y frente a la poesía
de tus ondas que se enarcan como ballenas,
¿qué tiene que hacer, me digo, la gastada utilería  15
de las góndolas, los cisnes, las lunas y las sirenas?...

   Tú, libre de la infecciosa literatura
que ha envenenado otros lagos, contemplas dos maravillas,
de un lado la luz eléctrica cantando en sus lamparillas,
del otro el tren encendiendo de ruidos la noche oscura.  20

   Como tus antepasados, oh lago Ipacaraí,
que se adornaban con plumas de colores en el pelo,
te pones tú el arco iris, vincha que te ofrece el cielo,
y sueñas como los fuertes de la raza guaraní.

(Inéditos)




ArribaAbajoPalabras finales

Ya próximo a aparecer este libro, nos golpea la muerte del poeta. Los colectores, sus amigos también, quieren que yo, el más allegado al muerto por fraternal cariño y afinidad de orientación estética lo despida en nombre de todos los que mucho te quisimos. ¡Tanto, en verdad, esperábamos de él! Teníamos fe en este muchacho inteligentísimo que, año tras año, iba afirmándose en la conquista de su propio espíritu: empresa difícil y terrible. En ella y en la de conseguir la absoluta técnica del arte, empeñose hasta el día mismo de su muerte con tesón ahincado. Y en una y otra realizaba progresos evidentes, promisores de todo. Bastan los pocos versos recopilados en esta «Exposición»   —78→   para abonarlo. Y las muchas acciones buenas, los muchos amigos que atrajo a sí en su vida corta, fecunda y castigada.

Muere apenas pasados los veinticinco años, edad peligrosa para el artista lírico, ya que, en el lustro que lo separa de la edad de los desengaños -del enfriamiento de la fe, el endurecimiento del entusiasmo-; ha de conseguir lo que se consigue entonces, o nunca más: personalidad. Nuestro amigo deja el suficiente número de composiciones terminadas para poder demostrar que iba por el buen camino. Lo que tan pocos logran, ya, a ratos, era suyo y debía ser totalmente suyo... La vocación infantil que al verso lo llevara, afirmábase con raíces ansiosas en el timo humano, tiraba ramos, audaces a las ideas, se iluminaba de flores y enriquecía de frutos: Árbol que se trabaja y vigoriza para poner al alcance de todos el resultado de su labor, así el artista... Pero llegó un mal inmisericorde y dio su sentencia. Nos costó aceptarla. La rechazamos por injusta. Intentamos luchar. Exigimos a la ciencia. Casi esperábamos el milagro... Hoy -6 de Enero de 1927- ya se ha cumplido. Y con el poeta muerto se van lo mejor de su obra mutilada, un manojito de ilusiones maternales, un gran puñado de afectos juveniles; ¡y tantas cosas más!: Todas bellas.

Ahora él, feliz, está allá, ¡quién sabe dónde!, junto al predilecto de sus poetas, el gran Evaristo Carriego que amó tanto. Allá se está él, oyendo al otro versos de sus suburbios criollos, guitarreadores de Palermo; y recitándole a su vez, los de sus suburbios gringos, trabajadores del sud de Buenos Aires.

Y aquí, nosotros, sus amigos que lo viéramos irse con un desgarrón en el alma, más que llorando por él, nos hemos quedado moviendo alocadamente los brazos febriles de los que caen, como dos armas inútiles, los puños cerrados por la impotencia...

Álvaro YUNQUE.





  —79→  

ArribaAbajoEduardo González Lanuza

(1900)


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ArribaAbajoApocalipsis



Cuando
el jazz-band de los ángeles
toque el fox-trot del juicio final
y llegue Dios al galope tendido
   de sus tanques de hierro  5
estallen los soles
hechos dinamita viviente
y por los espacios
rueden oleadas de odios dispersos.
Se enhebrarán las chimeneas y las torres  10
en el agujero de la luna
y un bosque de gritos
retorcidos como llamas
incendiará el silencio de las noches
y llegará una voz infinita,  15
la voz del OTRO diciendo a Dios:
—80→
-¿Qué has hecho de los hombres?
y él temblará de miedo
como un niño que ha roto los juguetes.




ArribaAbajoAtardecer



   En el lago la tarde se diluye
un día no habrá cielo
el corazón
   ovillo de caminos
se dormirá en las manos infantiles del agua  5
cuando la sinfonía del silencio
lave en su bendición todo el paisaje.

   Las lejanías moribundas
se diluían en mi alma
llena de espectros vagos  10
de soles.

   Paisajes aburridos de sí mismos
y el tedio hecho árbol.

   Arrastrando las cadenas
de mis propios pasos  15
te voy buscando
   cosa inútil
que no existe.




ArribaAbajoGitanillo



   Toda la pajarera del organillo
reía la mañana
y en mi ventana
el sol se había trepado como un chiquillo.
—81→

   La mañanita clara por los jardines  5
desmigaba el pan blanco de su alegría
y estaba en nuestras manos la luz del día
como un juguete en manos de chiquilines.

   Mis brazos taladraban el silencio
ansiosos de robar los horizontes  10
para collares de tu cuello.

   Tus manos devanaban lejanías
y en la rueca girante de tus risas
se iba hilando mi angustia.

   Tus cabellos tenían perfumes de recuerdos  15
las auroras sangraban en tu boca
sus rosarios de besos
y yo estrujaba
       todas las primaveras en mi pecho.




ArribaAbajoNocturno íntimo



   La sombra está arañando
como un perro la puerta.

   Glorifica la lámpara
       el alma familiar de la noche.
Estoy cerca de ti como nunca estuvimos  5
la clepsidra de nuestros corazones
siente el rumor del tiempo deslizarse beso a beso.

   Te he mirado y te he visto:
las canciones que han de vivir un día
estaban en tus ojos  10
       remansos de luz prieta
—82→
y en tus manos una alegría buena
como el suave temblor de agua nocturna
que calma la sed acariciando estrellas.

   Te he mirado y te he visto  15
en un silencio pleno de sonrisas.
Mi corazón
       mi corazón quisiera
ser una luz dormida en tus pupilas.

(«Prismas»)




ArribaAbajoPoema de la palabra única



   Fachada del futuro
palabra única
octavo día de la creación
alba de cada cosa
insospechado campo sobre el que el alma crece  5

   Eres sobre lo que declaras
como un espejo sobre un mueble
que dilata su hondura a lo imposible

   Proa de la alegría
tu fervor de plegaria hace más suya  10
la realidad de lo que resucitas

   Brújula del destino
mojón ineludible de una ruta de ensueños

   Palabra única
pájaro inalcanzable  15
tú traspasas la vida
desnuda de ventanas
afilas los senderos
aguzas las miradas
-relámpago en que un día se condensa-  20
—83→

   Tu certeza de lazo en mano diestra
clava el galope de los siglos
en un segundo decisivo

   Pórtico de lo desconocido
donde por fin sonríe lo imposible  25

   Tú deslindas el alma
predios donde el silencio
bajo tu flauta duerme
vigorosa ciudad
que arremolina todo dolor  30

   Cuanto vivir palpado día a día
en tu recinto cabe

   Piedra fundamental del amor cierto

   Palabra única
oasis en la arena de palabras  35
de algún libro desierto

   Vamos a ti
como ciegos que buscan una lámpara
y tu anhelo de darte
hace que te nos vueles de las manos  40

   Aquello que tú nombras
es sólo la custodia que rodea
tu inmaterialidad

   Palabra única
que llegas una vez cada milenio  45
a cantar en el pecho de los hombres

   Vaya a ti este tanteo
—84→
en que vierto el temblor de las caricias
que aunque no logre asirte
me haces sentir más puro el intentarlo.  50




ArribaAbajoPoema de la muerte



   La muerte es nuestra muerte
más bien que tú que solo ya no eres
ha muerto aquel pedazo de mi alma
en que eras realidad
Ausencia y casi olvido que se palpa  5
y hasta el mismo dolor que se evapora
ese hueco que estuvo y nada colma
esa inmovilidad ineludible
del último recuerdo estatua trunca

   Todo vivir se torna ya imperfecto  10
paisajes incompletos
donde no colaboran tus miradas
lejanías inciertas
en donde nunca cantarán tus pasos

   músicas como pájaros sin nido  15
que ya no encuentran al volar tu alma
segundos temblorosos
huérfanos de un vivir que los realice
y en el mismo silencio
falta el silencio tuyo  20

   Al alma mutilada por tu ausencia
ni el mismo amor integrará de nuevo
colma el sol mas no allana los abismos

(Inéditos)





  —85→  

ArribaAbajoLeopoldo Marechal

(1900)


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ArribaAbajoCanción



El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas...  5

   El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.
Habrá remansos y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que tú remontas.  10

   Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días:
mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja...
—86→
Con mi renio inútil, a lo largo de las noches,
busco el Río de tu Sueño, que sólo tú remontas.




ArribaAbajoNocturno



   En el gastado corazón del Tiempo
se clavan las agujas de todos los cuadrantes.

   Hay un pavor de soles que naufragan sin ruido:
la noche se cansé de enterrar a sus mundos.

   ¡Llora por los relojes que no saben dormir!  5
Las campanas se niegan a morder el silencio.
Tras un rebaño do horas
gastaron sus colmillos de bronce las campanas...

   ¡Ahora comprendo el viaje de tus cosas!
El sol ya no quería romperse en tus banderas.  10
Para mullir tu fuga, en el camino,
se desplumaron todas las águilas del viento.
Tus pasos clavetean
un gran tapiz de lejanía...
Son pájaros furtivos tus recuerdos:  15
amaban grandes ríos arbolados de muerte.

¡Estuche de palabras
donde guardar el roto muñeco de los años!
Nuestras anclas no muerden el fondo de las horas.
Los péndulos cabeceantes  20
dibujan negativas en la noche.

   ¡Tierra que nunca se gastó en mis pasos!
¿Qué historia contaremos a los días?
¿Cómo arriar el velamen
de las mañanas, ávido remero?  25
—87→

   ¡Todo está bien, ya soy un poco dios
en esta soledad,
con este orgullo de hombre que ha tendido a las cosas
una ballesta de palabras!




ArribaAbajoÍdolo



   Alfarero sobre el tapiz de los días,
¿con qué barro modelé tu garganta de ídolo
y tus piernas que se tuercen como arroyos?

   Mi pulgar afinó tu vientre
más liso que la piel de los tambores nupciales.  5
He puesto cuerdas al arco nuevo de tu sonrisa
y engarcé dos noches en el sitio de tus ojos...

   ¡Ídolo de los alfareros!
Yo se que redondeas el cántaro de la mañana
y lo pintas de sol  10
y lo llenas con una luz rota de pájaros.
Ídolo de los alfareros
que se sientan sobre el tapiz de los días...

   He quemado a tu pie
la madera fragante de mi palabra.  15
El viento no deshojó todavía
un tulipán de música más bonito que tu nombre.

   ¡Haz que maduren los frutos
y que la lluvia deje su país de llanto,

   ídolo de los alfareros  20
que se sientan sobre el tapiz de los días!

   Si no mis odios bailarán
sobre la tierra de tu carne...



  —88→  

ArribaAbajoPoema sin título



   En una tierra que amasan potros de cinco años
el olor de tu piel hace llorar a los adolescentes.

   Yo sé que tu cielo es redondo y azul como los huevos de perdiz
y que tus mañanas tiemblan,
¡gotas pesadas en la flor del mundo!  5

   Yo sé cómo tu voz perfuma la barba de los vientos...

   Por tus arroyos los días descienden como piraguas.
Tus ríos abren canales de música en la noche;
y la luna es un papagayo más entre bambúes
o un loto que rompen a picotazos las cigüeñas.  10

   En un país más casto que la desnudez del agua
los pájaros beben en la huella de tu pie desnudo...

   Te levantarás antes de que amanezca
sin despertar a los niños y al alba que duerme todavía.
(El cazador de pumas dice que el sol brota de tu mortero  15
y que calzas al día como a tus hermanitos).

   Pisarás el maíz a la sombra de los ancianos
en cuyo pie se han dormido todas las danzas.

   Sentados en cráneo de buey
tus abuelos fuman la hoja seca de sus días:  20
chisporrotea la sal de sus refranes
en el fuego creciente de la mañana.

   (Junto al palenque los niños
han boleado un potrillo alazán...)
—89→

   En una tierra impúber desnudarás tu canto  25
junto al arroyo de las tardes.
Tú sabes algún signo para pedir la lluvia
y has encontrado yerbas que hacen soñar.

   Pero no es hora, duermen
en tu pie los caminos.  30

Y danzas en el humo de mi pipa
donde las noches arden como tabacos negros...




ArribaAbajoBalada para los niños que serán poetas




I

   La reina Til desnuda una risa de fragua.
Todos los pájaros de la danza nacen en su pie volátil.
Sus ojos parecen dos lebreles recién castigados...
Desde un país en donde se abre el huevo de las mañanas
vino el Príncipe a caballo de su alegría:  5
-¡Busco tu risa forjada por herreros musicales
y alegre como la sal gema que hacen arder los brujos!
Tu reír es el asta donde flamean los días asoleados;
yo soy un hondero que soñó con el pájaro de tu risa...
Pero no busco tu danza  10
ni tus ojos más tristes que dos viudas.
El Príncipe se fue a caballo de su alegría:
la reina Til desnuda una risa de fragua...


II

   Desde su río que se estira como un lagarto bajo el sol
llega el rey Bamb:  15
-¡Amo tu pie gracioso como el de un elefante
y más grato que la muerte de los tíos ilustres!
—90→
Las abuelas textiles no poseen dos agujas como tus pies;
amo el viento de tu danza que te hace girar, linda veleta...
   Pero no busco tu reír inútil  20
ni tus ojos de gata soltera.
El rey Bamb se fue a su país de lunas incautas:
la reina Til ha quedado sola...


III

   Mas, he ahí que Sir Olaf llegó en trineo
desde su estepa geográficamente sentimental:  25
-¡Quiero tus ojos iguales a dos mediodías con lluvia
y helados como dos focas en el mismo témpano!
En tu mirar, oh Reina, se posan las golondrinas cansadas;
busco tus ojos más largos que la noche de seis meses...
Pero no amo tu risa de lobo  30
ni la danza que incendia tu pie.
Sir Olaf huyó en su trineo
hacia un país de soles resfriados...


IV

   La reina Til se ha convertido en una cisterna
y ha de dormir por muchos días;  35
hasta que llegue un Rey que busque
los pies bailarines
los ojos que llueven,
la risa de fragua.

(Días como flechas)





  —91→  

ArribaAbajoEnrique M. Amorim

(1900)


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ArribaAbajoCita



El péndulo irregular
de mi bastón de malaca,
cuenta minuto a minuto
mi espera desesperada.
Tranvías que hilvanan barrios  5
y mil parejas que pasan...
El tiempo oscila en el péndulo
de mi bastón de malaca.
El fatigado crepúsculo
sobre los techos, descansa;  10
tajo las sombras primeras
con mi bastón de malaca.
Las manos entumecidas
ya no tienen fuerza para
mover el péndulo fácil  15
de mi bastón de malaca.
El tiempo se ha detenido
y la que aguardo, en su casa,
—92→
ay, no sabe que estoy solo,
con mi bastón de malaca.  20




ArribaAbajoElegía a una palabra que nadie oyó



   Te recuerdo palabra,
con un libro en la mano
del Jiménez de España.
Una noche lejana
en mis labios temblaste  5
eras pura, eras lágrima,
eras canto que acaba
o tristeza que huye
sin poder alcanzarla.
Fuiste todo, palabra  10
recorriendo el silencio
derramado en la casa.
Yo tuve en el alma
como el cielo aprisiona
el lucero del alba.  15
Te recuerdo palabra
a mis labios ahora
pone un beso de agua.
Si en mi vida alcanzara
con mi mano tu cielo  20
y golpease en la aldaba
de tu puerta cerrada
otra vez te daría
oh, mi muerta palabra,
como en noche lejana  25
el calor de mis labios
para ser pronunciada.

(Inéditos)





  —93→  

ArribaAbajoJorge Luis Borges

(1900)


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ArribaAbajoCiudad



Anuncios luminosos tironeando el cansancio.
Charras, algarabías
—94→
entran a saco en la quietud del alma.
Colores impetuosos
escalan las atónitas fachadas.  5
De las plazas hendidas
rebosan ampliamente las distancias.
El ocaso arrasado
que se acurruca tras los arrabales
es escarnio de sombras despeñadas.  10
   Yo atravieso las calles desalmado
por la insolencia de las luces falsas
y es tu recuerdo como un ascua viva
que nunca suelto
aunque me queme las manos.  15




ArribaAbajoInscripción sepulcral

(Para el coronel Don Isidoro Suárez, mi bisabuelo).



   Dilató su valor allende los Andes.
Contrastó ejércitos y montes.
La audacia fue impetuosa costumbre de su espada.
Impuso en Junín términos formidable a la lucha
y a las lanzas del Perú dio sangre española.  5
Escribió su censo de hazañas
en prosa rígida como los clarines belísonos.
Murió cercado de un destierro implacable.
Hoy es orilla de tanta gloria el olvido.

(Fervor)




ArribaAbajoSingladura

El mar es tina espada innumerable y una plenitud de pobreza.

La llamarada es traducible en ira, todo manantial en   —95→   fugacidad, cualquier cisterna en clara aceptación.

El mar es solitario como un ciego.

El mar es un huraño lenguaje que yo no alcanzo a descifrar.

En su hondura, el alba es una humilde tapia encalada.

De su confín surge el claror igual que una humareda o un vuelo de calandrias.

Impenetrable como de piedra labrada persiste el mar ante los ágiles días.

Cada tarde es un puerto.

Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo:

uacute;ltima playa blanda, celeste arcilla de las tardes urbanas.

¡Qué dulce intimidad la del ocaso en el huraño mar!

Claras como una feria brillan las nubes y hay mansedumbres de suburbio en su gracia.

Cielo de limpio atardecer: mar pueril de conseja que cabe en las placitas y en los patios.

La luna nueva se ha enroscado a un mástil.

La misma luna que dejamos bajo un arco de piedra y cuya luz agraciará los sauzales.

La tarde es una corazonada de orilla, en la cubierta, quietamente, yo comparto la tarde con mi hermana como un trozo de pan.




ArribaAbajoA Rafael Cansinos Assens

Larga y final andanza sobre la exaltación arrebatada delala del viaducto.

A nuestros pies, busca velajos el viento, y las estrellas -corazones de Dios- laten intensidad.

Bien paladeado el gusto de la noche, traspasados de sombra, vuelta ya una costumbre de nuestra carne la noche.

Noche postrer de nuestro platicar, antes que se levanten entre nosotros las leguas.

  —96→  

Aun es de entrambos el silencio donde como praderas resplandecen las voces.

Aun el alba es un pájaro perdido en la vileza más lejana del mundo.

Uacute;ltima noche resguardada del gran viento de ausencia.

Grato solar del corazón; puño de arduo jinete que sabe sofrenar el ágil mañana.

Es trágica la entraña del adiós como de todo acontecer en que es notorio el Tiempo.

Es duro realizar que ni tendremos en común las estrellas.

Cuando la tarde sea quietud en mi patio, de tus carillas surgirá la mañana.

Será la sombra de mi verano tu invierno y tu luz será gloria de mi sombra.

Aun persistimos juntos.

Aun las dos voces logran convenir, como la intensidad y la ternura en las puestas del sol.

(Luna de enfrente)




ArribaAbajoLa fundación mitológica de Buenos Aires



¿Y fue por este río con traza de quillango
que doce naos vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.

   Pensando bien la cosa supondremos que el río  5
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

   Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura  10
y aun estaba repleto de sirenas y endriagos
—97→
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

   Cavaron un zanjón. Dicen que fue en Barracas
pero son fantasías de los gringos sureros
lo de los cuatro ranchos no es más que una guayaba.  15
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

   Una manzana entera pero en mitá del campo
zamarreada de auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.  20

   Un almacén rosado como rubor de chica
brilló y en la trastienda lo inventaron al truo
y a la vuelta pusieron una marmolería
para surtir de lunas al espacio desnudo.

   Una cigarrería sahumó como una rosa  25
la nochecita nueva, zalamera y agreste.
No faltaron zaguanes y novias besadoras.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

   A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
la juzgo tan eterna como el agua y el aire.  30




ArribaAbajoArrabal en que pesa el campo



   En Villa Ortúzar
donde la luna está más sola
y el deseo varón es triste en la tarde
hay unos huecos hondos,
huéspedes del poniente y la pampa.  5
En Villa Ortúzar
hay ponientes que nadie mira
y fonógrafos que les rezan dolor guarango
—98→
y callejones que son más largos que el tiempo.
En Villa Ortúzar  10
el deseo varón es triste en la tarde
cuando hay caderas que pasean la vereda
y risas comadritas.
En Villa Ortúzar
la oración huele a caña fuerte  15
y la desesperación se mira en los charcos.
En Villa Ortúzar
no he sabido ningún amor
pero detrás de una trucada he puesto horas muertas
y la canto por eso.  20
Por eso y porque una luna fue grande.

(Inéditos)





  —99→