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ArribaAbajoCapítulo VI

1. Y respondió Job, y dijo:

2. ¡Ojalá pesando fuese pesada mi saña y mi quebranto, y en balanzas se levantasen a una!

3. Porque entonces más que arena de mares pesaría, por donde mis palabras son asollozadas.

4. Porque saetas del Poderoso conmigo, cuya ponzoña bebe mi espíritu; turbaciones de Dios se pusieron en orden contra mí.

5. ¿Por ventura gime cebro sobre heno, o si brama buey sobre su pesebre?

6. ¿Si será comido lo desabrido sin sal, o si hay gusto en lo que es morir puro?

7. Lo que rehusó de tocar mi alma, eso como; los dolores pan mío.

8. ¡Quién diese que viniese mi demanda, y lo que espero me lo diese Dios!

9. Comenzó Dios, quebránteme; suelte la mano y despedáceme.

10. Y sería más mi conhorte, que asándome con dolor no se apiade, que no contradiré palabras de Sancto.

11. ¿Cuál fuerza mía, o cuál mi fin? ¿Cuándo ensancharé mi alma?

12. ¿Por dicha fuerza de piedras mi fuerza? ¿Por dicha mi carne de bronce?

13. No mi ayuda en mí, y mi necesario es alanzado de mí.

14. Quien se desata de su compañero el temor de Dios deja.

15. Mis hermanos se pasaron como arroyo, como avenida de arroyos se pasaron.

16. Que temen la helada, y en ellos cae y se esconde el hielo y la nieve.

17. En la hora que se pasan son [acabados] agotados; en escalentando fueron desechos de su lugar.

18. Torceránse caminos de su carrera; caminarán a nada, y perecerán.

19. Consideraron sendas de Temán, caminos de Sabá; esperad en ellos.

20. Avergonzáronse porque se confiaron; vinieron hasta aquí y quedaron corridos.

21. Que agora sois venidos; vedes quebranto, y temedes.

22. Si dije: ¿Traed a mí, y de vuestra hacienda pechad por mí?

23. ¿O escapadme de mano de angustiador, y de mano de fuertes me redemid?

24. Avezadme, y yo callaré; y lo que erré hacedlo entender a mí.

25. ¿Por qué son violentadas palabras de derechez? ¿Qué reprehenderá reprehensor de vosotros?

26. ¿Por dicha no es ansí, que para reprehender palabras pensades, y para el viento palabras perdidas?

27. También sobre huérfano alanzáis, y se la armáis a vuestro compañero.

28. Y agora quered, comenzad; atendedme, ved si miento en vuestra cara.

29. Tornad a responder os ruego, y no haya porfía; tornad, mas guárseme justicia en ella.

30. No habrá en mi lengua torcimiento, ni en mi paladar sonará necedad.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Job, y dijo. Siendo oída y bien entendida por Job la razón de Elifaz, luego que le vio callar le respondió de esta manera:

2. ¡Ojalá pesando fuese pesada mi saña, y mi quebranto en balanzas! Ofendióse Elifaz de Job, e hízole cargo de dos cosas: una, del mucho sentimiento que hacía quejándose agramente y doliéndose, a su parecer, mucho más de lo que la fortaleza y paciencia permite; otra, que se vendía por justo, y daba a entender que padecía sin culpa. De lo primero dijo: Tú esforzabas las manos dejadas, y vino ahora la tribulación sobre ti y caíste; tocóte, y fuiste turbado. Por causa de lo segundo decía: Dime; ¿qué [justo] limpio se haya perdido?, o ¿qué hombre recto ha sido cortado?

Pues a estas dos cosas responde en este capítulo Job y en el que se sigue, y dice ansí: ¡Ojalá pesando fuese pesada mi saña y mi quebranto! Mi saña, entendió Sant Hierónimo la que Dios tiene conmigo por mis pecados, y ansí trasladó bien: Ojalá fuesen pesados mis pecados, conviene a saber, aquellos con que merecí esta ira de Dios. Y, según esto, responde Job primero al cargo segundo, de que se vendía por justo y por castigado sin culpa; y dice con palabras que hacen significación de un deseo grandísimo, que pues no creen que padece sin culpa ni él lo puede probar por razón, desea infinitamente, si posible fuese, hacerles evidencia de ello, poniendo en una balanza su culpa toda, y en otra su calamidad y castigo, y, puestos, que alzara alguno el peso, porque ansí se viera luego cuál balanza pesaba más, cuál quedaba agravada en el suelo, y cuál se levantaba en alto ligera.

Mas podemos también entender que su saña, la que dice, es la que él mostraba lamentándose de su desventura, y quejándose y mostrándose airado. Conforme a lo cual responde Job, primero, a lo primero de que Elifaz le acusaba, y afirma que su sentimiento y las demostraciones que de él hace quejándose, y cuanto contra su nacimiento y su ventura triste ha maldicho, si se coteja y si se pesa fielmente con el mal que padece, y con la calamidad que le aflige y le mueve a decirlo, es mucho menos lo que dice, de lo que su trabajo merece que diga; y su querella es muy menor que el mal de que ansí se querella; y que, en este caso suyo, lo que habla no iguala a lo que siente, ni lo que siente al grandísimo mal que padece. Y conforme a esto prosigue refiriendo y encareciendo por elegante manera la graveza de su mal y sus muchos quilates. Pues dice: Ojalá, que es palabra que significa deseo, y es muy proprio el deseo al que se ve sin razón afligido. Porque el saber su razón, y el ver que no se la creen ni le vale, cría en él agonía, de la cual nace deseo vivo y de fuego de hallar medios eficaces para ser creído y valido; y desea que lo imposible, si es útil para sacar a luz su remedio y verdad, se hiciese posible. Ojalá, dice, pesando fuese pesada, esto es, fuese con efecto bien y fielmente pesada; porque en la lengua original de este libro se suele decir ansí todo lo que se hace enteramente y de veras, como castigando castigaré, amando amaré, diciendo diré, esto es, castigaré, amaré y diré muy de hecho.

Mi saña y mi quebranto. Quebranto llama su calamidad y trabajo, que le había deshecho la hacienda y quebrantado la salud y rompido el cuerpo y desmenuzado el corazón. En balanzas levantasen a una: esto es, ojalá mi saña y mi quebranto las pusiesen en dos balanzas en cada una la suya, y, puestas, levantase alguno el peso para ver cuál pesaba más de las dos.

Y dice en balanzas, porque el peso de ellas es proprio para entre dos cosas cuando se contrapesan; y diciendo en balanzas levantasen a una, dice la manera fiel de pesar, que es levantar a una el peso, esto, derecha y fielmente, sin engaño ni artificio. En lo cual da bien a entender cuán cierto está de su verdad, pues lo pone en juicio de peso, que es juicio afinado y puntual, y de peso adonde en la forma del pesar no haya engaño.

Y ansí dice:

3. Porque entonces más que arena de mares pesaría, por donde mis palabras son asollozadas. Esto es, porque si se pesasen, como digo, en peso justo y por justa manera mi saña y mi quebranto juntamente, a los ojos se vería luego que pesaba éste en comparación de aquélla más que toda la arena del mar. En que quiere decir, no solamente que es más grave su calamidad que su queja, sino también que es tan grande el exceso que aquello en que la calamidad a la queja excede, si se contrapesase con toda la arena del mar, pesaría más que la arena; que es decir que excede su castigo a su querella sin proporción ni medida alguna.

Más que arena de mares; dicho ansí arena, en número singular, hace significación de toda la arena, según la propriedad de la lengua, y hace comparación con la arena, no sólo porque es pesada, sino también porque es mucha; digo, no solamente por lo mucho que pesa, sino por el número infinito de las arenas que tiene, y ansí lo que dice es no solamente que el exceso que su calamidad a sus querellas hace, pesa más que la arena, sino que, si se contasen o contar pudiesen las onzas o las libras que tiene más el mal que padece que el sentimiento que hace, serían en mayor número que son las arenas, lo cual se dice por figura y exceso. Demás de que viene bien comparar la calamidad grave con la arena pesada, que para ninguna cosa parece buena si no es para dar molestia y trabajo; que ni se siembra bien en ella ni se edifica cosa firme sobre ella, ni se puede andar por ella sin pesadumbre; y como es menuda y sin numero, ansí en las calamidades muchas veces de cosas menudísimas se hace un cuerpo de mal insufrible. Y porque sus trabajos de Job son, como arena, muy pesados y muchos, por eso dice luego, por donde mis palabras son asollozadas, como si dijese más claro: y ansí, según que mi mal es grave, mis palabras son doloridas; porque hablo como padezco, y confórmase en mí con el sentir el decir. Son, dice, asollozadas; la palabra original, que es luah, quiere decir sorber o tragar; y ansí dice Job que sus palabras, cuando las dice, las sorbe, que es decirlas con dolor y sollozo, porque el sollozo, cuando se habla sollozando, menoscaba lo que se habla y como lo sorbe y demedia.

Dice más:

4. Porque saetas del Abastado conmigo, cuya ponzoña bebe mi espíritu; turbaciones de Dios se pusieron en orden contra mí. Comienza a declarar la gravedad de sus males, especificando las cualidades de ellos, para que ansí se vea ser verdad lo que dice de su peso y exceso. Y lo primero, engrandécelos por la cualidad y poder de quien en él los causa, que es Dios; porque las obras siempre responden al que las hace, y el golpe suele ser siempre cual es la fuerza y el brazo que le da; y Dios, como es de infinito poder, hiere, cuando hiere, con golpes durísimos. Por donde la Escritura dice: Horrible cosa es caer en las manos de Dios; y los ejemplos de los castigos graves que ha hecho, en el primer pecado, en el diluvio del mundo, en los de Sodoma, en su pueblo el que amaba, lo dan a entender claramente. Y ansí dice: Porque saetas del Abastado conmigo, como diciendo, si queréis conocer cómo mi calamidad es excesiva, mirad el autor de ella quién es, que yo no vine a esta desventura por caso, ni es mal que mi suerte me le acarrea, ni son cosas forjadas por el juicio ni por la enemistad de los hombres; todo ello es rayo venido del cielo y cosa propria de su mano y aljaba.

Saetas, dice, del Abastado conmigo. Y tiene su encarecimiento cada una palabra. Saetas, dice, no golpes como quiera, ni males que hieren en la sobrehaz o que magullan solamente la carne, sino saetas agudas que rompen la carne y pasan el corazón, y le traspasan penetrando hasta lo más sensible y más vivo. Saetas son enviadas por el Abastado y Poderoso, que en su original se dice sadai, y es uno de los diez nombres de Dios; y decir que son del Abastado sus saetas, es decir, que ni son pocas en número ni enviadas con brazo débil.

Y dice, conmigo o juntamente conmigo, como el original lo demuestra, en que hace significación de apegamiento y de asiento y de hábito, como significando por esto Job que no son tiros ni saetas estas que dice que le traspasaron y se pasaron, sino saetas que le hirieron y hieren, estando siempre y de contino en sus entrañas hincadas de manera que ni la cirugía las saca, ni la medicina las mitiga, ni las remedia el ingenio o el arte, antes las encrudelece el remedio, porque su mal es mal habitual y arraigado y que ha tomado en él posesión. De suerte que este mal de Job es mal terrible, lo uno, por ser Dios el autor, lo otro, por penetrar a lo vivo, lo tercero, por estar perseverante y de asiento. Y ansí dice cuya ponzoña bebe mi espíritu. Que por haber llamado saetas a sus dolores, siguiendo la figura misma, dice agora que su ponzoña le acaba, porque es ordinario tocar con yerba las saetas que dañan; y dice bien propriamente que le bebe la ponzoña el espíritu, porque con los espíritus, que llaman en el cuerpo los médicos, que son el instrumento principal de la vida, tiene derechamente enemistad la ponzoña, que, luego que en el cuerpo se recibe, prende en ellos, y los turba y marchita, deshace y acaba.

Mas dice: Turbaciones de Dios se pusieron en orden contra mí. Por las saetas que ha dicho podemos bien entender los dolores agudos que por causa de su enfermedad padecía, porque cada una llaga suya y cada apostema era como un pasador que le tenía enclavado, y por las turbaciones y espantos que añade agora significa las melancolías que le turbaban y asombraban el corazón. Porque su enfermedad, por ser de apostemas y llagas, era, a lo que se entiende, de humor melancólico; y ansí, por una parte, los apostemas doliendo, y por otra la melancolía negra y corrompida asiendo del corazón y espantándole, hacían guerra al varón sancto. Porque a la verdad, en las enfermedades que son de este humor, son increíbles las tristezas y los recelos y las imágenes de temor que se ofrecen a los ojos del que padece; que sabido es lo que el padre de los médicos dice, «que la melancolía, a los que fatiga, los hace tristes y muy temerosos, y de ánimo vil». Y otro médico muy señalado: «Unos, dice, temen a sus más amigos; otros se espantan de cualquier hombre que sea; éste no osa salir a la luz; aquél busca lo escuro y lóbrego; otro lo teme y lo huye; algunos se espantan del vino y del agua y de todo aquello que es líquido; y como la melancolía sea de muchas diferencias, pero en todas es común y general el hacer tristeza y temor; que todos los melancólicos se demuestran ceñudos y tristes, y no pueden muchas veces dar de su tristeza razón, y casi todos los mismos temen y se recelan de lo que no merece ser recelado».

O digamos, de otra manera, que llama Job turbaciones de Dios a aquellos malos espíritus, a quien dio licencia Dios que le turbasen y a quien hizo ministros y verdugos suyos para afligirle y azotarle. Y llámalos con razón turbaciones y espantos de Dios, porque es proprio oficio de ellos hacer espanto y turbación en los hombres. Y porque llamó saetas a sus dolores que le traspasaban por mil partes el cuerpo, hace memoria luego de los ballesteros que se las tiran, y pónelos como en escuadrón bien ordenados y a la redonda de sí, para engrandecer con mayor viveza su mal. Porque dice: Herido estoy de mil saetas enherboladas, y los que me las envían y hieren con ellas, a la redonda me cercan; y como los arcabuceros en la guerra, puestos por sus hileras, dan ordenadamente sus ruciadas, de manera que ni se pierde bala ni se pasa tiempo sin tirar y herir, ansí es lo que se hace conmigo. Y ayuda a esta sentencia la palabra original de lo que dijimos, se pusieron en orden, porque es propria de guerra y del concierto con que en ella se ponen en escuadrón los soldados.

Prosigue:

5. ¿Por ventura gime cebro sobre yerba, o si bramó buey sobre su pesebre? Es otra razón para el intento mismo de probar que su mal es gravísimo; y como la primera se tomó de la causa de que procedía, ansí esta segunda nace de los efectos que de él proceden; porque, en efecto, arguye de esta manera: Nadie a quien le va bien, o cuando bien le va, se querella. Y pruébalo con ejemplo palpable, porque, dice, ni el cebro cuando tiene abundancia de heno gime, ni el buey brama con hambre cuando se ve en su pesebre abastado: luego pues yo lloro y me quejo, entender debéis que no lo hago de vicio, sino que padezco lo que me hace quejar, y que a lo menos, si no excede, no es menor el mal que la queja; porque el efecto siempre responde a su causa y no obra ninguna más que puede. Y con esto Job ansí prueba su intento, que juntamente reprende por secreta manera de mal advertido a Elifaz. Como si le dijese: Acusas mi sentimiento y reprehendes lo mucho que me querello; y si fueras más avisado, ese mismo sentimiento que hago te declarara la grave causa que para quejarme tengo, porque ¿quién es el que de balde se queja? Los brutos no braman sin causa; y yo, si no me sobrara, ¿hiciera el sentimiento que hago? Cierta y evidente señal es del gravísimo mal que padezco, el amargo lloro mío; que como el bien no causa bramido ni lloro, ansí el mal y trabajo que está en el alma sale siempre a la boca, y el parto del dolor es gemido.

Y esto es lo que añade luego:

6. ¿Si será comido lo desabrido sin sal, o si hay gusto en lo que es morir puro, o como otra letra dice, en saliva de muerte? Como diciendo que no puede ser comido lo desabrido, y que cualquiera que gusta lo desalado, lo desecha, y a lo malo lo aparta de sí. Que es decir que todos los que gustan lo malo dan luego muestras de su disgusto, y al revés de lo bueno no se queja ninguno; y que ansí él de fuerza en un trago tan amargo las demostraciones de lo mal que le sabe. Y arguye a lo más de lo menos, como en esta manera: una cosa desabrida y sin sal el que en la boca la pone, la desecha y la aparta de sí, y con palabras y visajes muestra su desabrimiento y desgusto; ¿y maravíllaste agora tú que, despojado yo y desamparado yo, y miserable yo y llagado el cuerpo y despedazado el ánimo con un mortalísimo mal, diga que el dolor me duele y que la desventura me aflige?

Y conforme a esto de la primera parte del verso se arguye la segunda en esta forma: si no puede ser comido lo desabrido sin sal, menos será posible llevar con gusto lo que es puro morir. Aunque lo que decimos puro morir, en su original a la letra puede decir, a lo que parece, dos cosas: una, ¿o si hay gusto en lo que es saliva de muerte?, que es lo que siguió Sant Hierónimo, y lo que hasta agora habemos dicho, porque saliva de muerte llama lo que tiene sabor de muerte, o lo que tocado a la saliva y llegado a la boca, derrama luego por allí su ponzoña; otra, ¿o si hay gusto en saliva de huevo?, y saliva de huevo es su clara, que el hebreo ansí la llama. Conforme a lo cual, en esta segunda parte del verso pone Job un particular de lo que en general dice la parte primera. Que allí preguntaba si sería comido lo desabrido; y aquí pone ejemplo en una cosa desabrida, y se pregunta si hay gusto en saliva de huevo; que es de lo que, si no es con sal, no se puede comer. Pues, dice, si en lo desabrido, quien lo gusta y cuando lo gusta, muestra desplacer y disgusto, ¿qué es lo que de ello se sigue? ¿Qué? Que no hago yo cosa nueva ni de razón ajena, si me disgusto y me quejo. ¿Por qué? Porque, dice, lo que es amargor y lo que es el mismo desabrimiento, eso es lo que me dan a comer agora y con lo que Dios me mantiene.

Por lo cual añade diciendo:

7. Lo que rehusó de tocar mi alma, eso como; los dolores pan mío. Lo que rehusó de tocar mi alma, esto es, lo que más el alma huye y aborrece y lo que tengo por más amargo y desabrido, eso es lo que como y con lo que Dios agora me mantiene; y que, quiera o no, me abre la boca a ello, y lo pasa al estómago y lo asienta y apega al corazón; y mi pan, el que me dan a comer, es el amargor y dolor mismo. Y pues ansí es, ¿qué maravilla es que tuerza yo el rostro agora, y que con palabras y meneos muestre el sinsabor que padezco, pues una clara de huevo, o un huevo o otra cosa sosa y sin sal, aquellos a quien se da, la arrojan de sí y se disgustan de ella y se enojan con quien se la ofrece?

Y esta misma sentencia dicen las palabras originales, aunque más cortadas y más breve; porque dicen de esta manera: Rehusó tocar mi alma esos dolores, pan mío. Esto es, rehusó mi alma la aflicción y dolor, y eso mismo es agora mi pan. Y llámalo su pan, no porque guste de él ni porque le apetezca, sino porque, como decimos, le hacen que lo coma en gran copia, y lo encorporan en él; que lo que en abundancia se da y lo que se ajunta y apega mucho, parece que se come y se bebe. Y la Escritura sancta habla ansí por estos nombres de comer y beber en las desventuras y calamidades, cuando quiere demostrar la grandeza dellas y que no son calamidades que tocan en la sobrehaz, sino calamidades que penetran a lo secreto del alma y se afierran y asen de ella. Ansí dice Esaías a los pecadores de su pueblo: Comerán el fruto de sus invenciones, para decirles que padecerán miserias grandísimas. Y en el mismo propósito Oseas: Arastes maldad, y segastes mala ventura, y comistes de la mentira los fructos. Y del beber, en la misma significación, en el Psalmo: El Señor tiene en su mano un vaso lleno de vino mezclado, beberán dél todos los pecadores. Y en este Libro, más abajo, se dice del malo, que beberá del furor del Poderoso.

Ansí que diciendo agora Job que su pan y su comida es sola su desventura, dice a sus compañeros dos cosas: una, que siendo tal su comida, no se maravillen si hace ascos de ella; otra, que es grandísima aquesta desventura suya y tan arraigada en él, que como manjar se le extiende por las venas y se le convierte en sostancia. Y dejando con esto como bien probado lo que propuso, de que su desventura era mayor que su queja, y que ansí no excedía en quejarse, antes era mucho menos lo que decía, de lo que podía con justicia decir quejándose, ansí que, dicho esto, la consideración de su miseria, que con esta razón se avivó, le movió otra vez la lengua de nuevo para hacer nueva queja, que dice ansí:

8. ¡Quién diese que viniese mi demanda, y lo que espero me lo diese Dios!

9. Y comenzó Dios, y quebránteme; y soltase su mano y me despedazase. En que dice recibiría la muerte de buena gana por salir de semejante miseria; y como quien no espera ya mejorarse, brama por fenecer con el mal que padece, y dice que pues Dios ha comenzado a herirle, le traspase y le acabe del todo. Y dice ¡quién me diese!, que son palabras que significan deseo, y no sólo deseo, sino juicio de lo que se pide, acerca del que lo pide, es de grandísima estima. Porque decir quién me diese es decir, quién me hiciese tan feliz y dichoso; y es el extremo de infelicidad llegar a tener por buena suerte lo que en sí es desventura y miseria. Y ansí Job aun en esta querella nueva prueba por diferente manera su miseria grandísima, pues, en comparación de ella, el ser despedazado de Dios lo tiene por buena dicha, y por descanso el morir. ¡Quién diese, dice, que viniese mi demanda!, esto es, lo que agora pedir quiero; ¡Y lo que espero me lo diese Dios!; lo que espero, esto es, lo que apetezco y amo. Y comenzó Dios, y quebránteme: esto es, pues lo comenzó que lo acabe, y pues me ha llagado de muerte, que acabe de dármela; y que no me hiera con tenedor, sino que suelte a su mano la rienda, para que deshaga enteramente a este que tiene ya tan deshecho.

Y da la razón deste su deseo diciendo:

10. Y sería más mi conhorte, que asándome en dolor no se apiade, que no contradiré palabras de Sancto. Esto se puede apuntar de dos maneras, aunque cuanto al sentido viene a lo mismo. Una es que diga Job que le sería descanso, cuando se asa y abrasa en enfermedad y dolor, que no se detuviese Dios y le remitiese el ardor, sino que insistiese y perseverase sin lástima hasta consumirle del todo; porque aquella piedad le es a él crueldad, y aquella mitigación y pausa le es continuación de su trabajo y miseria. Y dice que si por caso en medio del golpe detiene Dios el azote por no acabar su paciencia, esté seguro que lo sufrirá, como él se determine de acabarle azotándole.

O de otra manera; que será su contento que el dolor le abrase; esto es, que el dolor le consuma como el fuego consume; porque con ver que muere, no sentirá si le duele, y porque no le será dolor en llegando a ser mortal su dolor. Y dice en la misma razón: No se apiade, que no contradiré palabras de Sancto. Que es decir, no se apiade Dios cuando me hiriere, ni suspenda, cuando me azota, la mano; sino azóteme hasta acabarme, que si él esto hace, yo no me querellaré jamás dél; como diciendo que, si se querella agora tan agramente, no es porque le hiere, sino porque no le mata; no porque le traspasa, sino porque no le acaba, porque el apiadarse es alargar su miseria, y este pequeño alivio hace que su padecer sea más luengo, y si le rehace Dios con aflojar los cordeles a tiempos, no le rehace para que descanse, sino para que padezca más tiempo; y el dejar de padecer es para más padecer, y el no doler a ratos, para que se le perpetúe más el dolor, que es el más grave dolor y el más insufrible de todos. Que es el intento de Job para mostrar que se queja con causa.

Y conforme a eso se sigue:

11. ¿Cuál fuerza mía para que espere?; ¿y cuál mi fin para que ensanche mi alma? Lo que decimos para que espere, para que ensanche, el original da licencia para traducirlo, también ansí: ¿qué fuerza mía cuando esperare?, ¿cuál mi fin cuando ensanchare mi alma? Pues según la primera letra da la razón por que ha dicho que no se quejara, si Dios le hiriera de muerte, y que, si se queja, es porque le hiere, no para acabarle, sino para prolongarle en dolor la vida. Pues dice que esto le es intolerable, porque ni su fuerza ni la de ninguno basta a esperar, esto es, a sufrir mal tan luengo y contino. Que si se acabara, dice, o me acabara en un día, pasara callando; mas para callar en tan larga miseria no hay fuerza bastante.

Y ansí añade: ¿Cuál mi fin para que ensanche mi alma?, como diciendo: Mas ya que no fue breve mi mal, pudiérame al menos consolar si tuviera algún término firme; que el fin situado ensanchara el apretamiento del alma. Mas no tengo un cierto término, ni un fin señalado de diez o de veinte o de muchos más años; de do me sucede que la graveza de los males presentes y la incertidumbre de lo que han de durar aprietan el corazón por todas partes sin darle lugar que respire. De aquí, pues, nacen mis suspiros y quejas; que el ánima sin medida apretada forzosamente se querella y lamenta.

Mas según la letra segunda dice desta manera: Otra razón, demás de las que dicho tengo, libra de culpa mi queja. Suélese llevar bien el mal, cuando se espera con certidumbre el remedio, y el trabajo que va a parar en bien apenas se siente; mas yo, miserable, por tanto mal, ¿a qué bien camino?, ¿cuál es el fructo que de este trabajo espero?, ¿cómo o con qué me consolaré? ¿Qué fuerza mía cuando esperare? Cuando pongamos por caso, dice, que yo sufra y espere, ¿cuál es mi fuerza?; esto es, el estado de mis cosas, ¿cuál es?, ¿cuál la salud de mi cuerpo?, ¿cuál el negocio de mi hacienda, de mi sucesión, de mi mujer, de mis familiares y amigos, para que en lo por venir me pueda prometer algún bien? La hacienda asolada, los hijos muertos, los amigos trocados con la fortuna, la mujer hecha enemiga, mi familia deshecha, la salud sin remedio perdida, decentado el cuerpo con llagas y más destrozado con dolores el ánimo, y puesto todo yo en el extremo de la miseria y pobreza, cuando quiera callar y sufrir, no tengo ya bien que esperar; ¿que granjearé de haber demasiadamente sufrido? ¿Qué fin mío cuando ensancharé mi alma? Si diere, dice, vado a las cosas y cerrare a mis miserias los ojos y quisiere ansí ensanchar el corazón, ¿con qué fin o con esperanza de qué bien le ensancharé?

Mas lo que se sigue viene mejor con la primera letra, porque dice:

12. ¿Por dicha es de piedras mi fuerza? ¿Por dicha es mi carne de bronce? Que habiendo dicho que no tenía fuerza para sufrir un mal sin fin y término cierto, añade bien en prueba de ello el demostrar la pequeñez de sus fuerzas; como diciendo: Si fuera bronce o piedra dura mi carne, durara aunque el golpe fuera largo; mas la carne es carne, y la sangre no es piedra, y aun agora, dice, soy mucho menos de lo que ser solía; que eso de vigor que había en mí, gastado con el mal contino, me falta.

Que dice:

13. Sé que no hay favor en mí, y mis valedores alanzados de mí. La palabra original hezrath, que decimos favor, es fortaleza, amparo, virtud, ayuda. Pues dice, para mayor encarecimiento de su flaqueza, que su favor y su amparo, esto es, lo que en él había antes que le podía servir de consuelo, ya no está en él. Porque cuando a uno se le mueren los hijos, consuélase y favorécese con la hacienda que tiene; y si otro tiene falta de hacienda, halla en sus amigos amparo; y cuando ni lo uno ni lo otro posee, halla en sí fuerza y salud con que se puede vadear en la vida; mas la desventura de Job era universal desventura, y era calamidad que le arrancó de cuajo, como dicen, del árbol. Y ansí dice bien que no halla en sí su favor; esto es, que no halla en sí cosa buena o sana que le favorezca, entre tantas malas que le cercan y aprietan.

Y dice, y mis valedores alanzados de mí. Lo que decimos valedores, en el original es palabra de grande significación. Thushah dice sabiduría, sostancia, valor, esencia, y propriamente es lo que el español llama ser, cuando dice que es de mucho ser algún hombre; y de allí a los amigos y valedores, que son como la sostancia y apoyo, los comprende también este nombre, según Sant Hierónimo. Pues de todo esto se siente despojado Job, y sin esperanza al parecer de volver a ello más. Y por eso dice alanzados, o como dice el original en su fuerza, empellidos; que es decir, apartados muy lejos de mí, como se aparta mucho de uno aquello que se arroja con fuerza. O dice alanzados para demostrar la presteza y violencia con que le fue quitado todo; que ni le despojaron poco a poco, ni con suavidad o blandura. O, a la verdad, llámalos alanzados de sí, dando a entender que sus valedores no solamente le desamparaban, mas que se le oponían en todo como enemigos, porque no se desecha ni alanza propriamente si no es lo disconveniente y contrario. Y porque dijo de sus amigos que le desamparaban y le contradecían, hace sentencia general de la maldad que es desamparar a su amigo, y le dice:

14. El que quita misericordia de su amigo, y el temor del Abastado menospreciará. Que es decir, que no hay maldad alguna que no haga, quien no se compadece o quien desampara a su amigo. Entiende de su amigo afligido y necesitado y caído, porque los caídos son a quien la compasión se les debe. Y es ansí que se atreverá contra Dios, quien desampara a su amigo caído; porque como Sant Juan dice en su epístola: Vanidad es decir que tiene con Dios amor y ley el que con su prójimo no la tiene; que quien no acude al que conoce y trata y conversa, ¿cómo acudirá al que ni ve ni conoce?

El que quita, dice, misericordia a su amigo. Lo que decimos quita, en su propriedad es desata, porque la amistad es como nudo que obliga, y quien falta a la amistad en la necesidad desata el nudo, esto es, deshace una cosa muy hecha, y aparta lo muy debido y lo que en ninguna manera se podía apartar. Y aún da lugar el original para que lo digamos ansí: Al desatado y deshecho misericordia de su compañero, conviene a saber, se le debe: y el temor del Señor menospreciará, conviene a saber, el amigo que en semejante ocasión no lo es. Que, a la verdad, si la aflicción y desastre en cualquier persona que sea hace lástima y mueve a desear el remedio, el trabajo del amigo poderosísimo ha de ser para engendrar en el amigo, que se dice ser, compasión. Por donde el que tiene ánimo para cerrarle a tanta deuda, y el que rompe con tan debidas y estrechas y poderosas leyes, ánimo tienen sin duda de acero y ánimo hecho para su solo interés y ánimo determinado a romper desvergonzadamente con todo. Mas torna Job al propósito y refiere la poca piedad de sus amigos con él, y habla particularmente de los que presentes tenía; que no sólo no le consuelan, mas habiendo hecho gran demostración de querer consolarle, saliendo de sus casas y viniendo de tierras apartadas y por largos caminos publicando este fin, llegados al hecho, tratan de lastimarle más y de acrecentar su miseria. Y decláralo Job viva y hermosamente por comparación de una avenida de agua, que luego que viene parece gran cosa y que promete de sí mucho; pero pásase en breve y no deja rastro, y deja burlado y frío al que pensó servirse de ella en algo. La cual comparación prosigue extendidamente por muchos versos y con singular artificio.

Que dice:

15. Mis hermanos se pasaron como arroyo, como avenida de arroyo se pasaron. Mis hermanos llama a aquellos amigos suyos que tenía presentes, los cuales, dice, vinieron con estruendo haciendo junta de sí, y profesando socorro y consuelo y amor, como viene cuando llueve con ímpetu y estruendo un arroyo. Mas, dice, que se pasaron semejantemente ansí como el arroyo se pasa. Y lo que decimos me pasaron, podemos también, según su propriedad, decir me faltaron y mintieron; esto es, mintieron mis esperanzas y falsearon su fe como arroyos, que, como agora decíamos, prometen a la primera venida mucho, y se pasan y acaban luego. Mas el mismo Job lo particulariza muy bien.

16. Que temen la helada y en ellos cae y se asconde la nieve. A los cuales arroyos, dice, el hielo y el granizo y la nieve que cae del cielo o de las montañas se deshace, y en ellos se asconde, los engendra y engrandece. Porque, como vemos, las avenidas siempre son o de mucha nieve, que en las sierras se deshace, o de la mucha agua y piedra que cae. Mas ¿por qué, dice, temen la helada? Para decir que la piedra y granizo que viene deshecho y envuelto en ellos, los enturbia y ennegrece; que siempre en las crecientes el agua se enturbia. Y dice temer por ennegrecer y enturbiarse, según la propriedad de su lengua, en la cual se ponen muchas veces unas palabras en la significación de otras que les son vecinas, como huir por apresurarse, porque el que huye se apresura; y consolar por lastimar, porque al lastimado se le debe propriamente consuelo; y ansí, temer por ennegrecer, porque el temor es en cierta manera negro y que escurece la luz y el alegría del ánimo. Demás que la palabra original Coderim, propriamente es ennegrecidos y turbios.

Prosigue:

17. En la hora que se pasaren serán acabados; en escalentando fueron quitados de su lugar. Mas estos arroyos, dice, tan crecidos que la lluvia y el granizo y la nieve que dentro de sí deshecha llevan los hincha y enturbia, y que según vienen parece que no se han de acabar, en la hora que se pasan serán acabados; esto es, en pasando aquella primera furia y avenida, se agotan luego. O como dice otra letra, porque el original también lo sufre: A la hora que tomaren calor se acabarán, esto es, en calentando el tiempo más y en viniendo el estío; y es lo mismo que añade, en escalentando fueron deshechos de su lugar.

Dice más:

18. Torceránse caminos de su carrera, caminarán a nada y perecerán. Insiste todavía en lo mismo y decláralo más, y dice, lo que es natural al arroyo que es de avenida cuando va descreciendo, que primero se disminuye y después viene a quedar en una vena delgada, que por la madre dél que solía ir muy llena, va ella sola después dando vueltas; y como en lugar bien espacioso torciendo libremente sus pasos va adelgazándose siempre más, y últimamente viene a parar en nada y queda seca del todo.

Añade:

19. Considerad sendas de Temán, y caminos de Sabá esperad en ellos.

Considerad, dice, sendas de Temán y caminos de Sabá. Es figura de hablar decir caminos para significar a los que andan en ellos. Pues, dice, los que andáis los caminos de Temán y de Sabá, que son caminos secos y faltos de agua, mirad bien estos arroyos y confiad en ellos para el tiempo de vuestra sed; que ellos os faltarán cuando los buscáredes, y cuando viniéredes a ellos, no hallaréis su agua, sino vuestro corrimiento y vergüenza. Y como decimos considerad y confiad en manera de mando, podemos trasladar también consideraron y confiaron, como afirmando lo que de hecho pasa; que los caminantes que vieron algún arroyo de éstos que corría lleno y poderoso, a la vuelta, queriendo proveerse dél, le hallaron seco y vacío.

20. Avergonzáronse porque se confiaron, vinieron hasta aquí y quedaron corridos. Quiere decir, y acontece muchas veces que los caminantes, que alguna vez vieron de lejos los arroyos que digo que corrían con ruido muy llenos, ofreciéndoseles necesidad de beber y creyendo que llevan agua, salen de su camino y vienen a ellos, y se hallan burlados, porque cuando llegan los hallan sin agua.

Dice más:

21. Que agora sois venidos, vedes quebranto y temedes. Aplica agora a su propósito la comparación sobredicha, porque, dice, esto mismo es lo que con vosotros me aviene; que agora sois venidos, quiere decir que como aquellos arroyos llenos de agua vienen con ruido y de súbito, ansí vosotros juntos y como a una habéis venido haciendo grande demostración de amistad y de esperanza de bien, como la hace en el caminante sediento ver el arroyo que he dicho.

Mas, dice, vedes quebranto, y temedes; esto es, venistes haciendo muestras de amigos, y, llegados, luego que vistes la grandeza de mi calamidad y quebranto, os retirastes temiendo. No dice que se volvieron contra él, y que habiéndolo de consolar le acusaron, como lo pudiera decir con verdad, sino dice que se temieron; en que dice una cosa agudísima y descubre la verdadera raíz de su intento de ellos, y lo que verdaderamente a tratarle tan mal los movía. Porque los que se dan por amigos, y son en sí ruines y ceviles hombres, siempre que se ven obligados a acudir al amigo en algún caso de necesidad, buscan ocasiones de enojo con él para mostrarse desobligados y no acudir como deben. Pues ansí aquestos amigos de Job, según aquí parece, aunque vinieron como amigos, luego que vieron el extremo de su pobreza y miseria, y se conocieron estar obligados a su remedio, temiendo apocadamente la obligación de esta carga, par echarla de sí, tuvieron por bueno enojarse con él tomando color de sus palabras; y por salirse de ser amigos, se mostraron celosos sin propósito de la honra de Dios, y para desobligarse con apariencia, insistieron en hacerle pecador y malvado; y todo se resumía en su avaricia de ellos y en su ánimo estrecho. Y ansí Job acude a la raíz y les descubre la llaga de su apocado temor, y les quita el falso velo con que pretendían cubrirla. Y conforma con esto mucho lo que luego se sigue, que es:

22. ¿Por ventura dije: Traed a mí y de vuestra hacienda pechad por mí? Porque, dice, huís de mí porque amáis vuestra hacienda, y para encubrir vuestro vicio, formáis pleito de lo que digo. Y no tenéis razón de temer; porque yo, aunque me falta todo, no os he pedido ni pido cosa ninguna; que ni os ruego presente, ni os pido pecho, ni quiero vuestra limosna, ni menos que me saquéis de deuda. Vosotros mismos sois grandes testigos, y el mayor testigo es la graveza de mi gran desventura; porque no lo fuera, si pudiera tener por vuestras manos remedio. Ansí que ni quiero vuestra hacienda, ni es hacienda lo que me ha de valer. Y como no os pido dineros, tampoco os demando favor; que nunca os he dicho:

23. O escapadme de mano de angustiador y de mano de fuertes me redimid. Como diciendo, ni menos os he pedido que me libréis de algún enemigo, o que arrisquéis vuestra honra o vuestra vida por mí; que es decir, que su trabajo era suyo del todo, y que ni les pedía ayuda, ni ellos para dársela eran parte; y que ansí temieron sin causa y se quisieron desobligar de él sin por qué, escogiendo para ello el reprehender su paciencia y el acusar sin razón y sin culpa su vida. Y dice, si os parece que no es verdad lo que digo, y que el acusarme vosotros agora no es color buscada para desobligaros de mí, mostrad que me engaño en manera que yo pueda entenderlo.

Y esto es lo que dice y se sigue:

24. Avezadme, y no callaré, y lo que erré hacedlo entender a mí. Y añade luego en la misma razón:

25. ¿Por qué son violentadas palabras de derechez? ¿Qué reprehenderá reprehendedor de vosotros? Mas ¿para qué es, dice, pediros que convenzáis mi culpa?; mejor sería mucho que reconociésedes vuestra calumnia, con que torcéis mis palabras y hacéis a la verdad violencia; porque conforme a ella, ¿qué me podéis reprehender?

O dice, según otra letra: ¡Cuán fortificadas son palabras de derechez! ¿Qué reprehenderá reprehendedor de vosotros? Que como dijera que le avezasen y le diesen a entender su engaño si se atrevían, como quien estaba saneado de sí, dice agora: mas la verdad, ¡cuán fuerte es y cuán no vencible! Trabajaréis en balde si le pensáis hacer mella; ¿quién la podrá reprehender de vosotros?

Y añade:

26. ¿Por dicha no es ansí, que para reprehender, palabras pensades, y para el viento razones perdidas? Como diciendo: ¿Pues qué? ¿No es verdad que me calumniáis, como digo, y que ponéis vuestro estudio en torcer mis palabras por desobligaros de mí? Cierto es verdad: vuestro intento es buscar en mis dichos ocasión de reprehenderme; fingís en mí culpa por salir vosotros de deuda. Vuestras reprehensiones no se fundan en falta mía verdadera, sino en el viento de vuestra imaginación y deseo vano; y ansí son palabras perdidas las vuestras y que azotan el aire. O podemos traducir esto postrero de esta manera: Y al viento palabras de desesperación. En que les dice que con ocasiones de viento, y no con verdad de lo que sienten en él, le dicen palabras de desesperación, esto es, palabras no de consuelo, sino de desesperación para un afligido. Lo cual dice ansí, porque fatigar y reprehender a un hombre puesto en semejante miseria, de sí era motivo grande para desesperarle, y por la misma causa grande argumento de que lo pretendían los que ansí le trataban.

Y conforme a esto prosigue:

27. También sobre huérfano alanzáis, y la armáis contra vuestro compañero. Porque, dice, acosáis a un hombre huérfano, esto es, a un desamparado del todo; y no sólo no hacéis con él lo que la común humanidad para con los afligidos obliga, que es compadeceros siquiera, sino ponéis estudio en serle nuevo estropiezo. Esto ¿qué es sino, cuanto es en vosotros, traerle a que desespere? Y tienen particular significación cada una de estas palabras. Porque lo que pusimos alanzáis, en su original es naphal, que es como caer de golpe y con ímpetu, que demuestra con qué deseo y ardor se arrojaban contra él por dañarle. O es, según dicen algunos, echarle lazos delante donde se prenda y enrede; que acude bien al intento que decimos de estos amigos, que era, acosando a Job, traerle a desesperación o blasfemia, para desobligarse dél como de cosa perdida. Y ansimismo lo que dijimos armáis, que es en su principio thikepiu, y significa cavar; aquí es cavar hoyo y ordenar trampa y armadijo donde caiga y se suma. Y dijo primero huérfano, y después compañero, para acrecentamiento mayor; porque es impiedad no favorecer al desamparado cualquiera que él sea, y mayor perseguirle y muy mayor armarle lazos y ponerle estropiezos; y si es amigo vuestro también, haberos ansí con él es lo sumo de la crueldad y maldad.

Mas dice:

28. Y agora acabad lo que comenzastes; atendedme, ved si miento en vuestra cara. Esto es, y si no confesáis lo que diga, y si vuestra pretensión nace de celo sancto, llevad vuestro intento adelante, o comenzad de nuevo si os place, o plegaos de mirarme con mejores ojos y con mayor atención; mirad bien si os hablo lo que no debo o me engaño en lo que de vosotros juzgo.

Y ansí dice:

29. Tornad a responder, yo os ruego; no haya porfía; tornad, mas justicia mía en ella. Como diciendo, tornad a la disputa, respondedme a lo que dijere, y si queréis, o justificar vuestra razón o conocer la que hay en la mía, no tenga parte la pasión en nuestra disputa, búsquese la verdad solamente, no me ceguéis a mis voces obstinadamente, sino guardadme justicia.

No haya porfía. La palabra original propriamente es torcimiento, y es aquí el sacar de sus quicios lo que se dice y el torcerlo a lo peor, que es proprio de lo que llamamos calumnia, y son obras que la porfía en la disputa suele hacer de contino, porque ciega con su calor la razón, y hace que o no entienda o entienda diferentemente lo que el contrario nos dice.

Tornad, mas justicia mía en ella, quiere decir, o como habemos dicho y como Sant Hierónimo dice: Mas guardadme justicia; o tornad, que, si tornáis, mi justicia parecerá en la disputa; por más que os agucéis, quedará mi justicia en pie. Y la razón de esto es lo que luego dice y se sigue:

30. No habrá en mi lengua torcimiento, ni mi paladar sentirá necedad. Porque, dice, yo estoy cierto de mí que ni he dicho cosa que no deba, ni la diré si no se me tuerce el juicio. Mi lengua, dice, y mis paladares; como diciendo, ni excederé en el juicio de las cosas ni en las palabras y quejas; mi lengua publica lo que siento y mi gusto siente lo que es razón.

Mas este verso, que es el postrero en el original, dice ansí: ¿Si acaso hay en mi lengua torcimiento? ¿Si mi paladar no entenderá quebranto? Que, o dice lo que nuestro intérprete puso, que es lo que dijimos agora (porque aquella manera de pregunta, si acaso, por ventura, suele por ventura inferir negación; quiero decir que demuestra haberse de negar lo que ansí se pregunta, y ser claro y cierto que se ha de negar, de manera que decir si acaso hay en mi lengua torcimiento, es decir, claro es y cierto que no lo hay), ansí que o es esto que he dicho, o sigue y continúa lo que puso en el verso de arriba, que era: Atendedme, ved si miento en vuestra cara. Y añade agora: Ved si hay acaso lo que siento en mi lengua torcimiento, esto es, si digo lo que no debo, si mi paladar, esto es, mi juicio, no entiende lo que la calamidad y trabajo es, hasta donde se debe sentir cuanto se puede soltar en él la rienda al sentimiento.

Y porque ha dicho que le respondan y tornen a la disputa si quieren, torna él a decir y a encarecer agramente sus males, que es lo que en el capítulo siguiente se dice.






ArribaAbajoCapítulo VII

1. ¿Por ventura no es guerra la del hombre sobre la tierra, y como días de mercenario días suyos?

2. Como siervo desea solombra, y como alquiladizo espera su obra.

3. Ansí me heredé meses de vanidad, y noches de laceria se aparejaron a mí.

4. Si yazgo, digo, ¿cuándo me levantaré? Y espero la tarde y hártome de dolores hasta la noche.

5. Vestida es mi carne de gusanos, y con terrones de polvo mi cuero se secó, y hizo aborrecible.

6. Mis días me volaron más que de tejedor (es cortada la tela) y consumiéronse sin esperanza.

7. Miémbrate que es viento mi vida; no tornarán mis ojos a ver cosa buena.

8. No me catará ojo de veedor; tus ojos en mí, y no yo.

9. Acabóse la nube y pasóse; ansí quien desciende al infierno no subirá.

10. No tornará más a su casa, y no le conocerá más su lugar.

11. Por tanto, yo no vedaré mi boca, fablaré con angustia de mi espíritu; querellarme he con amargura de mi alma.

12. ¿Si mar yo, si culebro, que pones carcelería sobre mí?

13. Si digo, conhortarme ha mi lecho, aliviaráme en mi querella mi cama.

14. Y con sueños me quebrantaste, y con visiones me pusiste en espanto.

15. Y escogió ahogamiento mi alma, y muerte mis huesos.

16. Despechéme, no más viviré: contiénete de mí, que son nada mis días.

17. ¿Qué es el hombre para que le engrandezcas, y para que pongas en él tu corazón?

18. Y visítasle a las alboradas, y por momentos le pruebas.

19. ¿Hasta cuándo no aflojarás de mí? ¿No me aflojarás hasta tragar mi saliva?

20. Pequé: ¿qué haré a ti, Guardador de los hombres? ¿Por qué me pusiste por encuentro a ti, y fui sobre mí por carga?

21. ¿Por qué no alzas mi rebeldía, y faces pasar mi delicto? Porque agora yaceré en polvo, amenazarme has, y no yo.


ArribaAbajoExposición

1. Por ventura no es guerra la del hombre sobre la tierra, y como días de alquiladizo días suyos? Prosigue Job en su razonamiento, y porque en el fin del capítulo pasado convidó a sus amigos a razonar de nuevo sobre si excedía quejándose o profesando inocencia, torna agora como de nuevo a referir algo de lo que padece y de lo que siente de sí y de sus culpas. Y dice de lo primero de esta manera: ¿Por ventura no es guerra la del hombre sobre la tierra, y como días de alquiladizo sus días? Esta pregunta infiere afirmación y certidumbre; y ansí decir, ¿por ventura no es?, vale cierto y sin duda es guerra la vida. Es verdad que, como decimos: ¿Por ventura no es?, en manera de pregunta, podemos también decir, en manera de deseo: ¿Por ventura no sería la vida del hombre sobre la tierra milicia?, esto es, no sería un tiempo determinado y cierto y que se supiese su fin.

Porque la palabra original, que hace significación de pregunta, suele ser también señal de deseo; y lo que en el original significa guerra, se pone también algunas veces por espacio de tiempo cierto y limitado: porque antiguamente, según las leyes de algunas comunidades, no tenían obligación de servir a su república en la guerra los hombres sino por un cierto tiempo. Y hacen estas palabras, según ambas maneras, significación conveniente. Mas digamos de lo primero. ¿Por ventura, dice, no es guerra la vida del hombre sobre la tierra, y como días de alquiladizo sus días? Hace regla general de lo que es la vida de todos, movido de lo que le acontece a él y de lo que siente y padece; y la experiencia de sus miserias le abre los ojos para conocer que el más dichoso vive en trabajo, y que todo el vivir es un contino padecer, y no sólo padecer, sino estar en peligro y en ocasión de perderse. Porque como al jornalero su oficio es trabajo, porque se alquila para trabajar, y ansí en cuanto su tiempo dura le conviene que trabaje y que sude; y como al soldado le viene de oficio lo mismo, y no sólo le es proprio el trabajo, sino también traer la vida al tablero, el estar alerto al arma y dispuesto para venir a las manos, ansí ha de entender el que nace, que nace alquilado para trabajo y peligro, y que por el uso y por el jornal de esta luz se le manda que afane en este valle miserable, y que el estar en él no es estar en descanso, y que no viene a tierra de paz y de amigos, sino a lucha y a enemigos continos.

Y ello a la verdad es ansí, por doquiera y cuando quiera y en cualquiera que se considere la vida. Porque en todas las horas de ella hay su trabajo; en la niñez de ignorancia y flaqueza, en la mocedad de sus pasiones y ardores, en la edad de varón de las pretensiones y competencias, y en la vejez de ella misma, y en todas acomete la enfermedad y reina la muerte y es poderoso el desastre. Y lo que en las edades, acontece en los estados también; que todos laceran y muchas veces más los que parecen más descansados. Que si hablamos del descanso del siglo, los que se dicen señores dél, o los que al parecer ordenan cuanto hacen para vivir con descanso, como son los ricos, los regalados, los sumptuosos, los grandes, ellos mismos, como a fuerza del tormento que les dan sus cuidados, confiesan que padecen miseria. Y si volvemos los ojos a los que en los bienes del cielo buscan la paz del espíritu, ¿quién podrá referir los peligros de este camino, los estropiezos que en él les pone el demonio, sus ardides, sus sutilezas, los lazos llenos de engaño encubierto? No hay cosa en esta vida tan llana que no tenga sus malos pasos; y este mal del vivir cuando está más sosegado ha de ser más temido: que en su calma hay tempestad, y su quietud y sosiego encubre en sí furiosas olas más empinadas que montes.

Del peligro que en la vida espiritual hay, solía decir Sant Hierónimo: No hay cosa ni más feliz ni más fuerte que el cristiano.

Del estado seglar alto y real, decía un antiguo poeta


; En la prosperidad reposa el miedo;
el peligro en lo claro y señalado,
todo lo alto en hombres no es seguro,
que con la envidia o tiempo viene al suelo
a la cumbre del bien el que ha subido.

Ansí que es nuestra vida guerra, porque es trabajosa y sujeta de contino al peligro, y porque son nuestros enemigos casi todos aquellos con quien en ella vivimos; que nuestro calor mismo que nos la da nos la gasta, y nuestros deseos nos meten en diversos peligros, y los sentidos nuestros que tienen la puerta, la abren a lo que lanzado en el alma la daña, y los hombres nos engañan, y la fortuna nos burla, y los animales nos acometen, y los elementos nos acarrean las más veces la muerte.

Pues de lo invisible que nos hace guerra en lo secreto, ¿quién dirá su muchedumbre, su industria, su maña, su fuerza? Y si esto, dice Job, es en todos ansí, ¿qué será en mí, a quien le falta cuanto es de consuelo, y sobra cuanto acarrea tormento? Por manera que de lo general desciende a lo particular de su suerte, y prueba y engrandece su miseria propria con la miseria que anda siempre junto con la vida común, y arguye de lo más descansado a lo que es menos. Ansí: Si la vida en todos, aun en los prósperos y felices, es guerra, ¿qué vida será la mía, contra quien pelean juntos el cielo y la tierra? Y porque es tal, desea, como luego dice, dejarla más que desea el esclavo trabajado la noche, y más que el jornalero la fin del día. Y esto es cuanto a la primera manera.

Cuanto a la segunda, para el mismo propósito de encarecer su miseria, dice el deseo grande que tiene de salir de la vida, o siquiera de tener un día cierto para salir. Porque, aunque la vida nuestra tiene término, pero no tiene un término cierto; y aunque sabemos que se acaba, no sabemos cuándo se ha de acabar. Por lo cual dice Job: ¿Por ventura no tendría un cierto término la vida del hombre sobre la tierra, y como día de alquiladizo sus días? Que es decir: ¡Ojalá como es cierta la muerte, estuviera también cierto y asentado su día y como el jornalero sabe la hora última de su trabajo, ansí supiera yo la que ha de ser de mi vida el remate! Que aliviárase mi miseria, si supiera de mi fin el día; y con saber lo que durarán mis trabajos, sustentaría el ánimo en ellos, contando cada día lo que me resta. Mas, dice, con la confusión que en esto hay y con el no poderme certificar si es largo o corto este mi plazo, ahógase el alma, que se abrasa en deseo por salir de este cuerpo mortal.

Porque añade:

2. Como siervo desea solombra, y como alquiladizo espera su obra.

3. Ansí yo heredé meses de vanidad, y noches de laceria se me aparejaron a mí. Esto es, ansí me acontece en los meses de dolor que me ha dado y en que me ha heredado mi suerte, que espero desalentado el fin de ellos y nunca viene ni llega. Por manera que es semejante Job al jornalero en desear con ansia el remate de su trabajo; y diferente, en que el jornalero consigue lo que desea, y llega la hora señalada y sabe qué hora es y cuándo ha de llegar; mas a Job ni le es cierto el día que dará fin a su mal, ni en tantos días como ha pasado esperándole, jamás ha llegado.

O digamos, como algunos dicen, de otra manera: que Job no compara aquí el deseo que el jornalero tiene de dar fin a su obra con el que tiene él de llegar al fin de su vida, sino compara el afán que el trabajado jornalero pasa con la desventura que él al presente padece; como diciendo: bien como el esclavo que desea sombra, esto es, como el esclavo muy trabajado; que es estilo de la Sagrada Escritura dar a entender lo que antecede por lo que se sigue de ello, y síguese al sudor y al trabajo el deseo de venir a la sombra. Ansí que dice, que como el esclavo muy trabajado vive, y como el jornalero cuando anhela al fin de su obra, ansí vive y ha vivido él muchos años y meses. Que es decir que no hay esclavo trabajado tan trabajado como él, ni jornalero tan fatigado que haya padecido lo que él de contino padece. Por manera que no solamente compara con los trabajos de ellos los suyos, sino muestra también que los suyos les hacen ventaja; porque el esclavo que cava al sol y desea fatigado la sombra, al fin la alcanza; y acábase el día, y viene la noche, común reposo de los fatigados; mas Job, si decimos que trabaja, nunca descansa. Y si el jornalero padece fatiga, es su fatiga de un día; mas él la pasa muchos días y meses.

Dice, pues: Como siervo deseará sombra. Deseará, esto es, que desea (que en la lengua original las palabras del tiempo futuro valen algunas veces lo que los participios presentes), y ansí diremos, como siervo deseante solombra, y como jornalero esperante el fin de su obrar. Esto es, como trabajados los esclavos y los jornaleros cuando más lo son, cuando llega a lo sumo el trabajo, ansí yo heredé lunas de vanidad, y noches de laceria se me aparejaron a mí; esto es, tales son y más trabajosos los meses vanos que me cupieron por suerte, y las noches de miseria que me aparejó la ventura. O como otros declaran, los meses vanos que me heredaron; esto es, los meses a quien entregado estoy y sujeto del todo, y que se enseñorean de mí como de cosa que por herencia les viene. Para mostrar en esto la firmeza de su miseria y lo que los malos meses y los trabajosos sucesos se apoderaban dél. Y llámalos meses vanos, que es decir vacíos de todo gusto y alivio. Y dice noches de laceria, y no mienta los días, para dar a entender que la grandeza del mal le tornaba la luz en noche, y que para él nunca hay día.

Añade:

4. Si yazgo, digo, ¿cuándo me levantaré?; y espero la tarde, y hártome de dolores hasta la noche. Como decía cuánto le atormentaba el no tener término cierto, y encarecía ansí sus trabajos como diferentes de los demás que padecen (porque el esclavo sabe que su servicio descansa en la noche, y el jornalero tiene para trabajar tasadas ciertas horas del día, mas él en muchos meses que laceraba nunca llegaba a su fin), ansí que, como decía esto en común, especifícalo más en particular agora para encarecerlo ansí más. Porque dice que todas las noches, cuando se recogía a dormir, se decía a sí mismo que al levantar o antes que se levantasen fenecerían o su mal o su vida, y que, venida la mañana y no viendo lo que le prometió la esperanza, alargaba para la tarde el deseo su plazo, diciéndose que al caer del sol él también caería. Mas poníase el sol y las tinieblas venían, y no fenecían, antes crecían sus dolores con ellas; y que ansí alargando de un día para otro día el deseo, prometiéndose cada hora la muerte y hallándose cada hora burlado, esperando siempre acabar y comenzando a padecer siempre como de nuevo, habían pasado muchos meses y años en que por horas se le renovaban las llagas, hallando en todas ellas sus esperanzas burladas.

Dice: Si yazgo, esto es, si me voy o cuando me voy a dormir; y está cortada la sentencia, como acontece en lo que se dice con pena, porque se ha de añadir, entonces trato conmigo del fin de mi vida y trabajos, y pregúntome a mí mismo su fin, y digo, ¿cuándo me levantaré?; esto es, dígome que al amanecer amanecerá mi descanso, porque me parece que ya quiero expirar.

Y espero la tarde. Mas, dice, viene el alba, y ni la vida falta ni el tormento se afloja, y ansí alargo mi esperanza a la tarde; y dígome que si con la venida del sol se esforzó mi vida para no rendirse a la muerte, cuando se pusiere, que es cuando todo naturalmente enflaquece, se dará por vencida; de que crece deseo en mí de la tarde, y no pienso que ha de llegar y cuento las horas. Por donde el original dice ansí, y mide mi corazón la tarde; esto es, cuenta por momentos su espacio, y a veces le parece que el tiempo duerme olvidado de su carrera contina, como siempre parece a los que aguardan algún término que mucho desean.

Mas venida la tarde, ¿qué?, ¿qué?: hártome de dolores hasta tinieblas. Hasta tinieblas, quiere decir, mientras duran las tinieblas, o hasta que las tinieblas se van allegando a su fin; porque la palabra naseph es aquella sazón de entre noche y día, cuando aún no bien esclarece.

Pues dice, venida la tarde, el dolor crece y no se acaba la vida; y lo que puse por término de mis trabajos es principio de trabajos mayores: y viene la noche, y acrecienta las causas del morir y no acarrea la muerte; y ansí paso hasta que el alba viene en gemidos y en llanto.

Y da luego la causa de su dolor, porque dice:

5. Vistió mi carne gusano y terrón de polvo mi cuero seco y encogido. Por manera que la enfermedad que padece es la causa por que desea la muerte, y por que muere viviendo; y dice la cualidad de su enfermedad para justificar su razón. Porque dice: Vistió mi carne gusano, que es decir hierve mi carne en gusanos, que me cercan a la redonda como suele cercar el vestido. Y encubre, diciéndolo ansí, una secreta contraposición con que engrandece su mal con una lástima diversa; porque decir visto gusanos, es decir estoy desnudo y vestido; desnudo como pobre, y vestido como miserable; de cuanto bien poseía no me deja para abrigo la calamidad aun el cuero, y dame por vestidura gusanos.

Y dice, terrón de polvo; que llama ansí a las postillas y a las costras que la materia seca hacía en sus llagas. Y añade, mi cuero se secó y encogió, o como el original dice, rasgado y aborrecible; porque era humor fiero y melancólico el humor de esta dolencia de Job. Era, por una parte, agudo, que le apostemaba y llagaba, y por otra, ardiente, que le secaba y consumía, y, por otra, muy melancólico, que era causa de hediondez y gusanos; y ansí tenía Job juntamente seco y llagado el cuerpo, consumido y abierto, gusaniento y aborrecible.

Más dice:

6. Mis días me volaron más presto que del tejedor es cortada la tela, y consumiéronse sin esperanza. En el original a la letra: Mis días se alivianaron más que de tejedor, y acabáronse sin esperanza; que alivianarse es hacerse ligeros, esto es, pasar no despacio y pesadamente, sino de prisa y volando, como lo entendió Sant Hierónimo. Y lo que dice de tejedor, es razón no acabada, y para acabarla añade cada uno lo que mejor le parece. Nuestro intérprete el cortar y la tela; y dijo: Y volaron más presto que del tejedor es cortada la tela. Otros, la lanzadera; y dicen alivianáronse mis días, esto es, pasaron ligeros más que la lanzadera del tejedor, que a la verdad discurre prestísima; pues dice que sus días se le han pasado volando, y llama sus días no todos los de su vida, que eso no lo pusiera por queja (que como visto habemos deseaba el fin della y anhelaba a la muerte), sino llama sus días los días de su vida buenos y alegres, los días en que vivió dichoso y feliz, que éstos, a su parecer, pasaron con presteza increíble; y, a la verdad, el remate que tuvieron miserable los hacía parecer más ligeros y breves. Que aunque todo lo que fenece, cuando fenece, parece haber durado poco y pasádose con brevedad; pero descúbrese más esto mismo, cuando fue lo que pasó gustoso, y lo que sucedió doloroso y triste; porque entonces el desabrimiento presente y la calamidad que se gusta, disminuye el bien que pasó, y muéstralo como cosa de un punto.

Y ansí Job en estas palabras añade nueva querella a sus lástimas, porque dice: Este mal que padezco ni tiene fin ni me acaba; y esperando yo cada día la muerte, y prometiéndomela el grave mal que padezco cada noche y cada mañana y cada hora, me hallo burlado. Ansí que el mal no se muda en mí ni se pasa, sino como firme y enclavado reposa; mas el bien acabóse en llegando, pasó en posta, y voló más que ave ligero.

Y acabóse, dice, sin esperanza; porque su enfermedad era incurable, y su pobreza tan extrema y su desamparo tan universal que no quedaba a la esperanza para entrar en el alma de Job puerta ni resquicio ninguno. Y ansí dice, sin esperanza, porque en los ojos de todos era negocio desesperado el tornar a su estado primero Job, o siquiera el mejorarse algo en el que de presente tenía.

Añade:

7. Miémbrate que es viento mi vida, no tornarán mis ojos a ver cosa buena. Como dijo que su mal no prometía mejoría, ni daba lugar a ninguna esperanza buena, hirióle la religión que moraba en su ánimo y el conocimiento que está firme en él, de que a Dios le es todo posible; y ansí reportándose, para mostrar que en la esperanza que negaba no negaba el poder de Dios, sino decía la naturaleza de su grave miseria, vuélvese a Dios humildemente y rogándole que le sane y remedie, muestra que reconoce su poder y que confía en su infinita bondad. Y ansí dice: Miémbrate que es viento mi vida: como si más claramente dijera: Cuando digo, Señor, que mi felicidad pasó muy ligera, y que mi infelicidad grave corta las esperanzas del bien, quiero decir lo que ello en sí es y lo que su naturaleza promete; mas no niego lo que tú puedes. Sé que para ti no hay cosa imposible, puédesme hallar si estuviere perdido; enriquecerme, si pobre; sanarme, si enfermo; quieras tú solamente, que al punto seré remediado.

Y para que quiera, pídele se acuerde que es viento su vida. En que no quiere decir que se pasa presto, aunque es verdad se pasa prestísimo; sino quiere decir y dice que, pasada una vez, no torna, como nunca vuelve a soplar el viento que ya sopló y se pasó. Porque, dice, puédesme remediar, y suplícote me remedies, mas conviene me remedies de presto, porque, como sabes, Señor, conforme a tus leyes, esta vida sensible que agora se vive es una sola, y pasada no torna, y acabada no renace otra vez, que es como el soplo que pasado no vuelve, sino camina siempre adelante. Por donde, si agora mientras vivo te detienes, no viviré otra vida como ésta, en que me remedies.

Y en pedir Job a Dios que se apresure, sigue el común sentido de los que están en dolor y desean el remedio, que todo se les hace tardío. Y en desear, primero que muera, tornar a mejor estado, desea no tanto vivir cuanto que no le tome la muerte estando actualmente en calamidad y miseria. Que aunque los trabajos presentes desprenden con facilidad el alma de la afición de la vida, y le allanan en cierta manera el morir; mas, por otra parte, ahogan el aliento y oprimen la esperanza, y turban la claridad del juicio y inquietan el ánimo, que son dificultosas disposiciones para la muerte, si la abundancia de la gracia y de la virtud no las vence. Y demás de esto paréceles a los que lo miran de fuera que, quien muere estando en calamidad y miseria, muere vencido della y antes de su sazón y su tiempo: y por la misma razón juzgan que mueren de flacos y por faltarles para el trabajo hombros y virtud.

Por manera que Job desea ser remediado presto, porque lo que padece le duele; y desea acabar en estado alegre, por no parecer muere vencido de la tristeza y como desesperado del bien; y pide sea en esta su vida, porque si pasa no tornará a vivir otra como ésta, porque es como aire que va y no torna. Y dice ansí: No tornarán mis ojos a ver cosa buena; esto es, no tornaré jamás, si una vez muero, a vivir en estado bueno y feliz, corporal y sensiblemente y a la manera de agora. Y encarece más y extiende más esto mismo, diciéndolo y repitiéndolo por diferentes maneras.

Que dice:

8. No me catarán más ojos de mirador; tus ojos en mí y no yo. Ni yo tornaré, dice, a ver esta vida, ni nadie por más aguda vista que tenga me verá en ella después de muerto. Tú mismo, Señor, que todo lo penetras y ves, no me verás vivir otra vez aqueste linaje de vida, porque ansí lo ordenaste.

Que:

9. Acabóse la nube y pasóse, ansí el que desciende al infierno no subirá. Porque, dice, ansí como la nube, convirtiéndose en lluvia, pasa y se deshace de manera que no vuelve jamás, ansí es, dice, el que muere y desciende debajo la tierra, que no tornará jamás a subir a ella; entiéndese a vivir en ella como agora se vive, vida corruptible y sujeta a mudanzas, y necesitada de comida y vestido y posesiones y casas y los demás bienes que llamamos riquezas, como en lo que añade demuestra.

Que dice:

10. No tornarán a su casa, y no le conocerá más su lugar. Que no dice rasamente que no tornará, porque cierto es que ha de volver el hombre a vivir en el cuerpo en el día que Dios volviera a vida a todos los hombres; mas dice limitadamente que no volverá a su casa ni a ver su lugar, esto es, sus posesiones y asiento. Porque la vida de la resurrección, aunque será en cuerpo, no será con las necesidades del cuerpo, ni vida que se vivirá en la forma y estilo de agora, buscando cosas para sustentar los sentidos que desfallecen sin ellas.

Mas dice:

11. Por tanto, yo no vedaré mi boca; fablaré con angustia de mi espíritu, querellaréme con amargura de mi alma; en que torna el dolor a encrudecerse de nuevo y a revivir con fuerzas dobladas, que son mudanzas de ánimos afligidos y tristes. Pues rompe la razón comenzada y torna a dolerse y a lamentarse, diciendo: Por tanto, yo no vedaré mi lengua. Mas, dice, pues el Señor se detiene por los fines que él sabe, y quiere que cuanto de vida me resta sea miseria y dolor, ya que tengo que morir miserable y no puedo tornar a vivir en riqueza y salud y contento, a lo menos no perderé este alivio amargo que sólo me resta, que es alivio de los muy miserables, que es dar licencia a la lengua que diga las ansias del corazón, permitir a la boca que publique sus quejas, acompañar los dolores con gritos. Y ansí dice: No vedaré mi boca, esto es, no le pondré freno para que no vocee. Fablaré con angustia de mi espíritu, esto es, diré lo que me dictare el ánimo afligido. Querellaréme con amargura de mi alma, que es decir, que serán sus quejas amargas, ansí como el alma está amarga.

Y diciendo esto Job, responde calladamente y por nueva manera a lo de que era acusado de sus amigos, que excedía en quejarse. Porque, les dice, pues no tengo de tornar a vivir, ni espero en lo que me resta, salir de miseria, si estoy condenado sin esperanza a la enfermedad, a los gusanos, al desamparo, al dolor, ¿por qué siquiera no me será libre el gemido?; ¿por qué lleno de dolores no podré decir que me duele?; ¿por qué hecho asiento de males no tendré licencia para lamentar mi desdicha? El dolor saca el grito naturalmente, y el azote el gemido, y el desastre la voz desabrida y el lloro; ¿en qué ley, pues, se sufre que sea vicioso en mí lo que es natural en todos, y que quien no espera otro alivio, siquiera no se desahogue gritando?

Y dicho esto, suelta la lengua a la queja, y dice volviéndose a Dios:

12. ¿Si mar yo, si culebro, que pones sobre mí carcelería? En lo cual se queja de que, siendo flaco, le hiere como si fuese fuerte y valiente; y quéjase comparándose con la mar y con la ballena, diciendo que le trata Dios como a ellos, o en el mismo género de tratamiento, o en tratamientos de diverso género, pero tales que tienen comparación entre sí: que es decir, que le encarcela a él como tiene encarcelada la mar; o que ansí como está sujeta la mar a tormentas, y es como el proprio lugar de las tempestades, y donde las olas combaten y los vientos ejecutan su violencia y rigor, ansí le hace a él como sujeto proprio de dolores y de miserias.

Y encarece su mal con la desigualdad que con él tiene lo que compara. Porque si mueven guerra los vientos al mar, es al fin poderoso el mar para avenirse con ellos; y si se levantan tempestades en él, es tan grande que las lleva y las sufre; y si le encierra Dios y pone límite y le quebranta en la arena, quédale suficiente lugar donde descanse y repose; mas Job es flaco y está llagado y podrido, y asentado en el polvo carece de todo alivio. De manera que, por una parte, no hay mar turbada tan combatida de vientos, cuanto lo es de dolores su alma; y por otra, no hay cosa más flaca ni de menos fuerza que él para resistir al dolor. No hay en él sujeto ya para recibir nuevo azote, y hiérele Dios siempre con azotes de nuevo. Y ansí dice: ¿Si mar yo, si culebro, que pones carcelería sobre mí?, esto es, que me cercas y tienes ansí preso y rodeado de males, para que ni menearme ni valerme no pueda, como si corriese peligro el mundo en mi libertad. Que a la mar tiénela encarcelada Dios con firmeza, porque si fuese libre anegaría la tierra; y ni más ni menos la ballena y las serpientes del mar asolarían el mundo, si pudiesen salir de su cárcel.

Ansí que en éstos la guarda estrecha es necesaria; mas de mí, dice, ¿qué temes, Señor? ¿Soy mar que sorberé la tierra, si me das libertad, o culebro para asolarla? Que es también alegar secretamente su inocencia y llaneza y la mansedumbre de su vida pasada; y como diciéndolo a Dios, representar a sus amigos que le estaban oyendo que nunca se apacentó de la sangre inocente como dragón fiero, ni fue tempestad donde se anegasen los otros, por donde fuese necesario enfrenarle y apretarle como apretado está, que no halla en cosa reposo.

Y ansí añade:

13. Si digo, conhortarme ha mi lecho, aliviaréme en mi querella en mi cama; como dando a entender que en la cama, que es lugar de descanso, halla trabajo. Pues si en la cama le halla, dicho queda lo que fuera de ella padece. Y aún encubre el original aquí un cierto encarecimiento, porque dice a la letra: Cuando digo, conhortarme ha mi lecho, alzará llama en mi querella mi cama. Que es claramente decir cuánto se le aleja el alivio, pues el reposo no solamente no lo es para él, mas antes le acarrea tormento; porque en la cama, adonde se recoge con la esperanza de descansar, se enciende de manera su mal que se vuelve en horno la cama. Y era necesario, por dos razones, que ansí le aviniese; lo uno, porque en la noche en que se divierte el sentido menos, crecen más los cuidados que abrasan el corazón, el cual pega su ardor al lecho y al cuerpo; lo otro, porque las enfermedades de humor melancólico, cual éste era, toman fuerza con las tinieblas, que son la hora propria cuando la melancolía hierve y humea; de manera que, si se vela, arde en negras llamas el lecho, y, si se duerme, acontece lo que luego añade, diciendo:

14. Y con sueños me quebrantaste, y con visiones me pusiste en espanto. Porque el humor negro, movido con el sueño, turba en la imaginación las especies y tíñelas de su mala color, de que resultan espantables figuras que atemorizan y espantan el ánimo del que duerme. Al cual espanto y horror se sigue por orden natural lo que dice:

15. Y escogió ahogamiento mi alma, muerte más que en mis huesos. Porque la calidad del humor, por una parte, ennegrece la luz, y ansí borra todo lo que es alegría, y por la misma razón representa la vida como cosa escura y tristísima; y, por otra parte, los temores de las visiones que el mismo humor acarrea, hácenla odiosa y aborrecible. Y ansí por natural consecuencia los tocados de esta calamidad apetecen el salir de la vida luego, y por cualquier manera que sea; y es señal del deseo lo que acontece en el hecho en muchos de estos que lo ponen por obra, y se despeñan o ahogan.

Y este apetito vicioso y fiero, que el humor corrompido en el ánimo de Job criaba y movía, pone aquí agora, no diciendo lo que la voluntad, medida por la razón, le pedía, sino aquello a que le inclinaba la fuerza de su dolencia, y dícelo para encarecer más sus trabajos y males. Porque sin duda era miseria particular y causa de grandísima pena, un hombre como Job, temeroso de Dios y tan sujeto a la ley de razón en todas las cosas y tan aficionado a lo justo, sentir en sí un tan desordenado movimiento y tan fiero; y ansí con esto demuestra más su trabajo, en el cual la sostancia era terrible, y los accidentes peores: la sostancia era un universal despojo de la hacienda, de hijos, de salud y alegría; los accidentes, movimientos que le ponían en peligro los bienes del alma.

Pues dice: Escogió ahogamiento mi alma, como si dijese: y de la enfermedad que padezco nace en mí otra desventura peor que ella misma, que me siento llevar a poner yo mis manos en mí y dar fin a una vida tan aborrecible y tan triste, y véome tentado de ofenderte y perderte, que es lo que más me duele y ofende. Y aunque dice que su alma quiso ahogarse, no entiende por su alma el juicio de su razón, sino una parte della más baja que mueve el sentido, a que llama muchas veces alma la Sagrada Escritura.

Y lo mismo dice en lo que añade, y muerte en mis huesos: que es decir que el sentido le movía a desear que penetrase hasta dentro de sus huesos la muerte, esto es, que la muerte le deshiciese del todo, y que no dejase dél, como decir solemos, ni pelo ni hueso. O quiere decir, sin duda, que le hacía más amable la muerte, que suele ser a otros la alegre vida. Porque el original dice ansí: muerte más que mis huesos; que por nombre de huesos se suele en esta Escritura entender la vida a quien ellos sostentan; y no sólo la vida, sino la fortaleza de ella y su próspero estado. Y ansí dice que nunca le agradó tanto lo próspero cuanto le aflige agora lo adverso; ni quiso a su vida tanto, cuando estaba en su fuerza, como agora su sentido ama y apetece la muerte.

Añade:

16. Perdí la esperanza, no viviré más; contiénete de mí, que son nada mis días. O según otra letra: Aborrecí; no para siempre viviré; contiénete de mí, porque nada mis días. En que, en lo primero, la palabra propria maasthi quiere decir desprecié con enfado y tuve en poco y aborrecí, conviene a saber la vida, y no la mía solamente, sino generalmente a todo el vivir de los hombres; que conoció la vanidad general movido y como avisado de su propria miseria. Porque es ordinario caer en esta cuenta las gentes cuando se ven caídas en algunos trabajos: que el suceso áspero proprio abre los ojos para conocer el riesgo que todos corren de que nadie es exento, y conócese aquí que todo es vano y muy digno de ser despreciado.

Mas en lo segundo que añade, no viviré más, o no viviré para siempre, contiénete de mí, dejando el cuento de sus miserias (porque es proprio de la pasión hacer estos movimientos diversos, unas veces derramando querellas, otras buscando favor), ansí que dejando las quejas, vuélvese aquí Job a las oraciones y pide a Dios que alce el azote, y no tome tan a pechos el perseguirle, y como secretamente diciéndole que es hacer caso de una cosa que es nada, el demostrar tanto enojo.

Y nace bien esto segundo de lo que dijo primero; porque como decía que él mismo, alumbrado de su misma experiencia, conocía la vanidad general de la vida, y la despreciaba como a cosa vilísima, dice bien y consiguientemente que le parece no digno de Dios oponerse tan de veras contra tanta bajeza, y hacer prueba de su brazo poderoso en deshacer lo que es nada. Y ansí le dice a Dios que se contenga de más herirle, si no por lástima, a lo menos por lo que toca a su honra; que no es de majestad semejante mostrarse corajoso contra cosa tan baja. Que si el hombre fuera eterno y su vida tan firme que jamás feneciera ni recibiera mella ninguna, si fuera tal que nunca padeciera menoscabo su vida, fuera entonces para mostrar Dios su brazo en él conveniente subjeto; mas quien se acaba mañana, y eso que vive es miseria y quien es pura nada, ¿qué es para que Dios haga caso dél, ni en gracia ni en ira?

Porque, como dice y añade:

17. ¿Qué es el hombre para que le engrandezcas, y para que pongas en él tu corazón? Para que le engrandezcas, entiendese, en tener con él tan estrecha cuenta castigándole siempre; porque hacer caso dél, aun en esto, es honrarle Dios mucho. Y que sea el sentido éste, lo que se sigue lo dice: y para que apliques a él tu corazón, porque poner el corazón en esta escritura es de advertir con atención en lo que se pone y tener cuenta con ello examinándolo y no disimulando con ello. Y más claramente se ve por el verso siguiente, que es:

18. Y visítasle a las alboradas, y por momentos le pruebas. Porque visitar aquí y el probar significan lo mismo; y el probar es tentar y examinar con castigos. Por manera que Job, considerando por una parte la flaqueza y bajeza del hombre, y por otra el tesón con que Dios le castiga, dice lo que en este caso se viene luego a los ojos, que es un espanto y una gran maravilla de que Dios, siendo quien es, tome tan a pechos el menudear con los hombres, madrugando, esto es, velando, conviene a saber, mirando sobre ellos siempre y a todas horas con ojos despiertos y sin perder ningún punto. Que por otra parte, bien mirado y como lo juzga la razón verdadera, es piedad de Dios y misericordia grandísima no desdeñarse de andar tan a las justas conmigo, y traerme siempre sobre ojo examinándome y dándome sofrenadas continas y amargándome cuanto suele ser dulce en la vida, para que, engolosinado de ello, no me vaya en nos de ello llevado de mis malos siniestros.

Mas dice en esto Job lo que le decía su carne afligida; y dícelo porque, en decir los sentimientos de la humana flaqueza y los acuitamientos que padecía, encarece más sus trabajos, que es aquello en que agora se alivia. Porque, como dicho he, no era el menor de ellos sentir en sí aquestos sentimientos flaquísimos; y la enfermedad, aunque grave, y el desamparo que padecía, no le afligía tanto, cuanto le atormentaban estos movimientos miserables que bullían en la parte inferior de su alma.

Mas añade diciendo:

19. ¿Hasta cuándo no aflojarás de mí, ni me aflojarás hasta tragar mi saliva? Esto de tragar saliva parece forma de hablar vulgar y usada en aquella lengua, para significar un alivio pequeño; como lo es en la nuestra, para la misma significación, decir respirar o tomar aliento. Pues pregunta Job a Dios (y es una pregunta envuelta en una sentidísima queja) que hasta cuándo le ha de apretar los cordeles, qué fin ha de tener este azote contino sin dejarle respirar un momento, ni sin darle siquiera espacio libre para tragar la saliva, en que engrandece con encarecimiento nuevo sus males. Porque preguntando cuándo ha de aflojarle para que al menos respire, se queja de que su dolor no se remite ni hace jamas pausa; y ansí demuestra que su mal no tiene días de huelga, sino dice que es un abrasamiento perpetuo y que está en crecimiento siempre, o al menos conserva siempre un tenor de manera que no se rompe con ninguna forma de alivio.

Más dice:

20. Pequé: ¿qué faré a ti, Guardador de los hombres? ¿Por qué me pusiste por encuentro a Ti, y fui sobre mí por carga? Lo que dice pequé, es como si dijese mas si pequé: porque no confiesa que padece por sus pecados, antes asegurado de su consciencia, porfía que su castigo no es pena de culpa. Mas como en las disputas se hace, que para mayor prueba de lo que pretendemos probar, concedemos al adversario algo de lo que él nos opone y le mostramos que no concluye, aunque se le conceda, ansí Job en mayor confirmación de su intento, concede que fuese ansí como sus amigos le dicen, y que le castiga Dios por sus culpas, y muestra que, sin embargo de todo eso, es extraordinario el castigo.

En que con unas palabras mismas acude a todo aquello que contra sus amigos defiende: que es, lo uno, librar de exceso y demasía su queja; lo otro, mostrar que padece sin culpa. Porque diciendo que es muy grave su azote, aun cuando fuese ansí que pecado hubiese, prueba que se queja con causa, pues es tan desmedida la pena; y ni más ni menos en decir que sus culpas, en caso que las tuviera, no las castigaba agora Dios conforme a su ley, demuestra que su mal no es castigo de culpas, porque Dios nunca traspasa sus leyes. Y por consiguiente manifiesta que padece sin culpa; porque, si la tuviera, midiera Dios la pena con ella y caminara su castigo por el camino que siempre, y guardara sus condiciones y sus leyes usadas, lo que aquí no acontece. Porque dice: sea ansí que pequé (Vos, Señor, sabéis lo contrario); mas presupongamos que sea como aquéstos me dicen; pregunto: ¿qué pecado es el mío para que, lo que no hicistes con pecador, me cerréis a lo que parece la puerta del alivio y remedio? ¿Qué hice yo, pecando, más que los otros que pecan, que mereciese un desamparo tamaño? O ya que pequé, ¿qué haré para amansar vuestra irá, más de lo que hago y he hecho? Abrasásteme la hacienda; bendíjeos. De un golpe me llevastes los hijos, que eran la luz de mi vida; alabé tu bondad. Herísteme de pies a cabeza con llagas de enfermedad nunca oída; recibílo y sufrílo. Todos, mujer, criados, amigos, abominaron de mí; humilde me abracé con el suelo. Si el dolor mueve a lástima, por eso, Señor, me querello; si el sufrimiento merece perdón, como un ayunque he sufrido; si la humildad vale algo, bien conoces la mía: sueles perdonar al quebrantado, al afligido, al azotado, al sufrido, al abatido, al perseguido, al rendido ante Ti y al humilde; ¿qué es de todo esto lo que no hallas en mí? ¿Pues qué más haré, oh Guardador de los hombres? Si me castigaras por culpa, ya estuvieras satisfecho con la paciencia y la pena. Bien se deja entender que no desenvainó tu espada mi pecado, pues mi humildad no la torna a la vaina. Otro es, sin duda, Señor, vuestro intento: no lo alcanzo yo, y ansí no atino a valerme. ¡Enséñame tú, oh Guardador de los hombres!

Y en decir Guardador de los hombres, hay un misterio secreto con que esta razón se esfuerza mucho más. Porque lo que decimos Guardador, en el original es notser, que es el proprio sobrenombre de Cristo, que solemos llamar Nazareno; como se ve en el título original de la cruz, adonde el Nazareno se escribe con estas letras mismas, como a la verdad escribirse debe, aunque algunos con ignorancia y porfía lo niegan.

Pues da Job a Dios con gran conveniencia en esta coyuntura de perdón aqueste apellido, como quien vía con la luz de profeta a Dios ya humanado y Nazareno hecho, que quiere decir Guardador, para fin de guardar al hombre en sí tomando sobre sí sus pecados. Según lo cual, acordando con este nombre a Dios su determinación, fortifica Job su dicho más, y le dice: ¿Qué he hecho contra Ti, o qué debo hacer para Ti más que los otros hombres, oh Nazareno del hombre? Que es decirle, pues ha de ser Nazareno, esto es, pues ha de ser hombre, para tomar en sí los pecados de todos, para, pagándolos él, libertarlos a ellos; pues ha de ser su oficio proprio pagar a su costa lo ajeno; pues por el mismo caso se pregona por tan piadoso y tan blando, que el exceso de la culpa encendería las entrañas de su misericordia hasta hacerse hombre entre los culpados para satisfacer a su Padre por ellos; pues el pecar no le espanta, ni el remediar el pecado le es nuevo, ni los pecadores son los que menos acrecientan y esclarecen su gloria (en caso que el pecado hubiera y fuera castigado por culpas) que, por qué le castiga tan severamente, que cierra a lo que parece la entrada al perdón; que si por dicha es él hombre de diferente linaje, o ha hecho contra Dios lo que hizo ninguno, o cuando se determinó de ser hombre por todos, ¿excepto a sólo él para hacerle blanco de su ira y enojo? Y ansí dice: ¿por qué me pusiste por encuentro a Ti? Como diciendo: Tienes ordenado de ser de nuestra parte y de ponerte por escudo nuestro, y haces agora bando contra mí solo; y el que has de ser nuestra adarga, ¿tornaste contra mi fiera lanza?

Y dice, fui sobre mí por carga, porque el oficio de Jesús Nazareno es tomar sobre sí las cargas de todos, para con su trabajo darles descanso y con sus cardenales salud; y a Job, según era grave y perseverante su azote, parecíale en cierta manera que si era por culpa suya, no la pasaba Cristo a sus hombros, sino la dejaba en los suyos, y dejándola sobre él le oprimía. O pídele sin duda que la pase a sí y se cargue de ella; y pues pone a su cargo el pecado, pusiese este suyo, si hay alguno, con los demás.

Y por eso le dice:

21. ¿Por qué no alzas mi rebeldía, y haces pasar mi delicto? Porque agora yazgo en el polvo, amenazarme has, y no yo. Que alzar aquí no sólo es quitar Cristo el pecado sobre Job, sino llevarle él puesto y levantado en sus hombros; porque el original es nasa, que es levantar sobre sí, y es lo mismo que dijo a Cristo el Baptista cuando le dijo: Este es el Cordero de Dios, el que levanta y lleva sobre sí los pecados del mundo. Y ansí le dice Job a su Nazareno, pues lleva sobre sí las rebeldías de todos, ¿por qué le deja en sus hombros la suya?; ¿por qué no hace pasar su delicto; conviene a saber, de sí a él, de su cuenta a su cargo? Porque, dice, si pequé, y tu satisfacción, que aun agora tiene virtud, no me vale y me muero en ceniza, cuando amanecieres naciendo, ya no seré capaz de tu bien; porque cuanto a la gracia, tal permanece cada uno cual muere.

Y Job habiendo dicho esto calló; y respóndele Bildad en el que luego se sigue.






ArribaAbajoCapítulo VIII

1. Y respondió Bildad, el sohí, y dijo:

2. ¿Hasta cuándo hablarás esto, y de espíritu grande palabras de tu boca?

3. ¿Por ventura Dios tuerce el juicio? ¿Y si el Abastado tuerce justicia?

4. Si tus hijos pecaron a Él, y enviólos la mano de su pecado.

5. Si tú madrugares a Dios, y suplicares al Abastado.

6. Si limpio y derecho tú; cierto luego despertará sobre ti, y apaciguará la morada de tu justicia.

7. Y será tu principio poco, y tu postrimería crecerá mucho.

8. Que pregunta agora a la generación primera, y dispónte a pesquisar de tus padres.

9. Porque de ayer nosotros, y no sabemos; porque sombra nuestros días sobre la tierra.

10. De cierto ellos te avezarán, hablarán a ti, y de su corazón sacarán palabras.

11. Si crecerá junco en no cieno, ¿crecerá junquera sin aguas?

12. Aun él en su árbol y no cortado, y antes de toda yerba se seca.

13. Ansí caminos de todos los que olvidan a Dios, y esperanza de falsario parecerá.

14. Que despreciará su desatino, y casa de araña su fiucia.

15. Estribará sobre su casa, y no estará; trabará en ella, y no se levantará.

16. Verde y jugoso él delante del sol, y sobre su huerto su pimpollo saldrá.

17. Sobre montón sus raíces serán enredadas; casa de piedras morará.

18. Si los tragaren de su lugar, y diga en él: No te olvide.

19. ¿Ves? Ese gozo de su carrera, y de polvo otro pimpollecerá.

20. ¿Ves? Dios no aborrece perfecto, ni esforzará mano de malos.

21. Hasta que se hincha de risa tu boca, y tus labios de jubilación.

22. Quien te aborreciere vestirá desprecio, y tienda de malos no ella.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Bildad, el sohí, y dijo: Este es el segundo de los amigos que vinieron a Job, el cual toma la mano agora y, vista la respuesta pasada, y menos contento della que de lo que oyera primero, sale él también a decir su razón, que es la misma que Elifaz tiene dicha. Y ansí le dice que no se justifique, porque, justificándose a sí, condena a Dios, dando a entender que le castiga sin culpa; y Dios no es injusto, y ansí es necesario que él se conozca por culpado, pues es notorio que Dios le aflige y azota. Y para probar que Dios es justo y igual, afirma que el malo se seca y el bueno florece siempre; y se muestra ambas cosas por dos comparaciones que trae, una del junco sin agua, y otra del árbol verde y bien gobernado.

Y comienza de esta manera:

2. ¿Hasta cuándo hablarás esto, y espíritu grande palabras de tu boca? En que le dice ser falso y soberbio todo cuanto razona; y que no le dicta la razón derecha las palabras que dice, sino la poca humildad de su espíritu y su corazón enconado contra Dios y hinchado.

Porque dice:

3. ¿Por ventura Dios tuerce el juicio?, ¿o si el Abastado tuerce justicia? En que pregunta aquello de que no duda, antes con la pregunta lo afirma; porque en todas las lenguas hay una manera de preguntar que hace afirmación y certeza. Pues dice ser negocio averiguado que Dios no es injusto, y no dice más sino deja por manifiesto lo que de esto se sigue. Porque si Dios no es injusto y castiga a Job, como por la obra se ve, Job es culpado; y ansí de esta verdad manifiesta, que Dios guarda justicia, y de lo que Job padecía, concluye Bildad su argumento. El cual argumento consiste en dos cosas: en una verdad que no se niega, esto es, ser justo Dios, y en un hecho que por los ojos se vía que era la miseria de Job: de las cuales dos cosas propone sola la primera, porque la segunda ella misma se avenía al sentido. Mas, aunque se avenía, estaba en ella de este argumento el engaño, porque el azote manifiesto no era castigo de culpa.

Dice, pues: ¿Por ventura Dios tuerce juicio?, ¿o el Abastado tuerce justicia? Por una de dos cosas tuercen de lo justo los hombres, amor o temor: el temor es flaqueza, y el amor dice falta; porque amar es desear lo que no se posee, y temer rehuir de lo que padecer se puede. Según lo cual Bildad prueba esta sentencia con las mismas palabras della; y esto en dos diferentes maneras: una, por formarla en pregunta que, como dijimos, el preguntar si es ansí es certificar que es ansí; otra, por decir Dios y Abastado, que en su original es tanto como el fuerte y el que es la abundancia, con lo cual no se compadece ni temor que le fuerce a lo injusto ni apetito de cosa que de ello jamás le desquicie.

Añade:

4. Si tus hijos pecaron a Él, y enviólos a la mano de su pecado; y es otra razón con que justifica Bildad lo que Dios hace con Job. Porque, dice, cuando fuera ansí que tú por tu persona pecado no hubieras, no me negarás que pecaron tus hijos, a quien Dios acabó con muerte tan desastrada. Pues como Dios suele castigar al padre en los hijos, ansí también castiga muchas veces por los hijos al padre, porque de los padres viene de ordinario a los hijos los vicios.

Dice, pues: Si pecaron tus hijos a Él. Este si no es condición de duda, sino afirmación de cosa cierta; como si más claro dijese: Pues es cierto que pecaron tus hijos. Y lo que añade, y enviólos a la mano de su pecado, puédese referir a Job, mudando la persona de segunda en tercera, como muchas veces se hace en la Sagrada Escritura, y ansí dirá: pues pecaron tus hijos, enviándolos tú a la mano de su pecado, esto es, imitándote a ti, o ciertamente disimulándolo tú. O sin duda diciendo: Si tus hijos pecaron, como por su desastrado fin se ve que pecaron, tu mal ejemplo, tu mala institución y descuido los envió a la mano de su pecado, esto es, los entregó a los pecados y vicios. O, de otra manera, puédese referir a Dios, y será aquéste el sentido: Pues pecaron tus hijos, y enviólos Dios, esto es, ¿qué maravilla es que los enviase Dios a la mano de su pecado, entregándolos al castigo que merecían sus culpas, o dejándolos andar por el camino del mal y llegar al paradero adonde él los guiaba? Porque el paradero del pecado, si se prosigue, es la muerte, según lo que dice Santiago: El pecado cuando llega a colmo engendra muerte.

Más dice:

5. Si tú madrugares a Dios, y suplicares al Abastado;

6. Si limpio y derecho tú, cierto agora despertará sobre ti y apaciguará la morada de tu justicia. Que se puede entender de una de dos maneras, o juntamente de ambas; o que sea aviso de lo que debe hacer agora para que Dios se le ablande; o que sea demostración de lo que no hizo Job y debiera hacer para no venir al estado y miseria presente; o que, pues las palabras lo sufren, diga lo uno y lo otro, lo que si hiciera no hubiera caído, y lo que si hace se podrá levantar. Si tú madrugares o Si tú madrugaras a Dios, si hubieras andado en su servicio con vigilancia; que el madrugar en esta escritura es diligencia, porque el diligente madruga. Y suplicares o suplicaras al Abastado; el original dice, y te apiadaras al Abastado, y llama apiadar el pedir piedad, refiriendo uno sus dolores y cuitas.

Si limpio y derecho tú, o fueres de aquí adelante, o hubieras sido hasta agora; despertará sobre ti, esto es, velara para tu salud, o sin duda hubiera estado a tu defensa, despierto y alerta. Y responde este despertar al madrugar que dijera, como diciendo: Si tú hubieras madrugado en su servicio, Él hubiera andado despierto y velara en tu ayuda.

Y apaciguará la morada de tu justicia, o de aquí adelante, si lo entendemos de lo venidero, o hubiérala apaciguado antes de agora, esto es, hubiera conservado en paz tu morada y conservado tu casa sin revés ni desastre, como casa adonde la justicia vivía. Porque el fructo de la justicia es la paz, y es compañero que jamás se divide de ella, como escribe un profeta. Y conforma con esto lo que luego añade, diciendo:

7. será tu principio poco y tu postrimería crecerá mucho. Que dirá, según el primero sentido, que la felicidad suya pasada será como cifra en comparación de lo que Dios le dará, si a Él se convierte; o, conforme al segundo, dice que el principio feliz de su vida, si hubiera perseverado en ser bueno, llegara a un colmo de felicidad nunca oída; porque siempre favorece Dios a los buenos, y como crecen ellos en la virtud, Él crece en mercedes; mas si descrecen, si vuelven atrás, si truecan o desamparan el verdadero camino, contiene Él su favor y apodérase de ellos el mal y el desastre, y ansí caen y perecen.

Y pruébalo con la autoridad y testimonio de sus antepasados, y dice:

8. Pregunta agora a la generación primera, y dispónte a pesquisar de tus padres. Remítele a lo que los antepasados han dejado dicho y escrito, y encarece su autoridad mostrando el crédito que se debe a sus dichos.

9. Porque, dice, de ayer nosotros, y no sabemos, porque sombra nuestros días sobre la tierra. Que es decir, que si no quiere persuadirse de lo que ellos le dicen, se persuada a lo menos por lo que los pasados dijeron; que es verdad que ellos no saben tanto, ansí por haber nacido ayer, esto es, por ser modernos y mozos, como también porque cuando fueron viejos, es corta su vida y breve a manera de sombra; y en vida corta no se puede adquirir mucha ciencia, lo que en los pasados no es, cuya vida fue larga.

Y por tanto:

10. De cierto ellos te avezarán y hablarán a ti, y de su corazón sacarán palabras, entiéndese en las obras que dejaron escritas. Y dice bien que sacarán, no de la boca, sino del corazón las palabras; porque las escrituras que por los siglos duran nunca las dicta la boca; del alma salen, adonde por muchos años las compone y examina la verdad y el cuidado.

Y debía ser alguna escritura de este metal antigua y conocida aquesto que añade, que es:

11. ¿Si crecerá junco en no cieno, si crecerá junquera sin agua?, con lo demás que se sigue. En que el malo es comparado al junco, que en medio de su verdor sin ser tocado se seca; y el justo, al árbol bien plantado y de raíces firmes, que, aun cortado y arrancado, se renueva y renace. Que a su parecer es lo que agora pretende, que los desastres y sucesos malos nunca vienen al bueno. Pues dice: ¿Si crecerá el junco sin cieno?, ¿o la junquera sin aguas? Si crecerá, esto es, cierto es que no crecerá, porque es pregunta que afirma. Y quiere decir que, aunque el junco y las junqueras no nacen ni se crían sino en lagunas húmedas y cenagosas, por lo cual parece debían de durar siempre en verdor y frescura; mas con todo eso les acontece lo que luego añade y se sigue:

12. Aun él en su árbol, y no cortado, y antes de toda yerba se seca; esto es, que estando verde y en su vigor y puesto en el pantano do se mantiene, sin que la mano ni el hierro lleguen a él, se seca de suyo y viene a menos, aun cuando florecen las otras yerbas más flacas. Y dice árbol al junco, porque la lengua original llama ansí a todo lo que se levanta en alto y en su tronco, derecho.

Pues dice:

13. Ansí caminos de todos los que olvidan a Dios, y esperanza de falsario perecerá. Que es decir, que la condición y suceso de los que se gobiernan sin Dios es de la misma manera; que, aunque tengan en abundancia su cebo, aunque el favor les rodee, y los defiendan las riquezas, y sea suyo al parecer el mundo todo, cuando reinan, cuando triunfan, cuando están más en su flor, desfallecen y se secan y vienen al suelo en ocasiones tan ligeras y no pensadas, que parece se cayeron de suyo. Y viene bien que desampare, sin saber cómo, su fuerza a los que sabiendo quién Dios es, le desamparan y olvidan. Y es justo y es necesario que caigan los que no le tienen por fundamento y apoyo, y que perezca en su verdor la esperanza de que vive el falsario. Y llama falsario al que encubre su mal con apariencias de bien; porque falsea el oro del bien que muestra, con el cobre que encubre, y dora con sanctidad y con color de virtud la flor más apurada del vicio, y hace a la religión y al respeto de Dios tercero y encubridor de sus ponzoñosas pasiones, vicio de grandísima ofensa; y ansí no permite Dios que se prospere.

Porque como dice:

14. Despreciará su desatino, y casa de araña su fiucia. Despreciará, esto es, mirará Dios con desprecio y abominación un desatino semejante. Y decir que Dios lo mirará con desprecio, es decir un desastre muy grande, porque ninguna cosa tiene más ser que de cuanto Dios la acepta y mira con buenos ojos. Y llama bien necedad y desatino a la maldad del falsario y hipócrita; porque el que con apariencias de bien colora su interés y su vicio, él mismo con su hecho se condena a sí mismo, sentenciando ser malo lo que pretende (pues no lo muestra de su color ni como ello es, sino disfrazado de diferente manera) y ser excelente la virtud que desecha, pues se vale de su apariencia della para venderse por bueno.

Y dice que su fuerza de este tal es casa de araña, y quiere decir, que en lo que estriba (que llama fiucia, por manera de hablar conocida, al fundamento de lo que se espera) es flaco y quebradizo y engañoso, y que no recibe reparo, como es la casa de la araña, que ni la que la teje puede con todo su artificio hacer que dure, ni los otros para cuya presa se hace hallan allí cosa que los sustente, sino que los enlace y enrede.

Y ansí dice:

15. Estribará sobre su casa, y no estará; trabará en ella, y no levantará. Que se puede entender, o de lo que acontece a la araña en el edificio de su tela, o de lo que les aviene a los que en ella son presos. De éstos dice que, en metiendo en ella el pie, caen luego, y, en estribando para tenerse, les falta el suelo engañoso, y si asen de ella para levantarse, quedan atados y sin remedio caídos. Y de la araña dice que se desentrañará para añadirle fortaleza, y que para ponerle estribos hilará sus entrañas, y de hecho esto, no estará, esto es, la tela no tendrá firmeza que dure; y ni más ni menos que trabará en ella, esto es, que la fortificará multiplicando los hilos de su tejido, y trabándolos y enredándolos más, pero no levantará, esto es, no se hará firme con eso ni permanecerá duradera.

Y por el mismo modo lo que edifica para su defensa o para su descanso la vanidad y maldad, por más que lo repare y fortifique con consejo y con hecho, es ello eficaz para enredar y tener miserablemente presos los ánimos; mas para darles morada de reposo y asiento de descanso, es caedizo y flaquísimo.

Añade:

16. Verde y jugoso él delante del sol, y sobre su huerto su pimpollo saliere. En que pasa Bildad a la segunda parte, donde, como dije, para testimonio de que Dios es igual, afirma que el bueno es siempre próspero, y lo prueba por semejanza del árbol verde y bien gobernado; ansí como la infelicidad del hipócrita la probó por semejanza del junco. Pues dice: Verde y jugoso él delante del sol. Es ordinario en las lenguas, como ésta es, cortas y breves, callar mucho de lo que conviene que se diga, y por lo poco que se dice, como por señas, dar a entender lo que se calla, librando la sentencia entera en el entendimiento de los que oyen y como remitiéndose a ellos. Ansí callan los verbos muchas veces; ansí se refieren, sin haber dicho a lo que se refieren; ansí ponen palabras que significan la cualidad de una cosa antes de nombrar lo que califican; y quieren que por la cualidad expresada entendamos el sujeto a quien la cualidad le conviene, como es este lugar agora. Porque diciendo verde y jugoso, quiere que vengamos en conocimiento de aquello a quien cuadran estas dos condiciones: que es sin duda algún árbol a quien el verdor conviene y el jugo. Y ansí como si entera y llanamente dijera: mas el árbol verde y que tiene jugo y que le ve el sol, esto es, y que no está puesto a la sombra, de este tal sobre su huerto su pimpollo saldrá, conviene a saber, sus ramas de éste se levantarán altas y largas, y como dicen los agricultores, éste arrojará sus renuevos con fuerza.

Y ni más ni menos:

17. Sobre montón sus raíces serán enredados, casa de piedras morará; esto es, lanzará las raíces tan hondas cuanto levantare en alto las ramas, y con el vigor que tiene, traspasará las piedras con ellas, y las enredará por las peñas, y penetrará hasta el centro, y, por el mismo caso, firme y bien arraigado, ni le faltará jugo ni le arrancarán las tempestades y vientos. Y porque lo que no hace la naturaleza hace algunas veces la voluntad libre del hombre, y corta la mano con hierro o arranca con artificio lo que de suyo estaba bien firme, pone también este caso, y dice ansí:

18. Si lo tragaren de su lugar, y dijeren en él no te vide. Si lo arrancaren, dice, por fuerza, o lo cortaren con hierro y hicieren que no parezca ni quede rastro dél allí donde estaba primero; ansí como se desparece lo que es tragado o sorbido, de arte que digan en él no te vide, esto es, de arte que su lugar mismo quede tan sin rastro dél que, si hablase, diría nunca le haber visto en sí mismo, diría estas palabras negando, yo tal árbol no vi (porque es costumbre de la Sagrada Escritura para mayor encarecimiento, hablar por exceso y dar a lo que no tiene sentido lengua y palabras), pues dice, si este caso aviniere, ¿qué será?, ¿qué?

19. ¿Ves? Ese es el gozo de su carrera, y de polvo otro pimpollecerá. Entonces, dice, será su gozo mayor, porque entonces mostrará más su fuerza y lo hondo y firme de sus raíces; que del tronco cortado, o de algún pequeño rastro de raíces dejadas y que quedan siempre en lo hondo, tornará a renacer más hermoso y más fresco, de manera que no le podrán deshacer ni la injuria del tiempo ni la violencia del hombre.

Y habiendo dicho esto Bildad, pasóse a otra cosa sin aplicar la comparación, y dejando la sentencia suspensa, o porque la aplicación estaba clara, o, como dije, porque todo esto del junco y del árbol es parte de alguna canción antigua y conocida, con cuyo testimonio Bildad quiso confirmar su propósito; y es costumbre lo que cita o refiere, solamente apuntarlo. De arte que, habiendo dicho el ingenio y condiciones del árbol firme, da por dicho ser lo mismo en el justo, que, cortado, crece, y, arrancado, se renueva y mejora.

Y dejándolo ansí, pásase a la conclusión de su intento, diciendo:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es el fin de lo que decir pretende, es a saber, que Dios en esta vida siempre prospera a los buenos, y a los malos los aflige y desecha.

Mas primero que digamos de esto, hagamos nosotros lo que Bildad no hizo, y apliquemos la comparación del árbol al justo. Y antes que la apliquemos, digamos que es comparación recibida y usada en la Sagrada Escritura decir que el justo es bien plantado árbol, como se ve en el psalmo primero y en Esaías en diversos capítulos los justos de que florece la Iglesia, son significados con nombres de árboles de géneros diferentes. Porque, a la verdad, el nacer los árboles, y el crecer y dar fruto, parece negocio que viene todo del cielo, y cosa no hecha por los árboles, sino que la hacen en ellos con pequeña ayuda de ellos, y por orden y eficacia de otros; que es muy conforme y semejante a lo que en el negocio de la virtud acontece. Y no sólo en el nacer y florecer y dar fruto tienen semejanza con los justos los árboles; mas también en el resistir a lo adverso, y en el mejorarse con la dureza del hierro, y con él, siendo heridos y cortados, tornar a renacer de nuevo mejores, como dice Bildad aquí; de quien parece haber hurtado Horacio aquesta comparación en el mismo propósito; porque compara lo generoso de la virtud que, enflaquecida de cien maneras, nunca se rinde, a una carrasca dura entre peñas nacida, que cuanto más la desmochan y cortan, tanto con más fuerza se repara y renueva Y dice de esta manera:


; Bien como la ñudosa
carrasca en alto monte desmochada
con hacha poderosa,
que de ese mismo hierro que es cortada,
cobra vigor y fuerzas renovada.

Porque es ansí que, como el hierro limpia al árbol de las ramas viejas e inútiles que le gastaban el jugo sin fructo, y deja libre la raíz para que le emplee en otros ramos nuevos de más hermosura y provecho, ansí la firmeza de la virtud no se ofende de que la dureza de la adversidad le cercene lo que está fuera della y no le sirve sino de distraerla y de ponerla en peligro; antes se alegra con este daño y se esfuerza más y descubre sus bienes; porque lo bien plantado no teme estos casos. Y los escogidos, los cuales son de este linaje de plantas, como Sant Pablo escribe, en todo son prósperos, y caídos crecen, y abatidos se empinan, y desterrados son señores, y captivos son libres, y ninguna cosa les es más natural que, cojeando en estas cosas visibles, esto es, hallándose faltos y menesterosos dellas y afligidos del mundo, luchar a brazo partido con Dios, como de Jacob se lee con el ángel; esto es, abrazar a Dios en sí y, hollando el suelo, traspasar hasta el cielo y señorearse de él con los deseos del ánimo.

Pues de esta verdad, que ni el justo es vencido ni el malo prevalece, como ni el junco permanece ni el árbol bien gobernado se seca, Bildad, por no considerar en qué tiempo o de qué bienes se entiende, colige falsa conclusión, afirmando que los buenos siempre florecen en esta vida, y los malos, al contrario, descrecen siempre, no siendo ansí. Porque la felicidad de los buenos es verdadera, y aquestos bienes de la tierra son falsos, y por la misma razón más convenientes para que sean posesión de los malos y hipócritas, cuyo bien es fingido, y por lo cual es justo, si han de ser dichosos, lo sean no en la sostancia y verdad, sino en la sobrehaz y apariencia.

Y ni más ni menos debemos entender lo que añade:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es verdad, cuanto a los bienes verdaderos del alma, que Dios no privará de ellos al bueno, ni los entregará al malo jamás; pero cuanto a los del cuerpo y de la fortuna, que son bienes falseados y que tienen sola la vislumbre y la apariencia de bienes, no lo es en ninguna manera; antes por lo mayor parte es corto en ellos y como escatimado con los suyos Dios, y largo y liberal con los malos. Mas dicha ansí sin más distinción, y refiriéndolo al tiempo postrero, es verdadera sentencia que Dios ni desprecia al perfecto, o como podemos también decir, no aborrece al perfecto, porque es imposible que desdiga la regla de lo que está bien reglado; ni trabará mano de malos, ni para hacer amistad con ellos, ni para dar firmeza ni buenos sucesos a sus intentos perdidos. Y ansí como decimos trabará, podemos decir esforzará o fortificará; porque Dios, aunque permite que el malo florezca en esta vida y se prospere, pero sus intentos malos y los designios de su vanidad, y los consejos y los medios por donde camina a su bien, no los alienta ni esfuerza ni aspira a ellos con su favor particular y secreto, ni menos los defiende por de fuera ni los fortifica; y por esta causa siempre a la fin desfallecen, y como edificio mal fundado vienen con ruido a tierra; que, como por el sabio es escrito, la esperanza del pecador como flueco de cardo que el viento se lleva, y como espuma flaca que la esparce la tempestad, y como humo que se desvanece y esparce en el aire, y como la memoria del huésped de un día que pasa. Porque, dejados de Dios, a quien desobedecen y ofenden, apoyan sus intentos en sí, que es apoyo de carne, y por la misma causa corruptible y flaquísimo; y ansí queda confuso y es en la Escritura maldito el que en él se confía: Maldito, dice, el que pone su brazo y su fuerza en la carne.

Más dice:

21. Hasta que se hincha de risa tu boca, y tus labios de jubilación. Falta algo que se ha de añadir en esta manera: y porque Dios no desprecia al perfecto y porque él, aunque le cerquen los trabajos y le cercenen, reverdece como bien plantado árbol y se renueva y mejora, por eso concluyo que, si tú fueras de ellos, no te dejara Dios como te deja, antes perseverara contigo hasta darte perfecto gozo. Y dícelo por figura de risa y de boca; porque cuando del pecho sale la alegría a la cara, y se hinche de risa la boca, y en la lengua no suenan sino voces de gozo, entonces el contentamiento es entero y colmado. Y con este rodeo dice que si Job hubiera perseverado en ser bueno, Dios no solamente le conservara en la felicidad que tenía, mas le confirmara también en el buen estado de ella misma; esto es, no sólo le mantuviera en el ser dichoso y feliz, mas le libertara del temor de ser desdichado. Porque el feliz receloso es feliz miserable, y es muy aguado su gozo y la risa no le hinche la boca. Y porque los enemigos son los que de ordinario derruecan los hombres, y Bildad decía a Job que si bueno fuera, ni caído hubiera ni tuviera temor de caer, dice bien lo que añade:

22. Quien te aborreciere, vestirá desprecio, y tienda de malos no ella. Como diciendo, tan seguro vivieras, tan firme en tu estado, que no te derrocara dél ninguna violencia enemiga. Bien pudieran, dice, tus adversarios descubrir sus dañados ánimos para contigo, bien pudieran hacer prueba contra ti de todas sus fuerzas, mas tú quedaras no dañado y alegre, y ellos vistieran desprecio, esto es, quedaran rodeados de confusión y de afrenta, que siempre viene cuando uno no sale con lo que mucho pretende.

Y lo que dice tienda de malos no ella, es el remate de todo aqueste descurso, y es aquello en que finalmente Bildad se resume; como si más claro dijera: Pero es por demás, y cuanto hablo es hablar en el aire; el caso es que tú eras malo, y ansí era forzoso que feneciese tu casa, y que tu felicidad pereciese.

Tienda llama la casa, porque los de aquella tierra vivían movedizos y en tiendas; y por la casa entiende el estado y las riquezas y la familia y la prosperidad de la vida, que, como Bildad dice, en los malos viene a no ella, esto es, viene a no ser del todo. Porque Dios los destruye tan de raíz, que no sólo perecen ellos en sí, mas también en sus cosas todas perecen; y la pestilencia de sus costumbres que los trujo a la muerte, queda como pegada en todo cuanto fue de ellos, en los bienes que poseyeron, en los hijos que engendraron, y aun en las paredes adonde hicieron morada; y ansí poco a poco lo corrompe todo y destruye, y derruécales Dios la casa y siémbrasela de sal, porque le fueron traidores. o, por decir verdad, no quiere dejarles ni aun esa memoria; y ansí dice Bildad no ella, y no dice y no a ellos, porque pudiera dejarla y no a ellos, esto es, no para su provecho ni honra, sino para su afrenta e infamia. Pero a la fin ni aun ése les deja, asolándolo todo y borrándolos de nuestras memorias, porque es justísimo que sepulte sempiternamente el olvido a los que, presumiendo en sí mismos, no tuvieron de Dios acuerdo, a quien miran, a quien buscan y de quien viven todas las cosas.






ArribaAbajoCapítulo IX

1. Y respondió Job, y dijo:

2. De cierto conozco que es ansí: ¿y cómo se justificará varón con Dios?

3. Si le placiera entrar en baraja con él, no le responderá de mil uno.

4. Sabio de corazón, y fuerte de fuerza, ¿quién se endureció contra él, y quedó en paz?

5. Arranca montes, y no supieron que los trastornó con furor.

6. Estremece tierra de lugar suyo, y sus columnas se espantarán.

7. Dice al sol, y no nacerá; sobre estrellas pondrá sello.

8. Extiende cielos Él solo, y huella sobre las alturas del mar.

9. Hace Sietestrello, Orión y Cabrillas y retraimientos del Ábrego.

10. Hace grandezas hasta que no pesquisa, y maravillas hasta que no cuento.

11. Veis; vendrá sobre mí, y no veré; pasará, y no le entenderé.

12. Preguntará, ¿y quién se la volverá? ¿O quién le dirá qué es lo que haces?

13. Dios, a cuyo furor resiste nadie, debajo de Él opresos los apoyos del mundo.

14. ¿Cuánto más responderle yo y razonar de pensado con Él?

15. Que si justo fuere, no responderé; rogaré al que me juzga.

16. Si llamare y me respondiere, no creeré que escucha mi voz.

17. Que con tempestad me quebrantará; y amontonará mis heridas sin causa.

18. No me deja tomar aliento; mas hártame de amarguras.

19. Si para fuerte, fuerte Él; si para juicio, ¿quién atestiguará por mí?

20. Si me justificare, mi boca me condenará, entero yo, y torceráme.

21. Sencillo yo, y no lo conoce mi alma; aborreceré mi vida.

22. Uno es ello, y por tanto digo, perfecto, y malo Él los consume.

23. Si azota, mate súbito; de prueba de buenos no escarnezca.

24. Tierra es dada en mano de impío; faces de sus jueces cubre, si no, ¿a dó Él?, ¿quién Él?

25. Mis días se aligeraron más que correo; huyeron, no vieron bien.

26. Pasaron como naves de fruta, como águila que vuela a comida.

27. Si me digo, olvidaréme de mi querella; mudo mi rostro, y el dolor se me esfuerza.

28. Temo todas mis obras; sé que no me perdonarás.

29. Pues si ansí soy malo, ¿para qué me trabajaré en vano?

30. Aunque me lave con aguas de nieve, y alimpie con limpieza mis palmas;

31. Entonces en el lodazar me ensuciarás; y aborrecerme han mis paños.

32. Porque no es varón como yo, que le responda, y que vengamos a una a juicio.

33. No hay entre nos razonador que ponga su mano entre ambos nos.

34. Aparte de mí su vara, y su miedo no me turbe.

35. Hablaré sin temor, que yo ansí no conmigo.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Job y dijo. Responde aquí Job a Bildad, que en su razonamiento había dicho dos cosas: una, que Dios es justo, y ansí no quita su justicia a ninguno, ni le hace agravio; otra, que si él lo hubiera sido, nunca viniera a miseria. Y probólo con las semejanzas del junco, que de suyo se seca, y del árbol bien plantado que, maltratado, crece, y, arrancado, se renueva; y, como dicho habemos, deducía de la primera aquesta segunda, en lo cual se engañaba; porque se compadecía bien con ser Dios justo, Job no haber pecado y estar puesto en trabajos. Pues responde a lo primero Job agora, y confiesa que es justo Dios, y tan justo que, comparado con él, lo es ninguno; no sólo porque es menor que él sin ninguna comparación, sino también porque, examinándolos él, hallará imperfecciones en todos; y como en la luz del sol las pequeñas motas se parecen, que fuera dél no se veían, ansí en los ojos y presencia de aquella luz infinita se descubren todas nuestras faltas por pequeñas que sean.

Y por eso dice de esta manera:

2. De cierto conozco que es ansí; ¿y cómo se justificará varón con Dios? Que es, como hacer se suele disputando en la Escuela, conceder el que responde lo que presupuso el que argüía para inferir lo que quiere, y habiéndolo concedido, negar lo que de ello colige. Pues dice que confiesa ser justo, y no torcer el juicio, que es lo que Bildad presupuso; y dice que todos los que Dios juzgare y condenare por malos, convencerá que lo son, sin que pueda nadie mostrar ni defender lo contrario. Que esto llama aquí justificarse, conviene a saber, mostrarse justo y libre de culpa en lo que Dios le acusa y se la pone. Ansí que Job lo concede; mas de concederlo no se sigue, como habemos dichos y habremos forzosamente de decir muchas veces, ser Job malo; ni para sostentar esta verdad de la justicia divina es necesario poner en Job malicia y pecado con falsedad y mentira. Ansí que concédele a Bildad Job el presupuesto primero, y niégale calladamente lo que de ello pretende; y no sólo le concede la primera proposición, sino confírmala él y engrandécela con razones nuevas.

Y dice:

3. Si le placiere barajar con Él, no te responderá de mil uno; esto es, si alguno se atreviere a trabar pleito con Dios y a defenderse de los cargos que le pusiere, a mil no responderá uno. En que quiere decir, no que se defenderá de alguno, y de muchos no se defenderá, sino que a ninguno por muchos que sean sabrá responder, porque serán verdaderos todos y justificados.

Y añade:

4. Sabio de corazón y fuerte de fuerza, ¿quién se le opuso y quedó en paz? Como diciendo que hay dos caminos por donde los acusados se libran, o con violencia, quebrantando la cárcel y leyes, o por juicio, mostrando con razón su inocencia; y que ambos se los toma Dios a quien Él hace cargo y acusa. Porque contra Dios no hay violencia que valga, porque es fuerte, ni aviso o saber que disculpe, porque es sabio más que ninguno. Y ansí dice, el atrevido que se le opusiere, o según otra letra, que se le endureciere, esto es, que acusándole Dios no se conociere luego y se le rindiere, sino presumiere de hacerle cara y discutir con Él defendiéndose, no tendrá paz, esto es, no conseguirá su deseo; y demás de esto perderá la vana opinión que de sí y de su inocencia tenía, y su misma consciencia se levantará contra Él y le hará continua guerra, sin dejarle parte de bien ni de reposo. Y en confirmación de este poder grande de Dios refiere por hermosa manera algunas de las cosas que puede. Y dice:

5. Trasmuda montes, y no supieron que los trastornó con su furor. Lo que decimos trasmuda, en el original es arranca; y ansí dice que a los montes, que son las partes más firmes y menos mudables de la tierra, los arranca cuando le place y los pasa de un lugar a otro.

Y no supieron, dice, que los trastornó con su furor; que lo entendemos en dos diferentes maneras. No supieron, esto es, los que vieron el movimiento y caída de los montes, no supieron la causa de ella, que es declarar más lo que Dios puede; como diciendo que los mueve y trastorna si le place, sin ayudarse para ello del concurso de la naturaleza; y ansí no hallan causa de ello los que lo miran, ni saben cómo ni de qué manera se hizo. O de otra manera: no supieron, esto es, los mismos montes no lo entendieron, que es forma de decir bien usada para declarar la presteza con que alguna cosa se hace; como en nuestra lengua decimos en un cerrar y abrir de un ojo, sin ser oído ni visto, sin ver de dónde ni cómo.

Pues dice, para mayor demostración de lo que Dios puede, que trastorna los montes y que no gasta tiempo en trastornarlos, ni usa de algún artificio de máquinas, sino con suma facilidad, en un abrir de ojos, sin que sepáis cómo ni de qué manera, en un punto. Y esto es, entendiendo aquí los montes con propiedad. Que si queremos decir que es metáfora, en que los montes, según el uso de la Escritura, son los grandes y los ricos hombres del mundo, dice maravillosamente bien que los arranca Dios y los trastorna, y ellos no saben que les viene de Dios aquel azote, parte, por la ignorancia y desacuerdo grande que de Dios tienen los tales (que como en la propiedad no le respetan, ansí también por justo juicio suyo en la adversidad y caída no le reconocen) y parte, porque ordinariamente derrueca Dios aquestas cabezas, sin parecer que pone Él en ellas su mano, y ciertamente sin hacer prueba de su extraordinario poder, sino con eso mismo que en el común curso de las cosas sucede y sin sacarlas de madre; y las más veces lo hace con sus mismos consejos y hechos de ellos, y con lo que ser pertrechan y piensan valer, haciendo Dios azote de ello que los atormente y máquina que los derrueque por tierra. El uno viene a caer por el amigo que favoreció sin justicia; el otro sus mismas riquezas, que allegó codicioso para su defensa, le entregan al poder de la envidia; el otro, que llegaba sin oposición a la cumbre, halló en el alto grado donde subía quien le enviase deshecho al suelo. Porque no es honra de Dios luchar a brazo partido con sus enemigos, ni salir al campo con ellos, ni sería gran valentía vencerlos por sí solo quien les hace tantas ventajas; dalos a sus esclavos, a ellos mismos y a sus pasiones; con sus obras de ellos los deshace, y con sus apoyos los derriba, y con sus armas mismas los vence; y ansí vense heridos, y no saben de dónde les vino el golpe, y derruécalos Dios, y no ven contra sí otras manos enemigas sino las suyas.

Más dice:

6. Estremece tierra de lugar suyo, y sus columnas se espantarán. Va acrecentando lo dicho; no sólo, dice, trastorna los montes, sino estremece a la tierra toda, y pone espanto a sus columnas, que es decir, a sus fundamentos, para significar que los hace temblar, porque quien se espanta tiembla.

Y aún es más lo que añade:

7. Dice al sol, y no nacerá; y sobre estrellas pondrá sello, como diciendo, no sólo trastorna la tierra, sino también pone ley al cielo. Dice al sol, esto es, manda al sol que no amanezca, y no sale; y si quiere, quita a las estrellas su luz.

8. Y extiende cielos Él solo, y huella sobre las alturas del mar, que es decir que lo puede todo y lo hinche, y también lo cría y sustenta todo.

Y ansí dice:

9. Hizo Arturo y Orión y Cabrillas, y retraimiento del Ábrego; que cierto es, si cría el cielo, cría también la tierra, que es menos que el cielo, y nace y se gobierna dél en cierta manera, y por eso se contentó con decir lo primero. Y no carece de consideración, a la región de donde expira el Mediodía llamarla retraimiento del Ábrego, esto es, llamarla retraimiento y cámara secreta, que ansí lo significa la palabra en su origen. Porque a la verdad, en la figura de esfera que tenemos los que en esta parte del mundo vivimos, siempre se nos descubre el Oriente y Septentrión y Poniente, y la parte Austral y de Mediodía se encubre. Demás de que aquellas tierras australes que están debajo y de la otra parte de la equinoccial, han sido tierras encubiertas y no sabidas y tenidas por inaccesibles hasta la edad de nuestros agüelos, en que las naves de España las descubrieron. Y ansí llama bien retrete y apartamiento a la casa del Ábrego y a las estrellas australes del otro polo, de quien por la misma razón dice también el poeta:


; Que cuanto se levanta el cielo alzado
encima los alcázares rifeos,
tanto se va sumiendo recostado
hacia el Ábrego y Libia y los Guineos;
aqueste quicio vemos ensalzado:
debajo de los pies aquél, los feos
y hondos infernales, el Cerbero
le ve, y del negro lago el mal barquero.
Aquí va dando vueltas la serpiente
grandísima, a manera de un gran río,
por entre las dos Osas reluciente;
las Osas que en la mar nunca el pie frío
lanzaron; mas allí continamente
qu'es calma, dicen, todo y estantío,
en noche profundísima espesando
lo escuro las tinieblas y engrosando.

Y finalmente concluye:

10. Hace grandezas hasta que no pesquisa, y maravillas hasta que no cuento, esto es, más y mayores de lo que pensar o contar se puede.

Y pruébalo encontinente diciendo:

11. Veis; pasará delante de mí y no veré, pasará y no le entenderé. Como si dijese, tan cierto es que exceden a toda cuenta las maravillas que Dios hace, que eso mismo que hace delante de nuestros ojos, las obras suyas que traemos entre las manos, no las entendemos ni podemos saber. Pasará, dice, delante de mí, esto es, lo que pasa y anda delante de mí, las cosas que hace en mi presencia con verlas no las veo, porque no las alcanzo ni entiendo.

Y ansí:

12. Preguntará, ¿y quién le responderá, o quién le dirá qué es lo que haces? Preguntará, dice, esto es, y si Él o otro por Él nos pregunta qué es o por qué es eso mismo que vemos, no habrá quien le pueda dar razón, ni quien le diga qué es lo que hace o por qué fin y causa lo hace.

Mas el original aquí dice de esta manera: Arrebatará, ¿quién le hace tornar, o quién le dirá qué es lo que haces? Que es otro argumento con que prueba el mucho poder que Dios tiene, diciendo que lo que prende una vez no lo suelta, ni hay quien pueda hacer que lo suelte ni con fuerza ni con razones. Arrebatará, dice, esto es, si arrebatare alguna cosa y la tomare en las manos, o sea para hacerla bien o para ejecutar su castigo, ¿quién habrá que torne a soltarla?; ¿quién puede sacársela de las manos por fuerza, o decirle qué es lo que haces, y pedirle esta cuenta? De lo que toma y allega a sí para bien, dice Cristo en el Evangelio: Nadie los sacará de mis manos. De lo que prende para castigo es lo de [Oseas] Profeta, que dice [hablando de los de su pueblo bajo de la semejanza de una mujer adúltera: Y varón no la sacará de mi mano]. Y da luego la causa:

13. Dios, a cuyo furor ninguno resiste, opresos debajo de él los que apoyan el mundo, o como dice el hebreo, no reporta furor suyo. Que es decir, nadie es parte con Dios para que deje lo que una vez prende, porque no teme a nadie de manera que le reporte, que debajo de sus pies tiene hollados y vencidos a los que más pueden. Que llama apoyos del mundo a los que le gobiernan y rigen, y a los poderosos en él, que al pie de la letra en el original son llamados ayudadores o fortalecedores de soberbia. porque la soberbia y el apetito de la excelencia excesivo es proprio vicio de los grandes del mundo. Porque no sólo son soberbios ellos en sí, mas también ponen en estima y en admiración con su manera de vivir esta secta de vida, y hacen que sea amada con ardor y seguida y buscada aun por caminos vedados la grandeza y pujanza.

Dice:

14. ¿Cuánto más responderle yo, y razonar de pensado con Él? A esta conclusión ordenó todo lo que ha dicho hasta agora, porque dice de esta manera; pues si Dios es tan sabio y poderoso, como decía, si arranca los montes y estremece la tierra, y pone velo a las estrellas y al sol, si lo crió todo y lo gobierna y visita, si presente se encubre y claro se escurece, si no suelta lo que afierra, y si no enfrena su ira por miedo, ni estima a los que en el mundo son de temer, antes los oprime y los pisa, ¿quién soy yo para ponerme con él a razones, ni para hacerle rostro y querer, en contradicción suya, salir con la mía?

15. Que, como dice luego, si justo fuere, no responderé, rogaré al que me juzga; esto es, por más justo que sea, enmudeceré puesto delante, y no tendré ni ánimo ni saber para más de tendido a sus pies apiadarme con él, como el original dice, que es procurar moverle a piedad con lastimeras significaciones y voces. Por manera que Job, en lo que hasta aquí dice, desengaña a sus amigos de dos cosas que no entendían dél falsamente, por no haber advertido bien a sus dichos. Que a la verdad, de oírle afirmar que no era pena de culpa su azote, coligieron ellos con engaño dos cosas: una, que tenía a Dios por injusto, pues se defendía por no culpado a sí mismo; otra, que presumía de tomarse con él a manos, y ponerle pleito sobre su causa; y Job, ni lo uno ni lo otro decía, ni de lo que dicho había se podía bien inferir. Porque, sin ser Dios injusto, podía él ser inocente y afligido; y el tenerse por tal, no era igualarse con Dios, ni presumir en tela de juicio vencerle. Y ansí Job, visto lo mal que sus amigos entendían sus dichos y el error en que estaban, los saca del aquí con palabras clarísimas; que, como visto habemos, en el principio dijo: De cierto conozco que es ansí, y que no se justificará varón con Dios, en que le confiesa ser justo, y cuanto a esto los saca de engaño; y después añadió que no quería ponerse en disputa con Él, ni competir en razones; y declara la causa, diciendo lo que del poder y saber de Dios sentía, para persuadirles más su sentido. Y ansí repitió y extendió mucho esta parte, en la cual todavía insiste, y añade:

16. Si llamare y me respondiere, no creeré que escucha mi voz. Que es decir cuán entendido tiene que ninguno puede barajar con Dios, como él dice, que por ser la diferencia y el exceso tan grande, si le llama a pleito, o no le responderá si quisiere, o le responderá de manera que le turbe y atruene. Y dice, cuando por otra vía no, a lo menos por lo que padezco lo sé: o dice, porque me tiene de manera agora, que apenas a mí mismo me entiendo.

17. Porque con tempestad me quebrantó, y amontonó mis heridas sin causa.

18. No me deja tomar aliento; mas hártame de amarguras. Las cuales palabras, aunque en el original suenan lo por venir, mas tienen fuerza y significación de lo presente acerca de los que lo entienden. Pues dice que con tempestad le quebrantó; o maceó, que es más conforme a su origen, para declarar no sólo la grandeza del mal, sino también la presteza y furia grande con que vino sobre él. Que como en la tempestad de verano, cuando el aire se turba, el cielo se escurece de súbito y juntamente el viento brama y el fuego reluce, y el trueno se oye, y el rayo y l'agua y el granizo amontonados cayendo, redoblan con increíble priesa sus golpes, ansí a Job sin pensar le cogió el remolino de la fortuna, y le alzó y abatió con fiereza y priesa, de manera que se alcanzaban unas a otras las malas nuevas. Y esto mismo declara diciendo que amontonó sus heridas: en que no solamente dice haber sido muchas, sino haber caído con apresuramiento unas sobre otras. Y por la misma causa añade que no le deja tomar aliento ni respirar: no le deja, porque el mal no da vado.

Y dice que le hartó de amarguras, que es decir se las da en abundancia y le embute el pecho de ellas, y si puede decir, le rellena. O, si queremos guardar el sonido de las palabras, diremos de esta manera: Que aunque Dios salga a la causa, cuando el hombre delante de Él quisiere volver por sí mismo, no por eso, según dice Job, se asegure ni fíe; ni piense que porque comenzó a oír, le oirá siempre conservándose en la humanidad y llaneza primera, porque volverá la hoja en un momento, y como torbellino le turbará y lloverá miserias sobre él.

Y ansí concluye y prosigue:

19. Si para fuerza, fuerte él, y si para juicio, ¿quién me atestiguará? Como diciendo, de manera que si quiero tomarme a fuerzas con él, ya veis cómo es fuerte; y si quiero entrar en juicio, ¿quién osará ser mi abogado o testigo? Y dice, fuerte Él, y no dice más fuerte ni muy fuerte, porque fuera decir mucho menos; porque fuerte, ansí dicho, es tanto como el que sólo es fuerte, o la fortaleza en sí misma. Mas porque dijo, ¿quién será mi abogado?, decláralo y acreciéntalo luego diciendo:

20. Si me justificare, mi boca me condenará, entero yo, y torceráme. Que es decir que su boca misma en este juicio no saldrá a su defensa, cuanto menos otro ninguno; porque enmudecerá, si Dios quiere, y aun hará que hable contra sí misma: y por más derecho que sea, se tendrá por torcido, como Dios quiera representarle apuradamente, que es ser criatura.

Y dice al mismo propósito:

21. Sencillo yo, y no lo conoce mi alma, esto es, y hará que no lo conozca mi alma; aborreceré; o reprobaré mi vida, porque me la pondrá aborrecible en mis ojos.

Y añade:

22. Uno ello, y por tanto digo, perfecto y malo Él los consume. En que habiendo sacado a sus amigos de error, y mostrádoles que no dice él lo que presumen ellos que dice, les manifiesta agora lo que él ha dicho y querido siempre decir, y es que, por afligir Dios a uno y deshacerlo, no se ha de argüir con certeza que es pecador y malo el afligido. Porque Dios en esta vida, según las secretas formas de su Providencia, envía calamidades a veces sobre los buenos, y a veces sobre los malos; y ansí lo que en la vida sucede al hombre, de miseria o felicidad, no hace argumento contra la virtud ni por ella. Como Salomón dice: No sabe el hombre si merece ser amado o aborrecido, antes todo se reserva para lo por venir; y la causa es porque les sucede aquí de una misma manera al justo y al malo, al limpio y al torpe, al religioso que me ofrece sacrificio y al que los menosprecia, como al justo, ansí al pecador, como el que perjura, ansí el que dice verdad.

Pues dice uno ello, esto es, todo va por un igual; o es mejor, uno ello, esto es, una cosa es la que yo digo, y yo no digo lo que vosotros pensáis; solamente digo y afirmo que Dios a buenos y a malos aflige; de donde, aunque no lo especifica, se infiere que no por ser afligido ha de ser tenido por malo. Y porque hizo mención de su azote y ve la ocasión que dél sus amigos toman para escarnecerle y juzgar mal de su vida, diviértese a decir algo de esto, y añade:

23. Si azota, mate súbito; de paciencia de buenos no escarnezca. Digo, dice, que azota Dios a malos y a buenos; y pluguiera a Él que mi azote fuera súbita muerte y que me acabara de un golpe, porque conservándome herido y miserable en la vida, se da ocasión a que éstos escarnezcan de mi inocencia y a que tengan por pena de culpa lo que es prueba de virtud y paciencia.

No escarnezca, dice, de paciencia de buenos; esto es, no haga escarnecer dando ocasión para ello. El original a la letra, a prueba de buenos escarnece; que, leyéndose como pregunta, sale a un mismo sentido. Y aun en lo primero se diferencia también, porque dice, si azote, matara súbito, que algunos lo declaran ansí. Si la pena que Dios envía es azote de malos, es azote que mata, porque dicen que a los malos, cuando Dios aquí los azota, no es con azote largo, sino corto y que quita luego la vida; mas en las aflicciones que envía a los buenos, escarnece, que es decir, alárgalas, y aunque le rueguen que las aligere o las quite, no los oye, y en cierta manera se ríe y se burla, como quien sabe el bien que con ellas les hace. De arte que Job, porque dijo que Dios aflige al bueno y al malo, diga agora que los aflige por diferente manera, al uno acabándole, y al otro deteniéndole en los trabajos, para con esto enseñar a sus amigos que no juzguen a bulto, sino que diferencien las maneras de azotes y penas. Mas esto que el original suena a la letra, se reduce bien a lo que entendió nuestro intérprete. Porque lo que dice matará, con voz de futuro, tiene muchas veces en aquella lengua fuerza y significación de deseo; y ansí vale lo mismo que mate, o pluguiésele a Él que matase.

Prosigue:

24. Tierra es dada en mano de impío; faces de sus jueces cubre; si no, ¿a dó él?, ¿quién él?, que se puede entender en diferentes maneras. Y la primera es: ha dicho que aflige Dios a malos y buenos, y que ansí, de ser afligido, no se sigue ser malo; añade agora a esto, y dice que va tan lejos de verdad argüir los pecados del hombre de la adversidad que padece, que acontece muchas veces los peores ser los más prósperos. Porque, dice, ¿nunca habréis visto que algún malo y perdido se enseñorea de todo, de manera que parece que Dios se lo da, y los hombres no se lo estorban, como se vio en Ciro, en Nabucodonosor, en Antíoco y en otros muchos ejemplos?

La tierra, dice, es dada en mano del impío; esto es, Dios muchas veces consiente que sean felices los malos y que se enseñoreen de los otros. Y cubre faces de jueces; porque parece que los jueces, cuyo oficio es deshacer los agravios y oponerse a los malos, para con éstos están ciegos, que o no advierten a lo mal que hacen o no quieren tenerles la rienda. Y dice, mas si alguno lo niega, pregunto, si Dios no es, ¿quién es el que se lo concede y permite?

O digamos de otra y segunda manera: Había dicho que tuviera por bueno que su azote fuera morir súbito, porque el durar en tanta miseria no les fuera causa de mal juicio y de mofa a estos amigos; porque, dice, la malignidad reina y todo es juzgar lo peor, y los que por el mayor saber que tienen habían de ser verdaderos jueces, ésos están ciegos también, y sobre todos reina y a todos ciega el engaño; o mostradme,¿a quién no?

La tierra es dada en manos del impío. Pone al vicioso por el vicio mismo, que es decir que la impiedad y malignidad se enseñorea conforme a lo que dice Sant Juan: Todo el mundo está puesto en maldad. Y las faces de sus jueces cubre; como diciendo que se extiende esta malicia aun hasta los sabios, que de razón han de ser los justos estimadores de las cosas. Y si no, ¿a dó él?, ¿quién él? Y dice, si no es ansí lo que digo, dadme siquiera uno que se juzgue con verdad; ¿quién es o adónde se hallará?

Dando en esto a entender que, pues los presentes con ser amigos y sabios se engañan, y le interpretan tan mal, y le condenan por malo de lo que, si juzgaran bien, pudieran tenerle por bueno, no se puede ya esperar de ninguno; que todo es malicia cuanto en el mundo reina. Y juzga lo peor. Y ansí, como cansado de sus engañados juicios y casi desesperando la enmienda, déjalos a ellos y vuélvese a sí y a su miseria, y laméntase de ella diciendo:

25. Mis días se aligeraron más que correo; huyeron, no vieron bien. En que lo primero dice la priesa que su vida vuela, y no su vida, que pues deseaba la muerte no contara esto por malo, sino lo feliz y apacible della. Mis días, dice, esto es, mis buenos días se aligeraron, tomaron alas y volaron más que correo; no hubo en ellos cosa estable ni de peso, ni que firme permaneciese.

Que a la verdad, en llegando el tiempo del trabajo, toda la felicidad pasada, aunque larga, parece haber pasado en un soplo; y la experiencia del dolor presente borra de la memoria y hace que no parezca lo que ya se gozó. Dos cosas dice que pasaron en posta y que huyeron; y en lo primero, el breve tiempo, y en lo segundo, en ese tiempo lo poco que se goza este bien. Porque no solamente es breve su posesión, mas es aguado su gozo; o apenas es gozo, porque en el mismo tiempo que se posee se mezcla el temor de perderlo, que quita el gozo, y ansí de veras no se posee; y por eso dice que huye, porque al echarle la mano se va por entre los dedos.

Y encarece esto mismo por comparación de cosas, y dice:

26. Pasaron como navíos de fruta, como águila que vuela a comida. Lo que decimos navíos de fruta, otros trasladan de deseo, otros de cosarios, que el original hace lugar para todo; y aun otros los dejan en su mismo sonido, y dicen navíos de Ebeh, afirmando que es nombre de una cierta provincia cuyos navíos son más veleros que otros. Y a la verdad todos los sentidos pretenden lo mismo; porque decir navíos de deseo es significarlos con deseo del puerto a do caminan a remo y vela; y los de cosarios son muy veleros también para alcanzar y huir; y menos se sufre ser tardos los que cargan de fruta; y la misma ligereza se denota en el águila que vuela a la presa, y no solamente ligereza en el paso, sino afición grande de llegar al paradero. Porque los bienes de esta vida no sólo están poco con nosotros, sino parece que gustan de dejarnos y que apetecen el mudar dueños, y aborrecen el asiento; que por esa causa los llaman de fortuna, y a la fortuna la ponen en rueda, de cuya propria inclinación es nunca estar queda. Que como a la figura cuadrada le es natural el asiento, ansí a la circular el movimiento le es proprio.

Más dice:

27. Si me digo, olvidaréme de mi querella, mudo mi rostro, y el dolor se esfuerza. Falta algo que se debe entender, para juntar con lo dicho lo que agora dice. Decía que se le pasaron como en un soplo los días buenos: eso, dice agora, no podré decir de los miserables y malos, que duran y cada día más se esfuerzan; y si quiero valerme contra ellos, con animarme y consolarme se redoblan; porque si digo, olvidaréme de mis querellas, esto es, si digo, quiero callar agora un poco y no quejarme, y divirtiéndome a otra cosa no pensar tanto en mis males; y si mudo mi rostro, esto es, y si me compongo esforzándome, y sereno el semblante, el dolor detenido cobra más fuerza y se endurece más, y ansí con el remedio no se disminuye, sino antes crece el tormento. Mas el original dice ansí: Si me digo, olvidaré mi querella, dejaré mis iras, esforzaréme, si esto hago, ¿qué es lo que entonces sucede?, ¿qué?

Lo que luego se sigue:

28. Temo todas mis obras, o todas mis miserias, como otros trasladan, sé que no me perdonarás. Esto es, si me quiero esforzar y disimular mi miseria, el temor me derriba luego, y con la larga experiencia que de mis males tengo, me persuado que cuanto hiciere me será más tormento, y que los medios de alivio se me convertirán en dolor y pena, y ansí no espero mejoría. Que eso llama Job perdón, alzar Dios su azote dél, y restituirle a su estado.

Y por eso añade y prosigue:

29. Pues si ansí soy malo, ¿para qué me trabajo en vano?, o como dice a la letra: Si yo me condeno, ¿para qué me trabajaré en vano? Que es como quien dice, y pues yo no espero bonanza ni venir a mejor estado, y mi experiencia me condena a contina miseria, ¿para qué pondré trabajo en consolarme, pues no es posible valerme? ¿Para qué haré del esforzado, si el esfuerzo no mitiga el azote? Que donde no hay remedio, el poner medios es negocio perdido. Que son razones proprias éstas todas de ánimos opresos con diferentes y continas miserias, porque con el contino padecer hace como hábito el mal en el alma, que, asentándose en ella, destierra della todas las esperanzas alegres.

Y dice más:

30. Aunque me lave con aguas de nieve y alimpie con limpieza mis palmas:

31. Entonces en el lodazar me enlodarás, y aborrecerme han mis vestidos; que es confirmación de la firmeza de su miseria y razón de la desconfianza que tiene. Porque, dice, está el mal tan de reposo en mí, y ha Dios tomado mi castigo y mis azotes tan de propósito, que aunque me apure como la nieve y la limpieza misma me alimpie, seré para cuanto a esto como si fuera muy sucio. Y estriba aquí en lo que siempre dice de su inocencia, porque es como si secretamente arguyese: Si este azote mío fuera por culpa, acabárase por reducirme a justicia; mas como Dios aquí no mira a pecado mío ninguno, ansí, aunque me apure y justifique más, no por eso alzará la mano. Impertinente es para lo que Dios aquí pretende, que yo me abone y sanctifique: Él ha puesto sobre mí su mano, y no por mi culpa, sino por los fines que Él se sabe; como Señor que lo puede, insiste en herirme, no la alzará. Aunque me torne nieve y limpieza, me azota y azotará como si fuese lodo y abominación.

Y responde con esto bien al consejo que le dan sus amigos de reconocer su pecado y pedir perdón a Dios dél; y estriba también en que, como decía arriba, nadie se puede poner con Dios en razones. Y ansí dice, mi mal es firme y yo no espero remedio; porque si me confieso por culpado, yo me condeno; y si me condeno, trabajo en vano, porque habré de ser castigado. Si me defiendo y si vuelto por mí, y me pongo a razones con Él, si tomare la nieve para lavarme, y alegare por mi causa a la misma inocencia, Él me mostrará, si quiere, más sucio que el cieno, y me pondrá tal, que mis vestiduras y yo mismo huya de mí.

Y da la razón:

32. Porque no es varón como yo, que le responda, y que vengamos a una a juicio. Porque, dice, no es mi igual para volvérsela como me la dijere, ni para hacer que esté a derecho conmigo, ni hay quien con autoridad sobre ambos asista y que con igualdad nos presida.

Y por eso dice:

33. No hay entre nos razonador que ponga su mano entre ambos. Y añade:

34. Aparte de mí su vara y su miedo no me aturbe.

35. Hablaré y no temblaré, que yo ansí no conmigo. Con que declara su sentido Job de lo que decía al principio, que ninguno podía trabar pleito con Dios ni entrar en juicio. Porque, como agora se ve, no quiso decir en ello que estaba la imposibilidad en su culpa, que no la confiesa, ni se tiene por merecedor de lo que padece, sino en lo mucho que Dios sabe y puede, con que la razón humano se turba y queda como sin juicio quien con Él en semejantes cuentas se pone.

Y ansí dice agora, que estando él turbado y herido tan gravemente por Dios, y viéndole sobre sí de contino espantable y riguroso, pierde las mientes y enmudece, y si va a hablar, dice uno por otro.

Aparte, dice, de mí su vara, esto es, el azote, y déjeme tornar sobre mí; su miedo no me turbe, esto es y no se me ponga siempre delante terrible (que por una parte el dolor de las llagas lleva a sí el sentido que se había de ocupar en meditar la defensa, y por otra el temor y temblor enajena el juicio), que si esto hace, hablaré, y no temeré; tendré, dice, ánimo para hablar, y no será todo temblar. Que yo ansí no conmigo; esto es, no estoy en mí estando de esta manera.

Mas tras esto crece el dolor en Job y se encrudece de arte que con su grandeza vence al temor que al azote tenía, y, sin respeto a que se podía agravar, despliega la lengua y dice a Dios lo que en el capítulo siguiente se escribe.






ArribaAbajoCapítulo X

1. Enfadada mi alma de mi vida, dejaré sobre mí mi querella, hablaré en amargura de mi alma.

2. Diré al Señor: no condenes; fazme saber, ¿por qué barajas conmigo?

3. ¿Si bueno a Ti, que me oprimas y repruebes trabajo de tus palmas, y sobre consejo de malos resplandezas?

4. ¿Si ojos de carne a Ti, y si ves como es el ver de los hombres?

5. ¿Si como días de hombre tus días; si tus años como años de varón?

6. ¿Qué pesquises mi maldad e inquieras mi pecado?

7. Con saber Tú que no he hecho maldad, y no hay quien de mano tuya me desafierre.

8. Tus manos me figuraron y me ficieron a la redonda, ¿y desfacerme has?

9. Miémbrate agora que como lodo me ficiste, y que al polvo me farás tornar.

10. ¿Por ventura no me vaciaste como leche y me cuajaste como queso?

11. De cuero y carne me vestiste, y con huesos y nervios me compusiste.

12. Vida y merced hiciste conmigo, y tu providencia guardó mi espíritu.

13. Esto guardaste en tu corazón, supe que esto contigo.

14. Si pequé, guardármelo has, y de mi delicto no me limpias.

15. Si malvado fui, ¡guay de mí! Y si justo fui, no levantaré cabeza harto de afrenta; mira mi aflicción.

16. Por la soberbia como león vinieses a mí, y revolvieses y maravilloso fueses en mí.

17. Renovases tus testigos contra mí y se acrecentase tu saña conmigo.

18. Y ¿por qué me sacaste del vientre? Expirara, y ojo no me viera.

19. Como si nunca fuera, hubiera sido del vientre llevado a la sepultura.

20. ¿Por ventura no son poco mis días? Afloja de mí, y plañiré un poco.

21. Antes que vaya y no vuelva, a tierra de tiniebla, y de sombra de muerte.

22. Tierra de miseria y tinieblas, sombra de muerte, no orden, sino horror sempiterno.


ArribaAbajoExposición

Decía Job en el fin del pasado, que alzase su mano Dios y que hablaría, porque no alzándola Él, por una parte, el dolor presente, y por otra, el miedo del que le venía, le turbaban el juicio y la lengua; mas, como decíamos, creció el dolor tanto en este punto, y el despecho con él, que soltando la lengua comenzó a hablar sin respeto de lo que antes temía.

Y ansí dijo:

1. Enfadada mi alma de mi vida, dejaré sobre mí mi querella, hablaré en amargura de mi alma. Que es como si dijera, mas yo, ¿qué temo?; aborrecida la vida tengo, hablaré, y venga el mal que viniere. Enfadada mi alma de mi vida, esto es, enojada, o como es la fuerza de la palabra original, metida en pleito y en contienda con ella. Porque su alma, esto es, su razón y deseo, juzga y apetece que se acabe la vida, y la vida no quiere acabarse; el apetito tiene por bueno el morir, y la vida rehuye la muerte; desea en parte el crecimiento del mal porque fenezca más presto, y la vida teme el nuevo dolor, y con miedo dél quiere poner freno a la lengua; mas en esta contienda vence el enojo al miedo, y el enfado al temor, y determínase de hablar sin respectos. Y dice: Dejaré sobre mí mi querella, hablaré en amargura de mí, esto es, querellarme quiero con libertad; venga sobre mí lo que viniere, hablaré de mí, aunque me amargue.

Y pónelo en obra luego, y añade:

2. Y diré al Señor, no me condenes; hazme saber por qué barajas conmigo. Diré, dice, y dícelo; y lo que dice a Dios es que no le condene, entiende sin hacerle primero cargo y sin oírle. Y por eso añade, fazme saber por qué barajas conmigo. Barajar es contender con enojo, y mostrábase enojado Dios contra Job en los azotes que contra él descargaba; y aunque no le hablaba, con las obras al parecer le reñía, y en cierta manera parecía condenarle y no oírle. Y ansí en pedirle que no le condene, le dice que no haga con él lo que hace, y que si le castiga como a malo, le muestre primero su mal y le convenza; porque lo demás tiene apariencia de violencia, cosa ajena de Dios.

Por do dice:

3. ¿Si bueno a Ti que me oprimas, que repruebes trabajo de tus palmas y sobre consejo de malos resplandezas? Si bueno a Ti, esto es, ¿por ventura es cosa que os está bien, o que dice bien con la verdad que de vuestra justicia y bondad se pregona?

Que me oprimas. No dice que me castigues, que el castigo de los malos muy bien dice con Dios y con su justicia, mas dice que me oprimas; porque el oprimir, y la palabra original a quien responde, dice una violencia poderosa y sin ley, que no admite razón ni derecho, y que lo huella todo y queda sobre ello como señora absoluta. Pues esto dice ser de Dios ajeno, ansí ello como lo que de ello se sigue y él luego declara, que son estas dos cosas: una, que deshace sin causa su obra y lo mismo que Él hizo; otra, que favorece en ello la opinión de los malos.

Y vemos la fuerza de ambas, cómo nacen de la primera y cómo son ajenas de Dios. Y cuanto a lo primero, Dios no oprime a nadie en esta manera, ni se guía en cosa ninguna por antojo, porque su voluntad es la rectitud misma. Mas si fuese ansí, que oprimiese a alguno por antojo y sin propósito, sería deshacerle sin causa, y por la misma razón sería destruir lo que hizo sin tener por qué, y sería dar mala cuenta de su obra, y haría una cosa muy vana; en lo cual se encontraría, por una parte, con su providencia, que endereza a buen fin todas las cosas, y, por otra, con su bondad infinita, que de contino está dando de sí ser y vida a las mismas. Porque ¿quién, que muy desbaratado no sea, hace y deshace sin orden?

Y en lo segundo que dice del favor que toman de su azote los malos, no siendo manifiesta su culpa, está claro que cuando el tenido por bueno es tratado con aspereza, los malos juzgan mal de la virtud, y se afirman en lo que siempre tienen asentado en su pecho, que el ser bueno es negocio de burla; y no creen que paga su culpa, sino que, por ser tonto, en ser virtuoso padece, y ellos mismos le abonan y se hacen de su inocencia testigos, porque cuanto más buenos pareciere, tanto más se averigüe que el serlo es inútil, que es su parecer y juicio.

Y por esto pide Job a Dios que pues le castiga, haga manifiesta la causa que él no sabe, y a Dios no puede escondérsele, y que saque a luz sus pecados ansí como sus azotes son públicos, para que a lo menos los malos conozcan, y que el vicio es padre de los desastres; y por el mismo caso no se contenten de sí mismos, ni tengan por acertada su elección y consejo, que es condenar el de Dios con gran menoscabo de la honra que se le debe. El cual menoscabo sentía Job más que su azote proprio, porque traía a Dios en su alma. Porque es como natural a los justos en las cosas que les suceden, si alguna de ellas redunda o puede redundar en injuria de Dios, o en que sientan de Él no como deben los hombres, sentirlo más que su trabajo mismo por intolerable que sea.

Vese esto cuando en el monte, airado Dios por la idolatría del pueblo, decía a Moisén que le destruiría si le dejase, y Moisén le suplicó que no lo hiciese, por lo que tocaba a su honra; en que se conoce que no miró tanto al daño del pueblo, ni a la muerte de sus deudos y amigos, ni a la calamidad de tanta gente miserable como en el conocía, cuanto a lo que podrían pensar de Dios los enemigos suyos, y los que de lejos lo mirasen, diciendo que fue poderoso Dios para sacarlos de Egipto, y no lo fue para ponerlos en la posesión de su tierra, y que por encubrir su flaqueza, para quitarles la vida buscó achaques de enojo, y esto sólo se le puso a aquel sancto delante. Pues ansí Job aquí siente mucho que se favorezcan los malos de su azote, para desestimar la virtud y sentir de Dios menos bien: y desea y pide, por lo que la honra divina padece, que o alce el azote, o le publique a él por culpado, si lo es, y lo ignora.

Y dice que resplandece sobre Él consejo de malos, para decir que le favorece y saca de toda deuda, según la propriedad de esta lengua en la cual el favor de Dios se nombra con palabras de luz, y su disfavor con escuridad y tinieblas, tomándolo de lo que acontece en los hombres, en quien el que favorece a otro se le descubre y demuestra y se pone a su lado, y el que su favor niega, se encubre y asconde. Dice David en el Psalmo: Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, pidiendo a Dios su favor. Y en otra parte: El resplandor de su rostro los salvó. Mas vamos a lo que después de esto se sigue.

Dice:

4. ¿Si ojos de carne a Ti, y si ves como es el ver de los hombres? Como pedía a Dios que le hiciese cargo de sus maldades por los respectos que he dicho, dícele agora que luego y sin más dilación puede hacerlo, pues todo le es manifiesto. Que en los hombres, al cargo antecede la pesquisa y la información o vista que se hace primero, porque sin ella los jueces no tienen noticia, y ansí han menester tiempo los hombres; mas en Dios no es ansí, porque ni es como ellos, ni conoce como ellos conocen. Y del conocimiento dice: ¿Si ojos de carne a Ti?; y declárase con lo que añade: ¿y si ves como es el ver de los hombres?, en que, preguntando, niega y, como dudando, afirma, que ni ve ni conoce como los hombres conocen.

Y cuanto al ser por la misma manera:

5. ¿Si como días de hombres tus días, si tus años como años de varón?, y pone luego por qué lo dice, añadiendo:

6. ¿Que pesquises mi maldad e inquieras mi pecado? Como si dijese: ¿Eres por ventura hombre, o conoces como los hombres conocen, que te sean necesarios para venir en noticia de mis culpas los dichos y deposiciones ajenas, haciendo inquisición y pesquisa? Mas pues por Ti lo sabes todo, dime, Señor, ¿por qué te detienes? Manifiéstame que soy pecador, si lo soy.

Pero dice:

7. Con saber Tú que no he hecho maldad, y no hay quien de tu mano me desafierre. Que es decir, mas por demás es pedir que me acuses, que me hagas cargo, que publiques mis males, que por Ti sin que los pesquises los conoces, porque bien sabes que no los hay, y ansí excusada cosa es pedir que me culpes. Inocente soy, mas si tu voluntad no lo acaba contigo, ninguno será poderoso para que alces de mí tu mano, ni para que mitigues tu azote.

Prosigue:

8. Tus manos me figuraron, y me ficieron del todo y a la redonda, ¿y desfacerme has? Porque nombró la mano airada de Dios y dijo que no era para desaferrarle de ella poderoso ninguno, acuérdase que esa misma mano le hizo, y acuérdase que le fue piadosa la que se le muestra cruel agora, y dadora de vida y de bienes la que pone agora en él dolores y males; y ansí saca de ello razón nueva con que persuade a Dios que dél se apiade. Porque dice, pues esa misma mano, Señor, que tan aferrado me tiene agora para herirme, fue la que me figuró y formó con artificio y cuidado sumo.

Y dice figuró; con significación de particular atención y diligencia, cual es la que pone el que pinta, no en lo que rasguña, sino en lo que figura. Que aún se declara más en lo que añade: y me ficieron a la redonda, o como el original dice, del todo; que es decir: pues me heciste con tanto cuidado, ¿cómo agora me deshacen de balde?

Y aún dice, ¿y desfacerme has?, como espantándose de cosas que tan mal se responden, como son hacer con diligencia y deshacer eso mismo sin causa, amar y desamar en un punto; con que, como dije, persuade a Dios de nuevo que se ablande y mitigue, porque no es bien que haga Él lo que entre sí se compadece tan mal. Y porque esta razón es de mucha fuerza, porque estriba en el querer de Dios, no mudable, y en la condición del verdadero amor, que es constante, insiste más en ella Job y particulariza el amor que le mostró, y los bienes que en él puso, criándole.

Y dice:

9. Miémbrate agora que como lodo me feciste, y al polvo me harás tornar. En que no dice tanto que le hizo de barro cuanto que le hizo como de barro, esto es, como se obra y labra el barro, que es materia blanda y que el arte no resiste y que la forma el artífice como quiere; que todo demuestra ser obra de Dios el hombre, hecho no como las demás, sino como otra ninguna, con atención y diligencia grandísima, obra en que puso sus manos y la formó con sus dedos y figuró parte por parte, como el que labra en barro, forma y perfecciona con estudio y curiosidad los vasos que hace.

Y ansí en el libro de la Creación Moisén mostró bien esta diferencia, porque en la obra de las demás criaturas, como allí dice, no puso Dios más de su voz y mandado, diciendo, hágase la luz, y luego fue hecha; mas en la compostura del hombre puso Él mismo las manos, porque escribe de Él ansí: Y fabricó Dios al hombre de lo puro de la tierra, e inspiró en él espíritu de vida. Adonde lo que digo fabricó, en el original es la palabra propria de la obra del que labra en el barro, para que por ella entendamos el cuidado y la diligencia curiosa con que hizo esta obra. Y porque dijo barro, acuérdase que ha de tornar a la tierra, y diviértese a ello.

Y torna luego y añade:

10. ¿Por ventura no me vaciaste como leche y me cuajaste como queso?, que pertenece a la manera como el cuerpo se engendra. Y dícelo para mostrar la particular providencia de que Dios usa ansí en la cualidad de la materia como en la manera como se figura en el vientre.

Y prosigue:

11. De cuero y carne me vestiste y con huesos y nervios me compusiste. El original dice y con huesos y nervios me cubijaste, porque el cuerpo, a quien los huesos y nervios componen, cubre al alma de quien habla, y de quien luego dice:

12. Vida y merced hiciste conmigo, y tu providencia guardó mi espíritu. Vida es el alma, que es fuente de vida, y merced llama a los dones que pone Dios en ella, y el bien que le inspira; y lo que dice, y tu providencia guardó mi espíritu, se entiende de ambas maneras: o guardando el alma para que no peque, o conservando la vida y aliento del cuerpo para que no muera. Que es sin duda argumento de providencia grandísima, una vida tan flaca como la humana es, en cuerpo quebradizo y tan débil, entre tantas ocasiones para quebrarse, como se ofrecen todos los días y horas, perseverar por tantos años entera.

Más dice:

13. Esto guardas en tu corazón, supe que esto contigo. Que porque le dijo que se acordase de cómo le crió y de las mercedes que le hizo criándole, dícele agora que se acuerde de todo esto y que él sabe que se acuerda muy bien; y que si, al parecer, le trata como a cosa aborrecida y no suya, en la verdad de su memoria está escrito que es suyo.

Pero con todo esto dice que no pierde el enojo que con él tiene, y que aunque sabe y ve que es hechura suya, se ha con él como si fuera obra de algún su enemigo; y dice que, cuando pecado hubiera, se debiera ya desenojar, según es mucho lo que ha padecido y padece.

Y por eso dice:

14. Si pequé, guárdasmelo, y de mi delicto no me limpias. Si pequé, dice, esto es, en caso que hubiera pecado, con lo que paso pudieras estar ya satisfecho, mas guárdasmelo, esto es, ninguna pena mía hace mella en tu enojo, ni cuanto mal padezco me limpia en tus ojos de culpa, que tienes guardada y entera ansí en la memoria como en la severidad y continuación del castigo sin pausa. Y ansí, como quiera que me pregone, no hallo remedio; que ni la inocencia me libra de padecer esta pena, ni la que padezco, por más que es, me limpia de culpa.

Y como luego se sigue:

15. Si malvado fui, ¡guay de mí!, y si me justifiqué, no levantaré cabeza; harto de afrenta, mira mi aflicción. Que es decir, si he sido malo, no te satisfaces con cuanto mal sufro; e si justo soy y inocente, no me vale para no ser azotado. Opreso estoy, ni la pena me purga, ni la inocencia alza en mí la cabeza. Harto, dice, estoy de afrenta; que ansí llama la miseria en que estaba por el desprecio en que le tenía puesto, y por la sospecha que en él ponía de culpa. Mira mi aflicción, o como otra letra dice, y de ver mi aflicción.

Mas creciendo en Job con esta consideración el dolor, imaginando cómo todos los caminos del remedio le estaban tomados, que ni si es malo le limpiaba del castigo ni si era bueno le valía para no ser azotado, con ansia de que crezca su pena y sus dolores se multipliquen, porque creciendo le acaben, y acabándole ellos también se fenezcan, dice de esta manera:

16. Y multiplíquense; como león vinieses a mí, y revolvieses y maravilloso fueses en mí, que es decir: Y ¡ojalá se multiplicase y creciese más este mal que padezco, y ojalá tú, Señor, vinieses a mí como león hambriento para acabarme, de manera que hicieses maravilla y espanto!

Dice, como león vinieses a mí, y revolvieses, que se entiende de dos maneras; o que viniese sobre él una y muchas veces hasta acabarle, o imitando la imagen del león cuando prende, que tiene la presa en las uñas, y vuelve el rostro y los ojos fieros a si hay quien la quite, esa misma braveza desea. Y a esto responde lo que luego añade, y fueses maravilloso en mí, que quiere decir espantoso, como el león lo es cuando despedaza la presa.

Y prosigue en el mismo propósito:

17. Renovases tus testigos contra mí, y se acrecentase tu saña conmigo, o como otra letra dice, mudanzas y ejército conmigo. Testigos de Dios llama las llagas que tenía y los dolores que padecía, que lo eran de la saña de Dios para con él; y también los llama ansí para declarar su grandeza, que con ella testificaban ser Dios el autor de un tan fiero azote.

Y dice, mudanzas y ejército conmigo, y tómalo de lo que en los asaltos de los lugares en la guerra se usa; adonde, para esforzar el combate, los sanos suceden a los heridos, y a los cansados los que no han peleado mudándose: y desea, por la misma forma, que sus males sin cesar le combatan y que sucedan como en el ejército unos a otros, y a los cansados otros de refresco y mayores, para que entren el fuerte más presto, esto es, para que más presto lo deshagan y acaben.

Y como diciendo esto crecía en desear la muerte y en tener en odio la vida, vase por el hilo de los afectos, y en significación de este odio dice lo que se sigue:

18. ¿Y por qué me sacaste del vientre? Expirara, y ojo no me viera. Y en la misma razón:

19. Como si nunca fuera, hubiera sido del vientre llevado a la sepultura. Que la graveza de los trabajos presentes criaba aborrecimiento de todo lo que era vivir en el pecho sancto de Job; que como la vida era el sujeto de los dolores, no tenía por bueno ni aun su primero principio; a lo menos deseaba que se acabara en llegando, y que se encontraran el salir a luz y el entrar luego en la huesa.

Y, dicho esto, muda el afecto y calla el dolor, y habla el amor de sí mismo, diciendo:

20. ¿Por ventura no son pocos mis días? Cesa y afloja de mí, y plañiré un poco. En que ruega a Dios se aplaque ya y alce su azote, y le alega para inducirle a ello una nueva razón. Porque dice: ¿Por aventura no son pocos mis días?, que es decir: pues mi vida es breve, y lo que della falta es muy poco, pues, Señor, hazme gracia de esto poco que queda, y déjame siquiera en este fin respirar, para morir con juicio libre, doliéndome de mí y conociéndote a Ti. Porque los dolores intensos llevan a sí los sentidos, sin dejarlos libres para tratar de otras cosas.

Y esto es el plañir un poco que la letra latina dice, porque la original en lugar de plañir tiene confortar y esforzar; en que pide aquel poco de espacio para tomar fuerza y volver sobre sí antes que fenezca la vida, según lo que añade.

21. Antes que ande, y no vuelva a tierra de tiniebla y sombra de muerte. Que es antes que camine a la muerte, camino sin vuelta; porque a esta manera de vida nunca vuelve el que muere, y a otra ninguna no puede volver por sus fuerzas. Y antes, dice, que vaya a tierra de tinieblas y sombra de muerte; que ansí nombra la región de sus muertos, conviene a saber, la sepultura y el limbo.

Y repite lo mismo casi para mover más el afecto, y dice:

22. Tierra de miseria y tinieblas, sombra de muerte, y no orden, sino horror sempiterno, que todas son cualidades de la sepultura y de los lugares tristes que he dicho. Aunque otra letra dice de esta manera: Tierra de escuridad como tiniebla, tiniebla, y no órdenes, esclarece como tiniebla; que es decir, tierra donde dura la noche siempre, y adonde a una tiniebla se sucede otra tiniebla luego, que eso es tiniebla, tiniebla; y no como en esta región adonde hay órdenes, esto es, veces de escuridad y de luz, y adonde la noche camina para la mañana, y se esclarece lo escuro y lo tenebroso se aclara.






ArribaAbajoCapítulo XI

1. Y respondió Zolar, el naamatés, y dijo:

2. ¿Por dicha, muchedumbre de palabras no oirá? ¿Y si varón de labios se justificará?

3. ¿A ti solo mortales enmudecerán, y mofarás, y no escarnecedor?

4. Y dijiste: Luciente habla mía, y puro fui en ojos suyos.

5. Y cierto, ¿quién diese hablar Dios y abrir sus labios contigo?

6. ¿Y hiciese saber a ti secreto de su sabiduría, y que doblado según ley, y entender [que es a ti Dios allende culpa tuya] que eres castigado mucho menos que es tu maldad?

7. ¿Quizá escondrijo de Dios hallarás, si hasta fin de Omnipotente alcanzarás?

8. Más alto que el cielo, ¿qué farás?; más profundo que el infierno, ¿cómo le conocerás?

9. Longura más que tierra medida suya, y anchura allende mar.

10. Si atalare y encerrare y apiñar hiciere, ¿quién le retraerá?

11. Que él conoce mortales de vanidad, y ve maldad, ¿y no atenderá?

12. Que hombre vano se desvanece, y como pollino salvaje hombre nacido.

13. Si tú establecieres corazón tuyo, y desplegares a él palmas tuyas.

14. Si maldad de tus manos la alongares, y no reposare en tu morada iniquidad.

15. Entonces alzarás tus faces sin mancilla, serás firme y no temerás.

16. Y trabajo tuyo olvidarás, como aguas que pasaron te membrarás.

17. Y tu luz de medio día te lucirá a la tarde, y cuando te tuvieres por acabado nacerás como lucero.

18. Confiarás porque hay esperanza, y cavado dormirás confiado.

19. Y reposarás, y no asombrante; y pregarán tus faces muchos.

20. Y ojos de malvados consumirán, y guarida perecerá de ellos, y esperanza suya cuita de alma.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Zofar, el naamatés, y dijo. Toma la mano Zofar, otro de los amigos, y dice lo que los demás, fundándose en los mismos errores.

Dice:

2. ¿Por dicha muchedumbre de palabras no será reprochada?, ¿y si varón de labios se justificará? Parécele que Job a fuerza de palabras quiere vencer el pleito y escurecer la verdad, y por eso dice esto: No pienses que amontonando palabras nos quitarás la vista de lo malo que en ellas encierras, ni imagines que por hablar te has de abonar. Varón de labios quiere decir parlero y hablador.

O puédese entender en otra manera, que diga, lo que es verdad, que quien mucho habla, siempre yerra, y que ansí Job, hablando mucho, había errado también mucho, conviene a saber, en lo que después en el verso cuarto se refiere; pero lo primero me parece mejor.

3. ¿A ti solo mortales enmudecerán; mofarás y no escarnecedor? Nótale de arrogante, y dícele, débete parecer que, hablando tú, no ha de haber quien hable y te responda, y que puedes mofar de todos sin que nadie mofe de ti. Mofar aquí es reprehender algo de lo que se dice, y con meneos de rostro y ojos y con sonido de voz despreciarlo, que esto quiere decir la palabra original, lahag.

Prosigue:

4. Y dijiste: luciente habla mía, y puro fui en ojos suyos. Esto es lo que a Zofar descontentó, y propónelo para razonar sobre ello. Puro fui en sus ojos, entiende, de Dios, por que son las palabras que dijo Job hablando con Dios, y propónelas Zofar ansí como él las dijo.

Dice:

5. Y cierto ¿quién me diese hablar Dios, e abrir sus labios contigo? Dice esto ansí, por parecerle que quien dice lo que ha propuesto, o que está muy obstinado o muy ciego, y que ansí sus razones serán flacas para reducirle, y eficaces solas las de Dios; y por eso desea que hable dél y le diga lo que se consigue:

6. ¿Y que hiciese saber a ti los secretos de sabiduría, y que su ley es de muchas maneras, y entendieses ser castigado mucho menos que es tu maldad? O como el original a la letra: ¿Y hicieses saber a ti secretos de sabiduría, y que doblado según ley, y entender, que es a ti, Dios allende culpa tuya? Secreto de sabiduría, esto es, lo secreto de ti, que él entiende, y tú mismo no lo alcanzas; que quiere decir, tus culpas ocultas, que huyen de tu vista y están como secretas para tu conocimiento, y descubiertas y claras a los ojos de Dios.

Y de esto nacerá conocer lo que se sigue, esto es, que doblado según ley; como diciendo que conforme a su ley y justicia y a los secretos y diferentes respectos de ella, el mal que padeces es sencillo, o la mitad menor de lo que ser debía. Que es lo que principalmente Zofar probar pretende, conviene a saber, que Job padece por ser gran pecador y que sus pecados aún son mayores que el castigo que sufre.

Y declárase más añadiendo, y entender que es a ti Dios allende culpa tuya. Hase de repetir de arriba la palabra hiciese, de esta manera: Y te hiciste entender que es a ti Dios allende culpa tuya, esto es, como declaró nuestro intérprete, que Dios es piadoso y misericordioso para ti diferentemente de lo que tú mereces, y te castiga mucho menos de lo que tus culpas demandan.

Añade:

7. ¿Quizá escondrijo de Dios hallarás, si hasta fin de Omnipotente alcanzarás? Que todo es al mismo propósito de mostrar que Dios sabe y alcanza lo que Job no alcanza, y que ansí como él no sabe lo secreto que hay en Dios, ansí, por el contrario, Dios ve lo secreto que hay en él y lo que él mismo no sabe; y todo a fin de persuadille que tiene culpas, aunque a él le parezca que no las tiene.

Pero, aunque es verdad que el hombre no se entiende a sí mismo, y que pensará a las veces ser justo, y estará reo y culpado, todavía se engañan mucho estos amigos de Job, y Job tiene mayor fundamento para afirmarse inocente que ellos para porfiar a culparle. Porque él tenía el testimonio de su consciencia, que, aunque algunas veces falta, y aunque no nos hace ciertos del todo, pero al fin es grande y valiente argumento; mas ellos no tenían otra mayor razón que los trabajos que padecía, la cual era clara y engañosa razón, porque de ordinario los justos e inocentes y amigos de Dios son en esta vida los más trabajados, como dice Sant Pablo: que, si a esta vida miramos, somos los más miserables de todos. Y ansí, aunque todo lo que alega aquí Zofar, ansí de la excelencia de Dios como de la miseria del hombre sea manifiesta verdad, pero todo ello va fuera de lo que trata, y no prueba su intento, antes en parte hace argumento de lo contrario. Porque de ser Dios hondo en el saber infinitamente más de lo que los hombres alcanzan, se entiende que, si da trabajos, no es siempre porque los merecen los trabajos, sino muchas veces por otros fines justísimos que Él se sabe y nosotros no podemos saber. ¿Hasta fin de Omnipotente alcanzarás? Fin llama lo último de la perfección y saber de Dios, y ansí dice, ¿podrás por ventura entender a Dios del todo perfecta y acabadamente?

Dice:

8. Más alto que el cielo, ¿qué farás?; más profundo que el infierno, ¿cómo le conocerás? O como el original a la letra: Alturas de cielo, ¿qué farás?, hondura más que infierno, ¿qué entenderás?, que todo viene a un mismo sentido; porque cuando dice alturas, hase de añadir o entender que se añade esta palabra, vence Dios. Y ansí dice: Es Dios más alto que lo más alto del cielo, ¿qué farás?; entiéndese, para alcanzarle o llegar a él, morando tú en la tierra, y Él sobrepujando los cielos.

Añade:

9. Longura más que tierra medida suya, y anchura allende mar. Todo es lo mismo dicho por diferentes maneras, y es conforme a lo que David dice en el psalmo 138:

Pero dice:

10. Si atalayare y encerrare y apiñar hiciere, ¿quién le retraerá? Atala Dios cuando trae a muerte a sus criaturas; y puédese entender como dicho de lo que en las obras naturales hace, que en el estío atala y en el otoño recoge, y en el invierno hace como juntar la fuerza y la virtud encubierta para que se descubra y brote en el verano, las cuales obras nadie puede impedirlas.

Pero mejor viene con el juicio universal de los hombres, y a él miró el que habla aquí, porque allí atalará Dios abrasando el mundo, y encerrará los malos, condenados, y pondrá juntos los buenos, escogidos. Y dice encerrar en los malos, porque estarán presos, y no dice encerrar en los justos, porque, aunque están juntos y en uno, vivirán libres.

11. Que él conoce mortales de vanidad, y ve maldad, ¿y no atenderá? Agora se allega más a su propósito, que es decirle a Job que Dios le conoce y él no se conoce, y ansí se engaña mucho en justificarse.

Mortales de vanidad; bien dice, de vanidad, como poseídos de ella, que es decir, que viven con ella y la tienen de su coche y es su principal alhaja, o, por mejor decir, la señora de la casa toda y la que sola manda. Y juntó mortales y vanidad, que fue abatir nuestra bajeza todo lo posible. La palabra vanidad en el original es save, que a veces quiere decir vanidad, y a veces falsía, y a veces maldad, y todo ello viene bien aquí porque todo ello son proprias señas del hombre y cosas que entre sí andan muy hermanadas.

Y ve maldad, conviene a saber, del hombre, ¿y no atenderá? Como si dijese: Y viendo y conociendo esto, ¿sería por ventura justo que no atendiese a ello y que lo disimulase, y no trujese a juicio? Infiriendo que no sería justo, ni a Dios posible, siendo quien es, dejar pasar por altos las culpas; que es argumento para colegir que nace de esta justicia y advertencia de Dios su miseria y azote, y que al fin como justo, conociéndole pecador, no quiso que acabase feliz y prospero, como al principio vivía.

Mas otra letra dice de esta manera: Y no se entendiente, y ve al que a sí mismo no se ve, y conoce al que a sí no se conoce; que es decírselo a Job, como arriba dijimos. El original a la letra dice, y no se entendiere; pero hase de suplir lo que se calla por propriedad de aquella lengua, y decir y al que no se entendiere; que es lo que arriba dijo, y no se entendiente, porque muchas veces la voz del tiempo futuro tiene fuerza de presente, y de lo que el arte de la lengua suele llamar participio.

12. Que hombre vano se desvanece, y como pollino salvaje hombre nacido, o como otra letra dice, Que hombre vano descorazonado es. Adonde porque dijo conocer Dios la vanidad de los hombres, se torna afirmar en ello, diciendo, que hombre vano: que vale como decir porque todo hombre es vano y pecador, que es también a propósito de hacer pecador a Job, pues lo son todos.

Mas en la palabra descorazonado, que puse, hay diferencia, porque la del original, que es iilabeb que está en forma de verbo y en figura de voz pasiva, por haber también labab, nombre que significa el corazón, suena ser privado del corazón, o serle quitado, o ser descorazonado, como arriba yo puse. Y conforme a esta sentencia puso bien Sant Hierónimo, que se desvanece, porque el desvanecerse o el ensoberbecerse los hombres es una falta de corazón, esto es, de seso y de peso. Mas otros dicen, por el contrario, que iilabeb no sea quitar, sino poner corazón y saber, y ansí trasladan: El hombre es o nace vano, mas será hecho sabio. Mas esta sentencia no viene tan a pelo en lo que hasta aquí se decía y pretendía, que era mostrar el poco ser y saber del hombre, y la falta que tiene en el conocimiento de sí mismo, y ansí viene mejor lo primero. Porque decille descorazonado es llamarle no advertido, liviano, inconsiderado, que nunca entra en sí para mirarse, y que siempre anda fuera o sobre sí para, desconociéndose, desvanecerse.

Y por esta misma razón añade: pollino salvaje hombre nacido, esto es, que el hombre nace y es como un pollino salvaje, que es animal brutalísimo, y, cuando pollino, más bruto. Bien es verdad que, si queremos seguir la otra letra y sentencia, podemos decir que este verso no se ase con lo de arriba, sino viene con lo que después dél se sigue, y que es como una sentencia universal de un particular que luego le sucede.

Porque en el verso que viene después de éste, amonesta Zofar a Job que se vuelva a Dios y ordene su corazón con él; y, antes que se lo diga, dispone agora para decírselo, y hácele la cama, como suelen decir, mostrándole que si el hombre, como ha dicho, nace enfermo de vanidad y pecado, pero es enfermedad que recibe cura, y la recibirá en él si quisiere. Porque dice ansí: El hombre vano, y será enseñado; como si dijese: Aunque el hombre es vano y nace vano como he dicho, todavía puede ser enseñado y mejorado por Dios, si quiere, aplicándose a Él dejarse guiar de Él, porque es animal libre y capaz de doctrina. Y prueba ser ansí, como arguyendo a lo menos de lo más dificultoso a lo más fácil, diciendo: Pollino salvaje hombre será nacido, que es decir, el pollino salvaje nacerá hombre, esto es, se tornará como si naciese hombre con la doctrina e institución. Como si más claramente dijese, los animales fierísimos y brutísimos, domados y amaestrados, olvidan su fiereza y toman sentido de hombres en muchas cosas; ¿cuánto más el hombre, que es libre y de cera, aunque nace vano, si quiere seguir la enseñanza de Dios, podrá arribar a ser bueno y bienaventurado?

Y pues esto es ansí, añade luego:

13. Si tú ordenares corazón tuyo, y desplegares a él tus palmas. Podrás, dice, y tú también, por perdido que estés, volver a lo bueno; y si lo haces, tus culpas y las penas que padeces por ellas tienen remedio cierto y verdadero. Donde decimos ordenares, la palabra original significa ordenar y establecer y enderezar y disponer, y todo ello viene bien aquí; porque la penitencia de que se habla, endereza el ánimo, antes torcido, y le ordena porque le sujeta a Dios y le dispone a los dones del cielo, y le hace estable y firme con el propósito de no pecar más.

Y desplegares a él tus palmas; esto va dicho conforme a la figura con que los antiguos oraban, que era, abiertos los brazos y volviendo al cielo las palmas descogidas. Mas es de ver la buena orden que Zofar guarda; que primero ordena el corazón, que es la fuente del bien y del mal, y de allí sale a las muestras de fuera, como lo hace el dolor verdadero, que primero se enciende en el corazón, y dél brota a la cara y sale por los ojos, y últimamente procede a la enmienda de la vida.

Y por eso se sigue:

14. Si maldad de tus manos la alongares, y no reposare en tu morada iniquidad. Bien dice la alongares, porque la verdadera enmienda toma muy de atrás la corrida, y corta muy de raíz todas las ocasiones del mal.

15. Entonces alzarás tus faces sin mancilla, serás firme y no temerás. Porque los bienes de la enmienda y de la buena vida, y el primero es la confianza que de ella nace, para alcanzar de Dios lo que se le pide. Que alzar las faces aquí lo mismo es que hablar confiadamente, y como decimos, sin vergüenza y empacho; porque con este semblante y rostro hablan los confiados. Y es caso ordinaria en la lengua en que originalmente esto se escribe decir algún semblante del rostro para decir y dar a entender lo que se suele hacer o decir con aquel semblante.

Sin mancilla; y por eso alzará el rostro confiadamente, porque no tendrá mancilla en el alma que le obligue a esconderle. Mas dice, serás afijado y no temerás; que es otro bien del bueno, no ser movido con temor de los males de esta vida, y vivir seguro entre los peligros de ella, ansí por parte del amparo que de Dios tiene y dentro de sí mismo siente, como por andar como superior sobre todo lo que aquí se desea, y cuanto a sí toca, tenerlo por vano e indiferente.

16. Y entonces trabajo tuyo olvidarás, como aguas que pasaron te membrarás. Trabajo es el que de presente padecía; y viene esto segundo de lo otro primero, porque es natural el buen suceso presente borrar de la memoria el mal pasado. Y ansí le dice que, convirtiéndose a Dios, le sucederá todo tan prósperamente, que la prosperidad de entonces le pondrá olvido del mal que pasa agora; y como el agua o el río que corre, en pasando no deja de sí memoria, ansí no dejará en él ni aun acuerdo de sí el mal que agora le anega.

Y vino a pelo, hablando de trabajos, tomar la comparación del agua, porque de ordinario en la Escritura con el nombre del agua se significa el trabajo y calamidad, conforme a aquello del Psalmo: Sálvame, Señor, que me penetren las aguas hasta lo interior de mi alma.

17. Y luz del mediodía te lucirá a la tarde, y cuando te tuvieres por acabado, nacerás como lucero. O como dice otra letra: Sobre luz de mediodía surgirá tiempo; desfallecerás, como alba serás. Tiempo, entiéndese, tuyo, esto es, el resto de tu vida (y como tradujo muy bien Sant Hierónimo la tarde della, cuando parece disminuirse la luz) será claro, que quiere decir, feliz y próspero; que por la luz se significa la prosperidad, como la adversidad por las tinieblas.

Por manera que declara Zofar agora lo que había dicho algo escuramente en el verso pasado. Porque dice que, a la vuelta de la vida y como a la tarde della, cuando suele trocarse la buena dicha en los hombres y como escurecérseles la luz de la salud, alegría y buenos sucesos (y en muchos hombres que han vivido lo primero de su edad descansada y prósperamente, de ordinario esto postrero, como entremés y fin de tragedia, suele ser amargo y trabajoso), pues dice que, cuando a los otros suele el sol de la fortuna ponérseles, resplandecerá en él como cuando está en medio del cielo y del día.

Y añade luego en la misma sentencia, desfallecerás, como alba serás, que es, prosiguiendo en la misma figura de luz y de día, decir, a la tarde lucirás como mediodía, y después de anochecido tornarás a amanecer. En que significa una continuación de prosperidad, que en un mismo tenor nunca viene a menos ni tiene fin, sucediéndose siempre un bien a otro bien, como el mediodía a la mañana, y luego otra mañana al mediodía. Conforme a lo cual dice Zofar que el bueno y temeroso de Dios es siempre prospero y va siempre de bien en mejor, y que su tarde es para más relucir, y su noche para amanecer de nuevo. Que es verdad ansí en el vigor de la edad, porque al bueno, aunque le falte haciéndose viejo, no le falta su buena dicha, como en los tropiezos de la fortuna, porque se levanta de ellos más prosperado, como también en el fin de todo que es la muerte, porque si se le pone allí la vida, es para amanecer otra vez mejor y más resplandeciente.

Mas no es de pasar la diferencia de significaciones que el original aquí tiene; porque lo que aquí decimos, desfallecerás, en el original es thahu-pha, que de su primera significación quiere decir volar, y después relumbrar y escurecer y desfallecer. Lo cual, aunque diferente en el parecer, tiene todo un cierto parentesco entre sí y nace como de una raíz, que es aquello de que tiene su origen; porque huph, nombre de donde al parecer se deriva, quiere decir ala; y de allí la palabra que digo significa lo primero alear o volar, obra propria del ala; y porque el movimiento que la luz hace en lo que relumbra con lustres presurosos, es semejante al batir de las alas del ave que vuela, por eso significa también relumbrar y desfallecer, porque el ave cuando desfallece o se cansa, en ninguna cosa lo muestra más que en el ala, que, caída de su natural al suelo, se le viene a los pies. Y ansí en nuestra lengua a los menguados y desfallecidos solemos llamar desalados, o de ala caída.

Mas porque las aves, de ordinario, al caer del día más que en otro tiempo, salen de sus nidos a volar por el aire, o porque con las alas cogidas y puestas cubren y como escurecen su cuerpo, por eso también significa escurecer o ennegrecer, como arriba decíamos. Pues de estas cuatro significaciones, las tres, volar, escurecer y desfallecer, para lo que a este lugar toca, hacen un mismo sentido, que es el que siguió Sant Hierónimo y yo he declarado hasta agora. Que es decir Zofar a Job que, cuando volare, entiéndese, la edad, pasando de esta vida a la otra, o cuando le desfalleciere la fuerza en la vejez, o se le escureciese y ennegreciere el día de la vida por la muerte (que por esta causa la nombramos escura), esto es, cuando los otros se pierden, él se ganará, y cuando los otros dan al través, él entrará alegre en el puerto, y finalmente amanecerá puro y luciente, cuando los otros fenecen y se apagan para nunca más relucir.

Mas si seguimos lo otro, será otro el sentido y al propósito bien conforme. Porque dirá: relumbrarás, como alba serás. Que es añadir a lo primero, en que le había dicho que sería su prosperidad como luz de mediodía, diciendo: Y no pienses por el mediodía que digo, quiero decir que después se inclinará hacia la tarde tu buena fortuna recibiendo mengua alguna o disminuyéndose, porque ansí digo que lucirás como el mediodía relumbra, que te aseguro serás como la mañana también, esto es, que tendrá la condición de la mañana tu buena suerte, y que lucirás como ella luce subiendo siempre a más luz. Por manera que al comparar la mañana con la felicidad, no es en el cuánto de la luz, sino en el modo de lucir y en el contino crecimiento de ella; porque la luz de la mañana siempre crece, diferente de la tarde, que mengua.

18. Confiarás, porque hay esperanza, y enterrado dormirás confiado. O como dice otra letra, cavaste, confiado dormirás. Por esta manera de hablar significa Zofar lo que hay y se espera después de la muerte, ansí cuanto al ser como cuanto a la memoria: y del justo se dice que hay esperanza, y del malo se niega, como en los Proverbios se ve. Porque el justo muere para descansar y para resucitar después a mejor vida; mas el malo tornará a vivir para morir la segunda muerte, que es la verdadera muerte; el uno muere para vivir, y el otro muere para más morir.

Pues después que Zofar dijo lo feliz de la vida del justo, dice según orden el bien de la muerte. Confiarás, entendemos, cuando murieres, porque hay esperanza, porque morirás para vivir muerto, y para tornar a vivir en estado bienaventurado.

Y lo que se sigue es lo mismo, dicho por diferente manera. Dice, cavaste, dormirás confiado. El cavaste podemos tomarlo por fuiste cavado, esto es, enterrado, como lo tomó Sant Hierónimo; y ansí dice que, después de haberle enterrado, dormirá, porque gozará de reposo; y dormirá confiado, porque estará cierto de resucitar para vivir mejor vida.

O en otra manera: que en el cavaste se encierra una cierta comparación; y que diga cavaste, esto es, y como si hubiese cavado, o como el que cava y, cansado de cavar, se entrega al sueño, ansí dormirás honda y reposadamente; que es decir que la muerte le será comienzo de descanso, y no como a los malos, principio de tormento y miseria.

O si queremos decir que cavaste es como quien dice trabajaste, también vendrá a pelo, porque dirá: Y porque trabajaste obrando bien mientras vivías, cuando vinieres a dormir en la muerte, será con gran confianza de reposo. Porque del bien vivir nace el alegre y seguro morir, y las obras de la vida esfuerzan al hombre en la muerte, y se van con él como acompañándole, como dice Sant Juan: Sus obras los siguen.

Dice más:

19. Y reposarás, y no asombrante, y pregarán tus faces muchos. Lo pasado pertenecía derechamente a la confianza de la resurrección; esto de agora es proprio del reposo con que descansaban entonces en el limbo. Y ansí dice, y no asombrante, esto es, y no habrá ni figuras fieras, ni voces temerosas ni golpes doloridos que te quiten tu reposo o le rompan en manera alguna. Y pregarán muchos tus faces; dícelo por la honra y el servicio debido que dan los vivos a los sanctos después de muertos.

Y con esto pasa a decir de los malos, y con ello concluye y dice ansí:

20. Y ojos de malvados consumirán, y guarida perecerá de ellos, y esperanza suya cuita de alma. Los ojos en muchos lugares de la Escritura quieren decir los deseos; y lo que dice consumirán, en la palabra original puédese tomar en significación o activa o pasiva, de manera que diga serán consumidos, y lo uno y lo otro es verdad, porque los deseos de los malos son consumidos, porque perecen con la vida, y como las cosas de que son, ansí ellos también son vanos y caducos; y también ellos consumen porque de ordinario los malos mueren a mano de sus deseos, y el azote de los que mal aman, las más veces es eso mismo mal amado, conforme aquello de los Proverbios: [Al impío sus mismas maldades le aprisionan, y es constreñido con los cordeles de sus pecados.]

Y guarida perecerá de ellos. Los malos en esta vida muchas veces tienen manida pero nunca guarida: tienen manida porque algunos de ellos viven con prosperidad; pero no tienen guarida, porque siempre que los acomete el trabajo y la adversidad, los alcanza, quiero decir, los derrueca y vence y ni saben ni pueden guarecerse.

Y en esto, como en lo demás, se diferencian notablemente del bueno; porque éste, si cae en trabajos, es para levantarse de ellos; mas aquéllos caen para caer, esto es, para quedarse caídos, como dice Salomón: Siete veces cae el justo y se levanta, mas los impíos caen de hecho. Mas lo que se sigue es mucho peor, y la esperanza de ellos ansia del alma; porque esto toca a la muerte, y lo que después de ella les sucede, que los dos males sobredichos eran males de vida. Pues dice su esperanza, que es lo que esperan o el mismo esperar; lo que esperan, muertos, es eterno mal; el esperar que tienen mientras viven es temer, temblar, entristecerse y angustiarse.

Porque, aunque en gozar lo presente los malos se aventajen, pero en echando adelante los ojos, su esperanza es horror y ansia del alma; y ansí no esperan, sino temen, y por eso dice que su esperanza es agonía o ansia de corazón. Lo cual se dice bien, o lo entendamos de lo que se espera, o del esperar mismo; porque si decimos del esperar, sin duda, es ansia fiera, porque es, como dicho habemos, no esperanza, sino temblor. Y si hablamos de lo esperado, con ninguna palabra se declara más que llamándolo ansia o cuita de corazón; porque de los dolores que se padecen en el infierno, el fierísimo es verse los condenados vivos y muertos, y, como si dijésemos, entregados a una muerte viva.

Esto es decir que, con verse, cuanto es de su parte, hábiles para emplear sus sentidos y facultades en aquello que es de su gusto, ven que Dios les impide y quita totalmente el emplearse en ello; y no sólo esto, sino que están forzados a emplearlos en todo lo que es su disgusto; y ansí el ser no les sirve sino para padecer, y el sentir para sentirse muertos a todas las obras de vida gustosa.

Y este sentir, si le queremos dar su proprio nombre, no es otra cosa sino cuita y agonía y rabia, y, como aquí se dice, ansia del alma.

Y con esto concluye Zofar su razonamiento, en que debemos advertir y entender que, en lo que de los buenos y malos dice, su intento es afirmar que a los buenos les sucede en esta vida ansí siempre, y a los malos siempre por el contrario: de que secretamente concluye que Job es malo, pues es ansí castigado.