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ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Eliú, y dijo: Esto es, prosigue Eliú su razón.

2. Oíd, sabios, palabras mías, y scientes, dad oídos a mí. Torna a hacerse atención, porque piensa decir cosas aún más secretas y hondas que las primeras. Y a la verdad, dice algunas maravillosamente buenas, aunque para el propósito comenzado y verdadero que debía seguir, impertinentes del todo. Ansí que, porque es alto lo que concibe, apercibe a no cualesquier orejas, sino a las sabias que le den atención.

Y añade:

3. Que oreja palabras probará, y paladar gustará para el comer. Es una disimulada comparación, y como arriba hemos dicho, es propria manera de comparar en la lengua original de esta Escritura. Como si, añadiendo algunas palabras, dijese, porque ansí como el paladar tiene el gusto para el comer, esto es, tiene por oficio, gustando, escoger o desechar lo que se debe comer, ansí el oído atento es el que tiene el juicio y el gusto de las palabras, y el que diferencia en ellas lo elegante y lo rudo. Pues porque pidió oídos atentos, confirma lo que ha pedido y da razón de ello por aquesta comparación; como diciendo, si os pido sabias orejas, por eso os las pido, porque son el juez dellas de lo que se dice, ansí como de lo que se come lo es el gusto y el paladar.

4. Juicio elegiremos para nosotros, y sabremos entre nosotros qué bueno. Para hacer buen juicio en una plática o en una disputa, conviene que la oreja esté atenta para percibir lo que se dice, y el ánimo sin pasión para juzgar de ello como se debe. Había pedido Eliú lo primero, que toca a la atención; pide agora lo segundo, que pertenece al estar sin pasión. Y dice: Juicio elegiremos para nosotros; esto es, no sólo me estad atentos, mas también conviene que en esto que platicamos, andemos desapasionados. Juicio elegiremos; elijamos, dice, por juez en este negocio al juicio y no a la pasión; tratemos por orden y por razón aquesta porfía, y sea en ella sola el entendimiento el presidente; y como se hace en el tribunal del juicio, sin tener respecto a la persona, y sin que sea parte la enemistad o el amor, oyendo a veces y respondiendo, acusando el actor y dando al reo para su defensa tiempo debido, prosigamos en nuestra disputa. Porque ansí sabremos entre nosotros qué bueno, esto es, alcanzaremos y vendremos a conocer, platicando unos con otros, lo que de veras es acertado y es bueno.

Y dicho esto, propone aquello contra lo cual pretende hablar.

5. Porque dijo Job: Justo fui, y Dios apartó mi juicio. Bien ha dicho Job algunas palabras como éstas, o que se parecen mucho con ellas; mas nunca las entendieron bien, ni como Job las decía, aquestos amigos suyos. Porque en decir no había pecado, decía Job que no había pecado a propósito de lo que se trataba, esto es, pecados que mereciesen tan terrible castigo; y en decir que apartó dél Dios su juicio, no quería decir que Dios era injusto o que le había impuesto falsamente algún delicto y le oprimía y justiciaba como tirano; sino decía que este su trabajo no era pena de culpa, ni se le daba Dios por ejecutar en él su debida justicia; y que ansí en este su caso no había cargo, ni descargo, ni condenación, ni ninguna otra cosa de las que son proprias al tribunal y al juicio. Lo cual era muy grande verdad, porque este trabajo de Job no tenía en él razón de castigo, porque estaba sin culpa; y como no se daba por pena, ansí no era obra de la justicia divina, ni guardaba Dios en la ejecución dél el estilo del tribunal de justicia: era obra de la providencia de Dios, ordenada para otros fines que no eran castigo de culpas.

Ansí que esto decía Job; mas sus amigos, los que le oían, no penetrando su razón, concebían que notaba a Dios de injusticia, y cansábanse a sí y cansaban a Job sin efecto. Lo cual agora aquí hace Eliú, y ansí yerra en dos cosas: la una, en que deja el asunto primero y se divierte del que era el asunto más acertado, o aquello de que solamente se debía y podía tratar: el que el hombre no se ha de poner a cuentas con Dios ni pensar que podrá penetrar y entender sus juicios; que es en lo que a la verdad Job, con la agonía de la porfía, había algo excedido; la otra, en que se engaña como los demás, imaginando que Job en las palabras propuestas había acusado a Dios de tirano y injusto; y ansí sobre este fundamento falso funda su plática, que, aunque es a maravilla rica en algunos lugares, pero es a la verdad mal fundada.

Pues síguese:

6. ¿Sobre mi derecho mentiré yo? Dolorosa saeta mía sin pecado. También son éstas palabras que dijo Job, que Eliú aquí las refiere para reprendellas; en las cuales hay pregunta de Job a sí mismo, y luego lo que él responde. La pregunta es: ¿Sobre mi derecho mentiré yo?, como diciendo: ¿Soy yo tal y tan falto que, o cansado de vuestras importunas porfías o de mis males cegado, no sabré de mí lo que sé y negaré a mi inocencia su testimonio? O ¿podrá conmigo para contra mí más vuestra importunidad, que lo que me dice la verdad que yo conozco para mi defensa, y huyendo de ella me culparé a mí y seré mentiroso en mi daño? A lo cual él responde en lo que luego se sigue y se afirma en su primera sentencia, diciendo dolorosa saeta mía sin pecado. Que es como si más claro dijese: Nunca Dios permita ni jamás tal acontezca, que mintiendo yo me condene; lo que siempre he afirmado, eso mismo agora digo y afirmo.

Mi saeta dolorosa, conviene a saber, esta pena cruel que padezco y que me traspasa las entrañas y el corazón, nunca pecados míos la merecieron; sin pecado ninguno mío acontece. Lo que decimos dolorosa en el original se dice con una palabra, anus, que quiere decir aflicción y dolor y violencia y enfermedad cruda y incurable, que viene bien para abrazar toda la grandeza de mal que se encerraba en la plaga de Job; la cual llama él saeta suya por metáfora y elegante manera para significar muchas cosas. Lo uno, lo improviso que vino sobre él, como es en la saeta que dispara de la ballesta o del arco. Lo otro, que no es mal que para en el cuero, sino que como saeta le traspasa hasta lo más secreto del alma. Y lo tercero, para significar que no nace dél mismo su mal, ni de sus culpas, ni de la destemplanza de su vida y humores, sino que de otra parte le viene, como arrojado con fuerza. Esto es lo que Eliú propone de las palabras de Job.

Veamos agora lo que dice contra ello:

7. ¿Qué varón como Job beberá escarnio como aguas? Antes que le convenza, le maltrata de palabra y le afrenta. Y sigue en esto Eliú el afecto y sentido natural y común en las cosas que se oyen, y luego que se oyen, el oído y la razón las rehúye como muy malas, que exclama luego el hombre diciendo: ¡qué perdición!, ¡qué maldad!, o lo que es como esto. Y sosegándose un poco después, comienza a reprendello con argumentos y sin afrentas.

Pues ansí Eliú agora, movido a ira y turbado con el primer encuentro de las palabras que ha referido de Job, exclama contra él con afrenta y deshonra: ¿Quién, dice, como Job beberá escarnio como aguas? Que es decir que no hay nacido mortal que le iguale en ser despreciador de Dios y blasfemo. Porque la Santa Escritura, por esta manera de beber como agua, suele dar a entender facilidad mucha y gusto y abundancia y hábito en aquello de que se trata; como en el Psalmo (c.15 v.16), de los desvergonzadamente malos y muy perdidos se dice que beben la maldad como aguas; ansí como no hay cosa que con más facilidad ni gusto se haga ni que en mayor cantidad se beba que el agua. Pues beber escarnio Job es decir que es dado mucho al escarnecer y que tiene ventaja grandísima en ello, y que lo hace sin recelo y con gusto.

Y aun paréceme a mí que por ventura comenzó Eliú de aquesta manera, abominando de Job y diciéndole afrentas, porque cuando agora poco ha refirió sus palabras para reprendellas, advirtió en el rostro y meneos de Job algún semblante de enfado, que pudo nacer en el corazón de ver que nunca acababan de querelle entender, y de que también éste como los demás erraba acerca de lo que él sentía y decía. Ansí que Eliú, advirtiendo esto, imaginando que era hacer muestra Job de lo poco en que lo estimaba, movido de su presunción y amor de sí mismo, enciéndese contra él y dícele que es un mofador, el mayor que se ha visto. ¿No veis, dice, con qué desgaire y desprecio nos mira? Esle el mofar natural, y tan dulce como el beber un jarro de agua.

Dice:

8. ¿Y caminó a compañía con facedores del mal, y a andar con hombres de impiedad? Agora entra en su causa y dice, lo primero, lo que a su parecer se consigue de las palabras que refiere luego de Job, además de las dichas, y es que aprueba por su sentencia y favorece y da calor al vivir de los malos. Ansí que decir caminó a compañías, no es decir que Job fue tacaño, ni que se acompañó de pecadores en su vida pasada, sino que es visto agora aproballos y pasarse a su parte con sus razones.

Pero veamos de dónde aquesto se sigue:

9. Porque dijo: No aprovechará varón en correr suyo con Dios; que suena, a lo que parece, no le aprovechará al hombre ser bueno. Si esto lo dijera Job, ansí como este su amigo lo propone y entiende, no había colegido mal Eliú; porque David en el Psalmo, de otras palabras que le habían venido al pensamiento, ansí como éstas, colige contra sí mismo lo mismo. Y dije, dice, luego sin causa justifiqué mi corazón, y lavé entre los inocentes mis manos, y fui herido cada día y mi azote muy de madrugada. Y infiere contra sí luego: Mas si esto digo, veis, condeno, Señor, y repruebo la nación de tus hijos.

Ansí que, si estas palabras referidas se toman ansí en su universalidad como suenan, no infiere mal Eliú; pero el engaño dél y de los demás siempre está en esto, que lo que Job dice en respecto y a propósito de caso particular y sólo tratando dél y entendiéndolo dél, ellos lo hacen universal. Porque decir Job, si lo dijo (que aunque dice algo que suena esto, mas no lo dice por aquestas palabras), ansí que decir Job no aprovechará varón en correr suyo con Dios, hase de entender según la materia subjecta y según el propósito y cuestión de que se disputaba, que era afirmar sus amigos de Job que los buenos son prosperados siempre, y que siempre los que aquí son maltratados son pecadores. Lo cual negándolo, como lo niega, y con razón, Job dice bien y verdad que no aprovechará varón en correr suyo con Dios; esto es, que aunque sea muy justo y ponga siempre sus pies donde quiera Dios que los ponga y siga en todo su ley, no por eso estará seguro de ser en esta vida siempre dichoso.

No aprovechará; esto es, no le valdrá para que una vez o otra, o el enemigo no le persiga, o la calumnia no le acrimine, o la calamidad no le oprima, o el dolor, la pobreza, la enfermedad, el hierro y la muerte no vengan sobre él. Que es lo que a boca llena dice Sant Pablo: Cuanto lo que a este mundo toca, más miserables somos que todos los hombres. Y en otra parte los sanctos, dice, experimentaron escarnios, y lo que tras de esto prosigue que es largo. Pues como Sant Pablo juntó sanctidad y calamidad, ansí afirmaba Job en aquestas palabras que la vida virtuosa y la vida próspera no siempre andan juntas.

Mas pasemos adelante:

10. Por ende, hombres de corazón, oídme; ajeno Dios de impiedad y Omnipotente de pecado. Hombres de corazón llama, por propriedad de su lengua, a los hombres sabios y advertidos; porque, a la verdad, los que no lo son, no le tienen; antes, como unos leños sin vida y sin fructo, aploman, pisan y cansan la tierra. Ansí que corazón, en estas Letras, por figura significa entendimiento y saber. Pues convida Eliú a su plática, y pídeles que le estén atentos a su razón, a los hombres sabios, como disimuladamente significando por esto que Job no lo era, y como diciendo: Pues Job por su desventura está ansí ciego y errado, que no es capaz de razón, ni de consejo bueno ninguno, vosotros, que sois sabios, oídme bien lo que digo.

Y lo que dice es una cosa muy más verdadera que a propósito dicha. Porque es ajeno Dios de impiedad y Omnipotente de pecado. Casi las mismas palabras y voces, ellas de sí, muestran a la cara cuánto sea verdadera aquesta sentencia; porque Dios y impiedad, Todopoderoso y pecado, son como cosas contrarias que no se compadecen en uno. Dios dice una fuente de bondad, que está perpetuamente manando en sus criaturas todo el ser y bien que poseen; y ansí decir Dios y decir crueldad es decir luz y tinieblas.

Y por la misma manera pecar es flaqueza y falta de saber y de fuerza, y un no ser señor enteramente ni poderoso de sí; por donde se ve luego que servir al pecado y ser poderoso del todo, por ninguna manera se compadecen. Ansí que dice clara verdad y que ella misma se dice, Eliú, cuando afirma ajeno Dios de impiedad y Omnipotente de pecado. Y esta verdad, aunque no es a propósito de Job, porque él no la niega ni es contra ella, entendiéndose bien lo que él dice; mas es muy a propósito de lo que Eliú concibe y entiende de las palabras de Job. Porque en haber dicho Job que no le aprovechará al hombre el haber seguido siempre a Dios, siendo justo, entendió Eliú que decía que no aplacía a Dios la virtud ni la daba favor, antes la afligía y maltrataba, como apartándola de sí y desechándola; lo cual ponía en Dios crueldad contra el bueno y afición con el malo, que era ser cruel y pecar. Y según esto, oponiéndose contra ella, dice muy bien y a propósito, que es una cosa eso cuya imposibilidad se colige de las mismas palabras. Y como arguye de esta manera: Si no le aprovecha al hombre el seguir a Dios y ser bueno, como tú dices, luego Dios desfavorece y maltrata lo justo, y da favor a lo malo; y por consiguiente es cruel en lo primero, y en lo segundo malo Él mismo y pecador. Mas ni la fuente del ser, que es Dios, puede no ser amoroso, ni el que lo puede todo puede caer flaco en pecado, como ello de sí mismo claramente y sin más rodeo se dice; luego desatinas, ¡oh Job!, en tus dichos.

Y aún podemos decir de otra manera, que no me parece peor, que donde pusimos pecado, pongamos estaba palabra flaqueza o falta; porque la palabra resah, que en el original responde con ésta, propriamente y generalmente significa cualquier defecto, o sea de pena o de culpa. Pues diciendo ansí, aún arguye Eliú muy mejor: Dices que no le aprovecha al hombre ser bueno: luego Dios, o está mal con lo bueno, o no tiene fuerza y poder para hacelle bien y favor. Mas el que es Dios, esto es, la regla de todo, ¿cómo puede aborrecer lo derecho? Y el que es Omnipotente, ¿cómo será flaco para favorecello? Y ansí o de una manera o de otra es muy eficaz y muy cierto este argumento y conclusión de Eliú.

Mas va adelante, y prosigue:

11. Que obra de terreno le volverá a él; y como es el camino del hombre le hará hallar a él. Lo cual podemos declarar, o diciendo que sea una como respuesta a lo que tácitamente Job le podía oponer, que si era Dios tan amador de lo bueno y tan poderoso, cómo consentía que tantos buenos y siervos suyos lacerasen en este mundo; y que le responda Eliú que eso era engaño pensar que los verdaderamente buenos laceran, porque la verdad es que cual es la vida de cada uno, tal es su fortuna, y que el que padece mal aquí cualquiera que él se parezca, es porque sus pecados merecen peor (que es dar también Eliú en el error de sus compañeros, de que a solos los malos aflige aquí Dios), o porque esto no me parece tan bien, digamos de otra manera, que en estas palabras Eliú no dice cosa nueva, sino confirma o extiende lo sobredicho, de que Dios ama lo justo por la ejecución de la obra; diciendo, falso es lo que dices, que no aprovecha el ser bueno, porque Dios ni es injusto, ni ama lo malo, antes como se ve por la obra, a cada uno paga según lo que hace y por el camino que va cada uno, ansí ordena que halle el paradero y el fin.

Mas examinemos todavía más los términos con que esto se dice: Que obra de terreno le volverá a él, y como es el camino del hombre, le hará hallar a él. No dice que, conforme a lo que el hombre hiciere le dará Dios su castigo, ni que será conforme al camino la pena, sino que la misma obra se la volverá y le hará hallar a su mismo camino, esto es, que la misma obra será su pena y que su mismo intento y designio será su verdugo, y que con sus mismas manos será azotado y herido. Porque, realmente, como Sant Agustín lo escribió, pasa ansí, que el ánimo desconcertado él a sí mismo se es azote y tormento, y ninguna cosa hay de las que el mundo y sus seguidores aman y siguen sin orden, no sólo que se escape sin pena, sino de quien por natural consecuencia, como del árbol nace la fruta, o lo que es más semejante, como nace la carcoma del leño, no nazca su azote. Del destemplado deleite procede la enfermedad, su castigo; del deseo de honra sin tasa el servir adulando vilmente; del amor del dinero, el trabajo en buscallo y el perpetuo temor de perdello, que como verdugo cruel hace carnicería del alma; y, finalmente y generalmente, del pecado, como escribe, nace el terrible mal de la muerte; El pecado, dice, cuando llega a su colmo, engendra la muerte. Porque el alma desordenada y cancerada del todo el infierno es su fuesa, donde cae muerta a todos los bienes, ansí de la vida racional como de la vida sensible. Y puso Dios esta orden entre las culpas y penas, haciendo que de las unas natural y forzosamente nazcan las otras, con maravilloso saber, por dos grandes causas: la una, para más justificación suya, esto es, para que ningún malo en lo trabajoso que le sobreviene se agravie, viendo a los ojos que es fructo de lo que hace y su efecto lo que padece; y la segunda, para declarar más Dios su potencia. Porque no le era a Dios valentía poner la mano sobre los que pasan su ley y volvellos en nada; mas era y fue muy conveniente a su grande poder el hacer que el mismo deleite, el mismo gusto, el mismo amor y afición por quien ofenden los hombres a Dios, ofenda a los mismos, y que en lo que confían les hurte el pie, y sea en lo que esperan su engaño, y los enflaquezca lo que tomaban por su defensa, y sean contra ellos sus armas, y finalmente mueran a las manos de sus mismos amores, y, como aquí dice Eliú, su obra, revolviendo, caiga sobre ellos, y su camino querido y seguido los lleve a despeñadero miserable y mortal.

Síguese:

12. Mas verdaderamente Dios no hace mal, y el Omnipotente no quiebra juicio. Síguese aquesto bien de lo dicho, como si más claro dijese: el malo, él se trae arrastrando la soga, él por sus manos obra y edifica su pena, su mala fortuna él se la causa; que Dios, como solemos decir, lava sus manos y justifica cuanto es posible su causa, porque la razón pide que goce y use del fructo el que siembra y cultiva la planta. Por manera que de la amistad que tienen entre sí la pena y la culpa y de la vecindad que se hacen, o por mejor decir, de ser como causa y efecto lo uno y lo otro, bien infiere Eliú que Dios con nadie es injusto; porque, como dijimos, una de las causas por la cual Dios a la pena y a la culpa las ayuntó y hermanó tanto entre sí fue por sacar de toda duda y cuestión su justicia.

Dice más:

13. ¿Quién visitó sobre Él la tierra y quién puso toda la redondez? Prueba, siguiendo su intento, por otras dos razones Eliú que Dios administra justicia derechamente: una, que nadie le visita ni toma residencia; otra, que él lo estableció y compuso todo.

Pero dirá alguno que de ninguna de estas dos cosas se sigue por necesidad que Dios nos guarda justicia, antes todo ello parece que le pueden ser ocasiones y como atizadores, más para ser absoluto, que no guardador de igualdad y derecho. Porque no tener quien le pida cuenta, quita el temor de la residencia, que es gran freno para no hacer mal; y ni más ni menos, ser Dios el que lo crió todo, le da en cierta manera licencia para que lo trastorne y hunda todo a su voluntad. Pero no es ansí esto, antes es muy profunda y muy verdadera la eficacia de aquesta razón, porque no tener Dios quien le visite ni reconocer superior, demás de que es decir que gobierna tan justamente, que no le es necesario ser visitado, significa también que Él, de suyo y por su naturaleza, y no por orden o elección de otro alguno, es Rey universal y juez.

Y lo mismo significa lo segundo que dice, que Dios sólo es el que hizo y sacó a luz toda la redondez, porque lo formado no le dio a Él el reino sobre sí mismo. Y decir que Dios es Rey y gobernador de todo por su naturaleza y no por voluntad ajena, es decir, en virtud que le es a Dios ajeno el no administrar siempre justicia. Porque si los príncipes y regidores del mundo son en sus oficios muchas veces injustos, es porque les es advenedizo y como extraño el oficio, porque ninguno por su naturaleza es rey, y todos lo son, o por voluntad de los hombres o por su violencia. Mas si fuese uno tal, que la naturaleza misma suya le pusiese en las manos las riendas y el gobierno de todo, en esa su gobernación sería su naturaleza, y por consiguiente sería la misma regla y razón de justicia. Y Dios, de hecho, es ansí; por donde Eliú arguye bien y concluye que Dios en sus hechos es justo, por cuanto es Rey supremo y Rey por su misma naturaleza. Mas va adelante, y porque dijo que Dios lo compuso y lo formó todo y que es supremo Señor, por esta ocasión diviértese un poco a tratar de su grande poder, y dice:

14. Si sobrepusiere a ella su corazón, su espíritu y su espiráculo a sí añadiere. No acaba aquí la sentencia; mas esta parte se declara ansí: Si sobrepusiere, conviene a saber, Dios a ella, esto es, a la redondez de la tierra y a la universidad de las cosas su corazón, esto es, su voluntad; como diciendo, si pusiere Dios sobre el mundo sus ojos y en voluntad le viniere y añadiere a sí su espíritu y su espiráculo, esto es, retrajere hacia sí su aliento y espíritu, con sólo hacer eso, con no estar de contino alentándole y distilando de sí en él, influyendo espíritu y ser, con detener, como solemos decir, el resuello, con no más de esto sucederá lo que tras esto se sigue:

15. Desfallecerá toda carne juntamente, y hombre a la tierra tornará, esto es, todo en un instante perecerá y se tornará polvo.

Pues concluye esta razón, volviéndose a Job, y dice:

16. Y si entendimiento, conviene a saber, tienes tú, oye esta razón que he dicho, escucha voz de mis palabras. Porque, dice, es tan eficaz este mi argumento que, tienes seso, él solo basta para que reconozcas tu error, conociendo ser verdad lo que digo.

Sigue:

17. Endemás, ¿por ventura aborreciente juicio ligará?, ¿y si a justo grande harás malvado? Es otra y nueva razón con que prueba Eliú, con no menos fuerza que en la pasada, que Dios no es injusto ni cruel con ninguno. Y porque es nueva y diferente la razón, por eso dice endemás, que es como decir y allende de lo que arriba está dicho. Y pónela por pregunta para que vaya con más fuerza, como saeta que de bien flechado arco dispara.

Dice, pues: ¿Por ventura aborreciente juicio ligará? La palabra ligará, en el original es iachabós, y quiere de su primera significación decir ligar o vendar. Y de aquí unas veces se toma por reinar y mandar, por cuanto el que manda y gobierna ata y liga en una cierta manera con su ley a los súbditos; y la ley, en latín, eso mismo quiere decir, esto es, cosa que liga, como lo enseñan los maestros de aquella lengua.

Otras veces, que es lo ordinario, significa curar heridas, en la manera que el cirujano las cura con ligaduras y vendas. Algunos siguen en este lugar la primera manera y ansí trasladan: ¿Por ventura el que aborrece juicio será Rey y Señor? Como que diga Eliú que, pues Dios, como está dicho, es Rey y Señor del mundo legítimo, ha de ser justo de fuerza, porque no se compadece aborrecer la justicia y ser Rey. Según éstos, no es ésa nueva razón, sino es la pasada repetida y perfeccionada por diferente manera. Sant Hierónimo siguió el segundo camino, que en este lugar es sin duda el mejor, y ansí dice: ¿Por ventura el que aborrece justicia sanará? O como más comúnmente se lee, y la palabra del original lo permite también, ¿será sanado? Que es decir vendará o será vendado, porque el vendar significa aquí la salud, dando el nombre de la causa a el efecto.

Pues si leemos en voz pasiva, será sanado, insiste Eliú en probar la justicia de Dios con nuevo argumento; si no, habló propriamente con Job, dándole a entender y diciéndole que, si perseveran sus males, es por su culpa, porque ni siente bien de Dios, ni habla bien de Él. Porque ¿cómo, dice, ha de venir jamás a salud quien aborrece el juicio, esto es, la razón y la verdad, como tú la aborreces, que vienes a decir que aun es desamada de Dios? Por lo cual, en sostancia, le persuade y le pone en espuelas calladamente para que, si desea sanar, mude la mala opinión que tiene de Dios.

Pero si leemos, como a mi juicio es más cierto, en significación activa ligará; o sanará, es, como dije al principio, razón nueva para el intento propuesto y muy elegante razón. Porque dice ansí: Mas dejemos aparte todo lo dicho; dime, Job: ¿cómo te podrás persuadir que aborrece Dios la equidad y Él no hacer a nadie injusticia, pues vemos el cuidado con que en nuestras necesidades y males nos cura y nos sana, hecho como cirujano de nuestra salud? Quien es tan piadoso que no se desdeña de poner las manos en nuestras podridas llagas, purificándolas con medicinas, y con vendas ligándolas, ¿cómo es posible que, en lo que toca al punto de la justicia, no guarde fuero ni ley? Si en lo de gracia y liberalidad es tan amoroso, en lo que parece debido y de fuerza, ¿cómo será fiero y cruel? Procede, pues, ansí este argumento, reduciéndolo a sus proprios términos: Dios en nuestras necesidades nos remedia y en nuestros males nos cura; luego en nuestras causas y en nuestros pleitos también nos guarda justicia.

Y está toda su fuerza en la consecuencia que hay en afirmar lo que es más para concluir de allí lo que es menos. Porque más será andar hecho Dios nuestro cirujano con amor verdadero de Padre, que guardarnos en nuestros pleitos derecho. Es Padre, luego será buen juez. Y lo primero y lo más, que es nuestro bienhechor y nuestro Padre y médico Dios, no lo prueba Eliú, sino pónelo como manifiesto y notorio; porque, a la verdad, si lo miramos como es razón, no hay cosa mas clara. ¿Qué cosa hay, o nuestra o ajena, a do por momentos no experimentemos la blandura de Dios y para con nosotros su amor?

Lo pequeño sustenta y lo grande; de los buenos es amigo, y de los malos es solícito médico, y Padre dulce generalmente de todos en tanta manera, que desde la primera hasta la postrera de todas sus obras las ordenó todas para su salud y mejoría del hombre. Pues de tal Padre, como arguye bien Eliú, podemos estar seguros que no será desapasionado, antes aficionado y amigo juez.

Y ansí Sant Pablo, hablando del tribunal de Dios, nos anima para que no nos recelemos dél, con aquesto mismo de donde Eliú abona la igualdad y piedad del juicio divino. Porque dice a los hebreos ansí: Presentémonos, pues, con fiucia al trono de gracia. Y dícelo, porque inmediatamente antes de esto decía: No tenemos Pontífice que no sepa compadecerse de nuestras enfermedades, tentado en todo. Como diciendo: pues nuestro Pontífice es tal, que sabe conocer y apiadarse de nuestras enfermedades, no dudemos de parecer ante él en juicio. Que es lo mismo que dice Eliú: ¿cómo nos hará injusticia quien es médico piadoso de nuestra miseria? Y en la oración que el Señor nos mostró, por este mismo respecto (porque en lo postrero della hablamos a Dios como a nuestro juez, y nos presentamos ante su juicio confesándole nuestras deudas y pidiéndole que nos las perdone), para quitarnos toda sospecha y recelo de crueldad, luego al principio della y en sus primeras palabras nos enseña que es Padre, y comenzamos diciendo: Padre nuestro, para que añadiendo, pudiésemos concluir con fiucia perdona nuestros pecados. Porque ¿qué no hará por salvarnos en su juicio el que, por ligar nuestras llagas, nació hecho médico. ¿Cómo no ama nuestra absolución y defensa quien pone tanto cuidado en sanar nuestra alma, para que parezca sin culpa, de toda llaga de culpa?

Muy perdida será verdaderamente, Señor, la causa que siendo tú el juez se perdiere; que como has puesto las manos en nuestras llagas y sabes lo flaco y lo encancerado dellas, fácilmente acaba tu piedad con tu justicia que contenta se aplaque. Con un sospiro, Señor, con un volver de ojos sobre nosotros, con que nos duela el dolor y sintamos pena de lo que propriamente nos atormenta, con que nos entristezcamos de lo que es tristeza del alma, haberse apartado de Ti y traspasado tu ley; con que puestos ante tu presencia encogidos nos humillemos, y te diga afligido mi corazón: Señor, yo pequé y veo que yo soy la torpeza, y antes que me condene tu majestad, me condeno; tu justicia, Señor, conocida es, y tan clara y tan alta, que llega y pasa los cielos; mucha más gloria tuya será perdonarme; cuanto yo soy peor, tanto pertenece más a tu honor mi perdón; no parezca que la grandeza de nuestras culpas venció y sobrepujó a tu clemencia; pues con esto solo o lo semejante, enternecida tu piedad, comienza, aplacándose, a amar en nosotros aquesta sombra flaca y aquesta vislumbre de la humildad y reconocimiento perfecto, con que te respecta Jesucristo hombre y tu único Hijo, la cual por su mérito y por su don comienza ya a relucir y a engendrarse en el alma, y con esto pequeño y tierno que tenemos de Él y con que nos parecemos a Él, nos amas en Él. ¡Tanto te agradó siempre y tanto te complació de contino aquel dechado perfectísimo y único de todo bien y virtud! Y como nos vendas y medicinas y procuras nuestra salud, esto es, que seamos hábiles para ser de Ti amados, por cualquier entrada que puedes, pones en nosotros algo de aquella semejanza del bien, que sólo merece tu amor. Y ansí, sanctificados y amados de Ti, ¿qué acusación enemiga, qué oposición de delictos podrá más contigo, para que nos condenes, que la imagen de tu Hijo, merecida por Él y criada y lanzada por Ti en nuestra alma, para que nos salves? ¡Cuán seguros y cuán sin miedo ni recelo de ser agraviados nos verá tu juicio!

Mas tornemos a lo que dice Eliú. ¿Y si justo grande harás malvado? Como probó con la razón sobredicha cuán ajeno es de Dios hacer desafueros a nadie o sinrazón, y a su parecer y según la verdad sacó de toda duda que Dios era justísimo; puesto esto como cosa llana, reprende a Job y adviértele de su atrevimiento, según lo que él entendía; que cómo siendo tan justo Dios y estando tan manifiesto que lo es, se había atrevido él a notarle de tiranía.

Pues dice, y si justo grande harás malvado; esto es, pues siendo esto ansí como lo es, ¿parécete que es razonable, o que es justo, a quien es justo grande, esto es, a quien es la suma igualdad y justicia, a quien tiene acerca de esto con tantas pruebas libre de toda sospecha su rectitud, le hagas malvado tú, poniendo en él tu lengua blasfema? O cuando, lo que no puede ser, tuvieses para ello alguna color de razón, ¿tiéneslo por sano o seguro? ¿No ves que es negocio peligrosísimo?

Y por eso añade diciendo:

18. ¿Por ventura decir al rey, Beliahal; impío a los príncipes? Prueba cuán peligroso es el hablar mal de Dios por semejanza y arguyendo de lo que es menos a lo que es más. Y dice: Si es peligroso decir mal del rey y de los príncipes, mucho más peligroso será decir mal de quien él declara después. Ésta es toda la razón entera; pero Eliú dícela cortada y revuelta en pregunta, porque tenga más fuerza. ¿Por ventura decir al rey, Beliahal (que es palabra de afrenta, y que pone mucho mal en aquel de quien se dice), ansí que decir al rey, Beliahal y, repitiendo otra vez la palabra, decir impío, esto es, impíos, tomando un número por otro, a los príncipes (y hase de añadir lo que él no añadió) tiéneslo por seguro? ¿No ves cuán ocasionado es a daño y peligro?

Y de aquí arguye luego a lo que es más cierto, diciendo:

19. Que no levanta faces de príncipes y no reconoce rico delante de pobre, porque obra de manos suyas todos ellos. Hase de añadir una palabra que descubre la consecuencia que hace de lo uno a lo otro. La cual, la indignación con que habla y la cólera del decir y la priesa se la quitó a Eliú de la boca, para que callándola él, la entendamos nosotros, que es: ¿cuanto más peligroso será el maldecir al que no levanta faces de príncipes? Como diciendo: Si es peligroso hablar mal de los reyes, más lo será de Dios. Y no le llama Dios, por su nombre, mas píntale por rodeo con algunas de sus cualidades, y señaladamente con aquellas que añaden al argumento más fuerza. Que no levanta faces de príncipes, es propriedad de la lengua original, con que significa lo que decimos en español que no respecta a los príncipes. Y como digo, con decir esto ansí, hace más fuerte y más encarecido Eliú su argumento; porque si es peligroso decir mal de los príncipes, ¿cuánto será más de aquel que no los respecta ni los estima en lo que huella, que es Dios?

Y este mismo sentido y fin tiene en decir lo que añade: y no reconoce rico delante de pobre, que es proprio de Dios, que no diferencia las personas, sino atiende a los méritos. Y la razón es porque, como dice, obra de manos suyas todos ellos, esto es, porque a todos los hizo; y ansí a todos por parte del ser los estima igualmente; diferéncialos por sólo el buen ser que cada uno ayudado de Dios y de su diligencia, añade sobre el ser recibido.

Añade:

20. De súbito morirán y a media noche conturbados serán; pueblo pasará y removerá a fuerte sin mano. Porque dijo que no respectaba los príncipes Dios, para el fin y para la buena conclusión que está dicha, diviértese un poco y extiéndese en decir lo poco en que estima Dios a estos príncipes. Y dice: De súbito morirán, como diciendo, no sólo no los respecta, antes muchas veces les quita la vida en un improviso; lo cual todo añade en Dios más grandeza, y por consiguiente confirma más el intento de que el decir mal de Dios es muy más peligroso.

De súbito morirán; por muchos ejemplos sabemos, cuántos grandes, ante quien temblaba la tierra, han sido muertos violentamente y sin pensar por aquellos mismos a quien tenían subjectos; lo cual, aunque lo hacen los hombres, como enseña Eliú aquí, es siempre obra y orden de Dios, que castiga y paga muchas veces de aquella manera a la tiranía y soberbia. Pinta, pues, con hermosas palabras la forma en que aquesto acontece: Súbito morirán, conviene a saber, estos poderosos, que parece tener en su mano la vida y la muerte.

Y declara luego cómo les sobreviene aquesta muerte tan súbita: A media noche, esto es, estando en su reposo, y en medio de su seguridad y descuido, conturbados serán. Tal fue lo que aconteció a Baltasar, rey de Babel, de quien Esaías y Daniel hacen cuento. ¿Mas de dónde les nacerá esta turbación repentina? Dice: Pueblo pasará, y removerá a fuerte sin mano. Despertará Dios, dice, en el pueblo, esto es, en sus vasallos o en su misma familia, y llegarán a donde es su aposento, y escalándole la casa y entrando en él, le degollarán en su cama.

Mas ¡cuán bien contrapuso el pueblo y el fuerte! Que es como decir, el flaco y el poderoso, el vulgo y lo grande, para mostrar que derriba Dios a los fuertes, no con otros fuertes o con otros valientes, sino con lo que es más bajo y más flaco, para encarecer por este medio también lo mucho que puede Dios y el desatino que es traer enemistades con él.

Y por el mismo fin dijo al fuerte sin mano, esto es, sin mano y sin trabajo da muerte a los fuertes, o por mejor decir, Dios por el pueblo; como mil veces habemos oído decir, que en un motín con una piedra y a veces con sólo el alboroto y espanto han sido muertos personajes muy grandes.

Dice:

21. Que ojos suyos en camino de hombres, y todas sus pisadas verá. Esto puédese juntar con lo que precedió agora luego, y hace esta sentencia: Si digo que da Dios a los príncipes muerte súbita, no entendáis que digo que lo hace sin causa, porque Él ve sus obras que lo merecen. Por manera que lo que en este verso se dice, sea dar causa de lo que en el pasado se dijo. O podemos decir de otra manera, que me parece mejor, y es que se junte este verso y venga dependiente de lo que comenzó más arriba, acerca del peligro que había en hablar mal de las cosas de Dios.

Por manera que, como argüía entonces, si es peligroso decir mal del rey, ¿cuánto será decir mal del que no respecta a los reyes? Ansí continuando la misma razón, y repitiendo aquella palabra, cuánto más, diga ansí agora: Si es malo decir mal de los reyes, ¿cuánto será peor del que no sólo da muerte a los reyes, como dicho es, sino también lo ve todo y lo entiende? Como diciendo: En los reyes es peligroso el murmurar de ellos, y no siempre los reyes ni ven ni oyen lo que de ellos se dice; pues ¿cuánto será más del que con los ojos descubre y alcanza todas las cosas?

Y acrecentando y declarando más esto mismo, añade:

22. No tinieblas y no sombra escura, para encubrir allí obradores del mal. No sólo, dice, tiene ojos para ver lo que pasa, sino ojos que traen consigo la luz; de manera que en mitad de las tinieblas hace su vista claridad, y ansí ve las obras y las pisadas de los hombres, esto es, no sólo sus hechos, pero también sus intentos y pretensiones y aquello adonde van a parar.

Dice.

23. Que no sobre el hombre pondrá allende, para andar a Dios en juicio. Donde decimos allende, la palabra que en el original está, hod, mudados los puntos, puede significar también testigo, por pleonasmo de la voz; y leyendo ansí no hace mal sentido, y júntase consiguientemente con lo que antecede. Porque dirá ansí: No puso sobre el hombre testigo para andar en juicio. Había dicho que no hay escuridad que no sea clara a los ojos de Dios; dice agora, como amplificando y extendiendo más esto mismo que ha dicho, que ansí no tiene necesidad de poner testigos y veladores al hombre, que anden sobre él y le acusen, porque Él lo ve por sí mismo; y cuando entrare con él en juicio, Él mismo le hará a él cargo de manera que no lo pueda negar.

Mas siguiendo la primera letra, que es la mejor, como Eliú, para decir Dios por rodeo, dijo primero el que no respecta a los príncipes, y después, el que sus ojos ven las obras y las pisadas del hombre, y en cada una de estas cosas, como está declarado, pretendió y quiso decir que, si era dañoso murmurar del rey, cuánto más lo sería del que no hace caso del rey, y cuánto más lo sería del que lo ve y oye todo, lo que no hacen los reyes, ansí agora llama a Dios el que no pone sobre el hombre allende para entrar en juicio. Y repitiendo lo mismo, que en lo sobredicho suplimos, quiere decir que cuánto más debe ser temido hablar de quien no pone en el hombre allende para venir a juicio. Mas ¿qué es, dirá alguno, poner allende en el hombre? Ninguna otra cosa sino poner en las manos del hombre el dilatar o alargar el tiempo de su cuenta y juicio. Pues dice, al rey, si le habéis enojado, podéisle huir la cara y hurtar el cuerpo a las veces y no venir ante su tribunal y huir de su cárcel; mas con Dios no es ansí, no puede el hombre decille que no quiere dalle cuenta hoy, si hoy se la pide, ni pedir nuevos plazos; que, en citándole Dios, ha de parecer ante su tribunal luego al momento.

Y aún podémoslo declarar de otra manera; porque donde decimos allende, podemos también decir siglo, y dirá ansí Eliú: Que no pone Dios siglo en los hombres para venir con Él a juicio, esto es, que no les dilata el castigo, ni difiere siempre su merecida pena para el siglo de la otra vida.

Y lo que se sigue viene con esto muy bien, porque dice ansí:

24. Desmenuzará grandes sin cuenta, establecerá postreros en su lugar. Que es decir que, aquí en esta luz, pública, hace justicia de muchos grandes y poderosos tiranos, y pone en su silla dellos a los que ellos no estimaban en nada.

Y prosiguiendo en este castigo y en la causa dél, añade:

25. Por ende hace conocer servidumbre dellos, y convertirá la noche y serán quebrantados. Hace conocer servidumbres dellos, es decir, que les hará a estos tales, de quien vamos hablando, que conozcan sus obras. En lo cual se advierten dos cosas: una, que a las obras malas de los malos y poderosos llama servidumbres, y creen ellos que en ninguna cosa son más señores que en obrar de aquella manera; y verdaderamente es ansí, que en eso que apetecen y siguen y en lo que ponen su contento y de lo que hacen señorío y estado, es una servidumbre y un miserable captiverio; como, si la brevedad de esta escritura diese a ello lugar, se podría mostrar a los ojos; porque ¿qué es sino ser cautivo de ambos importunos, o por mejor decir, de crueles fieras, las mesas y los lechos y los juegos y los pundonores y el desconcierto de vida y el estilo de aquestos, rodeados de seda y de olores?

Lo otro se advierte que dice que hará Dios que conozcan estas sus obras, porque a la verdad, como decíamos agora, ellos engañados y ciegos no las conocen por trabajo, sino estímanlas por deleite y amorío; pero Dios en el tiempo que los castiga por ellas hace que las conozcan. Que como a los niños, ansí a ellos el azote les abre los ojos, para que vean la falsedad y la miseria de los que amaban y de cómo servían esclavos, imaginándose grandes y señores. Este conocimiento, aunque sin fructo, se echa bien de ver en aquellos cuyas palabras pone la Sabiduría diciendo: [Nosotros ciertamente erramos del camino de la verdad; y nunca nos resplandeció luz de justicia, ni nunca el sol de justicia nos salió. En caminos de iniquidad y de perdición nos habemos cansado y habemos andado por caminos perdidos, y habemos ignorado el camino del Señor. ¿De qué nos aprovechó la soberbia? ¿O qué nos ganaron las riquezas con la jactancia? Todo aquello se pasó como sombra, y como una posta que pasa corriendo... Ansí nosotros, luego en naciendo, faltamos y ni aun señal alguna de virtud pudimos mostrar; mas en nuestra malicia fuimos consumidos del todo].

Y conforme a esto, Eliú, prosiguiendo en el desengaño de éstos, añade: y convertirá la noche, y serán quebrantados. Convertirá, es decir, convertiráse, andará el cielo a la redonda y ponerse han las estrellas, y tendrá fin la noche y amanecerá el sol. Ansí que pasará la noche de este su engaño y error, que ellos tenían por luz, y serán quebrantados; esto es, cuando fueren quebrantados con la calamidad y el castigo, les amanecerá el conocimiento y razón. Y algunas veces será con provecho, como en aquel que decía: Después que me heriste herí yo mi muslo y hice penitencia; esto es, como hacen los que caen en la cuenta de lo que antes no echaban de ver, di una palmada sobre mi muslo y, desengañado, enmendéme y dolíme.

O digamos también, que es esta vida la noche adonde todo anda confuso y escuro, y adonde los que menos son y menos valen por la mayor parte son estimados en más, la cual pasa cuando se acaba, y los que aquí con su tiranía y poder quebrantaban a todos serán quebrantados entonces.

Y como quiera que aquesto se entiende, viene bien con ello lo que se sigue:

26. Por malvados los herirá en lugar de mirantes. Que es decir, que hará de ellos justicia pública y con pregón público y en los ojos de todos; lo cual hace Dios en esta vida con muchos pecadores, y en la otra en el juicio universal hará generalmente con todos.

Lugar de mirantes llama el teatro y la plaza pública, adonde están muchos que miran, como acontece cuando se hace justicia de algún malhechor. Dice más, y añade la causa de este castigo; o por decir mejor, porque los ha llevado a degollar a la plaza pregona él la causa de la justicia o escribe lo que delante de ellos con voz alta y clara dice el pregonero, que es:

27. Por cuanto, conviene a saber, ésta es la justicia que hace Dios de estos hombres, por cuanto se apartaron de en pos de Él, y todos los caminos de Él no quisieron entender. Y no es mucho, antes es muy justo, que den en semejante despeñadero los que no quisieron a Dios por su guía.

Dice más:

28. Para hacer entrar a Él grito de pobre, y grito de afligidos oirán. En lo cual va dilatando y adornando más esta pintura de justicia y público castigo que hace, con decir algunos de los accidentes que con ella se suelen juntar. Porque de ordinario acontece, cuando Dios toma ansí venganza pública de algún tirano, que los humildes y que por caso han sido de aquel mismo afligidos, que lo miran y ven, alcen la voz a Dios alabándole y confesando que es justo.

O como pusimos para hacer entrar podemos también poner (trocando un tiempo por otro, que es trueque que se usa mucho en la Sagrada Escritura) ansí que podemos decir: Porque hizo entrar a Sí grito de pobre, y gritos de afligidos oyó. Y según esto, dirá aquí Eliú la causa por donde se movió Dios a esta justicia, que fue el haber oído la voz y las quejas de aquellos a quien oprimían estos tiranos que dice, y será como el remate y la conclusión del pregón. Por manera que el pregón entero será que hace Dios justicia de aquéstos, por cuanto no fueron en pos de Él ni quisieron seguir sus caminos, y por cuanto oyó los gritos y las quejas de los pobres a quien ellos tiranizaban. Adonde, como en suma, se tocan tres géneros de pecados, donde todos se encierran: que es pecar contra Dios y contra sí y contra el prójimo.

Va adelante:

29. Y Él dará reposo, ¿y quién condenará por malo? Como ha dicho Eliú, para engrandecer a Dios, la fuerza de su justicia cuando condena y castiga, ansí, para el mismo fin de engrandecelle, pone también agora cuán eficaz es Dios cuando absuelve. Y ansí dice: Y Él dará reposo, esto es, cuando da Él reposo y cría paz y justicia en el alma, y defiende al hombre de lo que exterior e interiormente le hace guerra y persigue, ¿quién condenará por malo? Semejantemente a lo que dice Sant Pablo: ¿Quién condenará; o quién dará sentencia de condenación contra los escogidos de Dios? Dice: Y encubrirá faces; ¿y quién mirará a Él, y sobre gentes y sobre hombres juntamente?

Y, al revés, dice: si encubre Dios sus faces, esto es, si alza la mano y no mira con favor a alguno, agora sea algún reino o algún particular, ¿quién mirará por él?; esto es, ¿quién podrá estorbar que no se pierda y perezca? Mostrando Eliú en esto que todo el bien de todos nace de Dios. Y porque parece más poderoso un reino para valerse él a sí mismo, muestra señaladamente en él lo poco que puede, si Dios no le mira y favorece.

Y ansí añade:

30. De reinar hombre hipócrita de estropiezos de pueblo. Como diciendo: si Dios aparta sus ojos de alguno, aunque sea de un reino todo y de una nación, ¿quién será parte para que no reine y se apodere de ella un hipócrita? Y llama hipócrita todo lo que es mando no legítimo, sino tirano y vicioso.

Y lo que añade, de estropiezos de pueblo, puédese entender, o como lo entendió y trasladó Sant Hierónimo, que en las gentes a quien Dios dejare de su mano reinará el hipócrita por los estropiezos, esto es, por los pecados y caídas del pueblo (de manera que por no mirallos Dios con favor pecarán los súbditos y luego por los pecados de ellos y en su pena les dará malos reyes). O de otra manera, que en el reino por quien Dios no mira, sin que nadie pueda estorballo, sucederán luego dos males: vicios grandes en los miembros, y maldades y tiranías en las cabezas, que son dos males que contienen en sí toda la calamidad y ruina que puede venir a un reino. Porque ¿qué le queda de sano, cuando están en él enfermos la cabeza y los miembros?

O digamos ansí: Que estropiezos de pueblo llama Eliú las leyes de los reyes hipócritas, que fingiendo y poniendo delante algún respecto bueno de pública utilidad, no pretenden sino poner en ellas estropiezos al pueblo, para de sus caídas dél sacar el bien de su fisco y provecho. Y por la apariencia falsa de bien con que visten y disimulan estos mandamientos o estropiezos suyos, por eso a los autores y latores de ellos Eliú los llamó bien hipócritas. Y dice, conforme a esto, que en el reino a quien Dios deja no será posible sino que reinen luego malos príncipes, que para despojar a sus súbditos les pongan leyes en que estropiecen y, caídos, se enreden.

31. Porque a Dios decir: Alcé; no corromperé. Habiendo concluido ya su razón Eliú, en lo que tocaba al abono de Dios, vuélvese agora propriamente a razonar con Job y a amonestarle en estas palabras, las cuales se pueden entender en diferente manera. O ansí: Porque yo alcé decir mío a Dios, esto es, ansí como yo he hablado de Dios loándole y defendiendo su causa, no corromperé, esto es, no estorbaré ni quitaré a ti, que si sientes otra cosa que no hables y hagas lo mismo. Como diciendo: En conclusión, yo he dicho de Dios lo que me parece: di tú agora si tienes algo en contrario.

Ansí lo entendió, y bien, Sant Hierónimo, y conforme a ello tradujo: Pues que yo he hablado con Dios, no te vedaré a ti lo mismo. Y consiguientemente a esto dijo bien, en persona de Eliú, en el verso que luego se sigue: Si erré, tú me enseñas; si he hablado mal, no añadiré más. Esto, pues, se dice ansí bien.

O de otra manera, a que nos dan las palabras licencia, dice: Porque a Dios decir, esto es, porque es proprio a Dios el decir, conviene a saber, por cuanto Dios es el que puede decir y de hecho dice alcé, conviene a saber, el pecado, esto es, helo perdonado (porque alzar en la Escritura, y señaladamente cuando se dice con la palabra original nasa, que está en este lugar siempre significa perdón de las culpas); ansí que por cuanto la condición de Dios es decir: Yo perdono, no corromperé, o como otra letra dice, no ejecutaré; esto es, no quiero traeros a muerte ni deshaceros, y el decir en Dios es hacer, ansí que por esto, Job, de mi consejo vuélvete a Él y dile humildemente lo que se sigue:

32. No harto miré, tú me enseñas; si maldad obré, no añadiré. Esto es, si no miré bien lo que dije ni entendí lo que hice, enséñame tú la verdad; y si he pecado, no pecaré más. Y es buen remate este de la disputa adonde Job es argüido de presunción contra Dios, amonestalle que se humille a Él y reconozca y confiese su culpa con esperanza de que en Dios hay perdón.

Mas lo que sigue es gracioso

Dice:

33. ¿Por ventura de ti se perfeccionará ella, que abominaste, que tú elegiste, y no yo; qué supiste hablar? Sant Hierónimo traslada: ¿Por ventura Dios pídesela con deseo, que la abominaste?, y súfrelo la letra también. Y quiere decir: ¿Por ventura vale a Dios algo tu penitencia y buen reconocimiento, que ansí lo aborreces y huyes dél?

Mas sigamos agora esta otra letra. Yo entiendo aquí que Job, luego que Eliú en el verso pasado le amonestó a que confesase su culpa reconociéndose, enfadado mucho de tantas impertinencias como había hablado Eliú (que aunque en las sentencias y en cada parte era verdadera su plática, en el todo de ella no hacía al propósito); ansí que, enfadado y cansado dél, mostró aquí su enfado con algún semblante desabrido y con algún meneo que a Eliú le pareció que era muy en su desprecio. Y como él tenía grandísima satisfacción de sí mismo y de su mucho saber, como lo demostró en el principio de su habla y en otros lugares, sintió en el alma que Job le tuviese en tan poco, cuando él pensaba que había dicho algo y, contento de sí, imaginaba que rendidos todos a él habían de admirar su decir.

Y ansí sentido, encendiéndose en ira todo y reventando de enojo, dícele a Job: ¿Por ventura de ti se perfeccionará a ella? Esto es, ¿qué arrogancia es esta tuya que todo lo desprecias ansí? ¿Por ventura se perfecciona en ti la sabiduría? ¿Eres tú por ventura el remate y la suma de todo saber? ¿O por ventura puede haber arrogancia, presunción mayor y más en lo sumo, que es esta tuya, que abominaste, esto es, que desprecias y escarneces con meneos y gestos mis palabras sabías y mis sanos consejos? ¿Y piensas tú, dice, que me pusiera yo en disputa contigo ni hiciera ese caso de ti, si tú no hicieras principio? , dice, elegiste, y no yo; ya que lo comenzaste, ¿qué supiste hablar? Como si dijese más claramente: Comenzaste la disputa, y no supiste decir cosa digna de ser aprobada; comenzaste el desafío, y ni sabes menear la espada ni siquiera ampararte.

Y consiguiente a esto es lo que añade:

34. Hombres de corazón dirán a mí, y varón sabio oyente de mí. Si tú, dice, estimas mis dichos en poco y los menosprecias, en menos estimo yo tu juicio; despreciaréte, que eres tonto; que los sabios y los prudentes a buen seguro que no me despreciarán. Hombres de corazón dirán a mí, esto es, alaban mi saber y elocuencia, y varón sabio oyente de mí, esto es, me oirá para su gusto y provecho.

Mas dice:

35. Job no en sciencia hablará, y hablas suyas no en entendimiento. Como si dijese: Mas de ti, Job, no juzgarán ansí, sino muy al revés, que ni demuestras doctrinas ni parece que tienes entendimiento en ninguna cosa que dices. Y creciendo en Eliú más el enojo, y llegando a la rabia como a lo sumo, dice:

36. ¡Padre mío!, sea probado Job acabadamente, para respuestas en hombres de maldad, Padre mío, según la propriedad del original, hace significación de un ardiente deseo, como quien dice: ¡ojalá!, o ¡pluguiese a Dios!, pues rabioso de enojo desea a Job la muerte, y que Dios acabe con él. Y viste su deseo malo con probable color, para que, dice, sea castigado de los que hablan malamente de Dios. Sea, dice, probado Job. Probar en la Escritura es afligir con trabajos y azotes; acabadamente o hasta la fin es el original natsach, que significa perfición entera y pujanza grande y acabamiento en aquello a quien se dice y aplica. Pues deseo que la calamidad y azote que está sobre Job, vaya pujando siempre hasta que le acabe y le venza; porque, ansí muerto, ni él hablará desacatadamente de Dios, y escarmentarán en su cabeza los malos para huir de lo mismo.

Porque como últimamente dice:

37. Añadirá a pecados suyos maldad; entre nosotros palmeará y multiplicará dichos suyos a Dios. Esto es, porque si vive será para añadir pecado a pecado. Palmeará entre nosotros; es esta obra de los muy desesperados y de los que hablan locos con la pasión, herir con palmas y dar voces. Pues dice que cuanto más durare Job en la vida, tanto creciendo más en su impaciencia hará cosas de loco, y con palabra y gestos y semblantes añadirá pecados a pecados.

Y multiplicará sus dichos a Dios; esto es, se le desacatará más y más cada punto.

Deo gratis.

Valladolid, 10 diciembre 1580.






ArribaAbajoCapítulo XXXV

1. Y respondió Eliú, y dijo:

2. ¿Por ventura esto parécete de juicio, que dijiste: justicia mía más que Dios?

3. Que dijiste: ¿Qué aprovechará a ti; qué fructo de pecado mío?

4. Yo replicaré a ti palabras, y a tus amigos contigo.

5. Contempla cielos y mira; alza los ojos a los estrellados. [Encumbráronme] ensalzáronse más que tú.

6. Si pecaste, ¿qué harás a Él? Y si se multiplicaren tus maldades, ¿qué harás a Él?

7. Si justo fuiste, ¿qué le darás o qué de tu mano tomará?

8. A hombre como tú maldad tuya; y a hijo de terreno justicia tuya.

9. Por muchedumbre de opresores vocearon; gritaron por brazo de [muchos] poderosos.

10. Y no dijo: ¿Dónde Dios, Hacedor mío, dador de cantares en noche?

11. Que nos aveza allende bestias de tierra, y allende ave de cielos nos hace sabios.

12. Allí vocearán y no responderá, defendiéndolos de faces de [soberbios] altivos fuertes.

13. Empero vanidad no oirá Dios, y Omnipotente no mirará a nosotros.

14. Aun cuando dijeres: No mirará a nosotros [juicio ante el en faz], juzgar ante sus faces, y [avisarás a él] y esperarás en él.

15. Y agora que no visitó irá suya, y no [conoció supo mal grande dicho] experimentó mi mucho mal.

16. Y Job en vanidad abre boca suya, y sin sciencia palabras amontona.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Eliú, y dijo:

2. ¿Por ventura esto parécete de juicio, que dijiste: justicia mía más que Dios? Parécete de juicio, quiere decir, parécete cosa que acabe en juicio y razón, o parécete que no es digno de ser traído a juicio y de ser condenado esto que has dicho, conviene a saber, mi justicia es mayor que la justicia de Dios? No dijo esto Job, sino colígelo Eliú de lo que Job dijo, que es esto que se sigue.

3. Que dijiste: ¿Qué aprovechará a ti, qué fructo de pecado mío? Declaremos primero la sentencia de estas palabras, y después cómo se sigue lo que dellas colige Eliú.

¿Qué aprovechará a ti? Pónese aquí una persona por otra, la segunda por la primera, que se usa algunas veces en la Sancta Escritura, y decir a ti, es decir a mí. Porque Eliú, como hablaba con Job dijo a ti, y habló de segunda persona, aunque refería las palabras de Job, en las cuales él habló de sí y dijo, a mí, en la persona primera. Pues refiere haber dicho Job: ¿Qué me aprovechará a mí, conviene a saber, el volver mí corazón a Dios, y el ser justo? ¿Y, qué fructo de pecado mío? Pecado en la Escritura se toma algunas veces por la ofrenda o sacrificio con que se limpia el pecado, como dijo Sant Pablo: Al que no conocía pecado hizo por nosotros pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él mismo; y ansí se toma en este lugar.

Y dice Job por esto segundo lo mismo que había dicho por lo primero, aunque con diferentes palabras. ¿Qué fructos, dice, sacaré de satisfacer por mis culpas? Y quiere Job decir en esto una cosa, y entiende otra Eliú. Job, como dijimos, responde a lo que sus amigos decían y habla conforme a lo particular de su intento, que era decir, que no por ser justo uno se libra de ser algunas veces herido y maltratado de Dios. Y ansí para este fin de no padecer algunas veces trabajos, dice que no trae fructo el ser justo, porque los justos los padecen también, y ansí decía verdad.

Esto decía; mas Eliú hace sentido general deste dicho como si afirmara Job que el ser bueno era infructuoso del todo; y entendiéndolo ansí infiere bien, según su sentido, que Job notaba de injusticia a Dios. Pero infiere mal, según la verdad, porque de padecer calamidades el bueno, que es lo que Job en sentencia afirmaba, no se sigue que es malo Dios.

Mas Eliú sigue su imaginación, y conforme ella prosigue diciendo:

4. Yo replicaré a ti palabras, y a tus amigos contigo. Quiere decir, a ti, y a todos los que fueren de tu parecer y te ayudaren, yo los convenceré.

Mas veamos cómo. Dice:

5. Contempla los cielos y mira; alza los ojos a los estrellados, ensalzáronse más que tú. Hace Eliú como prudente médico, que acude a la raíz del mal; había propuesto dos cosas, la una, que decía Job que no aprovechaba el ser bueno; y la otra, que él infirió que Dios no era justo. No trata de esto segundo, sino arguye contra lo primero de donde esto nació, porque faltando este cimiento, caía lo que en él se fundaba.

Y ansí quiere probar que el ser bueno aprovecha al que lo es. Toda su razón consiste en este argumento: Ser uno bueno es bueno, como las palabras lo dicen, y no es bueno para Dios; luego para el hombre que lo es. Y prueba que no le importa a Dios, y para proballo comienza ansí: Mira los cielos y mira los estrellados, cuánto están más altos que tú. Y añade luego:

6. Si pecaste, ¿qué harás a Él? Y si se multiplicaren tus maldades, ¿qué harás a Él?

7. Si justo fuiste, ¿qué le darás o qué de tu mano tomará? Que es argumento que consiste en semejanza, sino que está la semejanza secreta y disimulada. Y descúbrese desta manera: Cuan lejos está el cielo de ti, tan lejos está Dios de tu bien o tu mal obrar; como no puedes tocar con la mano al cielo, ansí ni aprovechas ni dañas a Dios con tus obras.

Y está la fuerza de esta semejanza y de este argumento en que Dios está sobre el cielo y mora en él; y ansí, quien no puede dañar al cielo, menos podrá dañar al que vive en el cielo. Y de lo que es manifiesto, que es la distancia que de nosotros al cielo hay, arguye bien Eliú lo poco que sirven nuestras obras a la bienaventuranza de Dios, que está sobre el cielo. Y aún tiene fuerza por otro respecto nuevo aqueste argumento; porque decir Eliú a Job que mire los cielos cuán ensalzados están, es decille que están libres y muy ajenos de toda peregrina impresión; y si en los cielos esto es ansí, más lo será en el Señor de los cielos, cuya naturaleza es de la cualidad del lugar en que mora, y de muy mejor cualidad.

Y, dicho esto, concluye y dice:

8. A hombre como tú maldad tuya; y a hijo de terreno justicia tuya, hase de añadir, traerá o daño o provecho. Porque si aprovecha a alguno, y no es Dios a quien aprovecha, queda que aproveche al que lo hace, que es lo que pretende Eliú. A hombre como tú, esto es, a los hombres que están sujetos a daño, como tú estás, dáñales su maldad. Y dice tuya, porque a ti la tuya, y la suya a cada uno; o también porque el ser uno malo o bueno suele ser dañoso o provechoso, no sólo a él, mas también a los hombres entre quien vive.

Más prosigue:

9. Por muchedumbre de opresores vocearon; gritaron por brazo de poderosos. Ésta es una objeción que a su parecer le pudiera poner Job, y pónesela él a sí mismo para responder a ella después. Como si dijese: Pero dirás, si Dios es justo, y no toma gusto de lo malo que en el mundo se hace, ¿por qué hay tantos que griten y voceen porque los oprimen y despojan los más poderosos? ¿Por qué consiente que haya tiranos que agravien a mil mezquinos que se quejan a voces? [Porque siempre esta razón puso congoja y como agonía en los pechos sanctos, para en cierta manera querellarse de Dios, como es lo que dice Habacuc.]

A esto, pues, Eliú responde diciendo:

10. Y no dijo: ¿Dónde Dios, Hacedor mío, dador de cantares en noche? Es como si dijese, la causa de eso es no ser Dios injusto, sino ser, los que padecen, descuidados en llamarle. Y no dijo: esto es, y la causa de eso es porque el oprimido y el que da gritos y vocea y llama en su favor a los hombres, no dijo, no tuvo acuerdo de decir: ¿Adónde está Dios, Hacedor mío, dador de cantares en la noche? Porque si se acordara que había Dios en el cielo, esto es, en parte eminente, para ver cuanto bueno y malo se hace; y se acordara que le había hecho y criado, y que por la misma razón no había de olvidar y desamparar su hechura; y si tuviera memoria de cuán proprio le es dar cantares en la noche, esto es, en medio de lo escuro de la adversidad dar reposo, y regocijar el corazón y la boca con alegría, y finalmente dar buena salida y suceso, ansí que si tuviera el opreso todo esto en su memoria, y movido dello pidiera a Dios su favor, su trabajo se le volvería en descanso, y si no le sucede así, es culpa suya y no falta de Dios.

Y, a la verdad, pasa ansí muchas veces, y es ceguedad digna de compasión, que en nuestros trabajos, los que otros hombres nos causaron, no nos queremos desengañar de lo poco que podemos fiar de ellos, y buscando remedio, a cualquier cosa por flaca y por dudosa que sea, acudimos primero que a Dios. Mas entre las cosas que dice Eliú en aqueste lugar, merece ser advertida, que llama a Dios, como con proprio renombre, Dador de cantares en noche, porque es muy suyo acudir siempre cuando todo se escurece y cuando todo parece que falla.

Y ansí dice David de Él que ayuda siempre en el punto de la tribulación.

Aunque podemos decir también de otra manera, que se dice de Dios que da cantares en noche, porque siembra entonces el cielo con las estrellas, las cuales con su claridad, hermosura y muchedumbre convidan a los hombres a que alaben a Dios. Y es ansí que nadie alza los ojos en una noche serena y ve el cielo estrellado, que no alabe luego a Dios, o con la boca o, dentro de sí, con el espíritu.

Y siguiendo esta manera de decir, tiene también su particular fuerza este argumento, porque si el hombre afligido se acuerda de que Dios tiene cuidado de alumbrar la noche con tanta variedad de lumbreras, bien tiene por qué esperar que no le desamparará a él en aquella su noche de trabajos, si confía en Él y le llama. Y el que para el cuerpo, porque no estropiece con las tinieblas, puso en el cielo con tanta claridad quien le alumbrase, mejor remediará una ánima injustamente oprimida.

Y conforme a este propósito es lo que añade después:

11. Que nos aveza allende bestias de tierra, y allende ave de cielos sabios nos hace. Va esto junto y apegado con el verso de arriba, y de todo ello se hace una sentencia seguida en esta manera: No dijo, o no se acordó de decir: ¿Dónde está Dios, Hacedor mío, y dador de cantares en noche, y qué nos aveza?, etc. Y como cada una parte de las del verso primero decía algo, que ello mismo despertaba al afligido y opreso para que esperase ser socorrido de Dios, y encerraba en sí alguna razón que concluía cómo Dios no podía faltar al socorro de los agraviados, por ser Hacedor y por ser suyo el despertar gozo en la noche de las tinieblas, ansí, ni más ni menos, lo que en este verso se dice todo ello alienta la confianza, en Dios, del trabajado, mostrando por nueva razón cómo Dios no le puede olvidar, porque nos aveza más que a las bestias y nos hace sabios más que a las aves del cielo; esto es, nos ha dado mejor ser y tiene su providencia más particular cuenta con nosotros. Y si cuida más de nosotros, y a las aves y a los animales de quien cuida menos, provee tan largamente como por los ojos vemos, cierto es que no nos faltará a nosotros en los casos ásperos y de trabajo.

Y es ésta una manera de argumento en la Escritura usada mucho, poner la proposición primera que en la Lógica llaman mayor, y la que después della se añade y la conclusión cállalas, dejándolas al sentido del oyente, mayormente cuando son manifiestas de suyo. Porque todo el argumento entero dirá ansí: Dios nos aventaja a las aves: y a las aves provee en sus necesidades: luego no nos olvidará en las nuestras. Semejantemente a lo que Cristo más a la descubierta arguye y prueba en el capítulo 6 de Sant Mateo diciendo: Mirad las aves que vuelan por el aire [que ni siembran, ni siegan, ni recogen en trojes, y vuestro Padre celestial las apacienta. ¿Por ventura vosotros no sois más que ellas?]

Concluye, pues, finalmente toda aquesta razón, y dice:

12. Allí vocearán, y no responderá, defendiéndolos de faces de altivos fuertes. Como si dijese, ansí que estos tales que no se acuerdan, como he dicho, de Dios, vocearán, pero en balde, porque no serán oídos, no les responderá; Dios acudiendo presto para su defensa.

Allí vocearán. Allí, esto es, en esta manera que he dicho de afligidos y olvidados de Dios, se halla el vocear y no ser de Dios socorridos, allí, en aquel caso es verdad; de faces de altivos, que es del poder y de las manos de los soberbios y poderosos que los tiranizan.

Añade:

13. Empero vanidad no oirá Dios, y Omnipotente no mirará a nosotros. Es el remate de toda la conclusión, porque dice ansí: Allí, esto es, en aquel caso particular que habemos dicho, cuando el afligido voceando llama a Dios, es verdad que Dios no le responde ni le libra. Empero, dice, vanidad no oirá Dios; esto es, vanidad es y mentira decir en general que no oirá Dios a los hombres, ni el Omnipotente nos mirará; con el cuidado de su providencia. Y juntó bien Omnipotente y no mirará, queriendo mostrar que no cabía en Dios el no ver y proveer nuestras cosas, porque, si es Omnipotente, claro está que puede vernos y proveernos.

Dice:

14. Aun cuando dijeres: No mira a nosotros, juzgar ante sus faces, y esperarás en Él. Aun cuando dijeres; decir significa en la Escritura, no sólo el hablar por la boca, sino también lo que se dice en el pensamiento, como es manifiesto de muchos lugares. Pues concluida ya su razón, amonesta Eliú a Job y dícele ansí: Pues siendo esto verdad, como lo es [evidente], tú, Job, aunque te parezca algunas veces que se descuida Dios y que se ha contigo o con los hombres como quien no mira por ellos, entonces, cuando esto te viniere al pensamiento, cíñete con tener por certísimo que hay juzgar, esto es, juicio, ante las faces de Dios; que Dios juzga los hombres y tiene cuenta con ellos, y aunque te apriete el trabajo y te oprima, gimiendo y reventando espera siempre en Él.

Y digo gimiendo y reventando, porque la palabra del original, por quien pusimos en romance esperar, tiene significación de esperanza, no como quiera, sino la que se tiene con dificultad en casos de mucho peligro y dolor. Porque [thecholel] quiere de su primera significación decir parir, o el sentir los dolores del parto. Y ansí porque el que se esfuerza en esperar en los negocios que parecen perdidos y desesperados, va como reventando y pariendo, por eso esta palabra se pasa algunas veces a significar un sufrir y un esperar doloroso y lleno de agonía, como es este que he dicho.

Algunos, lo que dice juzgar ante Dios, no lo entienden del juicio en que Dios nos juzga, como lo habemos declarado, sino del juicio con que nosotros nos juzgamos delante de Él, condenando nuestras malas obras. Y ansí, según esto, dícele a Job Eliú: Cuando más te pareciere que Dios te olvida y no se acuerda de ti, entonces con más cuidado haz tú dos cosas: la una, examina tu alma, y como si estuvieses delante del tribunal de la justicia divina, sin que tenga voto allí la lisonja o el proprio amor, ansí te juzgas tú a ti mismo y te condenas; y la segunda, sufre y espera, que no te faltará Dios.

Y júntanse bien estas dos cosas, porque la segunda es flaca siempre, si no se funda en la primera; y para confiar de veras en Dios es menester que preceda en nosotros el conocer y aborrecer nuestra flaqueza y delictos, porque de la desconfianza de la fuerza propria nace el confiar de la ayuda divina. Ansí parece [en el segundo libro del Paralipómenon, capítulo 20, en lo que hacía Josafat en su tribulación y en lo que hace David en el Psalmo 141.]

Prosigue:

15. Y agora que no visitó ira suya, y no experimentó ni mucho mal. Y agora entiéndese, aunque se calla, había de decir Job a Dios que no visitó ira suya, esto es, que no envió su ira toda para que le castigase, ni le trata con enojo, ni le castiga con rigor, por lo que se sigue y no experimentó mucho mal. Mal aquí, como se conoce en la palabra original, significa el castigo y pena que se debe al pecado.

Y ansí dice que Job había de conocer y decir que no le visitaba con ira de Dios, porque aún no padecía todo lo que se debía a su culpa. Ansí que agora había de decir esto: como si dijese, juntando lo pasado con esto, cuando más le pareciere a Job que Dios le olvida, entonces había de creer firmemente que tenía providencia y había de esperar en él, y agora en este su azote había de reconocer que no era castigado cuanto merece.

Mas Job, como concluye y dice:

16. En vanidad, abre boca suya, y sin sciencia palabras amontona; esto es, siente mal de Dios y habla peor; ni es verdad lo que dice ni sabe cesar de decir mal.

Deo gratias. -Valladolid, 14 diziembre. Año 1580.