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II Noche, 9, 2.

 

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II Noche, 16, 4.

 

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En este aspecto no hace sino seguir en grado máximo una tendencia, al parecer, humana universal. De hecho, el DRAE subraya para Los contrarios la existencia de una «teoría de la filosofía antigua y principalmente de la peripatética, en la que descansaba la clasificación de las ideas». Véanse al respecto las afirmaciones de John Lyons en «Oposición y contraste», Semántica, Barcelona, Teide, 1980, especialmente, p. 260. Esta tendencia se manifiesta lingüísticamente por medio de la antonimia: «El lingüista debe tomar en consideración que la oposición binaria es uno de los principios más importantes que gobiernan la estructura de las lenguas y que su más evidente manifestación, por lo que se refiere al vocabulario, es precisamente la antonimia». Ibidem, p. 254.

 

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Sobre los antónimos gramaticales puede consultarse O. Duchacek, «Surquelques problèmes de l'antonymie», Cahiers de Lexicologie, 6, 1965, pp. 5-66; J. Lyons, «Oposición y contraste», en op. cit., especialmente p. 258; L. Guilbert, «Les antonymes. Y-a-t-il un système morpho-lexical des antonymes?», Cahiers de Lexicologie, 4, 1964, pp. 29-36 y R. Warczyk, «Antonymie, négation ou opposition», La linguistique, 17, 1981, pp. 29-48.

 

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Sobre el dinamismo de la concepción mística del santo puede consultarse Roger Duvivier, Le dinamysme existentiel dans la poésie de Jean de la Croix, París, Didier, 1973.

 

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Ed. de Martín de Riquer, Barcelona, Alta Fulla, 1987. Covarrubias, s. v. quieto, recoge entre los derivados: quietud, inquieto, inquietud, inquietar y aquietarse.

 

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Véase J. Corominas, con la colaboración de J. A. Pascual, Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, Madrid, Gredos, 1980, s. v. quedo.

 

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Inquietar es muy abundante en las obras del santo, pero curiosamente no aparece en la Noche... En otros textos resulta sinónimo de 'perturbar', 'molestar', etc.: CA, 31, 1: «Pide (la Esposa) a las operaciones y movimientos... no pasen los límites de su región, la sensual, a molestar e inquietar la porción superior y espiritual del ánima». CB, 20,9: «En la parte sensitiva pone el (demonio)... dolores y horror al sentido, a ver si por este medio puede inquietar a la Esposa de su tálamo». LA, 4, 15: «¡Oh, cuánto le conviene (al alma) apartarse de cosas, huir de negocios y vivir con inmensa tranquilidad, porque aún con la más mínima motica o bullicio no inquiete ni revuelva el seno del Amado!». CB, 24, 5: «Para que ninguna cosa del mundo, alta ni baja, la pueda inquietar ni molestar ni aún mover». CB, 18, 3: «Los movimientos de la parte sensitiva y sus potencias, si obran cuando el espíritu goza, tanto más le molestan e inquietan cuanto ellos tienen más de obra y viveza».

 

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Inquietud sólo aparece dos veces en la Subida: 2 S, 11, 6: «Las (visiones) del demonio sólo pueden poner... alguna inquietud que no dura mucho, si el poco ánimo y recato del alma no da causa que dure». 2 S 12, 6: «Antes se les aumenta y crece la sequedad, fatiga e inquietud del alma cuanto más trabajan por aquel jugo primero».

 

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Desquietar es tan frecuente como inquietar y en algunos contextos los manuscritos fluctúan. En otros, sin embargo, aparece en exclusiva, designando acciones negativas, obra del demonio o de otros factores: II N., 23, 4: «Pero muchas veces, cuando la comunicación de la tal contemplación tiene su puro embestimiento en el espíritu y hace fuerza en él, no le aprovecha al demonio su diligencia para desquietarle». LA, 3, 34: «Y no la desquietes (al alma) con cuidado y solicitud alguna de arriba y menos de abajo, poniéndola en toda la enajenación y soledad posible». CB, 20, 17: «Así como la ira...; así todas las afecciones, etc. ya dichas, con sus movimientos exceden el límite de la paz y tranquilidad del alma, desquietándola cuando la tocan». I N., 10, 4: «Porque todas estas pretensiones desquietan y distraen al alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplación que aquí se da». LB, 3, 34: «Cualquier cosa [...] la impediría y desquietaría y haría ruido en el profundo silencio que conviene que haya en el alma según el sentido y el espíritu, para tan profunda y delicada audición».

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