1
Sobre el ambiente festivo que reina en la Corte durante la estancia de esta en Valladolid, véase por ejemplo: Tomé Pinheiro da Veiga, Fastiginia (ed. de Narciso Alonso Cortés, Valladolid: Imprenta del Colegio de Santiago, 1916). Sobre la relación entre las fiestas palaciegas y la segunda parte del Quijote, cfr. Anthony Close. «Fiestas palaciegas en la segunda parte del Quijote» (Actas del Segundo Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, Barcelona: Anthropos, 1991, pp. 475-484).
2
Acerca de estas características y por lo que hace al episodio de la ínsula Barataria, véase lo que hemos escrito en nuestro libro Otra manera de leer el «Quijote». Historia, tradiciones culturales y literatura (Madrid: Castalia, 1977), pp. 453 y sigs.
3
Véanse en particular los trabajos de Francisco Márquez Villanueva, «Doncella soy de esta casa y Altisidora me llaman» (Id., Trabajos y días cervantinos. Alcalá de Henares: Centro de Estudios cervantinos, 1995, pp. 299-340): Monique Joly, «El erotismo en el Quijote. La voz femenina» y «Muerte y resurrección de Altisidora» (Id., Études sur «Don Quichotte». Paris: Publications de la Sorbonne, 1996, respectivamente pp. 165-180 (más directamente pp. 175-180) y 195-202; en el primer artículo, y de paso, apunta ya la autora la estructura de «mundo al revés» del episodio de Altisidora: cfr. p. 177).- Véase también, desde otro punto de vista, el artículo de Juan Diego Vila, «Don Quijote y Teseo en el laberinto ducal» (Actas del Segundo Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, op. cit., pp. 459-473).
4
Como en nuestros trabajos anteriores, citamos el Quijote por la ed. de Luis Andrés Murillo (2 vols., Madrid: Castalia, 1978: «Clásicos Castalia», nº 77 y 78).
5
Véase en el tratado de Erasmo, De copia verborum et rerum (Compluti: In aedibus Michaelis de Eguía, 1525; Bib. Universidad Complutense. Fac. de Filología: 12840), el De conscribendis epistolis (fol. 105rº-158rº), y más directamente: fol. 122rº.
6
En su
León prodigioso (Madrid: Francisco Martín,
1636; BNM:
R. 6172), Cosme Gómez Tejada
de los Reyes evoca el tema de la locura universal y los bufones
aparecen en dos desfiles alegóricos sea bajo la forma de
perros, sea bajo la forma de perros y monos (cfr.
apólogos XIIII y XVII). Al evocar su paso del servicio del
Duque de Amalfi al del Cardenal-Infante, en 1639, el truhán
Estebanillo González apunta lo siguiente: «Aquí fue donde se me infundió un
abismo de gravedad, viendo que de bufón de una
Excelencia había llegado a serlo de una Alteza Real: y como
otros dan en querer perros, monos y otros
diferentes animales, dio Su Alteza en quererme bien...»
(Vidas y hechos de Estebanillo González, hombre de buen
humor, ed. de Nicholas
Spadaccini y Anthony N. Zahareas, 2 vols., Madrid: Castalia, 1978:
«Clásicos Castalia», nº 86 y 87; II, pp. 371-372).- Sobre los vínculos
entre los bufones y los animales citados, véase asimismo
Monique Joly, «Fragments d'un discours
mythique sur le bouffon» (Augustin Redondo y
André Rochon eds., Visages de la folie
(1500-1650). Paris: Publications de la
Sorbonne, 1981, pp. 81-91), pp. 88-89.
7
Véase Fernando Bouza, Locos, enanos y hombres de placer en la Corte de los Austrias (Madrid: Ed. «Temas de Hoy», 1996; col. «Bolsitemas», 73), p. 33.
8
Véase Francisco López de Úbeda, La Pícara Justina (ed. de Antonio Rey Hazas, 2 vols., Madrid: Editora Nacional, 1977), I, p. 275.
9
Véase Avisos (1654-1664) (ed. de A. Paz y Meliá, 2 vols., Madrid: Atlas, 1969; BAE, nº 221 y 222), I, p. 56a.
10
Véase nuestro libro Otra manera de leer el «Quijote», pp. 228-229.