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Véase lo que el escudero le indica a Lázaro, al final de su charla, cuando le cuenta su vida, en el tratado III del Lazarillo de Tormes.

 

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He aquí lo que dice doña Rodríguez a don Quijote: «... se enamoró de mí un escudero de casa, hombre ya en días, barbudo y apersonado, y, sobre todo, hidalgo como el rey, porque era montañés. No tratamos tan secretamente nuestros amores, que no viniesen a noticia de mi señora, la cual, por excusar dires y diretes, nos casó...» (II, 48, p. 400).

 

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Acerca del mundo de los bufones, véanse especialmente los trabajos siguientes: A. Gazeau, Les bouffons (Paris: Hachette, 1882; hay traducción al español); José Moreno Villa, Locos, enanos, negros y niños palaciegos. Siglos XVI y XVII (México: La Casa de España, 1939). Francisco Márquez Villanueva, «Un aspect de la littérature du "fou" en Espagne» (A. Redondo, ed., L'humanisme dans les lettres espagnoles, Paris: Vrin, 1979, pp. 233-250): Id., ed., Literatura bufonesca o del loco, NRFH, XXXIV, 1985-1986: Monique Joly, La bourle et son interprétation. Recherches sur le passage de la facétie au roman (Espagne, XVIe-XVIIe siècles) (Lille: Atelier national de reproduction des thèses, 1982), pp. 283 y sigs. (artículo «truhán»); Maurice Lever, Le sceptre et la marotte. Histoire des Fous de Cour (Paris: Fayard, 1983): Fernando Bouza, Locos, enanos y hombres de placer en la Corte de los Austrias, op. cit.; Augustin Redondo, Otra manera de leer el «Quijote», op. cit., pp. 439 y sigs.

 

14

Véase lo que hemos señalado en Otra manera de leer el «Quijote», pp. 453 y sigs.

 

15

Véase ibid., pp. 159-161 y 235-245.

 

16

Véase ibid. pp. 348-350 y 423-435.

 

17

En el burlesco romance que canta para don Quijote: «Niña soy, pulcela tierna; / mi edad de quince no pasa» (II, 44, p. 374).

 

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Acerca de estas manifestaciones en 1623, véase el ms. 2354 de la BNM (fol. 311rº-312vº): Breve relaçión de la fiesta que se hizo a sus Magestades y a esta Corte, martes de carnestolendas en la noche, en el alcaçar de Madrid, en este año 1623 y más directamente fol. 311vº. Sobre estas fiestas de Carnaval, cfr. el artículo de John E. Varey, «La creación deliberada de la confusión: estudio de una diversión de Carnestolendas de 1623» (A. David Kossof y José Amor y Vázquez, eds., Homenaje a William L. Fichter. Estudios sobre el teatro antiguo hispánico y otros ensayos, Madrid: Castalia, 1972, pp. 745-754). Con relación a las manifestaciones carnavalescas de 1637, véase nuestro trabajo: «Sociabilités et solidarités / ségrégations festives: Carnaval aristocratique et Carnaval populaire à Madrid vers le milieu du XVIIe siècle» (Raphaël Carrasco, ed., Solidarités et sociabilités en Espagne (XVIe-XXe siècles), Besançon: Annales littéraires de l'Université, 1991, pp. 63-76). Por lo que hace a la boda burlesca cfr. lo que hemos indicado en Otra manera de leer el «Quijote», pp. 464-465.

 

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Cfr. lo que hemos apuntado en Otra manera de leer el «Quijote», en particular, pp. 195-197, 209-220, 232-245, etc.

 

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Recuérdese -una vez más- lo que quieren ignorar aquellos que no prestan atención a la importancia semiológica de la onomástica y de los juegos onomásticos en el Quijote. Según la tradición platónica, pero asimismo judeocristiana, «el nombre -según palabras de fray Luis de León- es como imagen de la cosa de quien se dice, o la misma cosa disfrazada de otra manera...» (Los nombres de Cristo en Obras completas castellanas, ed. del P. Félix García, Madrid: BAC, 1959, p. 398). Lo mismo afirmaba Juan de Mal Lara -el maestro de Cervantes-: «cada uno tiene un nombre y significa algo, porque nombre no es otra cosa que cierta fuerça y virtud de la misma cosa que se nombra concebida en el entendimiento, pronunciada con voz, declarada con letras» (La philosophía vulgar, Sevilla: Hernando Díaz, 25-4-1568; BNM: R. 6456, fol. 260vº a)..

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