51
Véanse, por
ejemplo, las atenuaciones introducidas por Francisco de Lora en una
Glosa a las coplas: «Desamada siempre seas: ames
y nunca te amen»; «[...]
congojas de amor te inflamen / y mis angustias passes / desamada
siempre seas / ames y nunca te amen / [...]: lo más dulce
que comieres / se te torne amarga la hiel, escúpante las
mujeres / [...] y las yervas que hallares / se tornen bivas
culebras»
(pliego suelto del siglo XVI, 2 hojas:
BNM:
R. 9454-2).
52
Por lo que hace al universo del conjuro y del maleficio, véase Sebastián Cirae Estopañán, Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la Nueva (Madrid: CSIC. 1942.)
53
Véase nuestro libro Otra manera de leer el «Quijote», pp. 156, 435-436.
54
Véanse una multitud de ejemplos significativos en la Crónica burlesca del emperador Carlos V de Francesillo de Zúñiga (ed. de Diana Pamp de Avalle Arce, Barcelona: Crítica, 1981). Sobre el campo semántico del apodo y del motejar, cfr. M. Joly. La bourle, pp. 103-104 y pp. 2 36-240.
55
Véase lo
escrito por Francisco Ortiz Lucio: «[la
mujer buena], es grande hilandera y casera [...]: el donaryre y
bizarría todo es ayre [...]: se estima por la virtud y de
gran precio la vergüenza y el callar en las buenas mujeres:
[...] en el rostro traen escrita su honestidad [...]»
,
etc. (Jardín de
divinas flores, Madrid: Laurencio de Avala, 1599,
BNM:
R. 29297: Fol. 1rºb-1vºa).
56
Véase por ejemplo F. Dunand, Le culte d'Isis, 1, p. 227.
57
Sobre dicho tema, véase nuestro libro Otra manera de leer el «Quijote», pp. 222-223. Véase además, entre varios comentarios sobre este juego metafórico, el de Michel Moner, Cervantes conteur. Écrits et paroles, Madrid: Casa de Velázquez, 1989), pp. 25-26.
58
Lo de la borra viene a acentuar el carácter insustancial del libro. En efecto, si en ese sentido propio de la palabra, la borra es el pelo corto que tiene la res y se utiliza para llenar pelotas y cojines, también se emplea el término para designar la hez, lo que carece de valor, lo que no tiene sustancia.
59
Acerca de los
martirios de Sancho, véase II, 69, p. 561 (dos veces): II, 70, p. 563; II, 70, p. 565.- Es el propio don Quijote quien le
dice: «[...] ten paciencia, hijo, y da
gusto a estos señores, y muchas gracias al cielo por haber
puesto tal virtud en tu persona que con el martirio della
desencantes los encantados y resucites los
muertos»
(II, 69, p. 561).
60
Véase lo que hemos apuntado con relación a Fray Diego de Alcalá, por ejemplo (Otra manera de leer el «Quijote», pp. 284-285).