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21

Claude Kappler, op. cit., págs. 217-221, recuerda que el monstruo es una manifestación de desorden, mientras que la Naturaleza es el punto de referencia para la monstruosidad por cuanto es perfecta, y aduce textos de san Agustín en los que Naturaleza y orden están ligados con la idea del bien y el desorden es imagen del mal.

 

22

Ed. cit., pág. 164.

 

23

Véase para la figura de Melia en relación con la cueva el estudio de Juan Manuel Cacho Blecua, «La cueva en los libros de caballerías: la experiencia de los límites», en Pedro M. Piñero Ramírez, ed., Descensus ad inferos. La aventura de ultratumba de los héroes (de Homero a Goethe), Sevilla: Universidad, 1995, págs. 99-127, especialmente págs. 109-110. Y lo dicho y recogido en bibliografía por Aurora Egido en sus trabajos sobre las cuevas cervantinas: Aurora Egido, «La cueva de Montesinos y la tradición erasmista de ultratumba» y «La de Montesinos y otras cuevas» en Cervantes y las puertas del sueño. Estudios sobre «La Galatea», el «Quijote» y el «Persiles», Barcelona: PPU, 1994, págs. 137-178, 179-224. En la pág. 200, nota 57, la autora recuerda la transformación de bella en bestia de Melia en su proximidad a los arquetipos de la Magdalena o de santa María Egipciaca, y no se le escapa el parentesco con las horrendae Sybillae de la Eneida VI, 98.

 

24

Jacques Le Goff, «El desierto y el bosque en el Occidente medieval», Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Barcelona: Gedisa, 1985, págs. 30-31.

 

25

Puede leerse el texto en Tomás Moral, «Otras aportaciones al eremitismo peninsular», en España eremítica. Actas de la VI Semana de Estudios Monásticos, Pamplona: Aranzadi, 1970, págs. 653-660.

 

26

José Luis Alonso Hernández, Léxico del marginalismo del Siglo de Oro, Salamanca: Universidad, 1976.

 

27

Trae datos interesantes William A. Christian Jr., Religiosidad local en la España de Felipe II, Madrid: Nerea, 1981, págs. 136-137.

 

28

Tomo el dato del estudio de la nota anterior, pág. 325, nota 51. Tampoco deja lugar a dudas esta pregunta del Manual de confessores y penitentes (1566) de Martín de Azpilcueta, aducido igualmente por Christian: «Si propuso falsas reliquias de sanctos para que las adorassen; o ofreció imagines votivas de falsos milagros a la imagen del crucifixo, o a la de nuestra señora, o de otros sanctos, para que los otros, provocados por ella, offreciessen, o para ofrecer comprassen otras tales, y con ello se ganasse» (Ibidem, págs. 130-131).

 

29

Ángel Gómez Moreno y Teresa Jiménez Calvente, «A vueltas con Celestina-bruja y el cordón de Melibea», Revista de Filología Española, 75 (1995), págs. 85-104.

 

30

Maria Leonor Carvalhão Buescu, ed., Copilaçam de toda las obras de Gil Vicente, Lisboa: Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 1983, págs. 239-240. No debe olvidarse la circunstancia festiva para la que fue escrita la pieza: el parto de la reina Catarina en 1527, que favorece, como en toda ocasión de natalicio real, las asociaciones con el paraíso y la buena fortuna ligados al recién nacido.