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181

Se dirá que esto resulta del criterio que hemos adoptado para la clasificación de los Modos. Pero señálese otro medio de clasificación que dé diferente resultado. Se puede decir, es verdad, dudábamos si continuarían por algún tiempo más las negociaciones. Pero el adverbio dubitativo si, que tiene un régimen peculiar, introduce aquí una diferencia importante. Así es que en se duda que continúen las negociaciones, sustituyendo si a que decimos dudo si continuarán, por el régimen indicativo del adverbio, podemos pues decir por la misma causa: «Se dudaba si continuarían». Aquí sí que son idénticas las circunstancias influyentes, puesto que sólo varía la idea de tiempo. Lo que parecía, pues, una objeción, es una nueva confirmación de que continuarán y continuarían pertenecen a un Modo idéntico.

 

182

Otras objeciones podrán hacerse a lo que yo establezco sobre la forma en ría; pero me lisonjeo de que en el capítulo XXVIII, que trata del significado de los tiempos, se verán convertidas en nuevas pruebas del valor indicativo de esta forma.

 

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Estas formas introducen en la conjugación castellana algunos embarazos y dificultades de que yo hubiera podido desentenderme siguiendo el ejemplo de otros; pero el uso que se ha hecho de las ediciones anteriores de esta gramática para dar ciertas reglas sobre la materia, aunque pocas veces con la exactitud y precisión necesarias, me hace creer que mis trabajos en esta parte no han sido del todo infructuosos, y me alienta ahora a dilucidarlos y mejorarlos en lo posible.

Para que se aprecie lo que ello importa, obsérvese que en muy estimables escritores se confunde a veces la forma en ase, ara, ese, era, del subjuntivo común, con la en ere, are, del hipotético, diciendo, por ejemplo: Si alguien llamase, le abrirás; Si llegase a tiempo, le convidaré. La diferencia que yo en este punto señalo no depende de ninguna teoría, porque es la práctica de los mejores tiempos de la lengua, y la ordinaria entre los que hablan y escriben correctamente en el día.

«Podemos dar a los lectores menos instruidos una regla que los preservará de caer en una confusión de Modos y tiempos, que va cundiendo, sobre todo entre los americanos:

»Siempre que a la forma en ase, ese vemos que consiente la lengua sustituir la forma en are, ere (acerca de lo cual no cabe error en los que tengan por lengua nativa la castellana), podemos estar seguros de que esta segunda es la forma propia».

 

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Lo mismo se extiende mutatis mutandis al pretérito y ante-presente de los demás verbos: «Se ha construido un dique de piedra que ataje las avenidas del río»; «Se construyó un dique de piedra que atajase o atajara», etc.; «pero las grandes lluvias del último invierno lo han destruido». En el primer caso es admisible, aunque no tan propio, atajase o atajara; en el segundo caso no cabe decir sino atajase o atajara.

 

185

Véase la Nota XIV.

 

186

La proposición subordinada donde se les etc., modifica al adverbio allí. Suprimido este adverbio, lo envolvería el relativo donde, y la proposición subordinada modificaría directamente al verbo florecen.

 

187

Aquí se trata sólo de los tiempos simples. De los compuestos (que propiamente no pertenecen a la conjugación material) hablaremos más adelante.

 

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Esta doble raíz aparece con evidencia en todos los verbos castellanos regulares e irregulares, y recuerda un hecho histórico de nuestro idioma. Modificando éste ligeramente las inflexiones latinas en los tiempos pertenecientes a la raíz general, abandonó a la lengua madre en el futuro de indicativo, y creó además un pos-pretérito, tiempo desconocido en latín. Sirviose para ello del infinitivo, combinándolo con el presente y co-pretérito de indicativo de haber: compraré es comprar he; compraría, comprar hía o comprar había. Así es que solían separarse a menudo los dos elementos: «Casarme he con ella, encerrarela, harela a mis mañas» (Cervantes). «Si Dios no concediese a algunos las prosperidades que le piden, parecerles hía que no estaba el darlas en su mano» (Rivadeneira). «Si me quisiésedes bien, holgaros híades de mi partida, porque voy al Padre» (Granada). La resolución del pos-pretérito es anticuada; pero la del futuro no sonaría mal en verso.

Los otros dialectos romances han seguido el mismo camino que el nuestro en la formación de sus futuros y pos-pretéritos de indicativo.

 

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Es preciso advertir a los niños chilenos que no deben decir is por éis, como lo hace la plebe, pronunciando verbigracia juguís por juguéis, tenís por tenéis, ni imos por emos en el presente de indicativo de la segunda conjugación: verbigracia tenimos por tenemos.

Se les ejercitará particularmente en conjugar ciertos verbos en que la gente no educada, y aun la que lo es, suelen cometer faltas graves. Dénseles, por ejemplo, a conjugar: 1.º verbos de la primera conjugación en iar, que muchos conjugan mal, verbigracia, yo copéo, tú copéas, yo agravéo, tú agravéas, como si el infinitivo fuese en ear; 2.º verbos de la primera conjugación en ear, cuyo pretérito de indicativo se corrompe, diciéndose, por ejemplo, yo pasié por yo paseé, como si el infinitivo fuese pasiar; 3.º verbos cuya raíz termine en vocal: sus co-pretéritos de indicativo suelen acentuarse mal, pronunciándose, verbigracia poséia en vez de poseía.

 

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Sigo, siga, son inflexiones irregulares, pero no porque suprimen la letra muda u, sino porque cambian al sonido e de la raíz en i.