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Algunos extienden la misma regla a los verbos en chir, de los cuales no conozco otros que henchir y rehenchir, pero son bastante comunes, no sólo hinchió, en que la supresión de la i pudiera hacer que se equivocase a henchir con hinchar, sino hinchieron, hinchiera, etc.

 

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Impedir viene del latino impedire, que no es compuesto de petere (pedir) sino de pes, pedis (el pie). Por el contrario, competir no es, en castellano, compuesto de pedir, aunque viene de competere, que en latín lo era de petere. En el asunto presente la estructura material es la consideración que importa.

 

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Aunque consideramos como esencial el estudio de las afinidades de las formas verbales, el preceptor, si lo cree conveniente, podrá no exigirlo a los alumnos de limitada inteligencia; sustituyendo a él un continuado ejercicio en los verbos irregulares de cada clase, según sus respectivos modelos.

 

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Véase la Nota XI.

 

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Mecer es regular en el día; Lope de Vega y otros lo conjugaban como irregular de esta primera clase: mezco, mezca76-IV.

 

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Este verbo pertenece hoy a la primera clase, pues se dice yací, yaciste, etc.; yaceré, yacerás, etc.; yaciese o yaciera, yacieses o yacieras, etc.; yaciere, yacieres, etc.; pero en lo antiguo era mucho más irregular, como después veremos.

 

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Esta especie de anomalía de los verbos, se debe a la influencia del acento, sobre la cual se ha dicho lo bastante en el capítulo XII, k. La conversión de la vocal simple en diptongo, bajo el acento, era aún más frecuente en lo antiguo, pues solía decirse cuende per conde, huebra por obra, etc.

 

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Prehender no es en realidad compuesto hender (findere), sino verbo simple (prehendere o prendere).

 

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Los americanos solemos hacerlo irregular de esta especie, yo aniego, tú aniegas, y aun hemos formado el sustantivo aniego (inundación); pero en los escritores peninsulares no he visto otras formas que las regulares anego, anegas76-I.

 

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Hay cierta propensión a introducir el diptongo ié, ué, que constituye la irregularidad, en todas las inflexiones verbales y en el infinitivo, participio y gerundio; convirtiendo, por ejemplo, a dezmar, adestrar, amoblar, en diezmar, adiestrar, amueblar, que se conjugan como amar, sin irregularidad alguna.

La Real Academia reconoce ambas formas, pero prefiere diezmar, adiestrar, amueblar. Reconoce asimismo dezmero y diezmero; y conserva sin alteración dezmable, dezmeño, dezmería. De adestrar conserva también los derivados adestrados, adestramiento.