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Se extrañará que no se comprenda entre los participios al que se distingue con el título de activo, terminado en ante o ente, como amante, leyente. Pero aunque los llamados participios activos se derivan de verbos, no son verdaderamente derivados verbales, esto es, que participen de la naturaleza del verbo y tomen sus construcciones. Éranlo sí en latín, donde se decía amans virtutem como amo virtutem. En nuestra lengua, al contrario, no podría jamás decirse amante la virtud, como se dice amo, amar, amando, he amado la virtud. Nuestros verbos y derivados verbales se construyen con afijos o enclíticos: le amo, amarle, amándole, le habré amado; le leo, leerle, leyéndole, le habré leído la carta; ¿podría jamás decirse amántele, leyéntele la carta? Es visto, pues, que los tales participios son meros adjetivos. No tenemos en castellano participio alguno activo, fuera del que se construye con haber y a que he preferido llamar sustantivado, porque siempre lo está, y tiene significado y régimen activo, cuando el verbo de que se deriva lo tiene135.

 

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Eran conocidas estas formas compuestas en los mejores tiempos de la lengua latina. En Cicerón leemos: Clodii animum perspectum habeo, cognitum, iudicatum. - Quod me hortaris ut absolvam, habeo absolutum. - Omnes habeo cognitos sensus adolescentis. - De Caesare satis dictum habeo. Pero los latinos no usaron nunca este participio sino como adjetivo. En el último ejemplo, que se cita en contrario, satis es sustantivo neutro que concuerda con dictum; y de que su verdadera naturaleza es de sustantivo no cabe duda en vista de frases como éstas: Sat patriae Priamoque datum. - Satis causae ad obiurgandum erat. - Satis iam verborum est.

 

283

Como profecti erant en latín.

 

284

Amabantur, timebantur.

 

285

Harto, harta, como verdadero participio adjetivo, es anticuado: «Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos».

 

286

En Cervantes ocurre este pasaje: «Limpias pues sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmádose a sí mismo, se dio a entender», etc. Pero nadie, a mi parecer, dudará que o debió haberse principiado por «Habiendo pues limpiado sus armas», o que precediendo «Limpias pues sus armas», era preciso «hecha del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmado que se hubo a sí mismo».

 

287

Porné, pornía, anticuados, por pondré, pondría; como terné, ternía; verné, vernía.

 

288

No se crea que es una trasposición cualquiera la de estos pasajes; es la trasposición de una frase interrogativa indirecta, y por eso es siempre regida de verbos que significan actos del entendimiento o de la palabra, como se ve en los anteriores ejemplos y en los que agrego aquí para poner en claro la naturaleza de este giro, que nadie ha explicado hasta ahora: «Ya se ha dicho de la mala manera que Cardenio estaba vestido» (Cervantes); «Viendo que ya el don estaba conseguido y con la diligencia que don Quijote se alistaba para cumplirlo» (el mismo); «La mujer echó de ver con el cuidado que la miraba» (Mateo Alemán); «Quise entonces decir a mi señor de los trabajos que le había sacado» (el mismo); «Este ejemplo no sólo prueba que haya este conocimiento, sino declara también de la manera que es» (Granada); «Si Apolonio rodeó mucha parte del mundo por ver a Hiarcas en un trono de oro disputando del movimiento de los cielos y de las estrellas, ¿qué debían hacer los hombres por ver a Dios enseñándoles, no de la manera que se mueven los cielos, sino cómo se ganan los cielos?» (el mismo).


«¡Muy lindo Santelmo hacéis!
¡Bien temprano os acostáis!
¡Con la flema que llegáis!».


(Lope de Vega)                


 

289

Hoy se diría donde o en que.

 

290

Corresponden a lo que en gramática latina se llama ablativo absoluto.