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311

Acentuamos en esta edición como indica Cuervo, porque coincide con las actuales reglas académicas, excepto en el caso de huir, destruir y otros infinitivos, en que la Academia no ha considerado necesario el acento. (Comisión Editora. Caracas)

 

312

García Icazbalceta, Bibliografía mexicana del siglo XVI, pp. 226-7. El hecho consignado por el padre Córdoba se refleja con singular claridad en la ortografía de Santa Teresa, castellana vieja; la cual constantemente pone ç intervocal en todas las palabras que los impresores de su tiempo escribían con z: diçe, açe, desaçe, boçes, raçon, grandeça, luçe, goça; y omite la h de hacer, hago, hallar, harto, hasta, huir, etc. Semejante conformidad me inclinan a creer que la Santa representaba con la j el sonido de x, pues con aquél signo escribe siempre las voces dexar, lexos, debaxo, baxo, etc., lo mismo que mejor, ojo, juego, Jesús, jente, ánjel, etc. Para esta observación me refiero a las ediciones en facsímile de los autógrafos de la Vida, las Moradas y las Fundaciones. [Adición manuscrita del mismo Cuervo al ejemplar en su edición de 1907: «Fundaciones: donçellas, treçe, veçes, regoçijo, trajo, yja, dijo, fijaba, ymaginar, jeneral, jamás, sujeta, enojar»]. (Comisión Editora. Caracas)

 

313

«Il Signor Diego Urtado di Mendozza» se lee en la dedicatoria de los Dialoghi di M. S. Speroni, Venecia, 1543 (y lo mismo en muchos otros libros); así que ésta era la ortografía fonética de Mendoça. A la inversa en los libros españoles se escribía Abruço (Abruzzo), Galeaço (Galeazzo). [Adición manuscrita del mismo Cuervo en el ejemplar de su edición de 1907; «Mendozza = cozza, sozza. Tansillo, cap. XXI (p. 334, Nápoles 1870). Rosasco en su Rimario lo trae de igual manera»]. (Comisión Editora. Caracas)

 

314

Como se ve, el caso de acento, conocer es idéntico al de entonces, lança.

 

315

Que en el Quixote (1605), la x representaba su antiguo sonido, lo da a entender el amexi del capítulo XLI, que en árabe se escribe con shin. Los editores modernos, con el acierto que suelen, han puesto ameji.

 

316

Alfonso de Ulloa en su edición de la Silva de varia leción de Pero Mejía (Venecia, 1533) dice: «Al discreto lector se auisa que no pronuncie las haspiraciones (digo por declararme más la letra h), sino en aquellos nombres y uerbos que los Latinos acostumbran escreuirlos con f».

 

317

Por ejemplo, en el Parnaso de Quevedo, edición de 1650 se halla jablar, mogino, gijo (pp. 253-4).

 

318

Esta nota resume las Disquisiciones sobre antigua ortografía y pronunciación castellanas, que publiqué en la Revue Hispanique, t. II, pp. 1-69, donde se hallan los comprobantes necesarios; aquí he añadido algunos que se me han deparado después.

 

319

Valdés, practicando una regla de Nebrija, decía en la primera mitad del siglo XVI: «Cuando escribo para castellanos y entre castellanos, siempre quito la g, y digo sinificar y no significar, manífico y no magnífico, dino y no digno; y digo que la quito, porque no la pronuncio». Don Antonio Agustín escribía a Zurita en 1578: «En las orthographías y puntos Vuestra Majestad hará lo que mandare; a mí mal me parece que se escriva de una manera y se hable de otra, como en la lengua francesa; y pues ninguno dize scripto, ni docto, ni sciencia, ni presumpción, no hay para qué escrivillo». Por todo lo cual se ve la sinrazón con que los preceptistas llaman licencias poéticas a estas pronunciaciones naturales de nuestros antiguos poetas.

 

320

Véase Caro, Ortología y Métrica de Bello, apéndice VI, reglas 12 y 13.