1
La grafía moderna es «Jimeno» pero ella firmaba con la «G» como puede verse en el autógrafo de Una Eva moderna. Críticos como Bianchi, Bieder y Sánchez Llama mantienen la grafía decimonónica. La segunda parte del apellido la toma de su esposo, como era práctica común en la época.
2
Bieder y Bianchi coinciden en subrayar la confusión sobre su fecha de nacimiento. Parece casi seguro que Gimeno alimentó la duda mintiendo sobre su edad. La crítica maneja diferentes fechas que oscilan entre 1850, 1852 y 1860 siendo esta última la más improbable pues entonces habría escrito el artículo «A los impugnadores del bello sexo» a la edad de nueve años (Bianchi, 2007: 92). Su fecha de nacimiento sería más bien 1852 -como sugiere el prólogo de Leopoldo Augusto Cueto a La mujer española- o incluso 1850, como apunta Bianchi al calcular que la autora quizás se quitaba diez años.
3
Este capítulo se centra específicamente en su extensa producción ensayística que ha recibido poca atención crítica a pesar de la contundencia del proyecto feminista presente en estos textos. Se manejan aquí los ensayos La mujer española. Estudios acerca de su educación (1877), La mujer juzgada por una mujer (1882), Madres de hombres célebres (1884), Civilización de los antiguos pueblos mexicanos (1890), Mujeres de la Revolución Francesa (1891), Mujeres. Vidas paralelas (1893), Evangelios de la mujer (1900), La mujer intelectual (1901), El problema feminista (1903), Mujeres de raza latina (1904), La Virgen Madre y sus advocaciones (1907), Mujeres de regia estirpe (1907) e Iniciativas de la mujer en higiene moral social (1908). Se alude también al manual de etiqueta titulado En el salón y en el tocador (1899) y a su última novela Una Eva moderna (1909) que aborda específicamente la cuestión del voto y la emancipación femenina.
4
Cfr. nota 16.
5
Una idea que ya había sido sugerida por Arenal en La mujer de su casa: «¿Será la mujer más espontánea y menos reflexiva; adivinará más y observará menos; su acción será más extensa y menos intensa, más perseverante y menos fogosa, con más facultades receptivas y menos poder creador...?»
(1974e: 269). Clarín se expresaba de una manera similar al apuntar la naturaleza complementaria y opuesta de los sexos reforzando la creencia de que éstos no sólo eran distintos en su fisiología sino en su forma de conocimiento y su visión del mundo: «La mujer siente más; el hombre, activo, rico de experiencia, piensa, sabe más; pero no sabe mejor, porque la mujer sabe amando, penetra más sutilmente en la naturaleza de las cosas»
(González Molina, 1987: 492).
6
Una visión que no difiere mucho de la hipótesis psicoanalítica propuesta por Lichtenberg que plantea la existencia de una mirada matricial que se define como antítesis de la visión fálica, asociada a las sensaciones táctiles y de movimiento y a la unión con la madre en vez de la castración (1995: 7).
7
Así lo percibe también Luisa Muraro al considerar que «el origen de la vida no es separable del origen del lenguaje»
(1994: 49) porque éste último procede de un pacto con lo real que se contrata a través de la madre.
8
Subtítulo de su primera novela Victorina o el heroísmo del corazón.
9
Emmeline Pankhurst fue la fundadora del Women's Social and Political Union y en 1905 ella y otros miembros de la asociación llevaron a cabo una sonora protesta frente al parlamento inglés. Fueron detenidas y sometidas a juicio y algunas iniciaron una huelga de hambre en prisión siendo alimentadas a la fuerza.
10
La palabra suffragette apareció por primera vez en el Daily Mail el 10 de enero de 1906 para distinguir a las mujeres militantes que utilizaban la acción directa para hacer campaña por el voto frente a las «sufragistas» más pacíficas que preferían utilizar los métodos legales a su alcance (Rosen, 1974: 65).