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Heroísmos ignorados

Concepción Gimeno de Flaquer





Desconócense muchos heroísmos que pasan inadvertidos, heroísmos modestos que no tienen resonancia como los hechos de armas, porque no producen cual ellos un ruido estridente y estentóreo.

Hay heroísmos de los cuales jamás se han ocupado ni Homero ni Plutarco, que han sido los cantores por excelencia de los héroes; heroísmos de los cuales no nos hablan tampoco las Heroidas de Ovidio: uno de estos heroísmos ignorados, es… el heroísmo de la mujer fea.

El martirio de la fea es superior al que sufrieron los mártires del cristianismo, porque la mártir cristiana se inmolaba por un Dios, del cual había de recibir el premio, mientras la fea es inmolada por los hombres, de los cuales recibe el castigo de la indiferencia, el castigo del desdén, que es el más fuerte de los castigos.

La fea no tiene puesto en el banquete universal, porque es excluida de todas partes. A la fea le está negado el amor, que es el deleite de la vida. La fea no ha vivido en el paraíso de las almas, porque no ha respirado la embalsamada atmósfera de los más poéticos sentimientos; para la fea el mundo es el caos.

La fea recorre lodos los calvarios, apura hasta las heces el cáliz de todas las amarguras, devora los mayores dolores y está condenada a sufrir el espantoso suplicio de Tántalo.

La fea no conoce el telescopio del amor, porque nadie ha tratado de acortar distancias con ella; ignora el poder del telégrafo, porque no ha llegado a sus ojos la electricidad de una mirada; jamás oyó más música que la instrumental, porque la música de la voz humana, tan sublime cuando la dulcifica un tierno afecto, no penetró nunca en su órgano auditivo.

El amor arrulla el corazón y halaga el amor propio: una mujer que no ha sido amada, no ha tenido juventud.

¡Cuán triste es la vida de la mujer fea!

¡Nadie quema incienso en sus altares!

Nadie sabe si su alma atesora hermosas perlas, porque los más valientes buzos, esos que no se espantan ante los arrecifes del océano, retroceden ante las sinuosidades de un rostro feo. Son pocos los seres que se atrevan a echar anclas en las lagunas de la fealdad para esperar lo desconocido, aunque les aseguren que será bello.

Cruel es la humanidad con la fea, como ha sido el destino: si la hermosa llora, todos los hombres se conmueven, todos envidian la batista que ha de secar sus ojos; mientras que el llanto de la fea no inspira más que risa, porque las lágrimas que embellecen a la hermosa, y hasta la idealizan, no hacen más que poner en ridículo a la fea. Todos subliman la sensibilidad de la mujer bella, y censuran con acritud la sensibilidad de la fea.

¡Oh injusticia humana! tú encuentras embelesadora la expresión del pesar en el rostro de una bella, y esa misma expresión te parece grotesca cuando la adviertes en el semblante de la fea!

Según hemos oído decir a algunos hombres, la fea no debe sonreír, porque su sonrisa es una mueca. ¿A qué queda reducida la fea si le niegan la facultad de sonreír y la de llorar? El llanto y la sonrisa son dos de los más nobles atributos de la familia humana.

A la fea no solo le está vedado el inspirar amor, sino hasta sentirlo. Una fea enamorada excita la hilaridad; porque según opinión de algunos, la fea no es una mujer, es un fósil.

El corazón de la fea no puede dilatarse nunca, ha de estar oprimido por el temor; la ternura de la fea no ha de desbordarse jamás, ha de estar encauzada en un estrecho cauce, ha de volver al manantial de donde brotó, y las flores de su alma no pueden asomar su corola, porque si el mundo las viese, las arrancaría como planta maldita.

¡Hombres, apiadaos de la fea, ya que no podéis comprender, su desgracia! Para comprenderla, necesitaríais que vuestra alma hubiese trasmigrado alguna vez al cuerpo de la mujer que describo. ¿Qué es virtud? Vivir resignada, siendo fea. ¿Qué es heroísmo? Contemplar a una mujer hermosa, siendo fea, y no sentir despedazado el corazón.

¿Qué es bondad? Oír un coro de aplausos tributados a una mujer bella y no estallar de dolor!

¿Qué es generosidad? Tener amigas bonitas siendo fea.

¿Quién es el ser que posee el más alto grado de indulgencia entre todos los mortales? La fea que perdona a una mujer linda. La fea es un ser intermedio entre los seres celestiales y los seres humanos. No se sabe dónde colocarla, porque no alcanza a los primeros y sobrepuja a los segundos. Hay que hacer con ella lo que hacían los paganos con los héroes, que pareciéndoles demasiado declararles dioses y poco declararles hombres, los convertían en semidioses.

Decididamente la fea merece el título de semidiosa, porque tiene el heroísmo de no suicidarse.

Si los hombres no fueran tan aturdidos, y se detuviesen a estudiar las cualidades de la fea, no la pospondrían a la bonita. La fea, aun cuando sea pequeña de estatura, tiene generalmente alta talla intelectual; la costumbre de vivir aislada le hace ser meditabunda, y la meditación desarrolla su entendimiento. La conversación de la fea es casi siempre chispeante e ingeniosa, porque la fea, convencida de que no ha de atraer por su rostro, intenta cautivar por su inteligencia. La fea es hacendosa, porque como aborrece los espejos, no pierde con ellos el tiempo que la bonita derrocha. La fea hace labores de adorno, toca el piano y es muy instruida.

La fea encuentra tiempo para todo, porque como los teatros, paseos y soirées son palenques de la hermosura, no acude a ellos.

La fea razona discretamente; acostumbrada a vivir más dentro de sí misma que en la vida exterior, es pensadora, reflexiva, juiciosa, y sus opiniones son hijas de la justicia, porque todo lo pesa en la perfecta balanza de su buen criterio.

La fea suele ser elegante en el atavío de su persona y en sus maneras, de las cuales se cuida más que la hermosa.

Imagínanse algunas hermosas que con el prestigio de su belleza pueden prescindir de todo, hasta de tener educación.

La fea es atenta, fina, cortés, y sobre todo, muy agradecida. Dirigid una frase amable a una bella, y creerá contestarla cumplidamente con un gracioso mohín, mas ni se fijará apenas en quién se la dirige, porque está acostumbrada a que todos sean sus vasallos, y cree merecerlo todo, y todo le parece poco: dirigid una frase afectuosa a la fea, y os guardará gratitud eterna.

Los hombres de mundo no desatienden a las feas, porque saben que ellas se dedican a cultivar el talento; las frases que pronuncia una fea tienen gran fuerza; son siempre escuchadas, y suelen formar o destruir la reputación de un hombre de mérito.

Donde la fea muestra gran lujo de originalidad es en el estilo epistolar: las cartas de la fea están esmaltadas de caprichosos giros, están saturadas de elegancia e interés. Y es que la fea, lejos del escenario social, donde solo le esperan derrotas, se considera dueña de la situación, y no estando en berlina como lo está ante las mujeres hermosas, puede lucir toda la gracia, coquetería y fina desenvoltura que ella posee. La fea no tiene partido en sociedad, pero lo tiene en el hogar. ¡Cuántas veces se ve la mujer hermosa sin más compañía que sus espejos, mientras la fea está rodeada de amigos! La fea deja de serlo para estos, porque la amistad de la fea es amena, tierna y consecuente. La fea es tan constante en sus afectos como voluble suele ser la hermosa.

En resumen: un hombre de talento, o un hombre delicado que no adore los efímeros encantos materiales, será muy capaz de amar a una mujer fea. Entonces, ¿por qué compadecer tanto a las feas? -me preguntaréis.

Hay que compadecer a la fea, porque están en inmensa minoría los hombres superiores, capaces de amarlas.

Hay que compadecer a la fea, porque son raros los hombres spirituelles y los hombres espiritualistas, únicos que podrían apreciar sus méritos.

¡Mujeres feas! No me agradezcáis esta defensa porque es interesada.

Yo siento infinita ternura hacia vosotras porque figuro en vuestras filas.

Yo soy de un feo muy subido, soy archifea: en el mundo de las feas soy pleonasmo viviente, mi fealdad es superlativa; pero soy una fea incomparable, porque tengo el valor de confesar mi fealdad.

Ya veis, mis queridas feas, que al defenderos a vosotras se ha defendido a sí misma.





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