Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

121

Bibliotheca Americana, catálogo razonado de la casa Maisonneuve, París: arreglado por Ch. Le Clère, 1867. Págs. 260-261.

Tuvimos noticias que un ejemplar se conservaba en cierto archivo de la iglesia catedral de Lima, y llevados del natural deseo de registrarlo, solicitamos para el encargado de conservarlo una carta del general Mendiburu, hombre muy bien relacionado en aquella ciudad y cuyo Diccionario honra a las letras peruanas; más, aunque los términos de la carta eran empeñosos, se quiso reducir el asunto a autos. Viéndonos así obligados a desistir. Posteriormente logramos la oportunidad de consultar la obra en la B. del Museo Brit.

No estará de más tampoco, ya que se ofrece la materia de por sí, que sepan nuestros aficionados a la antigua literatura americana y que sueñan con las riquezas que creen encierran las bibliotecas conventuales de la ciudad de los Reyes, que hoy, a excepción de San Francisco, donde existen algunos libros teológicos, y de los Descalzos, donde no se permite a nadie la entrada, en todos los demás sólo se conservan noticias de pasadas grandezas. Ahora, en cuanto a la Biblioteca Pública, no se puede estudiar en ella por la falta de catálogo, y según parece, cuanto bueno encerraba va desapareciendo, o por incuria, o por poca honradez de los visitantes. Muchas veces nos ha sucedido encontrar obras a las cuales se había arrancado la página que se quiso consultar.

 

122

Por equivocación dice Montalvo, obra citada, que fue después del embarque de los religiosos cuando se avistó con Garcilaso, como se verá en las palabras que van a seguir.

 

123

Nos hallamos de acuerdo sobre este punto con el señor Mendiburu (Diccionario histórico biográfico del Perú, tomo 2.º, artículo Oré) que insinúa la misma opinión. Van enseguida algunos fundamentos de nuestro modo de pensar.

Oré hubiese partido para la Florida, era muy natural que los que posteriormente se ocuparon de referir las peripecias de la expedición de los misioneros franciscanos, hubiesen dejado traslucir algo de Oré, como que era el jefe, y como anteriormente lo habían verificada cuantos habían seguido sus pasos hasta el momento de la salida de los misioneros.

Así, por ejemplo, Cárdenas Ensayo cronológico, (pág. 181) después de contar que fray Luis «partió de Madrid para Cádiz a despachar veinte y cuatro religiosos de su orden, o ir con ellos a la Florida», se limita a terminar la relación del suceso con estas palabras: «de que fueron veinte y tres, como asegura Torquemada». Pero ya que alude a este escritor, justo es que acudamos a interrogarle en busca de detalles sobre el particular. Pues bien, fray Juan de Torquemada (Monarquía Indiana, 2.ª edición, 1723, tomo 3.º, pág. 354, es menos explícito todavía, agregando únicamente «que el año de 1612 fueron a la cultura de esta viña del Señor (la Florida) veinte y tres religiosos». Ni es más concluyente el mismo Garcilaso, pues ni siquiera se refiere en su Florida del Inca, cuando habla de los religiosos que han pasado a aquella tierra (cap. XX, pág. 268 edición en fol. de 1723) de la expedición de las veinte y tres franciscanos que venimos mencionando, pues, a pesar de que en la carátula del libro se promete relación de las cosas sucedidas hasta el año de 1722, sólo se llega en esta parte, hasta el de 1568.

Hay una circunstancia, en que debe fijarse la atención del lector, y es, que el número de misioneros que llegó a Cádiz fue de veinte y cuatro, sin contar a Oré, y que los autores recordados terminantemente expresan que en definitiva sólo salieron de Cádiz veinte y tres. Si esta particularidad la ligamos a la incertidumbre en que nuestro fray Luis se hallaba de ausentarse de España, no nos será difícil deducir que los dos religiosos que faltaron de los veinte y cinco, al embarcarse, uno de ellos fue Oré y el otro algún compañero suyo.

Piensa el señor Eyzaguirre que Oré pasó efectivamente al llegar en cuestión; al menos esto es lo que parece deducirse de los términos ambiguos en que habla por el momento: «Comisionado por el general de su orden para visitar la custodia de la Florida, pasó a desempeñar su cargo con fervor y desprendimiento ejemplar», Historia de Chile, tomo I, págs. 279-280; vaguedad que, como se deja comprender, proviene de que él mismo no sabía mucho sobre el particular.

Ramírez, por el contrario, que estaba mucho mejor informado, es terminando cuando dice (Cronicón Sacro-imperial, lug. cit.) que «Oré por los años de 1612 de vuelta de Roma, colectó una misión de veinte y cuatro religiosos... los que embarcó en Cádiz y al regreso para Madrid, etc.

 

124

Cronicón, Ibid.

 

125

Da noticia de este libro, Nicola Antonin, Bibliotheca Hispana nova, lug. Cit.: Relación de la Vida y Milagros del padre fray Francisco Solano, en 4.º Carvallo dice simplemente que «dio a la imprenta la Vida, etc.». Hist. de Chile. t. 8.º, p. 312. Agrega a estes datos el Cronicón sacro-imperial de Chile que la obra se imprimió en Madrid el año 1619.

La Estadística bibliográfica de la Literatura chilena asimismo no la enumera. Reinaga no menciona la presente entre las obras de Oré; ni Córdova Salina tampoco.

Del autor de la Vida de San Francisco Solano que se imprimió por segunda vez en Madrid en 1643 conocemos lo siguiente: «que en una cláusula de la Relación de la vida y milagros, etc., que imprimió, refiere que el convento de San Francisco de Lima está fundado en huesos de cantos religiosos, etc.». Este es el único pasaje que pudiéramos citar que contenga alguna alusión explicita al verdadero libre de Oré; sospechosas, sin embargo, nos parecen aquellas expresiones de cláusula y que imprimió, en cuanto por ella se le atribuye la paternidad del libro; porque en efecto más adelante aquel autor hace una marcada distinción entre la cláusula de un libre que escribió el padre Diego Álvarez de Paz (pág. 420) y la cláusula del libro que imprimió fray Luis J. de Oré. Esto demuestra pues la general ignorancia que aún respecte de los contemporáneos reinaba acerca de los trabajos de nuestro obispo.

 

126

Reynaga y Córdova. Biblioteca de oro, y Relación de la Fundación, etc.

Cronicón, lug. cit. A propósito de este libro de Oré, dice el religioso padre Ramírez, que ella (la Virgen) «le premió en esta vida sus servicios y obsequios con el obispado de la Imperial». Nicolás Antonio expresa que el libro fue impreso en Madrid, en 4.º, en 1619. Pedro de Alva y Astorga, que había consultado el libro de Oré, confirma este dato y agrega que la obra llevaba a su frente una imagen de la Inmaculada Concepción Militia Inmaculatae Conceptionis Virginis Mariae, etc., Lovanii, 1663, fol., p. 185.

 

127

Reynaga, obra citada.

 

128

Fray Lucas Waddingus, Scriptores Ordinis Minorum, p. 166. Fray Archangelus a Messona, al prestar a Oré su aprobación para que imprimiese el Rituale peruanum, dice simplemente a este respecto que «le ha sido referido que los obispos del Nuevo Mundo le habían aprobado las Conciones per annum y un Vocabularium indiomatum Indorum, y quizá de aquí proviene que otros bibliógrafos más de ligero hayan dado como empresa una obra sólo lista, para la publicación. Fray Juan de san Antonio en la obra Bibliotheca universa franciscana, etc., (impresa en Madrid en 1732, fol., [...]. 2.º, p. 298) dice simplemente refiriéndose a esta obra de Oré; devixit anno 1628.

 

129

«Lunes y 17 de agosto de 1620 se presentó por Su Majestad para esta iglesia en consistorio secreto la persona del Ilustrísimo Señor don fray Luis Jerónimo de Hort, de nuestra religión», es lo que trae el reverendo padre fray Joseph Torrubia en la pág. XIII y del Apéndice a su obra Crónica de la seráfica orden de San Francisco de Asís, Roma, MDCCLVI; con preferencia a la fecha fijada por Carvallo, (Descripción histórico-geográfica, t. I, pág. 312) 7 de abril del mismo año. Alcedo a decir que «Oré fue electo en 1620».

 

130

Al menos, afirma Reynaga que el año precedente de 1619 tenía aún estas funciones.