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261

Historia general del Reino de Chile, Flandes indiano, t. I, pág. 110.

 

262

Datos del B. P. Enrich, moderno cronista de los jesuitas en Chile.

 

263

Vicuña Mackenna, Introducción a la obra de Rosales, pág. XIII, t. I. Aunque en esta pieza, trabajada en vista de los apuntes del rebuscador cronista moderno de la Compañía en Chile, padre Francisco Enrich, puede decirse que se encuentra cuanto se sabe hasta ahora de Rosales, nos permitimos una que otra alteración sólo en vista de las exigencias del marco de nuestro libro.

 

264

Introducción citada.

 

265

Ovalle, Histórica relación, pág. 315.

 

266

Id., id. León Pirelo lo único que conocía de Rosales eran estas cartas publicadas por Ovalle. Véase el Epítome, t. II, col. 656.

 

267

Introducción citada.

 

268

Olivares, Historia de los jesuitas en Chile, pág. 397 y siguientes.

 

269

«A distancia de dos leguas del río de la Imperial y media del mar, camino de Tolten, se pasa la laguna de Budi, célebre por los indios que la cercan y por las islas que hace, donde se recogen los enemigos para defenderse de los asaltos y malocas de los españoles... El año de 1652 que dieron la paz estos indios de Budi, agrega nuestro autor, anduvo por todas sus islas y lagunas predicándoles el santo Evangelio a aquellos infieles y dándoles noticias de los misterios de nuestra santa fe, que nunca habían oído, y me recibieron muy bien y se baptizaron muchos». Historia, t. I, pág. 254.

 

270

Con motivo del alzamiento, el conde de Alba de Aliste, virrey del Perú, comisionó a don Álvaro de Ibarra para que siguiese en Chile tres causas, contra don Antonio de Acuña, contra los culpados en su deposición, y por fin contra don Juan de Salazar cuñado del ex-presidente. El año de 1658, don Álvaro, en cumplimiento de órdenes superiores hizo una especie de resumen de los autos para elevarlo al rey, y en esta pieza aparece en varias ocasiones la deposición del padre Rosales. Si hubiésemos podido conocer el expediente original, es casi seguro que hoy estaríamos en posesión de datos importantes sobre la vida de nuestro autor, porque, como es sabido, esas declaraciones contienen de ordinario la edad del declarante y varios otros particulares. Por desgracia, sólo ha llegado a nuestro poder el resumen del comisionado del virrey, intitulado Relación que hace a su Majestad el doctor don Álvaro de Ibarra ajustada a los autos que procesó y se remiten juntamente sobre el estado y abatimiento general de los Indios del Reino de Chile, del cual aparecen los pormenores que iremos dando y que revelan la vasta ingerencia que cupo a Rosales en los sucesos de esa época.

En lo tocante al militar aludido en el texto, expresa el jesuita: «Que se ha persuadido que Joan de Roa procedió con malicia en esta jornada, respecto de que a una india que se cogió en ella, hija del cacique nuestro amigo Lorenzo, quiso vender por esclava en Boroa, y que habiéndoselo impedido él y otros religiosos de la Compañía de Jesús, pocos días después la vendió por esclava en la ciudad de la Concepción, y llevándosela el comprador para que la examinase, aunque la india en su confesión dijo que su padre era cacique rebelado, el religioso la conoció y reconvino, diciéndolo que cómo decía que era su padre de los que se habían rebelado, si la conocía por haberla bautizado en Boroa, y sabía que era hija del cacique Lorenzo nuestro amigo, y entonces la india llorando respondió que Joan de Roa la había inducido respondiese aquello porque la comprasen, y que temerosa de alguna molestia negaba a su padre, y con esta noticia el comprador deshizo el trato, y sin embargo persistió en venderla Joan de Roa, pues doña María de Salazar, sin saber lo que había sucedido, hizo que este religioso se la examinase, y le encargó la conciencia, diciéndola que aquella era libre y que no podía ser vendida, etc.».