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361

Eguia y Lumbe, Último desengaño, fol. 2.

 

362

Córdova y Salinas, Crónica, pág. 216. -La relación aislada nunca la hemos visto.

 

363

Como togado y regalista de buen cuño, Concha se sobresaltó cuando en las preces del servicio divino supo que se nombraba primero a los prelados antes que al rey; llamó sin tardanza a los obispos de Santiago y Concepción y les hizo entender que, como estaba mandado por el concilio de Lima y se practicaba en esa ciudad, debían invertir el orden; y los diocesanos tuvieron que acceder.

 

364

A ser este mismo don Martín el que don Nicolás de la Cruz vio en Imola cerca de setenta años más tarde, debía ya encontrarse muy anciano. «Apenas salí de la posada a la calle, cuenta Cruz en sus Viajes, t. VI, pág. 60, cuando me encontré con más de setenta (de los jesuitas desterrados) entre ellos uno que había conocido en mis primeros años. Nos encaminamos a casa de don Martín Recabárren, donde me mantuve desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche, siempre visitado de estos buenos paisanos».

 

365

El original presentado por el autor a Fernando VI es hallaba hace algunos años en la biblioteca de don Claudio Gay. (Historia de Santiago, t. I, pág. 88).

 

366

Olivares, Hist. civil, pág. 64.

 

367

Villarreal era jesuita hemos dicho, y por eso no se olvida de recomendar al rey con instancias la propagación del instituto de Jesús en Chile. «Faltaría declara, a lo mucho que debo y venero a mi religión, si dejara de notar en aquel reino se ha considerado por un aliciente muy poderoso para atraer pobladores la fundación de los colegios de la Compañía de Jesús».

 

368

El señor Vicuña Mackenna, El Ferrocarril, abril de 1857.

 

369

Sobre el libro de Villarreal, puede consultarse un corto estudio publicado en La Aurora por el laborioso Camilo Henríquez.

 

370

Monde primitif, etc. París, 1781, t. I. pág. 535.