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Angelis, t. VI.

 

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Así consta del acta en que fue elegido diputado a las Cortes, en la cual se dice que en esa fecha (1809) era más o menos cincuenta de años. Amunátegui, Crónica de 1810, t. I, pág. 350.

 

533

Amunátegui, Crónica de 1810, t. I, pág. 350.

 

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Don Nicolás se casó ya viejo con una niña del medio pelo en Cádiz, la cual le gastó sus reales. Después de su muerte, sus cuadros, muebles, y especialmente su rico monetario fueron malbaratados en un remate. Véase la Hist. de Sant., t. I, pág. 89, en la nota.

 

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Tal vez este es el único lugar, o al menos el más adecuado en que podamos dar noticia de un trabajo con pretensiones de estar basado en la economía política, titulado España feliz con la extinción de las Rentas provinciales, subrogando en su lugar el real derecho de tres reales de vellón sobre la molienda de cada fanega de trigo, y un proyecto infalible para aumentar la agricultura y cría de ganado en virtud del Real Fomento. Escrito por don Marcos Alonso Gamero, general de la Renta del Tabaco y demás unidas del Reino de Chile.

Su autor, entusiasmado; como lo declara, con la lectura de la Miscelánea económico-política que don Miguel de Zavala y don Martín de Loymar dieron a luz en 1749 con el doble fin, según decían, de aliviar a los vasallos españoles y aumentar las entradas del real erario; habiendo tomado él mismo una parte activa, siendo muy joven, en la realización de las ideas propuestas por aquellos estadistas, pues había corrido el arzobispado de Toledo en averiguación de sus rentas; imaginó a su vez el proyecto de que venimos haciendo referencia. El trabajo de Gamero, bastante largo, fue enviado a la Corte de Madrid por don Ambrosio O'Higgins; pero no es exacto, como lo asevera el señor Vicuña Mackenna en su Informe sobre nuestro libro, que verse sobre la agronomía de Chile.

Algunos puntos de contacto con el trabajo anterior pueden encontrarse en la Representación al Ministro de Hacienda de España, hecha por el síndico del Real Consulado de Santiago sobre el estado de la agricultura, industria y comercio del Reino de Chile escrita por don Manuel Salas en 1796 y publicada en El Mercurio de Valparaíso de 1843 (núms. 4315 y sigts.). El escrito de Salas es bastante interesante y deja traslucir ya las huellas de un notable adelanto político y científico. El mismo don Manuel es autor de los Motivos que ocasionaron la instalación de la Junta de Gobierno en Chile y del Diálogo de los porteros, documentos que han sido publicados en el Espíritu de la prensa chilena, t. I, págs. 1 y 121.

Otro miembro del Consulado de Chile, don Anselmo de la Cruz leyó en la junta de 12 de enero de 1809 una Memoria «en la cual propone franca y calurosamente la libertad de comercio». Amunátegui, Crónica de 1810, t. I, pág. 92. Pero estos escritos, tanto por sus tendencias, como por los móviles que los dictaron pertenecen más bien a la historia de nuestra emancipación política. Sobre don Manuel Salas recomendamos la biografía publicada al fin de los Escritores chilenos de la independencia, Santiago. 1873, 8.º.

 

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Algunos suponen que en 1745, y aún Gay dice que en 1768 no tenía más de veinte y dos años; pero el obispo Cienfuegos, que lo trató personalmente, afirma que murió de más de noventa años, y según eso debió haber nacido, por lo menos, en el año que apuntamos.

 

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Santagata le atribuye equivocadamente por patria a Concepción.

 

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Cerca del cerrito de Bobadilla, de recuerdos en la historia de nuestra resolución. Don Diego Barros Arana así lo afirma en una carta dirigida a don Benjamín Vicuña Mackenna y publicada en los Anales de la Universidad. El señor Vicuña opina porque fue en la estancia donde hoy está Villa Alegre, en la confluencia del Putagan con el Loncomilla.

 

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En la obra más extensa que Molina publicó más tarde sobre el mismo tema, es cierto que no ha seguido igual método al de este Compendio; pero se hallan en él sus mismas citas, sus mismas observaciones, aún las mismas menudencias, cuanta particularidad curiosa existe en su libro capital, todo está allí. Es además su estilo el que allí se ve, algo tímido y embarazado, como que le faltaba la seguridad en sus conocimientos propios, que sólo vino a afianzar más tarde con el estudio de Buffon; pero su lenguaje reviste siempre la persuasión que le caracteriza.

Esta obra de Molina fue traducida al alemán en 1782 por E. J. Jageman, quien de propia autoridad la atribuyó a Vidaurre (Des Herrn abts Vidaurre Kurzgesazte geographische, natürliche und bürgerliche Geschichte des Königreiche Chile, Hamburg, 1782, 8.º). Mas, el traductor alemán de la Historia civil reivindicó para Molina el honor que lo correspondía haciendo notar el error de Jageman (Geschichte des Eroberang von Chile, Leipzig, 1791. 8.º, pág. 305).

Por lo demás, el mismo Vidaurre, haciendo de este Compendio, se expresa de la manera siguiente en su historia: «Su autor, chileno, enemigo de gloria, ocultó su nombre y no quiere que salga aún en ésta»...

 

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El Sag io sulla storia naturale fue reimpreso con un retrato del autor en una belli edición hecha en Bologna en 1812, en 4.º. Caballero cita un artículo de la Biblioteca Italiana de Milán de 1816, dando cuenta de esta edición, hoy poco común.