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ArribaAbajoDedicatoria a la ciudad de Chillán


No a ti, Apolo celebérrimo,
ni a vos Piérides bellas,
Eutherpe, Clío y Talía
os elijo por Mecenas
de esta mi Tucapelina  5
como suelen los poetas:
mas que nunca os enojéis
dando al cielo vuestras quejas
pues serán desatendidas
por injustas y altaneras,  10
al ver que a mejor Apolo
le consagro mi poema.
A ti, pues, mi noble, ilustre
ciudad de Chillán, que en fama
eres émula de Athenas,  15
de su célebre Aréopago
por tus leyes tan severas,
por la equidad y justicia,
circunspección y prudencia
de tu sabio magistrado,  20
por cuyas venas y arterias
corre y circula a porfía
tanto raudal de nobleza,
tanta sangre generosa
de la española grandeza.  25
A ti, pues, vuelvo a decir,
ciudad heroica y excelsa,
contra Zoilos y Aristarcos
imploro por mi Mecenas,
pues aunque fuese mi numen  30
perfecto cual Venus bella,
es la envidia tan voraz,
tan temeraria y tan ciega
que le mordiera el chapín
a no poder su belleza.  35
A ti, en fin, mejor Apolo
de la brillante asamblea
de tantas musas bizarras
que decoran y hermosean
ese Parnaso chileno43,  40
dedico la corta ofrenda
de aqueste tosco diseño
de la más plausible fiesta
que se ha visto en Tacapel,
—53→
ni en su comarca y frontera,  45
a ti te se debe todo
como patria amada y bella,
como madre de tus hijos
que en tu regazo sustentas;
pues de tu colegio salen  50
los padres y sus proezas.
Además destos motivos,
que hacen tuyo mi poema,
tiene la Tucapelina
su conclusión y su fecha  55
en tu más plausible día
que en todo el año se cuenta,
el veinte y cuatro de octubre,
en que la iglesia celebra
del arcángel Rafael  60
la grande y plausible fiesta,
por medicina de Dios
que su nombre se interpreta,
paraninfo y abogado
de bodas nobles y honestas;  65
en este plausible día
por mi sabia presidencia
de los ilustres cabildos
desta ciudad y frontera
se celebra la función  70
del gran apóstol de Armenia,
de las Indias Orientalas
y del imperio de Persia,
señor San Bartolomé,
a quien devota venera  75
por tutelar y patrón,
y alférez de las banderas
del sumo Rey de los Reyes
y señor de cielo y tierra;
para ilustre testimonio  80
y para memoria eterna
de aquel venturoso día
en que las armas del César
triunfaron gloriosamente
del poder de las tinieblas,  85
del araucano valor
y de la fiera pehuencha,
que infestaban la provincia
con terror de la frontera;
el estandarte real  90
se enarbola, y victorean,
¡Viva España, viva el Rey!
Por todo el aire resuena.
Fundaron esta ciudad
—54→
tan deliciosa y amena  95
el general Rui Garaboa
sobre los años setenta
de aquel siglo dies y seis,
poblándola la nobleza
del ejército español,  100
y reparándola está
de temblores y ruinas
segunda vez y tercera,
en honra de Dios y el Rey,
gloria de cielos y tierra.  105
De estos héroes famosos
descienden por mar y tierra
los Sepúlvedas, Acuñas
Riquelmes de la Barrera
Sotos, Garcías, y Pino,  110
Olivares y Contreras,
los Cerdas y Benavides
los Mardones y Fonsecas
y otras familias ilustres,
quienes vinculan y heredan,  115
la lealtad a su rey,
su valor y su nobleza,
su religión y piedad,
su pompa y magnificencia
que en la gran fiesta del ángel  120
todos los años ostentan.
Recibe, pues, este obsequio,
ciudad muy noble y excelsa,
que tus respetos me dictan
que mi gratitud me ordena,  125
que mi afecto te consagra,
que tus aras no desdeñan,
y por muchos siglos Vale
hasta que tengas imprenta.



  —55→  

ArribaAbajoPara un rato44



   Mas, tened, que voy perdido
porque ya todos me arguyen
que he faltado a mis empeños
si a salir de ellos me puse.

   Que si el blanco de mi intento  5
son las glorias que me incumbe
cantar de una Madre Virgen
reina del sol que nos cubre,

   El asumpto que he tomado
(aunque muy poco discurre  10
en tal ocasión mi ingenio)
es que en semejanzas funde;

   Proporcionando con ellas
las grandezas, las virtudes
de un cielo es quien su Criador  15
sus maravillas esculpe.

   Digo, pues, que vuestra Diosa
es de estas sierras cacúmen,
cuyas nevadas cabezas
en cristales se prorrumpen.  20

   La escarcha de aquestos montes
con propiedad se atribuye
a la Virgen de las Nieves
que en su lugar contrapuse.

   Porque se esparcen sus aguas  25
por diversos arcaduces,
para que todos se laven
y nuestras culpas se munden.

   Los rayos del sol divino
con soberana vislumbre  30
hieren sus cándidos pechos
para que sus aguas duren.
—56→

   A las aves que gorjean
en aquestas excelsitudes
los cielos les dan canciones  35
para que su canto emulen.

   Aquesta es la semejanza
que en mi introducción propuse
................................................
.......................alude45.  40

   Aquesta es la nieve pura
que divinas hebras bruñen,
aqueste el trepado46............
Que mi concepto introduce.

   Aquesta es la firme escala  45
de Jacob, no hay quien47.......
Pues hace por sus tramos
los serafines se crucen.

   Aquesta es la clara fuente
que de la más alta cumbre  50
baja a lavar nuestras culpas
para que en blanco se juzguen.

   Aquesta es la que en visión,
mujer vestida de luces
vio el amado coronista  55
sin interrupción de nube.

   El sol, luna y las estrellas
su sagrado vientre cubren,
y por alta providencia
a aquestos desiertos huye.  60

   Deja burlado al dragón
que juntamente concurre
a devorarle su pasto
entre los dientes que cruje.

   Aqueste es el monte santo  65
sobre cuyas nieves luce
trono del manso cordero
y el nombre que en él se esculpe.
—57→

   Sólo las vírgenes cantan
en cítaras y en adufes  70
a vista de aqueste monte
sacrosanto a todas luces.

   Aqueste es el sumo altar
adonde en primeras cruces
se dio en holocausto el hijo  75
al Padre de eternas lumbres.

   Aquesta es la primer mesa
donde el maná se conduce,
para que crezca la vida
y la muerte se sepulte.  80

   Todas aquestas proezas
finalmente se concluyen
con decir que por humilde
a ser la más grande sube.

   Y porque claro se vea  85
que la humildad sobrepuje
a todas las perfecciones,
narraré por que me escuchen.

   Ordena Dios se desprecie
al altivo que presume,  90
y a la vista del humilde
le dice al profeta: ¡surge!

   Pregunta el magno doctor.
Con su acostumbrado numen,
que por qué manda se eleve  95
cuando al más mínimo unge.

   ¿Tan grande era el pequeñuelo,
que es menester que se mude
de su asiento y se levante
para esta antigua costumbre?  100

   Sí, responde el santo, y dice
con razones que concluyen:
Magna excelsitudo humilium
Es el texto que prorrumpe.

   Porque la humildad es tanta  105
y de tal marca su cumbre,
que no hay profeta que llegue
por mucho que se apresure.
—58→

   Que a Cristo conforte un ángel
cuando en sus angustias sude,  110
está bien, pues que la muerte
aguarda que le ejecute.

    Pero, que para ser reina
la Virgen santa se excuse,
y esforzada de los cielos  115
¡el mesmo arcángel le ayude!..

   Aquesta es la maravilla
este el portento que arguye
a la humildad más brillante
quilates de mayor lustre.  120

   Hasta aquí pudo elevarse
mi pluma sin que se turbe,
dando a mis labios aliento
porque la voz articule.

   ¿Qué tengo más que deciros  125
de este monte que produce
nieves que al suelo reparten
aguas de gracia y saludes?

   Vos, señora, sois la escarcha,
las perlas que se sacuden  130
para que se rompan hierros
de depravadas costumbres.

   Vos, señora, sois la escala
de Jacob, por donde suben
nuestras ofrendas al cielo  135
por aquesos arcaduces.

   Vos, señora, sois la fuente
que baja de aquesas cumbres
para que el alma se lave
y entre renglones se juzgue.  140

   Vos sois la visión hermosa,
cubierta de varias luces,
vestida del sol y estrellas,
sin apariencias de nube;

   Vos, el altar soberano  145
donde al padre de las cumbres
ofreció el hijo holocausto
de sus esperadas cruces;
—59→

   Vos sois aquel monte Santo
sobre cuyas altitudes  150
pone su trono el Cordero
y sus grandezas esculpe;

   Vos sois, Señora, la mesa,
donde el maná se produce;
sois por quien muere el dragón  155
y sus fieros diente cruje;

   Sois el pequeñuelo humilde
que el mayor profeta os unge,
porque los demás no pueden
alcanzar aunque madruguen;  160

   Sois la que para reinar
es menester que os ayude
el que a Cristo dio consuelo
cuando sin él se presume;

   Sois, al fin, el complemento  165
de las mayores virtudes,
pues la humildad será el blanco
donde todos se dibujen.

   Y pues os nombráis piadosa,
y en vos este nombre luce,  170
tuteladnos como madre
cuando reina os constituyen;

   Mirad con serenos ojos
a vuestro auditorio ilustre,
que fervoroso os celebra  175
si con devoción acude.

   Vuestros humildes cofrades
que a esclavos se os restituyen,
ricos afectos ofrecen,
aunque pobres los murmuren.  180

   Debajo de vuestra sombra
Recojedlos, porque huyen
del fuego que los abrasa
por las centellas que escupe.

   Refrescad con vuestras nieves  185
la nieve que los consume,
con ardores del olvido
de lo que importa que cuiden.
—60→

   Canten vuestras alabanzas
en acordados laúdes  190
los serafines más altos;
los ángeles os saluden;

   Los patriarcas os alaben,
los profetas os anuncien,
los apóstoles os sirvan,  195
los mártires os encumbren.

   Los confesores declaren,
las vírgenes no se excusen,
y el mismo Dios con ventajas
himnos y laúdes pronuncie;  200

   Porque el narrar vuestra gloria
a mi cortedad no incumbe,
pues para cifrar grandezas
es corto el mayor volumen.

   Amparadnos cual patrona  205
y haced que se desocupen
de enemigos las fronteras
que a vuestro cargo relucen.

   Tocad al arma, Señora,
no deis lugar que se burlen  210
de las cristianas banderas
estos temidos gandules.

   Haced que las cajas suenen
y los clarines retumben,
los soldados que disparen  215
los mosquetes y arcabuces.

   Rompan con vos la batalla,
y la victoria asegure
vuestro poder soberano
porque el bárbaro no triunfe.  220

   Y a mí perdonad, Señora,
la insuficiencia que tuve
en querer con torpes labios
deciros lo que no supe.

Francisco Núñes de Pineda y Bascuñán




ArribaAbajoCartas del padre López al doctor Morán



   Morán, por desengañarte
movido de caridad,
pretendo con claridad
el evangelio contarte.
No hay en este mundo parte  5
que no sepa tu simpleza,
ya no hay estrado ni mesa
donde no se hable de ti,
pues no se ha visto hasta aquí
tan trabucada cabeza.  10

   ¿No es mejor que te destines
a cuidar sólo de ti
y no andar de aquí y de allí
poniendo a todos pasquines?
¿Es posible que imagines  15
que esta es obra meritoria?
Basta. Dile a tu memoria
que estos yerros olvidando,
siga siempre contemplando
mundo, juicio, infierno y gloria  20

   ¿No es locura estar, Clemente,
cual Diógenes encerrado
en un tinajón quebrado
sin comunicar con gente?
Miserable penitente,  25
¡Oh! ¡Qué poco te aprovecha
pasar vida tan estrecha
sin ser por el Dios eterno!
En fin, allá en el infierno
te harán aguantar la mecha.  30

   Si a los mandamientos vas
a ver cual has quebrantado,
del sexto te habrás librado
pero no de los demás;
de día y de noche estás  35
—62→
como león devorador,
jamás hablas en favor
de ninguno que aquí viene,
y muy poco de Dios tiene
hombre que es murmurador.  40

   Tú, sin saber predicar
no hay sermón que no motejes,
ni obra ninguna que dejes
de morder y criticar;
Morán, esto no es estar  45
sirviéndole a aquel buen Dios.
Recuerda, hombre vuelve en vos,
deja esa vida altanera,
mira que allí se te espera
un castigo muy atroz.  50

   Si por un sólo pecado
tantos ángeles cayeron
y en un momento perdieron
el bien que habían logrado,
¿Por qué vives tú confiado  55
en que te puedas salvar,
si no dejas de quitar
crédito, fama y honor,
que es el pecador mayor
que se puede imaginar?  60

   ¿Para qué es la confesión
que ejercitas con frecuencia
si la misma reincidencia
te priva la absolución?
Para qué es la aplicación  65
a los libros de moral
si no has de evitar el mal
que al diablo das por tributo?
Eso es trabajar sin fruto
para perder el caudal.  70

   Dirás que yo soy el peor
que en este mundo ha nacido,
pero acuérdate que ha habido
un diablo predicador
providencia del Señor  75
—63→
será que yo te aconseje,
o para que no se queje
tu corazón de ignorancia,
o para que con constancia
tu alma tanta maldad deje.  80

   Tu responderás que en mí,
se encuentra toda maldad,
yo confieso la verdad,
y te digo que es así;
pero apuremos aquí  85
la materia de algún modo,
pues cuando yo me acomodo
a vivir con modo injusto,
pierdo a Dios, mas no a mi gusto;
pero tú lo pierdes todo.  90

   Tú estás pasando una vida
que no es vida en propiedad,
porque tu incomodidad
es notoria y conocida,
y si acaso la comida  95
es lo propio que el vestido,
dí que todo lo has perdido,
pues no gozando del suelo,
menos gozarás del cielo
que no tienes merecido.  100

   ¿Qué le importa a tu simpleza
que te halles en ese cuarto
metido como lagarto,
asomando la cabeza?
Deja el poncho y la pereza,  105
ponte de chatre cabal,
gasta todo tu caudal
en vida gustosa y tierna,
pues ya que pierdes la eterna
no pierdas la temporal.  110

   Y si esto mal te parece,
ten una vida arreglada
sin meterte más en nada
que es lo que te pertenece;
y si acaso prosiguiese  115
—64→
tu lengua siempre voraz
todo cuanto hay perderás,
pues perderás este mundo
y en un infierno profundo
El alma te tostarás.  120

   .....................................
........................................
Un hombre que no se sabe
si es seglar o monigote,
indefinible pegote  125
en quien todo refrán cabe;
que no es pez, bruto ni ave,
trasgo, fantasma, ni duende
en fin, creo que pretende
sólo como el can morder;  130
¿Quién diablos lo ha de entender
cuando el mismo no se entiende?

   .....................................
........................................
A sus apóstoles Cristo  135
les lavó los pies postrado,
no sé si hubiera lavado
a este si lo hubiera visto.
En creer esto me resisto
no por discurso ilusorio  140
sino por ser muy notorio
que si esto hubiera querido,
estuviera entretenido
hasta ahora en el lavatorio.

    De oír su estilo me aturdo  145
y le doy por cantaleta
que es un bueno y yerto en poeta
de un entendimiento burdo;
cuanto dice es un absurdo,
pues habla sin consonantes,  150
¿Cómo se riera Cervantes
si estos disparates viera?
Yo creo que compusiera
obras de poetas andantes.
—65→

   Al público muy ufano  155
sus disparates presenta,
sin hacerse este hombre cuenta
que lo han de tener por vano;
si lo ves, dale una mano,
a que deje esa jactancia;  160
pero si le haces instancia
se dará por ofendido,
pues en este mundo ha sido
atrevida la ignorancia.

   .....................................  165
........................................
Por último, se han callado
cuantos con su lengua han herido,
yo soy muy poco sufrido
y hablaré más que el Tostado,  170
y si prosiguiere osado
en hablarme retumbante,
para ponerlo hecho un guante
en su contra escribiré,
y a Coquimbo llenaré  175
de versos en un instante.

Otra carta de López a Morán



   ¿No te dije, mono envuelto,
que a Coquimbo llenaría
de versos el mismo día
que me escribieras resuelto?
De mí no has de estar absuelto  5
si no me pides perdón,
y si no haces intención
a dejarme de escribir,
pues es poco tu decir
para hacerme oposición.  10

   Si hombre de conducta fueras
no hablarás de porquería,
y puntos de teología
conmigo controvertieras;
entonces de mí no oyeras  15
—66→
los baldones que articulo,
pues no desdoro ni adulo
a hombre que es sabio, jamás;
pero tú como incapaz
Te quedarás siendo un mulo.  20

   No pienses que yo conteste
a tu mucha suciedad
pues tú para esta ciudad
no eres nada más que peste,
y para que no se infeste  25
con estilo tan inmundo
en un silencio profundo
el contexto dejaré,
por que tú hables como que
estás de más en el mundo.  30

........................................
........................................

........................................
........................................

    Un sueño te contaré  35
que tuve anoche gustoso,
él es en todo jocoso,
no sé si te ofenderé.
Sabrás, pues, de que soñé
que estaba en un gran salón  40
en donde con prevención
había un titiritero
el cual por ganar dinero
costeaba la diversión.

   Sacó un mono hecho pedazos  45
de una figura infeliz,
con una sobrepelliz
compuesta de mil retazos;
tenía por embarazos
sotana, poncho y gabán;  50
en fin, era un charquicán
de inservible trapería,
y un letrero que decía:
este es el doctor Morán,
—67→

   Lo puso sobre la mesa  55
por que pudiesen mirarlo,
y comenzó a desnudarlo,
todo de pies a cabeza;
primero con ligereza
le quitó alegre y ufano  60
un bonete muy anciano,
y al tomarlo placentero,
se quedó el titiritero
con los picos en la mano.

   Al sobrepelliz que estaba  65
sobre el poncho que tenía,
parece que le dolía
cada tirón que le daba
pues por mil bocas gritaba,
que eran otros mil rasgones;  70
y uno de aquellos mirones
viéndolo que estaba así,
dijo: véndanmelo a mí
que es para cernir melones.

   Le quitaron la camisa  75
que ya por su eternidad
mucho más de la mitad
estaba como ceniza,
y le cantaron su misa
allí de cuerpo presente;  80
mas, aquel cuerpo doliente,
como brazos que tenía,
en el responso decía
no recorderís Clemente.

   Después de estos disparates  85
y de desnudarlo todo,
quedó su cuerpo hecho un lodo
peor que agua de fregar platos,
y los señores zapatos
que estaban con mil prisiones  90
de sogas y de correones
de los pies se le salieron,
pero poca fuerza hicieron,
pues ya estaban sin talones.
—68→

   Un mirón, pues, a mi ver  95
mirando al mono empelota,
y toda la ropa rota
la quería recoger,
su razón quiso exponer
tan solo a fin de librarlo  100
y dijo: yo he de ampararlo
pues no es dable consentir
que a quien corta de vestir
se empleen en desnudarlo.

«El padre López en su inspiración jocosa tenía un defecto que debemos señalar aquí. Una vez que tenía que escribir, poco se fijaba en las personas que debían oírle, y más de una vez debió enrojecerse él mismo al estampar en el papel alguna de esas estrofas que tan mal se hermanan con la decencia. Por esta razón hemos tenido necesidad de sustituir dos versos que hemos subrayado, y de suprimir algunas décimas cuya eliminación hemos señalado con puntos suspensivos...

«El padre López conocía una décima que algunos le atribuyen, no sin razón, y trató de glosarla, consiguiendo hacerlo con grande habilidad. En la décima se supone que había en casa de dos abogados que vivían juntos un Cristo de oro, que un tuno entró a robar; el ratero es el autor de la décima, que es como sigue:


   Venid conmigo mi Dios,
no estáis bien, Señor, aquí;
si un ladrón os puso así
¿Cuál, mi bien, os pondrán dos?
Por no dejaros a vos  5
con tan vil gente metido,
mi discurso ha prevenido
ser mejor, mi Dios amado,
estés conmigo robado
y no con ellos vendido.»  10

«Sólo una de las glosas de la décima se conserva. Dice así:


   Pilatos dio por sentencia
que a una columna te atasen,
que en una cruz te enclavasen,
sin reparar tu clemencia,
y tú con grande paciencia  5
sufriste todo esto allí:
ahora, digo yo entre mí,
con muy fundadas razones,
¿Cómo os pondrán los ladrones
Si un ladrón os puso así  10

«Vamos a copiar todavía una décima del gracioso dominicano dirigida a un sacristán que padecía de gota, y a quien llamaban con el sobrenombre de capón. Bebiendo dicen que estaba el padre López con el cura Morán cuando entraba el sacristán que era muy querido del cura; he aquí la improvisación de López:

  —69→  
   Capón gotoso, procura
curarte, que no es razón
que el cura tenga capón
y el capón no tenga cara;
y si la gota te apura,
ven a mi pescuezo y nota
que ya a esta pequeña bota,
entre yo y mi compañero,
sólo a fuerza de gargüero
la hemos dejado sin gota.»

«Para terminar lo que nos hemos podido procurar de las composiciones jocosas del padre López, copiamos aquí una cuarteta la asonantada que dijo a una niña que le llamaba bonito:


   La niña que quiere a un padre
se acredita de muy linda,
porque es propio en las deidades
Colocarse en las capillas.»

«Sólo una composición seria conocemos del padre López y la copiamos aquí para que se vea cómo escribía el dominicano en este género. La composición es como sigue:

A mi hermana que perdió su hermosura por las viruelas



   La edad roba la hermosura,
el tiempo la desemeja,
y un fiero achaque la deja
sin aliño y compostura;
la muerte la desfigura:  5
de donde claro se advierte
que así, de esta, o de otra suerte,
cede la deidad más bella,
porque siempre están contra ella
Edad, tiempo, achaque y muerte.  10

   Flor es la deidad humana
que al instante se deshoja,
celaje que el rayo arroja
perdiendo su luz temprana,
sombra pasajera y vana  15
o débil y fugaz humo;
por esto es que me consumo
de ver al hombre querer
lo que a un tiempo viene a ser
Flor, celaje, sombra y humo.  20
—70→
Nace la hermosa mujer
y crece para vivir,
y vive para morir,
y muere para perder
Toda su pompa y su ser;  25
de donde claro se infiere
que sin fundamento quiere
el hombre mostrarse amante
de lo que en un mismo instante
Nace, crece, vive y muere.  30



  —71→  

ArribaAbajoRomance de los siete ladrones que murieron a un mismo tiempo en la mina de la señora doña María del Rosario Muchastegui

En Petorca, el 24 de octubre de 1779

Cuyo autor es el ciudadano Bernardo de Guevara, chileno; que aún vivía en Lima poco tiempo ha

El es histórico-cronográfico-moral, que no deja de instruir en algunos ramos, por lo que se da al público; pero principalmente, porque se quejaría la posteridad si no se le hubiera trasmitido historia tan rara como cierta, que aún a este año de 1824 viven algunos que han visto los cadáveres en la plaza de Petorca.



    Inspira, Euterpe sagrada,
en mi fúnebre lamento
vuestro espíritu a la voz
y elevación al concepto;
triste compás a mi lira  5
viva expresión al afecto,
fáciles modulaciones,
y elegancia a mis versos;
      no para reproducir
      los epitafios funestos,  10
      que inmortalizó la fama
      en dorados mausoleos,
      como el de Artemisa en Caria
      de su esposo al sentimiento,
¡Oh! ¡Cuántos hizo la Parca,  15
que de su segur al fiero
golpe eficaz a los hombres
en los regios monumentos,
en los elocuentes bronces,
y en los mármoles impreso  20
para lúgubre memoria
de los ya pasados muertos!
—72→
      No para cantar fatídico
      el tartáreo sentimiento,
      de los que pasó Acaronte  25
      por el famoso Leteo,
      y delincuentes entraron
      en la cueva del Averno
      juzgados por Radamonte
      en el tribunal severo.  30
   No en fin, Euterpe divina,
me niegues vuestros alientos,
para publicar las muertes,
el dolor y el sentimiento
de la cima de Troptionio,  35
en cuyo lóbrego cerro
dejó muerta la Deidad
a su robador Demetrio.
      Ni para pintar penoso
      los admirables objetos,  40
      el estupor, el gemido,
      el pasmo, el horror y el miedo,
      que a las orillas del Derge,
      y sobre el famoso Erno
      en el llano Frandijorí  45
      abriga el último suelo.
   Sino para publicar
el lastimoso suceso,
espectáculo más triste
más temeroso escarmiento,  50
y de la ira divina
el castigo más acervo,
que de la América ha visto
el meridional imperio.
Que está puesto en la templada  55
zona, que el brillante Febo
con oblicuos rayos hiere,
y dora con sus reflejos
hacia al Antártico polo
en su situación ameno,  60
desde el vigésimo grado
su latitud extendiendo
hasta los cuarenta y cuatro:
y su longitud midiendo
desde trescientos y siete  65
a tres cientos doce, puesto
según las observaciones
de los geógrafos modernos,
el rico, fértil, hermoso,
y floridísimo reino  70
de Chile feliz Ophir,
que los hispanos guerreros,
—73→
al décimo sexto siglo
de nuestra ley descubrieron.
      Para ser su capital,  75
      Atenas de los ingenios
      por los ilustres doctores
      que regentan sus liceos,
      que sus cátedras presiden,
      y decoran sus capelos:  80
      para ser de todo el foro
      en sus leyes y preceptos
      otra Roma, otro Areópago,
      cuyo Senado supremo
      componen los más ilustres,  85
      prudentes, celosos, cuerdos,
      y doctísimos togados
      que le pone el real Consejo;
   Para ser del heroísmo
armario, taller y centro  90
en sus nobles ciudadanos,
y valientes caballeros,
Marte de las armas, como
Adonis del galanteo;
de las delicias jardín,  95
y de bellezas espejo
que a cada una de sus damas
daría el pastor Ideo
mejor la dorada poma
en competencia de Venus:  100
      Pensil hermoso de Flora
      por sus floridos paseos.
      por sus frescas alamedas,
      por sus claros arroyuelos,
      y frondosos vegetales,  105
      que elevados a los cielos
      para defensa del sol
      forman pabellones frescos.
   De este, pues, ameno país
de su capital corriendo  110
cuarenta leguas al norte
y a distancia del mar puesto
poco más de quince leguas,
y seis, aunque poco menos,
de la grande cordillera,  115
yace el empinado cerro
de Petorca, cuya cumbre
es del Olimpo diseño;
es por sus nieves un Alpe
en el erizado invierno;  120
en el otoño fecundo
un frondoso Pirineo;
—74→
un Apenino, mejor
diré, monte de oro, puesto
que tan al crisol se ascendra  125
el metal que tiene dentro
amontonado el Ophir,
o Pactolo verdadero,
en cuyas cumbres habitan
gran multitud de mineros,  130
que desangran sus metales
por vetalajes diversos.
Viven en su verde falda
muchos nobles caballeros,
mercaderes, oficiales,  135
vecinos, y forasteros,
que en la multitud del oro
han cifrado su comercio.
      En este rico lugar,
      en este famoso asiento,  140
      año de la creación
      de cinco mil setecientos
      setenta y nueve, según
      los cronologistas nuevos,
      que el año de cuatro mil  145
      colocan el nacimiento
      del Mesías, como puede
      verse en la tabla de Useno,
      Rollín, y también Bossuet
      en sus cómputos selectos;  150
   Y de su feliz conquista
en el año de dos cientos
treinta y ocho, gobernando
a la nave de San Pedro
Nuestro Santísimo Padre  155
Venerable Pío VI.
Dignamente de ambos mundos
      ocupando el trono regio,
      el católico, el temido,
      generoso, invicto cuerdo  160
      Monarca de las Españas
      señor don Carlos III
      que Dios guarde, para ser
      de sus vasallos consuelo.
   En 24 de octubre  165
cuando el luminoso Febo
desde el ocaso corría
para el nadir contrapuesto,
y la tenebrosa noche
tendiendo su manto negro  170
arrastraba su capuz
con un temeroso ceño:
—75→
cuando a su canto las aves
habían puesto silencio,
y cada cual abrigaba  175
en su nido a los polluelos;
cuando sólo se escuchaba
entre los peñascos huecos
el tristísimo caistro,
de pájaros agoreros  180
de los canes el ladrido
de los ríos el despeño,
y en los árboles y riscos
el azote de los vientos
cuando en fin todos los hombres  185
sepultados en el sueño
de media vida el tributo
ofrecían a Morfeo;
      Viendo que la medianoche
      mediaba su curso lento  190
      de sus pajizos albergues,
      y sus mal mullidos lechos
      salieron pisando horrores,
      como lo habían dispuesto,
      siete inquilinos peones  195
      cuyo laborioso empleo
      era de ser en las minas
      Apires, y barreteros.
   El uno es Andrés Gallardo,
Regis y Manuel Carreño,  200
José Piñones y un Tapia,
con otros dos compañeros
Javier Soriano, y José
Zazo, que habían dispuesto
robar en aquella noche  205
la mina del Bronce viejo,
llamada así porque tiene
su piedra el color bermejo
y lo más como el imán
cristalizado y broncero.  210
      Mas, es tan grande el caudal
      del oro que tiene dentro
      que a robar en algún ojo
      de metal que descubrieron,
      o alguna puente, o estribo,  215
      se determinaron estos,
      habiendo pactado ser
      con un profundo secreto
      para su seguridad
      Arpocrates de sí mesmos.  220
      y atropellando temores
      sobresaltos y recelos,
—76→
      que son de la culpa siempre
      bastardos hijos del miedo.
   Llegaron, pues, a la boca  225
de la mina cuyo seno
parece que del abismo
es un lóbrego bostezo;
sin duda que el corazón
que adivinó verdadero  230
es un pronóstico fiel
de los sucesos adversos;
empezaría a latín,
en los delincuentes pechos.
Discurriría en las venas  235
la sangre con algún hielo;
el tímido animaría
a los demás para el hecho
con muchas voces tal vez
para esforzarse a sí memos;  240
que más valor finge siempre
el hombre que tiene menos
y tal vez, que es lo seguro
el fuerte remordimiento
con la imagen de la culpa  245
presentaría el objeto,
de la muerte y del castigo
que son sus propios efectos.
Mas, ¡oh! ¡fuerza del destino!
¡Oh! ¡desventurado intento!  250
¡oh! ¡cómo son infalibles
los soberanos decretos!
¡cómo se va de un abismo
a otro abismo descendiendo!
¡cómo las culpas del hombre  255
tienen su número cierto
de donde no pasarán
y será su fin postrero!
      ¡Oh! Soriano, quién pudiera
      decirte allí: deteneos  260
      que es el último delito
      Y el término de tu tiempo,
      ¡oh! Regis, oh! Tapia, ¡oh! Zazo,
      quién os dijera, si dentro
      pisareis, es en la tumba  265
      o en el cadalso funesto
       donde subiendo iréis,
      cuando fuereis descendiendo
   ¡Oh! Infeliz Andrés Gallardo,
¡Oh! Piñones, ¡oh! ¡Carreño!  270
Quién os pudiera decir;
no deis más paso, que puesto
—77→
tiene al hilo de tu vida
la Cloto el cortante acero;
¡ya pasareis de los vivos  275
a la región de los muertos!
Mas, pasad, que la Divina
Justicia tiene dispuesto,
que los que no escarmentaron
con los castigos ajenos,  280
a los venideros siglos
deben servir de escarmiento.
      Entraron, en fin, llevando
      las luces en los mecheros,
      melancólicas antorchas  285
      de tanto deslumbramiento.


Segunda parte del romance

   Aquí debe suponer
el auditorio discreto
lo que sería después
sólo un discurso reflejo,  290
que apenas de la espelunca
pisan los cóncavos huecos
cuando aquel Dios soberano
que la tierra y que los cielos
con majestad infinita  295
tiene de su gloria llenos,
admirablemente quiso
ostentarse justiciero,
y al poder de las tinieblas
dio licencia, y al momento  300
como se deja entender,
nuevo temor van sintiendo.
      Un pavor los espelusa,
      los desmaya un nuevo hielo,
      y es porque el alma conoce  305
      que se le acerca el objeto
      de algún espíritu, que
      tomando cuerpo aéreo,
      haciéndosele visible
      con espantosos efectos,  310
      no pudiendo sufrir,
      como de su vista huyendo,
      ha de romper afligida
      las ataduras del cuerpo.
—78→
   En esta fatiga, en este  315
torbellino de tormentos
late con intercadencias
todo el material compuesto,
delirando las potencias,
turbados los pensamientos,  320
sin fuerzas ya para huir,
todo es mal y desconsuelo;
y veis aquí como se hace
visible, de horrores lleno,
aquel espíritu que  325
fue destinado instrumento
de la Divina justicia,
para castigo de aquellos,
que sin temor, atrevidos
quebrantan sus mandamientos.  330
      ¡Oh! Cómo ya se les llega,
      mortales, aquel momento
      que precisamente media
      entre los grandes extremos
      del tiempo y la eternidad;  335
      fin preciso, y trance cierto.
      Verían en un instante
      cuando es un pecado feo,
      y cuánto conviene estar
      en todo instante dispuesto,  340
      viéndose necesitados
      a morir sin sacramentos;
      con la conciencia manchada
      y en un hurto manifiesto;
      siendo verdad infalible,  345
      que para su salvamiento
      han menester de la culpa
      tener un dolor perfecto,
      y que un eficaz auxilio
      son pocos los que tuvieron.  350
   ¿Pero adónde voy? ¿Acaso
es absoluto decreto,
si hay libertad, si es mayor
de Cristo el merecimiento
que el demérito del hombre?  355
Si sólo bajó del cielo
a buscar los pecadores;
si él mismo dice: no quiero
la muerte del pecador.
Si consta del Evangelio  360
que en artículo de muerte
un ladrón robó los cielos,
¿Por qué no hemos de pensar,
que no se perdieron estos?
—79→
Mas, ¡ay! ¡Que también en donde  365
se salva un ladrón, tenemos
otro ladrón, que se pierde,
sirviendo de contrapeso!
En fin, entre tantas ansias,
temores y desconsuelos,  370
poseídos de tanto espanto
los delincuentes murieron,
y de su terrible juicio
lo que fue no lo sabemos.
Solo sí, la positura,  375
en que quedaron los cuerpos:
dos que con las cruces hechas
tenían los rostros vueltos,
parados, y en ademán
de un tímido movimiento;  380
los otros tres, que tenían
inclinada sobre el pecho
la cabeza, con el rostro
vuelto, como los primeros;
el otro estaba sentado  385
en un recodo pequeño,
y el último, en una fuente
estaba de bruces puesto.
Y es ésta la misma forma
en que los hallaron, luego  390
que por el balcón de oriente
los matutinos reflejos,
crepúsculos precursores
de la luz, aparecieron.
      Y fue porque el mayordomo,  395
      Argos vigilante y presto,
      cuando ya los pajarillos
      con sus trinados gorjeos
      salva le hacían al alba,
      que se paseaba riendo  400
      de ver llorar a la Aurora
      Aljófares que en su seno
      beben las conchas de nácar,
      para cuajar el reflejo
      del sol, con mejor oriente,  405
      perlas de subido precio;
      levantándose al trabajo
      y echando a los peones menos,
      indicándole de robo
      la falta de los mecheros.  410
   Cosa de las nueve y media
entró con dos compañeros,
el uno Manuel de Pinto,
otro un esforzado arriero,
—80→
que fue quien primero vio  415
a Manuel Carreño muerto;
y los tres certificados
del caso, reconocieron
que aquel que estaba de bruces
era difunto; y con esto  420
saliendo despavoridos,
avisaron al momento
A D. Nolaseo de Humeres,
juez comisionado, y luego
juntando bastante gente,  425
y a la mina descendiendo,
los miserables despojos
de la muerte conocieron,
que sin herida ninguna
los siete estaban ilesos.  430
      Mandó el juez que los sacasen,
      y a la plaza del asiento
      los llevasen, donde al punto
      la noticia dio, corriendo
      de unas en otras personas  435
      con muy diferentes ecos,
      con temerosa impresión
      parece que iba diciendo:
   Venid a ver la justicia
que quiso hacer el Supremo,  440
como señor absoluto
juez de vivos, y muertos;
venid a ver la justicia
preparada para aquellos
que, quebrantando la ley,  445
roban caudales ajenos;
Venid, oíd la sentencia
justa, en que se intimará presto
contra los falsos tratantes,
mercaderes usureros,  450
y hacendados que retienen
del jornalero el dinero,
y lo precisan a que
por su sudor y desvelo
reciban géneros malos  455
por exorbitante precio.
      Venid, jueces desidiosos,
      que eternizáis a los reos;
      que toleráis un escándalo
      por un humano respeto;  460
      que con tiranía hacéis
      granjería del empleo
      y no le dan la razón,
      sino sólo a don Dinero:
—81→
   Venid falsos abogados,  465
que contra todo derecho
defendéis pleitos injustos;
que con coloros pretextos
los demoráis, hasta que
empobrecéis los sujetos  470
      Venid los murmuradores,
      a cuyo voraz exceso
      y perniciosa malicia
      no hay persona sin defecto,
      doncella que sea honrada,  475
      casada sin adulterio,
      Virtud sin hipocresía,
      ni guardado secreto.
   Venid alumnos de Baco,
plebeyos, y caballeros  480
que en embriagueces tenéis
cifrado vuestro contento;
venid jugadores grandes,
maldicientes y blasfemos,
que empobrecéis las familias,  485
que perdéis todo el comercio,
y a vuestros hijos dejáis
a mendicidad sujetos.
      Venid, oíd, atended,
      a estos siete pregoneros  490
      de la Divina Justicia:
      a estos siete mensajeros
      que de parte del gran Rey
      os notifican, supuesto
      que ya envió sus profetas.  495
      Que Job nos dijo en un tiempo
      breve es la vida del hombre;
      que San Juan en su Evangelio
      dice: que vendrá la muerte
      como el ladrón, cuando menos  500
      la esperamos los mortales.
      Que Pablo dijo: tenemos
      el infalible estatuto
      de morir, y San Mateo:
      estad dispuestos, porque  505
      no sabéis la hora y momento
      en que ha de venir el Hijo
Del hombre, recto y severo.
   Supuestas, pues, estas cosas
que de antemano dijeron  510
profetas y evangelistas,
vuelvo a deciros: si ciertos,
justos y severos juicios
hay con estos siete muertos,
—82→
desde luego os notifican  515
que se acerca el día tremendo
de la muerte, que será
eterna en los que queriendo
permanecer en sus culpas,
despreciaron este ejemplo.  520
      Oyeron, pues estas voces
      palparon este portento,
      y temieron el castigo
      los petorquinos mineros,
      y después de mediodía  525
      que los difuntos tuvieron
      a la vista, se les hizo
       un decentísimo entierro;
      y la fama voladora
      con sus ecos vocingleros  530
      por todas partes llevó
      la noticia del suceso
      y moviendo el corazón
      del poeta, dispuso en verso
      dar al mundo la noticia  535
      para el aprovechamiento;
      y suplica humildemente
      le perdonen sus defectos.

Santiago de Chile: junio 1824. Imprenta de Valles, por Pérez.