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Historia de la literatura colonial en Chile

Tomo III

José Toribio Medina



portada






ArribaAbajoLiteratura en latín

Le vrai caractère des peuples ne se montre que dans l'emploi de leur langue vulgaire. Leurs impressions, leurs idées sont toujours altérées par l'usage necessaire d'une langue morte. On ne peut les bien conaître qu'en les écoutant parler, pour ainsi dire, à travers les siècles...


Villemain, Tableau de la littérature au moyen âge, t. 2.º, pag. 250.                


  —7→  

ArribaAbajoLiteratura colonial de Chile


ArribaAbajoCapítulo único

Verso y prosa


Núñez Castaño. -Guillermo, Silva, Molina. -Briceño. -Tratados de filosofía escolástica y teología. -Viñas. -Otros Tratados.

Largo eco levantaron en las colonias españolas de América las tentativas que los holandeses hicieron para establecerse en el territorio de Chile. A juicio de los timoratos vasallos del rey de España, esto habría importado la pérdida de la libre navegación del Pacífico y la implantación de los principios heréticos en medio de los pueblos que trataban de convertir al catolicismo. Por eso cuando el marqués de Mancera el año de 1644 reunió en el puerto del Callao buen número de bajeles y tropas disciplinadas con que combatir al invasor extranjero, formose una especie de cruzada en que el valor castellano luchaba en ardor con las creencias religiosas. La expedición repercutió hasta en los ámbitos más remotos del virreinato y dejó tras sí huellas duraderas que repitieron los poetas e historiadores americanos de ese tiempo con singular entusiasmo.

Un clérigo que por aquellos años vivía en la ciudad de los Reyes propúsose recordar a la posteridad y divulgar urbi et orbi «la venida de los herejes holandeses a poblar en Valdivia, con intención de infestar estos reinos; cómo se volvieron a Holanda, dejando hecho pacto con los indios chilenos de volver a poblar con fuerza de armas y gente», a cuyo efecto escribió un libro titulado   —8→   : Breve compendium hostium haereticorum olandesium adventum in Valdivia, en idioma latino pero en castellana rima.

El doctor don Antonio de Maldonado, que ya hemos citado en ocasión semejante, prestole una calurosa aprobación, y el maestro fray Miguel de Aguirre cuya palabra autorizada en este asunto era natural escuchar, no anduvo menos parco de parleras alabanzas. Vates de la más alta nota, hicieron pomposos elogios, ya en castellano, ya en latín, de la obra de Núñez de Castaño, que, así adornada, vio la luz pública en Lima el año de 1645. Don Juan de Landecho, entre otros, dedicó al autor el siguiente soneto:



En propia lira el Mantuano canta
materno idioma, que de la vencida,
en opacas cenizas, nueva vida,
Troya en sus ruinas la cerviz levanta.

   ¡Oh! Dulce cisne, en cuya heroica planta  5
de la Clío español la no seguida
cadencia en lo latino construida
el número se ve de gloria tanta.

   Escuche Marte el nuevo Apolo indiano,
verá a Vandalia y la soberbia Roma  10
en una unión, en un acorde acento.

Rizar la pluma en tipo soberano,
donde el pirata su soberbia doma:
nuevas las voces, nuevo el instrumento...

Inútil nos parece decir que la acogida tan favorable que el libro del presbítero Núñez encontró en sus compatriotas de Lima estuvo muy distante de ser merecida. Su obra, que consta de tres cantos y tres sonetos, no es un documento histórico, y apenas si importa otra cosa que una pesada labor de paciencia y la manifestación más completa del pésimo gusto y tendencias literarias de un tiempo en que el doctor don Francisco Garabito de León acababa de dar a la estampa el Poema heroyco hispano-latino panegyrico de la fundación y grandezas de la muy noble y leal ciudad de Lima del jesuita Rodrigo de Valdés.

Sin duda por no ser tarea fácil escribir versos latinos de mediana entonación, tal género de literatura tuvo en Chile muy pocos   —9→   secuaces, pues, apenas si en este orden podemos registrar durante el largo período colonial los elogios escritos en honor del padre Rosales por su colega el jesuita Juan de Silva1, los que Juan José Guillelmo dedicó al conocido Miguel de Viñas con motivo de la publicación de su Philosophia scholastica2. Otro jesuita, el padre José Rodríguez intercaló también, es cierto, uno que otro trozo de ese género en su obra Hortus Minervae, y por fin, nuestro abate Molina escribió el Jovenado, trabajo destinado a recordar los primeros años de su juventud, pero que apenas si merecen otra cosa que una simple mención3.

  —10→  

Pero no sucede lo mismo, como hemos indicado, cuando se aborda el conocimiento de las obras escritas en latín durante la misma época, y a este respecto, cúmplenos hacer especial mención del franciscano4 fray Alonso Briceño, que fue el primero, al decir de González Dávila, que, en América, publicase algo del género de literatura filosófica.

Briceño nació en Santiago, por los arios de 1587, del capitán Alonso Briceño de Arévalo y de doña Jerónima Arias de Córdoba y pertenecía a una familia establecida de mucho tiempo atrás en el país. No sabemos por qué motivo pasó a Lima, pero lo cierto es que en 30 de enero de 1605 tomaba el hábito en el convento de San Francisco de esa ciudad y que trece meses después profesaba en manos del guardián fray Benito de Huertas.

Concluidos sus estudios, Briceño formó oposición a la cátedra de filosofía en concurso de lucidos sujetos y obtuvo el primer puesto en el certamen. Desde entonces vivió durante quince años enseñando de las materias que más tarde trataría por escrito en dos gruesos volúmenes que llevan su nombre, y añadiendo día a   —11→   día algo a su fama de profesor distinguido, que hizo que en el Perú se le llamase segundo Scoto. En Lima fue guardián del colegio y prior definidor de la provincia, y posteriormente vino a Chile con el título de comisario y visitador, y aquí celebró capítulo provincial y presidió en la elección. Pasó enseguida a visitar también la provincia de Charcas, y en su calidad de coadjutor se registra un despacho suyo dirigido a fray Bernardino de Cárdenas, en que le habla de ir a la predicación de los indios ocultos en las quebradas y lugares secretos de la provincia, «deseando acudir, dice cuanto es de mi parte al remedio de tan gran daño y al instituto de N. P. San Francisco, que no es vivir para sí sólo sino para provecho de las almas, y también por la obligación que nos corre de acudir en esta materia al descargo de la conciencia de Su Majestad.»5... Con tan buenas disposiciones, dícese que Briceño consiguió con pública utilidad de los indios que acudiesen en número de más de seis mil a la iglesia del convento de Cajamarca, donde se le retuvo como guardián para que pudiese continuar una obra tan felizmente iniciada.

Briseño volvió enseguida a Lima. Agitábase entonces en el Perú entre los frailes de su Orden el gravísimo negocio de la canonización de San Francisco Solano. Cuando se trató ya de que alguien fuese a la corte romana a alegar por el religioso de la América, sus colegas se fijaron en él, con sus plenos poderes, lo despacharon a Roma, vía de España.

Briceño, como lo hubo de hacer algunos años más tarde otro fraile americano que fue entre nosotros distinguido prelado, apenas se vio rodeado de los recursos que entonces la tipografía no podía proporcionar en los apartados lugares de donde iba, se dio con empeño a la tarea magna de publicar su Prima pars celebriorum controversiarum in Primum Sententiarum Joannis Secoto, etc., de la cual sólo alcanzó a salir a luz en Madrid en 1638, uno de los tres volúmenes de que debía constar, habiéndose impreso el segundo en 1642. El primero comprende, además, una   —12→   larga vida del maestro cuya doctrina Briceño se había propuesto ilustrar6.

Desde que el religioso franciscano viera impreso su nombre en la portada de su obra magistral principió a llamar la atención del público estudioso, que en esa época comenzó a señalarlo ya al monarca español para que se le presentase para algún obispado. El oidor de la Audiencia de Chile don Nicolás Polanco de Santillana que por aquellos días se encontraba gestionando en la Corte, decía al rey a propósito de la publicación de la obra de Briceño: «En esta muestra que Vuestra Majestad tiene en su Corte conocerá el límite de su saber... pues el hipérbole más encarecido ni comprende ni ciñe sus loores, y es tesoro escondido el de sus letras, pues no ha conseguido con opinión tan alta en ellas y en su vida que Vuestra Majestad le compela (que será menester) al yugo de una prelacía»7. «Tesoro inestimable, dice con análogo motivo el cronista Córdova y Salinas, en que el autor descubre al mundo no menos gloria en defensa de la doctrina y santidad de su maestro, espíritu y agudeza»8. «Los dos tomos que imprimió en Madrid, agrega este mismo autor en otra de sus obras, le dieron a conocer por las primeras letras de Europa y obligó al R. P. maestro general le honrase con su patente de lector bis jubilatus». «Obra digna de sus grandes letras, dice por fin el padre Antonio Daza, por la cual Felipe IV le presentó para el obispado»9.

Pero no anticipemos los hechos.

Inmediatamente después que Briceño vio terminada la publicación de su primer volumen partió a Roma cerca de Urbano VIII a tratar de los negocios de su procuraduría, y especialmente con la mira de asistir al capítulo general que la Orden franciscana debía celebrar en 1639. En la Corte pontificia, Briceño se hizo notar, sobre todo, por unas famosas conclusiones, «en que campeó   —13→   con tan singular magisterio e inteligencia en la doctrina del sutil doctor que llenó el crédito que había de su persona. Defendió el padre Juan Navarro, lector de teología y comisario provincial de San Jorge de Nicaragua, muy ajustadamente a la gravedad del eminentísimo cardenal Albornoz, a quien se dedicó, con que se dice lo grande desta acción»10. «Conocile, dice el padre fray Lucas Wadingus en el capítulo general celebrado en Roma en 1639 y lo oí argumentar con gravedad y solidez»11. Después de haber permanecido en Roma cerca de tres años Briceño dio la vuelta a Madrid y en 1642 daba ya a luz el segundo volumen de su obra. Presentado por el monarca español, en un consistorio que se celebró en San Pedro el 14 de noviembre de 1644, fue nombrado para el obispado de Nicaragua12, prestó en Madrid el juramento de fe en manos del nuncio de Su Santidad; partió a su residencia el lunes 15 de febrero de 145; consagrole en Panamá el obispo fray Fernando Ramírez, y por fin tomó posesión de su obispado en el año siguiente de 164613.

«Rigió su iglesia con la diligencia de un vigilantísimo pastor», dice el maestro Gil González Dávila, para ser trasladado14 enseguida a la de Caracas en 1659, donde falleció en 166715.

  —14→  

El ejemplo dado por Briceño fue verdaderamente contagioso, pero pasáronse largos años sin que se trasluciera en Chile por monumentos escritos el ardor con que los hombres de estudio se lanzaron en la carrera de la teología y filosofía escolástica.

Es indudable, sin embargo, que muchos de los indigestos libros que sobre la materia nos han quedado de los tiempos de la colonia no fueron redactados por los sujetos cuyos nombres se ven en la portada. En los cursos que se seguían en las escuelas para explicar las teorías de Aristóteles y para profundizar el conocimiento de los lugares teológicos, aconteció con muchísima frecuencia que los alumnos tomaban nota de las explicaciones de los catedráticos y que enseguida las recopilaban en volúmenes especiales. De este hecho tenemos numerosas pruebas. Los padres de San Agustín fray Francisco Tapia y fray José Echegoyen en una recomendación escrita en honor del padre Oteiza y de su Liberto penitente declaran que este último les dictó de memoria las mas arduas materias de la teología. En un Tractatus teologicus scholasticus de visione, voluntate et Trinitate, dictado por los padres Claudio Cruzat e Ignacio Arcaya, en las aulas de los jesuitas, se lee en la portada que fue trasladado por escrito por Melchor de Frígolo de la misma Compañía en los años de 1702 y 1703. Un tal Francisco Vilches hizo lo mismo con un Cursus Logicae. El manuscrito titulado Phisica aristotelica curiosis recesiorum inventis oferta, se lee también que lo dictó el padre jesuita Agustín de Saajosa y que lo escribió José María Ortega.

Ahora, si se examinan las fechas de las profesiones de los sujetos bajo cuyo nombre aparecen algunos de estos tratados, es fácil convencerse de que a la fecha en que los escribían eran aún simples novicios o hermanos estudiantes16.

Podemos a este respecto adelantar que aún algunos de los manuscritos   —15→   que sobre esta materia nos restan, ni siquiera fueron dictados según las indicaciones originales de los profesores de los colegios de Chile, pues, es constante, por ejemplo, que la Teología moral escrita por el padre mercedario fray Gaspar Hidalgo con cierta recomendable concisión y un buen juicio nada vulgar, por los años 1728, la tomó con gran parte de otro tratado análogo del licenciado Domingo Maneyro, impreso en París en 1661. Aún antes, en 1689, consta que cierto doctor Latorre dictaba sus lecciones según el texto de Cervera de la Universidad de Valencia17.

Es, pues, necesario tomar nota de que la inmensa mayoría de esas obras, si no la totalidad, fueron trabajadas por los profesores de la materia. Las Disputationes in libros Phisicorum Aristótelis y las Disputationes in Metaphysicam son del padre Miguel de Ureta, catedrático de filosofía en Santiago por los años de 1727; las Praelectiones prolusoriae ad trienalem integrum cursu, vulgo epitome Dialecticae, del profesor de filosofía Guaujerico Río; las Disputationes in octo Aristotelis libros physicorum del padre mercedario fray Juan Sorozábal, que enseñaba en la Universidad; las Disputationes in universam Aristotelis metaphysicam del jesuita Agustín Narvarte, que florecía el año de 174. Por fin, don José Francisco de Echáurren, profesor en el colegio carolino de Santiago, escribía para el uso de sus discípulos una Philosophia ad mentem et methodum celeberrimum nostri aetates philosophurum.

Como todas estas obras están escritas obedeciendo a un mismo propósito y análogas tendencias, y como además fueron redactadas en un idioma extraño, y la igualdad de materias que tratan muchas veces asume las proporciones de una copia servil, contentarémonos   —16→   aquí con indicar los títulos de muchas cuyo autor y fecha se desconocen:

Tractatus de logica, S. J.;

Tractatus theologicus;

Tractatus in octo libros phisicorum;

Tractatus philosophae scholasticae;

Aristotelis libros de ortu et interitu, sive de generatore et corruptore;

Tractatus Summularum;

Tractatus de actibus humanis;

Cannones in universam, Aristotelis philosophiam; sive prima scientiarum elementa a sapientiae; 2 vls.;

De rethoricae facultate;

Disputationes in universam, Aristotelis metaphysicam;

Philosophia... Angelici doctoris divi Thomae Aquinate;

Lazartegui: Tractatus scholasticus de voluntate Dei;

Talavera (Manuel Antonio): Tractatus;

Ramírez (padre Francisco): De scholasticae tractatus;

Duarte18 (padre Baltasar): Commentaria in Thom.;

Covarrubias19 (fray Ildefonso): Philosophia.

Gómez de Vidaurre apunta también a don Jerónimo Boza como autor de una Laurea theologica, que se publicó en Venecia bajo el nombre de Bernardino de Solís, dirigida especialmente a defender el culto del Corazón de Jesús, contra las opiniones de un abogado romano que en una obra impresa lo impugnaba. El jesuita chileno añade a este particular «que todos cuantos han escrito después de don Jerónimo confiesan que ninguno ha tratado tal argumento con la solidez y nervio que él».

En cuanto a otras obras de esta naturaleza cuya fecha podemos precisar, mencionaremos la del padre Bodart, Tractatus de fide et charitas, 1683, y un volumen titulado Materiae theologicae de   —17→   1689; el Tractatus thelogicus scholasticus de virtute fidei divinae, 1692; del padre Domingo Navasquez El jesuita José Rodriguez escribió también por los años de 1698 el Hortus Minervae, especie de amalgama de tratados de diversa naturaleza. El libro está dividido en tres areolas, y éstas en oraciones. Durante las primeras páginas, Rodríguez habla de la infancia de Jesús, con gran copia de citas de poetas latinos y algunos castellanos, y poco más adelante trae una especie de arte poética o consejos a sus alumnos en recomendación del estudio de la poesía; en la segunda areola se ocupa especialmente de teología, y por fin, en la tercera trata de los apóstoles, de los mártires y de los doctores, etc.

Cuando Rodríguez se dedicó a la redacción de su libro era ya siete años profesor de retórica en el convictorio de San Francisco Javier, y su libro puede servir para dar una idea de lo que entonces se enseñaba en Chile bajo el nombre de literatura. Trasladado a Lima a regentar la cátedra de filosofía en el colegio principal de la Compañía, falleció joven todavía por los años de 176120.

El año de 1707 un jesuita llamado Manuel Ovalle escribió un tratado general de filosofía en latín; pero de todas las obras de este género indudablemente la más celebrada es la que otro jesuita, el padre Miguel de Viñas dio a la estampa en Génova en 1709 con el título de Philosophia scholastica, en tres enormes volúmenes en folio, que en su principio contienen además de las alabanzas de estilo de los conocidos y cofrades del autor, una especie de manual instruyendo a los que se dedican a este género de trabajos en las reglas principales a que deben obedecer en la composición.

Viñas nació en Cataluña y abrazó desde temprano el instituto de Jesús en su provincia. Según acuerdo de sus jefes, fue enviado al Perú, y de ahí a Chile en 1680, donde enseñó durante los tres   —18→   años de ordenanza la teología, para ser nombrado más tarde rector del colegio de San Francisco Javier en Santiago. Elegido, para procurador de la provincia en Roma en subsidio del padre Bernardo de Labarca que iba en primer lugar, gestionó como único mandante por imposibilidad del primero; «en cuyo ministerio mostró su rara prudencia, fortaleza y acierto en los negocios, saliendo de todos tan felizmente cuanto ninguno esperaba, y algunos de ellos tan graves y dificultosos que sólo su solicitud y actividad y constancia pudiera vencerlos y dichoso conseguirlos»21.

Viñas estuvo de vuelta en Santiago el 5 de marzo de 1699, acompañado de cuarenta religiosos de la orden, que trajo desde España22. Después de su regreso vio aumentarse su prestigio de una manera extraordinaria, pues fue nombrado dos veces rector del colegio Máximo de San Miguel, en cuyo tiempo fundó la llamada Escuela de Cristo, que alcanzó gran boga entre nosotros, examinador sinodal, y por fin, el obispo de la Puebla González lo eligió por su confesor. Ya vimos que el jesuita en agradecimiento de esta distinción no pudo excusarse de predicar en los funerales del prelado cuando se trató de solemnizar su entierro en la catedral. Un canónigo de la iglesia metropolitana, don Francisco Hurtado de Mendoza, resumiendo de una manera expresiva las consideraciones de que el padre Viñas gozaba en Chile, decía «que era persona tan conocida que sólo su nombre era digno elogio suyo».

Después del trabajo magistral de Viñas, escribiéronse aún en Chile varios tratados del mismo género, como ser los del padre fray Javier de Puga, Disputationes in octo libros Physicorum Aristotelis, etc., y el de Philosophia scholastica, en cuatro volúmenes, en 1723; un Cursus philosophicus trienalis también como el   —19→   del franciscano Briceño sobre interpretaciones de Scoto, por el religioso fray Luciano Sotomayor, en 1737; las Disputationes scholasticae del padre Pedro Rodríguez, de 1740; la Philosophia tripartita de Fernández Heredia, de 1754; y por fin, las obras sobre controversia De methodo theologico y De gratia actuale del jesuita Juan del Árbol, que llevan la fecha de 1760. ¡Cosa remarcable! ¡Despedíanse meses después los jesuitas de nuestro suelo ya en adelante no se vio aparecer entre nosotros casi ni una sola de esas muestras de tan ociosa y enfermiza literatura!





  —21→  

ArribaAbajoApéndice

Canción


  —23→  

Invictísimo Príncipe, si tu hombro
do estriba de ambos mundos firme el grave
peso, que al fuerte Atlante el hombro inclina,
sacudir suele el regalado, y suave
son de las Musas, el horrible asombro,
poderoso a oprimir fuerza divina,
ahora suelte el peso, y de la fina
imán, de aquellas obras
con que al olvido y a la envidia sobras,
quede en virtud colgado el universo,
mientras en blando, en grave, en dulce verso
las glorias oyes que te entona el suelo,
con puro estilo y terso,
cual ni descubre el sol, ni cubre el cielo.

   Sobre carro de máquina alta, inmensa,
de bronce vividor, vestido el bello
cuerpo inmortal, del estrellado manto,
claro, eterno, gentil, tirada al vuelo
de la memoria y de la fama, incienso
de cedro incorruptible en fuego santo,
ardiendo eternamente en cada canto:
y con glorioso adorno
del siglo y de la edad cercada en torno,
sobre el olvido el pie, muerta la muerte,
ciega la envidia, el tiempo en freno fuerte,
entre inmortales triunfos y victorias
sale en dichosa suerte
la eternidad, a pregonar tus glorias.

   Al clarín más sonoro el soplo aplica,
que hirió dulce orejas de las gentes,
que Esmirna, o Mantua conoció, o que Roma
no escogido, entre mil, en las prudentes
Aulas de Italia, o Grecia, que en la rica
bárbara fértil Chile, el metal toma,
y entre las manos lo quebranta y doma;
y forja tal la trompa
como ni el tiempo la consuma, o rompa:
—24→
que en mundo nuevo hazañas nunca oídas
de un nuevo Aquiles, sin igual nacidas,
tengan nuevo el clarín, con voz de acero,
nuevas dulces medidas,
nuevo son, nuevo Canto, y nuevo Homero.

   Oirás por él, que del arnés luciente,
y más de fortaleza armado, el suelo
tiembla a tus pies, que no tembló a la mano
del soberbio español, rayos del cielo,
escupiendo del brazo fierro ardiente
sobre el bárbaro indómito araucano;
y en tierna edad oirás el seso cano
con que tal vez la espada,
tal el bastón gobiernan en la armada
escuadra, de tus jóvenes gallardas:
y en contra puesto de arrojados dardos,
hasta que a la nación feroz molesta,
tan largos años tardos
pones al yugo la cerviz enhiesta.

   Oirás por él, que cuando el gran monarca,
que rige el freno a la valiente España,
en tus hombros la carga deposita,
donde atesora la riqueza extraña,
que el sol luciente en cuantas zonas marca,
ni igual la vio, ni queda al mundo escrita.
Que el muerto siglo de oro resucita,
y saben las edades
gobernar pueblos, ensanchar ciudades,
domar rebeldes, dilatar las leyes,
fundarles otro reino a hispanos reyes,
que a perderse él de ella (nunca suceda)
hallen las sueltas greyes
otro mayor, que su soberanía hereda.

   Oirás por él, cuando el audaz britano
que el cuello angosto penetró del mando,
tus costas ricas infestaba exento,
la erizada melena del profundo,
de su gruta espantosa hórrido, y cano,
sacar el dios del húmido elemento,
como asombrado de tan gran portento:
hervir viendo en sus aguas
del negro hermano las ardientes fraguas,
sonar tambores, tremolar banderas,
partir escudos desgajar cimeras,
y el blanco manto de encrespada plata
teñir tus gentes fieras
en sangre odiosa del inglés pirata.
—25→

   Mas cantará la eternidad gloriosa,
pues vivirá su voz lo que ella viva,
y tú, dichosos años, hasta tanto
que con tu diestra vencedora, altiva,
levante España, madre belicosa,
sobre el Belga feroz el pendón santo:
allí el clarín con voz de inmortal canto
subirá por el cielo,
ávido a tus hazañas, tanto el vuelo,
que levantado al mismo peso de ellas,
cuelgue tu nombre eterno en las estrellas,
do nazca al siglo envidia de tu nombre,
y al vivo horror de vellas
el turco fiero de terror se asombre.

   Tú que con dulce y sonoroso encanto,
suspenderás los reinos del espanto,
y a envidia moverás las más sutiles,
que el mundo celebró plumas gentiles:
fía en tu voz, que al siglo venidero,
pues cantas de otro Aquiles,
tu canto te hará segundo Homero.
Francisco de Figueroa



  —26→  

ArribaAbajoControversia literaria entre Oña y Sampayo

Sonetos


(Véase la página 193 del tomo I)




ArribaAbajoOña a Sampayo

Que vayan a la fuente del Parnaso
mil bárbaros, andar que van a vella
que vaya la honestísima doncella,
pase, quizá pretende un Garcilaso.

   Que vaya un masmordón23 su paso a paso  5
non forsa si ha de ser Tántalo en ella,
y que vayan caballos a bebella:
tienen acción si fue su autor Pegaso.

   Mas, que se ponga al pie del sacro cerro
Sampayo, y que mojar pretenda el labio  10
Entro los referidos y otra gente;

   Esto me hace a mi no ver la fuente,
y come con la causa desto sabio,
temo que viendo el agua veré el perro.




ArribaAbajoSampayo a Oña no conociéndole

   Dígame, seor autor no conocido
entre gente discreta, noble y sabia,
¿Sampayo qué la hace, en qué le agravia
que así se siente de él tan ofendido?
—27→

   Sin duña que en sus versos le ha mordido,  5
pues, como lo confiesa, tanto rabia,
y no es el oro de la insigne Arabia
el que su ingenio sátiro ha mordido.

   Si no tener vuesa merced paciencia
para ir a la fuente, ha de pagallo  10
quien va tras de la virtud con inocencia,

   Sólo un remedio en tantas rabias hallo:
que vaya vuen[ve]nced24, y no por ciencia
por bárbaro, por virgen, o caballo.




ArribaAbajoOña a Sampayo, al callao

   Señor Sampayo, pardo y no Sampaco,
hecho de tizne, tinta, pez o brea,
tizón o chamusquina de Guinea
de mosterete sucio negro taco.

   Cuervo en la tez, en el parlar Urraco,  5
cabeza de hollín de chimenea,
cuyos encuentros tienen más grajea
que sacrificadores el dios Baco.

   Sabed que el padre Chávez va a esa casa,
un fraile principal de garabato  10
Invialde sonetada cada rato.

   Y en coplas no tengáis la mano escasa
que cuando falte, a ley de buen mulato,
no faltará el regalo de la pasa.




ArribaAbajoRespuesta de Sampayo

   Llegó a tu oreja, lengua de serpiente,
el eco del clarín más resonante
que vio el sabio, ni fisgó el chocante
y tú le ensordeciste el buen torrente.

   Por tanto, tu bocina y tú detente,  5
no te muestres poeta así constante,
reconoce que sol el sobrestante
en materia de verso entre la gente.

   Como ignoro quién eres, no te envío
similitud que cuadre a tu persona  10
ni el propio tiro sale verdadero.
—28→

   Si respondes al dulce verso mío
Diré si eres gato, chibo o mona,
plebeyo zafio, o noble caballero.




ArribaAbajoOña a Sampayo

   ¿Quién diablo te ha metido en ser poeta
siendo para aguador un buen moreno
o para andar vendiendo alfalfa o heno,
o dando al cordobán con la maceta?

   ¿Por qué, retrato al vivo de soleta,  5
Lebrel, podenco, galgo, y mastín bueno,
estando como estás de pulgas lleno
te dejas de rascar y sigues veta?

   Tú, Pachón, para aquí, échese el perro,
y no se me levante ni me ladre,  10
ni gruña, ni se enrosque ni alce el ceño;

   Ni piense con las uñas de su madre
escarbando sacar del santo entierro
los venerables huesos de mi padre.




ArribaAbajoRespuesta de Sampayo

   Símbolo donde existen trasumptadas 25
........................................




ArribaAbajoOña a Sampayo

   Sampayo, no conmiqui aquesas levas,
que ya van pareciéndome traiciones,
vais a don Diego ayer con mis borrones
y hoy al amanecer venís con nuevas.

   Sabiendo que por Francia ni por Thebas  5
a mí no se me da seis cagajones,
ni hay para qué volverme los pezones,
pues dellos os comisteis vos las brebas.
—29→

   Fuisteis conmigo junto en el suceso
enviando aquella mísera miseria  10
y en la respuesta sólo, bueno es eso.

   Gozáis la forma vos, yo la materia,
comeisos vos la pulpa y daisme el hueso
habiendo de trocar en esta feria.




ArribaAbajoRespuesta de Sampayo

   Yo no soy hombre que compongo levas
ni sé filaterías ni traiciones,
ni por míos vendí vuestros borrones,
ni fueron falsas cuando os di las nuevas.

   Estimo a Portugal, a Francia y Thebas  5
en lo que es un quintal de cagajones,
pasando en contrapeso los pezones
netas de tara para vos las brebas.

   Ni faltó quien dijese del suceso
De aquel soneto ilustre ques miseria,  10
y no lo afirmo ni me meto en eso.

   La forma es fea, sucia la materia,
por esta vez no repugnéis el hueso
ni me mandéis lo cambie en esta feria.




ArribaAbajoSoneto a Sampayo

   Entro los blancos cisnes del Parnaso,
extrañó Apolo un loro o guacamayo,
de color vellón, tirante o bayo,
descendiente de cuervo o gallinazo.

   Alborotose Febo, visto el caso,  5
y arrancando una rama de su cayo,
apaleando al pajarote payo
lo desterró del agua, de Pegaso.

   Viéndose el pobre cuervo maltratado
huye volando del musario cerro  10
dando graznidos del dolor que siente.

   Pesole a Apolo por haberlo dado,
y enternecido convirtiole en perro:
¡conque a beber no vaya de la fuente!

  —30→  


ArribaAbajoRespuesta de Sampayo

   Llegó de Arcadia a la sagrada fuente
sitio del presidente del Parnaso
un asno más mordón, su paso a paso,
fatigado de sed y sol ardiente;

   Llegó el mismísimo accidente,  5
por la frescura de aquel campo raso,
atravesando del oriente a ocaso
un islandés lebrel bravo y valiente.

   Mandó el doctor del sacrosanto cerro
que sólo beba el perro y se conforte  10
por ser al bien del hombre acomodado.

   Tuvo el asno parientes en la Corte
y replicaron que no bebiese el perro,
y quedó para acuerdo reservado.




ArribaAbajoSentencia de Oña sobre cuál había de beber

   Apolo aquel favor del asno mira
y la justicia del lebrel entiende,
vistos que a tantos en el asno ofende
y que el perro la razón le tira.

   De sentenciar la causa se retira  5
y remitirla a un asesor pretende
hasta que ve que el cónclave se enciende
y que se van oyendo voces de ira.

   El perro ha de beber, repiten estos:
otros al asno ayudan por el cabo  10
ya casi de la cólera beodos:

   Apolo que los ve tan descompuestos
hablando a medias con la boca y rabo
alza la pierna y dice: ¡beban todos!





  —31→  

ArribaAbajoLa tucapelina

Sobre la restauración de su misión y estreno de su iglesia


Año de 1785
Por el ladino Pancho Millaleubu
De la reducción de Tucapel
Poema heroico




ArribaAbajoDécada primera


   Rompa mi voz al nombre de Dios Trino
principio, medio y fin de cosas buenas;
invoque con sus motes un ladino
al coro y coronel de las camenas:
no censuren mi estilo genuino  5
los que compran y venden sus mecenas:
todos sigan si gustan mi Talía,
se chuparán los dedos de ambrosía.

   Sopla que quema, Apolo regalón,
tendrás otro festín como el de antaño  10
que si no es Araucana en la sazón
será Tucapelina a lo de ogaño:
de ambrosía26 va llena mi canción
y sacarás el vientre de mal año
si me prestas el numen, fuego y sales  15
que diste al gran Ercilla y otros tales.
—32→

    Gobierna, pues, mi pluma, sabio Apolo,
para hablar del asunto dignamente,
pues a mi corta esfera llegan sólo
los ecos de un ladillo balbuciente;  20
la fama lo echará de polo a polo
con su trompa sonora y elocuente
mientras mi admiración rompe el silencio
dudando de lo mismo que presencio.

   ¿Qué novedad es esta, Chile amado?  25
¿Qué es esto Butalmapu27 de la costa?
El bravo Tacapel, el rebelado
ya de manso y leal se las aposta;
de patirus28 y huincas29 repoblado
todos sirven al rey por la posta:  30
¡las tropas van y vienen por la tierra,
todo es paz octaviana, fuera guerra!

   ¿Dónde estáis Ailavilu, Lincollan,
el Lautaro traidor y yanacona30
Paillamacu, Antiguen, Caupolican  35
enemigos de España y la corona?
El Valdivia, Mendoza, Villagran
por ella sacrifican su persona,
y aunque pese al Arauco y sus anales
será eterna la fama de los tales.  40

   ¿Dónde los Paillatarus, Cayancura,
los thoquis, Colocolo y Tucapel,
monstruos de obstinación y de bravura?
El Paillamacu, ¡maldito sea él!
que a estado y religión dio sepultura31  45
el traidor, el apóstata, el infiel,
quien mató al gran Loyola en Curalaba,
porque un Sotomayor allí no estaba.

   A este héroe de Marte que apellido,
titulado marqués de Villahermosa32,  50
nunca echará el Arauco en el olvido,
por su valor y espada victoriosa,
Chillan, la capital de su partido
una estatua le erige muy gloriosa:
Rui Gamboa la funda, y deja en cuna,  55
él la estima y ensalza cual ninguna.
—33→

   A pesar de la envidia y el infierno,
del furor araucano y los temblores,
al ángel de Chillan desde ab eterno
lo destinó el Señor por sus honores;  60
por muy noble y leal en su gobierno
por su piedad, y fe, toda a candores,
entre sus auges cuenta por primeros
un colegio real de misioneros33.

   Deste taller sagrado y seminario  65
de santos y apostólicos varones
salen con un fervor extraordinario
a convertir los indios en misiones,
Condares y Espiñeiras en sumario
fueron de los primeros campeones:  70
Santa Bárbara, Autuco y Villacura
hacen memoria dellos con ternura.

   El indómito Arauco, el Valdiviano,
Mariquina, Tolthen, Canique, Niebla,
el Arique, Quinchilca, el Osorniano,  75
el Huillimapu todo se despuebla:
el celo aragonés, el castellano
de colonias seráficas lo puebla;
y éstas y otras hazañas excelentes
del muy allo Chillan son procedentes.  80




ArribaAbajoDécada segunda


   O reinan los Augustos y Theodosios
o transmigran las almas, según creo,
o ya se verifica en dos Ambrosios34
lo que fábulas mienten de un Orfeo:
el amansar las fieras son sus ocios,  5
los cuatro Butalmapus son trofeo;
el Tucapel rebelde, el araucano
es vasallo leal, fiel, ambrosiano.

   En profundas tinieblas sumergidos
yacían Tucapel y su comarca,  10
del gremio de su madre divididos
por infieles a Dios y a su monarca
—34→
su iglesia, altar y santos demolidos,
el estado despojo de la Parca,
la misión imperial, aquí fue Troya,  15
las caras35 y bien caras, son tramoyas.

   A estado tan funesto y lamentable
redujo el fatal hado a los costinos:
siempre el Plutón voraz, pero insaciable
abrió a mil desventuras los caminos  20
con pretexto y disfraz de bien sociable:
Curin y Leriaut son dos vecinos,
y como lobos, pues, de una camada
la cabra tiró al monte y la manada.

   No es Roma dulce patria para Scitas,  25
ni nacen cada día los Orfeos,
ni Hércules con fuerzas inauditas
venció sobre la tierra sus Anteos:
forte, forte, que plumas eruditas
a Sátiros dedican los Liceos,  30
y es muy loba y leal la musa mía
para meterse en Villa y Villanía.

    Al fin es la victoria del Señor,
el iris se ofrece en vaticinio,
renovando a la tierra su verdor,  35
volviendo a Dios y al César su dominio;
el perdido rebaño a su pastor
y la Iglesia y Estado el postliminio,
los hijos a los brazos de sus padres,
y estos los acarician como madres.  40

   Como pródigos vuelven a Francisco
perdido y disipado el patrimonio,
su amparo solicitan, y su aprisco
en fe de primacía, y testimonio
de que sus hijos son en Cristo y fisco  45
desde el primer obispo fray Antonio36
y lo fueran aún, según mi estima
si reinaran Solanos como en Lima37.

   Ni es de extrañar que la araucana grey
con todas sus provincias y cantones  50
faltase a la fe y a nuestra ley,
sin tener más doctrinas, ni misiones
—35→
que en los pueblos fundados por el rey,
que eran siete con indios a millones:
desde el gran Bio-Bio a Chiloé  55
forme celo y prudencia el Pilipié.

   Hágase con la huéspeda la cuenta
de ingleses y holandeses por sus mares,
seduciendo la plebe mal contenta,
pervirtiendo caciques a millares;  60
de una nación infiel y turbulenta,
¿Qué se puede esperar sino ejemplares?
Escrito está: con santo serás santo,
como con los perversos otro tanto.

   Ademas de los huéspedes piratas,  65
si los fastos no mienten, ni la historia,
las ciudades con ruines contratas
se elevaron al colmo de su gloria:
las paces generales tan baratas
fomentaron el lujo y vanagloria,  70
y tal vez por el sumo desbarato
el gran jefe Loyola pagó el pato.

   En la Imperial, Valdivia, y en Osorno,
Lima y Estrecho son los favoritos,
girando su comercio siempre en torno,  75
disparate el mayor según peritos;
Villarrica era llave, y su contorno
para ocurrir a España en los conflitos:
por su obra que lleva a Buenos Aires
mil peligros se ahorran y desaires38.  80




ArribaAbajoDécada tercera


Entrega de los padres y su convoy a Tucapel


   Llégase, pues, el suspirado día,
el Tucapel no cabe de contento,
por todo el Butalmapu luego envía
sus guerquenes, que son hijos del viento:
volando con placer, con alegría  5
en Arauco se juntan al momento
la grandeza costina y plebe toda
de sus cari-patirus a la boda.
—36→

   La gran plaza de Arauco fue teatro
donde el señor maestre puso su Corte,  10
año setenta y nueve, día cuatro
de noviembre, que reina en sur y norte:
aquí fecho el cahuin, o anfiteatro,
que entre los indios es de sumo importe,
les entrega sus padres mano en mano  15
al nombre de su Dios, y soberano.

   Con la fuerte energía de un Ambrosio
y valor militar de gran maestre
al alma les parló deste negocio,
no hay verdad que no diga, no demuestre;  20
en defensa del rey del sacerdocio,
empeña su piedad y honor ecuestre;
que castigar rebeldes sabrá luego
entrando por la costa a sangre y fuego.

   El Arauco que manda Neculbud,  25
de la costa leal primer bastión,
el Tacapel mentado en norte y sud
su jefe el Cathileubu, y decurión;
el Ranquilque que en toda su amplitud
tiene al Llaupilabquen por su Solón,  30
el Tirua, Boroa, el Imperial
callan y oyen en suspensión total.

   Tantos caciques, todos respetables
por vasallos, por fuerzas, por valor
manifiestan con señas muy palpables,  35
su lealtad a su rey, a su señor;
la prudencia, bondad, dotes amables
que adornan a su jefe y protector
arrastran con impulso poderoso
a todo el Butalmapu, belicoso.  40

   Ya disuelven sus Cortes y cahuin
con vivas que resuenan todo el día
y aunque la envidia muerda mi chapín
el cielo y tierra llenan de alegría;
esta de sus miserias sale al fin,  45
aquél llueve un maná, todo ambrosía:
el Tucapel se rinde a Dios y al rey
y la costa se amansa como un buey.

   Los hijos del humano serafín
vuelan tras de su amado Tucapel,  50
las luces que ocultaba el selemia
brillan por el muy alto coronel;
—37→
la furia infernal lleva en San Martín
viendo la costa toda en gran tropel:
elevan a sus patrones en las palmas  55
cincuenta y más caciques, millón de almas.

   Ya los Campos Elíseos se presentan
del Tucapel soberbio y belicoso,
y los padres en ellos se aposentan
regándolos de llanto muy copioso:  60
uno por uno ven, registran, cuentan
los sitios de un país tan delicioso,
monumentos de su gloria pasada
pero tristes asuntos de Iliada.

   Aquí fue Troya, dice la Cañete39,  65
ciudad aún en su cuna otra Imperial;
allí se ve del Hado hecho juguete
el fuerte de San Diego misional,
el fresco de la costa y del boquete
que ya se declaró boca infernal,  70
vomita incendios, lanzas y villanos,
motines de llanistas y araucanos.

   Aquí, Tacapelina,
te pido por favor
este corto paréntesis,  75
que entre lo heroico pone mi dolor.
Mi Tucapel amado,
¿Quién ha sido el traidor
deste infeliz
sino el fuego, la guerra y el furor?  80
Esas tristes ruinas
son voces del Señor,
monumentos retóricos
que te llaman a objeto superior;
renueva la memoria  85
de tu antiguo esplendor,
de tus vuelos seráficos
en la dorada edad de tu fervor.
El siglo de la plata,
El del bronce, ¡qué horror! El de hierro plutónico  90
aquí fue Troya dicen con pavor:
¡Tucapel, Tucapel, conviértete al Señor!

  —38→  


ArribaAbajoDécada cuarta


Fundación de la Misión y de su Iglesia


   En la Araucana vierte furor, saña,
el gentil, el rebelde Tucapel,
sus caciques y conas en campaña
son alumnos de Marte y de Luzbel.
La fama le celebra aún en la España  5
por bravo, por fogoso y por cruel:
o miente la Araucana pese a Ercilla
o Tucapel se ha vuelto otra Castilla.

   Su lealtad y obediencia consta al rey
a pesar del Tupac, pretenso inca,  10
su amor al español, obsequio y ley
publíquenlo las tropas, diga el huinca;
sobre entregar sus hijos al virrey,
dirá todo un colegio, real finca40:
callen, en fin, los Zoilos mequetrefes,  15
hablen de sus servicios nuestros jefes.

   Hablando de su fe y de su conversión
no puede ser más viva, más ferviente;
el estado feliz de la misión
es a todos bien público y patente;  20
de ser obra de Dios su fundación
dan testimonio ilustre y convincente
tres caciques, diez conas bien casados
cien párvulos y adultos bautizados.

   No vio tales progresos este polo,  25
(rómpase o no la envidia en el vocablo),
ni pudo en muchos siglos colocolo,
decir como está escrito: Plauto Pablo;
y luego incontinenti: pegó Apolo.
Dios ha dado el aumento, pese al diablo:  30
Tucapel, Tucapel aún en su cuna
decir puede otro tanto por fortuna.

   El cielo no empereza sus conquistas,
por eso Tucapel marcha gigante;
los caciques, los conas, mitas listas  35
fabrican la misión más elegante;
el convento y capilla son cronistas
de los hijos de un orden mendicante,
que reprochan cierto refrán bellaco,
dicho está: la codicia rompe el saco.  40
—39→

   ¡Qué exigencia, qué empeño, qué conato!
¡Qué fervor, qué piedad, qué devoción!
¡Qué edificio, qué iglesia, cuánto ornato
en término tan corto y tal región!
¡Oh! Si Apeles hiciera un fiel retrato,  45
¡o la Tucapelina algún borrón!
Por el dedo sacaran el gigante
de las obras de Dios que es el garante.

   ¿Quién obra este prodigio, con efecto,
sino Dios en honor del cristianismo?  50
¿Un edificio tal sin arquitecto
entre tan vasto y pobre gentilismo?
La indiferencia trocada, en el afecto;
en culto y devoción el ateísmo;
¡Tucapel que pintó tan lobo Ercilla,  55
está a son de campana en la capilla!

   Después se concluyó toda faena,
allá se avenga Marta con sus pollos,
a los ocios se dan de Magdalena,
no diré si por santos o criollos;  60
de la Iglesia se trata y de su estrena
y de evitar por Llanos los escollos,
pues de Cholchol avisan por la posta
que el llanista Curin viene a la costa.

   Con acuerdo se parla del asunto  65
en grande junta y pleno consistorio,
y todos a una voz dan en el punto
de tener un cahuin, gratulatorio;
que asista el Butalmapu todo junto
lo hará más respetable y más notorio;  70
y si el llanista viene a dar malón,
¡o vencer o morir por la misión!

   Para tener, en fin, la fiesta en paz
y eternizar su fama en los anales,
un arbitrio muy propio y eficaz  75
les ocurre por indios muy cabales;
a su jefe y señor que es muy sagaz
mensajeros aprontan principales;
todos meten en casa su buen día,
si llenan los pillanes de ambrosía.  80

  —40→  


ArribaAbajoDécada quinta


   A obtener de su oráculo el Amén
o su embajada un triunvirato,
émulo del que hizo allá en Belén
al Divino maestre obsequio grato,
Cathilef, Mariñán, Guenulabquen  5
tres Régulos en fama y caricato,
llevando el Cathilef por gran bastón
cual Neptuno de costa su tritón.

   Día diez de setiembre, año de ochenta
y tres, más sobre mil y setecientos,  10
salen de Tucapel con toda ostenta
en pegasos ligeros como vientos,
y marchando lo más leguas cuarenta
llegan los tres caciques muy contentos
a la gran capital de la frontera,  15
que si fuera Imperial, Mocha no era.

   A su dueño y señor besan la mano
marismaris le dan y abrazos mil,
y evacuados saludos, el decano
parla con elocuencia varonil  20
sobre estrenar su Iglesia en el verano
con gozo y complacencia muy gentil,
si se digna de honrar su señoría
su mapu-Tucapel para este día.

   Todos tres reproducen sus instancias  25
para obtener tal dicha si es posible
y dar al Butalmapu circunstancias
que envidiable lo harán, pero invencible,
y rival en valor a las Numancias
con sola su presencia diligible;  30
pues tiene en el reverso de su cuño
los cuatro Butalmapus en un puño.

   Tucapel es, señor, todo de usía
le dice aquel triunviro respetoso;
¿Qué fuera, pues, aún sin vos aún en el día,  35
sino un caos confuso y tenebroso?
Su nuevo aspecto, verdor y lozanía
se deben a ese sol tan generoso,
que en su eclíptica de la paz amable
gira toda la tierra infatigable,  40
—41→

   ¿Cuántos bienes nos trajo la misión?
Dedicada, señor, a vuestro nombre
la fama lo publica sin pasión
y el polo hará inmortal este renombre;
de Ambrosianos tenemos el blasón,  45
que es un apoteosis para el hombre,
y el vivir como dioses de ambrosía,
en Tucapel es pan de cada día.

   Todo nos viene a colmo del deseo;
no nos falta blasón ni bien alguno,  50
en vos, señor, tenemos un Proteo,
allá en nuestros patirus un Vertuno;
no hay aspecto ni oficio, hay empleo,
en que no se transforme cada uno,
a fin de conquistar a la Pomona,  55
que es Tucapel ingrato a la corona.

   Pero ya es Tacapel nueva Castilla,
y si usía le honra será Corte,
presidiendo el estreno de capilla
y siendo del cacique el bello norte:  60
con este paraninfo luce y brilla
en su sacro himeneo la consorte,
pues la pomona a su Verano fiel
es con Iglesia nueva Tucapel.

   Si tan grande favor no es asequible  65
nombre día, señor, para la fiesta,
un Domingo en la plausible
y en el que da su oráculo respuesta;
vuestro amor a Millant es indecible
desde que, nuevo Marte, fue a la testa  70
de la tropa al destino de Valdivia,
amansando los monstruos de otra Libia.

   No se puede negar la maestría
súplica tan justa y conducente,
a sostener derecho y regalía,  75
que antigua posesión dio justamente,
y pacífica aún fuera en el día,
si en el mundo no fuese tan corriente,
que las pías palabras mío y tuyo
no den a Dios y al César lo que es suyo.  80

  —42→  


ArribaAbajoDécada sexta


A nombre del señor maestre de campo asiste a la función su secretario el señor don Domingo Tirapegui, capitán de dragones, con el comisario de naciones; señálase día para la fiesta y repartimiento de agasajos. -Corren los mensajes por la costa.


   Vuelve el dorado sol a su carrera
(esto el nombre Millantu significa)
ya tenemos Domingo y Primavera,
todo en la luna y sol se vivifica;
tierra y cielo se truecan esta era,  5
y su bella armonía pronostica
que octubre, Coelemu Fin detur aratro,
o terra feret stellas, día cuatro.

   De asuntos y negocios un tropel,
militares, políticos, de estado  10
que por corona tiene un coronel,
y brumarán de Roma el magistrado;
del gran soldan privado a Tucapel;
mas, siempre luce y brilla por soldado,
pues en Millantu41 llevan un tesoro,  15
y les da su maestre un sol de oro.

   En honor del humano serafín
Francisco, de la Iglesia bello Atlante,
su día se destina al gran festín
que Tucapel celebra, fino amante;  20
el dueño de la costa y del cahuin
a toda costa sale por garante,
y los que viven siempre de ambrosía
tendrán ancha castilla en este día.

   Para que llegue al colmo la grandeza  25
de función tan plausible y general
de nuestro soberano la largueza
hace regio cahuin, fiesta real;
todos grandes serán de boca y mesa
y mucho más gentil el más leal;  30
de los pies a cabeza, arriba abajo
les dará gentileza el agasajo.

   Con tan faustos anuncios, nuevas tales,
regresa a Tucapel su triunviro,
a correr los guerquenes provinciales;  35
desde Arauco a Tolten toman su giro;
estos son tan veloces que en pañales
los de Alejandro quedan, los de Ciro;
corren, vuelan el día de la fecha
por todo el Butalmapu como flecha.  40
—43→

   No te fatigues, no, Tucapelina,
en seguirle los vuelos a estas aves;
cuidado que me huele a chamusquina
ver que su ligereza tanto alabes;
une, pues la prudencia serpentina,  45
y el candor de paloma, si es que sabes;
vayan enhorabuena por los vientos,
noramala si tienen movimientos.

   Si corren los mensajes mucho o poco
no lo tomes, Ladino, por tu cuenta,  50
mira que anda al revés el mundo loco
y dirá que la tierra es más violenta;
que ella marche y no el sol es gran descoco,
y esto al copernicano le contenta;
sólo falta quien diga por Jesús  55
que se cansó la tierra, y adiós luz.

   Mientras corren o vuelan los mensajes
el Tucapel se vuelve matachín
saltan, brincan los indios más salvajes,
haciendo cabriolas su rocín;  60
los caciques disponen hospedajes,
galpones y ramadas a este fin:
aún mi mancarrona y lerda Calíope
anda no más al trote y al galope.

   Los patirus como atalantes píos  65
en un instante corren sus dos millas
y como piedras van por esos ríos,
y así tras de la Iglesia sus capillas;
por su adorno, aseo y atavíos
andan el día y noche de puntillas;  70
ninguno me dirá de que yo miento,
porque vi con mis ojos lo que cuento.

   Ya suenan las cornetas hacia el polo,
ya se oye el tropel de los caballos,
ya se acercan Millantu y Colocolo  75
con todos sus caciques y vasallos;
yo tengo mucho miedo pero sólo
a la tropa de Zoilos perigallos;
cada cual con su tema, yo a la guasa
digo a todos: más sabe el loco en casa.  80

  —44→  


ArribaAbajoDécada séptima


Llega don Domingo Tirapegui, y júntase todo el Butalmapu


   No alistó iguales tropas Tucapel
el gentil, el rebelde y belicoso,
como acampadas vio, y al mando del
el cristiano, leal y religioso;
en verdes pabellones su cuartel  5
disponen con emblema misterioso,
pues esperan en su Millant amado
en influjos gozar de un sol dorado.

   Este ya nos lo anuncia en el oriente
el alba con volantes monjibelos,  10
que suplieran la noche precedente
la ausencia del Titán que es de los cielos,
formando en la atmósfera y continente
crepúsculos de un día paralelos,
acróstico a la letra de ambrosía,  15
pues se extendió hasta ocho un solo día.

   Sale el Domingo el sol, llega Millantu
cual astro de primera magnitud
trayendo entre sus brazos a Rencuantu,
copia de su valor y su virtud;  20
para su escolta trae a un Paillantu,
con su apo guilmen el Neculbud;
los caciques de Arauco, y conas cuento,
el comisario, y lengua, más de ciento.

   Con esta comitiva hace su entrada  25
por medio de ordenados escuadrones
que a recibirle salen de la indiada,
con vivas y saludos a montones:
los patirus celebran su llegada
echando todo trapo y esquilones,  30
rompiendo del placer todos los diques,
en fuegos, luminarias y repiques.

   El Tucapel en acto tan lucido
ocupa la vanguardia con primor
formando de tritones al tañido  35
un cuerpo de Guelmenes de valor;
al Cathileubu todos han seguido,
que es el Apo y real gobernador,
en premio de su mérito en la tierra,
siendo vasallo fiel en paz y en guerra.  40
—45→

   El Caicupil que manda Mariñán
con el Colipichun, el Autiguenu,
el famoso Ilicura de Antimán,
el gran Guenulabquen, el Neculguenu
que a Llinguegna y a Pausur leyes dan:  45
el guilmen de Molguilli Llancaguenu
el Paicaví, Ranquileo, la Auteguina,
el Thagaboso, el Guapi y su marina.

   Todos estos cantones poderosos
con el libre Pelico y el Contun  50
ofrecen sus Ulmenes obsequiosos
como la caremaguida al Pichún:
a Millantu cortejan oficiosos
siguiendo a Tucapel de mancomún:
los vasallos y conas no los cuento cuento  55
diciendo, pues, millón dijo que cuento.

   Los demás provinciales Aillaregues
Que respetan la voz de Tucapen
destinan sus caciques y consegues
como Ranquelgue a su Llanpilabquen,  60
el Lleullen, Tauaquepe y otros regues
parciales, Huaiquipan, Guincaquilmen;.
El bravo Marilevi, el gran Quidico
con los dos Millalenbus grande y chico.

   El triunviro se sigue tiruano  65
de Tucapel antiguo confidente,
émulo de la gloria del romano
por otro Cicerón en lo elocuente:
el Curimilla, digo el Quintiliano
con el Millanaque, y el cojo Guente;  70
estos tres fueron sólo diputados
por ser les tres caciques más letrados.

   Si te parece aún grandeza poca
al bermejo te doy Colicoyan,
que es duque o gemo, y tapa imperial boca;  75
al varón Guala, al Manque, al Gueuchupu
el invicto y leal como una roca
de Felipes al Vucha Inalican,
que blasona de ser Sotomayor
y este gozo será mayor dolor.  80

  —46→  


ArribaAbajoDécada octava


Se celebra la fiesta y se dan los agasajos


   ¡Jesús! ¡Qué confusión, qué gritería!
¿Esta es función de iglesia o es festín?
Retírense, señores, qué porfía
por llegarse al altar y camarín
Ancunai. ¡Qué primor, qué melodía!  5
¿Esta es fiesta real o es un cahuin?
La capilla con cosas muy brillantes
una escuela parece de danzantes.

   El sol está en capilla, en coro y cielo.
Cata aquí está Millantu y los cantores,  10
la tierra como estrellas en el suelo
toda está sin son flores, no son flores;
entre la misa y música me cuelo
para oír el sermón y ver primores;
Marimari pu-ulmen, chitón, chitón,  15
que en la lengua predican el sermón.

   «Venid a mí, comienza desde luego
»los que trabajáis, pues, y estáis cargados
»con la carga que os bruma el mundo ciego
»con el peso fatal de los pecados;  20
»yo os daré todo alivio y el sosiego
»que liberta de azares y cuidados;
»tomad sobre vos el yugo de la ley
»tendréis descanso y paz con Dios y el Rey.

   »San Francisco, mi amado patriarca,  25
»os llama, pues, en nombre del Señor,
»a Tucapel convida y su comarca
»para oír las finezas de su amor;
»a costa de don Carlos su monarca
»el quinto, el augusto emperador,  30
»los hijos de Francisco misioneros
»descubrimos a Chile los primeros.

   »Con Valdivia y Loyola capitanes
»a quienes disteis muerte tan cruel
»andaban los patirus capellanes,  35
»por la Imperial, Arauco y Tucapel;
»con Garcías-Mendozas, Villagranes,
»y demás generales un tropel,
»dando buenos consejos a la tierra
»Para abrazar la paz y no la guerra.  40
—47→

   »En Osorno, Valdivia, la Imperial
»Villarica y Angol, aquí en Cañete,
»en Cohue, y en Puren inmemorial
»Tuvieron grandes cosas más de siete
»antes del alzamiento general  45
»que fueron de traidores el juguete;
»¡oh! Si de tantos padres el martirio
»¡a Tucapel sirviera de colirio!

   »Abre los ojos, pues, mi pueblo amado,
»tiende la vista bien por tus ruinas:  50
»¿Dónde está tu Cañete celebrado
»tu plaza y tu misión tan peregrinas?
»¿El fuerte de San diego desterrado,
»de Paicaví y Ranquelgue las doctrinas?
»¡Si el padre Collinamun te parlara  55
»el gallo de San Pedro te cantara»!

   Dicho esto, lloraron a lo lejos;
la fiesta se acabó y entra el festín;
se disponen las misas y trebejos
para el indio más noble y más ruin;  60
los Rapais y las damas, mozos, viejos,
todos tienen su mesa en el cahuin;
ninguno se levanta de su escaño
hasta sacar el vientre de mal año.

   Todos beben según su voluntad,  65
cual allá en el convite de Asuero
pues la taza en beber según edad
fue para Baltazar de mal agüero.
Contando por mayor en sobriedad
por siete causas beben que número;  70
la sed que fue y que vino, la ambrosía,
el brindis que va y viene de noche y día

   Aquí toda la tierra balancea,
la costa ve nos pone de costillas,
el humo se subió a la chimenea  75
bajó fuego a talones y puntillas;
también mi mancarrón aquí manquea
sólo puede pasar por las orillas;
y con el pun, pon, pun, y este trasnocho
amanece de octubre el día ocho.  80

  —48→  


ArribaAbajoDécada nona


Continúa la materia precedente


   Sale el sol, descúbrese la tierra,
preséntase Millant y brilla el globo
y con su vista al punto se destierra
la zorra y el culpeu, el panqui-lobo.
En acuerdo se pone el alza-pena,  5
los espíritus vuelven del arrobo,
el Butalmapu que yo lo embriago
cátale aquí sereno Areópago.

   Al nombre de Millant y presidente
rompe la parla el rey Pichipillan,  10
como sacro real muy elocuente,
con el gran gran Neculbud y Mariñán;
cara a cara se ponen, frente a frente
y la atención captada por don Juan,
derrama en los asuntos que les toca  15
raudales de ambrosía por la boca.

   Con garbo felicita a Tucapel
en asunto a la Iglesia que ha estrenado,
y que a su gran maestro coronel
se debe dar las gracias de su estado;  20
que le sea obediente, leal, y fiel,
y cumpla la palabra que le ha dado
de vivir siempre en paz sin novedades
en servicio de ambas majestades.

   La noticia les da del parlamento  25
de su jefe también y nuevo Alcides,
de las prendas amables y talento
del señor don Ambrosio Benavides,
quien hace en su maestre nombramiento
como en Hércules galo de estas lides;  30
en lo sabio y discreto como el mismo
en las hazañas, triunfos, heroísmo.

   De aquí sigue la parla de agasajos
a los caciques fieles de la costa,
porque a la regia tropa en sus trabajos  35
le dieron buen pasaje por la posta;
cata aquí los más rotos más majos,
y el español se vuelve una langosta;
por su amado Millant corre la entrega,
brama la envidia huinca siempre ciega.  40
—49→

   Para corona y fin del parlamento
a sus cari patirus encomienda
y a la escuela que tiene su convento
de niños y de gueñis, como en prenda;
a todo el Butamapu muy contento  45
a su hijito Renqueant les recomienda;
y luego se lo entrega a los caciques
rompiendo del amor todos los diques.

   Cada cual prontamente y con agrado
lo abraza y acaricia con franqueza,  50
el lujo de su padre deja el lado
con gran serenidad y sin sorpresa;
del bárbaro prolijo no ha mostrado
ni miedo, ni temor, ni otra flaqueza;
Verificando así, si bien adviertes,  55
el dicho que de fuertes nacen fuertes.

   Vaya, pues, de paréntesis, amigos,
siga aquí de posdata mi canción,
si tiene la verdad más que enemigos
en la era presente sin razón;  60
los indios y españoles son testigos
de tan plausible y célebre función;
diga y maldiga envidia lo que quiera,
ella será la última y primera.

   Cuando en colmo del gusto y de la paz  65
dedican su coyac junto a los padres,
corre, pues, el run-run así no más
que los hijos se comen a sus madres,
que la tierra está alzada sin disfraz
y que han muerto a Millant y sus compadres:  70
la Mocha y la frontera alborotadas
y Tucapel se ríe a carcajadas.

   Dígame sin envidia el amor propio
¿por qué es tan inhumano y suicida?
¿Y quién le puso nombre tan impropio  75
si se mata por esta y la otra vida?
Vaya de papirote San Eutropio,
y tome mi consejo el propicida:
conténtate no más con lo que es tuyo
demos a Dios y al César lo que es suyo.  80

  —50→  


ArribaAbajoDécada ultima


Da las gracias y se despide el Butalmapu


Al fin la perdiz canta corredora
que el nombre Neculbudu se interpreta,
y con voz elocuente y muy sonora
pasa la parla y Duguo a su Atleta;
al Mariñancu digo que decora  5
el nombre que un imperio más respeta;
diez aguilas se llama, y estos lauros
la Roma prefirió a los minotauros.

   Del comisario es eco Neculbud,
del Butalmapu voz el Mariñán  10
y con dúo de tanta multitud
todos a Dios y al rey gracias dan;
al jefe coronel su gratitud
se va como a su polo dulce imán:
oyéndole en Millanta dulce oráculo  15
y de toda la costa el espectáculo.

   Uno a otro se dan la enhorabuena
del parlamento próximo y su Atlante,
echando sobre esto una docena
de cosas, marimari por delante;  20
aquel Hércules galo les resuena
por quien Pichipillan metió el montante,
sus hazañas glosando y valentía
con muy sabia y feliz mitología.

   Marimari pu-ulmen al señor Apo  25
de este Güeupin real canta la indiada,
al señor Martín Campo, Hércules guapo,
se viene clara y fiel que no pintada:
echen los Butalmapus todo trapo
y dese el parabién su cacicada;  30
sus hazañas y triunfos en la tierra
de Hércules han sido en paz y en guerra.

   Los triunfos del León y la Serpiente,
del caco salteador astas de oro,
stimphalidas voraces, come gente,  35
amazonas vencer, de Creta el toro,
salir de madre Alfeo, y su corriente
la Hidra, el Cancervero, y su tesoro,
redimir los cautivos de Jerión,
del señor Martín Campo hazañas son.  40
—51→

   Del pacífico mar a cordillera
no hay leones fatales con su piel
y al canto de este gallo a la carrera
dejan la vida airada y lo cruel
de la Hidra infernal y Cancervero  45
habla por mar y tierra Tucapel:
¿Quién sostiene su cielo militante
sino el Hércules galo como Athlante?

   Los pájaros cerriles montaraces
que Stimphalidas dicen se llamaban,  50
todos tan monstruosos y voraces
que de hombres no más se alimentaban;
siendo tan alicuyes y aún audaces
que cubrían el sol cuando volaban;
al monstruo de la Envidia representan,  55
y a los que deste vicio se sustentan.

   Al sol tiran en daño de la tierra
a eclipsar por tener muy grandes alas;
pájaros que le hacen cruda guerra
y son en sana paz Perú de malas;  60
mas el Hércules galo42 no la yerra
aunque a los tales dicen no entran balas;
con las flechas de oro a puntería
destos pájaros caza noche y día.

   En las demás proezas, cosa es llana,  65
que se lleva también la maestría;
mas este asunto es de una ambrosiana
pues la Tucapelina es niñería.
Adiós sol, adiós luz, hasta mañana,
que será, como dicen, otro día;  70
esto va de viaje y de farfulla
y lo mejor será meterle a bulla.

   ¡Viva el Orfeo, viva el Anfión!
Grita la tierra toda hasta los Andes.
¡Viva el Alcides, viva redención!  75
Claman ya los cautivos, chicos, grandes.
¡Viva el Athlante, viva el Paladión!
Salta en fin Tucapel por los de Flandes:
¡Viva el Hércules galo y andaluz
Que puso en sus columnas el -  80

Non plus.



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