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991

Math. XXII, 23-33. Mar., XII, 18-27. Luc. XX, 27, 39.

 

992

Cf. Historia general de la Iglesia, tom. III, pág. 604-605.

 

993

Resurrectio mortuorum praecipua fides Christianorum. San Agust. Serm. 150, número 2.

 

994

Salm., CIX, 1.

 

995

Math. XXII, 34 ad ultim. Marc., XII, 28, 35. Luc., XX, 40-44.

 

996

Moisés (Exod., XIII, 9; Deuteron., XII, 8, XI, 18) había dicho: «Fijarás estas palabras (el resumen de la ley) como un memorial en tu mano, y las llevarás entre tus dos ojos». Para ejecutar este precepto, en todo el rigor de las palabras, llevaban los Judíos en sus sinagogas, en la mano izquierda y en la frente, tiras de pergamino, sobre las cuales se hallaban reproducidos íntegramente los tres pasajes de la ley, tan formalmente recomendados a su atención por el mismo legislador. El primero, relativo a la solemnidad nacional de la Pascua y a la consagración de todos los primogénitos al Señor, contenía diez y siete versículos del capítulo XIII del Éxodo, desde el 3 hasta el 19. El segando contenía los seis versículos del cap. VI del Deuteronomio, desde el 4 hasta el 16. Éste era precisamente el texto tan querido a los Judíos; «Escucha, Israel, Jehovah, tu Dios, es uno. Amarás al Señor, tu Dios, etc.» Finalmente, el tercero comprendía todas las bendiciones consignadas para la fiel observancia de la Ley y contenía los diez versículos del capítulo XI del Deuteronomio, desde el 13 hasta el 22. Las tiras de pergamino escritas de esta suerte, estaban pegadas a una correa de cuero negro, en cuyas puntas había dos cordones de seda, con los que se ataba el filacterio. (, Conservatorium legis) a la frente y a la mano izquierda. Aun en el día, llevan los Judíos estos filacterios o Tephillin, mirándolos como preservativos contra la acción de los espíritus impuros. Y ¡no obstante ha pretendido, negar el racionalismo la autenticidad de los libros de Moisés ante un pueblo tan tradicional que lleva, durante cuatro mil años, las palabras de Moisés escritas al rededor de su muñeca!

 

997

Los Fariseos y los Escribas no se contentaban con las tres citas oficiales de que hemos hablado en la nota precedente, sino que alargaban los filacterios y escribían en ellos otros textos de la Ley para hacer ostentación de una fidelidad exagerada.

 

998

He aquí el texto de la ley Mosaica, relativo a las franjas que debían llevar los Israelitas en su manto: «Habla con los hijos de Israel, y les dirás que se hagan unas franjas en los remates de sus mantos, poniendo en ellos cintas o listones de color de jacinto». (Núm. XV, 38). El manto de Nuestro Señor tenía un bordado de este género. Con sólo que toque la orla de su manto, decía la hemorroisa de la Escritura, seré curada». Los Fariseos habían introducido la costumbre de fijar en esta orla los Zizith o Cedilim, pequeñas tiras de pergamino en las que había trazados algunos versículos de la Ley. De esta suerte creían conformarse al sentido del Legislador, que había explicado en estos términos el simbolismo de las orlas y de las cintas de color de jacinto. «Este adorno recordará a los hijos de Israel que están sujetos a la ley de Jehovah, y que no deben dejar extraviar sus pensamientos ni sus miradas hacia las pompas de los cultos extranjeros. (Núm. XV, 39).

 

999

Los cepillos puestos en los atrios del Templo para recibir las ofrendas, eran en número de trece, teniendo cada uno su destino particular. El Gazophylacium, de que aquí se trata, estaba destinado verosímilmente a recibir las ofrendas voluntarias para los sacrificios públicos de la Pascua.

 

1000

Math., XXIII, 1-2. Marc., XII, 38-44. Luc., XX, 45 ad ultim. 1-4.