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Los Fariseos ricos, al ir a la sinagoga, distribuían públicamente sus limosnas en las calles por que atravesaban. Nuestro Señor compara esta ostentación con el brillo ruidoso de las representaciones teatrales. La palabra: u(pokritai\ significa en su sentido literal: «Cómicos». Herodes había multiplicado los teatros en las ciudades de Judea, anunciándose las representaciones escénicas al ruido de trompetas recorriendo todas las calles. El Salvador alude a este uso, como lo prueba por otra parte la otra expresión griega: pro\j to\ qeaqh=nai que emplea para caracterizar el orgullo farisaico que gustaba ostentarse en espectáculo. [[ pro\; to\ qekqh/nai en el original (N. del E.)]

 

572

Tales costumbres eran desconocidas en todas partes, menos en Judea. Los Fariseos que llevaban en la orla de su manto anchos filacterios, donde estaban escritas las sentencias de la ley, se paraban en las plazas públicas y en las esquinas de las calles a meditarlas, exagerando de esta suerte las palabras del Deuteronomio: Meditaberis in eis sedens in domo tua, et ambulans in itinere (Deuteron., VI, 7). Al recomendar Jesús a sus discípulos el silencio respecto de sus buenas obras, les da un precepto de que él mismo les servirá de ejemplo. Así el divino Maestro, a cada milagro que hace, manda siempre que guarden secreto.

 

573

Math., VI, 1-14.

 

574

Los Judíos en los ayunos solemnes se cubrían la cabeza con ceniza, poniéndose un cilicio, o se cubrían con el sayal de la penitencia. El rigorismo farisaico había encarecido estas observancias. El orgulloso fariseo ayunaba dos veces a la semana. Jejuno bis in sabato (Luc., XVIII, 12) el lunes y el jueves; y quería que la afectada palidez de su semblante revelara claramente sus austeridades. Jesús, por el contrario, ordena a sus discípulos, que cuando ayunen se perfumen la cabeza, pues era costumbre en Palestina, según dice San Gerónimo, usar perfumes en los días festivos. Ubi diebus festis solent ungere capita (Hieron., In Math. Commentar., cap. VI, 17).

 

575

Fácilmente se comprenderá, que en la época de la invasión romana en Judea, fue muy frecuente el uso de esconder en tierra los tesoros entre los hijos de Jacob.

 

576

Math., VI, 17-34.

 

577

Math., VII, 7-11. Unimos aquí estos dos pasajes relativos a la súplica, aunque se hallan separados en el texto, porque la mayor parte de los comentadores suponen es accidental esta inversión; la serie de las ideas induce a creer que se pronunciaron por el Salvador en el orden en que las restablecemos.

 

578

Math., VII, integr.

 

579

Math., VIII, 1-4; Marc., I, 40-45; Luc., V, 12-15.

 

580

Levit., XIII, 1, 2.