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ArribaAbajoCapítulo V

De los Indios en general: de los que habitan, en los terrenos del Orinoco; y de sus vertientes en particular



ArribaAbajo§. I

Preámbulo para la idéa que se forma


Para que nos entendamos con toda claridad en esta materia, es bien que con una ligera ojeada imaginemos á los Indios Americanos en general, en tres estados muy diversos entre sí. En el primero veamos cómo estaban ántes que en el Perú ni en México dominasen los Ingas ni los Montezumas: ¡qué horror! cierranse de suyo los ojos, por no ver tan fea barbaridad. En el segundo estado registremos los dilatados Paises del Perú y de México, sujetos en gran parte, unos á los Ingas, otros á los Montezumas; rayando ya la disciplina Militar, y entablada á su modo la vida Civil en las Provincias y Naciones agrestes, que iban sujetando aquellos dos Emperadores. El tercer estado, feliz para tantos millones de Indios, como ya por la Bondad de Dios se han salvado y salvan (aunque infeliz para los que aun están en su ciega ignorancia, ó ciegamente resisten á la luz Evangélica) empezó desde que las Armas Católicas tomáron posesion de las principales Provincias de aquellos dos vastos Imperios; y prosigue hasta ahora, creciendo siempre en todos aquellos remotos   —67→   ángulos del nuevo Mundo la luz de la Santa Fe, para eterna dicha de aquellos infelices hijos de Adán.

El primer estado de aquellas gentes hace á mi ver un confuso éco con las tinieblas, en que estaba envuelto el Mundo en aquellos tiempos antecedentes á la dignacion inefable, con que Dios se manifestó al Patriarca Abrahán, tiempos de barbaridad y de error. El segundo estado de las Américas hace una proporcionada consonancia con la Era de aquellos tiempos, en que ya en el Oriente los Medos y los Persas, ya los Egipcios, ya los Griegos, ya en fin los Romanos, con la disciplina Militar reduxéron á vida Civil gran parte de las Naciones incultas de nuestro Mundo antiguo. El tercer estado en que vimos aquel nuevo Mundo en su primer descubrimiento, hace éco y consonancia al feliz Imperio de Tiberio César, á quien con humilde silencio estaban rendidas las mas nobles Provincias de este nuestro Mundo antiguo: y así como esta union y sujecion del Mundo al Romano Imperio fué disposicion del Altísimo, para que la Ley Evangélica, con mas facilidad desde Roma su Cabeza se difundiese por todos los miembros del Imperio y fuera de él: así la sujecion de la mayor parte del Perú al Inga, y el vasallage de las principales Regiones de México al Montezuma, fué piadosa disposicion del Altísimo, para que sujetadas aquellas dos Cabezas, se abriese puerta franca al Santo Evangelio en aquellas tan dilatadas como remotas Provincias. Y así como en todas aquellas gentes ménos políticas ó mas bárbaras, por no haberse sujetado al yugo y disciplina de la Política Romana62 rayó   —68→   mas tarde la luz de nuestra Santa Fe, y en muchas aun dominan las erróneas sombras del Gentilismo: del mismo modo ha sucedido y sucede en ambas Américas, en órden á las Naciones no sujetas antiguamente, ni al Inga, ni al Montezuma; en las quales, quanto mas adentro penetran los Misioneros Apostólicos, tanto mayor es la maleza y barbaridad con que hallan preocupadas las Naciones. Pasa todavía adelante mi cálculo en la contraposicion; y digo en fin, que así como acá sembró cizaña el enemigo comun, en tantos y tan floridos Reynos, como lloramos sumergidos en sus mismos errores, resistiendo y haciendo guerra á la misma benigna Luz que los busca: de la misma manera, por la industria del mismo mortal enemigo no faltan Provincias en el nuevo Mundo, especialmente en la parte Meridional, que rebeldes á la Fe que recibiéron, la resisten y persiguen á sangre y fuego; y con el mismo esfuerzo impiden, estorban y niegan el paso, para que otras Naciones, dóciles y tratables, reciban la Doctrina del Cielo. Es así, y ya se vino la pluma., casi de su propio peso, á las riberas del rio Orinoco; pero no entremos todavía en él, veamos y miremos primero, como desde una alta atalaya, qué cosa sean, no solo estos, sino todos los Indios de las dos Américas en comun, para que desde aquí quede ya dicho lo que fuera preciso repetir de cada Nacion de Orinoco en particular, y aun de todas las restantes á que no se estiende mi asunto.



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ArribaAbajo§. II

Estatura, facciones y color de los Indios


No es razon entrar en una noble y curiosa fábrica, sin fixar algo la vista en su frontispicio y fachada, que es de ordinario indice de la interior arquitectura; y así, ántes de poner á la vista la capacidad, propiedades é inclinaciones, usos y costumbres de los Indios Americanos, darémos un bosquexo del talle, ayre, aspecto y color de aquellas gentes de Orinoco y sus vertientes.

En su estatura y corpulencia sucede entre aquellas Naciones lo mismo que en las de este Mundo antiguo; y es, que en una misma Nacion unos son altos, otros pequeños, y no faltan muchos de mediana estatura: algunos son gruesos y corpulentos, otros flacos y adustos: por una parte se ven Indios de bello arte y de talle ayroso; y por otra al contrario, se dexan ver otros imperfectos y mal formados: muestran algunos notable viveza en los ojos y en sus acciones; y no pocos, apénas dan la menor seña de vivacidad: variedad hermosa, que es reparable espectáculo para los ojos, y noble orígen de aquellos pensamientos, que de las criaturas deben pasar á quedarse absortos y anegados en el golfo inmenso de la Omnipotencia del Criador de todas las cosas.

No obstante lo dicho, sucede tambien entre los Indios lo que se ha reparado entre las Naciones de los blancos; y es que unas abundan mas de   —70→   Indios altos y corpulentos, quales son los Otomacos: las Naciones Gyrára, Ayrica, Saliba y la de los Caribes abundan mucho de Indios altos, de gentil talle y bien proporcionados. No así en las Naciones Achagua, Maypúre-Abane y otras, que abundan mas de individuos de mediana estatura, ménos que mediana; y comunmente unos y otros gruesos y fornidos de carnes.

El cabello en todos sin excepcion alguna es negro, grueso, laso y largo, con el apreciable privilegio, que necesita de largo peso de años para ponerse canos: argumento nuevo que robora la opinion antigua63 de que las canas son parto mas legítimo de las pesadumbres y cuidados que de los muchos años. Ello es así que no creo se hallen gentes que disimulen tanto la edad, y la demuestren ménos que los Indios, cuyas canas apénas comienzan á pintar á los sesenta años.

Les negó naturaleza enteramente las barbas; y ellos al gusto de no tenerlas, añaden la diligencia de arrancar luego al punto el desventurado pelo que se atreve á sobresalir en su cara, á excepcion de la Nacion Otomaca. En las Naciones de Orinoco y del Ayrico se estiende la persecucion hasta las cejas, sin permitir jamás en ellas ni un pelo. Es empero verdad que algunos de los Indios ya cultivados y Christianos, que á imitacion de los blancos dan en freqüentar la rasura, consiguen despues de largo cultivo, vigote, pera y algunos pelos en lo inferior de la barba.

La fisiognomía del rostro, contrapuesta con la   —71→   de los Europeos, Africanos, Chinos y Tártaros, hace coro á parte, aunque sin disonancia. Quisiera dar algunas señas individuales, y no sé si acertaré. Tienen por lo comun bellísimos ojos, no muy grandes, pero ni muy pequeños, negros y en el centro de un blanco bien apacible, á que les añaden no poca gracia las pestañas negras y muy pobladas; lo qual no obstante tienen su señal certísima y propia; y es que el párpado superior, al llegar al lagrimal, no forma cúspide al unirse con el inferior, sino que al finalizarse, cae sobre éste, formando un segmento de círculo. Mas claro: digo que los Indios no tienen lagrimal abierto como los Europeos; pero esta faccion, peculiarmente suya, no afea ni desdice de la simetría de sus rostros.

Las narices son ciertamente las que sobresalen por su especial modelo, y sostenidas de uno y otro juanete, ambos rollizos y huesudos mas de lo ordinario: de ellas y de ellos resulta el distintivo máxîmo de la total fisiognomía de aquel especial modelo de rostros; porque el arranque superior de las narices es chato en casi todos; y aun debo decir que es notablemente chato; y al contrario, la parte inferior de ellas es carnosa, espaciosa, y da campo suficiente para ambas ventanas, que son anchas y cóncabas.

Los labios en ellos son comunmente proporcionados, y se inclinan mas á gruesos que á delgados. No se hallará en los Indios cosa que mas debamos envidiarles que aquella su dentadura de marfil purísima, cuya firmeza compite con su candor intacto y firme en casi todos hasta la edad mas abanzada, y hasta la sepultura: ni tengo especie   —72→   alguna de haber visto en los Indios dolor de dientes ni de muelas: tal vez será porque, aunque es verdad que trabajan poco con el cuerpo, trabajan mucho ménos, y aun nada con la cabeza, de donde baxan las fluxîones.

Del referido conjunto de facciones resulta la fisiognomía extraordinaria de rostro que ya apunté, la que ni fuera fea ni desagradable, si los Gentiles de que trato, no pusieran su mayor estudio en afearse notablemente con diaria untura de varios colores: especie tan extravagante, que ocupará adelante un largo y curioso capítulo: vaste por ahora asegurar, que el que jamás los ha visto, á la primera vista se aturde, pensando que se le aparece una tropa de diablos en figura y apariencia de hombres.

Por lo que mira al color de algunas de aquellas gentes, no me atrevo á decir cosa fixa y cierta, porque es mucha la variedad de sus colores: los Indios que hallamos escondidos en los bosques, por lo general son casi blancos: los que andan por los campos descubiertos si no usan de untura, son trigueños: los Otomacos que navegan los rios y andan en las playas, son prietos y morenos, porque no usan el defensivo de la untura: y en fin, las Naciones que indispensablemente se untan, muestran un color casi blanco al tiempo que se laban para untarse de nuevo; de modo que no es fácil de decidir qual sea á punto fixo el color de estas mencionadas Naciones: si bien, hablando de los Indios en general, es cierto que son de color trigueño, ya mas, ya ménos pardo, al modo que los Européos son blancos, ya mas, ya ménos, sin que falten trigueños, y mas en la gente del64 campo.

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Al nacer aquellos niños, son blancos por algunos dias, lo que sucede tambien á los negrillos; y es digno de saberse, que así como los hijos de los Negros nacen con su pinta negra en las extremidades de las uñas65, como muestra de lo que luego serán; así tambien nacen los Indiecillos con una mancha ácia la parte posterior de la cintura de color obscuro, con visos de entre morado y pardo; la qual se va desvaneciendo al paso que la criatura va perdiendo el color blanco, y adquiriendo el suyo natural. Esta seña ó mancha es cierta, y cosa que tengo vista y examinada repetidas veces: su tamaño es poca mas ó ménos del espacio que ocupa un peso duro de nueva fábrica.

Y á la verdad es notable la brevedad con que blanquea el color de los Indios; tanto que la India que se casó con un Europeo, con tal que la hija nieta, viznieta y la chosna se casen con Europeos, la quarta nieta ya sale puramente blanca, y tanto quanto lo es la Francesa, que nació y creció en París. En caso que sean dichos casamientos con Européos, las dichas quatro Generaciones son así:

I. De Européo é India sale Mestiza. Dos quartos de cada parte
II. De Européo y Mestiza sale Quarterona. Quarta parte de India.
III. De Européo y Quarterona sale Ochanova. Octava parte de India.
IV. De Européo y Ochavona sale Puchuela. Enteramente blanca.
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Nótese empero, que esta graduacion va segun el rigor antiguo, y á que se atendia, así para la igualdad de los casamientos, como para saber hasta qual de aquellos grados llegaba á incluirse en la voz Neóphito, (esto es nuevamente convertido) para que segun sus privilegios pudiesen dispensar los Padres Misioneros en ciertos grados de consanguinidad y de afinidad, para poder casarlos lícita y válidamente; pero por nueva Bula del Señor Clemente XI, consta y declaró, que por Neóphitos ya no se entienden sino los Indios y Mestizos: de modo que los Quarterones y Ochavones se reputan y se deben tener por Blancos.

Pero aquí es de saber, que si la Mestiza se casó con Mestizo, la prole es mestiza, y se llama vulgarmente tente en el ayre; porque ni es mas, ni es ménos que sus padres, y queda en el grado de ellos.

Si la Mestiza se casó con Indio, la prole se llama salta atrás; porque en lugar de adelantar algo, se atrasa ó vuelve atrás, de grado superior á inferior.

Aquí entra ya la luz para desterrar de la Europa un error muy comun; porque de lo dicho se ve con evidencia, que Indio é India no es lo mismo que Indiano é Indiana, por mas que en Europa, y principalmente en España, parezcan sinónomos. Indio es el natural Americano: Indiano es el Americano, que trae su orígen de otra parte diversa de la América. Este es el sentido con que en Indias se usan estas voces, las que en España aplican tambien á los que vuelven de sus gobiernos, y de tratar y contratar. Mas: á los que de Europa pasan á las Américas, en la parte del   —75→   Perú llaman Chapetones, y en la Nueva-España llaman Cachupines: nombres que impusiéron los Indios á los primeros Conquistadores, y permanecen hasta hoy; y en fin, á los descendientes de los Europeos que se casan allá, llaman promiscuamente, ya Blancos, ya Españoles; y á los Indios llaman Naturales.

Sabido ya esto, que es cierto y fixo, dexen de llorar las señoras Españolas, y no se oiga mas aquel ¡ay de mí, que mi hijo se casó con una India! Debe primero averiguar si es el casamiento con India ó con Indiana: si es con Indiana, sepa que las hay muy blancas y muy Señoras en muchas y muy populosas Ciudades, Villas y Lugares, hijas de nobles familias de España, que han pasado, y no dexan de pasar á las Américas. Si casó con India, no es el primero, ni es materia digna de tantas lágrimas, principalmente si casó con hija de algun Cacique.

No es razon desterrar de este antiguo Mundo el error precedente, y dexar las Américas en otro error mas perjudicial, que ha tomado posesion de todo el vulgo, con notable desdoro de una clase dilatadísima de gente; y á la verdad, no sin atrasos en el camino del Cielo: todo lo qual nace de la falsa opinion, de que la especie de Mulatos no sale; esto es, no llegan los descendientes á la clase de Blancos, como sucede en los Mestizos y los Indios.

Digo que esto es falso, y que el no salir ó ser muy contados los que salen, depende de esta misma falsa persuasion; por la qual repugnan el casarse con Mulatas: de modo que si las Mestizas no se casasen sino con Mestizos, jamás saliera   —76→   la prole, y quedaria perpetuamente en el grado de Mestiza, sin adelantar un paso; y en tal caso, si hubiera tal qual exemplar en contra de casamientos de Mestizas y Quarteronas con Blancos, luego se desengañarian, viendo la mejora en la prole ya blanca: ¿cómo pues no se abandona y destiera el otro error, viendo (como realmente sucede) la prole blanca de tal qual Mulata, que se ha casado con Blanco?

En fin, quede por fixo que por los mismos grados por donde blanquéa la Mestiza, blanquea también la Mulata á la quarta generacion, en la forma siguiente de casamientos.

I. De Européo y Negra sale Mulata. Dos quartos de cada parte.
II. De Européo y Mulata sale Quarterona. Quarta parte de Mulata.
III. De Européo y Quarterona sale Ochanova. Octava parte de Mulata.
IV. De Européo y Ochanova sale Puchuela. Blanca totalmente.

Ya se ve que si esta Puchuela se casa con Mulato propio, la prole vuelve á retroceder; y si se casa con un Negro, se atrasará mucho mas; y de estos atrasos depende el que pocos de ellos lleguen á puros blancos; pero algunos realmente llegan.

Y supuesto que el material se vino á la pluma de su propio peso., conviene salir de otra duda por una parte, grave, y por otra, de no pequeña curiosidad: la duda es acerca del orígen del color negro en los Etyopes, si pueden mudarse ó no; y la raíz de la tal mutacion.



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ArribaAbajo§. III

Del origen del color negro de los Etyopes: si puede mudarse ó no: y la raíz de tal mutacion.


No qüestionamos en qué consista el color atezado de los Negros; v.gr. si en algun suco; ¿si en la contextura del cútis, ó de la tela segunda ó membrana reticular? si en la tercera tela que está entretexida de glándulas de varias formas y figuras; ó en fin, si abandonados todos esos modos de pensar, consista solamente en la mayor ó menor actividad, con que las dichas glándulas rechazan la luz tinturada de la refraccion sola, que en ellas padece? Sea lo que se fuere del costitutivo del color: buscamos solamente el orígen de la tintura de los Negros; ¿y si puede descaecer, (sea perdiendo ó sea ganando) tomando otra tintura?

Buscando este orígen mas arriba de lo que se puede, erráron algunos; y otros, apropiándoles raíz poco confórme á la Sagrada Escritura: unos y otros están ya bien refutados con sólidas razones, y por plumas muy sutíles; en cuya confirmacion solo añado, que aunque después Juan Ludovico Hannemán escudriñó (á su parecer) curiosamente el orígen de los Negros, no se conformó muy bien con la Divina Escritura. Dice, que en la maldicion que Noe echó á Cán, fué como marca ó divisa de aquella pena el color negro. ¿Pero con qué lo prueba? dirá que porque los Negros,   —78→   extraidos fuera de su Patria, son vendidos por Esclavos, que es lo substancial de la maldicion: Servus servorum erit fratribus suis; sin advertir que las Naciones y gentes blancas de la Europa y Asia, extraidas y cautivadas, se venden y son Esclavos, sin ser Negros; y así es cierto que el color prieto ni es castigo, ni es efecto de la dicha maldicion; y sino responda Hannemán á lo que le diré en nombre de un Negro de Angola.

Es verdad (dice) que por la culpa de Cán, y por la maldicion que cayó en nuestro Padre y Progenitor Canaan, somos reputados como verdaderos Esclavos; pero mira, que compadecido Dios de nuestra desdicha, nos consoló, prefirió y condecoró con este bellísimo color negro: gala, con la qual estamos contentísimos. Dirá Hannemán, que esto no consta de la Escritura: y replica el Negro, que tampoco consta lo que dice este Autor; y que si Hannemán tiene por feo el color negro, y lo aplica á lutos, á tiempos y cosas tristes: ellos tienen todo su gusto en él, y tienen por melancólico y triste el color blanco.

Mas: si dicho Autor hubiera discurrido con mayor reflexîon, hubiera hallado en la Divina Escritura66, que de Canaan nació Sydón, y de éste los Sydonios: despues nació Hethaeo y los Hethaeos: despues nació el Padre de los Jebuseos y otros hijos, que pobláron primero la Palestina, y despues se fuéron estendiendo ácia el Africa (y á mi sentir) de las Costas de ésta á las Américas; todo á fuerza de tiempo y de muchas generaciones;   —79→   sin que haya con que probar que fuesen Negros, ni los Cananéos, ni los Sydonios, Hethaeos, Jebuseos, etc. ni despues del Diluvio y de la dispersion de Babél; ni hasta hoy en dia; lucero de estas gentes blancas, descendientes de Cán y de Cannaan, se origináron despues las gentes Negras; y de éstas finalmente los Indios trigueños de las Américas, como adelante verémos67. ¿Pero para qué es detenernos en lo que no es la qüestion? ahora buscamos la raíz de esta mutacion de color; para cuya declaracion debemos suponer, que si los hombres negros saliéron de padres blancos, tambien los blancos y trigueños pudiéron y podrán originarse de padres Negros.

Fuera de esto, en esta qüestion hemos de mirar los colores, sin calificarlos ni darles entre sí preferencia; porque ésta será siempre incierta, hija de la voluntad, y no de la razon: al modo que cada qual prefiere el lenguage materno en que se crió, al estrangero que no entiende, ó se le hace duro, aunque le sepa: el amor natural es ciego é incapáz de voto desapasionado en negocio propio. Por otra parte es cierto que la hermosura no consiste solo en el color blanco: de este color hay caras muy feas; y del color negro las hubo muy hermosas: y en lo literal consta, que la Esposa que se arrebató la Corona y los cariños del Rey68, fué negra y muy hermosa; y aun el Mantuano, instruyendo á un Jóven mal informado   —80→   en este punto de apreciar colores69, le puso á la vista, quánto mas apreciamos las violeletas en contraposicion de otras muchas flores blancas: de modo que en esta materia el aprecio nace, no del color, ni de la cosa ó persona que le tiene, sino del afecto con que se mira; por lo qual dixo el adagio:

Quisquis amat ranam, ranam putat esse Dianam. Sin que guarde consequencia el afecto humano: pues aun las Señoras que mas aprecian su blancura, engastan en ella lunares negros por mucha gala: y el amor á los ojos negros en las Provincias del Norte, ha dexado á muchas Damas tuertas70, y á otras ciegas, á fuerza de acres saumerios que para dicho fin han inventado.

Los hombres blancos han dado mayores muestras de dicha inclinacion y amor al color negro: y hoy en dia, en Cartagena de Indias, en Mompóx y en otras partes se hallan Españoles honrados, casados (por su eleccion libre) con Negras, muy contentos y concordes con sus mugeres: y al contrario, ví en la Guayana una Mulata blanca, casada con un Negro atezado; y en los Llanos de Santiago de las Atalayas una Mestiza blanca casada con otro Negro: éste la desechó muchas veces, diciéndola que reparase bien en su denegrido rostro, que tal vez seria despues orígen de sus disgustos: la respuesta de la Mestiza fué irse á su casa, y untarse con el zumo de jagua,   —81→   tinta tan tenáz, qual ninguna otra; y puesta á vista del Negro, le dixo: Ya estamos iguales, ni tienes escusa para no quererme: casáronse, y Dios les ha dado muy larga descendencia: en fin, el amor es ciego, en punto de colores, ni distingue ni tiene voto; y caso que le tuviera, es nulo. Miremos pues los colores con la indiferencia que ya dixe, y pasemos adelante, buscando el orígen de lo negro.

Nadie ha dudado que los ardientes rayos del Sol tiznan y ponen denegrido el color: bien claro se ve en los trabajadores del campo de todas las Naciones: escusa con que la ya nombrada Esposa de los Cantares disculpó lo denegrido de su bello rostro71: Decoloravit me Sol. Ni esto es de admirar, quando aun en las frutas, y lo que es mas, en los mismos árboles hallamos diverso color en la parte en que reciben el Sol de lleno, de aquella á donde no alcanzan sus rayos; pero este influxo del Sol no vasta para causar el color negro en los hombres.

La razon es demostrable, y se hará evidente al que con el Globo Terráqueo en una mano, y la Historia General en la otra, puesto v. gr. á diez grados de la Línea Equinoccial, diere vuelta á la Esfera sin salir del dicho círculo paralelo verá en sus terrenos con la luz de la Historia Geográfica gentes negras, prietas, trigueñas y blancas; siendo así, que todo el clima correlativo al dicho círculo en toda la tierra es uniforme en quanto   —82→   á la eficacia del Sol, y modo de herir en todo él sus rayos: luego solo el calor e influxos del Sol no causan el color negro de que hablamos, aunque puedan disminuir y tostar el color blanco de los hombres, como ya dixe.

Bien sé, y no debo omitir aquí lo que han notado ya los Historiadores Geógrafos, y es, que quanto los Paises de las Naciones están mas cerca de la Línea Equinoccial, tanto mas prieto es el color de las dichas gentes: y al contrario, quanto mas se van acercando las Provincias al Norte, va creciendo la blancura de los habitadores de ellas; y lo que mas es72, blanquea en las aves la pluma; en los lobos, osos y liebres, el pelo; y solo en aquellas Regiones se halla el mejor armiño. Todo lo qual creo yo verificado en los hombres naturales y patricios de dichos climas, desde su primera poblacion hasta hoy, (por la razon que daré al exponer mi sentencia) y no en otras advenidizos, ni en sus descendientes, aun despues de largas generaciones y de muchos años, como se evidencia en las Colonias Portuguesas, establecidas entre los Negros de Africa, Costas é Islas de Asia, en las populosas Ciudades de Españoles, fundadas ya cerca, ya no léjos de la Equinoccial entre los Indios; y en fin, en las muchas Fatorías fundadas en Africa y Asia por los Franceses, Ingleses73 y Olandeses; en todos los   —83→   quales Sitios, Fortalezas y Ciudades hay, casi dos siglos ha, Familias Européas, que de generacion en generacion prosiguen heredando el color blanco de sus padres y progenitores: no obstante el Sol y calor ardiente de la Equinoccial.

Supuesto todo lo dicho, para estrecharme á la mayor brevedad, pongo la mira únicamente en dos Sentencias sobre el color de los Negros: escoja el erudito la74 que mas le gustase. La primera (para que nos entendamos) llamaré moderna: á la segunda llama el Autor de la moderna comunísima y apadrinada de innumerables Historias, Libros y Autores, á favor de la posibilidad del hecho que defiende y en que se funda con casos específicos á su intento; esto es, de niños que saliéron negros, por tener la madre la imaginacion fixa al tiempo del concepto, v. gr. en la figura de un Etyope. Pero la desgracia de esta comunisima Sentencia está, en que los argumentos de los Filósofos que la protegen, están muy léjos de satisfacer al Autor de la primera, y da por inciertos los sucesos que alega, y faltos de prueba legítima; porque solo se prueban con testigos singulares, v. gr. cinqüenta Autores, que refieren un mismo hecho, y se fundan en la única autoridad de la madre, que sola declaró (porque ella sola lo sabe) que al tiempo tal y tal tuvo fixa la imaginacion en el objeto negro, peludo ó lanudo, ó cosa semejante: declaracion que es sospechosa y capáz de viciarse, por imprudencia, por interés, por adquirir nombre y por otros motivos; y así solamente concede la posibilidad de los tales efectos de la imaginativa, y niega el hecho.

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Hágome cargo de todos estos reparos, como muy bien hechos; y no obstante ellos, me veo obligado á dexar esta Sentencia moderna, y á seguir la antigua y comunísima; y por quanto los argumentos antiguos se dan por ineficaces, y de los casos específicos que se alegan, se dice que no tienen la certidumbre necesaria, procuraré dar fuerza y eficacia á los argumentos y alegar casos innegables y específicos, roborados con testigos muchos y abonados, que hoy viven, sin que la declaracion de las madres sea necesaria; y todo quedará llano, si acierto á dar solucion á los argumentos contrarios.




ArribaAbajo§. V

Contraposicion de las opiniones moderna y antigua acerca del origen del color Etyópico


La Sentencia moderna duda y no decide; pero tampoco asiente á la Sentencia antigua; y afirma, que la causa verdadera y única del color de los Etyopes es influxo del clima ó País que habitan; con la advertencia, que esta voz influxo del clima, no es cosa desnuda, sino que se debe mirar la altura del Sol, y todas las demás propiedades y qualidades del tal País; y añade: que por influxo del País se debe entender, que la causa influyente es alguna cosa general á todo el Pais; y es juntamente primitivo orígen de las particularidades que se experimentan en él; sin que el tal   —85→   influxo del Pais deba atribuirse ni á las aguas ni á los frutos, ni á otras qualesquiera producciones de la tierra.

Ahora meditemos el influxo del clima ú del Pais: la causa influyente, que es una cosa general á todo el Pais, y que es primitivo orígen de las particularidades que se experimentan en él: y despues de bien aquilatado todo, hallarémos en limpio, que aquella verdadera y única causa del color de los Etyopes solamente es una cosa general á todo el Pais; y ésta es la cosa que buscamos, para saber por lo claro qué cosa sea ésta; y así esta cosa dexa la causa que se busca, en el caos en que se estaba ántes.

Pero sea esta cosa lo que se fuere, arguyo así: no obstante el influxo del clima ó Pais de Etyopia; no obstante el primitivo orígen de las particularidades del tal clima, y no obstante aquella cosa general á todo el Pais, vemos en él y en Angola y en Sierra-Leona gran cantidad de familias blancas, descendientes de aquellos primeros Argonautas Portugueses, que por espacio de dos siglos han retenido de generacion en generacion su75 color blanco hasta hoy. Y al contrario en el Perú, Paraguay, Quito, Caracas, Nueva-España y en todas las Islas de Barlovento, no obstante la carencia de aquella cosa característica y general al Pais de los Negros, es constante y notorio y ageno de toda disputa, que los descendientes de padres Negros, salen Negros (á excepcion de los que se casan con Indias ó con Mulatas, y á excepcion de los partos irregulares, de que hablarémos despues): luego aquella cosa, aquel influxo del clima, y aquel primitivo orígen no es   —86→   la verdadera y única causa del color de los Etyopes; y de serlo, todas las gentes de aquel clima fueran negras: y los hijos de ellos, nacidos léjos del tal clima, perdieran su color; lo qual no es así.

Y así, paso ya á establecer mi conclusion á favor de la Sentencia antigua y comunísima. Omitidas las pruebas antiguas, no por insuficientes, sino porque á la verdad, ni las necesito todas, ni este breve apunte las puede abarcar; y en atencion á que la experiencia es madre de la mejor y mas cierta Filosofía, de un solo caso de hecho, cierto y notorio deduciré la razon de dudar; daré mi parecer; le roboraré76 con razones filosóficas, (desatando de paso los argumentos contrarios) y concluiré, confirmando la opinion con otro caso de hecho, cierto y notorio; y ambos de tal prerogativa, que con ser partos irregulares, tienen toda la certidumbre necesaria, sin recurrir al voto declaratorio de las madres que diéron á luz los tales hijos: el hecho primero es como se sigue.

En Cartagena de Indias, en la Hacienda de Majates, una Negra, casada con un Negro, ambos Esclavos de dicha Hacienda, hasta el año de 1738, llevaba ya de siete á ocho partos, pariendo interpoladamente, ya negros, ya blancos, de una blancura algo fastidiosa, por ser excesiva de pelo asortijado y tan amarillo como el mismo azafrán: quatro son los que ha parido de este color, y los otros son tan negros como sus padres, no quise preguntar á la Negra, por no ser aquí necesaria su declaracion. El hecho es notorio á toda la Ciudad de Cartagena, y á toda la comarca,   —87→   y mas adelante; porque el Señor Marqués de Villahermosa, al volver de su Gobierno de Cartagena, traxo al mayor de los dichos Negros blancos á esta Corte; y el Señor Presidente de Quito, y ahora de Panamá, D. Dionysio de Alcedo y Herrera, traxo la hermana para criada de la Señora Presidenta Doña María Bejarano; y así estos, como los dos hermanos, son conocidos en dicha Ciudad y su contorno, sin que cause ya harmonía; porque de tiempo antiguo consta de semejantes partos, y actualmente, fuera de esos quatro hermanos, hay en aquel Pais otros Negros Albinos, que este es el nombre que les han impuesto. Fuera de esto, Negros de Angola que yo exâminé sobre ello en Cartagena, me aseguraron que allá en su Patria nacen tambien algunos de dichos Albinos, sin que cause novedad á los Negros.

Del este hecho y hechos infiero esta conseqüencia: luego despues de la dispersion dejas gentes pudiéron nacer de padres blancos hijos negros; y casados estos entre sí, ir poblando los Paises que hasta hoy poseen, y llenarlos de Negros á fuerza de tiempo, como ha sucedido en otras gentes y Provincias.

No niega la Sentencia moderna esta conseqüencia, ántes bien la tiene por posible; pero añade: «Que éste es un posible de muy extraordinaria contingencia, tal, que en rarísimo caso se reduce á acto, quando para la multitud de millones de Negros se requiere una continuada multitud de generaciones de ellos, suficientes á poblar tan vastos Paises como ocupan».

Este es un reparo, que mas merece el nombre   —88→   de escrúpulo, que el de réplica; y poniendo la consideracion en Adán y Eva, en Noe y su corta familia, es igual y aun mayor la dificultad respecto de la primera y segunda poblacion de todo un mundo: ¿cómo de solos aquellos dos se origináron tantos millones de hombres y mugeres, quantos pereciéron en el Diluvio universal? ¿Es posible que de Sem, Cham y Japhet se han originado, todas las Naciones que hoy pueblan la faz de la tierra? sí, porque éste no es negocio de tres ni de quatro siglos, sino de muchos millares de años y de generaciones.

De modo que como primero de Adán y Eva, y despues de solas tres familias, poco á poco creció el gentío, y pobló la faz de la tierra: así de pocas familias Negras (y aun de sola una familia pudo) resultáron los millones de Negros que pueblan sus Paises: color que fue muy del caso para la hermosa variedad del Universo, aunque en sí parezca feo, como lo notó San Agustin77. Fuera de que así como la admirable variedad de lenguas78 apresuró la dispersion de los hombres, que ya ellos tenian premeditada, y la poblacion del mundo, como después verémos79; así tambien la variedad de los colores concurrió despues á la mayor separacion de unos y otros entre sí; y si hoy los Albinos referidos se separasen y casasen entre sí en Region sola para ellos, no hay duda que   —89→   con el tiempo creciera su Gremio, como creciéron las familias de Adán y de Noé.

Digo hablando de los colores de las gentes en comun: Que las madres imprimen en el feto el color á que tienen mas propension, y el que por tal afecto tienen mas impreso en la imaginativa: veis aquí que como la variedad de lenguas fué causa impulsiva para la separacion de las gentes, que abandonáron la fábrica de la Torre de Babél; así tambien, despues de pobladas algunas Regiones, la variedad de los colores fué segunda causa impulsiva para la mayor dispersion y poblacion de otras Regiones, que aun estaban desiertas; sin que para esto se requiera un número grande de progenitores Negros, sino una grande cantidad de siglos para ir naturalmente creciendo y multiplicándose las familias. Y así como cada Nacion ama su lenguage materno, mas que al estraño y forastero; así cada Nacion ama y aprecia mas su color nativo, (sea el que se fuere) que el color ageno; á excepcion de ciertos excesos exorbitantes que extraen al amante del modo y términos ordinarios, como el que se enamoró de una estatua de jaspe80, y otros que se prendáron de objetos mas despreciables que éste81.

Pruebo la conclusion propuesta con un noble pensamiento del Gran Padre de la Iglesia San Agustin82; dice pues; Que así como de los cuerpos   —90→   pasan las imágenes al espíritu, así se podrán enviar é imprimir en el feto. Que es decir, que así como no hay proporcion entre el objeto corpóreo: v. gr. negro, que mira la muger, ni con la especie impresa en la fantasía, ni con la inteleccion espiritual que resulta; así esta especie impresa, ni la inteleccion y voliciones que de ella y por ella produce el alma, no tienen proporcion alguna con el feto: con que si no obstante la notable improporcion que media entre el objeto y la potencia, ésta, mediante las organizaciones proporcionadas, atrae é imprime en su fantasía la imágen del objeto negro, y toma entera noticia de él: así también podrá enviar e imprimir en el feto, mediante el influxo y conmocion que causan, ya la parte apetitiva (ó ya la aversiva) el color y figura á que se inclina; (ó á que tiene notable aversion) y esto, sin que ni la física, ni la animástica se puedan querellar.

Esto mismo dice con otros términos el Angélico Doctor Santo Tomás83 en el mismo Artículo, que cita á su favor la Sentencia moderna; sus palabras son éstas: «Por lo que mira á la alteracion, ya del calor, ya del frio y otras conmociones   —91→   que á éstas son anexas, porque se originan y nacen de la imaginacion, todas siguen el movimiento de las pasiones, al paso mismo con que éstas agitan el corazon; y de aquí es, que por la conmocion de los espíritus se altera todo el cuerpo; pero las otras disposiciones que no tienen órden ó dependencia natural de la imaginacion, ésta no las inmuta por mas fuerte que sea la imaginativa; y asi no puede inmutar la figura de la mano ú del pié».

Y notese que el Santo Doctor ni nombra ni excluye al color. Esto que altamente especuláron San Agustin, Santo Tomás y otros Santos y Doctores que luego alegaré, voy á individuar, insinuando la mecánica natural con que la fantasía conmueve las facultades, por medio de las quales imprime en el feto la idéa ó el color que en sí tiene impreso; y es el caso, que ocupada y embebida el alma de la madre con aquella vehemente imaginacion, se inclina y aun se dexa llevar suavemente ácia el color, de que está impresionada la fantasía. A esta parte apetitiva sigue luego la judicativa, calificando por buena la propension al tal objeto. De aquí cria mas vigor la aprehensiva, é impelida de las dos afecciones dichas, aviva y pone en accion los humores y las facultades de los espíritus animales, que concurren á delinear en la prole ó feto el color de aquel exemplar, que retiene la imaginativa de la madre.

Con mas brevedad y mayor claridad dixo esto mismo S. Isidoro (lib. 11. Etimol.)84 dice: «Que   —92→   el alma es de tal condicion ó actividad, quando se halla constituida en la accion propagativa ó generacion, que atrae para sí las formas, figuras ó imágenes que vió, y las imprime en el feto»: opinion que sigue y defiende el Tostado con gravísimo peso de erudicion85, y el Padre Delrio86 con otros Doctores. Fuera de que, consta en el Sagrado Texto el experimento del Patriarca Jacob, repetido hasta diez veces por sus mismas manos, para variar el color de las crias al paso que la codicia de Labán le variaba la paga87; de modo que puestas las varas, parte con corteza, y parte sin ella, en las pilas donde bebian las ovejas, vehian su imágen de color vario al tiempo de concebir las crias, que despues salian de color vario, blanco y negro.

Quando Labán decia á Jacob, que las crias que saliesen negras, serian suyas, ponia varas sin descortezar en el fondo de las pilas donde bebian, y viendo las ovejas su imagen negra, las crias nacian negras; y quando ponia varas totalmente descortezadas, entónces nacian blancas; con lo qual queda evidenciada la fuerza de la imaginativa en las madres para imprimir color, y tambien varios colores en la prole concebida.

Pero á la verdad no traigo este argumento para probar mi conclusion, sino para desvanecer   —93→   los efugios, con que la opinion moderna procura evadir su fuerza.

Dice lo primero, que dicha variedad de colores en dichas crias no fué obra puramente natural, sino que intervino un Angel, como el mismo Jacob afirma cap. 31. vers. 11. por lo qual este exemplar no es del caso, por ser efecto milagroso y no natural, qual se requiere. Esta respuesta, roboran con la autoridad del Chrisóstomo y de San Isidoro, y añaden la de San Isidoro; pero no sé cómo, porque el parecer de este glorioso Doctor dexé poco ha expresado, á favor de la Sentencia antigua, y trasladadas sus palabras al pié de la letra; y vengo en que algunos Santos Padres lleváron esta Sentencia.

Mas también es cierto, que la contraria se halla patrocinada por el Doctor Máxîmo San Gerónimo88, por el Sol de la Iglesia San Agustin89, por San Isidoro en el lugar ya citado, por el Abulense con otros Doctores, por el Padre Delrio y otros de copiosa erudicion; pero vastará poner aquí lo que dice el Abulense90, y es: «Que el efecto en la dicha variedad de colores fué natural; porque su causa eficiente no excedió los términos de la naturaleza: lo único especial que hubo, fué que Jacob no tenia ántes noticia de dicha arte ó maniobra, la que le   —94→   reveló el Angel; esto es decir, que la fuerza de la imaginativa la descubrió el Angel; y que llegado el caso, la imaginativa obró naturalmente segun su actividad».

Dice la Sentencia moderna lo segundo, que no se puede negar que las pasiones de la madre, excitadas con violencia, pueden alterar, y á veces alteran el feto considerablemente hasta ocasionarle la muerte por los humores excitados, que vician el licor ó suco, de que el feto se sustenta.

Y es por cierto grande maravilla, ver cómo se concede lo mas, y al mismo tiempo se ruega lo que es ménos. Si la imaginativa impresionada de un susto y de una pesadumbre, (y aun sin tanto impulso) si solo con fixarse en el deseo de una fruta ú de una vagatela leve aquel antojo, fixo en la imaginativa de la madre, si no se halla á tiempo lo que desea, de tal modo mueve los humores y facultades internas de la madre, que quita la vida de la criatura, desbarata y destruye aquel todo sustancial, como lo confiesa la Sentencia moderna: (ni puede negarlo, por ser casos de hecho freqüentes y notorios) ¿cómo dicha Sentencia puede negar, el que la fuerza excitante de la fantasía imprima el color á que se inclina, y propende la apetitiva, que solo es un accidente?

Bien sé que á esta réplica responden, que la imaginativa de la madre concurre á su modo en todo aquello que en el feto dice órden, y tiene conexîon con la madre, y que el color no tiene la tal conexion ni dependencia: yo quisiera que aquí me añadieran la razon y causa de esta independencia; porque esto es lo que buscamos. Dennos á entender, ¿cómo dependiendo todo el   —95→   feto de la natural operacion de la madre, solo el color del mismo feto se exîme de esta dependencia?

Tal vez dirán, (y no falta quien lo afirma) que la imaginativa de la madre no puede executar en el feto aquella operacion, que no puede en la misma madre; y como por mas viva que sea la imaginativa materna (aunque llegue á ser manía) no puede mudar el color de la madre tampoco puede influir en el color del feto: la conseqüencia que se seguia no es así, sino esta otra: luego no puede mudar el color del feto. Es cierto que no puede mudar el color que una vez le dió; pero puede influir al tiempo de la formacion en el tal color, é imprimirselo al feto.

Fuera de esto, las facultades físicas de la madre tienen muy diverso fin é influxo, natural en órden á la misma madre, del que tienen para con el feto: atienden é influyen todo lo necesario para la conservacion de aquella, como que es ya un todo completo y perfecto; (in facto esse) pero no así en órden al feto, en cuya formacion y organizacion está ocupada y solícita la matriz y todas las facultades naturales de la madre, como que tienen (digamoslo así) la masa entre las manos: (in ipso fieri). Mas: la materia del feto es tierna, delicada y muy dispuesta á recibir las impresiones que en ella quisiere delinear la fantasía de la madre; v. gr. este ó aquel color á que se inclina: circunstancias que totalmente no se hallan en la madre respecto de sí misma: por lo qual no se puede admitir aquella proposicion, poco ha propuesta á favor de la Sentencia moderna; es á saber: Que   —96→   la imaginativa de la madre no puede executar en el feto aquella operacion, que no puede executar en la misma madre: ántes bien consta lo contrario, quando el espanto, pesar ó susto de la madre causan la muerte y aborto de la prole, sin que la misma madre muera.

En fin, el último efugio de que se valen para evadir la fuerza del experimento mencionado, que usó Jacob con las ovejas de Labán91, es decir, que hay mucha desproporcion entre la imaginativa de las ovejas toscas, hijas de un alma tan material como ellas mismas, que facilmente puede impresionarse de tal ó tal color, y mantener la imaginativa fixa en él, sin que otras especies facilmente la borren: lo qual ni se halla ni cabe en la viva mutabilidad de la imaginativa de las mugeres, ni en aquella variedad tumultuosa de especies que les ocurren, atropellándose unas á otras, sin hacer intermision, ni dexar huella.

¡Singularísimo, rumbo y modo de filosofar es éste! solo con aplicar los mismos términos á la nobleza y excelencia que resplandece en el alma racional, superior á la de los animales perfectos, se evidencia lo contrario en esta forma: la imaginativa en las mugeres es verdaderamente mas robusta, mas activa y eficáz que la de las ovejas, por ser de alma de superior gerarquía, y espiritual; por formarse en fantasía mas hábil, despejada, y por los conductos organizados con mas perfecta proporcion;   —97→   por los quales corren las especies de los objetos defecadas92, sutiles y mas aptas para imprimir la imágen del objeto; y sin que unas especies atropellen ni impelan á otras la alma da93 toda la valentía á los espíritus que concurren á la recepcion y retencion de las especies que envia él objeto á la imaginativa, para que ésta en línea de causa exemplar, impelida de la parte apetitiva, traslade al feto aquel color que imprimió en sí misma: por lo qual se ve, que el acertado modo de inferir es éste: si la fuerza de una imaginativa tosca, y de unas facultades tales como ella, trasladó los colores que concebia á los tiernos corderillos, con mayores ventajas los trasladará al feto la vivísima y eficáz imaginativa de la muger, como se evidencia con el caso de hecho, con que ofrecí concluir esta corta disertacion, y es como se sigue, sin quitar ni añadir un ápice de lo que vi, observé y reflexîoné.

Año 1738, estando á mi cargo el Colegio de la Compañía de Jesus, que la Provincia del nuevo Reyno de Granada tiene en Cartagena de Indias, salí á una Enfermería, solo pared de por medio separada de dicho Colegio, á visitar los sirvientes enfermos, que se traen de la Hacienda para recobrar la salud: hallé entre otros una Negra casada, y al contexto de su enfermedad añadió, que no consiguió la mejoría que le habia pronosticado el Médico en la resulta de su parto. Con esta noticia quise ver la criatura, por si acaso estaba enferma: levantó la Negra la mantilla, y vi (mas no sé si vi, hasta que salí de la suspension con que me embargó la novedad) vi en fin una criatura, qual creo que jamás han visto los siglos: doy las   —98→   señas de ella, para no incurrir en la nota de ponderativo; mas temo que no consiga la pluma, lo que no pudiéron con cabál perfeccion los mejores pinceles, empeñados á instancias de muchos curiosos, que solicitáron la copia de original tan peregrino y singularísimo juguete de la naturaleza.

Toda la niña (que tendria como unos seis meses, y hoy ha entrado ya en los cinco años de su edad) desde la coronilla de la cabeza hasta los piés está tan jaspeada de blanco y negro, con tan arreglada proporcion en la varia mixtura de entrambos colores, como si el arte hubiera gobernado el compás para la simetría, y el pincél para el dibuxo y colorido.

La mayor parte de la cabeza, poblada de pelo negro y asortijado, se ve adornada con una pirámide de pelo crespo, tan blanco como la misma nieve; la cúspide piramidál remata en la misma coronilla, de donde baxa ensanchando sus dos líneas colaterales hasta la mitad de una y otra ceja; con tanta puntualidad en la division de los colores, que las dos medias cejas que sirven de basas á los dos ángulos de la pirámide, son de pelo blanco y asortijado y las otras dos partes que miran ácia las orejas son de pelo negro y crespo; y para mayor realce de aquel campo blanco que la pirámide forma en medio de la frente, le puso naturaleza un lunar negro y proporcionado que sobresale notablemente, y le da mucha hermosura.

Lo restante del rostro es de un negro claro, salpicado con algunos lunares mas atezados; pero lo que sobre lo apacible, risueño y bien proporcionado del rostro y vivacidad de sus ojos da el   —99→   mayor ayre á su hermosura, es otra pirámide blanca, que estribando en la parte inferior del cuello, sube con proporcion; y despues de ocupar la medianía de la barba, remata su cúspide al pié del labio inferior, entre una sombra muy sutíl.

Las manos hasta mas arriba de las muñecas desde los piés hasta la mitad de las piernas, (como si naturaleza la hubiera puesto guantes y calzado botines de color entre negro, claro y ceniciento94) arrebatan la admiracion de todos, y en especial, por estar aquellas extremidades tachonadas, con grande número de lunares, de un fondo tan negro como al azavache.

Desde el circuito del arranque de la garganta se estiende una como esclavina totalmente negra, sobre pecho y hombros, que remata formando tres puntas, dos en los lagartos de los brazos, y la otra mayor sobre la tabla del pecho: la espalda es de aquel negro claro y manchado, uniforme con el que tiene en los pies y las manos.

Y en fin, lo mas singular es lo restante del cuerpo, varia y peregrinamente jaspeado de blanco y negro, con notable correspondencia en la misma variedad, en la qual sobresalen dos manchas negras, que ocupan entrambas rodillas de la criatura. Encargué mucho á la Negra, que recatase la criatura de la curiosidad, y la resguardase; porque hay ojos tan malignos (le dixe) que la pueden causar algun darlo notable, como á la verdad sucedió algunos dias despues.

Volví repetidas veces con otros Padres de aquel Colegio á contemplar y admirar esta maravilla: á pocos dias empezó el concurso de la principal Nobleza de la Ciudad y de los Galeonistas recien llegados   —100→   al Puerto: todos se volvian atónitos, y alabando al Criador, que siendo siempre admirable en sus obras, suele tambien jugar en la tierra con las hechuras de sus poderosas manos. Impacientes las Señoras mas principales, no vehian la hora de que convaleciese la Negra, para que llevase á sus estrados aquel peregrino fruto de su vientre. Regó en fin el tiempo deseado, en que quedáron bien satisfechas, hallando que admirar mucho mas de lo que habian pensado, explicando su gusto con largas dádivas, así para la madre, como para la hija: no sabian dexar á ésta de entre sus brazos sin adornarla de zarcillos, sartas de perlas, manillas preciosas y otras alhajas, propias de su aprecio y de su gusto. Los que con ansia y con sobradas instancias querian comprarla, sin reparar en costo, fuéron muchos: y pasando los deseos á ser ya empeños, á nadie se dió gusto, por no desayrar á los otros, y por no ocasionar pena á los pobres padres de la niña; la que, como apunté, fué herida de no sé qué malos ojos, y amaneció triste y desmejorada y con asomos de calentura; por lo qual, logrando el silencio de la noche, la remití con su madre á la Hacienda donde habia nacido: sí bien su copia corrió por todo el nuevo Reyno y Provincia de Caracas; y aun me aseguraron, que los Cónsules de la Fatoría Inglesa habian enviado á Londres una copia: muy individual de ella.

Desde el principio de esta novedad se excitó entre los curiosos la controversia del orígen de los colores, y apénas se trataba de otro asunto: (como sucede en todas partes), cada qual discurria, segun la opinion á que se inclinaba: y entónces   —101→   fue, quando yo tuve finalmente por indubitable la conclusion que aquí he propuesto de la eficacia natural de la imaginativa. Y es el caso, que en uno de aquellos dias, en que ya la Negra iba convaleciendo, tomé la criatura en mis brazos, para observar mas y mas la variedad dicha de sus colores, y reparé que al mismo tiempo saltó á las faldas de la Negra una perrilla de color blanco y negro: empecé á cotejar en general aquellas pintas con las de la criatura, y hallando notable correspondencia de unas con otras, las fui cotejando parte por parte, unas con otras: y en fin, hallé una total uniformidad entre unas y otras, no solo en la forma, figura y color, sino en lo respectivo al lugar en que estaban colocados los colores. Y aquí advierto, que no quise preguntar á la Negra, ¿si habia pensado ó no? ni para el dictámen que yo habia ya formado, era necesaria tal pregunta: solamente averigué, ¿quánto tiempo habia que tenia aquella perrilla? á que respondió: que ella la habia criado desde que la quitáron de su madre para darsela. Preguntéla, ¿si la perra iba al campo con su marido? no Padre (dixo) ésta es siempre mi compañera; y así creí y creo, que la continua vista, el afecto con que la miraba, y los muchos ratos que jugaba con ella, fué causa suficiente para dibuxar toda aquella variedad de colores de la perrilla en su fantasía, é imprimirlos despues en la configuracion natural de su hija en la matríz. Este pensamiento comuniqué á solos dos sugetos del dicho Colegio de Cartagena, y ambos hiciéron el mismo cálculo y cotejo de colores y manchas de la perra y de la niña, y la total correspondencia y uniformidad. Los convenció totalmente,   —102→   y obligó á creer executada allí la fuerza de la imaginacion en las madres.

No hay aquí que añadir cosa alguna para la certidumbre, seguridad y notoriedad del hecho referido, del qual hay actualmente en esta Corte testigos de mayor excepcion, así Eclesiásticos, como Seculares, y en la Ciudad de Cádiz viven hoy muchas personas de distincion, que son testigos abonados.

Y porque éste vasta, no añado otro parto de nuestro tiempo, digno de saberse, no por ser raro ni inaudito, sino por ser moderno. Hallarále el curioso en el tomo último de las Obras del Reverendísimo Padre Maestro Feyjoó, que es el primero de sus Cartas Eruditas, cart. 4. pag. 73.

Volvamos ya la proa á nuestro rio Orinoco, cuyos Indios nos esperan, para darnos señas de sus propiedades é inclinaciones naturales: nuevo golfo, en donde apénas la mayor curiosidad hallará fondo.



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ArribaAbajo§. V

Descripción genuina de los Indios en general, y de sus genios


El Indio en general (hablo de los que habitan las selvas y de los que empiezan á domesticarse) es ciertamente hombre; pero su falta de cultivo le ha desfigurado tanto lo racional, que en el sentido moral me atrevo á decir: «Que el Indio bárbaro y silvestre es un monstruo nunca visto, que tiene cabeza de ignorancia, corazon de ingratitud, pecho de inconstancia, espaldas de pereza, piés de miedo, su vientre para beber y su inclinacion95 á embriagarse: son dos abismos sin fin». Toda esta tosquedad se ha de ir desbastando á fuerza de tiempo, paciencia y doctrina: y al modo que un perito Estatuario, entre la misma dificultad y dureza de un peñasco descubre idealmente las perfecciones, que tendrá la hermosa estatua que pretende formar: no de otra manera, entre la monstruosidad de tan fieras costumbres, como he dicho, en los Indios silvestres se descubren las preciosas margaritas de aquellas almas, que á tan caro precio compró nuestro Redentor, y se animan los Misioneros, con especial favor de Dios, á cooperar á la salud eterna de ellas; y al ver logrados sus afanes, no solo en los párvulos, que recien bautizados vuelan á la Gloria, sino tambien en los adultos, que se van mejorando insensiblemente: como buenos Mercaderes Evangélicos, tanto mas se animan,   —104→   quanto mas crece la ganancia espiritual de aquellas pobres almas. La diferencia grande está en que el diestro Estatuario, despues que dió la última mano y lustre al duro mármol, ya no tiene mas que hacer; pero no así el Ministro Evangélico, siempre ha de lidiar con la ignorancia, ingratitud, inconstancia, pereza, miedo y borrachera de su Grey; y aunque en la juventud, que se va criando con esmero, corresponde el fruto al cultivo en gran parte: no así (ni es moralmente posible que sea) en los adultos, criados y envejecidos en una mera barbaridad: toda su ciencia y toda su prudencia ha menester el Operario entre ellos, para no perderlo todo, con la ansia de ganarlo todo. Y es el caso, que su ruda ignorancia les hace proceder (aunque viejos) con las modales propias de niños, y con tan leve motivo como un niño se huye de la Escuela, se huye un Cacique con todos sus vasallos de un Pueblo, y queda solo el Misionero: ¡tal es su inconstancia! no valen los beneficios pasados, no favores presentes; salen con la suya; se esconden en los bosques, y es preciso renovar todo el trabajo pasado, y añadir mucho mas, para recogerlos segunda vez, tercera y quarta, como sucede con freqüencia; ¡tal como ésta es su ingratitud! ¿Y qué diré de su pereza nativa, hija de la suma ociosidad con que viven allá en sus bosques? todo el cultivo del campo y tareas de la casa recarga sobre sus pobres mugeres: en flechando el marido dos ó tres peces ó algun animal del monte, ya cumplió con sus obligaciones; y despues de beber chicha (es su cerbeza) hasta no poder mas, duerme á todo su gusto.

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Para la Europa esta es novedad que causará harmonía; mas no así en la América Meridional, en donde otras Naciones, especialmente en Chile, siguen este entable tan irregular.

Lo que á mí me causa admiracion, es, que en la Isla Hermosa, ó Formosa, poco distante del Imperio de la China, y sujeta á su Gobierno, en el qual las gentes son sumamente laboriosas y económicas: con todo, aquellos Chinos Isleños, entregados al ocio y al divertimiento de la caza, han recargado sobre las pobres mugeres todas las taréas, que trae consigo el cultivo de sus campos y heredades96; ellas caban, aran, siembran, y en fin hacen todo lo que debian hacer los varones, si no fueran afeminados.

Y volviendo á nuestros Indios, digo que cuesta mucho tiempo, y se requiere mucha industria para irlos inclinando á la labor de aquello mismo que ellos han menester; y quando se halla de nuevo alguna Nacion algo dada al cultivo de los campos como lo es la Saliva y la Achagua se reputa por una gran fortuna, y se da ya aquella gente por nuestra; y la razon es, porque en quanto han sembrado y entablado ya su labor, tal qual le cobran amor, se están quietos, y hay tiempo para doctrinarlos.

Su miedo, sin qué ni para qué, es la raíz de su inconstancia, y de todas las congojas de los Operarios: mas delicados son que un vidrio; si le da la aprehension de que el Padre le miró con atencion,   —106→   si oyó alguna palabrita ménos dulce, &c. seguramente se huye, y á lo ménos se lleva tras sí toda su familia. Este miedo y temor, tan propio de los Indios, es la causa de que sean tan maliciosos: en todo sospechan de que hay daño ó engaño, y por eso rehusan muchos decir la verdad, y tienen especialísima habilidad para mentir: tan seriamente, y con tales circunstancias adornan sus mentiras, que parecen verdad. No creo que haya gentes en el mundo que así guarden su secreto: ha sucedido estar dos ó tres meses convocado, unido y pronto todo un Pueblo, y tambien muchos Pueblos, y ni hombre, ni muger, ni chico ni mayor darán la menor noticia, aunque los maten. En Provincias enteras ha estado secreta la rebelion y conjuracion general, al modo de la de Cinalóa y México, la de Chile y del Chaco, sin rastrearse hasta verla executada: esto se hace increible, y mas en tales genios agrestes, voltarios y de tan poco alcance.

Añádese á lo dicho la sutileza con que han inventado arbitrios para huirse; de modo, que no sean ni puedan ser seguidos, caminando ácia atrás en las tierras húmedas, y en las salidas de los rios, para fingir que vienen, al mismo tiempo que se van; y en las tierras anegadizas, donde por fuerza han de dexar señal y huella, dexan tantas: entran y salen tantas veces, que dexan confusos y aturdidos á los que los siguen; y es punto ya averiguado, que si quando se va en busca de los que se han huido, no va guiando un Indio fiel de la misma Nacion, no hay esperanza de hallarlos. Dixe fiel, y aquí está la mayor dificultad; porque muchos tenidos por tales en lugar de guiar,   —107→   han tirado á perder y á despeñar, y se han metido en lagunas de quatro y de cinco dias de travesía, para que los pobres Misioneros mueran al rigor de los peligros, de los trabajos y de hambre, ántes de hallar las descarriadas ovejas que buscan: este es negocio de hecho, y de que pudiera referir casos muchos y muy lastimosos.

No obstante lo dicho, dos reglas ciertas que me enseñó la experiencia, apuntaré aquí, para que den luz á los Misioneros: la primera es que quando el Indio está ya resuelto á huirse, es mas puntúal á la Misa y á las horas de la Doctrina: frequenta mas ir á ver al Misionero, ponderan su pobreza, etc.; y al fin pide algo al Padre.

La segunda cosa es, que ya huido el Indio con otros muchos ó pocos, no tome el Misionero guias para buscarlos, que sean parientes ni amigos de los fugitivos; porque si ellos guian, de cierto perderá su trabajo: debe investigar con quien tuvo riña el principal fugitivo, (que estas fugas siempre nacen de una riña) y tome por guia al que pleyteó con el huido, y á los que él buscare para compañeros, y crea que va seguro y con mucha probabilidad, de que hallará los desertores: esta seguridad se funda en el genio vengativo de los Indios.

¿Pues quién conocerá perfectamente el genio de estas gentes tan rudas y agrestes para todo, ménos para su negocio? ¿tan ágiles para el mal, y tan pesadas y perezosas para el bien: tan inconstantes para su salud eterna, y tan firmes y constantes para su perdicion? es preciso creer, que el Demonio, rabioso porque se le escapan aquellas almas, los instiga, persigue y engaña.

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No obstante las dichas propiedades, que son comunes á todos los Indios (en unas Naciones mas, en otras ménos) prevalece finalmente Dios; y como ya dixe, á fuerza de tiempo, de paciencia y de doctrina se forman bellísimas Poblaciones, se entablan Iglesias con música de canto figurado para los Divinos Oficios, se entabla la freqüencia de Sacramentos; y entonces los mismos Indios dicen á gritos, que ántes habian vivido como brutos. El afán y fatigas con que se buscan las familias de Gentiles por las selvas y bosques, el trabajo para unirlos entre sí, y que formen Pueblo regular, el método, paciencia y prudencia que se requiere para irlos desbastando y reduciendo á vida civil, para poderles enseñar la Doctrina, no es materia de dias ni de meses, sino de años. A los principios solo se da el Bautismo en artículo de muerte, ni cabe otra cosa en su mutable veleidad. Ya que se reconoce que habrá en ellos perseverancia, se trata con mas eficacia de su enseñanza: ni se convierten todos; unos por rudos, otros por tercos, quedan Gentiles, y se toleran, por no perderlo todo; y al fin, por la bondad de Dios todos entran en el Gremio de la Santa Iglesia. De esta materia trato en el capítulo 23 de esta parte: quien desde luego quisiere tener estas noticias, vea el tal capítulo.





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ArribaAbajoCapítulo VI

Del origen desatinado que se fingen algunas Naciones del Orinoco; y se apunta algo de su verdadero origen y descendencia


No baxemos aun de la atalaya, desde donde hemos visto algunas propiedades de los Indios en comun. Recojamos ahora la vista, y fixémosla solamente en Orinoco y sus vertientes, para ver qué orígen y prosapia se apropian aquellas Naciones, que disfrutan sus fértiles y fecundas Vegas.

Ya apunté en el capítulo antecedente, cómo se reconoce especial barbaridad y rudeza en todas las Naciones, á que no llegáron las conquistas del Inga; y de hecho al rio Orinoco no llegáron sus armas y gobierno civil ni se acercó jamás; por que dista lo que hasta hoy se ha descubierto del Orinoco, muchos centenares de leguas de la jurisdiccion de Quito, término occidental de las conquistas de los Ingas (aunque es verdad, que los terrenos y rios incógnitos del resto del Orinoco descienden de la dicha jurisdiccion de Quito): por lo qual son singularmente incultas y agrestes las Naciones de que vamos tratando. Ni leer ni escribir, ni pinturas ni geroglíficos, como usaban los Mexicanos, ni columnas ni anales, por las señas de los cordoncillos de varios colores, en que guardaban las memorias de sus antiguedades los Ingas, ni seña alguna para refrescar la memoria   —110→   de lo pasado, se ha encontrado hasta hoy en estas Naciones; y así causa risa y compasion al mismo tiempo los desatinos que dicen de su Génesis y orígen las Naciones, que entre las demás se precian de entendidas: que aun entre bárbaros hay de esto. La mayor parte de aquellas gentes no tienen que responder quando les preguntamos por sus antepasados: no se levantan sus pensamientos un dedo arriba de la tierra: no tienen otra idéa, que la de las bestias, que es comer, beber, multiplicar y resguardarse de lo que aprehenden97 como dañoso y perjudicial. Esta y no otra, es la vida de aquellos hombres silvestres.

Y con todo, entre ellos se hallan Naciones, que se precian de muy entendidas; y cierto que en el ayre del cuerpo, en el desembarazo y modo de hablar, en la mayor suavidad del lenguage y en otras señales, hay Naciones, que hacen manifiestas ventajas á otras. La sobresaliente y dominante en Orinoco es la Nacion Cariba, que se extiende por la Costa Oriental hasta la Cayana, y aun hoy vive mucha gente de ellos en la Trinidad de Barlovento, y en las tres Islas de Colorados, que están junto á la Martinica: ni sé que haya en aquellos Paises Nacion que le iguale en extension y gentío; si ya no es, que después de descubierta enteramente la de los Caberres, la iguale ó exceda. Lo cierto es, que como después verémos, en valor se tiene, y á veces vence á los Caribes, quando suben armados Orinoco arriba, y llegan ó procuran abordar á los Caberres.

Son los Caribes de buen arte, altos de cuerpo, y bien hechos: hablan desde la primera vez con qualquiera, con tanto desembarazo y satisfacion,   —111→   como si fuera muy amigo y conocido. En materia de ardides y traiciones son maestros aventajados, por lo mismo que de suyo son muy temerosos y cobardes. Preguntados estos, ¿de dónde saliéron sus mayores? no saben dar otra respuesta, que ésta: Ana cariná róte. Esto es: Nosotros solamente somos gente. Y esta respuesta nace de la soberbia, con que miran al resto de aquellas Naciones, como esclavos suyos: y con la misma lisura se lo dicen en su cara con estas formales palabras: Amucón paporóro itóto nantó: Todas las demás gentes son esclavos nuestros. Esta es la altivéz bárbara de esta Nacion Cariba; y realmente trata con desprecio y con tiranía á todas aquellas gentes, rendidas unas, y otras temerosas de su yugo.

Pero ya que ellos no saben de su orígen, la Nacion Saliba y Achagua se le ha buscado y averiguado á su necio modo, y no sin propiedad. Dicen los Salibas, que el Puru (de quien despues hablarémos) envió á su hijo desde el Cielo á matar una Serpiente horrible, que destruhia y devoraba las gentes del Orinoco, y que realmente el hijo del Puru venció y mató á la Serpiente con gran júbilo y alegría de todas aquellas Naciones, y que entónces Puru dixo al demonio: Vete al Infierno, maldito, que no entrarás en mi casa jamás (note el curioso en esta tradicion una confusa idéa de la redencion del Género Humano.) Y añaden, que aquel consuelo les duró poco; porque luego que se pudrió la Serpiente, se formáron en sus entrañas unos gusanos tremendos, y que de cada gusano salió finalmente un Indio Caribe con su muger; y que como la Culebra   —112→   ó Serpiente fué tan sangrienta enemiga de todas aquellas Naciones; por eso los Caribes hijos de ella, eran bravos, inhumanos y crueles. Este favor y honra hace la Nacion Saliba á la altivéz de los Caribes. No discrepa mucho de ésta la erudicion de la Nacion Achagua: ésta protesta, que los Caribes son descendientes legítimos de los Tigres, y que por eso se portan con la crueldad de sus padres. Por esta causa del nombre Chavi, que en su lengua98 significa Tigre, deducen la palabra Chavinaví, que para ellos significa lo mismo que Caribe, oriundo de Tigre. Otros Achaguas de otras Parcialidades, ó Tribus explican mas la especie, y le dan mas alma de este modo: Chavi es el Tigre en su lengua; y Chavina es la Lanza; y de las dos palabras Tigre y Lanza sacan el nombre de los Caribes, llamándolos Chavinaví que es lo mismo que hijos de Tigres con Lanzas: alusion ó semejanza muy propia para la crueldad sangrienta de los Caribes.

La Nacion Othomaca, que es el abstracto y la quinta esencia de la misma barbaridad, barbarísimos entre todos los bárbaros de Orinoco, lleva una opinion muy conforme á su tosquísima bronquedad, y dice: que una piedra formada de tres, unas sobre otras, que levantan uno como chapitél sobre un picacho, llamado Barraguan, dicen y afirman, que aquella es su primera Abuela; y que otro peñasco horrendo, que sirve de remate á otro picacho, distante dos leguas, fué su primer Abuelo; y guardando su dura conseqüencia, creen que todas las peñas y piedras de que se forma dicho Barraguan, (alto promontorio de peñascos, casi sin migaja de tierra) dicen,   —113→   que cada piedra de aquellas es uno de sus antepasados; y á esta causa, aunque entierran sus difuntos, y con ellos pan y chicha para el viage de sus almas: con todo, pasado un año, sacan las calaveras, y las llevan á la sombra de su Abuela, metiéndolas en las concavidades que entre sí forman las peñas del dicho Barraguan; en las quales se encuentran gran número de calaveras, sin que se vuelvan piedra como ellos piensan.

Los Indios de la Nacion Mapoya llaman á la tal piedra, en que remata, y que sirve como de chapitél al picacho del Barraguan, Uruana; y dicen que aquella es la raíz de toda la gente de su Nacion; y por eso gustan mucho de que los llamen Uruanayes, y ensartan esta raíz con una larga cadena de quimeras y desatinos.

No se han ideado mejor orígen los Indios Salibas, aunque á la verdad ellos y los Achaguas son las Naciones mas capaces y de mejor índole, que hasta ahora hemos hallado. Una de sus parcialidades, dice, que son hijos de la tierra: es verdad, y dicen bien; pero no es así como ellos piensan; porque las almas tienen orígen muy superior; y ellos dicen, que la tierra brotó antiguamente hombres y mugeres, al modo que ahora brota espinas y abrojos. Otras Parcialidades llevan otra sentencia, y afirman que ciertos árboles diéron por fruto antiguamente hombres y mugeres de su Nacion, que fuéron sus antepasados; y preguntándoles ¿dónde están los tales árboles, y por qué ahora no dan ese fruto? se remiten á la sábia erudicion de los Achaguas, sus vecinos, amigos y maestros. Otras Parcialidades de estos Salivas tienen los pensamientos mas altos, y blasonan de que ellos   —114→   son hijos del Sol: gloriosa prerogativa, que las Naciones del Perú daban únicamente á sus Ingas soberanos. Preguntamos un dia á estos hijos del Sol: ¿cómo pudo ser, que al parir el Sol á los dos Salibas primeros, cayendo de tan alto, no se matáron? quedóse muy confuso el Saliva, y dixo, quién sabe cómo sucedería; así nos lo cuentan los Achaguas.

Los dichos Achaguas, con todo su magisterio, no se han ideado mejor orígen: unos se fingen hijos de los Troncos, y se llaman con esa alusion Aycubaverrenais: otros idéan su estirpe de los rios, y por eso se llaman Univerrenais; y á este tono otros desatinos, en los quales confiesa ciertamente aquella gente bárbara, que dependen de otra primera causa superior á ellos; y no dando lugar su antigua ceguedad á dar con ella, se han fingido unas causas tan viles y baxas como vimos, y otras que omito, porque se pueden inferir de las ya dichas.

Y como no conocen otro terreno, que el que pisan, ni tienen noticia alguna, no solo del mundo nuestro, pero ni aun del suyo Americano, nadie piensa que hay mas gentes que aquellas comarcanas; y así oyen con gusto y con espanto las cosas de Europa. Y el vínculo mas fuerte con que se dan por obligados, es quando el Misionero en su lengua de ellos les da á entender: «Como solo por librarlos de las garras del Demonio, ha dexado á su tierra y parientes, y ha venido desde tan lejos á mirarlos como hijos».

Hay repetidas experiencias, de que en las mayores perturbaciones que el Demonio siembra   —115→   en los Pueblos nuevos, no hay medio mas eficáz que decir á los ancianos: ¿Y para esto dexé yo á mis parientes, y vine á buscaros?

Teniendo, como apunté, aquellas gentes tan cortas y limitadas noticias, nadie ha pensado que sus mayores hayan pasado de remotas Provincias á fundar y hacer pié en aquellas, y por eso recurren á las piedras, rios, árboles, etc. como á fundadores de sus linages.

Y así yo en su nombre apuntaré aquí lo mismo que largamente medité entre ellos, al ver su modo, su estilo y su desdicha, digna de toda compasion. Digo lo primero, que los Indios son hijos de Chám, segundo hijo de Noé, y que descienden de él al modo que nosotros descendemos de Japhet, por medio de Tubal, Fundador ó Poblador de España, que fué su hijo, y nieto de Noé, y vino á España año 131 después del Diluvio Universal99 (1788 de la Creacion del Mundo). A este modo á Chám y á sus hijos le cupo la Arabia, el Egypto y el resto de la Africa; y algunos de sus nietos ó viznietos, arrebatados sus Barcos de la furia de los vientos, como en su lugar diré, ó de otro modo, desde Cabo Verde pasáron al Cabo mas abanzado de toda la América Meridional, que está en el Brasíl, y se llama Fernambuco. Pruebo esta conclusion con el infeliz y mísero porte de los Indios Americanos, los quales llevan tácita y pacíficamente el vasallage que deben, y es razon den á nuestros Católicos Monarcas. Fuera de esto, es tan   —116→   apocado su ánimo, que sirven á los Negros, esclavos de los Européos; no paro en esto: lo que me ha dado mucho que pensar, es haber visto, observado y experimentado, que sirven de mejor ayre, con mas gusto y muestras de alegría á un Negro, esclavo de Angola ó Mina, que á un Européo, sea Secular, ó sea Eclesiástico. Todavía he observado mas; y es, que trata un Européo bien á un Indio en vestido, comida y quanto ha menester; y al fin desampara el Indio á su Amo, se huye y va á servir á un Negro que lo maltrata y cuida muy mal; y con todo no se huye el Indio, ántes bien sirve gustosamente al Esclavo. ¿Qué misterio es éste? pues lo dicho no es observacion especulativa, es muy práctica; y no es reparo solamente mio, es reflexîon hecha ya por otros muchos: ¿y quál será la raíz de un tan raro modo de proceder de los Indios? respondo, que proceden así, para que se verifique al pié de la letra la maldicion, que quando Noé despertó de su sueño, echó á su hijo Chám, diciéndole100: Que habia de ser siervo y criado de los esclavos de sus hermanos. No dixo siervo ó criado de sus hermanos, sino siervo de los esclavos de sus hermanos: y estos son puntualmente los Indios, no por fuerza, sino de su propia inclinacion, verificando la maldicion que Noé echó á Chám.

Añado mas: todos los Européos, que han estado y están en ambas Américas, saben que el vicio mas embebido en las medúlas de los Indios,   —117→   es la embriaguéz, es el tropiezo mas fatál y comun de aquellos Naturales; y tambien echo yo á Chám la culpa de esta universal flaqueza de los Indios, como la deznudéz que de su propio genio han gastado y aun gastan los gentiles Americanos. Hizo Chám burla de su padre Noé, por verle desnudo: (así encontramos las Naciones silvestres del nuevo Mundo) hizo donaire de la casualidad, por la qual dormia; y en Virtud y fuerza de la maldicion, lo que fué una casualidad en Noé, pasó casi á naturaleza en los Indios, hijos de Chám, segun el hipo y ansia con que beben: y aquella breve desnudéz de Noé pasó á moda de los mismos, y á trage ordinario el no vestirse: ahora vean los curiosos, ¿si se hallará gente alguna en lo descubierto, á quien tan de lleno toque, y se verifique la maldicion que su padre echó á Chám? El Regio Historiador Herrera101 cita varios Indios ancianos, que contáron á los Españoles en los principios de sus conquistas, que por tradicion de sus mayores tenian noticia de Noé y del Diluvio, y que ellos eran hijos del segundo hijo de Noé, el qual habia hecho burla de ver á su padre desnudo, y que por eso ellos vivian desnudos, por la maldicion que cayó sobre su padre. Y si dice alguno, que tambien viven desnudos los Negros, respondo que tambien defiendo, que los Negros descienden de Chám, que no son de ánimo tan apocado, como consta de la experiencia ya dicha102; en que vemos   —118→   que los Indios sirven de buena gana á los Negros; y al contrario, no hay Negro que se digne y humille á servir á los Indios: la qual altivéz puede ser efecto del diverso temperamento y diversos bastimentos con que se crian en el Africa; y de otras causas, hasta ahora incógnitas, de que se origina tambien lo encrespado del pelo y aquel color negro.

Digo lo segundo, que las Naciones del Orinoco y de sus vertientes observan muchas ceremonias de los Hebréos, durante su gentilidad; las quales siguen material y ciegamente, sin saber por qué, ni por qué no, llevados de la tradicíon, que va pasando de padres á hijos, sin saber dar razon de lo mismo que executan. Del qual uso y estilo se infiere, que despues de poblada la América por los descendientes de Chám, se transportó también algun número de Hebréos, después de la dispersion de aquel ingrato Pueblo; de los quales redundáron á los primeros pobladores las ceremonias, que iré apuntando de paso; porque de este punto trataré despues mas de propósito103.

La circuncision, señal y divisa dada por el mismo Dios á su escogido Pueblo, (aunque con la variedad, que el largo curso de los tiempos introduce en todos los usos y costumbres) se halla entre aquellas Naciones Gentiles. Los Salivas, quando lo eran, y los que restan en los bosques, al octavo dia circuncidaban sus párvulos, sin exceptuar á las niñas, no cortando, sino lastimándolos   —119→   con una sangrienta transfixîon, de que solian morir algunos de uno y otro sexô.

Las varias Naciones de Culloto, Urú y otros rios, que entran en Apure, ántes de reducirse á la Santa Fe, eran mas crueles en dicho uso, y eran mas inhumanas en esta ceremonia, añadiendo, heridas considerables por todo el cuerpo y brazos; cuyas cicatrices se ven en los que viven hoy, de los que naciéron en aquellas selvas: no hacian esta carnicería hasta los diez ú doce años de edad, para que tubiesen fuerza para la evacuacion tan notable de sangre, como se seguia, de mas de doscientas heridas, que daban á las inocentes víctimas de su ignorancia. Yo encontré el año 1721 un chico moribundo en dichos bosques, cuyas heridas se habían enconado, y tenía el cuerpo lleno de asquerosas materias. Para que no sintiesen la punta afilada, con que atravesaban las carnes, embriagaban de antemano á los pacientes de ambos sexos, porque nadie se escapaba de esta sangrienta ceremonia; entre los Indios Guamos y Othomacos, son igualmente crueles las señas de la circuncision.

La Poligamia, permitida antiguamente á los Hebréos, y el Repudio, está entre aquellos Gentilés tan en su vigor, que la mas observante Sinagoga, de las que hoy mantienen los Judíos, puede tomar exemplo de aquellos bárbaros.

No se hallará Judío, que tenga tanto horror á la carne de lechón ó cebón casero, como tienen los dichos Gentiles; pero despues de instruidos y bautizados, se desatinan por comerla.

Las unturas de olios y aromas, tan propias del Judaismo, que hasta el mismo Christo le dió en   —120→   cara al Fariséo, por haber faltado en esta señal de cortesía y amor, en que se estaba esmerando la Magdalena104, están con todo su vigor en Orinoco; tanto, que para su inteligencia es preciso poner capítulo á parte.

Fuera de esto, á vista de la tarea indispensable de labarse el cuerpo tres veces cada día, ó á lo ménos dos, ¿quién habrá que no diga, que los Indios judaizan? otras señas del Judaismo iré notando, como fueren ocurriendo, en su propio lugar. Y por no alargarme ahora, concluyo, protestando, que si el espíritu de codicia y de interés, que domina en el Judaismo, se perdiera, todo le pudieran hallar vigoroso entre las Naciones de Orinoco y sus vertientes; cuyo estilo, en puntos de parentela es heredado de los Judíos, llamando unos y otros hermanos y hermanas á los parientes y parientas de segundo y tercer grado105. La inconstancia, ingratitud, destealtad, timidéz y otras propiedades que individua la Sagrada Escritura de aquel Pueblo Judáico, todas, una á una, las tengo observadas en los Indios dichos, en unos mas, en otros ménos; y asi, á mi corto entender, unos descienden, otros tomáron los usos y ceremonias de los Judíos de la dispersion de Salmanasár, como mas adelante verémos; ahora demos otra ojeada en comun, sin fixar mucho los ojos en la desnudéz de los Indios.



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