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ArribaAbajoCapítulo IV

Variedad de lenguas de aquellos Indios: búscase su origen por la mejor conjetura


Busco el orígen de las varias y diversas lenguas de unos hombres, tan poco hombres, que están persuadidos de que cada especie de aves habla lengua diferente, y que ellas solas se entienden; y por esto, lo mismo es dar un chillido el páxaro, ó un graznido el buytre, y así las otras aves, que luego al punto preguntarle: ¿qué es lo que quiere avisarles? ¿day fajacaqué? esto es: ¿qué es lo que nos dices? Por esta misma necia persuasion, no dan el nombre á las aves, por lo que ellas son, sino por lo que piensan que ellas dicen; y así no se les pregunta: ¿cómo se llama aquella ave? sino ¿day faácaque cusiduca? esto es: ¿qué es lo que dice este páxaro? y les ponen el nombre de lo que les parece que pronuncian las aves; v. gr. al pato llaman cuiviví; á la gallina focará; al gallo toteleló, etc., queriendo conocer á las aves por su eco, al modo que acá conocemos á los hombres por el metal de su voz.

Busco (vuelvo á decir) la raiz de las lenguas de unas gentes, que no solo no la saben, sino que ignoran tambien su orígen y el de sus progenitores234, como vimos en la primera Parte, ideándose   —31→   ya descendientes de las piedras, ya de los árboles etc. error y vileza de pensamientos, en que estaban radicados los Indios pobladores de México235, extraidos de sus siete cuevas fantásticas; y los del Perú, brotados de la tierra, por su Viracócha236: ceguedad, que aun se halla, á su modo, en los Gentiles que ahora se van descubriendo.

Digo pues, que el laberinto de las lenguas de las Misiones, en que trabaja mi Provincia del Nuevo Reyno, no solo agrava la cruz de sus Misioneros, sino que es la piedra de toque de su paciencia y constancia, y la prueba mas firme de una verdadera vocacion á aquel santo ministerio. Si las Naciones de una lengua fuesen numerosas, como en la Europa, á nadie faltára brio para aprender una lengua, que le abriria campo para trabajar toda su vida; y si en aquel ángulo de la América hubiera, á mas de las lenguas particulares, una general, (como en el Perú, desde Lima á Quito, donde corre la Inga: y en el Paraguay, donde corre la Guarani: y aun en el mismo Nuevo Reyno, donde mientras fué necesaria, corrió la Muyssea) fuera menor el trabajo, y fuera mediano el empeño; pero en las Misiones de que hablo, no ha lugar éste, que siendo trabajo, fuera alivio: solo hay un corto consuelo, que no es capáz de experimentarse, sino despues de muy largo. Este está en que de aquella gran copia de lenguas, unas son matrices, otras son derivadas; (al modo que de la Latina, como matriz, se derivan la Española, Francesa é Italiana, mudado   —32→   respectivamente el dialecto,) de modo, que entendida con perfeccion la matriz, da luz, y disminuye la dificultad para sus lenguas subalternas; v. gr. de la lengua Betoya y Jirara, que aunque ésta gasta pocas erres, y aquella demasiadas, ambas quieren ser matrices; se derivan las lenguas Sítufa, Ayrica, Ele, Luculia, Jabúe, Aráuca, Quilifáy, Anabáli, Loláca y Atabáca etc. De la lengua Cariva nacen la Guayána, la Palénca, Gúiri, Guayquíri, Mapúy y Cumanagota: de la Saliva se deriva, ó es su corruptela, la Aturi: de la Guajiva salen varias ramas, entre la gran variedad de Chiricóas: de la Achagua, aunque es la mas pronunciable, suave y elegante de todas, todavía no se han descubierto lenguajes derivados; porque aunque en la lengua Maypúre se hallan muchas palabras Achaguas, son introducidas por el comercio; como los grecalismos de la lengua latina, que se introduxéron con el estudio de las ciencias y facultades, que en ella se explican; las lenguas Otomáca, Aruáca, Guaraúna y otras que hasta hoy parecen estériles, el tiempo y el descubrimiento de nuevos Indios, creo que las hará fecundas para los venideros.

Nuestros mayores, bien prácticos en los rudimentos de las lenguas, nos dexáron advertido, que las que se derivan de una Capital, siempre mantienen los pronombres primitivos de su matriz, aunque con alguna variedad; y se ha experimentado, que es regla cierta. Si esta variedad de lenguas, que resulta de la varia combinacion de unas mismas sílabas, no tuviera otra dificultad, que encomendarlas á la memoria combinadas, y practicarlas en una regular pronunciacion, fuera taréa molesta,   —33→   pero llevadera. Lo que pesadamente agrava, es la diversidad de pronunciaciones; porque unas son narigales, como las de los Salivas, cuyas sílabas, casi todas han de salir encañadas por las narices: v. gr. ¿Chónego, anda cuicuacá tandemá? Imagen. Tandemá, chonego obicuadicuá: esto es: ¿Amigo, qué comerás mañana? Imagen Mañana, amigo, no comeré: otras son guturales, como la Situfa, que ahoga las letras consonantes en el garguero: v. gr. ¿Madagená nefecolá falabidáju? Imagen Ebamucá, dayfalabómelú, gotubicá: esto es: ¿Qué cosa te están diciendo tus parientes? Imagen No me dicen cosa, ellos se están bebiendo: otras son escabrosas, llenas de erres como la Betoya: v. gr. Day, rááquirrabicarrú romú, robarriabarrorráácajú: esto es: porque me hurtais el maiz, os he de apalear: en fin, la excesiva velocidad de las lenguas Guajiva, Chiricóa, Otomaca y Guaraúna, es horrible, causa sudor frio y congoxa el no poder prescindir el oido mas línce una sílaba de otra. Es cosa cierta y averiguada, que en cada una de las dichas lenguas falta una letra consonante, y no se halla palabra que la requiera: v. gr. la lengua Betoya no ha menester la p: la Situfa no necesita la r: y así de las demás, que se han reducido á arte en dichas Misiones: cosa que ha dado mucho que pensar, sin poderse alcanzar el misterio que en ello se encierra.

Pero basta lo dicho: no sea que esta verídica y genuina relacion forme algun agigantado imposible, que retrayga de su empeno, ó resfrie los deseos de algun Operario, á quien Dios dé aldabadas, y amorosamente llame á la conversion de aquellas gentes: pero no, no hay que temer, no hay tal peligro; no se acobarda el esforzado batallon,   —34→   ni le retarda el ímpetu del asalto el ver la brecha por todas partes coronada de imposibles: por todo se rompe, quando media el amor del Soberano. Pasarán el Jordán los escogidos de Dios, dándoles paso franco las corrientes, y solo á su vista caerán los muros de Jericó, por mas que los Exploradores les pinten la tierra como inexpugnable, y sus habitadores como Gigantes invencibles: Dios hace casi todo el gasto: basta una prudente cooperacion de la criatura, y su Magestad lo suaviza todo. El amor á aquellas almas, que costáron la Sangre de su Criador y nuestro, y el verlas volar desde las aguas del bautismo al Cielo, no halla estorbo, porque es fuerte como la muerte; pues ni la misma muerte (que es lo mas espantable) retrae á los Operarios del Señor, ni les empereza en su dulce afán de recoger aquella madura mies: ya se ve que no habrá arduidad á que no hagan frente, y venzan con la divina gracia.

Es cierto que á los principios el estudio de nuevas lenguas tiene las raices muy amargas; pero como despues el fruto, en la salvacion de muchas almas, es tan suave y abundante, es por lo mismo muy corto el costo, á vista de tanta ganancia: y si la salvacion eterna de sola una de aquellas almas fuera superabundante recompensa de muchos años de apostólicas taréas; ¿qué sera el ver una continua ganancia de almas para la gloria, no solo de contado, sino tambien para lo venidero? Porque ¿qué otra cosa es segregar de las selvas, y domesticar aquellos sañudos genios, sino establecer fincas de inestimable valor, que han de ir tributando anuales réditos de párvulos y adultos para el Cielo; no por espacio de uno ni de dos siglos, sino hasta   —35→   la fin de todos los siglos? Este pensamiento pone en olvido los mayores afanes y fatigas.

Pero ya es tiempo que desentrañemos con la brevedad y claridad posible, el orígen de esta confusa variedad de lenguas. La raiz de las derivadas ó subalternas, se evidencia ella misma con la relacion que tiene, aunque confusa, con su matriz, de quien no solo retiene, aunque disfrazados los pronombres, sino tambien algun eco en las voces; mas la division entre sí de dichas lenguas subalternas, y la separacion de su original, no puede proceder de otro principio, que de una notable dispersion de muchas familias, de la lengua principal, que ó voluntariamente desterradas, ó extraidas violentamente por enemigos mas fuertes y poblados, á notables distancias, (como realmente se hallan entre aquellas selvas,) de la falta de comunicacion entre sí, y de la insensible omision de unas sílabas, y aumento de otras, que en casi todas las lenguas va mudamente caminando con el tiempo; al cabo de años viene á resultar un nuevo lenguage, que la misma madre, de quien se originó, le desconoce; así como el claro arroyo, que se alimenta al influxo de cristalina fuente, no conociera al rio, que de él se forma, si fuera capáz de visitarle, á sola la distancia de cien leguas. El hallar el orígen de las lenguas matrices ó no derivadas, de que vamos hablando, es materia muy dificil, pero curiosa y digna de que en Capítulo aparte se explayen algun tanto mas la pluma y el discurso.



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ArribaAbajoCapítulo V

Investígase el orígen de las lenguas vivas ó matrices de aquellos Paises


A la manera que un noble Caballero, deseoso de autenticar la hidalguía de su antigua prosapia, no tiene otro recurso, que el de la respetable antigüedad, bebiendo de generacion en generacion las mas ancianas memorias de sus progenitores, hasta cierto término, en que la fuerza del tiempo, borrando las memorias, atajó las humanas diligencias; del mismo modo en el presente discurso, de noticia en noticia podemos ir subiendo, hasta hacer punto final en la portentosa confusion de lenguas, que obró la diestra del Altísimo en la célebre Torre de Babél: sin que valga el decir, que estas lenguas índicas, que nos parecen radicales, vivas ó matrices, tal vez serán derivadas de otras que no conocemos. No repruebo la especie; pero digo, que esta diligencia ya está hecha con toda la exâccion factible, en órden á las lenguas referidas; y luego se ha encontrado otra lengua totalmente diversa, así de las matrices, como de las subalternas conocidas; de modo, que en lugar de aclarar esta dificultad, con vivas diligencias, la práctica de ellas levanta mas de punto la confusion, quanto mas distintas lenguas descubre; y aun por eso la multitud de idiomas se llamó confusion.

Mucho ménos cabe aquí evadir la dificultad, diciendo: que siendo el hombre racional, sociable, amigo de comunicacion, y por su naturaleza discursivo,   —37→   dispersas muchas familias al principio de la poblacion del Mundo Americano, (ó voluntaria ó violentamente, á fuerza de disturbios,) cada familia de por sí, distante de la otra, inventó su lenguage, para explicarse á su modo. No ha lugar este discurso: lo uno, porque no hallamos padre de familias en las Historias, que perdiendo el amor de la lengua materna, haya inventado una lengua regular para sus descendientes; y aunque hubiera exemplar, no seria del caso, por la rusticidad suma de las Naciones de que trato: y mas siendo sus lenguages tan regulares y expresivos de los conceptos, como la mas cultivada lengua de nuestra Europa, es inventiva muy superior á la cortedad de su genio. Esto es evidente á los Padres Misioneros, quienes penetrado íntimamente el idioma, y cotejado con la tosquedad de los que le usan, al reconocer una regularidad tan formal, como la del arte latino, ven que tiene superior fuente el caudal de aquella natural eloqüencia; y recurren luego al prodigio con que Dios confundió una lengua, dividiéndola en muchas; medio executivo, con que su Magestad apresuró la dispersion que aquellos hombres habian premeditado237.

Este es realmente mi parecer, y muy conforme á lo literal del Sagrado Texto238: Confundamus ibi linguas eorum, ut non audiat unusquisque vocem proximi sui: porque aquella palabra unusquisque, por distributiva, toca á cada uno de por sí, de aquel cúmulo de hombres que habian concurrido   —38→   á la temeraria fábrica de Babél: luego á cada padre de familias de por sí, con su familia, le cupo diferente idioma y diverso territorio; y cada qual tomó su camino, como dice el mismo Texto239: super faciem cunctarum regionum: en donde aquel cunctarum es preciso que se extienda y comprehenda las Regiones de las dos Américas. Ni obsta el decir que no habria familias para tan vastos terrenos; porque desde que Noé240 salió del arca, hasta esta confusion y division de lenguas, habian ya pasado 143 años, en los quales morian rarísimos viejos, y era mucho lo que multiplicaban las familias; y así hubo suficientes familias, (nótese) no para poblar el Universo, sino para que en cada Region de él hubiese un fundador ó poblador; y asi nos avisan las Historias, que á Tubál le tocó España: y aquel dispersit del Sagrado Texto tiene la energía de lo mismo que he dicho: regó y sembró Dios por la redondéz de la tierra aquellas familias, para poblarla toda241: Dispersit eos Dominus super faciem cunctarum regionum.

Pero contra este mi parecer, tengo que oir á mi propia experiencia en el largo trato de Indios Gentiles; y debo hacerme cargo de lo que he oido á muchos y muy prácticos Misioneros Jesuitas de ambas Américas. Todos realmente convenimos, en que los Indios judaizan, (como con muchas señas innegables dixe en el Capítulo sexto de la primera Parte,) de donde nace el inclinarnos á que   —39→   los pobladores de las Américas fuéron Hebréos. Todas ó parte de las diez Tribus que al sexto año del Reynado de Ezechías trasplantó Salmanasár, Rey de la Asyria, y despues, ó se confundiéron entre todas las Naciones, ó pasáron separados á Regiones incógnitas, (como dice Esdras,) tal vez entónces pobláron el Nuevo Mundo, Region bien incógnita hasta estos siglos últimos: así casi lo persuade la multitud de ceremonias judaycas, que entre las sombras de su ignorancia se han observado, y llevo ya apuntadas242.

Y en esta suposicion, queda en pié la dificultad del orígen de tanta variedad de lenguas vivas ya descubiertas, á mas de las otras muchas que restan por descubrir, que segun todas las señas son muchas mas, por ser muy vastas las Regiones Americanas, á donde no ha penetrado aun la luz del Santo Evangelio. Y para mí resulta otra no menor dificultad; porque habiendo la providencia del Altísimo dispuesto, proveido y adornado este Globo Terraqueo para casa, sustento y recreo del Género Humano, durante su peregrinacion, hasta que cooperando con la divina gracia pase de ésta á la eterna vida, se hace increible y duro de asentir, el que tan notable terreno, qual es el de las Américas, tan fértil, abundante y rico, le dexase su Magestad (digámoslo así) ocioso, abandonado y privado del fin para que le habia criado: esto es, sin hombres, por mas de 3283 años que corriéron desde la creacion del   —40→   Mundo, hasta el cautiverio y dispersion dicha de las diez Tribus de Israél. Dexo esta reflexîon al maduro juicio del erudito Lector; y paso á la dificultad que del dicho sistema resulta y es la que mas hace á nuestro propósito.

Es cierto que las doce Tribus de Israél hablaban en aquella era una misma lengua; (aunque con alguna variedad, como se colige del libro243 do los jueces,) ni miraban como muy extraña la Syriaca y la Caldéa, como advierte San Gerónimo. Démos ahora que las tres lenguas fuesen comunes á las doce Tribus: démos tambien que de las doce las diez se trasportasen á las Américas: dado todo este supuesto, ¿qué son tres lenguas para que de ellas se hayan derivado tanto número sin número de otras distintas, como llevo dicho, y quantas sola la experiencia puede creer?

A mas de esto, si el trasporte de las diez Tribus hubiera sucedido en alguna de tan diversas Misiones, como ha cultivado mi Provincia, se hubieran hallado voces Hebráicas, ó claras, ó disfrazadas, lo que hasta hoy no consta haber sucedido; ni me consta hayan otras Provincias hallado señas suficientes de la lengua Hebréa: digo suficientes; porque el que en lengua Tuneva, Mision de mi Provincia, usen los Indios de esta palabra abá, esto es padre, con la misma significacion, téngolo por una mera casualidad; como el que los Guaneros llamen papá y papale á su padre; y el que los Betoyes, que en su gentilidad   —41→   tenian al Sol por Dios le llamasen con el nombre Griego Theos; sin que esto pueda probar, que aquella Nacion descienda de la Grecia: luego es preciso suspender el juicio, y no consentir del todo en que dichas diez Tribus de Israél poblasen las Américas ántes que otras gentes.

Y así miéntras la erudicion y el tiempo trabajáren sobre esta dificultad, tomemos un medio término racional y factible; y digamos, pues tenemos á nuestro favor las sagradas Letras, que desde la Torre de Babél, de donde saliéron los Operarios tan bien aviados de nuevas lenguas, que ninguno entendia á otro, cada qual, con sus hijos y muger, tomó diverso rumbo: super faciem cunctarum Regionum; y que quantas familias llegáron á las Américas, (sea por donde se fuere) otras tantas fuéron las lenguas que en aquellos remotos Paises se entabláron: resultando con el tiempo, del aumento de estas familias nuevas divisiones hácia nuevos territorios; y de aquí nuevas divisiones de lenguas subalternas, cormo ya apunté: opinion244, que siguen graves Autores: y así es muy creible, que como en la dispersion de Babél del año 1800. de la creacion del Mundo, pasáron muchas familias á las Américas; así en la dispersion de las diez Tribus de Israél del año 3283. de la creacion del Mundo245, pasasen muchas mas familias Hebréas, de quienes los antiguos moradores de aquel Nuevo Mundo tomasen las   —42→   ceremonias Judáicas, que se han notado entre los Indios, admitidas á los 1483. años despues de su primera poblacion: al modo que tantas Naciones y Pueblos, que siguen hoy la detestable Secta de Mahoma, observan gran número de ceremonias judáicas; sin que por eso podamos decir, que estas gentes descienden de los judíos.




ArribaAbajoCapítulo VI

De las primeras gentes que pasaron á la América y el modo


Aquí caía, como de su propio peso, tratar del primer tránsito de las Gentes Americanas, habiendo hablado de las lenguas que ellas mismas lleváron consigo; pero bien meditada la materia, por todos sus visos incierta, reconozco que así como á los Autores modernos ha sido fácil impugnar el parecer de los antiguos, me fuera factible no impugnar, pero sí responder á sus argumentos, con las razones que me ocurren; mas fuera superfluo mi afán, y solo sirviera para que los venideros tuvieran esta opinion mas que impugnar. Por lo que solo pongo á la vista un suceso cierto y notorio, que podrá dar alguna luz á los curiosos para nuevo discurso, en confirmacion de la opinion antigua de Diodoro Sículo.

En la Ciudad de San Joseph de Oruña, Capital del Gobierno de la Trinidad de Barlovento, sita á doce leguas de las bocas del Orinoco, oí á aquellos vecinos, que aunque son pocos, son muy honrados, que pocos años ántes (me dixéron el año,   —43→   pero no me acuerdo: solo hago memoria de que me lo refiriéron en el Diciembre de 1731) habia llegado á su puerto un barco de Tenerife de Canarias, cargado de vino, y en él cinco ó seis hombres macilentos y flacos, que con pan y vianda para quatro dias, de Tenerife atravesaban á otra Isla de las mismas Canarias; y que arrebatado el barco de un levante furioso, se viéron obligados á dexarse llevar de la furia del mar y del viento varios dias, hasta que se les acabáron aquellos cortos bastimentos, que habian prevenido; y en fin, mal contentos, con solo vino, que les servia de bebida, y segun los Físicos, no de nutrimento; quia vinum non nutrit, sed prestat nutritionem; quando ya flacos y desfallecidos esperaban la muerte por horas, quiso Dios que descubriéron tierra, que fué la Isla de la Trinidad de Barlovento, que hace, frente á muchas bocas del rio Orinoco, y dando repetidas gracias á Dios, llegáron y diéron fondo en el puerto que llaman de España, con grande admiracion, así de los Soldados, como de aquellos vecinos, y de los de la Ciudad de Oruña, que no dista mucho, y concurrieron á ver la novedad.

Que este tránsito fuese casualidad y no estudio de aquellos pocos Isleños, fuera de su declaracion, y el testimonio evidente de sus cuerpos casi difuntos al rigor de la hambre, se evidenció con el pasaporte y guia de la Aduana Real de Tenerife, que demarcaba su viage á la Isla de la Palma ó de la Goméra, que pertenecen á las Canarias. Esto así asentado (y para mí realmente indubitable) ¿quién podrá negar, que lo que sucedió en nuestros dias, sucediese en los tiempos y siglos pasados; y mas atestiguándolo Autores clásicos, como   —44→   luego verémos? Ni hay repugnancia en que de las Costas de España, Africa y otras, despues de la confusion de las lenguas, y separacion de aquellas gentes, fuesen arrebatados de los vientos muchos barcos, en varios tiempos, hácia el poniente, al modo que le sucedió al referido barco Canario; porque no es creible, que los descendientes de Noé, á quienes tocó poblar dichas Costas Occidentales, olvidasen las reglas de construir embarcaciones, que Dios enseñó al Santo Patriarca. Verdad es, que en aquellos tiempos solo navegaban, sin perder la tierra de vista, por no estar descubierto el uso de la aguja; pero todavía cabe, que desde semejante altura arrebate un levante los barcos con tal fuerza, que no puedan arribar, y se vean precisados á entregarse al golfo, como le sucedió al mencionado barco; cuyo suceso referí casualmente en Roma delante de sugetos eruditos, y le apreciáron mucho, especialmente un Maestro de Escritura, que me pidió la relacion firmada de mi mano, como se la di, aunque mi firma refunde toda su autoridad en lo cierto y notorio del hecho sucedido, segun y como arriba dixe.

Con el acaecimiento del barco Canario, se robora la opinion y la aventura de los Fenices, que escribe Diodoro Sículo, que es muy parecida y casi uniforme con la de los Canarios246: pues unos y otros fuéron arrebatados, y fué en ambos casual el   —45→   tránsito á la América247. Mr. Fer robora esta mima sentencia, y la confirma con el navío de los Vizcaynos, que arrebatado de furiosos vientos y mares, en el siglo décimoquinto, despues de avistar las tierras Occidentales, vino á dar en las Islas de la Madera, en donde casualmente se hallaba Christóval Colón; el qual, de las idéas que tenia concebidas, y de lo que oyó al Piloto Vizcayno, se resolvió últimamente á su primer viage, y descubrimiento de la América.

No hay aquí porqué negarle á Mr. Neblot la fe que se le debe en la relacion que cita, de la fuerza con que los vientos se lleváron á los pescadores Bretones en el año de 1504. á las Costas de la Canada, que hoy se llaman Nueva Francia; porque habiendo dado cuenta á su Rey Christianísimo del caso y descubrimiento, dió su Magestad las providencias para el nuevo entable. El Padre Acosta248 tiene esta opinion por probable, y por muy factible. No se le ocultó al Gran Padre de la Iglesia San Agustin la posibilidad de estos sucesos; y así, en el lib. 16. de Civitate Dei, cap. 6.249 los dió por factibles; y aun da á entender, que este modo de poblar el Género Humano las tierras transmarinas, es incapáz de ponerse en duda.

A vista de lo alegado, no es mucha la fuerza, que añade á esta opinion la conjetura ó el ímpulso poético de Séneca; pero como éste era hombre tan   —46→   versado en los libros de la antigüedad, no es despreciable su voto, y mas siendo tan expresamente á nuestro favor. Dice así250:


    Venient annis
Saecula seris, quibus Occeanus
Vincula rerum laxet, et ingens
Pateat tellus, Tiphisque novos
Detegat Orbes, neque sit terris
    Ultima Thule.

Lo que pudo decir, por noticias semejantes, de embarcaciones arrebatadas de los vientos á tierras, que suponia se habian de descubrir despues, como ya ha sucedido.

Y al contrario, se hace durísimo de creer, que aquellos nietos de Noé, á quienes sobraba terreno en estas tres partes del Mundo, sin apurarse, y sin especial urgencia, que les obligase á desterrarse, en busca de nuevos y remotos Paises, buscasen y hallasen paso franco por las frigidísimas tierras del Norte, para ir á poblar las Américas, quando en estos tiempos, en que el Género Humano está tanto mas despierto y avivado por la codicia, que cada dia crece mas, sin dexar rincon de tierra, ni de mar, que no escudriñe, halla tan pocas esperanzas de encontrar por tierra aquel paso, istmo ó camino á las Américas, que aquellos antiguos chontales, y casi ciegos, halláron con tanta facilidad.

De modo, que la principal dificultad de la gran comprehension del Padre Acosta251, no fué tanto por el tránsito de los hombres á las Américas, quanto por el de los animales perfectos, en   —47→   especial los nocivos é inútiles: porque si la navegacion fué de caso pensado, (lo que no es probable,) tuviéron los viajantes malísimo gusto en llevar consigo tantos enemigos; y si el tránsito fué casual, arrebatados de una, ó de varias borrascas, (que es lo mas creible,) ¿quién creerá, que la carga de los tales barcos, ó parte de ella, fuese de tigres, leones etc.? Luego es preciso (añade el Padre Acosta) suponer unida la tierra de este continente, por alguna parte, con las Américas; pues así como los Americanos descienden de Adán252, y de la familia de Noé253, así todos los animales perfectos dimanan de los que Noé reservó en el Arca. Principio es éste de nuestra Santa Fe, de que nace esta qüestion.

No es de admirar, que esta dificultad diese que pensar al Padre Acosta y á los demás Autores; quando vemos, que le pareció ardua á la eminente comprehension del Sol de la Iglesia San Agustín, en órden á la poblacion de las Islas, de que en su tiempo habia noticia. ¿Y quánto mayor será la dificultad en órden á la poblacion de tan remoto continente, como es el de las Américas? En órden á ésta, segun las cortas noticias que habia en su tiempo, suponia el Padre Acosta, que después del estrecho de Magallanes, se seguia un vasto continente hácia el Sur; y que siguiendo la Costa de Terra-Nova hácia el Norte, ó por este ó por aquel ángulo, se hallaria tierra y paso franco á las Américas, así para los hombres, como para las fieras. Pero ya hoy abandonára el Padre Acosta esta congruencia   —48→   viendo que despues de la Isla del Fuego y de Estad-Lant, entre quienes está el corto Estrecho de Mayre, se sigue un Golfo inmenso, en lugar del continente pretendido: de donde podemos inferir, que en la Costa de Terra-Nova, hácia el Norte, suceda lo mismo: ni falta fundamento para creerlo: sin que obste lo observado del Estrecho de Davis, en la tierra de Labrador; ni lo que se afirma de otros Estrechos; pues esto es dar con el agua, al tiempo que buscamos el camino de la tierra, hallando muchas dificultades, para evitar sola una.

Dixe en la primera impresion, que no faltaba fundamento para creer, que así como la Tierra-Firme que se creia contigua con la Isla del Fuego, hácia el Sur, paró en un golfo inmenso; así la tierra pretendida para unir alguna parte de la Asia con la América Septentrional, habia de parar en lo mismo. Esta proposicion nació de la noticia que volaba por la Europa, de las muchas Islas, que entre el Norte y las Costas de la Tartaria, habian descubierto las Naos, que para este fin habia equipado y despachado la Czarina, entónces Gobernadora de Moscovia; mas ya va rayando mas luz, al paso que se acaloran las diligencias en aquellos hasta ahora, intratables é incógnitos mares del Norte. Y por esto la Emperatriz de Moscovia, émula de la magnanimidad de su padre Pedro el Grande, envió órden á su Academia de Ciencias, en Agosto de 1742, para que se diputasen Académicos, que se aplicasen á facilitar la navegacion por aquellos mares, hasta los del Japón; la qual conseguida, se acabó la qüestion.

La demonstracion se hace palpable, de este modo:   —49→   tienda el curioso Geómetra un plan del Orbe terráqueo, sobre la mesa; establezca el punto A en el Puerto de Arcangel, y miéntras nos dan en el plan que deseamos, hasta las costas del Japón, ideemos, que los navíos Moscovitas dan vuelta á todas las costas de la Tartaria, hasta salir á las del Japón, ó por todo el Golfo, ó por entre la Coréa y la Tartaria: (si acaso este golfo ó estrecho llamado de Yeso, se comunica con el mar del Norte:) puestos aquellos en el punto B del mar del Japón, pueden volver al punto A, retrocediendo por el mismo rumbo: luego desde el punto A al B, no hay tierra, que una la Asia ni la Europa con la América; porque de haberla, ¿cómo pasáran los navíos?

Vamos ahora al Puerto de Arcangel, y verémos como desde el mismo punto A salen los navíos Moscovitas, y entran por el Estrecho del mar Báltico; pues hagamos que no entren, y vamos con ellos costeando la Europa, hasta las Canarias, y luego costeemos la Africa y la Asia, hasta el punto B, en el mar del Japón; sigamos su regreso hasta el punto A de Arcangel, y habremos dado una vuelta, dividiendo el Mundo nuevo de este antiguo, no ménos gloriosa, que la que dió la nave Española, llamada la Victoria, en contorno de ambos Mundos.

Por lo que mira al pasage de tigres y otras fieras, por via de navegacion, á la América, dan varios Autores muchas salidas y congruencias, como se pueden ver en el lugar citado del Padre Acosta, y en el Padre Presentado Fr. Gregorio García: lo que puedo afirmar es, que en el navío, en que vine de Caracas á Cádiz, traxéron un feróz   —50→   salvage para la Leonera del Rey nuestro Señor: ni es novedad el que se envien embarcadas semejantes fieras.

La dificultad que realmente urge en qualquiera de las opiniones, que se hallan sobre esta materia, no tiene tan fácil salida. La apuntaré, no para dársela, sino para que algun noble ingenio la discurra. Y para explicarme mejor, supongamos por ahora, que hubiera habido paso franco, y camino trillado para las Américas: y sea en hora buena la Atlántica, que supone Platón254, por donde (si tal hubiera) ya se ve, que así los hombres, como los animales, hubieran pasado sin dificultad: hecha esta suposicion, entra el reparo.

¿Porqué ó cómo tan enteramente se fuéron ó trasladáron de este Mundo antiguo al nuevo los Vicuñas, Paquiras, Ovejas del Perú y otros muchos animales perfectos, desterrándose ó desterrándolos todos, sin dexar un individuo solo de su especie, y sin que quedase memoria suya ni en Plinio, ni en Aristóteles, ni en otros Autores? Mas: siendo algunos de ellos domésticos, y casi todos muy útiles para los hombres, se hace increible, que el resto de los hombres, que se quedáron poblando estas tres partes del Mundo, se descuidasen tanto, y los dexasen retirar del todo. De los Turpiales, Toches, Tominejos, Guacamayos y otras muchas aves, que no hay acá, y abundan en las Américas, todas apreciables, unas por su canto suave, y otras por la hermosura de sus plumas, se forma el reparo á proporcion, y corre la misma dificultad: la qual así propuesta,   —51→   demos de mano á la fabulosa Atlántica, y sepamos si pasáron, ó no: (sea el pasage por donde se quisiere:) si pasáron, ¿porqué no dexáron, ni individuos algunos, ni rastro, ni memoria suya? Si los útiles al hombre, no se fuéron, ni pasáron de acá, ¿por qué habian de pasar los feroces, como son tigres, leones etc.? Confieso que no hallo mas salida, que aquella en que (despues de largos discursos llenos de erudicion,) descansó la comprehension del Padre Presentado Fr. Gregorio García, fundada en la autoridad de San Agustin, en las siguientes palabras:

«Digo, que como por ministerio de los Angeles255, segun dice San Agustin256, y tambien lo siente nuestro Padre Santo Tomás257, fuéron traidos todos los animales á Adán, para que les pusiese nombres; y como por el mismo ministerio fuéron traidos los propios animales, segun lo siente Pedro Comestór, de todas las partes del Mundo al Arca de Noé; así por el ministerio de los mismos Angeles fuéron llevados, después del diluvio, á diversas partes del Mundo, en donde habian sido criadas. Este parecer es de San Agustin258, del doctísimo Abulense259, y de otros hombres doctos. Esta respuesta última es la mejor, y la que quita toda la dificultad de la duda.» Hasta aquí son palabras del loado y citado Autor, á las quáles, ni puedo, ni tengo que añadir.



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ArribaAbajoCapítulo VII

¿Porqué de las Naciones del Orinoco (aunque en sí muchas) se reduce cada una á tan corto número de gente?


Puso Dios el Mundo á vista de los hombres, y lo entregó en manos de sus disputas, discursos y averiguaciones. ¿Y para qué? Parece que el fin que tendria su Magestad, seria para que el hombre, con su industria y estudio, consiguiese una noticia de las verdades naturales, que resultan de la variedad de los mixtos, de las propiedades de los animales, y de las virtudes de las yerbas; y adquiriese una cierta ciencia de las Provincias y Naciones, de que se compone el Orbe de la tierra: Mundum tradidit Deus disputationi eorum260: ocupacion muy loable y digna de la atencion, aplicacion y estudio de los mas insignes Héroes en los siglos pasados, á que dan realce los del presente. Mas veis aquí, que no fué ésta la intencion, ni el fin total, que tuvo la inexcrutable providencia del Criador, sino el que expresa el divino Texto: ut non inveniat homo opus, quod operatus est Deus ab initio usque ad finem; para que ninguno de los mortales se alabe de qüe averiguó, halló y supo los arcanos secretos de la maravillosa máquina de este Mundo, ni pueda á punto fixo encontrar, por mas que las inquiera, las virtudes intrínsecas de   —53→   las causas, ni la hermosa variedad de sus efectos: no solo en órden á la fábrica de la tierra en general; opus, quod operatus est Deus; pero ni aun de sus menores partes, de que Dios la formó y ordenó, desde la primera, hasta la última: ab initio, usque ad finem. Y para que nadie piense, que en esta locucion absoluta de Dios, tal vez no se comprehenderá la noticia geográfica de las Regiones de la tierra, ni las varias calidades de sus habitadores, por estar ya casi descubierta aquella, y casi conocidos estos; advierte la Sagrada Escritura, que ni aun al recinto de sus descendientes era factible se extendiese la perspicáz vista, y alta comprehension del Patriarca Abrahán261. Es cierto, que Dios quiere que investiguemos las obras de su poder; pero quiere que sea con reverencia y humildad: non plus sapere, quam oportet supere, etc.262 Gran rayo de luz es éste, si quisieran abrir los ojos para recibirle aquellos vivos ingenios, que temerariamente soberbios, abandonando el oráculo infalible del Vaticano, pretenden exâltarse sobre el Monte del Testamento Santo; y haciéndose intérpretes de aquellos profundos arcanos, que no entienden, caen por último precipitados al abismo, arrastrando consigo gran número de Estrellas, que hubieran adornado el Cielo de nuestra Santa Iglesia Católica Romana263; quando al mismo tiempo no me sabrán decir, en qué consiste la virtud nutritiva   —54→   de una hormiga; ni en qué se radica aquel afán económico y regular, con que se gobierna un hormiguero.

Pero volviendo á nuestro propósito, no prohibió Dios á los hombres el que trabajen en esta seria y curiosa averiguacion de las cosas naturales; ántes bien liberal y graciosamente, no solo nos dió la facultad, sí que también nos entregó su Magestad enteramente tradidit Deus todo el Orbe terraqüeo, para que averiguando en lo factible sus naturales secretos, alabemos al Criador de todo, por aquellas noticias que alcanzamos, y venerémos su nifinito poder y sabiduría, por aquello mismo que no percibimos; y confesando nuestra ignorancia, nos humillemos.

Bien sé yo, que ni á la dificultad propuesta en este Capítulo, ni á otras semejantes, puedo dar cabal satisfaccion, ni adequada respuesta; pero sé que ocuparé honestamente el tiempo en discurrir é investigar las causas, que prudentemente nos quiten ó minoren la novedad y admiracion que me asiste, que he reconocido en otras personas, al ver tanta multitud de Naciones de Indios en el Orinoco y sus vertientes, formadas de tan corto número de individuos, cada una considerada de por sí; que el Pais, que á vista de tantas Naciones parece corto, á vista de la cortedad del gentío de cada Nacion, parece, y está mal poblado.

De aquí se excita la curiosidad ó la admiracion, y el deseo de saber ¿cómo, ó porqué ha resultado una Nacion aparte, con modales y usos, con caras y lenguages diferentes, de un corto número de Indios, quando acá vemos todo lo contrario, y aun en las Américas se reconocen Naciones de largo y   —55→   numeroso gentío; v. gr. los Mexicanos, los Trascaltecas, y los Otomitas en la Septentrional; los Ingas y los Guaranís en la Meridional; y en mi Provincia, por todo el terreno frio, los Muyscas? ¿Qué contratiempo, qué borrasca, ó qué infortunio padeció aquella colmena del Orinoco? (y lo mismo digo de Filipinas, de Californias, de Maynas en Marañón etc.) ¿Qué cosa, ó qué casualidad dividió, separó y desvió tanto sus enxambres, que ninguno se parece al otro? ¿Qué hormigueros son estos? ¿De dónde tanta diminucion?

Y para que se vea práctica y claramente esta dificultad, y con quanta razon causa admiracion, individuaré algunas Naciones, para que por ellas se infiera el gentío de otras. La Nacion Cacatia, Christiana ya, no pasó de mil almas, y por lo que después diré, hoy no pasa de quinientas. La Nacion Achagua, parte convertida ya, y parte próxîma á convertirse, (en que actualmente se trabaja,) no llega toda junta á tres mil almas. Las Naciones Jirara y Betoya, que en su gentilidad eran un agregado de varias Naciones, hoy forman tres Colonias, que no pasan de tres mil almas. Lo mismo digo de la Nacion Saliva, en que al presente se trabaja y embeleso de los Misioneros, por su singular docilidad, no pasará de quatro mil almas. Otras hay de mayor gentío, como la Cariba, que puede poner por tierra ó por mar, doce mil Indios en campaña. La que ocupa parte del rio Orinoco, y mezclada con Indios Aruacas, puebla la Costa marítima de Barlovento, hasta la Cayána, fundacion del Rey Christianísimo, en donde de esta inhumana Nacion, tienen formadas Misiones muy lucidas los Padres Jesuitas Franceses, venciendo la caridad   —56→   y humanidad de aquells Varones Apostólicos, lo agreste y carnicero del genio Caribe, hasta reducirlos á mansas ovejas del Rebaño de Christo.

La Nacion Caverre, aun mas carnicera, brutal é inhumana que la Cariba, poblada en el Orinoco á quatrocientas leguas de sus bocas, es tambien numerosa, y tanto, que hace frente á las invasiones de los Caribes, que suben, ya con ochenta, ya con cien piraguas de guerra, á invadir á los Caverres, como despues diré, y hasta hoy siempre han llevado los Caribes el peor partido: de que se infiere el valor, y el numeroso gentío Caverre. Fuera de estas dos Naciones, las restantes que se han descubierto son de tan corto gentío, como apunté ya, y algunas de tanto menor, que apénas se pudiera creer, á no experimentarlo.

Vamos pues á ver en qué puede consistir esta cortedad de gentío, y esta variedad de Naciones tan diversas entre sí. Y sea el primer declarante el Cacique ó Régulo de la Nacion Guayquiri. Llegué repentinamente con mis compañeros la primera vez á su Pueblo, mal formado de chozas pagizas, dos ó tres leguas del Orinoco, á la banda del Sur, y salió aquel con toda su gente, asustados unos, y otros de la novedad: ellos, de ver Misioneros en su tierra, y nosotros, de ver una sombra de República compuesta de cinquenta hombres; que es el número de súbditos que tiene el tal Cacique. Entramos en su triste casa, que pudiera servir de exemplar á los mas penitentes Monges de la Thebayda. No tenia mas ajuar, que las pobres redes en que duermen en alto para librarse de las culebras y murciélagos, y unos asientos de palo sólido y tosco, que llaman en su lengua Tures. Tomamos   —57→   asiento, y no hubo aquí Mirray, como usan otras Naciones, esto es arenga de bienvenida, de que ya hablé en otro lugar. La primera cosa que me dixo el Cacique, no bien recobrado del susto, fué ésta: Padre, si traes algo que comer, nos desayunarémos todos, porque no hay en todo el Pueblo cosa que llevar á la boca. En éste y en otros semejantes Pueblos quisiera yo que estuviesen, siquiera un mes, aquellos críticos especulativos, que intentan macular con sus plumas, bien que en vano, las apostólicas taréas, que la Compañía de Jesus, mi madre, fomenta en las Américas y en las otras tres partes del Mundo, pintándolas, no segun ellas son, sino segun la tintura de sus pasiones, en que mojan la pluma: pero vamos al hecho. Quiso Dios, que un Indio catecúmeno de nuestra comitiva, traxese un canasto de huevos de tortuga, tostados al uso de la tierra: con ellos se consoló el Cacique, y combidó á sus vasallos, aunque les tocó poca racion.

Concluido el almuerzo, aturdido yo, no de su pobreza, que es general en todas aquellas gentes, sino de que solo tuviese cinquenta peones contando entre ellos á los viejos y á los inválidos, le dixe: Cacique, ¿cómo tienes tan poca gente? ¿No hay de tu Nacion, y de tu lengua otros Pueblos, fuera de éste? Respondióme en lengua Cariba con este laconismo, que pudiera servir de epitafio á la Nacion Guayquiri: Cuaca Patri, ana rote, Cariná acusinimbo; que al pie de la letra fué decir: No somos mas, Padre, y los que vivimos somos los que han querido los Caribes. Proseguí la conversacion, y en ella me conto el Régulo, como su Nacion habia sido de las numerosas y guerreras;   —58→   que habia mantenido guerra largos años con la Nacion Caribe; y que prevaleciendo ésta, mató, destrozó y llevó esclavos quantos quiso; que si ellos se mantenian vivos, era porque los Caribes lo querian así; no por piedad, sino para tratarlos como á esclavos, talándoles sus sementeras, y tomando sus frutos, así á la ida, como á la vuelta de sus continuas navegaciones del Orinoco: y veis aquí una causa muy principal del corto gentío, que contiene cada una de aquellas muchas Naciones del Orinoco; porque este estrago le han padecido tambien las demás Naciones, unas mas, otras ménos, á excepcion de la Nacion Caberre, que como apunté ya, no se ha dexado dominar de los Caribes. Esta es la causa extrínseca, y digámoslo así, forastera, de la ruina de casi todas las Naciones de este gran rio.

Hay otras dos causas mas sensibles, por ser domésticas, y no ménos inhumanas. La primera es el freqüente y cruel uso de darse veneno los de la misma Nacion unos á otros, por causas muy leves; de manera que todos viven en un continuo sobresalto y temor de que les den veneno, originado no sin razon, de las continuas desgracias que ven entre ellos. Si la India no quiere consentir en el adulterio tarde ó temprano morirá á violencias del veneno, que infaliblemente le dará el galán que la solicitó. Soy testigo de vista, y no sin lágrimas he celebrado, y admirarán quantos leyeren esto, que entre aquella barbarie se hallen mugeres, que solo instruidas de la ley natural, elijan ántes una muerte envenenada, que hacer injuria á su consorte; quando al contrario, hallamos tanto que llorar en esta materia, entre el feo   —59→   desahogo de muchas que profesan la ley santa de Dios. ¿Qué responderán éstas en el divino y riguroso Tribunal, quando para juzgarlas les ponga Dios delante una moza, de veinte y dos años de edad, criada en lo mas inculto de las selvas de Urú, y del Gentilismo, llamada Tajalú, la qual hizo mas aprecio de su honestidad, que de su propia vida, pues la rindió á violencias del tósigo, que ocultamente le dió el inhumano y ciego enamorado? Llamóse Xaviera en el bautismo, y entregó su alma al Criador por tan loable. causa, adornándola, al despedirse de su cuerpo, con serias protestas, de que perdonaba al ciego malhecbor. ¡Oh feliz alma, y á quántas has de confundir con tu exemplo en el dia tremendo del Juicio! No se tenga por digresion un exemplo tan del caso, y de tanta edificacion.

Esta mutua carnicería, en la mayor parte se minora, y en muchos Pueblos enteramente se acaba despues de recibir nuestra santa Fe, pero no entre los ciegos Gentiles, porque luego que muere uno de veneno, cuyas señas infalibles son, en unos el secarse y morir con sola la piel sobre los huesos; en otros el morir dentro de breves dias, rajándoseles las carnes, con lastimoso horror; y en otros el acabar la vida echando raudales de sangre por la boca y narices, segun la malignidad de los venenos; al pasar el entierro, ó ya la tienen, ó rastrean noticia del matador los parientes del difunto; y despues de habida, sea probable, sea cierta, disimulan con singular esmero y habilidad, hasta asegurar el lance, dando veneno al matador, con la mayor cautela. De esta manera se eslabona una cadena, y aun muchas, de muertes, con   —60→   que ellos mismos se destruyen, sin necesitar de enemigos externos, que los persigan, aunque rara ó ninguna Nacion de aquellas se hallará, que no los tenga, como despues diré.

La segunda causa doméstica de su ruina es tan doméstica, increible é inhumana, que no la puedo escribir, sin irritarme contra el enemigo comun del Género Humano, de quien únicamente tiene orígen una inhumanidad, que no se halla entre las fieras mas sangrientas. Este es un vicio, que segun lo que he experimentado en mis Misiones, leido, y oido contar de otras, es plaga muy general entre el Gentilismo de las Américas; y tal, que cuesta muchos afanes y pesadumbres á los Misioneros el desarraygarle enteramente.

¿Quién creyera que aquella misma India, que por nueve meses carga en sus entrañas la criatura con tanto cuidado, ella misma, trocando la ternura de madre en una saña de lobo carnicero, (poco dixe, porque la loba no usa tal crueldad con sus hijos, ántes expone su vida por defenderlos,) la misma India digo, que con tantos dolores da á luz la criatura, si la que nace es hembra, muda el oficio de madre en el de verdugo cruel, quitando la vida á su misma hija con sus propias manos? Pues ello es así, y las niñas que escapan de este naufragio sangriento, lo deben, ya á los ruegos, ya á las amenazas, ya tambien á los azotes, con que los maridos castigan á sus mugeres para defenderlas; pero esto no bastára, si la providencia del Criador no hubiera dispuesto, que en dándoles dos ó tres veces el pecho á sus hijitas, les cobran tal amor verdadero, que vence y sobrepuja aquel falso amor, conque les procuran, al   —61→   tiempo de nacer, la muerte. Esta crueldad practican con gran disimulo, rompiéndoles la nuca, apretándoles de recio la tabla del pecho, ó cortándoles tan á raíz el ombligo, que no se pueda atar, y acaben desangradas. De esta depravada intencion, nace en su gentilidad, el que luego que tiente los primeros dolores la India, se va con disimulo á la vega del río ó arroyo mas cercano, para lograr á sus solas el lance: si sale á luz varon, se lava, y le lava lindamente, y muy alegre; y sin otra convalecencia ni sahumerio, salió con bien de su parto; pero si sale hembra, le quiebra el pescuezo, ó sin hacerle daño, como ellas dicen, la. entierra viva: luego se lava, y vuelve á su casa, como si nada hubiera sucedido.

Aunque el parto sea en casa, delante del marítimo y de la parentela, si la criatura sale con algun defecto, ó con alguna monstruosidad, v. gr. con una mano ó pie ménos, ó con el labio rajado, como suele suceder; en tales casos, sea hembra, ó sea varon, nadie se opone, ántes bien todos consienten en que muera luego, y así se executa; y si la muger da á luz dos criaturas, es indefectible el que uno de los mellizos ha de ser luego al punto enterrado á instancias ó por mano de su misma madre. Muchos casos pudiera contar de estos; pero no quiero ensangrentar mi pluma, con enfado mío, y tal vez con enojo y horror de los que leyeren; que no es lo mismo oír un desatino en general, que irlo registrando en casos particulares. Pero no puedo omitir en honor de la Santísima Vírgen MARÍA, lo que por su intercesion sucedió en uno de estos lances. Supo un Padre Misionero, que quatro horas ántes habia enterrado   —62→   una India á su hija; imploró la proteccion de la Vírgen; fué volando, y al empezar á sacar tierra de la sepultura, sacó la criatura la mano, como si hiciera señas para que mas apriesa la socorriesen: sacáronla viva, no sin admiracion; bautizóla el Padre, con el consuelo que se dexa entender; llamóse María del milagro, y y hoy vive en la Mision de San Miguél, y tiene unos diez años de edad.

De aqui nace, que despues que los Misioneros han entablado amistad con una Nacion nuevamente descubierta; despues que á fuerza de dádivas y razones los amansan, y les buscan sitio á propósito para el Pueblo, porque ellos, por lo regular, viven dispersos, aunque sean de una misma Nacion; despues de buscar herramientas para la labor de sus casas y sementeras; despues de esto, que todo es llevadero, el mayor cuidado del Padre Misionero, es tener lista de las mugeres preñadas, y poner toda atencion en que no vayan al rio, ni á sus sementeras en el mes del parto, señalando para esto espías ocultas; pero á pesar de todas sus diligencias, ya le viene el aviso, que Fulana enterró á su hija, y despues que Zutana etc.: y como la primera ganancia fixa de los Misioneros estriva á los principios en el logro de los párvulos, de los quales á unos lleva Dios al Cielo, mediante el Santo Bautismo, á otros les dexa, para que bien enseñados, vaya adelante la Christiandad; no es creible ni ponderable el dolor que les causa la pérdida de aquellos pobres inocentes, á quienes la barbaridad de sus padres, con la vida temporal, quita la eterna.

No por eso quiero decir, que sea comun en todas   —63→   las mugeres gentiles esta crueldad; muchas hay que crian con el mismo cariño á las hijas que á los hijos; pero no tantas, que basten á disminuir el horror que causan otras con su diabólico estilo, tal, que como dixe, es causa muy considerable del poco aumento del gentío; la qual, junta con el uso de dar veneno, y la freqüencia de las guerras, tengo por causas proporcionadas, para que aquellas Naciones no sean, ni puedan ser numerosas, durante su gentílica barbaridad.

Fuera de estas tres causas tan poderosas, hay otras que concurren á la diminucion de los Gentiles; á saber: la ninguna piedad que tienen con sus enfermos; la voracidad con que comen quando hallan ocasion; la desnudez y desabrigo; el arrojarse al rio á lavarse, aunque estén sudando; y otros usos, todos contra su salud: de modo, que la luz Evangélica, no solo les acarrea la vida eterna, sino tambien la temporal, desterrando guerras y venenos, y atajando la crueldad de las madres, que es lástima darles tal nombre, siendo como son tan crueles. Si Mr. Noblot264 hubiera tenido presentes estas ventajas, que son realmente grandes para el aumento y comodidad de los Americanos, no se lamentára tanto, siguiendo el exemplo de otros muchos; ni ponderára la crueldad que se idea de los Españoles para con los Indios; pero vamos265 al caso.

No hay tal, no somos crueles, sino muy amantes de nuestras hijas, responden las madres, al afearles la dureza de su tirano corazón, y por eso   —64→   dixe arriba, que esta crueldad, por instigacion del Demonio, es hija del falso amor á sus hijas; pues se persuaden, que el mayor bien que pueden hacerles, es sepultarlas entre las sombras de la muerte, al mismo tiempo que se asoman á la primera luz.

Y es una prueba nada equívoca de ello, la respuesta que me dió una India, la mas capáz de una de aquellas Colonias: parió una niña, y á instancias de una vieja taimada, le cortó el ombligo tan á raiz de las carnes, que murió luego desangrada: pasado un mes, tuve noticia cierta del hecho: hícele cargo de su inhumanidad, con toda la viveza, energia y nervio de razones que pude, por largo rato. Escuchóme la India, sin levantar los ojos del suelo; y quando yo pensé que ya estaba del todo convencida y arrepentida, me dixo: «Padre, si no te enojas, te diré lo que hay en mi corazon.» No me enojaré; bien puedes hablar, la dixe: entónces ella me habló así: (es literal traduccion de la lengua Betóya al Castellano,) «Oxalá, mi Padre, oxalá, quando mi madre me parió, me hubiera querido bien, y me hubiera tenido lástima, librándome de tantos trabajos, como hasta hoy he padecido, y habré de padecer hasta morir: si mi madre me hubiera enterrado luego que nací, hubiera muerto; pero no hubiera sentido la muerte, y con ello me hubiera librado de la muerte que vendrá, y me hubiera escapado de tantos trabajos, tan amargos como la muerte: ¿y quién sabe quantos otros sufriré ántes de morir? Tú, Padre, piensa bien los trabajos que padece una pobre India entre estos Indios: ellos van con nosotras á la labranza, con   —65→   su arco y flechas en la mano, y no mas; nosotras vamos con un canasto de trastos á la espalda, un muchacho al pecho, y otro sobre el canasto: ellos se van á flechar un páxaro ó un pez, y nosotras cavamos y reventamos en la sementera: ellos á la tarde vuelven á casa sin carga alguna; y nosotras, á mas de la carga de nuestros hijos, llevamos las raíces para comer, y el maíz para hacer su bebida: ellos, en llegando á casa, se van á conversar con sus amigos, y nosotras á buscar leña, traer agua, y hacerles la cena: en cenando, ellos, se echan á dormir, mas nosotras casi toda la noche estamos moliendo el maíz para hacerles su chicha: ¿y en qué pára este nuestro desvelo? Beben la chicha, se emborrachan, y ya sin juicio, nos dan de palos, nos cogen de los cabellos, nos arrastran y pisan. ¡Ah, mi Padre! oxalá que mi madre me hubiera enterrado luego que me parió. Tú bien sabes, que nos quexamos con razon, pues todo lo que he dicho, lo ves cada día; pero nuestra mayor pena no la puedes saber, porqué no la puedes padecer. ¿Sabes, Padre, la muerte que es, ver que la pobre India sirve al marido como esclava, en el campo, sudando, y en casa sin dormir; y al cabo de veinte años toma otra muger muchacha, sin juicio? A ésta la quiere, y aunque pegue y castigue á nuestros hijos, no podemos hablar, porque ya no hace caso de nosotras, ni nos quiere: una muchacha nos ha de mandar, y tratar como á sus criadas, y si hablamos, con el palo nos hacen callar: ¡cómo se sufre todo esto! No puede la India hacer mayor bien á la hija que pare, que librarla de estos   —66→   trabajos, sacarla de esta esclavitud, peor que la muerte: oxalá, vuelvo á decir, Padre mio, que mi madre me hubiera hecho experimentar su cariño, enterrándome luego que nací: no tuviera ahora mi corazon tanto que sentir, ni mis ojos tanto que llorar.»

Aquí las lágrimas cortáron su razonamiento; y lo peor del caso es, que todo quanto alegó, y mucho mas que hubiera alegado, si su dolor se lo hubiera permitido, todo es verdad. Tengo por cierto, que no hay en el Mundo mugeres mas desdichadas, que las Indias Gentiles, y al paso que no hay trabajo personal, que se pueda comparar con el suyo, tampoco hay trabajo tan mal pagado, ni tan mal agradecido. Por otra parte hemos de suponer, que están faltas de fe, no tienen luz de la eternidad, no tienen ojos, sino para ver su desventurada suerte y el remo á que nacen condenadas. A esto se añade la industria del Demonio, que les pinta la esclavitud para que nacen, con tales colores, que, como vemos, se persuaden que es verdadero amor el de la madre, que entierra á su hija luego que nace: persuasion tan arraygada en ellas, que pasa de generacion en generacion, y cuesta mucha fatiga el arrancarla de sus corazones: ni hay otro remedio, que aplicarse de veras á la enseñanza de nuestra Santa Fe; pues quando ya perciben que hay otra vida eterna de gloria ó de pena, al paso que la enseñanza amansa, y muda el genio y costumbres de sus maridos, al mismo paso ellas mudan de parecer, y deponen su bárbaro dictámen.

Vuelvo á decir, que no es comun en todas aquellas Naciones esta crueldad; y aunque es vicio dominante en ellas, se exceptuan pero muchas familias,   —67→   en especial aquellas en que los maridos se portan bien con sus mugeres: de que se colige, que la crueldad de las madres para con sus hijas, nace de la que los maridos usan con sus mugeres; y como ésta cesa con la luz de la doctrina christiana, entendida ésta, cesa tambien en aquellas la crueldad, y se convierte en amor. Esta bárbara costumbre, tan envejecida entre aquellas Naciones, parece que llega al último término de la inhumanidad; pero es todavía mayor la crueldad, es mas horroroso el espectáculo que nos ofrece la barbarie en el grande Imperio de la China: espectáculo verdaderamente lastimoso: inhumanidad que por lo mismo de hallarse entre gentes de cultura, gobierno y economía, es tanto mas abominable. Es el caso, que despues de haberse tratado y reflexîonado mucho en sus Consejos, se expidió un Decreto por la via de gobierno en la China, con que se mandó, que por las mañanas saliesen carros, dando vueltas por las calles de Pequin, que es su Corte, y de las demás Ciudades principales, para recoger las criaturas vivas266, que echaban á la calle los vecinos, y llevarlas al carnero, que son unas profundidades donde impia y cruelmente las arrojan. Este Decreto está en su observancia: pasan los carros, y los vecinos arrojan á ellos las criaturas defectuosas, desvalidas y enfermizas. El niño ciego, el coxo, el manco, todos se echan al carro: basta que sea tuerto, ó que tenga el labio rajado, ó algun defecto semejante para sufrir igual suerte: y ni aun es menester que tengan defectos;   —68→   pues el Oficial que solo puede mantener dos ó tres hijos, todos los demas que pare su muger, los echa al carro. Juzgan los Chinos impia y neciamente. que es acto de piedad privar á sus hijos de una vida, que ha de ser miserable, ó por la pobreza ó por ser ciegos, mancos etc. Y si esto pasa entre gente realmente capáz: ¿qué mucho, que los Bárbaros incultos, de que hablé arriba, hagan cosa semejante? Aborreció Dios á los Canancos y Jebuseos, porque sacrificaban á muchos de sus párvulos á los Idolos267; y por este tan exêcrable delito mandó á Moysés y á Josué, que destruyesen tan inhumanas Gentes268; de manera, que por no haberlas destruido enteramente, como Dios se lo habia mandado, sucedió con el tiempo, lo que su Magestad tiró á evitar; y fué, que los mismos de su Pueblo escogido, por su mal exemplo, incurriéron en la idolatría269, y en el uso barbaro de sacrificar sus tiernos infantes: fealdad, que con la dispersion de las diez Tribus, primero inficionó á este Mundo antiguo; tanto, quanto se puede ver en Torquemada, Aldrete y otros muchos; y despues pasé al nuevo Mundo, como consta de los inhumanos sacrificios, que usáron los Emperadores Ingas y Motezumas en el Perú y Nueva-España. Tal es la ceguedad del hombre, si no tiene luz del Cielo; y tal la ira con que el el Demonio, si pudiera, destruyera al Género Humano.

Pero volvamos á los carros llenos de inocentes   —69→   condenados á muerte, que todos los dias y en el Imperio de la China, van al carnero, y verémos que á mas de otros innumerables, que en los Lugares cortos arrojan á los rios, es en Pequin tanta la multitud de ellos, que los Misioneros de la Compañía de Jesus han tomado á su cargo el bautizarles, y para conseguirlo, á su hora van á las puertas por donde salen dichos carros, les siguen hasta las hoyas ó sepulturas, y allí van bautizando los niños, en tanto número, que hay Misionero, que en solo un año bautiza quatro mil de ellos, que ya les toca el renombre de felices párvulos.

Y es tal la lástima que da aquella continua perdicion de niños, que hasta los Moros Mercaderes, con ser tan bárbaros, tienen compasion, y compran á poco precio muchos de ellos, para criarlos en la fea secta de Mahoma. Los Padres Misioneros Franceses de la Compañía de Jesus, en medio de la estrechéz y pobreza con que se mantienen en Cantón, Puerto de la China, llevados de su zelo santo, y ardiente caridad, han erigido una Casa, en donde recogen, sustentan y enseñan algunas de aquellas criaturas, que sus mismos padres naturales abandonan, por no poderlas mantener. Oxalá Dios nuestro Señor quiera dar grandes progresos á tan piadosa fábrica y á otras semejantes. ¡Oh, y si su Magestad moviera algunos piadosos corazones en la Europa y en las Américas, para poner fincas, de cuyos réditos se rescatasen muchos de aquellos inocentes, de los quales con facilidad se formasen Pueblos en las Filipinas! ¿Qué obra de mayor calidad, que ésta, se podrá imaginar? Quiéralo su Divina Magestad.

Dixe al principio de este Capítulo, que despues   —70→   de investigar las causas del corto número de gente de que se compone tanta variedad de Naciones, no aseguraba una entera satisfaccion á la duda; y es así; porque sí bien es verdad, que las tres causas que llevo referidas de guerras, venenos y entierros de párvulos, y las que como ménos principales insinué, son bastantes para que no se aumente, y tambien para que vaya á ménos el número de aquellas Gentes; con todo queda en pie la armonía, que hace el ver tantas Naciones, (tales quales ellas son,) tan reducidas á tan corta distancia unas de otras, y con tanta diversidad de lenguas, usos y costumbres. Ni todo lo que llevo dicho abre camino para saber la raiz de tan notable mutua separacion: es muy factible que en tiempos pasados todas fuesen Naciones numerosas; pero no hay mas que venerar rendidamente la sabia y oculta providencia del Altísimo; y humillarnos al considerar, que con tener á la vista muchas de sus obras patentes270, es tanta la pequeñéz de nuestro alcance, que no las entendemos271; y así pasemos á buscar la raiz de otras mas faciles de percibir, no ménos curiosas, y en gran parte útiles.



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ArribaAbajoCapítulo VIII

Motivos de sus guerras


Levantó nuestro Padre Adán la mano para comer del árbol prohibido, que fué lo mismo que levantarla contra Dios, y revelarse contra su divina Magestad. De aquí nació el que sus pasiones, ántes sujetas á la razon, se levantasen contra él; y que los brutos y animales mas fieros, que le rendian vasallage, se le mostrasen rebeldes: y para que despues conociese ser ya la guerra universal, Caín su hijo mató al inocente Abél; y desde entónces acá, de generacion en generacion, de Gente en Gente, así como han corrido los siglos, ha ido corriendo por el suelo perpetuamente la sangre de los mortales entre continuas guerras, hasta nuestros dias, en todos los Reynos, Gentes y Naciones: tanto, que las que se llaman paces perpetuamente inviolables, para afianzar inalterablemente la tranquilidad y union de las Potencias (por mas fuerza y perfeccion que se añada á sus cláusulas,) solo son honrada pausa, para descansar un rato; y como treguas, para prevenir los pertrechos para nuevas guerras: como si se hubieran unido las Gentes, y formado los Reynos, solo para combatirse y quitarse las vidas unos á otros.

Baxo este concepto nadie extrañará, que suceda esto mismo entre aquellas diminutas y bárbaras Naciones del grande Orinoco y sus vertientes, cuyas mútuas y continuas guerras solo se finalizan al tiempo que les va amaneciendo aquella paz evangélica,   —72→   que el Cielo intimó la noche de nuestra mayor dicha, á los humildes é ingénuos Pastores de Belén: así realmente se verifica, que los Misioneros evangelizan la paz, no solo eterna para las almas, sí tambien la temporal; porque con el bautismo se unen entre sí las Naciones mas enemigas. Es verdad, que cuestan estas paces muchos pasos á los Misioneros, pero los dan con mucho gusto, porque por el Apóstol272 saben, que son preciosos los pies de los que evangelizan la paz.

Pero siendo, en este antiguo Mundo, el ordinario motivo de las guerras, el ampliar los Reynos, y dilatar los Dominios, no teniendo tal ansia ni deseo aquellos Gentiles del Orinoco, porque les sobra terreno, sin que haya Nacion de aquellas, que se halle estrechada con términos y linderos, es digno de saberse el motivo de sus sangrientas y continuas guerras. Luego tratarémos de sus Gefes, de las ceremonias con que los gradúan, del modo con que fabrican sus armas, su destreza en manejarlas, de los venenos con que las preparan, y el modo de fabricarlos etc.: todos puntos que ofrecen un dilatado campo á la curiosidad.

El motivo y causa principal de las guerras mútuas de aquellos Gentiles, es el interés de cautivar mugeres y párvulos, y el casi ningun útil del saqueo y botin. El fin antiguo de cautivar, era para tener con las cautivas mas autoridad, séquito, y trabajadoras en sus sementeras, y en la chusma   —73→   criados para servirse de ellos. Esto era así, ántes que los Holandeses formasen las tres Colonias de Esquivo, Berbis, Corentin, y la opulenta Ciudad de Surinama, que demarqué en el Plan en la costa de Barlovento, que corre ácia el rio Marañón; pero despues que los Holandeses se estableciéron en dicha costa, se varió el fin de la guerra, y ya no es otro que el de la mercancía é interés, que de ella resulta; porque los Holandeses, los Judíos de Surinama, y otra multitud de gentes, que han pasado á vivir en dicha costa, compran á los Caribes todos quantos prisioneros traen; y aun les pagan adelantado, dando con esto particular motivo á que se multipliquen los males. Suben las Armadas de los Caribes, y á las Naciones amigas, que les sujetan á mas no poder, les compran todos los cautivos que han podido haber con sus guerras no ménos bárbaras que injustas; siendo el precio de cada cautivo dos hachas, dos machetes, algunos cuchillos, algunos abalorios, ú otra friolera semejante. Pasan despues, con suma cautela, á las Naciones enemigas, y todo su estudio consiste en asaltar de noche, sin ser sentidos, y pegar fuego al mismo tiempo á la Poblacion en donde, así por el susto del fuego, como por el ruido de las armas de fuego, que ya usan los Caribes, el único remedio de los asaltados consiste en la fuga; pero como los Caribes preocupan con emboscadas todas las retiradas, el pillage es cierto, y la carnicería lamentable, porque matan á todos los hombres que pueden manejar armas, y á las viejas, que reputan por inútiles; reservando para la feria todo el resto de mugeres y chusma, con la   —74→   inhumanidad que se dexa entender del mismo hecho.

Ni pára aquí su derrota: remiten toda la presa en una ó dos piraguas armadas á sus tierras, y prosiguen su viage río arriba, sin hacer ya daño á Nacion alguna, aunque sea enemiga; y á las amigas les dicen: que ellos no tienen la culpa de haber quemado y cautivado tal Pueblo; porque si los del Pueblo les hubieran recibido bien, y vendídoles bastimentos para su viage, no les hubieran hecho daño; pero que habiendo tomado las armas con tanta descortesía, era fuerza castigarlos, para que vean las demás Naciones cómo los han de recibir, y con qué cortesía los han de tratar. Este es ardid, con que aseguran otro asalto para el año siguiente, que siempre logran, ménos en la Nacion de los Caverres, que como ya dixe, es numerosa, y tan belicosa, que siempre han sacado de ella la peor parte los Caribes; porque sí bien siempre estos procuran coger de repente alguna de sus Colonias, nunca lo pueden conseguir, á causa del arte con que aquellos se juntan, y les rechazan. Es el caso, que en las lomas altas de su territorio, desde las quales se divisa gran trecho del Orinoco, tienen los Caverres puestas centinelas en atalayas, que hacen á este fin; y en ellas tienen unos tambores tan disformes, como adelante diré: la primera atalaya que divisa el armamento enemigo, toca su llamada de guerra, que entienden todos: óyela el Pueblo mas cercano, toca luego su tambor, y sale la gente de guerra: óyela el segundo Pueblo, y hace lo mismo, y así los demás; de manera que en ocho ó diez horas está toda   —75→   la Nacion en arma: todos acuden al puesto del primer toque, y á pecho descubierto esperan al enemigo; quien escarmentado de muchas pérdidas, pasa adelante rio arriba, á distancia que no alcanzen las flechas enemigas; sin que se atreva á dormir jamás al lado del Poniente, que ocupa la Nacion Caverre, por temor de los asaltos nocturnos.

Debo ahora advertir, que de aquí adelante, por lo que mira á lo restante del rio Orinoco, halo por relacion; porque solo el Venerable Padre Joseph Cabarte siguió y apuntó este viage. Despues le hizo Juan Gonzalez Navarro, vecino al presente de la Guayana, hijo de D. Cárlos Gonzalez Navarro, Gobernador de la Isla Margarita: y en el año de 1728, por órden del Gobernador de la Trinidad de Barlovento, el Exênto de Guardias Marinas Don Agustin de Arredondo, subió embijado, esto es, desnudo y pintado á lo Caribe, con pocos compañeros del mismo trage, Orinoco arriba, hasta que el Piloto perdió el tino; y al cabo de catorce meses de continuos riesgos de la vida, se volviéron sin noticia alguna cierta del célebre Dorado, que era el único fin de su viage. El dicho Juan Navarro y sus compañeros hiciéron su diario y derrotero, que he leido varias veces; y aunque apuntáron en él varias noticias, que necesitan de confirmacion, y omito; con todo, aquí y en otras partes, me valdré de algunas de ellas, que tengo por ciertas, así porque las he visto practicadas en otros rios y Naciones, como porque exâminando á Ignacio de Jesus, que hoy es Soldado de nuestra Escolta, y acompañó al dicho Juan Navarro en el citado viage, he visto tener   —76→   probabilidad. Quede hecha aquí esta salva para quando citáre á estos viageros, á fin de que se sepa la probabilidad de lo que por sus noticias hubiere de referir.

Siguiendo pues estos su viage, llegáron á la boca del rio Guaviare, llamado comunmente Guayavero, y turbado el Piloto, (ó lo que yo tengo por cierto, temeroso de dar en otras Naciones mas agrestes y crueles, que las que habian ya experimentado,) en lugar de seguir al Orinoco contra sus corrientes, se entró por la boca del rio Guaviare, en donde al cabo de muchos dias de navegacion, encontráron una Armada de Caribes, que estaban haciendo la feria entre aquellas Naciones, tan destituidas de herramienta, y tan faltas de aquel amor natural á sus hijos, que á trueque de una hacha, un machete, y quatro sartas de abalorios, dan un hijo ó una hija á los Caribes, pudiendo mas para con ellos el logro de aquellas alhajuelas, que el amor natural y lágrimas de los hijos, víctimas inocentes de su codicia. Pero nadie se asuste, ni se escandalize á vista de tal inhumanidad, como cosa inaudita entre Gentes bárbaras; porque aunque las Naciones de las islas y costas de la India Oriental muestran mas capacidad, y tienen sus Repúblicas, Reynos y leyes; con todo, así en el Reyna de Tunkin273, como en los comarcanos, y en muchas Islas de aquel Archipiélago, venden publicamente sus hijos, y con mas solemnidad sus hijas, unos por necesidad y pobreza; y otros para aumentar su   —77→   caudal. Pero volvamos á ver en qué pára la feria de los Caribes del Orinoco.

Despues que han recogido todas quantas piezas pueden comprar en aquellas remotísimas Naciones, que distan de la costa hasta seiscientas leguas, dexan en poder de los Caciques la herramienta y abalorios que les han sobrado, para que entre año vayan comprando, hasta su vuelta, que es el año siguiente; y para evitar todo engaño, quedan dos ó tres Indios Caribes en cada una de aquellas Naciones guardando las mercancías, que ellos llaman rescates, y mejor llamáran cautiverios, pues con ellas quitan la libertad á tantos inocentes. A su partida protestan á los Caciques: «Que si á su retorno hallan haber recibido algun daño ó vejacion los Caribes que quedan con ellos, les quemarán los Pueblos, y se llevarán todas las mugeres é hijos:» con que cuidan mucho los Caciques á sus huespedes.

Concluidas sus cosas, ponen las proas rio abaxo, hasta llegar á la costa, donde están la mayor parte de sus Pueblos; y en habiendo descansado, pasan á las Colonias Holandesas, unos á pagar lo que deben, y á recibir otra vez de fiado para el viage siguiente; y otros á vender, bien que estos son pocos, porque los Holandeses y Judíos les dan tanta multitud de rescates, que casi todos los Caribes están gravemente adeudados, por mas esclavos, que roben y compren, no obstante de ser la ganancia en los que compran exôrbitante; porque la paga, valor ó rescate que da el Holandés al Caribe por un esclavo, que llaman Itoto, es una caxa con llave, y en ella diez hachas, diez machetes, diez cuchillos, diez mazos   —78→   de abalorios, una pieza de platilla para su Guayúco, un espejo para pintarse la cara á su uso, y unas tixeras para redondear su melena; y á mas una escopeta, pólvora y balas, un frasco de aguardiente, y otras menudencias, como son agujas, alfileres, anzuelos &c. Pero lo que el Caribe da por un esclavo, quando lo compra en las Naciones distantes, es una hacha, un machete y alguna vagatela mas; y en las cercanas un tanto mas. ¿Quién no ve la excesiva ganancia de los Caribes en la venta de los esclavos que compran? ¿Y quánto mayor será, contando los que roban, que es la mayor parte? Con todo, como ya dixe, siempre viven adeudados los mas de ellos; y tanto, que los mismos Holandeses y Judíos de Surinama les obligan á salir á campaña, para ir cobrando algo, y no perderlo todo.

Desde el año de 1731 hasta acá, los Hereges, ya Holandeses ya de otras Naciones, se envijan, esto es, se pintan al uso Caribe, y se ponen Guayúcos, esto es, unas tres varas de platilla, prendidas de un cordon que se ciñen; y con ésta, que es la mayor gala de los Magnates del Orinoco, por ir todos los demás como sus madres los pariéron, se pasan á los Caribes; y con estos nuevos soldados, que han dado en alistarse de poco acá para la guerra, es increible quanto ha crecido el atrevimiento y desvergüenza de los Caribes. Por esto en el año de 1733 me quexé agria, aunque modestamente, al Gobernador de Esquivo, con una larga carta, en que le conté los daños que padecian nuestras Misiones; y que de no poner remedio su Señoría, daria cuenta á mi Católico Monarca, para que su Magestad se querellase á las   —79→   Alti-Potencias de Holanda. Respondióme en lengua francesa, con mucha cortesía, ofreciendo el remedio que no puso, y echando la culpa á los Judíos de Surinama, quienes en medio de tener impuestas graves penas si venden armas y municiones á la Nacion Cariba; con todo lo executan con tal secreto, que rara vez les pueden probar el delito que realmente cometen, así Holandeses, como Judios, recatándose quanto pueden los unos de los otros.




ArribaAbajoCapítulo IX

Daños gravísimos que causan á las Misiones, las Armadas de los Indios Caribes, que suben de la costa del mar


Aunque ha sido uso inmemorial de los Caribes hacer los viages ya referidos, los pinté en el Capítulo pasado como modernos; porque los daños, que aun prosiguen, se empezáron à renovar en el año de 1733, en que baxando de su ordinaria campaña el Cacique Taricúra, el dia 31 de Marzo quemó el Pueblo de nuestta Señora de los Angeles; y aunque toda la Gente Saliva tuvo la fortuna de escaparse, ardiéron las casas todas, y la Casa y Capilla del Padre Misionero. No paró en esto el atrevimiento de los Caribes: arrimáron muchas hojas de palma seca para que ardiese la santa Cruz, que estaba enmedio de la plaza; pero por mas que porfiáron, no quiso Dios que ardiese, y solo quedó la señal del fuego en lo tiznado del pie de la Cruz, como con ternura vimos pocos dias después. Viendo un Caribe,   —80→   que el fuego natural no bastaba para destruir la santa Cruz, arrebatado del fuego de su ira, subió y desclavó el atravesaño de que se formaban los brazos, y le arrojó al rio, como nos lo declaró un Saliva, que ocultamente se introduxo entre la multitud de los Caribes; el qual viéndonos buscar despues el atravesaño de la Cruz, dixo, que él le havia visto arrojar al rio. Pusimos otra mayor Cruz en su lugar, cantamos la letanía de la Santísima Vírgen; y luego empezando los Padres y siguiendo los Soldados, y despues todos los Indios chicos y grandes, besando la santa Cruz de rodillas, fué vengada de los agravios, que de los pérfidos Caribes habia recibido. Levantáronse de nuevo las casas del Pueblo, y en lugar de Capilla, se erigió una Iglesia capáz y fuerte, para clamar à Dios, y para refugio y seguridad de la chusma en lances semejantes, como realmente los hubo despues.

La misma noche del dia 31 de Marzo navegaron rio abaxo las 27 piraguas de guerra del Cacique Taricúra; y por no distar la reduccion y Pueblo de San Joseph de Otomácos sino cinco leguas, al amanecer del dia primero de Abril, la acordonáron; pero al aprestarse para el asalto, fuéron sentidos de los Indios Otomácos, que tomando las armas, y levantando el grito hasta el Cielo, como acostumbran, tocáron al arma, y con el auxîlio del Capitan Juan Alfonso del Castillo, y seis Soldados que con él estaban, y de Don Felix Sardo de Almazán, Español esforzado, natural de San Clemente de la Mancha, y algunos compañeros, con quienes habia subido de la Guayana, quienes con valor y arresto   —81→   saliéron con sus bocas de fuego à resistir el asalto; pudiéron librarse del arrojo de los Caribes, en cuyas manos, à no haber habido tanta prevencion, hubieramos perecido todos. Los Caribes que no saben pelear sino à traicion, luego que viéron la resistencia, á boga arrancada se echáron á medio rio; mas encendido el corage, así de los Soldados como de los valientes Otomácos, aquellos en tres barcos, que habia prontos, y estos en mas de veinte canóas, se arrojáron al rio en pos de los Caribes: estos, viendo el valor de los nuestros y su riesgo, arribáron á la barranca de enfrente, y con una brevedad increible, arrimáron sus piraguas á la orilla, y unos hiciéron foso detrás de ellas, teniéndolas por parapeto; otros al mismo tiempo formáron trinchera de palos, fagina y tierra, con tanta presteza y arte militar, que causó admiracion, y se conoció, como despues lo supimos de cierto, que iban con los Caribes algunos hereges embijados y disimulados. Por fin, los nuestros con falconetes en las proas de los barcos, y mucha fusileria, hiciéron mucho fuego, pero no pudiéron romper las trincheras, aunque porfiaron valerosamente en combatir, hasta que la noche les hizo volver al Pueblo; y sí bien cada rato recibian descargas de los Caribes, de 50 fusiles, dos esmeriles, y diluvios de flechas envenenadas, quiso Dios que ninguno muriese de los nuestros, por la intercesion de San Francisco Xavier, cuya Imágen tuvo enarbolada todo el dia uno de los PP. Misioneros á vista del combate. De los Caribes, por mas que se amparaban de sus trincheras, fuéron 14 los muertos, y mas de 40 los heridos, como despues   —82→   nos lo refiriéron algunos Indios de otras Naciones, que iban forzados de miedo con ellos; y añadiéron, que pasaban de 300 los esclavos que llevaban; á los quales para que no se escapasen durante el combate, tuviéron amarrados, y cercados de gente armada: noticia, que lleváron pesadamente los Soldados, por no haber podido librar á tantos inocentes de su tiránica esclavitud.

Como aun es reciente el dolor, se me fué la pluma, refiriendo este trabajo, ántes que otros mucho mas antiguos; pero sirva éste de muestra ó regla para medir y entender los muchos asaltos, ardides y estratagemas con que casi siete años continuos han perseguido los Caribes á sangre y fuego, aquellas Misiones y otras del mismo rio Orinoco, procurando de todos modos desterrar el nombre de Christiano de sus riberas, quitar ese estorbo á su tiránica insolencia, y poder cautivar y robar á todo su salvo. El año siguiente quemáron la Colonia de San Miguél Arcangel del rio Bycháda, y abrasáron la Iglesia. Poco despues arrasáron y destruyéron el Pueblo de la Concepcion de Uyapi; de donde se hubiéron de retirar los RR. PP. Misioneros Observantes Franciscanos, con su Reverendísimo Comisario Fr. Francisco de las Llagas, volviendo á sus Misiones de Piritu: que es prudencia no arriesgar la vida, quando no se espera fruto en las almas: y tambien es consejo de Christo, que quando nos persiguen en un lugar, pasemos á otro; ya se ve, que no por temor de la muerte, sino para que la vida se emplee en bien de los próximos, despues que pase la borrasca, que impide la labor.

Por los años de 1734 y 1735 creció mas la   —83→   osadía del bárbaro enemigo, que asaltó y quemó la Colonia de San Joseph de Otomácos y la de San Ignacio de Guamos; con pocas muertes de los catecúmenos, pero con gravísimo daño; porque retirados estos y los Misioneros á lugar mas seguro, los Caribes taláron las sementeras, arráncaron los frutos, y quemáron las troxes; golpe el mas fatal, con que pensó el enemigo desterrar las Misiones de todo el Orinoco. En este gravísimo aprieto salió el P. Bernardo Rotella léjos del Orinoco, á comprar provisiones, ácia ciertos parages, sin reparar en costos ni en trabajos, á fin de que la hambre fuese menor, y no ahuyentase los Indios catecúmenos; llegó pero despues de penoso camino, y peor navegacion, tan fatigado como se puede inferir, sin mas comida que el pescado que Dios le deparaba: y el recibimiento que le hizo cierto sugeto, á quien por sus circunstancias no debo nombrar, fué levantar el grito contra él tan alto, que se oyó en Caracas en Santa Fe de Bogotá, y mucho mas adelante; achacándole que iba con muy diferentes intentos: de modo, que se vió su crédito obscurecido, y gravemente denigrado, hasta que executoriada juridicamente en Santa Fe y en Caracas, con declaraciones de testigos oculares, la inocencia del dicho Padre, se le dió competente satisfaccion para restaurar su crédito y estimacion debida. Estos regalos envia Dios á sus Ministros, en medio de sus mayores aprietos; y éste es el verdadero distintivo274 segun el Apostol   —84→   San Pablo, de los que de veras quieren acompañar y seguir á Jesus.

Todo hubiera sido llevadero, si se hubiera conseguido el fin de tan árduo viage; pero no era tiempo sino de padecer, y así el buen Padre ni siquiera halló maiz; porque aquellos hatos y partidos parece que tienen prisionera la hambre y la pobreza; tanto, que si movido á compasion un buen vecino, llamado Miguél Angel, no les hubiera vendido algun poco de cazabe, (es pan formado de raices,) hubiera vuelto con mayor necesidad y hambre, que la que llevó con sus compañeros. No obstante todos quedamos gustosos y consolados, de que el Padre hubiese vuelto con salud, despues de tan árduo é inútil viage; ni faltó Dios á los suyos, porque entretanto, así los Padres Misioneros, como los pobres Indios de su cargo, para mantenerse, hasta coger nuevos frutos, tomáron el arbitrio de añadir pescadores, y cuidado en la pesca, para que hubiese peces para vianda, y peces asados y casi tostados, que sirviesen en lugar de pan: viéndose aquí claramente, que el hombre puede vivir sin pan275.

Persuadidos los Caribes de que habian dado ya el último golpe para arruinar las Misiones de la Compañia, baxáron furiosos á la Mision de Mamo, que los ya citados RR. PP. Observantes de Piritu acababan de fundar, no léjos de la Ciudad de Guaya: entraron á todo su salvo en el Pueblo, porque toda la gente estuba oyendo misa, y la primera seña de guerra fué ver arder la Iglesia:   —85→   finalizó la misa el Rev. y Ven. Padre Fr. Andrés Lopez (que siempre habia clamado á Dios recibiese su vida en sacrificio, por la salvacion de aquellas almas,) quando ya estaba trabada la batalla en la plaza, y depuestos los ornamentos Sacerdotales, tomando en la mano un Santo Crucifixo, salió, y empezó á predicar con esforzado fervor: recibió un balazo en una pierna; mas sin hacer caso de la herida, prosiguió con mas espíritu, hasta que un sacrílego Caribe le dió un fiero macanazo en la boca, diciéndole: calla, no prediques de valde: cayó del golpe en el suelo, y ya habian caido muertos tres Soldados, que tenia de escolta, y quince de sus Indios: de los Caribes llegaban á treinta los despedazados; pero como era mucho mayor el número de estos, viendo caido á su Pastor, todas las ovejas buscáron seguridad en la fuga: saqueáron los Caribes el Pueblo; y pasando á quitar el santo hábito al Religioso, le halláron todavía vivo, con el Santo Christo en sus manos; y sin duda, clamando por la salvacion de aquellos bárbaros.

Diéronle otro fiero golpe en la cabeza, y colgándole desnudo de un árbol, ántes que espirase, encendiéron fuego debaxo, para acabar con él; pero su santo cuerpo permaneció libre de la voracidad de las llamas, habiéndose hallado despues de ocho dias sin lesion alguna; de manera que hemos de creer de la bondad de Dios, que aceptó el sacrificio de la vida de aquel fervoroso Misionero, y que su alma purificada en las llamas del divino amor y de los prôximos voló triunfante á los Cielos. Quiso su Magestad, que no fuese el dia ántes el asalto sangriento, para que se librasen de él otros tres Religiosos Misioneros de la misma Orden, que habian   —86→   venido á Mamo á consultar con su venerado compañero negocios importantes de sus apostólicas Misiones.

Como salió tan favorable á los Caribes este asalto, contentos con el botin, y gran número de esclavos, enderezáron las proas rio abaxo, con ánimo de asaltar y destruir el Pueblo de San Antonio de Caroní, perteneciente á los Reverendos Padres Capuchinos de la Provincia de Cataluña; mas una casualidad estorbó este atentado. Al entrar los Caribes en el rio Caroní, en cuya vega está dicho Pueblo, halláron pescando á dos Indios de él; llamáronlos, con el fingimiento que acostumbran, y luego que arrimáron la canóa á las piraguas, matáron cruelmente al uno de ellos: el otro que se dió por muerto, se arrojó al rio, y sufriendo el resuello, nadó por debaxo del agua largo trecho; y como al sacar la cabeza para resollar, le disparasen varios fusilazos, siguió nadando, sin sacarla, hasta que salió á la vega, y con su aviso se puso la Gente en arma; con que la Armada Cariba viró la proa ácia sus Puertos.

Ni por haber referido tanto número de estragos y muertes, debemos olvidar la muerte, que dos años ántes diéron los Caribes de Aquire, caño de Orinoco, no léjos de la costa, al Ilmo. Sr. D. Nicolás de Labrid. Este tan noble, como docto y fervoroso Cavallero Francés, Canónigo de Leon, con otros tres émulos de su espíritu, postrados á los pies del Sr. Benedicto XIII, le pidiéron los emplease en Misiones de Gentiles, en las Regiones que gustase; y su Beatitud, movido de especial mocion del Espíritu Santo (como dice en su Bula apostólica, que hoy se guarda en Guayana) los   —87→   consagró en Obispos para las quatro partes del Mundo. A la Occidental, donde corre el grande Orinoco, con Bula especial de Obispo de él, vino el Ilmo. Labrid; y miéntras se esperaba el pase de sus Bulas, y fiat de su Magestad Católica, el Gobernador de la Trinidad y Guayana le ofreció su palacio. Agradeció el Obispo el ofrecimiento, y determinó esperar en la Cayana, territorio de Franceses, el despacho de sus Bulas, pero despues de embarcado, impelido de su mismo fervor, mudó de intento y de rumbo, y dió fondo en el caño de Aquire, donde los Caribes le recibiéron con buen semblante, para lograr la suya; y á pocos dias quitáron la vida á dos Capellanes del Obispo; el qual luego se puso de rodillas, con un Crucifixo en las manos, y del primer macanazo, dió su espíritu al Criador. Los Caribes se lleváron los sagrados ornamentos, hiciéron pedazos un Santo Crucifixo de marfil, y una ara consagrada por el Sr. Benedicto XIII; cuyo nombre se ve gravado en sus pedazos. El cuerpo de este Ilmo. Obispo está en una lápida honorífica al lado del evangelio del Altar Mayor de la Iglesia de San Joseph de Oruña, en la Isla de la Trinidad de Barlovento, y los cuerpos de sus dos Capellanes al lado de la epístola, en otra lápida, cada una con su epitafio.

Omito aquí (porque se hallan en la Historia General de la Provincia y Misiones del nuevo Reyno de Granada, escritos con superior facundia,) otros repetidos asaltos hechos por los Caribes, con nuevas industrias, y sagacidad diabólica contra las Misiones de la Compañía, fomentados con la esperanza, segun lo decian á gritos, de que como sus mayores en los años de 1684 y 1693, habian muerto   —88→   á los Misioneros antiguos del Orinoco; así ellos siendo como eran tan valientes como sus padres, habian de porfiar y proseguir ahora su guerra, hasta quitar la vida á todos los Padres Misioneros, y destruir todos sus Pueblos; pero á pesar del Infierno, las Misiones destruidas se han reedificado, y cada dia se entablan otras de nuevo, mostrándose la bondad divina manifiestamente propicia en esto, y en evitar con rara providencia, muchos lances, qne no se pudieran evitar con industria humana. Sea de su Divina Magestad toda la gloria.

Ahora, con las especiales providencias, que se ha dignado dar el católico zelo de nuestro invicto Monarca Felipe V, á quien Dios prospere, cometiendo sus especiales órdenes é instrucciones á Don Gregorio Espinosa de los Monteros, Coronél de los Reales Exércitos, Gobernador y Gapitan General de las Provincias de Cumaná y la Guayana, Gefe de la reputacion, destreza militar y valor, que sabe España, tenemos fixa esperanza, de que amanecerá la tranquilidad en el Orinoco, y con ella los progresos en la cultura espiritual de aquellos retirados Gentiles, y la feliz resulta de copiosos frutos para el Cielo.



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ArribaAbajoCapítulo X

Gefes militares de aquellas Naciones: mérito y ceremonias, que preceden á sus grados


Virtud, valor y letras, son los tres escalones por donde suben los hombres á la cumbre del honor, del aplauso y de la veneracion. No conocen, ni aun por sus nombres, las Naciones de que trato, á la virtud, ni á las letras; y así, todos sus ascensos que en su débil juicio se reputan por muy grandes, les tienen vinculados al valor y á la destreza, con que desde niños se exercitan en jugar el arco y flechas, la lanza y la macana. Sus juegos pueriles, todos se reducen á lo mismo que ven hacer á sus padres: forman arcos, aguzan flechas, pintan macanas, texen rodelas, y desbastan palos tan firmes como el acero, para formar lanzas. Los chicos de un mismo Pueblo forman Batallones, eligen Cabos, disponen sus filas, dan su señal, y traban sus pueriles batallas, en cuyos ensayos están sus padres como en sus glorias. En estas escaramuzas usan de flechas de junco grueso, que no puedan hacer daño ni herida; y de rodelas, para adiestrarse á evadir el golpe de la piedra, lanza ó saeta; y como el exercicio es único, y de toda la vida, es increible la destreza á que llegan algunos. Ella es tanta, como lo acredita el caso siguiente.

Un Indio Otomáco, lleno todo el cuerpo de cicatrices, auténtico testimonio de muchas batallas   —90→   contra Caribes, en que se habia hallado, blasonaba de su valor delante de tres Soldados de nuestra Escolta, y al pasar yo casualmente, les dixo: «Si tengo las señales de estas heridas, es, porque me he hallado solo entre muchos enemigos; pero quando he peleado con tres, jamás me han herido:» y diciendo, y haciendo, juntó tres montones de aquellos dátiles que comen, y colocándoles en triángulo á buena distancia se puso en el centro de ellos, y sobre apuesta les dixo: tirad vosotros, y si alguno acierta á pegarme, pierdo yo la apuesta; si me libro de todos, yo ganaré. Asistí con gusto á la funcion, y fué para mí cosa maravillosa, ver aquel Indio, que apénas tocaba con los pies en el suelo para mudar lugar: á un mismo tiempo baxaba la cabeza para evadir un golpe, retiraba una pierna para evitar otro, y doblaba todo el cuerpo, para no recibir el tercero: parecia un hombre de goznes, y un cuerpo todo penetrado de azogue: tirábanle los tres Soldados, al principio con gana de darle, y despues con ira, viendo que no podian lograr golpe alguno; hasta que acabados los dátiles prevenidos, ganó el Indio Otomáco la apuesta. Divertimiento, en que despues, estos y otros Soldados perdian de buena gana sus apuestas, para pasar las tardes desocupadas, y admirar mas y mas tan singular agilidad y destreza. El Regio Historiador Herrera276 dice de otro Indio semejante, que se movía con la ligereza de un gavilán, sin que piedra alguna de quantas le tiraban le tocase.

Para el exercicio de la flecha cooperan tambien   —91→   las madres, no dando á sus hijuelos la comida ó fruta en sus manos, sino colgándola á proporcionado tiro, para que la gana de comer los avive al acierto de pillar con la punta de la saeta despedida, lo que desean comer. No es ponderable á lo que llega su destreza en el arco y flecha: baste decir, que se ha tenido por especial providencia de Dios el que los Caribes se hayan enamorado del uso del fusil, porque en ellos es casi inerrable el tiro del arco, y poco acertada la puntería del fusil. Adestrados al arco, saben que quanto mas tiran la cuerda, tanto mas seguro es el tiro, y de este principio cierto infieren un error, para nuestro bien muy apreciable; pues juzgan que quanto mas pólvora atacan en la escopeta, tanto mas seguro es el golpe de la bala: lo que es falso, porque por lo mismo la bala vuela por alto, sin hacer daño: á mas de que miéntras cargan y descargan un fusil sin hacer daño, pudieran haber disparado seis ú ocho flechas, con mucho estrago; así que es tambien especial providencia de Dios, el que no hayan caido en la cuenta, en lo uno ni en lo otro.

Adestrada la juventud en el modo dicho, ántes de salir á la guerra, se llevan algunos la fama, ya de muy certeros en la flecha, ya de singularmente prontos á rebatirla, ó con la rodela, ó con el mismo arco: habilidad de pocos, y por eso muy apreciable entre ellos. Quando tienen edad para salir á la guerra, en todas sus acciones tienen la mira al honor, aspirando con ansia á que les aclamen por valientes, y puedan subir á Capitanes. Para este fin guardan con gran cuidado los troféos y despojos de las guerras, y   —92→   cada qual hace tantas estatuas, texidas con bastante arte y propiedad, de hojas de palma muy sutiles, quantos son los enemigos que ha muerte. Tienen colgadas dichas estatuas de los techos, y á todos los huéspedes, que entran en sus casas, despues del recibimiento, añaden: Yo soy muy valiente, ya llevo tantas campañas; y mira allá quantos enemigos llevo ya muertos: yo seré un gran Capitan etc.

Es verdad, que en este estilo y regla, que es casi general, no se cuentan, ni entran los de las Naciones Achagua y Saliva: no son éstas gente de guerra; y dicen que ni sus mayores lo fuéron: solo un Saliva, que hoy es ya Christiano, tiró por este rumbo, y pasó por los exâmenes que diré. No obstante gustan de tener muy lucidas armas, penachos de plumas, y otras divisas de bravos Soldados; y lo que es mas de admirar, á sangre fria, y quando no hay enemigos, gastan sus ademanes de brio, y azotan el ayre con bravatas.

El que se ha de graduar, así como va ganando crédito, se le va agregando primero la gente de su parentela, y despues otros, ó atraidos de su valor, ó sobornados por el mismo, y por medio de sus parientes y amigos. Quando tiene v. gr. cien hombres de su séquito, previene bebida, convida á los Caciques y Capitanes de su Nacion, les hace relacion de sus hazañas; y por último pide exâmen para ser contado entre los Capitanes. Convenidos los Jueces en que se gradúe, plantan enmedio de la casa al actuante desnudo, como su madre le parió, y tomando el Capitan mas antiguo un látigo de pita bien torcida, le   —93→   descarga fieros y repetidos azotes por todo el cuerpo de arriba á baxo, y entrega el látigo al Capitan, que por antigüedad se le sigue: éste y todos los restantes Gefes le azotan horrorosamente á su satisfaccion. Los Caciques, y mucho auditorio que concurre, están con gran silencio observando, si se le suelta algun acaya, que es nuestro ay, ó algun otro ademan de menos valor; y si se quexa con solo un ay, ó hace algun ademan de sentimiento, le niegan redondamente el voto, y ya no puede ser admitido á los otros dos exâmenes que le restan; pero si ha sufrido como un bronce, aquel diluvio de azotes, que le dexan sin pellejo, y con muchas heridas, entran los víctores, el aplauso y los parabienes, y se acaba este primer exâmen, emborrachándose todos larga y alegremente.

Parecerá increible esta bárbara tentativa, pero es cierta, y ellos realmente la practican y sufren brutalmente; pero para quitar la admiracion de ésta, vamos á la segunda, que á mi entender es mas intolerable: son leyes inspiradas por el Demonio, que en todas, y en todo se muestra cruel enemigo del Género Humano.

Pasados los meses necesarios para que sanen y cicatricen las heridas, dispone el pretendiente otra tanta cantidad de chicha, que en buen romance es una multitud de tinajas de aquella su cerveza extraida del maiz: señala el dia para la funcion, y habiendo comparecido aquel rústico Cabildo, cuelgan una hamáca, (es la hamáca una manta de algodón bien texido, que colgada en el ayre, depende de las dos extremidades de dos sogas, prendidas de las paredes ó árboles: esta es la cama   —94→   de los Magnates, porque el resto del vulgo duerme en chinchorro, que es una red prendida y colgada al modo dicho entra el pretendiente en dicha hamáca, se compone en ella à su modo, y luego los Capitanes exâminadores lo tapan de pies á cabeza con los dobleces de la misma, y lo aseguran dentro de ella con tres ataduras, una junto á la cabecera, otra á los pies, y la tercera por enmedio: hecho esto, cada Capitan por su lado levanta algo el dobléz de la hamáca, y suelta dentro de ella un cañuto de hormigas bravas, y tan tenazmente mordaces, que quando llega el tiempo de arrancarlas, ántes se dexan partir por medio, que soltar el bocado. ¿Quál se verá aquel necio valentón, con cinco ó seis mil enemigos sobre sí, que todos le tiran á qual peor, sin que dexen parte de aquel desventurado cuerpo sin herida, y entre tanto sin facultad para defenderse, ni aun para menear pie ni mano? porque la formalidad de este exâmen, y el salir bien ó mal de él, depende de solo un movimiento, por mas que sea indeliberado, con que dé á entender, que le son molestas las sangrientas hormigas; y si se le escapa un ay al morderle las pestañas de los ojos ú otras partes especialmente delicadas, ya perdió el pleyto, quedó mal en su exâmen, sin fama de valiente, é incapáz de subir al honor de Capitan; y al contrario, si sufre con valor el tiempo determinado por su diabólica ley, despues de los parabienes, acuden todos á quitarle las hormigas, de que sale aforrado ó revestido; pero le quedan claveteadas en el cuerpo las cabezas de ellas, hasta que con el unto, que para ello   —95→   tienen, les hacen afloxar su diente tenáz: luego se siguen los brindis, hasta quedar todos satisfechos, que éste es siempre el paradero de todas sus juntas y funciones.

Se horroriza uno, solo al pensar en esta segunda prueba, tanto mas penosa que la primera; pero como ni una ni otra llegan á ser mortales, aunque sí muy molestas, viene á ser, que la tercera prueba es mucho peor, que las dos referidas; porque en esta hay riesgo de muerte, y á la verdad en ella mueren algunos.

La tercera prueba, que se debe llamar infernal, se hace de este modo: juntos ya los Magistrados y el vulgo, se cuelga en el ayre un cañizo bien texido de cañas menudas, y capáz de recibir el cuerpo del exâminando: suspenso ya á distancia de una vara en alto, lo cubren con una tanda de hojas de plátano; (pocas son menester, porque son de una vara de largo, y casi media de ancho,) luego sube el penitente, y se echa boca arriba en aquella cama que ha de ser su potro de tormento, ó su cadahalso para morir; despues de echado le dan un cañuto hueco, de casi una vara de largo, que se pone en la boca para resollar por él; y luego empiezan á cubrirle de pies á cabeza, por encima y por todos los lados, con dichas hojas de plátano; con la advertencia, que las hojas que caen sobre la cabeza y pecho, las rompen y ensartan por el cañuto dicho, que desde la boca sube á lo alto. Ya en fin arropado y sumergido en aquel caos de hojas, empiezan á poner fuego debaxo del cañizo: llámase fuego manso, porque las llamas no llegan á lamer el cañizo; pero realmente da notable   —96→   calor á aquella infausta víctima de la necia ignorancia, que para quedar sufocada, le bastába la multitud de hojas, que suele parar en túmulo funesto. Entretanto, unos Ministros se ocupan, ya en atizar, ya en disminuir el fuego, para que no sea, ni mas ni ménos del que se acostumbra, y del que sufriéron ellos quando pasáron por estos baños: otros están observando con vigilancia, si el paciente se mueve, ó no; porque si hace el menor movimiento, queda reprobado, y se acaba la funcion tristemente; y otros están á la mira del cañuto, observando el resuello del paciente, para ver si es débil ó vigoroso. Concluido el espacio destinado, quitan prontamente las hojas: si hallan difunto al pretendiente, todo pára en llanto fúnebre; pero si le hallan con vida, todo son júbilos, víctores y tragos á la salud del nuevo Capitan, cuyo valor invencible dan por evidenciado en los tres dichos exâmenes. ¡Tanto como esto sufren por sola la honra! ¿Qué fuera si esperáran alguna renta?



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