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31

E. de Chasca, ibid., pp. 315-316.

 

32

E. de Chasca, ibid., p. 316.

 

33

Publicado entre 1828-1832, luego en los tomos X y XVI de la B.A.E.

 

34

R. Lozano, Rafael, «Rubén Darío, Barbey d'Aurevilly y el Cid Campeador», Revista Nacional de Cultura, Caracas, XXXIV, nº. 221, julio 1975.

 

35

R. Darío, Obras completas, ed. cit., II, p. 403

 

36

En este orden de cosas, sería un ejemplo destacado la particular veneración de Darío por el volcán Momotombo, situado junto al lago de Managua, motivada no sólo por su natural belleza sino, tal vez en primer lugar, por la adicional circunstancia revalorizadora de haber sido objeto de atención por parte de Víctor Hugo en La leyenda de los siglos. Véase principalmente el poema «Momotombo» de El canto errante (1907) y El viaje a Nicaragua (1909).

 

37

Crónica rimada, cit. por E. Sánchez Castañer, ob. cit., p. 65.

 

38

A título de curiosidad: debo a la erudición y la amabilidad de mi amigo y colega el Dr. José Fradejas la referencia de la prolongación del tema del Cid y el leproso agradecido en el relato «Nuestra Señora de la Almudena» perteneciente al libro de Manuel Fernández y González Leyenda de Madrid (1881). En esta curiosa versión Rodrigo encuentra en Aranjuez al mendigo, quien encubre no ya a Lázaro sino a la propia Virgen María, y es premiado por su mediación con la conquista de Madrid.

 

39

Véase también el artículo de Rafael Lozano, «Rubén Darío, Barbey d'Aurevilly y el Cid Campeador», en Revista Nacional de Cultura, Caracas, XXXIV, nº. 221, julio 1975.

 

40

R. Darío, Obras completas, ed. cit. p. 385.