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401

La conversión de la Rusia al Cristianismo principió en el siglo IX; se generalizó cuando recibió el bautismo el gran duque Wladimiro (988), y se terminó completamente poco tiempo después. Como la conversión se hizo por sacerdotes griegos, la Rusia nació cismática y continuó el cisma bajo la dirección de los patriarcas de Constantinopla, a los que correspondía el nombramiento y consagración de un metropolitano para todo el país, que residió primero en Kiew, luego en Wladimir, y últimamente en Moscow. Cuando Constantinopla se vio muy de cerca amenazada por los turcos, el Gran Duque se desentendió de la dependencia de sus patriarcas, y nombró por sí mismo el metropolitano (1447), al cual más adelante se le dio la dignidad de patriarca, que fue reconocida por los cuatro patriarcas griegos (1589). Aunque se trató entonces que el patriarca ruso fuese confirmado por el de Constantinopla, con obligación de pagar a éste un tributo, después se negaron los duques, a pretexto de que los monjes griegos servían de espías a los turcos y no querían tener ninguna relación con ellos. Pedro I, que ya tomó el pomposo título de emperador, suprimió esta dignidad, y en su lugar creó (1703) un consejo permanente, llamado Santo Sínodo, compuesto de doce obispos, cuyo nombramiento corresponde a las czares, bajo cuya autoridad ejerce aquél la jurisdicción superior eclesiástica. (Walter: Manual de Derecho ecles., párrafo 23; Amat: Hist. ecles., lib. XVI, cap. 4.º, pár. 319.)

 

402

El de Jerusalén reside actualmente en aquella ciudad.

 

403

San Gregorio el Grande, lib. I, epíst. 77, hablando a un obispo llamado Martín, trasladado de una iglesia de Córcega a la de Alería, en la misma isla, le dice: In ecclesia Aleriensi Cardinalem te constituimus. En el lib. X, epíst. 12, habla de erección y dotación de oratorios e iglesias para el culto público, al cuidado de un presbítero cardenal, y de oratorios privados sin presbítero cardenal.

 

404

La palabra cardenal viene de la latina cardo, que significa el quicio de la puerta, el cual está fijo e inmóvil, y sobre el que gira ésta como sobre su centro; el pastor propio, presbítero u obispo, es como el centro o quicio sobre el que giran sus respectivas iglesias; y siendo la Iglesia Romana el centro de todas las iglesias particulares, de aquí el haber adoptado con cierta propiedad esta palabra para designar únicamente al senado pontificio.

 

405

No están de acuerdo los escritores acerca de la época en que se adscribieron a la basílica de Letrán estos obispos, fijándola unos en el siglo VIII, a cuya opinión se inclina Cavalario, y otros, como Vanespén, en el XI o XII. Estos obispos son el de Ostia, decano del Sacro Colegio; Porto, Tusculo, Sabina, Preneste,o Palestrina, Albano y Santa Rufina, que se unió por Calixto II al de Porto. Estas ciudades, de que son titulares los cardenales obispos, o están enteramente arruinadas, o no tienen importancia alguna. En Ostia y Porto, ambas a menos de tres leguas de Roma, ni aún hay cabildo catedral, como que la iglesia está al cuidado de un solo presbítero.

 

406

Hasta el siglo X no hubo en las ciudades episcopales otra parroquia, propiamente hablando, que la iglesia catedral, porque las iglesias de la población eran regidas por presbíteros amovibles a la voluntad del obispo; fueron, no obstante, una excepción de esta regla las de Roma desde el siglo V, y las de Alejandría. (Devoti: Inst., canon De Parochiis et reliquo clero, sect. 10.)

 

407

Las cuatro basílicas son: San Pedro en el Vaticano, San Pablo, Santa María la Mayor y la de San Lorenzo, en las cuales están representados los patriarcas de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén.

 

408

Antes del siglo X, los diáconos se titulaban conforme al número de la región, primera, segunda, etc., por cuya causa se les llamaba diáconos regionarios. Después, o porque decayeron los establecimientos de beneficencia, o porque a su administración se le dio una nueva forma, tanto ellos como los presbíteros tomaron su título del de los oratorios, v. gr., diácono cardenal de San Lorenzo, de San Nicolás, cardenal presbítero de San Esteban, etc.

 

409

Los oradores del rey de Francia parece que propusieron la renovación de los cánones de Constanza y Basilea sobre el número de cardenales. Van-Espén: Congreg. de los card., cap. 1.º, pár. 33. Pero los obispos del concilio de Trento, al paso que se ocuparon como de asunto grave de las cualidades de que debían estar adornados, no creyeron, sin duda, que debían descender hasta el punto de señalar el número, así como no lo hicieron tampoco en cuanto a los individuos de que debería constar el cabildo catedral, aunque sí trataron de su edad, ciencia y demás circunstancias.

 

410

De los 70 cardenales, 6 son obispos, 50 presbíteros y 14 diáconos. Sixto V, en su constitución Postquam verum ille, dice en cuanto al número de cardenales: «Cuncti simul numerum quovis praetextu, occasione vel causa etiam urgentissima nunquam augeatur.» Parece extraño que este pontífice, y no alguno de sus predecesores, fijase de una manera tan explícita el número de cardenales; pero cesa la extrañeza si se considera que él fue el que organizó definitivamente las congregaciones, y les señaló los negocios en que debían conocer, y entonces, y no antes, es cuando pudo fijarse el número de auxiliares en proporción al número y gravedad de los negocios.