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Expresa más afectuosa que con sutil cuidado, el sentimiento que padece una mujer amante de su marido muerto

   A estos peñascos rudos,

mudos testigos del dolor que siento,

que sólo siendo mudos

pudiera yo fiarles mi tormento,

si acaso de mis penas lo terrible
5

no infunde lengua y voz en lo insensible;

quiero contar mis males,

si es que yo sé los males de que muero,

pues son mis penas tales

que si contarlas por alivio quiero,
10

le son una con otra atropellada,

dogal a la garganta, al pecho espada.

   No envidio dicha ajena,

que el mal eterno que en mi pecho lidia

hace incapaz mi pena
15

de que pueda tener tan alta envidia;

es tan mísero estado en el que peno

que como dicha envidio el mal ajeno.

   No pienso yo si hay glorias,

porque estoy de pensarlo tan distante,
20

que aun las dulces memorias

de mi pasado bien, tan ignorante

las mira de mi mal el desengaño,

que ignoro si fue bien, y sé que es daño.

   Esténse allá en su esfera
25

los dichosos, que es cosa en mi sentido

tan remota, tan fuera

de mi imaginación, que sólo mido

entre lo que padecen los mortales,

lo que distan sus males de mis males.
30

   ¡Quién tan dichosa fuera,

que de un agravio indigno se quejara!

¡Quién un desdén llorara!

¡Quién un alto imposible pretendiera!

¡Quién llegara de ausencia u de mudanza
35

casi a perder de vista la esperanza!

   ¡Quién en ajenos brazos

viera a su dueño, y con dolor rabioso

se arrancara a pedazos

del pecho ardiente el corazón celoso!
40

Pues fuera menor mal que mis desvelos

el infierno insufrible de los celos.

   Pues todos estos males

tienen consuelo o tienen esperanza,

y los más son iguales,
45

solicitan o animan la venganza,

y sólo de mi fiero mal se aleja

la esperanza, venganza, alivio y queja.

   Porque, ¿a quién sino al cielo,

que me robó mi dulce prenda amada,
50

podrá mi desconsuelo

dar sacrílega queja destemplada?

Y él con sordas, rectísimas orejas,

a cuenta de blasfemias, pondrá quejas.

   Ni Fabio fue grosero,
55

ni ingrato, ni traidor; antes amante

con pecho verdadero:

nadie fue más leal ni más constante,

nadie más fino supo, en sus acciones,

finezas añadir a obligaciones.
60

   Solo el cielo, envidioso,

mi esposo me quitó; la parca dura,

con ceño riguroso,

fue solo autor de tanta desventura.

¡Oh cielo riguroso! ¡Oh triste suerte
65

que tantas muertes das con una muerte!

   ¡Ay dulce esposo amado!,

¿para qué te vi yo? ¿Por qué te quise,

y por qué tu cuidado

me hizo con las venturas, infelice?
70

¡Oh dicha fementida y lisonjera,

quién tus amargos fines conociera!

   ¿Qué vida es esta mía

que rebelde resiste a dolor tanto?

¿Por qué, necia, porfía
75

y en las amargas fuentes de mi llanto,

atenuada, no acaba de extinguirse

si no puede en mi fuego consumirse?


Expresa aun con expresiones más vivas, el mismo asunto

   Agora que conmigo

sola en este retrete,

por pena o por alivio

permite amor que quede;

   agora, pues, que hurtada
5

estoy un rato breve

de la atención de tantos

ojos impertinentes,

   salgan del pecho, salgan

en lágrimas ardientes
10

las represadas penas

de mis ansias crüeles.

   Afuera, ceremonias

de atenciones corteses,

alivios afectados,
15

consuelos aparentes.

   Salga el dolor de madre

y rompa vuestras puentes

del raudal de mi llanto

el rápido torrente.
20

   En exhalados rayos

salgan, confusamente,

suspiros que me abrasen,

lágrimas que me aneguen.

   Corran de sangre pura,
25

que mi corazón vierte,

de mis perennes ojos

las dolorosas fuentes.

   Dé voces mi dolor,

que empañen indecentes
30

esos espejos puros

de la esfera celeste.

   Publique con los gritos,

que ya sufrir no puede

del tormento inhumano
35

las cuerdas inclementes.

   Ceda al amor el juicio,

y con extremos muestre

que es sólo de mi pecho

el duro presidente.
40

   ¡En fin, murió mi esposo!

Pues, ¿cómo, indignamente,

yo la suya pronuncio

sin pronunciar mi muerte?

   ¡Él, sin vida!, ¿y yo animo
45

este compuesto débil?

¿Yo con voz y él difunto?

¿Yo viva cuando él muere?

   No es posible; sin duda

que con mi amor aleves,
50

o la pena me engaña,

o la vida me miente.

   Si él era mi alma y vida,

¿cómo podrá creerse

que sin alma me anime,
55

que sin vida me aliente?

   ¿Quién conserva mi vida

o de adónde le viene

aire con que respire,

calor que la fomente?
60

   Sin duda que es mi amor

el que en mi pecho enciende

estas señas que en mí

parecen de viviente;

   y como en un madero
65

que abrasa el fuego ardiente,

nos parece que luce

lo mismo que padece;

   y cuando el vegetable

humor en él perece,
70

nos parece que vive

y no es sino que muere.

   Así yo, en las mortales

ansias que el alma siente,

me animo con las mismas
75

congojas de la muerte.

   ¡Oh, de una vez acabe,

y no cobardemente

por resistirme de una,

muera de tantas veces!
80

   ¡Oh, caiga sobre mí

la esfera transparente,

desplomados del polo

sus diamantinos ejes!

   ¡Oh, el centro en sus cavernas
85

me preste obscuro albergue,

cubriendo mis desdichas

la máquina terrestre!

   ¡Oh, el mar entre sus ondas

sepultada me entregue
90

por mísero alimento

a sus voraces peces!

   ¡Niegue el sol a mis ojos

sus rayos refulgentes

y el aire a mis suspiros
95

el necesario ambiente!

   ¡Cúbrame eterna noche

y el siempre obscuro Lete

borre mi nombre infausto

del pecho de las gentes!
100

   Mas, ¡ay de mí!, que todas

las criaturas crüeles

solicitan que viva

porque gustan que pene.

   ¿Pues qué espero?, mis proprias
105

penas de mí me venguen

y a mi garganta sirvan

de funestos cordeles,

   diciendo con mi ejemplo

a quien mis penas viere:
110

aquí murió una vida,

porque un amor viviese.


Acusa la hidropesía de mucha ciencia, que teme inútil aun para saber, y nociva para vivir

   Finjamos que soy feliz,

triste Pensamiento, un rato;

quizá podréis persuadirme,

aunque yo sé lo contrario:

   que pues sólo en la aprehensión
5

dicen que estriban los daños,

si os imagináis dichoso,

no seréis tan desdichado.

   Sírvame el entendimiento

alguna vez de descanso,
10

y no siempre esté el ingenio

con el provecho encontrado.

   Todo el mundo es opiniones

de pareceres tan varios,

que lo que el uno que es negro,
15

el otro prueba que es blanco.

   A unos sirve de atractivo

lo que otro concibe enfado,

y lo que éste por alivio,

aquél tiene por trabajo.
20

   El que está triste censura

al alegre de liviano,

y el que está alegre se burla

de ver al triste penando.

   Los dos filósofos griegos
25

bien esta verdad probaron,

pues lo que en el uno risa,

causaba en el otro llanto.

   Célebre su oposición

ha sido por siglos tantos,
30

sin que cuál acertó, esté

hasta agora averiguado;

   antes en sus dos banderas

el mundo todo alistado,

conforme el humor le dicta
35

sigue cada cual el bando.

   Uno dice que de risa

sólo es digno el mundo vario;

y otro que sus infortunios

son sólo para llorados.
40

   Para todo se halla prueba

y razón en qué fundarlo,

y no hay razón para nada,

de haber razón para tanto.

   Todos son iguales jueces,
45

y siendo iguales y varios,

no hay quien pueda decidir

cuál es lo más acertado.

   Pues si no hay quien lo sentencie,

¿por qué pensáis, vos, errado,
50

que os cometió Dios a vos

la decisión de los casos?

   ¿O por qué, contra vos mismo,

severamente inhumano,

entre lo amargo y lo dulce,
55

queréis elegir lo amargo?

   Si es mío mi entendimiento,

¿por qué siempre he de encontrarlo

tan torpe para el alivio,

tan agudo para el daño?
60

   El discurso es un acero

que sirve por ambos cabos:

de dar muerte, por la punta,

por el pomo, de resguardo.

   Si vos, sabiendo el peligro,
65

queréis por la punta usarlo,

¿qué culpa tiene el acero,

del mal uso de la mano?

   No es saber, saber hacer

discursos sutiles, vanos;
70

que el saber consiste sólo

en elegir lo más sano.

   Especular las desdichas

y examinar los presagios,

sólo sirve de que el mal
75

crezca con anticiparlo.

   En los trabajos futuros,

la atención sutilizando,

más formidable que el riesgo,

suele fingir el amago.
80

   ¡Qué feliz es la ignorancia

del que, indoctamente sabio,

halla de lo que padece,

en lo que ignora, sagrado!

   No siempre suben seguros,
85

vuelos del ingenio osados

que buscan trono en el fuego

y hallan sepulcro en el llanto.

   También es vicio el saber,

que si no se va atajando,
90

cuanto menos se conoce,

es más nocivo el estrago,

   y si el vuelo no le abaten

en sutilezas cebado,

por cuidar de lo curioso,
95

olvida lo necesario.

   Si culta mano no impide

crecer al árbol copado,

quitan la substancia al fruto

la locura de los ramos.
100

   Si andar a nave ligera

no estorba lastre pesado,

sirve el vuelo de que sea

el precipicio más alto.

   En amenidad inútil,
105

¿qué importa al florido campo

si no halla fruto el otoño,

que ostente flores el mayo?

   ¿De qué le sirve al ingenio

el producir muchos partos,
110

si a la multitud se sigue

el malogro de abortarlos?

   Y a esta desdicha, por fuerza

ha de seguirse el fracaso

de quedar el que produce,
115

si no muerto, lastimado.

   El ingenio es como el fuego

que, con la materia ingrato,

tanto la consume más,

cuanto él se ostenta más claro.
120

   Es de su proprio señor

tan rebelado vasallo,

que convierte en sus ofensas

las armas de su resguardo.

   Este pésimo ejercicio,
125

este duro afán pesado,

a los hijos de los hombres

dio Dios para ejercitarlos.

   ¿Qué loca ambición nos lleva

de nosotros olvidados?
130

¿Si es para vivir tan poco,

de qué sirve saber tanto?

   ¡Oh, si como hay de saber,

hubiera algún seminario

o escuela donde a ignorar
135

se enseñaran los trabajos!

   ¡Qué felizmente viviera

el que flojamente cauto

burlara las amenazas

del influjo de los astros!
140

   Aprendamos a ignorar,

Pensamiento, pues hallamos

que cuanto añado al discurso

tanto le usurpo a los años.


Sospecha crueldad disimulada, el alivio que la esperanza da

   Diuturna enfermedad de la esperanza

que así entretienes mis cansados años

y en el fiel de los bienes y los daños

tienes en equilibrio la balanza,

   que siempre suspendida, en la tardanza
5

de inclinarse, no dejan tus engaños

que lleguen a excederse en los tamaños

la desesperación o confianza:

   ¿quién te ha quitado el nombre de homicida?

Pues lo eres más severa si se advierte
10

que suspendes el alma entretenida,

   y entre la infausta o la felice suerte,

no lo haces tú por conservar la vida

sino por dar más dilatada muerte.


Pide, con discreta piedad, al señor arzobispo de Méjico, el sacramento de la confirmación

   Ilustrísimo don Payo,

amado prelado mío;

y advertid, señor, que es de

posesión el genitivo:

   que aunque ser tan proprietaria
5

no os parezca muy bien visto,

si no lo tenéis a bien,

de mí está muy bien tenido.

   Mío os llamo, tan sin riesgo,

que al eco de repetirlo,
10

tengo ya de los ratones

el convento todo limpio.

   Que ser liberal de vos,

cuando sois de amor tan digno,

es grande magnificencia,
15

que hacia los otros envidio.

   Y yo entre aquestos extremos,

confieso que más me inclino

a una avaricia amorosa

que a un pródigo desperdicio.
20

   ¿Mas dónde, señor, me lleva

tan ciego el afecto mío,

que tan fuera del intento

mis afectos os explico?

   ¡Oh, qué linda copla hurtara,
25

para enhebrar aquí el hilo,

sino hubierais vos, señor,

a Pantaleón leído!

   Mas vamos, señor, al caso,

como Dios fuere servido;
30

ya os asesto el memorial,

quiera Dios que acierte el tiro.

   Yo, señor (ya lo sabéis),

he pasado un tabardillo,

que me lo dio Dios, y que
35

Dios me lo haya recibido;

   donde con las critiqueces

de sus términos impíos,

a ardor extraño cedía

débil el calor nativo.
40

   Los instrumentos vitales

cesaban ya en su ejercicio,

ocioso el copo en Laquesis,

el uso en Cioto baldío.

   Átropos sola, inminente,
45

con el golpe ejecutivo,

del frágil humano estambre,

cercenaba el débil hilo.

   De aquella fatal tijera

sonaban a mis oídos,
50

opuestamente hermanados,

los inexorables filos.

   En fin, vino Dios a verme;

y aunque es un susto muy fino,

(lo que es para mí) mayor
55

el irlo a ver se me hizo.

   Esperaba la guadaña,

todo temor, los sentidos,

todo confusión, el alma,

todo inquietud, el juïcio.
60

   Queriendo ajustar de priesa,

lo que a espacio he cometido,

repasaba aquellas cuentas,

que tan sin cuenta he corrido.

   Y cuando pensé que ya,
65

según quimeras de Ovidio,

embarcada en el Leteo

registraba los abismos,

   del can trifauce escuchaba

los resonantes ladridos,
70

benignos siempre al que llega,

duros siempre al fugitivo.

   Allí miraba penantes

los espíritus precitos

que el Orco, siempre tremendo,
75

pueblan de varios suspiros.

   La vejez, el sueño, el llanto,

que adornan el atrio impío,

miré, según elegante

nos lo describe Virgilio.
80

   Cuál, el deleznable canto

sube por el monte altivo,

cuál en la peña sentado,

hace el descanso, suplicio.

   A cuál, el manjar verdugo,
85

para darle más castigo,

provocándole el deseo,

le burlaba el apetito.

   Cuál, de una ave carnicera

al imperio sometido,
90

inacabable alimento

es de insaciable ministro.

   Las atrevidas hermanas,

en pena del homicidio,

con vano afán intentaban
95

agotar el lago Estigio.

   Otras mil sombras miraba

con exquisitos martirios,

y a mejor librar, señor,

pisaba Campos Elíseos.
100

   Pero según las verdades

que con la fe recibimos,

miraba del purgatorio

el duro asignado sitio.

   De la divina justicia
105

admiraba allí lo activo,

que ella solamente suple

cordel, verdugo y cuchillos.

   Lastimábame el rigor

con que los fieros ministros
110

atormentaban las almas,

duramente vengativos.

   Miraba la proporción

de tormentos exquisitos,

con que se purgan las deudas
115

con orden distributivo.

   Miraba cómo hacer sabe

de las penas lo intensivo,

desmentidoras del tiempo,

juzgar los instantes, siglos.
120

   Y volviendo de mis culpas

a hacer la cuenta conmigo,

hallé que ninguna pena

les sobraba a mis delitos;

   antes bien, para mis culpas,
125

dignas de eterno suplicio,

por temporales pudieran

parecerles paraíso.

   Aquí, sin aliento el alma,

aquí, desmayado el brío,
130

el perdón, que no merezco,

pedí con mentales gritos.

   El Dios de piedad, entonces,

aquel Criador infinito,

cuya voluntad fecunda
135

todo de nada lo hizo,

   concediéndose a los ruegos

y a los piadosos suspiros

o a lo que es más, de su cuerpo

al sagrado sacrificio,
140

   del violento ardiente azote,

alzó piadoso el castigo,

que movió como recuerdo,

y conozco beneficio.

   Y con aquel vital soplo,
145

con aquel aliento vivo,

dio segunda vida a este

casi inanimado limo.

   En efecto, quedo ya

mejor, a vuestro servicio,
150

con más salud que merezco,

más buena que nunca he sido.

   Diréis que porqué os refiero

accidentes tan prolijos

y me pongo a contar males,
155

cuando bienes solicito.

   No voy muy descaminada,

escuchad, señor, os pido,

que en escuchar un informe,

consiste un recto jüicio.
160

   Sabed, que cuando yo estaba

entre aquellos paroxismos

y últimos casi desmayos,

que os tengo ya referido,

   me daba gran desconsuelo
165

ver, que a tan largo camino,

sin todos mis sacramentos,

fuese en años tan crecidos;

   que ya vos sabéis que aquél

que se le sigue al baptismo
170

me falta, con perdón vuestro,

(que me corro de decirlo;)

   porque como a los señores

mejicanos arzobispos

viene tan a espacio el Palio,
175

con tanta prisa pedido,

   viendo que dél carecían

iguales, grandes y chicos,

cada uno trató en la fe

de confirmarse a sí mismo.
180

   Y así, señor, no os enoje,

humildemente os suplico,

me asentéis muy bien la mano;

mirad que lo necesito.

   Sacudidme un bofetón
185

de esos sagrados armiños,

que me resuene en el alma

la gracia de su sonido.

   Dadme por un solo Dios

el sacramento que os pido,
190

y si no queréis por solo,

dádmelo por uno y trino.

   Mirad que es de no tenerlo,

mi sentimiento tan vivo,

que de no estar confirmada,
195

pienso que me desbautizo.

   No os pido que vengáis luego,

(que eso fuera desatino

que con razón mereciera

vuestro enojo y mi castigo,
200

   que bien sé que ocupaciones

de negocios más precisos,

os usurpan del descanso

el más necesario alivio,)

   sino que, pues de elecciones
205

casi está el tiempo cumplido,

entonces, señor, hagáis

dos mandatos de un avío.

   Así, príncipe preclaro,

vuestros méritos altivos
210

adorne gloriosamente

el cayado pontificio.

   Si yo os viera, padre santo,

tener, sacro vice-cristo,

del universal rebaño
215

el soberano dominio,

   diera saltos de contento,

(aunque éste es un regocijo

de maromero, que ha hecho

señal de placer los brincos,)
220

   fuera a veros al instante,

que, aunque encerrada me miro,

con las llaves de san Pedro,

no nos faltara postigo.

   Y así, no penséis, señor,
225

que de estimaros me olvido

las licencias que en mí achaque

concedisteis tan propicio;

   que a tan divinos favores

con mi propria sangre escritos,
230

les doy, grabados en él,

el corazón por archivo.

   Perdonad, que con el gusto

de que os hablo no he advertido

que habréis para otros negocios
235

menester vuestros oídos.

   Y a Dios, que os guarde, señor,

mientras al mismo le pido

que os ponga en el pie una cruz

de las muchas del oficio.
240


Habiendo ya baptizado su hijo, da la enhorabuena de su nacimiento a la señora virreina

   No he querido, Lisi mía,

enviarte la enhorabuena

del hijo que Dios te dio,

hasta que a Dios lo volvieras;

   que en tu religión, señora,
5

aunque tu beldad lo engendra,

no querrás llamarle tuyo,

menos que de Dios lo sea.

   Crédito es de tu piedad,

que naciendo su excelencia
10

legítimo, tú le quieres

llamar hijo de la Iglesia;

   habiendo nacido a luz,

hasta que le amaneciera

la de la gracia, no estimes
15

la de la naturaleza.

   Gócesle en ella mil siglos

con tan cristiana pureza,

que aumente la que recibe

y la adquirida no pierda.
20

   Mires en su proceder

de piedad y de grandeza,

lo que en Alejandro, Olimpias,

lo que en Constantino, Elena.

   Enlace, con puesto heroico,
25

de las armas y las letras,

a los laureles de Marte,

las olivas de Minerva.

   Crezca gloria de su patria

y invidia de las ajenas,
30

y América, con sus partes,

las partes del orbe venza.

   En buena hora al occidente

traiga su prosapia excelsa,

que es Europa estrecha patria
35

a tanta familia regia.

   Levante América ufana

la coronada cabeza,

y el águila mejicana

el imperial vuelo tienda.
40

   Pues ya en su alcázar real

donde yace la grandeza

de gentiles Moctezumas,

nacen católicos Cerdas.

   Crezca ese amor generoso,
45

y en el valor y belleza,

pues de Marte y Venus nace,

a Marte y Venus parezca.

   Belona le dé las armas,

Amor le ofrezca las flechas,
50

ríndale Alcides la clava,

Apolo le dé la ciencia.

   Crezca ese nuevo Alejandro,

viva ese piadoso Eneas,

dure ese mejor Pompilio,
55

campe ese heroico Mecenas.

   Que el haber nacido en julio

no fue acaso, que fue fuerza,

siendo príncipe tan grande,

que naciese Julio César.
60

   Ya imagino que le miro

en la edad pueril primera,

pasarse por la cartilla

hasta que un Catón parezca,

   y ya en la que los romanos,
65

teniéndola por provecta,

a viril toga trocaban

las bulas, y la pretexta.

   Aquí sí que le verán

el valor y la elocuencia,
70

admirando las campanas,

coronando las escuelas.

   Aquí sí que, confundidas,

el mundo verá en su diestra,

a los rasgos de la pluma,
75

de la espada las violencias.

   Aquí sí que han de llamarle

las profesiones opuestas,

por su prudencia, la paz,

y por su valor, la guerra.
80

   Aquí sí que el mejor Julio

de erudición y prudencia,

coronista de sí mismo,

escribirá sus proezas.

   Aquí sí que se ha de ver
85

una maravilla nueva,

de añadir más a lo más,

de que lo máximo crezca.

   Aquí sí que si yo vivo,

aunque esté ya con muletas,
90

piensa mi musa a su fama

añadir plumas y lenguas.

   Y aquí ceso de escribirte,

pues para toda esta arenga

en que viva eternidades
95

el niño, y tú que las veas.


Loa a los años de la reina nuestra señora doña María Luisa de Borbón

Hablan en ella.



ENTENDIMIENTO.
VOLUNTAD.
MEMORIA.
TIEMPO PASADO.
PRESENTE.
FUTURO.

(Cantan dentro.)

COROS DE MÚSICA
Para celebrar los años

de la que en las almas reina

como su imperio más proprio,

sola el alma la celebra.

Y porque a obsequio tan grande
5

dignos personajes vengan,

sin que deslustre su aplauso

del sentido la bajeza,

a sus potencias dice:

¡Salid potencias,
10

que no es para el sentido

tanta belleza!

(Córrese una cortina y aparecen la VOLUNTAD, de reina; el ENTENDIMIENTO como doctor; la MEMORIA, de dama.)

E.
   Ya que en objectos visibles

de metafórica idea

de la interior perfección
15

del alma racional, muestra

queremos dar en los tres,

porque pueda la rudeza

del sentido percebir

las invisibles esencias,
20

y por aquéllos alcance

(con su condición grosera)

y pueda elevarse a amar

las cosas que no penetra,

haciendo, con esta industria,
25

que de un mismo asunto sea

una cosa la que mire

y otra cosa la que entienda;

y pues yo al Entendimiento,

tú a la Voluntad y aquélla
30

representa a la Memoria,

siendo todos una mesma

cosa en el alma, aunque somos

operaciones diversas

(pues todas tres son el alma,
35

y el alma es toda cualquiera,

en que cada parte es todo,

como indivisible esencia),

y pues al Entendimiento

tocan todas las propuestas
40

que después la Voluntad

las admite o las reprueba,

yo quiero empezar.

Sabed,

que la soberana, excelsa,

digna consorte de Carlos
45

que en edad florida...

M.
Espera

que te faltan mis avisos

para ver las congrüencias

que tienes en tus razones,

pues sin la memoria apenas
50

tuviera el entendimiento

para discurrir, materia.

Yo soy el archivo, yo

depósito donde encierra

de sus especies, el alma,
55

los tesoros y riquezas;

y así, infórmate de mí,

para que tú después puedas

persuadir la voluntad

sin que el orden se previerta.
60

Aquesto supuesto, sabe

que la beldad que veneran

más los afectos, deidad,

que los rendimientos, reina,

la que, más que de sus timbres,
65

coronada de sus prendas,

pasó a rosa de Castilla,

siendo flor de lis francesa;

la soberana María

Luisa, mas, ¡ay, que la lengua
70

se arrebata tras el nombre

todas las demás potencias!

Pero bien hice en nombrarla,

pues solamente pudiera

en lo grande de su nombre
75

caber toda su excelencia.

Hoy, al venturoso curso

de su edad florida y tierna,

pone a un círculo de luz

cláusula una primavera.
80

Mira los estrechos lazos

con que las familias regias

de Austria, Borbón y Valois,

tan dulcemente se estrechan,

que Alemania, España y Francia,
85

partes de Europa supremas,

comprehende el círculo dulce

de su amorosa cadena.

Mira las obligaciones

que en mutua correspondencia,
90

por Francia obligan a España,

y a España por Francia empeñan;

y mira...

E.
Basta, no más,

que es muy difusa materia,

y es poco papel el cielo
95

para escribir sus grandezas.

Años sólo es el asunto,

dar años sólo es la empresa;

y así, Voluntad, supuesto

que de nuestra hermosa reina
100

el dichoso natalicio

hemos de aplaudir, quisiera

fueses la primera tú,

pues es razón que prefiera

en los aplausos reales,
105

la reina de las potencias.

Y supuesto que sin ti

no es posible que merezca

lo que acuerda la memoria

ni lo que el discurso piensa,
110

da tú tu consentimiento,

porque yo discurrir pueda

lo demás...

V.
Ya te lo doy,

y no a ciegas como piensas,

porque a belleza que pasa
115

de ser material belleza,

no ha menester para amarla

estar la voluntad ciega,

pues cuanto los ojos más

en contemplarla se emplean,
120

tantas más razones halla

la voluntad de estar presa.

Y así, para que el festejo

empiece, cada potencia

invoque aquella porción
125

del tiempo que pertenezca

a su operación.

M.
A mí

me viene a tocar por fuerza,

el acordar lo pasado,

pues mi operación se emplea
130

siempre en pretéritos casos.

V.
A mí es preciso me quepa

lo presente pues mi acción,

que es amar, dice presencia.

E.
    Según eso, lo futuro
135

saco yo por consecuencia

que me toca, y con razón,

pues el vuelo que me alienta,

no sólo de lo pasado

revuelve cenizas muertas,
140

ni de lo presente sólo

los varios lazos concuerda,

sino que, de lo futuro

en la reservada sonda,

anota las conjeturas,
145

si ignora las evidencias.

V.
   Pues la invocación empiece;

y porque con orden sea,

empiécela la Memoria.

M.
    Tu precepto es mi obediencia.
150

(Canta.)

¡Ah, del tiempo pasado,

protocolo del mundo, en quien el hado,

de sus judicaturas,

conserva las antiguas escripturas!

V.

(Canta.)

¡Ah, del tiempo presente,
155

flexible instante que tan velozmente

pasa, que quien te alaba,

presente empieza y en pasado acaba!

E.

(Canta.)

¡Ah, del tiempo futuro,

muralla excelsa, inexpugnable muro,
160

que aun al ángel negado,

eres al Criador solo reservado!

C. 1.

(Dentro.)

    ¿Quién mi quietud perturba?

M.
   Quien busca en ti los triunfos que sepultas.

C. 2.
   ¿Quién mi placer ofusca?
165

V.
   Quien te pide las glorias que en ti

triunfan.

C. 3.
¿Quién mis términos busca?

E.
   Quien tus misterios penetrar procura.

M.
    Ven a mi voz, para que

las que parecen difuntas
170

glorias se animen al nuevo

esplendor que las ilustra.

C. 1.
   ¿Quién eres, que atrevida me conjuras?

M.
   La Memoria, que siempre fue en tu ayuda.

V.
   Ven a mi voz, para que
175

en permanentes venturas,

la gloria que representas,

no llegue a pasada nunca.

C. 2.
   ¿Quién eres, que me asustas?

V.
   La Voluntad, que en ti sus dichas funda.
180

Ven a mis ecos, y vean

que ha conseguido la industria

hacer parecer presentes

glorias de edades futuras.

C. 3.
   ¿Quién así me apresura?
185

E.
   Entendimiento, que tu bien anuncia.

C. 1, 2 y 3.
¿Y quién sois todas tres?

M., V. y E.
El alma junta

que para dar unos años

a la soberana, augusta,

hermosa Reina a quien hace
190

el ingenio y la hermosura,

reina de los bosques, éste,

y aquélla, de las espumas;

de vuestro fluxible curso

las tres edades, que juntas
195

constituyen una edad,

llama, porque no presuma

el mundo que hay diferencia

del tiempo ni ha habido nunca

que no conozca rendido
200

vasallaje a su hermosura.

M.
Y así la pasada edad,

de sus venerables urnas

saque los pasados regios

esplendores que la ilustran.
205

M. y C.
Que la luz pura

por antigua que sea,

nunca caduca.

V.
La presente, más gloriosa

en que su beldad la ocupa,
210

a sus benignos influjos

dorados siglos produzca.

V. y M.
   Para que nunca

falte a su edad el oro

de la ventura.
215

E.
Y, en la sucesión dichosa

que ya mi afecto le anuncia,

siempre en eternos laureles

la venere, la futura.

E. y M.
Porque absoluta
220

en tres edades reina,

viviendo en una.

(Sale el tiempo PASADO, viejo, con un libro en la mano, por donde está la MEMORIA.)

PASADO. MEMORIA:
   pues a ti sólo te es dado

hacer que sea presente lo pasado,

pues resucitas en tu estimativa
225

de la ya muerta gloria, imagen viva,

guardando en sus mentales caracteres,

las cosas que tener presentes quieres,

ya está aquí a tu mandado,

el volumen del tiempo que ha pasado.
230

(Sale el tiempo PRESENTE, mozo, con un ramillete.)

PRESENTE. VOLUNTAD:
pues tu imperio solamente

se puede ejecutar en lo presente,

pues deshacer no puede lo pasado

ni obrar tampoco en lo que no ha llegado;

en esta vana pompa de las flores,
235

en que se simbolizaron mis verdores,

puedes mandar ufana,

pues te conozco reina soberana.

(Sale el tiempo FUTURO con una brújula y un tintero.)

FUTURO. ENTENDIMIENTO:
   pues tu vuelo osado

pasa de lo presente a lo pasado,
240

y por tus conjeturas, mal seguro,

quieres vaticinar en lo futuro,

ya tienes de este espejo en los reflejos,

de lo futuro los distantes lejos,

donde se ven con brújula, aunque obscura,
245

los casos de tu cuerda conjetura.

E.
    Pues ya estáis juntos los tres,

sólo falta que empecemos

la debida aclamación

de nuestros nobles deseos.
250

M.
   Y pues por su antigüedad

es justo dar el primero

lugar al tiempo pasado

para que empiece el festejo,

él lo podrá comenzar.
255

PASADO.
    Ya, reverente, obedezco.

(Canta.)

   Pues sólo en no haber sido

servirá lo pasado,

yo le ofrezco postrado

hoy a su abril florido,
260

no contarle los años que ha vivido.

PRESENTE.
   Ufana mi obediencia

a sus plantas reales

con afectos leales,

ofrece en mi presencia,
265

la edad de oro, pues lo es con su asistencia.

FUTURO.
    Yo, al tierno cristal puro

de su pie soberano,

llego a ofrecer ufano

a su imperio seguro,
270

la incógnita región de lo futuro.

P., Pr. y F.
   Y el tiempo todo en estos tres cifrado

os ofrece, postrado:

Pr.
lo presente,

F.
futuro,

P.
y lo pasado.

P., Pr, y F.
Porque sus años cuente,
275

F.
lo futuro,

P.
pretérito,

Pr.
y presente.

P.,Pr.yF.
Y en dominio seguro,

Pr.
lo presente,

P.
pretérito,

F.
y futuro.

P.
   Pues para hacer lo pasado

sus perfecciones cabales,
280

con tantas líneas reales

tantas copias ha formado

en que el mundo ha dominado

aun sin llegarse a animar,

no habrá mucho que admirar
285

si al cielo llego a pedir

que su reino, sin vivir,

hoy viva para reinar.

COROS DE MÚSICA.
   ¡Para que haga

ser venturas presentes
290

glorias pasadas!

Pr.
   Yo pido a Dios, que el estado

del tiempo tan permanente

esté, que siendo presente,

nunca llegue a ser pasado,
295

sino que en siglo dorado,

de variedades seguro,

conserve el estado puro

en que reine su beldad,

con que siendo eternidad,
300

no haya que esperar futuro.

COROS DE MÚSICA.
¡Pues en lo eterno,

no hay que esperar que pase

ni venga el tiempo!

F.
    Lo futuro llegue a ver
305

con modo tan singular,

que aunque tenga qué esperar,

nunca tenga qué temer.

Y siempre en un mismo ser

su soberana beldad
310

goce tal perpetuidad

que, viviendo sin medida,

la edad respete a la vida,

y no la vida a la edad.

COROS.
   ¡Y de su vida
315

el tiempo sea medido,

no sea medida!

M.
   Y que, siendo su inflüencia,

de España esperanza y gloria,

siempre tenga la memoria
320

recuerdos en su presencia,

y gozando su asistencia

hermosa, sin apartarse,

tan feliz llegue a mirarse

en gozar su perfección,
325

que quite la posesión

el mérito de acordarse.

COROS.
    ¡Porque es la ausencia,

más que el cristal, verdugo

de la fineza!
330

V.
    Yo, aunque el premio se me impida,

pues cuando estoy más postrada,

pierdo por bien empleada

el mérito de rendida,

como más favorecida
335

pido que la eternidad

en que reine su beldad

se funde en mi captiverio,

pues reina más que en su imperio,

quien reina en la voluntad.
340

COROS.
    ¡Con la ventaja

que al dominio del cuerpo

hace el del alma!

E.
   Yo, que según mi ser, siento

que es mayor dificultad
345

que prender la voluntad

vencer al Entendimiento,

y pues es el vencimiento

mayor de su perfección,

conserve eterna la unión
350

de hermosura y sutileza,

y una, razón de belleza,

belleza de la razón.

COROS.
   ¡Porque se vea

que es dos veces hermosa
355

la que es discreta!

P.
   Viva, para que los dos

mundos la sirvan a un tiempo,

breve círculo a sus sienes,

y globo a sus pies pequeños.
360

COROS.
   ¡Que a su persona,

son los brazos de Carlos

sólo coronas!

Pr.
   Viva, porque la hermosura

y el amor produzca bellos
365

Anteros de mejor Marte,

Cupidos de mejor Venus.

COROS.
    ¡Que poderosos,

por amor más que fuerza,

lo rindan todo!
370

F.
   Viva, porque el orbe todo

en su universal imperio,

si algo resistió a lo fuerte,

lo rinda ahora a lo bello.

COROS.
   ¡Que a la hermosura,
375

es el que más se rinde,

quien mejor triunfa!

M.
   Viva, porque goce España

los gloriosos herederos

del valor y la nobleza,
380

de la beldad y el ingenio.

COROS.
   ¡Para que excedan

a los demás en partes,

como en potencia!

V.
    Viva, porque en paz tranquila,
385

y porque en dulce sosiego,

los castillos y las lises

hagan maridaje eterno.

COROS.
   ¡Pues su hermosura

firma mejores paces
390

que la de Julia!

E.
   Viva, pues, porque feliz

en abril florido y tierno,

nunca tema su beldad

las variedades del tiempo.
395

COROS.
    ¡Para que, eterna,

tenga de edad los siglos

que de belleza!

E.
   Y el católico monarca,

fénix español, que el cielo
400

conserve eternas edades

por columna de su imperio,

galán español, Adonis,

que junta en dulce himeneo,

tanto ardor a tantas luces,
405

tanto sol a tanto cielo,

con la divina Mariana,

a cuyo piadoso celo

le debe el orbe las dichas,

como España los aciertos;
410

¡vivan eternos,

que no es menor mensura

la del deseo!

COROS Y TODOS.
   ¡Vivan eternos,

que no es menor mensura
415

la del deseo!

M.
   Y el invictísimo Cerda,

en cuyo invencible pecho,

viste su celo la real

púrpura del parentesco,
420

con cuyos altos ardores,

con cuyo divino vuelo,

sólo su asistencia puede

satisfacer tanto empeño.

V.
   Y vos, señora, en quien forman
425

belleza y entendimiento,

portentos de la hermosura,

y hermosura de portentos;

perdonad la cortedad

que a vista de vuestro cielo,
430

cuando quiero hallar las voces,

encuentro con los afectos.

COROS.
   ¡Vivid eternos,

que no es menor mensura

la del deseo!
435

P.
    Y vos ínclito senado,

en quien se admiran a un tiempo,

de justicia y de piedad

los dos distantes extremos;

¡vivid eterno,
440

que no es menor mensura

la del deseo!

Pr.
   Vosotras, sacras deidades,

rosas a quien son arqueros,

contra invasiones de amor,
445

las espinas del respecto;

¡vivid eternas,

que no es menor mensura

la del deseo!

F.
   Y la Muy Noble Ciudad,
450

nobleza y plebe, en quien veo

de diferentes mitades

formar la lealtad un cuerpo;

¡vivan eternos,

que no es menor mensura
455

la del deseo!

COROS Y TODOS.
    ¡Vivan eternos,

que no es menor mensura

la del deseo!