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Glosa a San Josef

¿Cuán grande, Josef, seréis,

cuando vivís en el cielo,

si cuando estáis en el suelo

a Dios por menor tenéis?

¿Quién habrá, Josef, que mida
5

la santidad que hay en vos,

si el llamaros padre, Dios,

ha de ser vuestra medida?

¿Qué pluma tan atrevida

en vuestro elogio hallaréis?
10

Pues si lo que merecéis,

el que os quiere definir,

por Dios os ha de medir,

¿cuán grande, Josef, seréis?

Fue tanta la dignidad
15

que en este mundo tuvisteis,

que vos mismo no supisteis

toda vuestra santidad;

porque, acá, vuestra humildad

puso a vuestra virtud velo,
20

porque con tanto recelo

vuestra virtud ignoréis,

y solo la conocéis,

cuando vivís en el cielo.

El Señor os quiso honrar
25

por tan eminente modo,

que aquél que lo manda todo,

de vos se dejó mandar.

Si favor tan singular

mereció acá vuestro celo,
30

no hay por qué tener recelo

de que por padre os tendrá

cuando estáis glorioso allá,

si cuando estáis en el suelo

vos os queréis humillar;
35

mas Dios, con obedecer,

nos quiso dar a entender,

lo que vos queréis negar.

Sois, en perfección, sin par,

y cuanto ocultar queréis
40

lo mucho que merecéis,

porque la naturaleza

conozca vuestra grandeza,

a Dios por menor tenéis.


A lo mismo

Escuchen qué cosa y cosa

tan maravillosa aquésta:

un marido sin mujer,

y una casada, doncella.

Un padre que no ha engendrado
5

a un hijo a quien otro engendra;

un hijo mayor que el padre,

y un casado con pureza.

Un hombre que da alimentos

al mismo que lo alimenta,
10

cría al que lo crió, y al mismo

que lo sustenta, sustenta.

Manda a su proprio señor,

y a su hijo Dios, respecta;

tiene por ama una esclava,
15

y por esposa una reina.

Celos tuvo y confianza,

seguridad y sospechas,

riesgos y seguridades,

necesidad y riquezas.
20

Tuvo, en fin, todas las cosas

que pueden pensarse buenas;

y es, en fin, de María esposo,

y de Dios, padre en la tierra.


A san Pedro

Del descuido de una culpa,

un gallo, Pedro, os avisa,

que aun lo irracional reprehende,

a quien la razón olvida.

¡Qué poco la Providencia
5

de instrumentos necesita,

pues a un apóstol convierte

con lo que un ave predica!

Examen fue vuestra culpa

para vuestra prelacía,
10

que peligra de muy recto

quien de frágil no peligra.

Tímido mueve el impulso

de la mano compasiva

quien en su castigo proprio
15

tiene del dolor noticia.

En las ajenas flaquezas

siempre la vuestra se os pinta,

y el estruendo del que cae,

os recuerda la caída.
20

Así templan vuestros ojos

con la piedad la justicia,

cuando lloran como reos,

lo que como jueces miran.


A la sentencia que contra Cristo dio Pilatos: y aconseja a los jueces que antes de firmar fiscalicen sus proprios motivos

   Firma Pilatos la que juzga ajena

sentencia, y es la suya: ¡Oh caso fuerte!

¿Quién creerá que firmando ajena muerte,

el mismo juez en ella se condena?

   La ambición, de sí tanto le enajena
5

que con el vil temor, ciego, no advierte

que carga sobre sí la infausta suerte

quien al justo sentencia a injusta pena.

   ¡Jueces del mundo, detened la mano!

¡Aún no firméis!, mirad si son violencias
10

las que os pueden mover de odio inhumano.

   Examinad primero las conciencias:

mirad no haga el juez recto y soberano

que en la ajena, firméis vuestras sentencias.


A la muerte del excelentísimo señor duque de Veragua

   ¿Ves, caminante? En esta triste pira

la potencia de Jove está postrada;

aquí Marte rindió la fuerte espada

aquí Apolo rompió la dulce lira;

   aquí Minerva, triste, se retira;
5

y la luz de los astros, eclipsada,

toda está en la ceniza venerada

del excelso Colón que aquí se mira.

   Tanto pudo la fama encarecerlo

y tanto las noticias sublimarlo,
10

que sin haber llegado a conocerlo

   llegó con tanto extremo el reino a amarlo,

que muchos ojos no pudieron verlo,

mas ningunos pudieron no llorarlo.


Al mismo

   Detén el paso, caminante; advierte

que aun esta losa guarda enternecida,

con triunfos de su diestra no vencida,

al capitán más valeroso y fuerte:

   al duque de Veragua, ¡oh triste suerte
5

que nos dio en su noticia esclarecida,

en relación, los bienes de su vida,

y en posesión, los males de su muerte!

   No es muerto el duque, aunque su cuerpo abrace

la losa que piadosa le recibe,
10

pues porque a su vivir el curso enlace,

   aunque el mármol su muerte sobreescribe,

en las piedras verás el Aquí yace,

mas en los corazones, Aquí vive.


Al mismo

   ¡Moriste, duque excelso, en fin moriste,

sol de Veragua claro y refulgente,

que apenas ilustrabas el oriente

cuando en fatal ocaso te pusiste!

   ¡Tú, que por tantas veces te ceñiste
5

el desdén vencedor del sol ardiente,

apareciste exhalación luciente,

llegaste aplauso, ejemplo feneciste!

   Moriste, en fin, pero mostraste, osado,

el valor de tu pecho no vencido,
10

de la propria nación tan venerado,

   de las contrarias armas tan temido;

moriste de improviso, que aun el hado

no osara acometerte prevenido.


que se cantaron en la santa iglesia metropolitana de Méjico, en honor de María santísima, madre de Dios, en su Asunción triunfante, y se imprimieron, año de 1685

Primero nocturno

Villancico I

Coplas

Al tránsito de María,

el cuerpo y alma combaten:

el cuerpo por no dejarla,

y el alma por no apartarse.

No de la unión natural
5

tan estrecho abrazo nace;

que vencen los superiores,

los impulsos naturales.

Tan breve el hermoso cuerpo

espera vivificarse,
10

que repugna la materia

la introducción al cadáver.

Como no tuvo la muerte

razón para ejecutarle,

no la pagó como deuda,
15

y la aceptó como examen.

Que pues ni fïo ni tuvo

delito, no hay ley que mande

que como principal muera

ni como fiadora pague.
20

Murió por imitación,

y para que no se hallase

señal alguna en el hijo

que no tuviese la madre;

y para doblar sus triunfos,
25

que es consecuencia grande

de morir tan generosa,

resucitar tan triunfante.

Estribillo

¡Viva, reine, triunfe y mande,

que quien a morir se atreve
30

y paga lo que no debe,

bien la corona merece

que en sus sienes ennoblece;

y le es dos veces debida,

por suya y por adquirida
35

con una hazaña tan grande!

¡Viva, reine, triunfe y mande!


Villancico II

Pues la Iglesia, señores,

canta a María,

de fuerza ha de cantarle

la letanía.

¡Oigan, óiganla todos con alegría,
5

que es de la Iglesia, aunque parece mía!

Coplas

Uno solo.
De par en par se abre el cielo,

para que entre en él María,

porque a la puerta del cielo

puerta del Cielo reciba.
10

Coro.
Ianua Coeli, Ora pro nobis.

1. El sol, de sus bellos rayos

le da vestidura rica,

y las estrellas coronan

a la Estrella Matutina.
15

Coro.
Stella matutina, Ora pro nobis.

1. Su hermosura copia el cielo

en superficies bruñidas,

sirviendo de espejo claro

al Espejo de Justicia.
20

Coro.
Speculum iustitiae, Ora pro nobis.

1. Todas las gloriosas almas

que tuvo la ley antigua

se le postran, adorando

su naturaleza misma.
25

Coro.
Regina Patriarcharum, Ora pro nobis.

1. También a sus pies postradas

las tres altas jerarquías,

la reconocen Señora

de la Celestial Milicia.
30

Coro.
Regina Angelorum, Ora pro nobis,

1. Cuantos bienaventurados

la eterna mansión habitan

del empíreo, en fin, gozosos,

por su reina la apellidan.
35

Coro.
Regina Sanctorum Omnium, Ora pro nobis.

Villancico III

Estribillo

Esta es justicia, ¡oigan el pregón!,

que manda hacer el rey Nuestro Señor,

en su madre intacta, porque cumplió

su voluntad con toda perfección.

¡Oigan el pregón, oigan el pregón!
5

Coplas

Triunfante señora,

ya que tu asunción

se sube de punto,

quiero alzar la voz.

¡Oigan el pregón!
10

Manda el Rey Supremo

que, porque vivió

María sin culpa,

para sin dolor.

¡Oigan el pregón!
15

Vivió inmaculada;

y así, fue razón,

que muera María

conforme vivió.

¡Oigan el pregón!
20

Mérito es su muerte,

y no obligación:

pues pagó el tributo

que nunca debió.

¡Oigan el pregón!
25

A la misma muerte

con la suya honró,

porque hasta la muerte

goce su favor.

¡Oigan el pregón!
30

Por otro motivo,

que todos, murió:

no de hija de Adán,

de madre de Dios.

¡Oigan el pregón!
35

Por aquellas causas

el Señor mandó,

que goce la gloria,

pues la mereció.

¡Oigan el pregón!
40


Nocturno segundo

Villancico I

Estribillo

Las flores y las estrellas

tuvieron una cuestión.

¡Oh, qué discretas que son!

Unas con voz de centellas,

y otras con gritos de olores;
5

¡óiganlas reñir, señores,

que ya dicen sus querellas!

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
¡Aquí de las flores!

Tropa ¡Aquí de las estrellas,
10

aquí de las flores!

Coplas

Voz 1.
Las estrellas es patente

que María las honró

tanto, que las adornó

con sus ojos y su frente.
15

Luego es claro y evidente

que éstas fueron las más bellas.

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
¿Qué flor en María no fue

de las estrellas agravios,
20

desde el clavel de los labios

a la azucena del pie?

Luego más claro se ve

que éstas fueron las mejores.

Coro 2.
¡Aquí de las flores!
25

Voz 1.
En su vida milagrosa

la inmaculada doncella

fue intacta como la estrella,

no frágil como la rosa.

Luego es presunción ociosa
30

querer preceder aquéllas.

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
Su fragancia peregrina,

más propria la simboliza

la rosa que aromatiza,
35

que la estrella que ilumina.

Luego a ser rosa se inclina

mejor que a dar resplandores.

Coro 2.
¡Aquí de las flores!

Voz 1.
Por lo más digno eligió
40

de lo que se coronó,

y es su corona centellas.

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
Lo más hermoso y lucido

es su ropaje florido,
45

y lo componen colores.

Coro 2.
¡Aquí de las flores!

Voz 1.
Estrellas sube a pisar,

y en ellas quiere reinar,

coronándolas sus huellas.
50

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
Entre flores adquirió

esa gloria que alcanzó;

luego éstas son superiores.

Coro 2.
¡Aquí de las flores!
55

Voz 1.
¡Fulmínense las centellas!

Coro 1.
¡Aquí de las estrellas!

Voz 2.
¡Dispárense los ardores!

Coro 2.
¡Aquí de las flores!

Voz 1.
¡Aquí, aquí de las querellas!
60

Voz 2.
¡Aquí, aquí de los clamores!

Voz 1.
¡Batalla contra las flores!

Voz 2.
¡Guerra contra las estrellas!

Coro 1.
¡Batalla contra las flores!

Coro 2.
¡Guerra contra las estrellas!
65

Villancico II

A la que triunfante

bella emperatriz,

huella de los aires

la región feliz;

a la que ilumina
5

su vago confín,

de arreboles de oro,

nácar y carmín;

a cuyo pie hermoso

espera servir
10

el trono estrellado

en campo turquí;

a la que confiesa

cien mil veces mil,

por señora el ángel,
15

reina el serafín;

cuyo pelo airoso

desprende sutil,

en garzotas de oro,

banderas de Ofir,
20

proceloso y crespo

se atreve a invadir,

con golfos de Tíbar,

reinos de marfil;

de quien aprendió
25

el sol a lucir,

la estrella a brillar,

la aurora a reír;

cantemos la gala,

diciendo al subir:
30

¡pues vivió sin mancha,

que viva sin fin!

Estribillo

Y pidamos a una voz,

que ampare al pobre redil,

pues aunque no hay más que ver,
35

siempre queda qué pedir.

Villancico III

Coplas

A las excelsas imperiales plantas

de la triunfante poderosa reina

que corona de estrellas sus dos sienes

y sus dos pies coronan las estrellas;

a la que de laureles adornada
5

y tremolando victoriosas señas,

caudal águila vuela a las alturas,

fragrante vara sube a las esferas;

a la que en giros rápidos de luces,

si del que la hospedó valle se ausenta,
10

cuanto con la presencia más se aparta,

tanto con la piedad en él se queda;

a la que se abatió hasta ser esclava

por merecer el título de reina,

zanjando en los cimientos de humildades
15

los edificios de mayor alteza;

a aquélla que, aunque se confiesa esclava,

se excluye de la culpa, pues expresa

el soberano dueño a quien se humilla,

porque sólo de Dios serlo pudiera:
20

celebremos alegres, pues hoy logra

del Aquilón en la mansión suprema,

gozar por su humildad el trono impíreo

que pretendió Luzbel con su soberbia.

Estribillo

Y cantemos humildes
25

con voces tiernas,

que ir la reina hermosa,

Voz.
a la gloria eterna,

Tropa.
¡sea norabuena!

Voz.
El gozar triunfante
30

la silla suprema,

Tropa.
¡norabuena sea!

Voz.
Pues en la que sube

lo ha de ser por fuerza,

Tropa.
¡sea norabuena!
35

¡Norabuena sea!


Nocturno III

Villancico I

Cabeza

Fue la asunción de María

de tan general contento,

que uno con otro elemento

la festejan a porfía.

Y haciendo dulce armonía,
5

el agua a la tierra enlaza,

el aire a la mar abraza,

y el fuego circunda el viento.

¡Ay, qué contento,

que sube al cielo María!
10

¡Ay, qué alegría,

ay, qué contento,

ay, qué alegría!

Coplas

Entre dos, y responde la tropa.

1.
En dulce desasosiego,

por salva a sus pies reales,
15

dispara el agua cristales,

y tira bombas el fuego;

caja hace la tierra, y luego

forma clarines el viento.

Tropa.
¡Ay, qué contento!
20

2.
Al subir la reina hermosa,

cubierta de grana fina,

descuella la clavellina,

y rompe el botón la rosa;

la azucena melindrosa
25

da al aire el ámbar que cría.

Tropa.
¡Ay, qué alegría!

1.
Las aves con picos de oro

saludan mejor aurora,

y una y otra voz sonora
30

sale de uno y otro coro,

cuyo acento no es, sonoro,

de humano imitado acento.

Tropa.
¡Ay, qué contento!

2.
Pues, ¿cómo serán aquellas
35

fiestas donde asisten graves

ángeles en lugar de aves,

y en vez de rosas, estrellas,

a quien sus hermosas huellas

han de pisar este día?
40

Tropa.
¡Ay, qué alegría!

1.
Que nuestra naturaleza

al solio de más grandeza

sube sobre el firmamento.

Tropa.
¡Ay, qué contento!
45

2.
Que por gracia y hermosura

pueda una pura criatura

gozar tanta monarquía.

Tropa.
¡Ay, qué alegría!

1.
Gócela siglos sin cuento.
50

Tropa.
¡Ay, qué contento!

2.
Pues la mereció María.

Tropa.
¡Ay, qué alegría!

¡Ay, qué alegría!

¡Ay, qué contento!
55

Villancico II

Ensalada

En tono de jácara la Introducción a dos voces.

Voz 1.
Yo perdí el papel, señores,

que a estudiar me dio el maestro

de esta fiesta, porque yo

siempre la música pierdo.

Voz 2.
Pues no os dé ningún cuidado,
5

que otras cosas cantaremos,

que el punto propio es cantar,

aunque no es el punto mesmo.

Voz 1.
Pues, ¿qué podemos decir?

Voz 2.
Lo que dictare el celebro,
10

cualquier cosa, y Dios delante,

pues delante le tenemos.

Y haremos una ensalada

de algunos picados versos,

más salada que una hueva
15

y más fresca que el ivierno.

Voz 1.
Vaya pues, y empiece usted.

Voz 2.
En nombre de Dios comienzo.

Érase aquel valentón

que a Malco cortó en el huerto
20

la oreja.

Voz 1.
¡Cuerpo de tal!

¿Ahora sale con san Pedro,

que es día de la Asunción?

Voz 2.
¿Pues qué viene a importar eso?
25

Al tránsito de la Virgen,

donde todos concurrieron

los apóstoles, ¿no estuvo

entre todos asistiendo

más presente que un regalo?
30

¿Pues qué importa que cantemos:

Érase san Pedro, cuando

la Virgen se subió al cielo?

Voz 1.
Nada importa; pero yo

quiero cantar, si me acuerdo,
35

una letrilla en latín,

y que vendrá bien sospecho,

por un tono del Retiro,

con que vendrá a ser acierto,

pues se retira María,
40

que del retiro cantemos.

Voz 2.
Vaya pues, y no sea largo.

Voz 1.
No soy liberal de versos.

Coplas

¡O Domina Speciosa,

O Virgo praedicanda,
45

O Mater veneranda,

O Genitrix gloriosa,

O Dominatrix orbis generosa!

Maerorem abstulisti

Mundi, quem honorasti;
50

Aspidem superasti;

Genitorem genuisti;

Ideoque omnium Regina dicta fuisti.

Monilibus ornata

Regia cum maiestate,
55

Et mira varietate

Virtutum coronata,

Super omnes es coelos exaltata.

Supplices te exoramus,

Ut preces nostras audias;
60

Miserrimos que exaudias,

Te Domina rogamus;

Et ad Matrem mitissimam clamamus.

Prosigue la Introducción

Voz.
Bueno está el latín, mas yo

de la ensalada, os prometo,
65

que lo que es deste bocado,

lo que soy yo, ayuno quedo.

Y para darme un hartazgo,

como un negro camotero

quiero cantar, que al fin es
70

cosa que gusto y entiendo;

pero me han de ayudar todos.

Tropa.
Todos os lo prometemos.

Voz.
Pues la mano de Dios,

y transfórmome en guineo.
75

Negro.
¡Oh santa María,

que a Dioso parió,

sin haber comadre,

ni tené doló!

¡Roro, roro, ro,
80

roro, roro, ro!

¡Qué cuaja, qué cuaja,

qué cuaja te doy!

Espela, aún no suba,

que tu negro Antón
85

te guarra cuajala

branca como sol.

Roro, etc.

Garvanza salara

tostada ri doy,
90

que compló Cristina

máse de un tostón.

Roro, etc.

Camotita linda,

fresca requesón,
95

que a tus manos beya

parece el coló.

Roto, etc.

Mas ya que te va,

ruégale a mi Dios,
100

que nos saque lible

de aquesta plisión.

Roto, etc.

Y que aquí vivamo

con tu bendició,
105

hasta que Dioso quiera

que vamos con Dios.

¡Roro, roro, ro,

roro, roro, ro!

¡Qué cuaja, qué cuaja,
110

qué cuaja te doy!

Prosigue la Introducción

Voz.
Pues que todos han cantado,

yo de campiña me cierro,

que es decir, que de Vizcaya

me revisto; dicho y hecho.
115

Nadie el vascuence mormure,

que juras a Dios eterno

que aquesta es la misma lengua

cortada de mis abuelos.

Vizcaíno Señora andre María,
120

¿por qué a los cielos te vas

y en tu casa Aranzazu

no quieres estar?

¡Ay, que se va galdunai,

nere bici guzico galdunai!
125

Juras a Dios, Virgen pura,

de aquí no te has de apartar;

que convenga, no convenga,

has de quedar.

¡Galdunai, ay, que se va,
130

nere bici guzico, galdunai!

Aquí en Vizcaya te quedas:

no te vas, nere bïoza;

y si te vas, vamos todos,

¡ba goaz!
135

¡Galdunai, ay, que se va,

nere bici guzico galdunai!

Guatzen, Galanta, contigo;

Güatzen, nere lastana:

que al cielo toda Vizcaya
140

has de entrar.

¡Galdunai, ay, que se va,

nere bici guzico galdunai!


que se cantaron en los maitines del gloriosísimo padre san Pedro Nolasco, fundador de la Sagrada Familia de Redentores del Orden de Nuestra Señora de la Merced, día 31 de enero de 1677 años, en que se imprimieron

Dedicatoria

En fe de sentencia tal

por punto de ley, ajusto

que la imagen siempre es justo

se vuelva a su original.

Que ella es de un César señal
5

conozco, si atiendo al cúya;

mas, supuesto que sea suya

por lo que en ésta diviso,

otro hay a quien es preciso,

que César, de Dios se arguya.
10

   De este César, hoy mi voz,

publica, el sello a la luz,

del ser señal de la cruz,

con que es señal que es de Dios.

Para en uno son los dos,
15

¡Oh Julia César Augusta!

Nuestra atención muy bien gusta

si hoy a vos la imagen vuestra

consagra: que es gloria nuestra

a vueltas de ser tan justa.
20

Primero nocturno

Estribillo

En la mansión inmortal

donde no habita la pena,

que es toda de gloria llena,

Jerusalén celestial,

ya libres de todo mal
5

los espíritus gloriosos,

todos celebran gozosos

de Pedro el triunfo feliz

que unió la francesa lis

a las barras de Aragón;
10

entre tan santo escuadrón,

él muestra más bizarría,

por ser hijo de María.

Coplas

Aunque cualquier santo puede

ser de María hijo amado,
15

en título tan honrado

a todos Nolasco excede:

pues a él se le concede

hacer lo que Cristo hacía

por ser hijo de María.
20

   La reina de la belleza

a los dos da vestidura:

a uno de su carne pura,

y al otro de su pureza;

Pedro goza tal grandeza
25

en que a Cristo parecía,

por ser hijo de María.

Casi con igual estima

a los dos hijos mandó:

si uno las almas sanó,
30

otro los cuerpos redima,

porque al cristiano no oprima

del moro la tiranía,

por ser hijo de María.

Y si a Cristo en su Pasión
35

ángeles acompañaron

y su sangre veneraron,

precio de la Redención,

a Pedro en otra ocasión

limpiaron la que vertía,
40

por ser hijo de María.

Ambos de su Redención

vincularon los portentos,

el uno en sus sacramentos,

y el otro en su religión:
45

porque en eterno padrón

se conserve obra tan pía,

por ser hijo de María.

Quiso al nacer Dios morir;

pues, donde está tal Señor
50

no luce otro redentor:

de donde llego a inferir

que sólo quiso vivir

mientras redimir podía,

por ser hijo de María.
55

   Y si el cuerpo no se halló

de Cristo, y los que buscaron

cándidas guardas hallaron,

también el de éste faltó:

y sólo por él quedó
60

su cándida compañía,

por ser hijo de María.

Otro

Estribillo

¡Ah de las mazmorras, cautivos presos!

¡Atended a mis voces, oíd mis ecos:

que unas nuevas os traigo tan portentosas,

que os han de causar gusto siendo penosas,

pues en la muerte de Nolasco santo,
5

brota la pena gloria, y risa el llanto!

Coplas

¡Ah de las mazmorras!

Tened atención,

atended, cautivos,

las nuevas que os doy.
10

Escuchad mi llanto,

a falta de voz,

que también por señas

se explica el dolor.

Sabed que ya es muerto
15

Pedro el redentor,

¿cómo muere quien

vida a tantos dio?

No esperéis consuelo,

pues él os faltó,
20

y acabó en su vida

vuestra redención.

De vuestras cadenas

ya sin remisión

es candado eterno
25

cualquiera eslabón.

¿A dónde hallaréis

tan noble pastor,

que por cada oveja

su vida arresgó,
30

y quedando expuesto

al fiero rigor,

dio su libertad

por vuestra prisión?

Llorad, y deshechos
35

en líquido humor,

busque por los ojos

puerta el corazón.

Pero, ¿qué delirio

así me llevó,
40

y arrebató el alma

tras la compasión?

No lloréis, cautivos,

porque no es razón

llorar que esté libre
45

quien os libertó.

Cristo a ejercitar

su oficio nació,

que tal es la falta,

que la suple un Dios.
50

Siempre os será Pedro

con igual amor,

redentor aquí,

y allá intercesor.

Otro

Estribillo

¡Aguija, aguija, caminante aprisa,

que es corto el tiempo y larga la carrera,

aguija, corre, corre, alija la carga,

que el sol se pone y la carrera es larga!

Coplas

Nolasco, aquel caminante
5

que en la carrera del siglo

supo caminar al cielo

sin dilatar el camino;

el que por ir más ligero,

sin la carga de los vicios,
10

no sólo de bienes, pero

se descargó de sí mismo;

dejó su patria y riquezas,

dejó su noble apellido,

y si el ser dejar pudiera,
15

pienso que no hubiera sido;

camina por un atajo,

que aunque es trabajo seguirlo,

más quiere atajos con riesgo

que rodeos sin peligro.
20

Sobre sus obras camina,

que con celestial destino

son las más veloces postas

para llegar al impíreo.

La fatiga del vïaje
25

le hace dulce el ejercicio,

que no siente andar quien tiene

el pie siempre en el estribo.

Para sustentarse lleva

en el pecho el peregrino
30

porque nada le embarace,

el Vïático escondido.

Ya del eterno descanso

llega al apacible sitio

y de sus largas fatigas
35

goza el premio merecido.

Segundo nocturno

Estribillo

¡Ay, cómo gime! Mas, ¡ay, cómo suena

el cisne, que en dulcísimas endechas

suenan epitalamios, y son exequias!

Coplas

Aquel cisne de María,

que vistió en la toga tersa
5

la más cándida señal

de su virginal pureza,

el escudo de sus armas,

la cifra de sus empresas,

archivo de sus favores,
10

y de su honor la defensa;

cuya voz mejor que Orfeo,

con dulcísimas cadencias

de tantos tristes cautivos

rompió las fuertes cadenas;
15

el que en las corrientes puras

por conservar su limpieza

de las fuentes de la gracia

tuvo morada perpetua:

hoy conociendo su fin,
20

en dulces cláusulas tiernas,

la mortal vida despide

para pasar a la eterna,

y aunque se conoce limpio,

a la Majestad Suprema,
25

sobre el candor de la nieve

le pide que le enblanquezca.

Otro

Estribillo

Escuchen a mi musa,

que está de gorja,

y se quiere este rato

mostrar burlona.

No pierdan esta ocasión,
5

porque será compasión

si me dejan de escuchar:

andar, andar.

Vaya Satanás a redro,

que pues mis victorias medro
10

y ninguno se me enoja,

diré lo que se me antoja,

porque se me antoja Pedro.

Coplas

De Pedro he de discurrir

los milagros esta vez,
15

y el mayor milagro es

que yo lo quiera decir.

Cuéntannos que a luz salió

para acabar nuestras penas

el día de las cadenas,
20

porque a quitarlas nació;

porque en su ardiente fervor

la Iglesia en triunfo doblado

goce un Pedro encadenado,

y un desencadenador.
25

Mas, ¿quién por esto le alaba,

ni quiere ofrecerle palmas,

si cautivaba mil almas

por un cuerpo que libraba?

Venderse por varios modos,
30

por rescatar, intentó,

pero nadie lo compró,

porque lo conocen todos.

Con su limosna pesado,

sin perdonar a ninguno,
35

a todos por importuno

sacó el alma de pecado.

De sentir el modo es vario,

pues al mirar su fervor,

todos dicen que es pastor,
40

pero yo, que es mercenario.

Con sus compañeros franco,

cuando algunos recibía,

mil cosas les prometía

para dejarlos en blanco.
45

De la pobreza tal sed

tuvo, con tal eficacia,

que siempre vivió de gracia,

y se enterró de merced.

Otro

Jácara

Estribillo

¡Escuchen, cómo, a quién digo,

que va de jacarandana!

A los valientes convido,

oigan, oigan, vaya, vaya,

que a quien de Pedro sus hazañas cuenta,
5

la atención no es gracia, sino deuda.

Coplas

Oigan, atiendan, que canto

las hazañas portentosas

de aquel asombro de Marte,

del espanto de Belona,
10

del imitador de Cristo,

predicador de sus glorias,

del cuchillo del hereje,

del espanto de Mahoma.

Nolasco digo, el valiente,
15

el de la vida penosa,

quebrantador de prisiones,

despoblador de mazmorras.

Aquel valiente francés,

asombro de Barcelona,
20

que hizo temblar sus montañas

más que el bravo Serralonga;

bandolero que en poblado,

robando las almas todas,

a cenar con Jesucristo,
25

despachó muchas personas;

el que desnudando a todos

con una maña famosa,

dejó la nobleza y plebe

a pedir misericordia;
30

el que sin tener caudal,

todos los bienes le sobran,

porque la merced de Dios

no le falta a todas horas;

el que en honor de María,
35

si desenvaina la hoja

por defender su pureza,

ni con su sangre se ahorra.

El que alistó en su bandera

tanta inmensidad de tropas,
40

que haciéndole fuerza al cielo,

arrebataron la gloria;

el que por librar amigos,

con condición generosa

trujo la vida vendida
45

sin más ayuda de costa;

el que, privado del rey,

trujo por insignia honrosa

en campo rojo esmaltadas

cinco barras vencedoras;
50

el que con todo su brío

sufrió lo que nadie ignora,

pues dándole un bofetón,

no osó desplegar la boca.

Mas como los de su trato
55

nunca de otros fines gozan,

después de tantas andanzas,

murió pidiendo limosna.

Tercero nocturno

Estribillo

¡Vengan a ver un lucero

en el redentor segundo,

que ha ejercitado en el mundo

el oficio del primero!

¡Vengan a ver un esmero
5

de la gracia, y sus primores!

¡Corred aprisa, pastores,

veréis que tiene en su celo

otro redentor el suelo,

que sin que el título asombre,
10

da en la tierra paz al hombre,

y gloria a Dios en el cielo.

Coplas

Porque en Nolasco se crea

cuánto a Jesucristo aplace

que su retrato se vea,
15

en la Galia Pedro nace,

como Cristo en Galilea.

Aun antes de discurrir

limosnas empezó a hacer,

porque podamos decir
20

que acabado de nacer

ya empezaba a redimir.

Pero ya en panal se toca

misterio más soberano,

que a admirarse más provoca,
25

pues tuvo Pedro en la mano

lo que la esposa en la boca.

Dar la sangre deseaba

con tan ardiente afición,

que la que no derramaba,
30

del deseo de pasión

como Cristo, la sudaba.

El juicio más discursivo

no ponderará el fervor

del santo, pues, compasivo,
35

cautivaba un redentor

por rescatar un cautivo.

La ocupación más subida

de Cristo quiso imitar,

que en batalla tan temida,
40

¿qué pudo Pedro esperar

donde aun Dios perdió la vida?

Los enfermos visitaba

con santo desinterés,

y su remedio buscaba,
45

que como era buen francés,

del mal francés los curaba.

En él, de Pedro y su fe

todas las señales hubo

y hasta el gallo en él se ve,
50

porque si el otro lo tuvo,

éste de nación lo fue.

Con caritativo ardor

de amores se consumía

del martirio y su rigor,
55

porque el santo más quería

ser mártir que confesor.

Y en fin, de Cristo imitó

todos los pasos, así

que en su paciencia se vio
60

que, cuando todos por sí,

él por todos padeció.

¡Vengan a ver un lucero, etc.!


Villancico de la ensaladilla

A los plausibles festejos

que a su fundador Nolasco

la redentora familia

publica en justos aplausos,

un negro que entró en la iglesia,
5

de su grandeza admirado,

por regocijar la fiesta

cantó al son de un calabazo.

Porto-Rico. Estribillo

¡Tumba, la, la, la, tumba, la, le, le,

que donde ya Pilico, escraba no quede!
10

¡Tumba, tumba, la, le, le, tumba, la, la, la,

que donde ya Pilico, no quede esclava!

Coplas

Hoy dici que en las Melcede

estos Parre Mercenaria

hace una fiesa a su palre,
15

¿qué fiesa?, ¡como su cala!

Eya dici que redimi,

cosa palece encantala,

poro que yo la oblaje vivo,

y las Parre no mi saca.
20

La otra noche con mi conga

turo sin durmí pensaba,

que no quiele gente plieta,

como eya so gente branca.

Sola saca la pañole,
25

pues, Dioso, ¡mila la trampa,

que aunque neglo, gente somo,

aunque nos dici cabaya!

Mas, ¿qué digo, Dioso mío?

Los demoño, que me engaña
30

pala que esé mulmulando

a esa Redentola santa.

El santo me lo perrone,

que so una malo hablala,

que aunque padezca la cuepo,
35

en ese libla las alma.

Tumba, la, le, le, etc.

Prosigue la Ensaladilla

Siguióse un estudiantón,

de bachiller afectado,

que escogiera antes ser mudo
40

que parlar en castellano.

Y así, brotando latín

y de docto reventando,

a un barbado que encontró

disparó estos latinajos:
45

Diálogo

Estudiante.
Hodie Nolascus divinus

in Coelis est collocatus.

Hombre.
Yo no tengo asco del vino,

que antes muero por tragarlo.

Estudiante.
Uno mortuo Redemptore,
50

Alter est redemptor natus.

Hombre.
Yo natas buenas bien como

mas no he visto buenos natos.

Estudiante.
Omnibus fuit Salvatoris

ista perfectior imago.
55

Hombre.
Mago no soy, voto a tal,

que en mi vida lo he estudiado.

Estudiante.
Amice, tace nam ego

non utor sermone hispano.

Hombre.
¿Que te aniegas en sermones?
60

Pues no vengas a escucharlos.

Estudiante.
Nescio quid nunc mihi dicis

ne quid vis dicere capio.

Hombre.
Necio será él y su alma,

que yo soy un hombre honrado.
65

Prosigue la Introducción

Púsolos en paz un indio,

que cayendo y levantando,

tomaba con la cabeza

la medida de los pasos;

el cual en una guitarra
70

con ecos desentonados,

cantó un tocotín mestizo

de español y mejicano.

Tocotín

Los Padres bendito

tiene o Redentor,
75

amo nic neltoca

quimati no Dios.

Solo Dios Piltzintli

del cielo bajó,

y nuestro tlatlacol
80

nos lo perdonó.

Pero estos teopixqui

dice en so sermón,

que este san Nolasco

Miechtincompró.
85

Yo al santo lo tengo

mucha devoción

y de Sempual xuchil

un xuchil le doy.

Yéhualt so persona
90

dis que se quedó

con los perro moro

ipamce ocasión.

Mati Dios, si allí

lo estoviera yo,
95

censontle matara

con un mojicón.

Y nadie lo piense

lo hablo sin razón,

cani panadero,
100

de mocha opinión.

Huel ni machlcahuac,

no soy hablador,

no teco qui mati,

que soy valentón.
105

Se no compañero

lo desafió,

y con se poñete

allí se cayó.

También un topil
110

del gobernador,

caipampa tributo

prenderme mandó.

Mas yo con un cuahuil

un palo lo dio,
115

ipam i sonteco

no se si morió.

Y quiero comprar

un san redentor,

yuhqui el del altar
120

con so bendición.