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1

La escritora, en una entrevista de Alejandro Margulis ha afirmado: «mi apuesta literaria en general requiere de una lectura alerta. Porque justamente la única o una de las grandes razones de ser de la literatura es [...] enseñarte no sería la palabra... obligarte a estar despierto constantemente. Las novelas que adormecen o distraen no pertenecen a la literatura.» («Escribir es atravesar lo desconocido y tratar de mirar del otro lado», en http://www.luisavalenzuela.com, p. 2 de 4).

 

2

A propósito, la autora ha dicho que «...los valores connotativos que son los que le dan sabor a las palabras se hacen muy distintos al fluir de la boca o la pluma ya sea del hombre o de la mujer. Cosa que no debería asombrarnos, puesto que no sólo las respectivas posiciones frente al mundo son distintas, sino sobre todo las prohibiciones y los tabúes.» En Gwendolyn Díaz, «Entrevista con Luisa Valenzuela. Emory University, Atlanta, 1994» La palabra en vilo: narrativa de Luisa Valenzuela, G. Díaz, M.I, Lagos, comps. (Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 1996), p. 28.

 

3

Ibidem, p. 46.

 

4

De esto habla Willy Muñoz que analiza los textos de Valenzuela desde una perspectiva bachtiniana, en «Luisa Valenzuela y la subversión normativa en los cuentos de hadas: "Si esto es la vida, yo soy Caperucita Roja"» en Ibidem, nota 7.

 

5

Luisa Valenzuela, Donde viven las águilas (Buenos Aires: Celtia, 1983), (Las citas en el texto siguen esta edición). El volumen está constituido por 16 cuentos escritos durante un período de muchos viajes. Entre ellos hay algunos definidos por la autora como «metafísicos o espirituales» en los que ella, dejándose llevar por las sorpresas del lenguaje descubre que ese camino «desviado» es, asimismo, una búsqueda del entendimiento. Valenzuela ensambla esta colección con el intento, en parte, de «cazar vivos» una serie de mitos y símbolos. Muchos de estos relatos tienen un referente espacial concreto; son lugares en los que parece que nada sucede aunque muchas cosas pasen a un nivel más profundo. «Para alcanzar el conocimiento» es el lago Titicaca y sugiere la cuestión de los uros que viven en totoras amarillas; «Donde viven las águilas» sucede en Huatla, en la alta montaña de Oaxaca en México, en la Sierra Mazateca. «Crónicas de Pueblorrojo,» en cambio, fue inspirado por una fotografía de un lugar del cañón de Chele: un pueblo abandonado por los indios; «El fontanero azul» transcurre en Tepoztlán, un pueblo donde Valenzuela tuvo una casa (en María C. Grana, «"Tomar una palabra por la cola": entrevista con Luisa Valenzuela,» Revista Quimera, próxima publicación). En realidad hay también una serie de cuentos cáusticos, urbanos, no menos metafóricos, «pero en los que la realidad pega duro.» («Luisa Valenzuela: el orden de lo simbólico,» La Nación, 8 de mayo de 1993, sin firma). Después de la serie bastante idílica de los cuentos «metafísicos», empieza la represión en Argentina y por eso LV escribe, por ejemplo, «Historia de papito» o «Los censores». Sharon Magnarelli se ha ocupado en el cap. 7 de su libro Reflections/Refractions. Reading Luisa Valenzuela (New York: Peter Lang, 1988) de Donde viven las águilas y lo mismo hace Z. Nelly Martínez en «Luisa Valenzuela's Where the Eagles Dwell: From the Fragmentation to Holism,» The Review of Contemporary Fiction, Vol. 6, n° 3,1986: pp. 109-15.

 

6

Respecto del «lado animal» de lo femenino, recuerdo que Adriana Cavarero, leyendo Myth de Muriel Rukeyser reflexiona sobre las respuestas que debe dar Edipo a la Esfinge, y observa que cuando aquél responde, finalmente: «el hombre», relega a una posición de objeto a la mujer. Lo curioso es que frente a Edipo se encuentra la Esfinge la cual, no obstante su monstruosidad, es una criatura femenina y resume, por lo tanto, el aspecto «tremendo dell'animalità che l'uomo vede nel feminile.» Cavarero señala que «nella lunga vicenda filosofica che Edipo inaugura, la donna sta notoriamente nella posizione dell'oggetto, ossia è pensata, rappresentata, definita dal punto di vista dell'uomo. In quanto donna dell'Uomo e per l'Uomo differente da lui poichè egli è il paradigma del genere umano, la donna, pur essendo un nome generale, non è mai universale. Consiste, piuttosto in una serie di immagini che rappresentano, di volta in volta e a seconda delle circostanze, cosa dev'essere una donna nell'economia del desiderio maschile.» Tu che mi guardi, tu che mi racconti. Filosofia della narrazione (Milano: Feltrinelli, 1997), p. 69.

 

7

«Me encanta observar los reflejos, encontrar lecturas superpuestas y contradictorias, por transparencia.», Bilbija, «"Yo soy trampa."», cit., p. 4 di 9.

 

8

Sigmund Freud, «Lo ominoso», Obras completas. Vol. XVII: De la historia de una neurosis infantil y otras obras (1917-1919) (Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1988), pp. 219-251.

 

9

«La secreta memoria del olvido. Entrevista de Luisa Valenzuela», La Nación, 6 enero 1985,4º sección: p. 2.

 

10

Cf. de Silvana Borutti, «La spettralitá della casa», Definiré il fantástico, G. Rimondi, comp., Nuova Prosa, (Milano: Greco e Greco editori, 2002), p. 137.