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José Protacio Rizal Mercado (1861-1896): Notas Biográficas (I)

Vasco Caini





Nacido en Calamba, Laguna, el 19 de junio de 1861, ajusticiado en Manila el 30 de diciembre de 1896, fue patriota, médico, oculista, naturalista, literato, poeta lírico, políglota, pedagogo, escultor, agricultor. Su vida y sus obras estuvieron inspiradas por el movimiento nacionalista filipino.

Es difícil describir su breve vida con precisión no sólo por la multiplicidad de sus actividades y de los lugares, sino también por la autocensura que familiares y amigos se debieron imponer, destruyendo cualquier documento que le incumbiera para evitar problemas con la policía española. Genio precoz y multiforme, alternó con excelencia diversos campos de la literatura, del arte, de la ciencia y de la técnica. Baste recordar que hablaba veinte lenguas y dialectos y conocía una decena más. A los ocho años compuso en verso una comedia que fue adquirida por un alcalde para su representación en las fiestas locales.

Era hijo de un rico agricultor y cultivador de caña de azúcar de la isla de Luzon, de ascendencia chino-filipina, Francisco Rizal Mercado. Su madre, Teodora Alonso Realonda, una de las mujeres más cultas de las Filipinas de su tiempo, ejerció una gran influencia en su desarrollo intelectual. Después de haber asistido al Ateneo de Manila, diplomándose en Agraria, y a la Universidad Santo Tomás en Manila, donde estudió Letras, Filosofía y Medicina, en 1882 se trasladó a Europa para estudiar Medicina y Artes liberales en Madrid. Se licenció en tres años en Medicina y en Filosofía y Letras. Alumno brillante, se convirtió rápidamente en líder de la pequeña comunidad de estudiantes filipinos en España y se dedicó con pasión a la reforma del dominio español en su país. De cultura occidental, consciente del atraso científico y cultural de su nación, nunca propugnó la independencia plena de las Filipinas y mucho menos con medios violentos. Los principales enemigos de las reformas, a sus ojos, no era España, que estaba atravesando una profunda revolución de corte liberal, sino los frailes franciscanos, agustinos y dominicos que mantenían la nación filipina en una situación de parálisis cultural, económica y política.

Rizal continuó con sus estudios médicos en París y en Heidelberg, especializándose como oculista. En 1887 escribió su primera novela, Noli me tangere, una apasionada exposición de los crímenes de la dominación frailuna, comparable, en sus consecuencias, a la denuncia de la opresión de los negros en los Estados Unidos de La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stove. La continuación de la primera novela, El filibusterismo (La revolución), de 1891, confirmó su reputación de líder del movimiento reformista de las Filipinas. En 1890 amplió y anotó, con investigaciones históricas efectuadas en el British Museum de Londres, una edición de la obra de Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas, que mostraba que los nativos de las Filipinas habían tenido una larga historia antes de la llegada de los españoles. Se convirtió en el jefe del Movimiento de propaganda, contribuyendo con numerosos artículos para su periódico, La solidaridad, publicado en Barcelona. El programa político de Rizal, tal y como se exponía en las columnas del periódico, incluía: integración de las Filipinas como provincia de España, representación en el parlamento español, sustitución de los frailes españoles por sacerdotes filipinos, libertad de asamblea y de expresión, igualdad de los filipinos y de los españoles ante la ley.

En contra del consejo de sus padres y de sus amigos, regresó a Filipinas en 1892. Cuando difundió en Manila una asociación de reforma no violenta, La liga filipina, que había sido fundada en Hong Kong, los españoles lo arrestaron y lo exiliaron en Dapitan, en el noroeste de la entonces poco explorada isla de Mindanao. Permaneció en el exilio durante cuatro años, dedicándose a las investigaciones naturalistas (algunas plantas y animales llevan su nombre), fundando, además, una escuela y un hospital, ejercitando su profesión de médico y de oculista con gran éxito, aplicándose a la enseñanza para probar sus teorías didácticas, desarrollando cultivos modernos, proyectando y realizando, con la ayuda de sus alumnos, una pequeña presa para conducir el agua. En 1896, sin embargo, estalló en Manila una insurrección encabezada por una asociación secreta, nacionalista y separatista, Katipunan. Aunque no tenía conexión con esta organización ni participó en la revuelta, fue arrestado y procesado por el delito de sedición por los militares. Juzgado culpable, en calidad de inspirador, fue fusilado por la espalda públicamente en Manila, pero fue capaz de caer con la cara mirando al cielo. Al final, el pelotón de fusilamiento, constituido por fusileros filipinos colaboracionistas encuadrados en el ejército español, al son de una marcha triunfal entonada por una banda de música, prorrumpió el grito más obsceno, según Unamuno, que pueda imaginarse en una situación semejante: ¡Viva España!

Su martirio convenció a los nacionalistas filipinos de que no había otra alternativa que la independencia completa de España (que perdió las Filipinas apenas dos años después).

Durante la vigilia de su fusilamiento, encarcelado en el fuerte Santiago, Rizal escribió El último adiós, considerado una obra maestra de la poesía española del siglo XIX. Parte del texto está grabado en bronce en el monumento erigido en su nombre en el centro del Parque Rizal (o Luneta) en Manila.

Todavía es aprendido de memoria por los jóvenes escolares, pero, por desgracia, no es entendido. Todos conocen el inglés, ninguno usa ya el castellano. Rizal es mucho más honrado que leído en su patria. De esta forma España, en su afán de no perder la colonia materialmente, perdió incluso los profundos vínculos culturales que había llegado a establecer después de casi cuatrocientos de ocupación.

Un monumento a Rizal ha sido erigido en 1999 en la Plaza Manila de Roma.





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