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ArribaAbajo DXXXI. Depósito de tres mil ducados hecho por Jerónimo de Aguilar, como parte de redención del censo que sobre los bienes del Almirante de Castilla estaba impuesto a favor de los tenedores del mayorazgo de Ercilla. 3 de octubre de 1616

En la villa de Madrid, a tres días del mes de otubre de mill y seiscientos y diez y seis años, en presencia de mí el escribano y testigos, el señor don Jerónimo Barrionuevo, regidor desta villa, depositario general desta corte, otorgó recibo de depósito real de Jerónimo de Aguilar, vecino de la villa de Medina de Rioseco, administrador de la hacienda y renta de los estados y mayorazgo del señor Almirante de Castilla, por mano de Luis de Gamboa, residente en esta corte, tres mill ducados, que valen un cuento ciento y veinticinco mill maravedís, que el dicho Jerónimo de Aguilar, como tal administrador, deposita en su poder, en cumplimiento del mandamiento y libranza del señor Antonio Bonalde, del Consejo de Su Majestad, y por su real cédula juez del desempeño del estado del dicho Almirante, fecho en nueve de enero pasado deste año, que está notificado, para redimir con la dicha suma otra tanta del principal del censo de cuatro cuentos setecientos y noventa y ocho mill maravedís de principal quitación contra el dicho Almirante don Juan de Medina Rosales y doña María Puente Hurtado de Mendoza y Zúñiga, su mujer, como tenedores del mayorazgo de don Alonso de Arcilla, tío de la susodicha, que por su parte han de cumplir con lo proveído por el dicho señor Antonio Bonalde; y el dicho Jerónimo de Aguilar los deposita como tal administrador y de la hacienda que tiene a su cargo de la dicha administración, por mandarlo ansí el dicho mandamiento, por ser de mayorazgo el dicho censo y de la dicha suma de tres mill ducados, el dicho señor don Jerónimo Barrionuevo se dio por entregado en reales de plata doble que dos montó, y, no embargante que es ansí cierto el monto, porque no parece, renunció la excepción de la no numerata pecunia y manera de recibo y ley del derecho y es preciso estén ellos de manifiesto y de acudir con ellos a ley de depósito real a donde y cuando se le mande por el señor don Diego de Ayala, del Consejo y Cámara de Su Majestad, juez del desempeño de los mayorazgos destos reinos, sin dilación ni excusa, y a ello se obliga y a sus bienes habidos y por haber, y dio poder a las justicias, con poderíos y al dicho señor don Diego de Ayala para que, como por depósito real, le apremien al entrego del dicho depósito referido con vigor y vía executiva, como si fuera sentencia difinitiva pasada en cosa juzgada y declarada por tal, para lo cual se sometió a su fuero, renunció el propio y la ley si convenerit de jurisditione omnium judicum y las demás de su favor y la general; y lo otorgó ansí y lo firmó, y doy fee le conozco, siendo testigos Francisco González de Mixancas y Martín Ochoa de Asoranide y Jerónimo de Sobrado, estantes en esta corte. -Don Jerónimo de Barrionuevo. -Ante mí. -Santiago Fernández.

Hojas 945-946.




ArribaAbajo DXXXII. Mandamiento de juez para que el depósito de tres mil ducados procedidos de parte de la redención del censo del Almirante de Castilla se entregase a los tenedores del mayorazgo de Ercilla. 3 de octubre de 1616

Don Juan de Medina Rosales Ruiz de Barrientos, por mí y doña María Puente Hurtado de Mendoza, mi mujer, digo que el señor Antonio Bonalde, del Consejo de Su Majestad, y por su real cédula juez del desempeño del Estado del Almirante de Castilla, por su auto y mandamiento de nueve de enero pasado deste año, mandó que Jerónimo de Aguilar, administrador del dicho Estado, nos pagase tres mil ducados del principal de un censo de cuatro cuentos setecientos y tantos mill maravedís que tenemos como poseedores del mayorazgo de don Alonso de Arcilla contra el dicho Almirante, otorgando redención dellos y haciendo suelta en su favor de otros tres mill ducados de los réditos que del dicho censo les debe el dicho Almirante, y que   —519→   hiciésemos redempción y se anotase en el censo original que tenemos hecho y haré de nuevo, y ordenó que, si el dicho censo fuese de mayorazgo, se depositase, como lo ha hecho en el depositario general desta corte, donde lo tiene hecho para volverlo a emplear para el dicho mayorazgo, y Su Majestad, por una su real cédula de veinte y cuatro de septiembre próximo deste año, tiene mandado se nos entreguen los dichos tres mill ducados, obligándonos y dando fianzas de que, cumplidos seis años primeros, los volveremos al depósito para que se empleen para el dicho mayorazgo y diésemos poder en causa propia al dicho depositario general para que los cobre de nuestros bienes, y para ello señalásemos hacienda y renta para que él de su mano hiciese después la redención, lo cual tenemos hecho, como por ella se manda; por lo cual, suplico a Vmd. mande entregarme los dichos tres mill ducados y dar su mandamiento para que el dicho depositario me los pague luego, sin dilación. Pido justicia.

Visto, y la cédula real y auto del señor Antonio Bonalde y la obligación y fianza y poder en causa propia, que el señor Fiscal tiene visto y lo que responde, mando se dé mandamiento para que el depositario general desta corte entregue al dicho don Joan de Medina Rosales, por sí y doña María Puente Hurtado de Mendoza, su mujer, con su poder, los tres mill ducados que dice por su petición, constándole haber otorgado los susodichos redención dellos y quita y suelta de otros tres mill ducados de réditos del dicho censo y anotádose en él la dicha redención y constándole haber entregado al secretario Joan Ruiz de Velasco la dicha obligación e fianzas e poder en causa propia. Ansí lo proveyó el señor don Diego López de Ayala, del Consejo y Cámara de Su Majestad y juez del desempeño de los mayorazgos destos reinos. En Madrid, a tres de otubre de mill y seiscientos y diez y seis años. Y quede en poder del dicho depositario general desta corte traslado signado de la dicha obligación e fianzas e poder en causa propia. Fecha ut supra. -Blas García.

Protocolo de 1615-1618, sin foliar.




Arriba DXXXIII. De los Linajes de Ercilla, según el cronista Esteban de Garibay

Don Francisco Arista de Estúñiga fue señor de las Cuevas y de Azofra, Alesanco, Castañares y Montalvo, y del resto de esta Casa, en sucesión paterna. Floreció en los tiempos del emperador don Carlos, rey de España, siendo noble caballero, imitador de la virtud de sus progenitores. Hubo en su mujer doña María de Ercilla y de Castilla, hermana del famoso caballero don Alonso de Ercilla, del Hábito de Santiago, hijos del insigne varón Fortuño García de Ercilla, caballero del mesmo Hábito, y del Consejo y Cámara del mesmo Emperador, y de su mujer doña Leonor de Estúñiga, señora de Bobadilla, a don Alonso de Estúñiga, succesor en el Estado. Don Francisco de Estúñiga, succesor en él al hermano mayor; doña Iseo de Estúñiga, sucesora en él a su hermano segundo.

TÍTULO VIII. -De los caballeros de los Linajes de Estúñiga y Ercilla, señores de Bobadilla, procedidos del pasado

El título precedente referió cómo Lope Ortiz de Estúñiga, señor de la antigua fortaleza de las Cuevas y de Azofra, Alesanco, Castañares, Montalvo y Bobadilla, hubo en su mujer doña María de Estúñiga y de Castilla, su prima segunda, hija de Iñigo Ortiz de Estúñiga, señor de Nieva, y su mariscal de Castilla, progenitor de los condes de Nieva, y de su segunda mujer doña María de Castilla, de la sangre real de estos reinos, hija de don Diego de Castilla, y nieta del rey don Pedro, por hijo segundo a Lope de Estúñiga, succesor en la línea de este título, remitiendo su noble y antigua progenie al pasado.

Lope, de Estúñiga fue señor de Bobadilla en la Rioja, en succesión de su padre, de quien heredó   —520→   esta villa con otros bienes. Floreció en los tiempos de los reyes cuñados don Enrique el IV y don Fernando el V, siendo noble caballero y de mucha autoridad, y de grandes parientes en estos reinos, así por las casas de Béjar y Nieva, como por las otras muchas procedidas dellas en ellos, como de los dos últimos títulos y de los otros de este linaje, que se mostrarán adelante, se entenderá muy claro. De éste y del pasado ninguna obra a mí notoria, en estas materias había hecho mención y memoria alguna, por ignorar el tronco antiguo del señorío de las Cuevas de esta clara familia, origen suyo, cosa aún muy olvidada en los caballeros mesmos, procedidos del con grandes estados y vínculos. Dexó éste caballero su decendencia en su hijo, Alonso de Estúñiga, succesor en esta línea; doña Juana de Estúñiga, doña Isabel de Estúñiga, cuyos estados no me constan.

Alonso de Estúñiga fue señor de Bobadilla, en succesión paterna; floreció en los tiempos del dicho rey don Fernando, serviéndole de tal manera en las guerras de la restauración del reino de Granada, que para los grandes gastos ordinarios dellas y para otros efectos de su real servicio vendió mucha parte de su patrimonio, quedándole sola Bobadilla. Hubo en su mujer doña Catalina de Zamudio, de noble linaje, decendiente de la casa de Zamudio, muy antigua y principal en Vizcaya, cuyo señor es ahora don Ordoño de Zamudio y Zugasti, caballero del Hábito de Alcántara, y corregidor de las cuatro Villas de la costa de la mar, a doña Leonor de Estúñiga, succesora en el estado; doña Juana de Estúñiga, doña Isabel Henríquez de Estúñiga, doña Graciana de Estúñiga, todas tres monxas bernardas.

Doña Leonor de Estúñiga, en quien se hizo femenina en esta Casa la antigua línea masculina de sus nobles progenitores, fue señora de Bobadilla, en succesión paterna, con mucha voluntad de doña Catalina de Zamudio, su madre, porque teniendo ella asegurada su dote sobre este pueblo, transferió en ella su derecho, dándoselo en dote con mucha voluntad, por casarla con el memorable varón, ornamento de los reinos de España, Fortuño García de Ercilla, caballero del Hábito de Santiago, y del Consejo Real y Cámara del preclarísimo Emperador don Carlos, rey de España, de tanta erudición y alteza de ingenio en el derecho canónico y civil, que por muy benemérito cognomento fue llamado por esto la primera vez el «sotil cántabro», por su patria de la antigua villa de Bermeo, cabeza del señorío de Vizcaya, y después «el sotil español», por su naturaleza della de la Corona de Castilla. Fue hijo de Martín Ruiz de Ercilla, señor de la antigua torre de Ercilla, en la mesma villa, cuya fábrica de hermosa cantería puesta sobre las aguas del Mar Occéano manifiesta su gran antigüedad y nobleza en los siglos pasados, conservada en esta villa con antiguos cantares en la lengua natural de la mesma tierra, que comienzan de esta manera:


Torrenteroan Torrea dago,
Arri Labradus cercatua,
Portuguichian Santa Clara
Yturria eta gaztelua.



Quieren decir, que en el Torrentero, que significa altura pequeña, estaba la torre, cercada de piedra labrada, y puesta sobre el puerto pequeño estaba Santa Clara, con su fuente y castillo, etc. El puerto de Bermeo es pequeño, y esta torre de Ercilla está sobre él, representando su antigüedad y nobleza; tiene, allende de esto, esta Casa su sepultura en la iglesia mayor de Santa María de Bermeo, que excede en majestad de fábrica y de muy notable asunto a muchas catedrales de estos reinos, en la capilla mayor, a la parte del evangelio, al lado de aquellas insignes sepulturas, en especial de don Nuño de Lara y Haro, señor de Vizcaya y Lara, que está allí enterrado, dando a esta torre mucha autoridad y estimación, pues los señores de Vizcaya permitieron a los della sepultura colateral suya por sus grandes méritos. Fue este notable caballero colegial en el insigne y antiguo colegio de San Clemente de la Universidad de Bolonia en Italia, fundado por el   —521→   gran cardenal don Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo y legado general de la Sede Apostólica en Italia, y restaurador de su patrimonio de poder de los tiranos.

En esta santa casa y universidad comenzó a mostrar en su juventud la alteza y sotileza de su clarísimo ingenio, así en las disputas públicas y secretas, con admiración de todos, y más de los disputantes con él, como en sus doctísimos escritos desde antes que tuviese 25 años cumplidos. Entre sus obras, de muy gran erudición, anda impreso un volumen con el tratado de Ultimo Juris fine, y sobre el título de Liberis et posthumis. Donde la sotileza de su eminentísimo ingenio y la gravedad de la materia, teniendo aquella debida conveniencia que se requiere en cualesquiera obras para satisfacer debidamente a ellas, parece que en éstas competieron de tal manera ambas, que ni su ingenio a ella, ni ella a él, reconocieron superioridad, ni inferioridad alguna, sino una igualdad y proporción convenientísima, debidas a él y a ella.

Después de haber hablado doctísima y admirablemente de últimas voluntades, escribiendo sobre el título de Pactis, mostró con clarísima evidencia la fuerza de su profundo entendimiento en materia de contratos. Allende de esto, andan algunas famosas repeticiones suyas. En Roma, tuvo tal opinión, que sude los españoles, sus naturales, fue muy estimado, siéndolo mucho más de los italianos, y de las, demás naciones extranjeras, le honró en público y secreto el Papa León Décimo, de nación florentín, estimando en mucho su persona y letras, e hizo lo mesmo su Corte Romana. Sus grandes cosas venían de día en día a noticia del dicho Emperador don Carlos, y persuadido de algunos gravísimos hombres de sus Consejos cuan justo era que le colocase en ellos, y sus cosas fuesen de su grandeza favorecidas y aumentadas, le hizo venir de Roma a España en el año de 1518, con intento de ponerle con mucha brevedad en el Consejo Real. Hízolo con mucha obediencia, por servirle, forzando su voluntad, por estar inclinadísimo a vivir en Roma, pareciéndole ser este el más conveniente lugar de toda la cristiandad para su profesión y para el fruto que della se podía esperar en ambos estados eclesiástico y seglar, en beneficio público y en el particular suyo, y también por estar inclinado ya a las cosas de Italia, porque había muchos años que de España se había trasladado a ella. Y por ser cosa muy ajena del estilo y costumbre antigua de estos reinos colocar a ninguno en el Consejo Real, sin preceder antes otros Tribunales y Gobiernos, hízole primeramente el Emperador regente del su Consejo Real del reino de Navarra, siendo virrey dél don Antonio Manrique de Lara, Duque de Nájera, con quien por este ministerio tomó muy estrecha amistad, holgando el Duque mucho della, por la que a tal persona era muy debida. Gobernó este Real Consejo un año, poco más o menos, con gran autoridad y despediente de todos los negocios, y luego fue trasladado a Castilla al de las Órdenes, con el Hábito de Santiago, y deseando abreviar su traslación al Consejo Real, no estuvo año entero en el de Órdenes, cuando le pasaron al Real, para donde había sido su vuelta de Roma. En este supremo tribunal de la justicia mostró luego cuan verdadera era la gran opinión de sus letras, pues en 14 años, poco más o menos, que estuvo en él, ningún negocio de importancia se ofreció en él que el Emperador no le mandase librar con su intervención y voto. El cual estimó él en tanto, que cuando los Reyes de Francia e Inglaterra, Francisco I y Enrique VIII le desafiaron por sus reyes de armas en Burgos, en 22 de enero del año de 1528, con más deseo de ostentación que del duelo, como en este negocio se tratase en sus Consejos de Estado y Guerra y en otros, de quien mayor confianza hizo el Emperador en materia de letras en este grave y difícil negocio, fue dél. En ella escribió un discurso, con mucha elocuencia y erudición, autorizándole con lo más puro de todo lo que hay escrito en derecho, y con muchas historias divinas y humanas y doctrina de filosofía moral, donde se hallarán cosas de gran, importancia para la institución y gobierno de los reyes y de sus reinos. Palpaba de tal manera cada día más sus cosas este gran monarca, que le hizo del su Consejo de Cámara, y cuando se tuvo por muy cierto en la opinión de los graves varones más allegados a su privanza y Consejos   —522→   que le quería encomendar la crianza y educación del serenísimo y muy alto Príncipe don Felipe, su hijo y universal heredero, atajó todo su temprana muerte, en el tiempo que se verá luego. Hubo en la dicha doña Leonor, su mujer, muy noble succesión. Don Francisco de Ercilla, que sin succesión, ni haberse casado, murió en Madrid en 28 de julio del año de 1545, estando en esta villa las Serenísimas Infantas doña María y doña Juana, hijas del mesmo Emperador, y fue enterrado en depósito en la iglesia de San Martín del mesuro pueblo, y después trasladado al devoto monasterio de Nuestra Señora de Valvanera, de religiosos benitos, a una capilla, la mejor de la iglesia.

Don Juan de Estúñiga, caballero de gran religión y santidad, provisor del Hospital Real de Villafranca de Montes de Oca, y después abad de Hermedes, cerca de Valladolid, y limosnero mayor de la preclarísima Reina doña Ana, mujer última del Católico Rey don Felipe, y juntamente maestro de las Serenísimas Infantas de España doña Isabel y doña Catalina, hijas del mesmo Rey, y de la cristianísima reina doña Isabel, su primera mujer. Enseñolas a leer en mi Chronica Universal de España, según él mesmo me lo referió diversas veces, afirmándome que lo hacía, así por la elegancia de su letra, como porque haciendo de una vía dos mandados, deprendiesen en ella las Historias de los Reyes, sus ínclitos progenitores, porque después, seguiendo sus loables exemplos, lo fuesen ellas del orbe todo, como tan altas señoras en él. De la mesma manera fue maestro del Serenísimo Infante don Fernando, su hermano, a quien el Católico Rey, su padre, hubo en la dicha Reina doña Ana, y en este ministerio murió este religiosísimo caballero, en Almaraz, en 28 de agosto del año de 1580, veniendo enfermo de Badajoz, donde estaba el dicho Católico Rey asistiendo a la guerra de Portugal, y fue enterrado en depósito en un monasterio de religiosos descalzos de la Orden de San Francisco, cerca del mesmo pueblo, y trasladado después al de Valvanera, a la dicha capilla.

Don Alonso de Ercilla, que nació en Madrid en 7 de agosto del año de 1533, de cuyas grandes cosas se tratará abajo.

Doña María de Ercilla y de Castilla, mujer de don Francisco Arista de Estúñiga, su primo, señor de las Cuevas y de Azofra, Alesanco, Montalvo y Castañares, como se vio en el título pasado con la succesión de este matrimonio.

Doña María Magdalena de Estúñiga, dama de la Emperatriz doña María, Infanta de España, arriba nombrada, mujer del Emperador Maximiliano II, Rey de Hungría y Bohemia, mujer 2.ª de don Fadrique de Portugal, caballerizo mayor de la mesma Emperatriz, y después de la dicha Reina doña Isabel, que primero fue casado con doña Margarita de Centelles, hija de la Casa de los Condes de Oliva, en el reino de Valencia, y tercera vez con doña Margarita de Borja, hija de don Juan de Borja, Duque de Gandía.

Doña María de Castilla, dama de la mesma Emperatriz, que, sin tomar estado, murió en Alemaña, en la ciudad de Viena de Austria, en principio del año de 1555, y su cuerpo fue traído a España, y enterrado en la dicha capilla de Valvanera.

Con esta succesión murió este caballero en Dueñas, estando allí retirado del Consejo Real por la peste de Valladolid, en 29 de septiembre, fiesta de San Miguel, del año de 1534, a los 40 de su breve vida, y fue enterrado en depósito en el monasterio de San Agustín de la mesma villa, y después trasladado al de Valvanera, donde se enterraron después sus hijos.

Su mujer doña Leonor de Estúñiga quedó viuda en gran recogimiento y exemplo, con el debido sentimiento de tan gran quiebra, y habiendo gozado pacíficamente de la su villa de Bobadilla en vida de su marido, por haber sido mejorada de la madre en el tercio y quinto de sus bienes, y haber pagado su maridó lo que más valía el pueblo a su suegra, levantáronsele tales pleitos sobre ello, que puesto caso que hizo sus diligencias, favorecida del dicho Duque de Nájera, que, como se ha visto, era grande amigo de su marido, como era mujer y viuda, no fueron tantas, que por no haber presentado con tiempo algunas escrituras en la defensa de su justicia, no fuese   —523→   privada de su villa para la Corona Real, y así ella y sus hijos la perdieron, por haberles faltado el que la supiera defender bien con sus grandes letras y autoridad. Fue en su viudez guarda mayor de las damas de la Emperatriz dicha, succediendo en este ministerio a doña María de Córdoba, hija mayor de don Diego Fernández de Córdoba, Conde de Cabra, y mujer que había sido de don Francisco Pacheco de Córdoba, señor de Almuña, y en él murió en Alemaña, en la dicha ciudad de Viena, de un zaratán, en fin del verano del año de 1562, a los 28 de su viudez, y su cuerpo fue traído a España, juntamente con el de doña María de Castilla, su hija, y enterrado en Valvanera, con el marido.

Don Alonso de Ercilla y de Estúñiga succedió en esta Casa como heredero varón de sus padres y hermanos, y goza della con méritos muy dignos de grandes estados y señoríos, así por sus muchas y muy exemplares virtudes de caballero cristiano, como por los de actos de letras y caballería que en él concurren, y si a todo esto se hubiera de satisfacer debidamente, merecían su vida, hechos y peregrinaciones de ambos orbes, por mares y tierras, una particular historia, escrita por autor muy diligente y elocuente, como se entenderá de lo poco que yo podré decir aquí della, y fuera digna de ser leída en nuestros tiempos y en los venideros. Cuando murió su gran padre quedó de muy tierna edad, de sólo un año y 22 días; criole doña Leonor, su madre, con aquel ordinario regalo que los padres suelen hacer, a sus hijos menores en aquella edad, dando en ella muchas muestras de su virtud futura. Ya que supo leer y escribir y la lengua latina, su madre, serviendo a la dicha Infanta, después Emperatriz, de guarda mayor de sus damas, le metió en la Casa Real por paje del serenísimo y muy alto Príncipe don Felipe, nuestro señor, su hermano, en cuyo servicio, a los 15 años de su edad, salió de estos reinos en el de 1548, cuando fue por Italia y Alemaña, a Flandes, a visitar al Emperador don Carlos, su padre, y a aquellos sus estados hereditarios, como lo escribe Juan Cristóbal Calvete de Estrella en el hermoso volumen de este viaje en el libro I, en el título de la Embarcación, llamándole don Alonso de Zúñiga; el cual residió allí en tal juventud, serviéndole en lo tocante a su oficio, hasta que volvió a estos reinos en el año de 1551, en su Real Casa. En esta ausencia del serenísimo Príncipe habían gobernado los de Castilla y León su primo hermano y cuñado Maximiliano, rey de Bohemia, y la reina doña María, su mujer, Infanta de España, que después fueron emperadores, y porque volvía él a Alemaña llevando consigo a la Reina, su mujer, en cuyo servicio iba doña Leonor de Estúñiga, madre del mesmo don Alonso y sus hermanas, tornó él en servicio de estos reinos por Italia a Alemaña, con grata licencia del Príncipe y mucha voluntad de los Reyes de Bohemia. Esta fue su segunda salida de España, y después de haber temporizado algún tiempo en el archiducado de Austria y en los reinos de Bohemia y Hungría y en otras provincias de Alemaña, en su servicio, tornó a España al del mesmo Príncipe don Felipe, gobernador de estos reinos, cuyo segundo matrimonio, habiendo concertado el Emperador, su padre, con la católica doña María, reina propietaria de Inglaterra, y pasando el Príncipe allá en el año de 1554 a celebrar este matrimonio, salió este caballero tercera vez de España en su servicio en este notable viaje y con la mucha grandeza de estos reinos se halló en Inglaterra en las bodas y en la demás fiestas que allí se celebraron, competentes a tan poderosos reyes.

Era en este tiempo este caballero de 19 años, edad apeteciente al exercicio militar y el estruendo de las armas, en las cuales, estando ocupado el Emperador con el rey de Francia Enrique el II, pasó de Inglaterra a Flandes al socorro de Rentín, y de allí tornó a Inglaterra a servir al Príncipe, su señor, ya rey de Inglaterra, mediante este matrimonio, y de Nápoles juntamente, por renunciación del padre. En este tiempo llegó allí la nueva de cómo se había rebelado en el Perú Francisco Hernández Girón, aquel gran tirano, y poniendo sus altos pensamientos en querer servir al Emperador y al Rey, su hijo, en aquellas tan remotas tierras, salió de Londres con este intento, y tornó tercera vez a España, con grata licencia del mesmo Rey; y después de haber aprestado todas las cosas necesarias para tan largas navegaciones de ambas mares de Norte   —524→   y Sur, se embarcó para allá en el año de 1555, siendo esta su cuarta salida de España, y desembarcó en Nombre de Dios, y allí, pasando a la otra Mar del Sur, navegó por ella a los reinos del Perú, a tiempo que ya había días que el dicho tirano había sido preso de los servidores del Emperador en 2 de noviembre del año pasado de 54, y metido preso en la ciudad de Los Reyes en 7 de diciembre, y justiciado en ella en 9 del mesmo mes.

Ya que en esto no surtió efecto su generoso ánimo, pasó, en el año de 1556, a las provincias de Chile, cuyos naturales, gente feroz sobre todos los indios occidentales, estaban tan alterados contra la nación española, por desechar de sí su yugo y dominio, que se halló con ellos en 7 batallas campales, y en otros muchos reencuentros de escaramuzas y varios y difíciles trances de armas, mostrando en todos su gran valor y magnanimidad, así en sus maduros consejos, como en la execución dellos, como lo escribe él mesmo en la Primera Parte de la de su Araucana, en verso grave, imitando en todo, no sólo a Julio César, primer emperador romano, que escribía de noche lo que obraba de día, mas aún, entre los reyes de España, a don Jaime de Aragón, primero de este nombre, llamado el Conquistador, por haber conquistado el reino de Valencia, que escribió las guerras de sus tiempos, y a otros Príncipes, que por brevedad no se nombran.

Después que aquella belicosa provincia de Arauco, de solas 20 leguas de largo y de 7 en ancho, más famosa por la valentía de sus naturales que en el distrito de sus tierras, estuvo quieta, fue este caballero a descubrir por tierra el Arcipiélago de Ancud y el valle de Chiloé, atravesando muchas montañas y terribles ríos y lagunas, con gran sed, hambre, desnudez y otros infinitos trabajos, muy ajenos de los regalos en que se había criado, y llegó a la Provincia de los Coronados, tierra vecina al Estrecho de Magallanes, no vista y menos pisada antes por ninguna nación extranjera, por ser la más remota y apartada de la comunicación de lo que en ambos orbes está sabido y descubierto hasta hoy día por tierra.

Durante estas guerras y viajes tan largos, se halló en esta provincia de Chile en la población de cinco ciudades, la primera, en el año de 1557, en la de la Concepción del valle de Penco, pueblo marítimo de la ribera del río Andalién, en la Mar del Sur. La segunda, en el mesmo año, en la de Tucapel, llamada por otro nombre Cañete, en memoria del virrey presente del Perú don Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, en España. Esta se fundó a tres leguas de la mar hacia el Estrecho de Magallanes, y a 15 de la Concepción. La tercera, la de los Confines, en el valle de Angol, en el año de 1558, hacia el mesmo Estrecho, a 8 leguas de la de Tucapel. Esta se despobló después por los alborotos de la tierra. La cuarta, en el mesmo año de 58, la de Osorno, en el valle de Chaura, a 7 leguas de la mar, cerca del lago de Valdivia, en la ribera de Guadalauquén, río caudaloso. Pusiéronla este nombre porque doña María Manrique, mujer del dicho Marqués Virrey, era hija de don García Fernández Manrique, Conde de Osorno. La quinta, en el año de 1559, la de Chiloé, en el mesmo valle de Chiloé, cerca del Arcipiélago de Ancud, la última población hacia el dicho Estrecho, 10 grados, poco más o menos, antes de llegar a él.

Estas son las cinco ciudades fundadas en aquellas tan remotas tierras, con asistencia y mucho trabajo de este caballero, y en estas guerras y trabajos gravísimos se ocupó con inmensos trabajos y fatigas en 6 años, hasta que en el de 1562, a los 29 de su edad floreciente, tornó al Perú, más lleno de victorias y trofeos que de oro y plata, cuyas gentes así se admiraron allí de su vuelta, por verle tornar de tan lejos, como si viniera de un nuevo mundo incógnito, en tal edad, la cual fue muy conveniente para viaje tan difícil, largo y pesado. No tornó al Perú con intento de descansar en él, sino de servir al dicho Católico Rey don Felipe, nuestro señor, en las nuevas alteraciones de otro tirano, llamado Lope de Aguirre, que había cometido muchas crueldades y desatinos en deservicio del Rey y daño de muchos residentes de aquellas partes, con ánimo bestial y fiero, hasta matar por sus manos a una hija suya, al tiempo de su prisión, porque no la llamasen hija de traidor.

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Concluido con este tirano, tornó a España cuarta vez en el año siguiente de 1563, y venido a Madrid, donde estaba el dicho Católico Rey, le dio cuenta de sus largos viajes y trabajos pasados en su servicio, y siendo recibido dél con mucho amor y gracia, pasó con él a Aragón a las cortes de Monzón, y como había muchos años que no había vuelto a Alemaña, salió con su licencia quinta vez de España, y por Francia y Flandes subió tercera vez a Alemaña, y pasó a Neustal, ciudad última de Austria, en la frontera de Hungría, donde estaban al tiempo Maximiliano, rey de Romanos y de Hungría y Bohemia, y la reina doña María su mujer, Infanta de España, a traer de su Real Casa a su hermana doña María Magdalena de Estúñiga, dama de la mesma Reina, casada con don Fadrique de Portugal, caballerizo mayor de la Reina doña Isabel, como queda visto. Con su licencia, atravesando en el año seguiente de 1564 los cantones de los Esguízaros, y a Francia por Lenguadoc, la metió en España, por la provincia de Guipuzcoa, y pasó ella por Mondragón, patria mía, por estar cerrado el puerto de Sant Adrián y por la peste de algunos pueblos de la provincia de Álava, del camino ordinario.

De esta vez, reposando algunos años en España en esta su sexta vuelta a ella, de tan largas peregrinaciones, se dio a la contemplación de los estudios en la arte poética, en que naturaleza se había esmerado mucho con él. En esta quietud, con la cual el alma, según Aristóteles, se hace sabia, compuso en su lengua natural en verso alto y heroico la Primera Parte de su Araucana, donde escribe las notables guerras de los españoles con los belicosos indios de la dicha tierra de Arauco. Imprimiola en el año de 1570, con licencia y privilegio del Católico rey don Felipe, y estando yo en este año en Bruselas, puéblo del Ducado de Brabante, como un correo llevase allá un cuerpo della, fue recibido con tal aprobación y estimación entre los cortesanos y gente de milicia allí residentes, dados a la poesía, que unos le igualaban con Ariosto, y otros le concedían mayor lugar que a él. Con la mesma estimación y precio se recibió generalmente en España y fuera della, esta obra, y como este caballero, exemplo de toda virtud, sea de tanto silencio y reposo en todos sus tratos, muchos dudaron que fuese suya, hasta que el tiempo los sacó de esta ignorancia. En él se exemplificó muy a la letra aquella notable sentencia que las letras no embotan la lanza, pues antes la aguzaron siempre en los ánimos generosos y la hicieron de mayor ardid y magnanimidad con los loables exemplos de los que por su ley, por su rey y por su patria, estimando más éstas que la vida, la pusieron en grandes peligros y trances de armas, anteponiendo la honra a ella, como se ha visto en sus notables discursos. En los cuales de la manera que las letras fueron muy útiles para la lanza, en su persona, fue de la mesma manera en ella muy útil la lanza para las letras, pues el gran sujeto de la materia levantó mucho más su claro entendimiento para mayor fruto en ellas, de la mesma forma que le levantan más las piedras muy preciosas al artífice que las muy comunes.

Estando este caballero decorado con letras y armas, y el mesmo Rey Católico muy satisfecho dellas, le honró con un Hábito de la Orden de la Caballería de Santiago, y por su provisión real dada en Madrid en 29 de noviembre del año de 1571, refrendada de Juan Vázquez de Salazar, su secretario, mandó a don Francisco de Rojas y de Sandoval, marqués de Denia y comendador de Paracuellos, de la mesma Orden, le armase caballero, y al doctor Julián Ramírez, freile della, le diese el hábito, lo cual pusieron ambos en execución el día siguiente 30 de noviembre, fiesta del Apóstol San Andrés, en la iglesia parrochial de San justo y San Pastor de la mesma villa de Madrid, como parece por la fe que de ambos actos dio Andrés de Segura, escribano. De esta manera recibió este caballero el hábito de esta santa Orden militar, a los 38 años y 3 meses y 23 días de su floreciente edad, habiendo poco que era casado, como se entenderá de lo que sobre esto se escribirá abajo.

No pararon en esto sus largas y belicosas peregrinaciones, porque, como los turcos hubiesen cercado, en el año de 1574, la fortaleza de la Goleta en África, salió este caballero sexta vez de España, con deseo de hallarse presente en su socorro, y pasó a Italia al reino de Nápoles,   —526→   aunque se perdió aquella fuerza en este año, antes de poderse socorrer. Después vino a Roma, y en 6 de abril del año siguiente de 1575, besando los pies al papa Gregorio Treceno, presente don Juan de Estúñiga, que después fue comendador mayor de Castilla, de la Orden de Santiago, que era embajador del dicho Católico Rey, mirole con mucha atención, así por sus largas peregrinaciones, de que estaba informado, como por haberle dicho allí el embajador ser hijo de Fortuño García de Ercilla, de cuyas grandes letras y los demás méritos estaba muy informado el Papa, por ser él mesmo de su profesión, y natural de Bolonia, donde él había sido colegial, como queda visto; dudó que fuese su hijo, sino nieto, por verle en aquella edad de 42 años no cumplidos, por haber tanto que el padre era fallecido, y certificándole el embajador y él mesmo ser hijo, le miró con más ternura y muestras de benevolencia, diciéndole haber sido gran hombre. Preguntole, en un buen rato que estuvo en su cámara, algunas particularidades de sus viajes, en especial del que hizo al Estrecho de Magallanes, y dejándole de todo muy satisfecho, le dio su bendición y le otorgó muchas gracias e indulgencias extraordinarias.

De Roma fue cuarta vez a Alemaña, a la corte del dicho Emperador Maximiliano y de la Emperatriz doña María, su mujer, y de su primogénito Rodulfo, ya rey de Hungría, y coronado en ella en la ciudad de Posonia en 25 de septiembre del año pasado de 1572, de los cuales fue muy bien recibido, por el amor que le tenían, así porque él mesmo era gentilhombre de la cámara del mesmo rey Rodulfo, como por los servicios agradables de su madre y hermanos. Fue presente en la ciudad de Praga en 9 de septiembre del dicho año de 75, a la coronación del mesmo rey Rodolfo por rey de Bohemia, y de allí pasó luego en su servicio a la ciudad de Ratisbona, donde el Emperador, su padre, tenía convocadas cortes, que allí llaman dietas, para elegir succesor suyo en el Imperio.

Sin dilación, juntándose los Arzobispos de Moguncia, Treveri, y Colonia, y el mesmo rey Rodulfo, como rey de Bohemia, y el Duque de Saxonia, el Marqués de Brandembur y el Conde Palatino del Rhin, que son los siete electores del Imperio, todos vestidos con sus insignias, los Arzobispos con sus mitras, el Rey con su corona, y el Duque, Marqués y Conde con las suyas, según la antigua costumbre, y congregados todos en la sacristía de la iglesia mayor de la mesma ciudad, hicieron salir della al Rey, porque el de Moguncia, como archi-canciller de Alemaña, le quería proponer para rey de romanos; así lo hizo por escrito, sacando un papel del seno, y todos uniformemente concurrieron con él con mucho silencio y gravedad en este lugar y día, en 27 del dicho mes de septiembre y año de 75. Luego llamaron al electo rey Rodulfo, y diciéndole el de Moguncia su elección, les dio las gracias, pero rehusola, excusándose por de no bastantes fuerzas para tan gran carga, pero replicándole todos la aceptase, vino en ello, con que lo tuviese por bien el Emperador, su padre, al cual, a ruego y suplicación de todos ellos, viniendo allí, con su corona imperial en la cabeza y los demás ornamentos imperiales, dio a ellos las gracias de la elección del Rey, su hijo, por rey de romanos, y a él licencia para aceptarlo, y desde este día y hora quedó declarado y elegido por rey de romanos futuro emperador, como lo es ahora, segundo de este nombre, porque el Emperador, su padre, murió en la mesma Ratisbona en 12 de octubre del año siguiente de 1576. A todos estos actos, de tanta majestad y grandeza, fue presente este caballero, con tal aceptación de todos, que, como llevando la falda al Rey electo, entrase en el dicho lugar de la elección, le dieron permisión para que se hallase presente a todo, por particular gracia y merced, como a camarero del Rey electo, y así vio ocularmente todo esto, como caballero bien quisto con todos.

Después discurrió por muchas provincias de Alemaña, en especial por las de Estiria y Carintia, hasta acercarse a la de Tracia, y dándole el mesmo Emperador Maximiliano licencia para traer 12 caballos y otras cosas a España por su carta imperial, fecha en Viena de Austria, en 3 de mayo del dicho año de 76, sellada con su sello imperial, en que le intitula Camarero del Serenísimo Príncipe Rodulfo, su hijo, rey de romanos y de Hungría y Bohemia, vino a Italia, tocando   —527→   en el Trivili, y de allí tornó a España sexta vez, en el año siguiente de 1577. En el cual, en 17 de septiembre se presentó en el convento de Uclés, ante el doctor Diego de Aponte de Quiñones, prior dél, que ahora es obispo de Oviedo, con méritos grandes de mayores iglesias y dignidades, a hacer profesión de su Orden de Santiago, y notificó en este día la dicha provisión al Prior, por presencia de Francisco de Cosca, notario del mesmo convento, y, en su cumplimiento, fue admitido a ella por el dicho Prior, y de allí a 90 días la hizo solenemente en sus manos, en 14 de diciembre del mesmo año, a los 6 años y 15 días que había tomado el hábito.

Esta es la suma, muy sumada, de las peregrinaciones de este muy noble y generoso caballero, el cual, por tierra y mar, y Juan Sebastián del Cano, natural de Guipúzcoa, de la villa de Guetaria, por mar, son los hombres nacidos de Adán hasta hoy que más hayan andado y navegado en ambos orbes, porque don Alonso de Ercilla anduvo todo lo arriba cifrado, y Juan Sebastián en la nao «Victoria», bien victoriosa, rodeó al mundo, como lo dice el Emperador don Carlos en el privilegio original de escudo de armas, por mí visto y leído, en que le dio por esto al Mundo por insignia, con una letra: TU PRIMUS CIRCUNDEDISTI ME, que quiere decir, hablando el Mundo con él: Tú el primero me rodeaste.

Esta última retirada suya fue a los 43 años de su floreciente edad, y teniendo alguna quietud en estos reinos, ya que de tantas peregrinaciones y peligros estaba libre en ellos, continuó sus estudios pasados de la Arte Poética, y compuso en ella la Segunda Parte de La Araucana, y con licencia y privilegio del mesmo Católico Rey don Felipe, la imprimió en el año de 1578, confirmando en ella su gran ingenio y estudios de la Primera; y prosiguiendo los mesmos estudios, como verdadero profesor dellos, no contento de lo pasado, compuso en la mesma Facultad Poética la Tercera Parte de La Araucana, y con licencia y privilegio del mesmo Católico Rey, la ha imprimido en este año de 1589, con mucha aceptación y aprobación general. Si los tiempos del rey don Juan el II dieron con razón el título benemérito de poeta castellano a Juan de Mena, su secretario, en la lengua latina, porque este Príncipe, su natural señor, era Rey de Castilla, con mucha razón los felicísimos del dicho Católico rey don Felipe deben dar a este caballero el de poeta español, siendo este Príncipe rey de toda España, como los del Emperador, su padre, dieron al suyo el de «sotil español».

Casó este caballero en Madrid, en Palacio, en [...] de enero del año de 1570, corriente el 37 de su edad, con doña María de Bazán, señora de mucha religión y virtudes y muy amiga de la lección de la Historia sobre cuantas señoras yo he tratado en estos reinos, dama de la Reina doña Isabel, mujer tercera del dicho Rey don Felipe, hija de Gil Sánchez de Bazán y de su mujer doña Marquesa de Ugarte, siendo padrino el dicho Emperador Rodulfo, residente al tiempo en España, y madrina la mesma Princesa, presentes las Infantas doña Isabel y doña Catalina, hermanas, arriba nombradas, hijas del mesmo Rey don Felipe, y carecen de succesión.

Tuvo él, fuera de matrimonio, a don Juan de Ercilla, hijo natural, que a los 20 años de su floreciente edad, no madura, murió en el desgraciado viaje de Inglaterra del año de 1588, en la nao «San Marcos», cuyo capitán era don Diego Maldonado; en la cual murieron con él, anegados, el mesmo don Diego y don Martín de Alarcón, administrador del Hospital de la Armada, hermano de don Jorge de Alarcón, señor de Valverde, y don García de Cárdenas, hermano de don Alonso de Cárdenas, Conde de la Puebla, y don Rodrigo de Mendoza, hermano de don Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, y otros caballeros en servicio de Dios y de su rey natural.

Real Academia de la Historia, Obras de Garibay manuscritas, libros III y IV, fols. 218 y siguientes.







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