Escena I
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DON MELCHOR y
VENTURA, de
camino.
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VENTURA |
Con dos mulas
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tan macilentas y flacas, |
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que si por Madrid las sacas, |
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dirán que pregonas
bulas. |
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DON MELCHOR |
Ponme pues esas espuelas. |
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VENTURA |
Los dos, en resolución, |
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¿nos volvemos a
León? |
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DON MELCHOR |
Ventura, no más
cautelas, |
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no más amor de camino. |
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¡Hoy ido, y casado ayer! |
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VENTURA |
La disfrazada mujer |
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te quiso bien a lo fino, |
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como dirá la firmeza |
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que con treinta y dos
diamantes, |
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a lo culto rutilantes, |
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te asegura su riqueza. |
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Seicientos ducados da |
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a la primera palabra |
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un platero que los abra. |
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DON MELCHOR |
De memoria servirá, |
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Ventura, para tenella |
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de su dueño mal
logrado, |
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perdido hoy y ayer hallado. |
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VENTURA |
Más nos valiera
vendella, |
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pues no saben en León |
|
de los diamantes el precio. |
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DON MELCHOR |
¿Son allá
bárbaros, necio? |
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VENTURA |
No, mas montañeses son, |
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que sin hacerlos injurias, |
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por vidrios los
juzgarán |
|
los que diestros sólo
están |
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en azabaches de Asturias; |
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y no sé yo que tú
tengas |
|
para el camino dinero. |
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Mi anillo compró el
platero, |
|
no para que en él
prevengas |
|
tu costa, que son mis gajes, |
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y si me dio treinta escudos, |
|
tienen otros tantos
ñudos. |
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DON MELCHOR |
Para que los aventajes, |
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prestarásmelos, y
allá |
|
te los volveré seguros. |
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VENTURA |
¿Sobre qué hipoteca o
juros? |
|
(Va calzando a su amo las
espuelas.)
|
No te enojes: bueno
está; |
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pues siendo yo tuyo todo, |
|
también lo es cuanto
poseo: |
|
sólo que vuelvas deseo |
|
a nuestra patria de modo |
|
que no hagan burla de ti |
|
los que el parabién te
dieron |
|
en León, cuando te
vieron |
|
venir a casarte aquí. |
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Ya se fue a la Chirinola |
|
la condesa oji-morena; |
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bella es doña Magdalena |
|
y ella te merece sola. |
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Enojada del agravio |
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que la hiciste, no fue mucho |
|
que hubiese llanto y celucho: |
|
vuelve a hablarla, si eres
sabio. |
|
Pídele al viejo
perdón; |
|
intercederá su hermano; |
|
darate la hermosa mano; |
|
parará en paz la
quistión. |
|
Tendrá tu venida el
fruto |
|
que allá apeteciste
tanto, |
|
y sin engaños de un
manto, |
|
vaya el diablo para puto. |
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DON MELCHOR |
Si ella fuera tan hermosa |
|
como mi condesa ausente, |
|
o no estuviera presente |
|
en mi memoria amorosa, |
|
Yo hiciera lo que me dices. |
|
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VENTURA |
Dos ojos llegaste a ver |
|
y una mano, sin saber |
|
si la tal tiene narices; |
|
y la Magdalena basta, |
|
y aun sobra, para abrasar |
|
catorce Troyas, y dar |
|
a veinte linajes casta. |
|
Pero cuando no te agrade, |
|
de su vecina te dije |
|
que por su amante te elige, |
|
y que a su hermosura
añade |
|
doce mil de dote. |
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|
DON MELCHOR |
Todas
|
|
con mi bella ausente son |
|
monstruos. |
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VENTURA |
Pues, alto a León,
|
|
y enhuérense nuestras
bodas. |
|
A poner voy las maletas. |
|
Vive Dios, que estás
extraño. |
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|
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DON MELCHOR |
Huyamos de tanto
engaño, |
|
y en lo demás no te
metas. |
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|
Escena II
|
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SANTILLANA,
DON MELCHOR, VENTURA.
|
SANTILLANA |
¿Vive un caballero
aquí, |
|
que vino ayer de León? |
|
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|
VENTURA |
(Aparte a su
amo.)
|
Señor, el
escuderón |
|
que con la condesa vi, |
|
nos busca. |
|
|
SANTILLANA |
¡Oh leonés
gallardo!
|
|
Bésoos el izquierdo
pie, |
|
que en vuestro talle se ve |
|
el valor de aquel Bernardo, |
|
heredero de Saldaña, |
|
del Carpio y Asturias gloria. |
|
También sabemos de
historia |
|
los viejos de la
montaña. |
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VENTURA |
Es demonio el Santillana. |
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SANTILLANA |
Dejémonos deso agora. |
|
La Condesa mi señora, |
|
la que le habló ayer
mañana, |
|
este billete le envía, |
|
y con él cierto regalo, |
|
que al de una reina le igualo, |
|
aunque es de una
señoría. |
|
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|
DON MELCHOR |
¿Luego aquí
está la Condesa? |
|
|
|
|
VENTURA |
(Aparte a su
amo.)
|
Éste fue picón.
|
|
|
|
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|
SANTILLANA |
¡Lo que os pesa
|
|
de mi bien! |
|
|
VENTURA |
¿Doblón?
Primero
|
|
doble el sacristán por
vos. |
|
|
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|
SANTILLANA |
(A VENTURA.)
|
¿Daislo de vuestro
dinero? |
|
¿Son estos los cuatro
reales |
|
de marras? |
|
|
VENTURA |
(Aparte.)
|
Tras el bolsillo
|
|
se va acogiendo mi anillo. |
|
A muchas dádivas tales |
|
quedaremos en pelota. |
|
Tome y reviente con él. |
|
|
|
|
|
DON MELCHOR |
Y mejor nota,
|
|
(Lee.)
|
«Por
asegurarme de vuestro amor, he fingido jornadas que no pienso
hacer, y casamientos de que estoy libre, puesto que doña
Magdalena, engañada por mí, haya publicado lo uno y
lo otro por verdadero. Satisfaceos de mis celosas diligencias, y
vedme luego en el lugar acostumbrado; que para la costa del camino,
que os ruego no hagáis, ese escudero os lleva dos mil
escudos y un regalo de dulces y ropa blanca: reservándoos el
principal para cuando sea tiempo, que es una alma reconocida a lo
mucho que merece vuestra firmeza y valor. -La condesa.»
|
Quita espuelas, quita botas, |
|
despide postas. |
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VENTURA |
Despido.
|
|
Quito botas y vestido. |
|
¡Dos mil escudos!
¿Qué flotas, |
|
qué vellocino, qué
gato |
|
de avariento tabernero, |
|
qué talegón de
arriero, |
|
ni qué robo de mulato |
|
hay que iguale a nuestra
presa? |
|
|
|
DON MELCHOR |
¡Que la Condesa
fingió |
|
sus bodas! ¡Que no
partió |
|
a Nápoles la Condesa! |
|
¡Que otra vez me quiere
hablar! |
|
|
|
VENTURA |
¡Que dos mil escudos de
oro |
|
envía! ¡Oh viejo
Medoro! |
|
Por Dios, que te he de besar. |
|
|
|
SANTILLANA |
Arre allá.
¿Venís en vos? |
|
Aun el diablo fuera el beso. |
|
No está el tiempo para
eso. |
|
|
|
VENTURA |
¡Mil doblones, y de a
dos! |
|
¿Dos mil escudos
envía? |
|
Dar dos mil abrazos quiero, |
|
¡oh escudos!, al
escudero |
|
de tan bella escudería. |
|
|
|
SANTILLANA |
(A VENTURA, que porfía en
abrazarle.)
|
¿Queréis apostar,
hermano, |
|
que os he de hacer acusar? |
|
|
|
DON MELCHOR |
(Lee.)
|
Vedme luego en el lugar |
|
acostumbrado. ¡Ay mi mano! |
|
¡Que otra vez tengo de
veros! |
|
|
|
|
SANTILLANA |
Una dueña me
guió |
|
con la ropa y los dineros |
|
a esta casa, y a la puerta |
|
con todo aguardando
está. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Venturilla, llámala; |
|
veré si es mi dicha
cierta; |
|
que si ella me la asegura, |
|
cuanto me trae pienso dalla |
|
de albricias. |
|
|
VENTURA |
Voy a llamalla.
|
|
Ahora sí que soy
Ventura. |
|
Con una y otra cabriola |
|
tengo el alma alborotada. |
|
¡Oh condesa oji-tapada! |
|
Bien haya tu Chirinola. |
|
(Vase.)
|
|
|
Escena IV
|
|
VENTURA,
DON MELCHOR, SANTILLANA.
|
VENTURA |
Fuese la dueña tapada, |
|
y en talegos, me dio dos |
|
(esto es crítico) dos
mil |
|
escudos y tres tabaques |
|
con preciosos badulaques, |
|
cuellos de cambray sutil, |
|
camisas de holanda, y tal |
|
que te la puedes beber, |
|
dulces, que bastan a ser |
|
de Santo Domingo el Real, |
|
o de una Constantinopla |
|
dechados, para imitarse, |
|
y sin querer destaparse |
|
sino sola una manopla |
|
me dijo: «Paji-lacayo, |
|
al Conde mi señor diga |
|
que su buena suerte
siga». |
|
Y acogiose como un rayo. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Vamos, pues, a la Vitoria. |
|
|
|
VENTURA |
¿Con botas y con
espuelas? |
|
|
|
DON MELCHOR |
Ya son de mi amor pihuelas |
|
para detener mi gloria. |
|
|
|
VENTURA |
¡Oh qué traidores
doblones! |
|
Cada uno tiene dos caras: |
|
todas son yemas; no hay claras |
|
de reales ni patacones. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Ven, y no te espantes deso, |
|
pues me los presenta un sol. |
|
|
|
|
SANTILLANA |
¿Mas que vuelve a lo del
beso? |
|
|
|
|
(Vanse.)
|
Escena V
|
|
DOÑA
ÁNGELA, QUIÑONES, con
manto.
|
QUIÑONES |
Antes de quitarme el manto, |
|
por lo que a tu hermano debo, |
|
a ser tercera me atrevo |
|
de vuestro amoroso encanto; |
|
que aunque sea a mi
señora |
|
infiel, estoy obligada |
|
a tu hermano; y cohechada |
|
de mil regalos que agora |
|
estorbos han de allanar |
|
que su criado encarece. |
|
Sé lo mucho que merece; |
|
mas no se podrá casar |
|
con él doña
Magdalena, |
|
mientras durare el amor |
|
que a tu amante don Melchor |
|
da por la Condesa pena. |
|
Ella fingió su partida |
|
a Nápoles por saber |
|
si el leonés sabe
querer. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
¿Luego no es la Condesa
ida? |
|
¿Luego no se va a casar |
|
a Nápoles con su primo? |
|
|
|
QUIÑONES |
Su ingenio sutil estimo. |
|
Engaño fue, por probar |
|
si a mi señora
quería, |
|
y se casaba con ella; |
|
pero viendo que atropella |
|
tantas cosas en un día, |
|
y que se vuelve a León |
|
(despreciando la belleza, |
|
discreción, sangre y
riqueza, |
|
que juntas a la afición |
|
que mi señora le tiene, |
|
bastaban a enternecer |
|
un mármol), ser su
mujer |
|
con nuevas trazas previene. |
|
Nuestra doña Magdalena |
|
(que para decir verdad, |
|
tiene extraña voluntad |
|
a don Melchor, con la pena |
|
y celos de quien adora, |
|
en fe que por él se
abrasa, |
|
para saber lo que pasa |
|
me ha hecho su inquisidora. |
|
En efeto, me he informado |
|
que ni a Nápoles se va, |
|
ni vino a Madrid de
allá |
|
tío para darla estado; |
|
antes a su don Melchor |
|
obligada, cuando estaba |
|
el pie en estribo, y daba |
|
nuevo repudio a su amor, |
|
dos mil escudos envía, |
|
y un regalo (amante y franca) |
|
de dulces y ropa blanca... |
|
Pero, en fin, es
señoría. |
|
Y en la Vitoria le espera, |
|
donde tratarán los dos, |
|
con la bendición de
Dios, |
|
echar cuidados afuera |
|
y desposarse mañana. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
Si eso es cierto, muerta soy. |
|
|
|
QUIÑONES |
Yo que este aviso te doy |
|
y tengo engaños de
indiana, |
|
como tú te determines |
|
a un hecho digno de fama, |
|
daré a tu amorosa llama |
|
dichosos y alegres fines. |
|
Vístete de luto, y ve |
|
a la Vitoria cubierta; |
|
que él aguardará a la
puerta |
|
su Condesa; y si te ve |
|
tapada, y con luto, luego |
|
te ha de tener por su dama, |
|
a quien adora por fama, |
|
sin que su amoroso fuego |
|
haya alcanzado a ver
más |
|
que una mano y un medio ojo |
|
ocasión de tanto enojo. |
|
La tuya le
enseñarás; |
|
que cuando no sea mejor, |
|
a lo menos su cristal |
|
es a su belleza igual. |
|
Dile finezas de amor: |
|
agradécele, discreta |
|
el haber por ti dejado |
|
tal mujer; di que tu estado, |
|
y voluntad ya sujeta, |
|
por dueño elegirle
ordena |
|
y porque en la casa tuya |
|
habrá estorbos, en la
suya, |
|
sin que doña Magdalena |
|
lo sepa, esta tarde quieres |
|
darle de esposa la mano. |
|
Él con tal favor ufano, |
|
sin consultar pareceres, |
|
que no los admite amor, |
|
te guiará a su casa
luego: |
|
darás alivio a su
fuego, |
|
y dueño noble a tu
honor. |
|
Pues no habiendo visto, en
fin, |
|
de la Condesa la cara, |
|
si en tu hermosura repara, |
|
retrato de un serafín, |
|
¿quién duda que en su
provecho |
|
engañado, si lo sabe |
|
después, su dicha no
alabe, |
|
y te adore satisfecho? |
|
Quedarase la Condesa |
|
burlada; dará a tu
hermano |
|
mi señora el alma y
mano; |
|
y viendo lo que interesa |
|
don Jerónimo,
después |
|
que por perdida te llore, |
|
podrá ser que se
enamore |
|
de la Condesa, y los tres |
|
os caséis por causa
mía: |
|
tú y don Melchor; mi
señora, |
|
y tu hermano que la adora; |
|
y con una
señoría |
|
don Jerónimo, para que
haya |
|
mejor fin del que se espera, |
|
de tres y casamentera, |
|
y un amor de tres en raya. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
¡Determinación
terrible! |
|
Pero a un grande daño es
medio |
|
forzoso otro igual remedio, |
|
y sin ése no es posible |
|
atajar el que yo lloro, |
|
si se intentan casar hoy. |
|
Resuelta en seguirle estoy, |
|
que al leonés gallardo
adoro. |
|
Salga yo bien deste enredo, |
|
y darete un dote igual |
|
a tu ingenio. |
|
|
QUIÑONES |
La señal
|
|
con que asegurarte puedo, |
|
es el bolsillo que ves, |
|
y lleno de escudos dio |
|
don Melchor, la vez que
habló |
|
a la condesa. Después |
|
te diré de la manera |
|
que vino a mi posesión. |
|
Cuélgatela del
cordón; |
|
asegura esta quimera, |
|
y vete a vestir de luto; |
|
no pierdas por tu tardanza |
|
el fruto de tu esperanza. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
Y la vida con el fruto. |
|
Notables cosas intento. |
|
¡Ay tirano don Melchor! |
|
Anime mi firme amor |
|
este extraño
atrevimiento. |
|
(Vase.)
|
|
|
Escena VII
|
|
Lonja de la Victoria.
|
|
DON MELCHOR,
DON LUIS.
|
DON LUIS |
Ya os juzgaba una jornada |
|
de aquí. |
|
|
DON MELCHOR |
Nuevas ocasiones
|
|
dan a mi amor dilaciones. |
|
Aquella dama tapada |
|
que ayer vistes enlutada, |
|
ha de volver hoy aquí. |
|
|
|
|
|
DON LUIS |
Pues ella, ¿no se
partió |
|
a Nápoles? |
|
|
DON MELCHOR |
Primo, no;
|
|
que a Italia deja por
mí. |
|
Vos me veréis conde
presto, |
|
y dueño de una
hermosura, |
|
que dé envidia a la
ventura, |
|
y a mi amor un alto puesto. |
|
|
|
DON LUIS |
Ya el parabién os
apresto; |
|
aprestad vos a mi pena |
|
el pésame, pues ordena, |
|
para que muera y me abrase, |
|
que don Sebastián se
case |
|
con mi doña Magdalena. |
|
Don Jerónimo ha pedido |
|
a doña Ángela, y el
viejo |
|
aprobando su consejo, |
|
da a mi tirana marido. |
|
Estoy de celos perdido, |
|
y si se casan los dos, |
|
podrá ver, primo, por
Dios, |
|
que algún disparate
intente; |
|
porque mi amor no consiente |
|
celos de otro que de vos. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Vivid vos seguro desos, |
|
porque yo no me casara |
|
con ella, si despojara |
|
al Potosí de sus pesos. |
|
Por los ojuelos traviesos |
|
que adoro, y ya llamo
míos, |
|
hace mi amor desvaríos, |
|
y esotros me dan enojos, |
|
que son tuertos, si son ojos, |
|
y si son soles, son
fríos. |
|
|
|
DON LUIS |
Consiéntôs hablar mal
dellos |
|
por lo bien que eso me
está; |
|
puesto que el cielo
podrá |
|
poner sus luces en ellos. |
|
Gozad vos los vuestros bellos |
|
mil años con dulce
fruto, |
|
que mientras os dan tributo, |
|
si mis celos ponderáis, |
|
en esta ocasión
mezcláis |
|
vuestras bodas con mi luto. |
|
(Vase.)
|
|
|
Escena VIII
|
|
VENTURA, y
después DOÑA
ÁNGELA, de luto como DOÑA MAGDALENA, y tapada.
DON MELCHOR.
|
VENTURA |
Ea, señor, ya ha
llegado |
|
nuestra condesa dorada, |
|
que a quien da dos mil escudos |
|
así quiero intitularla. |
|
Llega haciendo reverencias |
|
o paternidades, y habla. |
|
Mil doblones te envió; |
|
dobla las rodillas ambas. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Oh hermosa señora
mía, |
|
¿cuándo ha de romper
el alba |
|
los crepúsculos
oscuros, |
|
dese sol nubes avaras? |
|
¿Cuándo dirá
mi ventura, |
|
después de noche tan
larga, |
|
que el cielo corrió
cortinas, |
|
y amaneció la
mañana? |
|
|
|
VENTURA |
¿Cuándo, oh bella
Chirinola, |
|
costurera ballenata, |
|
pues con agujas del sol |
|
nos cosistes ropa blanca, |
|
desnudandôs ornamentos, |
|
pues alba mi amo os llama, |
|
los dos os podremos ver |
|
en sobrepelliz o en alba? |
|
¿Cuándo dirá:
«Ropa fuera» |
|
el ciego amor que os enmanta, |
|
o rasgará, por leeros, |
|
la cubierta desa carta? |
|
|
|
|
VENTURA |
Toda ave a la aurora canta, |
|
el jilguero y el
gorrión: |
|
música hay también
lacaya, |
|
mi parte tengo en el coro: |
|
canta y cantemos. |
|
|
|
VENTURA |
(Aparte.)
|
Y en los dulces, ya yo he
dicho |
|
Ite, Missa est a dos cajas. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
Mala noche os habrá
dado |
|
mi mentirosa jornada, |
|
prueba de vuestra firmeza, |
|
vitoria de mi esperanza. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Es así; pero no es
mucho |
|
pasar una noche mala |
|
por un día tan alegre. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
Quedándôs vos en
España, |
|
mal se pudiera partir, |
|
quien os quiere tanto a Italia |
|
pues pasara de vacío |
|
amor un cuerpo sin alma. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Dadme por esa merced |
|
a besar la nieve helada |
|
del puerto de mis deseos. |
|
|
|
VENTURA |
Quitad la encella a esa nata, |
|
si es que hay natas con
encellas; |
|
que yendo a decir cuajada, |
|
andan, desde que hablan
cultos, |
|
las metáforas
bastardas. |
|
|
|
DOÑA ÁNGELA |
No es mano de cada día: |
|
un ojo enseñaros basta, |
|
réditos de vuestro
amor, |
|
que mi principal os paga. |
|
|
|
DON MELCHOR |
Eso fue pagarme en oro, |
|
cuando os ejecuto en plata; |
|
que al buen pagador,
señora, |
|
no le duelen prendas. |
|
|
VENTURA |
Vaya,
|
|
hoy cobramos en doblones, |
|
puesto que ojos con
pestañas |
|
es moneda de vellón; |
|
mas, o mi vista se
engaña, |
|
o no es ese ojo el de ayer; |
|
que su niña era mulata, |
|
y hoy se ha vestido de azul, |
|
que llama el vulgo, de garza. |
|
|
|
|
VENTURA |
¡Vive Dios,
|
|
que era endrina toledana |
|
la niñeta que ayer
vimos, |
|
y hoy nos mira turquesada! |
|
Pero no te espantes desto, |
|
que ha venido de Alemania |
|
un maestro que tiñe
ojos, |
|
como otros cabello y barbas. |
|
|
|
DON MELCHOR |
No hagáis caso deste
necio; |
|
que yo doy crédito al
alma, |
|
que con pinceles más
vivos |
|
en mi memoria os retrata, |
|
yo sé que es ése el
que adoro. |
|
Mas, ¿qué es esto?
¡Otra enlutada! |
|
|
|
VENTURA |
Serán como cartas de
Indias, |
|
que se escriben duplicadas. |
|
|
|
Escena IX
|
|
DOÑA
MAGDALENA, de luto. Dichos.
|
DOÑA MAGDALENA |
Sólo en vuestro noble
trato |
|
estribó la confianza, |
|
don Melchor, que hice de vos. |
|
Pero pues tan presto os falta, |
|
y venido de antiyer, |
|
me ocupan mantos la plaza |
|
que pensé yo que era
mía, |
|
cuando la juzgué estar
vaca; |
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con desengaños costosos |
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dando libertad al alma, |
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a precio de algún
suspiro, |
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podré ya volverme a
Italia. |
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Gocéis la ocupación
nueva |
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mil años; que
escarmentada |
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en mí misma, sabré,
en fin, |
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lo que son hombres de
España. |
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DON MELCHOR |
Señora, señora
mía, |
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no desdeñéis
enojada |
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la confusión de un
amor, |
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que ni os conoce ni agravia. |
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¿Sois vos mi hermosa
Condesa? |
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DOÑA MAGDALENA |
Que era vuestra, imaginaba, |
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quien colige desas dudas |
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que sois de memoria flaca. |
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Presto me desconocéis. |
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Adiós. |
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DON MELCHOR |
¡Ay condesa amada!
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O no os vais, o daré
voces. |
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DOÑA ÁNGELA |
¡Condesa! ¿Hay
traición más rara? |
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¿Luego otra condesa ha
habido |
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en la corte, en cuyas llamas |
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os abrasáis? |
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VENTURA |
Hay agora
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señorías muy
baratas. |
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DOÑA ÁNGELA |
Gracias a Dios, que con
tiempo, |
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aunque el llanto la costa
haga, |
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podrá hacer mi libertad |
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una bella retirada. |
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No creyera yo, hasta verlo, |
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que en las leonesas
montañas, |
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de la suerte que en la corte, |
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engaños se avecindaran. |
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Discreto fue mi recato |
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en no enseñaros mi
cara: |
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poco hay perdido hasta agora: |
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mi nombre ignoráis y
casa. |
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Si hiciéredes
diligencias |
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para saberla, mañana |
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a Nápoles me escribid, |
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porque me alcancen las cartas. |
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Adiós. |
(Quiere irse.)
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DON MELCHOR |
Condesa, mi bien,
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oíd, escuchad.
¿Qué extrañas |
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confusiones me persiguen? |
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DOÑA ÁNGELA |
No quiero llevar memorias |
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que entristezcan mi jornada. |
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Deste bolsillo me hicistes |
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antiyer depositaria: |
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pues el dueño
pareció |
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(aunque a vos no os hará
falta |
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pues que con dos mil escudos |
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mi libertad se rescata), |
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haced alguna obra pía |
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con su valor, o dad traza |
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de engañar con él
condesas, |
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en oír misa ocupadas; |
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que yo hiciera mi camino |
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satisfecha, si mezclara |
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en los dulces rejalgar, |
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ponzoña en la ropa
blanca, |
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e imitando a Deyanira, |
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la ingratitud castigara |
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de un hombre tan
descortés. |
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DOÑA MAGDALENA |
¿Qué es esto,
ilusión pesada? |
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¿Vos de Nápoles
Condesa? |
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¿Vos en el disfraz
velada |
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de un manto, en esta capilla |
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fuistes antiyer la causa |
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de la confusión
presente? |
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¿Vos dinero, ropa
blanca |
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y dulces a don Melchor? |
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DOÑA ÁNGELA |
Diréis que no: cosa es
llana; |
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que como en el luto y nombre |
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usurpáis mi semejanza, |
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queréis de ajenos
presentes |
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levantaros con las gracias. |
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Gozaldas enhorabuena; |
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que si esta prenda no basta |
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(Enseña el bolsillo de
DON
MELCHOR.)
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a desengaños tan
ciertos, |
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ellos me darán
venganza. |
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DON MELCHOR |
A satisfacción tan
clara, |
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¿quién pondrá,
condesa mía, |
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duda, pleitos, ni demandas? |
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En vuestro favor sentencia |
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tan reconocida el alma, |
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cuanto confusa de ver |
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vencida a vuestra contraria. |
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Señora, a quien no
conozco, |
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que me pesa, os doy palabra, |
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de condenaros en costas |
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de una burla tan pesada. |
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Si hacerla de mí
quisisteis, |
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desazónaseos la traza; |
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vuestras armas os hirieron |
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idos a curar a casa. |
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VENTURA |
Mamola su
Señoría. |
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¡Oh condesa redomada! |
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La picardía os
gradúa |
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con la borla de bellaca. |
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DOÑA MAGDALENA |
(Aparte.)
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Yo estoy de suerte perdida, |
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que si no me desengañan |
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que duermo, daré mil
voces, |
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aunque peligre mi fama. |
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Sutilezas de Madrid |
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me habrán robado de
casa |
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ese bolsillo que encierra |
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los hechizos que me encantan. |
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Ya me pesa que no
hayáis |
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visto, don Melchor, mi cara, |
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porque
enseñándôsla agora, |
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viérades quién os
engaña. |
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Pero esperad:
¿conocéis |
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aqueste ojo? |
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DON MELCHOR |
¡Ay sol del alma!
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¡Ay norte de mis deseos! |
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¡Ay guía de mi
esperanza! |
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¡Y cómo que le
conozco! |
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VENTURA |
(Aparte.)
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¿Ya empezamos nuevas
chanzas? |
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Bolsillo y ojos compiten: |
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ofrézcôs al diablo a
entrambas. |
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DOÑA MAGDALENA |
¿Acordáisos de los
cabos |
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que de mi cordón
colgaban, |
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cuando el ladrón los
cortó? |
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DON MELCHOR |
Dos trenzas eran de
nácar. |
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DOÑA MAGDALENA |
Juzgad agora quién
causa, |
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de vos o de mí,
envidiosa, |
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los enredos que me agravian. |
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DOÑA ÁNGELA |
Los cordones del bolsillo, |
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que con sutileza tanta |
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me cortó no sé yo
quién, |
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en misa estotra mañana, |
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téngolos guardados yo, |
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y aquésas son señas
falsas, |
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pues para contrahacerlos, |
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hay en la corte seda harta. |
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DON MELCHOR |
Ventura, ¿qué dices
desto? |
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VENTURA |
Que ha sido almendra
preñada |
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nuestra Condesa de a dos, |
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o erizo con dos
castañas, |
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huevo que dos yemas tuvo, |
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y aunque con cáscara
entrambas, |
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tu amor, que es gallina
clueca, |
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hoy estas dos pollas saca. |
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DON MELCHOR |
¡Problemática
cuestión! |
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Dos sendas hallo encontradas, |
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y yo indiferente entre ellas, |
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ignoro por cuál me
vaya. |
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Pero la mano, que fue |
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de mi amor primera causa, |
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tengo dentro el alma impresa, |
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y la memoria la guarda, |
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mostradme, señoras
mías, |
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cada cual la suya, y salga |
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vitoriosa la que obligue |
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que mi amor llegue a besarla. |
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