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Acto III

 

La misma decoración.

 
 

Escena I

 
D. SEVERO y CARLOS, con documentos en la mano.
 
SEVERO             Cuando al hombre se le vuelve      
la fortuna del revés
no hay más que tener paciencia
y esperar que sople bien.
Vete al Banco, y con mi firma 5
descuenta estos pagarés.
Recorre toda la banca;
malvende todo el papel,
y hazte al momento con fondos
sin tasa en el interés, 10
que de un millón efectivo
necesito disponer
para mañana a las doce.
CARLOS Pero tío, yo no sé
por qué con tanta premura 15
buscando fondos va usted
cuando tenemos previstos
los pagos de todo el mes,
y escasos cinco mil duros
nos quedan por atender. 20
SEVERO Este es un secreto, Carlos, [68]
de muchísimo interés,
y del que más tarde pueda
darte noticia tal vez.
CARLOS Pero tío, no es posible 25
que sin decirme el por qué
vaya a cumplir unas órdenes
tan absurdas a mi ver.
SEVERO ¿Por qué son absurdas, Carlos?
CARLOS Porque usted sabe muy bien 30
que al tipo que está el descuento,
y al precio que está el papel,
causaba esa operación
la bancarrota de usted.
SEVERO ¿Y qué importa mi ruina 35
si mi honor se salva?
CARLOS                                    ¿Qué?
SEVERO Dudan de mí y probar debo
que soy un hombre de bien.
CARLOS Muy alto esos hechos, tío,
hablan en favor de usted; 40
pero ahora menos que nunca
puedo yo prestarme a ser
instrumento de una causa
que a mí me afecta también.
SEVERO No te entiendo.
CARLOS                         Que esas dudas 45
las hace partir usted
de mi madre, y yo no puedo
sin quien soy dejar de ser,
tolerar esa calumnia
ni aun usted siendo quien es. 50
SEVERO El primero en aplaudir
soy tu conducta; haces bien;
pero el autor del insulto
ya no excita mi interés.
El hecho es que me deshonran 55
y me debo defender.
CARLOS ¿Posible es que en indigencia
quiera usted trocar su tren
por una frase vertida
por una infame tal vez? 60
SEVERO ¡Cómo! [69]
CARLOS              Rita.
SEVERO                       ¿Rita?
CARLOS                                  Sí.
SEVERO ¡Qué poco la conocéis!
Su lengua no reproduce
sino las cosas que ve.
Charla mucho; mas no inventa. 65
CARLOS Se la puede defender.
SEVERO Y aunque ella fuese la causa,
¿por ventura encuentras bien
que la apoyen y hagan todos
en esta farsa papel? 70
CARLOS Me hieren tales sospechas,
y me aconseja el deber
que antes de dar ese paso
los hechos le aclare a usted.
SEVERO ¿Adónde vas?
CARLOS                         A llamarlas, 75
y que digan de una vez...
SEVERO Las órdenes que yo doy
forman para todos ley,
y bien dispuestas o mal
se deben obedecer. 80
Vete a hacer lo que te he dicho.
CARLOS Bien está, tío, me iré.
(Mas no espere que yo cumpla
su mandato hasta saber...
Mi delito de mordaza 85
me está sirviendo también.)
SEVERO Vete, Carlos.
CARLOS                       Tío...
SEVERO                                 Vete.
CARLOS (Madre, por ti velaré.) (Vase.)
 
 

Escena II

 

D. SEVERO, a poco MATILDE.

 
SEVERO Lóbrego y sin fondo, abierto
miro un abismo a mis pies; 90
mas no importa, que me asusta
más que el mañana el ayer. [70]
Si sumido en la miseria
me mira el mundo después,
podrá decir: «quedó pobre 95
porque era un hombre de bien.»
MATILDE ¡Gracias a Dios que te encuentro!
SEVERO ¿Qué quieres de mí?
MATILDE                                   Saber
por qué nos diste esa escena
no hace mucho.
SEVERO                           ¿Y el por qué 100
no has podido sospechar?
MATILDE Vosotros me suponéis
un talento tan precoz
que por fuerza he de saber
sin despegar vuestros labios 105
lo que decirme queréis.
SEVERO Harto sabes que a favor
de una calumnia soez
de mi familia en el seno
jugando estoy el papel 110
más ridículo del mundo.
¿Por qué callaros? ¿Por qué
cuando loco o visionario
pero lleno de honradez,
mi plan absurdo os propuse 115
no fuisteis francos los tres
para decirme: «el amor
»nunca se limita a hacer
»lo que dicta la cabeza;
»y tú habrás visto después 120
»que tomabas por cariño
»lo que era todo chochez.
»¡Si soy niña, tú eres viejo!
»yo respetarte sabré,
»pero quererte jamás; 125
»que entre el amor y el deber
»está el recuerdo que a Carlos
»guardo desde la niñez.»
Y no que con el silencio
más criminal, más cruel, 130
sin miramiento a mis canas,
sin ver mi hombría de bien, [71]
mi fama lleváis en lenguas
y mi honor entre los pies.
Ni es propio, noble, decente, 135
ni justo tal proceder.
MATILDE Si los hechos a tu arbitrio
vas comentando, tal vez
con razón nos acrimines;
pero si del interés 140
particular te despojas
y cual son los quiere ver,
recordarás que el amor
de mi primo desprecié.
SEVERO Por causas que no se ignoran. 145
MATILDE Pues te equivocas también,
que fue... por causas que callo
porque no debes saber. (Muy marcado.)
SEVERO ¿Qué?
MATILDE             Y en cuanto a la calumnia
que tus frases con doblez 150
me achacan, si del autor
quieres noticias tener,
la señora Rita acaso
fidedignas te las dé.
SEVERO ¡La señora Rita! ¡Cómo! 155
¿tú la acriminas también?
MATILDE Parece que no conozcas
a las personas. Pues qué,
¿nada te dice ese afán
de inquirir y de saber 160
que más que del pan que come
se nutre Rita con él?
Y esa lengua que en la boca
gime presa al parecer,
pues asomada a la reja 165
de continuo se le ve,
¿no te está diciendo a gritos
que solo destila hiel,
y que a todo el que la asesta
infecta con su hediondez? 170
No te ciegue el misticismo
ni el santo fervor con que
sus faltas encubre astuta; [72]
que si blasonar la ves
de su piedad con el prójimo, 175
y acaso a ti alguna vez
llegaron sus beneficios,
has debido comprender
que tanta virtud la misma
de los sinapismos es; 180
que a costa de mucho daño
nos hace un poco de bien.
SEVERO Lo cierto es que en casa todos
estáis jugando al cordel
con una gracia especial; 185
y según las cosas veis,
uno tira y otro afloja
para que me enrede en él.
MATILDE No te comprendo.
SEVERO                               Que Rita
podrá sus faltas tener 190
como todos las tenemos;
pero que en vano queréis
sacudiros vuestras culpas;
porque si al cabo igual es
para mí la consecuencia, 195
voy a cumplir mi deber,
y veremos de este modo
si descanso de una vez.
MATILDE ¿Pues qué intentas?
SEVERO                                  Realizar.
mis fondos.
MATILDE                     ¿Y para qué? 200
SEVERO Para rendirte las cuentas
de lo que forma tu haber,
y depositar mañana
la tutoría en un juez.
MATILDE ¿Qué has dicho? eso es imposible: 205
yo no he comprendido bien.
¿Separarme de tu lado
para entregarme a merced
de un hombre que su cariño
cifrará en el interés, 210
y que en lugar de su boca
pondrá en mis manos la ley? [73]
Sé que es sólo una amenaza
y me hace un daño cruel.
SEVERO Mañana mismo, Matilde, 215
ceso en mi cargo.
MATILDE                              Pues qué,
¿será verdad?
SEVERO                        Yo en mi vida
he mentido ni una vez.
MATILDE (Llorando.) Madre mía de mi alma,
¿por qué te perdí, por qué? 220
-Ya que de una pobre huérfana
(Con gravedad.)
que tanto le quiso a usted
así desprecia el cariño,
la lealtad y el interés
que de su segundo padre 225
le inspiraba la vejez;
ya que vilmente arrojada
del paterno hogar se ve
para comprar con dinero
lo que no venden con él, 230
ya que este llanto no alcanza
su alma dura a conmover,
ya que hasta el santo recuerdo
de mi madre huella usted,
y ya, en fin, que así me insulta 235
con su indigno proceder,
dejaré esta casa al punto:
me dará abrigo la ley,
usted vivirá feliz,
yo de pena moriré; 240
pero todo lo perdono
porque valgo más que usted. (Vase.)
 
 

Escena III

 

D. SEVERO, a poco RITA.

 
SEVERO Es verdad; tiene razón;
me ha llegado a conmover.
Esto no es cumplir las órdenes 245
que recibí de Manuel. [74]
Porque ellos se porten mal,
¿no he de portarme yo bien?
Me voy en busca de Carlos;
es preciso suspender 250
las ventas, que en un momento
de arrebato le ordené.
Tal vez le encuentre en el Banco.
RITA Me alegro de verle a usted,
porque tengo que contarle... 255
SEVERO No me puedo detener.
RITA Son dos palabras.
SEVERO                             Ni media.
¡Contento me tiene usted!
Quede usted con Dios, señora. (Vase.)
 
 

Escena IV

 

RITA y a poco DOÑA ANTONIA.

 
RITA Señor, vaya usted con él. 260
¡Qué bicho le habrá picado!
¡Jesús María y José!
¡Cuando digo que entre todos
van a armarme algún belén!
¡Si no se puede ser buena! 265
Si en haciéndose de miel...
DOÑA ANTONIA ¿Dónde tiene usted el té,
señora Rita?
RITA                      En su sitio:
en el estante tercero
le dejé yo del cuartito... 270
delante de la ventana
que da al patio del vecino
por donde hablaba Manuela
con el asistente bizco,
aquel que con una caña 275
nos robaba los chorizos.
DOÑA ANTONIA Sí, ya sé.
RITA                ¿Quién está malo?
DOÑA ANTONIA Nadie; sino que ha tenido
Matilde una convulsión.
Nada dice, pero opino 280 [75]
que ella debe tener algo.
RITA Ya lo creo; y bien sencillo
de adivinar es...
DOÑA ANTONIA                            Pues yo
soy más torpe y no he podido
RITA Yo se lo diría a usted... 285
mas tengo miedo a un conflicto,
que luego dicen que yo
soy quien arma caramillos.
DOÑA ANTONIA ¿Quién piensa en usted, señora?
RITA No hace mucho usted lo ha dicho. 290
DOÑA ANTONIA Señora Rita, ¿va usted
a meterme en otro lío?
Con ella es mi indignación
por lo hipócrita que ha sido.
RITA Pues está echando las cuentas 295
al negocio de su tío.
Las canas la asustan mucho;
mas como la gusta el trigo...
DOÑA ANTONIA ¿Sí?
RITA          Ustedes no la conocen.
Se casa con él de fijo. 300
DOÑA ANTONIA ¿De veras?
RITA                    ¡Vaya! A estas horas
ya están los dos convenidos.
DOÑA ANTONIA Mentira parece.
RITA                           Pero
no lo es. ¡Cuando yo lo afirmo!
DOÑA ANTONIA Lo cierto es que no esperaba 305
tal proceder de mi primo.
RITA Ni nadie, señora, nadie.
DOÑA ANTONIA Pero yo tengo motivos...
RITA ¿Sí?
DOÑA ANTONIA         Francamente, creí
que se hubiera conducido 310
de otro modo.
RITA                         ¿Sobre qué?
DOÑA ANTONIA Sobre su boda.
RITA                         ¡Ah! (Ya atino.)
Vamos, usted esperaba
que al unirse en santo vínculo,
lo hiciese con... [76]
DOÑA ANTONIA                            Sí, con otra 315
cualquiera.
RITA                    Ya, ya; entendido.
(Con ella.)
DOÑA ANTONIA                   Y puesto que a Carlos
profesa tan gran cariño,
lo natural a mi ver
era casar a los chicos. 320
RITA (Esta mujer tiene el plan
de comer a dos carrillos.)
Y es natural, yo también
me figuraba lo mismo,
porque alguna recompensa 325
merecen usted y su hijo.
DOÑA ANTONIA Yo no diré que nosotros
contemos con grandes títulos;
pero hay hechos en la vida
que los dicta el raciocinio, 330
y recuerdos que debieran
haber sobre él influido.
RITA Ya lo sospechaba yo.
Sin duda algún extravío
que tuvo en la juventud. 335
DOÑA ANTONIA No es eso.
RITA                   Pues no adivino...
DOÑA ANTONIA Esto es una confianza
que con usted me permito;
por lo tanto...
RITA                        Usted me ofende.
DOÑA ANTONIA Severo y yo nos quisimos 340
cuando jóvenes.
RITA                            (¡Qué tal!
¡tengo el olfato más fino!)
¿Y eran ustedes pequeños?
DOÑA ANTONIA No señora.
RITA                   (¡Talluditos!
Ya alcanzo las atenciones 345
que tiene con ella el primo.)
DOÑA ANTONIA La razón no es persuasiva;
pero allá en el fondo abrigo
la convicción de que un hombre
que poseyó mi cariño 350 [77]
debiera con cierto afán
labrar la dicha de un hijo.
RITA ¿Pues por qué no le habla usted?
Dándole acaso en lo vivo...
DOÑA ANTONIA No, señora Rita, nunca; 355
fuera en mí muy poco digno.
Él es quien en este caso
debiera haber procedido
con arreglo a su conciencia;
salvando al par que el ridículo 360
consecuencias que una boda
desigual lleva consigo
RITA («¡Con arreglo a su conciencia!»,
yo creo que esto no es gringo.)
Pues yo de usted, doña Antonia, 365
le hablaría muy clarito.
El que la haga que la pague.
DOÑA ANTONIA No, Rita; ya he recibido
bastantes favores suyos
y temo ahusar.
RITA                         ¡Qué pícaro! 370
La verdad es que está todo,
señora, muy pervertido.
Yo recuerdo que en mis tiempos...
y no soy ningún vestigio,
si alguna joven tenía 375
por desgracia un extravío,
era a la buena de Dios
y sin malicia el delito;
pero, señora, ¡qué escándalo!
ve usted por la calle niños 380
que apenas saben hablar
y ya fuman.
DOÑA ANTONIA                     Es verídico.
Yo con la conversación
de mi sobrina me olvido.
Voy a darla el té. Hasta luego. 385
RITA Vaya usted con Dios.
DOÑA ANTONIA                                    ¡Sigilo! (Vase.)
[78]
 

Escena V

 

RITA y a poco D. SEVERO.

 
RITA ¡Por supuesto que esto ya
me lo tenía yo olido!
¡Ay! ¡que aun no he rezado el credo
que me falta! ¡qué delito! 390
 

(Pausa durante la cual se ensimisma y mueva los labios para rezar.)

 
«Y la vida perdurable
amen Jesús.» -Ya he cumplido.
SEVERO (Aparte entrando.)
(Gracias a lo que corrí
llegué a tiempo de impedirlo.
¡Rita! de su indiscreción 395
voy a servirme a mansalva:
ya que la ocasión es calva
no perdamos la ocasión.)
¿Qué hace usted tan sola aquí?
RITA Nada, señor; calculando 400
que el tiempo ya va pasando
muy de prisa para mí.
La vida es ilusión vana.
Parece ayer año nuevo
y, ni a pensarlo me atrevo, 405
ya es Noche-buena mañana.
SEVERO Mañana, sí, no hay falencia.
¿Tendremos extraordinario?
RITA No, que reza el calendario
ayuno con abstinencia. 410
Después de las doce, sí,
pueden comerse capones
y mazapán y turrones...
SEVERO Me gusta ayunar así.
Por más senas que los saldos 415
de unas cuentas olvidé.
Cancelemos la de usted.
Tome usted los aguinaldos.
RITA (Alargando la mano.)
¿Se va usted a molestar?... [79]
¡Cinco duros para mí! 420
(Lo que es rumboso, eso sí,
no se le puede negar.)
Pero yo no sé si debo...
¿Para qué tanta merced?
SEVERO Para que se compre usted 425
un devocionario nuevo.
RITA Yo procuraré, señor,
corresponder como deba...
SEVERO Pues para darme una prueba
va usted a hacerme un favor. 430
RITA No tiene usted que pedirme
favores, sino mandar.
SEVERO Me va usted a contestar
con franqueza y sin mentirme.
Rita, ¿es usted quien ha dicho 435
que yo al casarme especulo?
RITA (Ya le vi la oreja al mulo,
que suele decir el dicho.)
 
(Jipando.)
 
¡Jesús mil veces! ¡pensar
de mí acción tan vergonzosa! 440
¡de mi que no hago otra cosa
que estar al pie del altar!
¡Profanar, ni por asomo,
con esa calumnia el nombre
del amo mío! ¡del hombre 445
a quien debo el pan que como!
¡No sufriera yo tal mengua
por esa infame impostura
si a todo aquel que murmura
se le cortase la lengua! 450
SEVERO Pues más alto llanto no derrame,
que al ver hecho tan procaz
no la supuse capaz
de una cosa tan infame.
Pero usted debe saber 455
quién es de todo el autor.
RITA ¿Pues no lo he dicho, señor?
la que va a ser su mujer.
SEVERO Pero, Rita, con razón
me hace pensar su inocencia 460 [80]
que de tamaña impudencia
no es suya la inspiración.
RITA O habla usted con acrimonia
o no sé qué significa...
No me refiero a la chica; 465
lo digo por doña Antonia.
SEVERO Vamos por puntos, a ver,
que casi estoy confundido.
¿No dice usted que lo ha urdido
la que a ser va mi mujer? 470
RITA Justamente.
SEVERO                     Pues señora,
cada vez me ofusco más.
¡Vaya! volvamos atrás.
RITA Es verdad que usted ignora...
SEVERO Hágame usted la merced 475
de decirlo claro y pronto...
RITA Que su prima haciendo el tonto
le quiere atrapar a usted.
SEVERO ¡Cómo!
RITA               Casarse, no hay duda.
SEVERO Las digresiones suprima: 480
quién ha dicho que mi prima...
RITA Mire usted si es poco aguda:
mientras creyó que Matilde
desaprobaba el proyecto,
vio la boda sin efecto 485
y estuvo sumisa, humilde;
pero así que la muchacha
casi decidida vio,
su lengua se desató
y empezó a esgrimir el hacha 490
enmarañando las hebras
de lo que a la injuria toca,
y sin dejar por su boca
de echar sapos y culebras
para hacer que la inocente 495
desistiese de su empeño,
y lograr ella su sueño
que es sin disputa el siguiente:
tender con maña la red;
pues como dejo advertido, 500 [81]
tiene empeño decidido
de casarse con usted,
para, envuelto en un «te quiero,»
tapándole a usted los ojos,
llevado al altar de hinojos 505
atraparle su dinero;
y a los chicos, ya ella rica,
ver el modo de casarlos,
a fin de que su hijo Carlos
le pille el dote a la chica. 510
Por lo que si el hecho pasa
cual lo estudiaron arteros,
le dejan a usted en cueros
y todo se queda en casa.
SEVERO Usted sí tiende la red 515
con sus palabras capciosas.
RITA ¿Cómo, señor?
SEVERO                          Que esas cosas
son pura invención de usted.
RITA ¿Qué dice usted?
SEVERO                              Y es muy feo
RITA Yo no invento a mi capricho, 520
que ella misma me lo ha dicho.
SEVERO Pues vamos, yo no lo creo.
RITA Sería mucha imprudencia
por mi parte y... ¡vaya! no:
¿me había de inventar yo 525
lo del caso de conciencia,
y si usted en sus mocedades
tuvo con ella o no tuvo?
SEVERO ¿Eso dijo?
RITA                    Y lo sostuvo.
SEVERO (Aunque sean nimiedades 530
ya no me sorprende nada
de sus sentimientos viles
cuando cosas tan pueriles
se las cuenta a una criada.)
¿Pero qué tiene que ver 535
para armarme tal querella
que yo tuviese con ella
ni dejase de tener?
RITA Es lo que yo la decía. [82]
Si los hombres se casaran 540
con todas las que miraran,
borrar del mapa a Turquía.
SEVERO Ya sospecho de mí mismo.
¿Qué es la familia en el mundo?
nada, un lodazal inmundo 545
donde reina el egoísmo.
Dudar de mi probidad
es un grosero delito.
Vamos, me ofusco, me irrito.
RITA Con razón: ¡qué atrocidad! 550
SEVERO Presentimientos tan hondos
ni un extraño los tendría.
¡Yo abusar!
RITA (Con intención.) Ya les diría
quién malversa aquí los fondos.
SEVERO ¡Cómo! hable usted; se lo ruego. 555
RITA Que usted lleva aquí la carga,
mientras alguno se encarga
de malgastarlo en el juego.
SEVERO ¿Vuelta a lo de Carlos?
RITA                                        Sí.
SEVERO Señora, eso no es verdad. 560
RITA Pero es mucha terquedad
negarme lo que yo vi.
SEVERO ¿Qué vio usted?
RITA                            Que don Juan vino,
que el dinero me entregó,
que al otro se le dí yo 565
según don Juan me previno.
Mas Carlos, a quien sin duda
ya los naipes le acosaban,
se guardó lo que le daban
y vino a pedirme ayuda, 570
diciéndome: «Don Severo
»no está y en usted confío:
»no le diga usted al tío
»que han traído este dinero.»
Se fue, pero de allí a poco 575
entró aquí con paso incierto,
blanco lo mismo que un muerto,
y gritando como un loco: [83]
«estoy perdido, perdido,
»se me salta la razón, 580
»soy un pícaro, un ladrón,
»he jugado y he perdido.
»Voy a matarme al momento.»
¡Pues sabe Dios las que irán!
que como dice el refrán, 585
quien hace un cesto hará ciento.
SEVERO ¿Será posible? no, no:
pero una duda me inquieta:
aquella causa secreta
de que Matilde me habló... 590
RITA Sí señor; Matilde sabe
que ha perdido ese dinero.
Le digo a usted, don Severo,
que la situación es grave.
SEVERO ¡Cuando mi fallo revoco 595
de nuevo injurian mi nombre!
con esto le basta a un hombre
para que se vuelva loco.
Las pruebas son palpitantes,
las contemplo, y sin embargo 600
¡Y yo que dejé a su cargo
papeles interesantes!
RITA Su armario está siempre abierto.
SEVERO Sospechas con él me ofenden;
pero si todos me venden... 605
RITA Menos yo, señor.
SEVERO                              Es cierto.
No merezco tales tratos.
RITA Vaya usted a registrar
SEVERO (Con entereza.)
Yo me sabré despojar
de esa caterva de ingratos. (Vase.) 610
 
 

Escena VI

 

RITA y DOÑA ANTONIA.

 
RITA Cada vez me alegro más
de tener este carácter.
Que se arreglen; no me gusta [84]
meterme jamás con nadie.
DOÑA ANTONIA Señora Rita, Matilde 615
se empeora por instantes,
y quisiera que su tío
por el médico mandase.
¿Aun no ha venido Severo?
RITA ¡Vaya! ¡cuánto tiempo lince! 620
ya le hablé de aquello yo.
DOÑA ANTONIA ¿De qué, Rita?
RITA                          Del ultraje
que hace a ustedes con la boda
de que ha poco nos dio parte.
DOÑA ANTONIA Pues señora, muchas gracias. 625
¿Quién le manda a usted mezclarse
ni abogar en los asuntos
donde no la llama nadie?
¿Tiene usted más que rezar
y no venir a crearme 630
compromisos de esta especie?
RITA Cierto; yo soy la culpable,
que por hacer un favor
ahora a la cara me sale.
¡Si me hubiera estado quieta! 635
pero yo tengo el carácter
de interesarme por todos
y no lo agradece nadie.
DOÑA ANTONIA Por lo visto es cosa inútil
que el secreto se la encargue. 640
Y vamos a ver. ¿qué dijo?
RITA Se puso de mal talante
llamando a ustedes ingratos,
y añadiendo por remate
que era usted una ambiciosa 645
que nunca tiene bastante,
y que no era culpa suya
si había usted sido frágil.
DOÑA ANTONIA ¡Cómo! ¿qué está usted diciendo?
RITA Me ha contado cosas grandes 650
que me callo por prudencia
y porque usted ya las sabe.
DOÑA ANTONIA Pero eso es una impostura.
RITA Mire usted que eso es llamarme [85]
embustera, y yo no miento 655
si la salvación me vale.
DOÑA ANTONIA ¡Severo se ha permitido
decir cosas semejantes!
¡Imposible!
RITA                    ¿Pero yo
cómo había de inventarme?... 660
En fin, señora, ha llegado
a decirme que harto hace
con dar a ustedes asilo,
y que al fin temprano o tarde
la echará de aquí si insiste 665
en que con usted se case.
DOÑA ANTONIA A no haber perdido el juicio,
yo no sé cómo explicarme
su conducta.
RITA                      Pues yo sí.
DOÑA ANTONIA ¿Quién piensa aquí en tal enlace? 670
RITA Lo habrá inventado la niña,
que con su carita de ángel
ya la boda fin decidido
según la dije a usted antes;
y como ustedes la estorban 675
sin duda para sus planes,
habrá urdido esa invención
para armar un zipizape
que dé lugar a que ustedes
al fin de la casa salten. 680
DOÑA ANTONIA Por fuerza, porque esas cosas
son mentira hasta en la base.
RITA (Es natural, la vergüenza
la impide que lo declare...)
DOÑA ANTONIA Me ha dejado usted confusa. 685
¿De tal manera tratarme?
me voy a ver a Severo,
quiero saber al instante
la verdad de lo que pasa,
por qué me infiere ese ultraje, 690
que lo que ataña a mi honor
no se lo perdono a nadie.
Vienen.
RITA               Él será. [86]
DOÑA ANTONIA                           No, es Carlos.
¡Ay hijo!
 

(Echándose en sus brazos.)

 
 

Escena VII

 

DICHAS y CARLOS.

 
CARLOS                   ¿Qué tienes? ardes,
y los ojos de las órbitas 695
parece que se te salen.
RITA ¡Vaya si tiene!
DOÑA ANTONIA                          No es nada.
CARLOS (A Rita.)
¿Qué le ha pasado a mi madre?
RITA ¿Qué ha de ser? Que don Severo
es todo un abencerraje, 700
que decir se ha permitido
ciertas palabras muy graves,
indignas de todo aquel
que caballero se llame.
CARLOS ¿Sí?
DOÑA ANTONIA          No la creas.
RITA                              Si tal. 705
CARLOS Yo le obligaré a explicarme...
DOÑA ANTONIA Debe ser alguna mala
inteligencia...
CARLOS                         No, madre;
que harto inconveniente estuvo
de ti hablando hace un instante. 710
RITA Ya ve usted que en un pariente,
aunque fuera cierto el lance,
no está bien ir pregonando
con ese impúdico alarde
DOÑA ANTONIA Carlos, es una calumnia. 715
CARLOS Los defectos de las madres
deben ser para sus hijos
misterios inescrutables.
Mucho bien nos dispensó;
pero este insulto es bastante 720
para que le escupa al rostro
lo mismo que a un miserable.
DOÑA ANTONIA No, por Dios.
RITA                        Déjele usted [87]
que castigue sus desmanes.
Él viene.
DOÑA ANTONIA                Prudencia, Carlos. 725
CARLOS A solas con él dejadme.
DOÑA ANTONIA No, me quedo.
RITA                          Vamos.
CARLOS                                        Vete.
RITA Deje usted que el hecho aclare.
DOÑA ANTONIA Él amparó tu orfandad.
CARLOS Él ha insultado a mi madre. 730
 

(CARLOS empuja a su madre y a RITA obligándolas a retirarse.)

 
 

Escena VIII

 

CARLOS y D. SEVERO.

 
SEVERO No falta ni un documento
de los que le di a guardar:
y sin embargo las pruebas
acriminándole están.
Explorémosle con tiento. 735
CARLOS Me va usted a dispensar,
que no obstante de haber sido
mi báculo en la orfandad,
y el apoyo de mi madre,
señora honrada y leal, 740
que en usted creyó la pobre
su providencia encontrar,
llegue hasta usted revestido
de un carácter especial.
SEVERO Grave parece el asunto. 745
CARLOS Lo es en efecto.
SEVERO                           Habla ya.
CARLOS Yo...
SEVERO           Permíteme un momento.
Di; ¿no ha venido don Juan?
CARLOS (Como herido por un rayo.)
No señor... (Estoy temblando
lo mismo que un criminal.) 750
SEVERO (Se ha turbado.) Por supuesto
le irías a visitar [88]
según te previne. (Observándola siempre.)
CARLOS                             Sí.
(Tengo una angustia mortal.)
SEVERO ¿Está enfermo?
CARLOS                           Sí, señor. 755
SEVERO ¿Supongo que no te habrá
dado dinero ninguno?
CARLOS No.
SEVERO        Bien.-(Pausa.) Puedes empezar.
CARLOS (Se me ha embargado la voz.)
SEVERO (Por desgracia era verdad.) 760
Habla: ¿te has quedado mudo?
CARLOS No, pero me siento mal;
podemos para más tarde
nuestra entrevista dejar.
SEVERO Acaso te haya indispuesto 765
la visita de don Juan.
CARLOS (Algo sospecha. ¡Dios mío!
¿Cómo vive el criminal?)
SEVERO ¿Y qué dolencia padece?
CARLOS Tío, yo no puedo más. 770
Sepa usted que...
SEVERO                              Lo sé todo.
Supongo que sin pensar
has dispuesto de una parte
de los fondos de don Juan
para salvar a tu amigo. 775
CARLOS Sí, verdad, es la verdad.
SEVERO Pues bien, aunque está mal hecho,
como es tuyo lo que das,
no hay razón de acriminarte;
pero aquella cantidad 780
ascendía a dos mil reales...
Devuélveme lo demás.
CARLOS Tío, tío...
SEVERO                 Estás convulso...
CARLOS Yo no puedo soportar
mi deshonra...
SEVERO                         ¡Miserable! 785
CARLOS Yo diré a usted la verdad.
SEVERO La verdad es que tu infamia,
queriendo en vano dudar, [89]
se presenta ante mis ojos
desnuda y sin antifaz. 790
CARLOS Mi culpa...
SEVERO                    No te vindiques;
es más prudente callar
que imprimir con la mentira
nuevo sello a tu maldad.
¿De este modo recompensas 795
el cariño paternal
con que al mirarte indigente
partí contigo mi pan?
¿Qué deberes habrá santos
para ti en la sociedad 800
si al que de padre te sirve
tal recompensa le das?
CARLOS Me está usted haciendo daño:
máteme usted por piedad,
que aunque inocente en mi crimen 805
ya no puedo sufrir más.
SEVERO Tienes razón; tu castigo
lo llevas contigo ya,
tu conciencia.
CARLOS                        Sí...
SEVERO                                Alguien viene.
CARLOS Perdóneme usted.
SEVERO                               Jamás. 810
 
 

Escena IX

 

DICHOS, MATILDE, DOÑA ANTONIA, y RITA.

 
DOÑA ANTONIA Aquí está más abrigado.
RITA Vamos, déjate llevar.
MATILDE (¿Qué habrá habido?)
RITA                                     Don Severo,
riñala usted sin piedad.
Está en su cuarto encerrada 815
llorando, y si allí la da
la convulsión y la pilla
sola se nos va a estrellar.
SEVERO ¿Y de esa aflicción la causa
no se ha traslucido? [90]
RITA                                 ¡Ya! 820
MATILDE No tengo nada, de veras;
dejadme por Dios en paz.
SEVERO Será acaso a lo que infiero
consecuencia natural
del desengaño terrible 825
que amenazándola está
con ver que el hombre en quien puso
su confianza y su caudal,
abusando de ambas cosas
ambas malversa a la par. 830
TODOS ¡Cómo!
SEVERO (A MATILDE.) No esperé de ti
tal pago en la ancianidad.
RITA (Bien dicho.)
MATILDE                       Si esa calumnia
no fuera más criminal
que la que tú me supones 835
excusara el contestar,
pero así...
SEVERO                  Ya sé también
que aunque crédito la das
no es tuya la iniciativa,
pues más experta y falaz 840
hubo una mano ambiciosa
para dirigir el plan.
Por cierto que si esa mano
no fuese tan desleal,
debiera en lugar de herirme 845
venir la mía a besar,
puesto que de la indigencia
viéndola presa voraz
compartí con ella un día
cariño, mesa y hogar. 850
DOÑA ANTONIA ¡Severo!
SEVERO                 Severo soy
porque digo la verdad.
DOÑA ANTONIA (Conmoviéndose.).
Carlos, Carlos, habla tú
que yo no puedo ni hablar.
CARLOS (Confuso.) ¡Madre!
SEVERO                                  También su mordaza 855 [91]
puso a Carlos la maldad.
DOÑA ANTONIA ¡Cómo!
CARLOS               Madre, no le oigas;
tú sí que me escucharás.
DOÑA ANTONIA ¿Qué supones?
SEVERO                           Lo que existe.
CARLOS No.
DOÑA ANTONIA        Dilo.
SEVERO                 Que a su pesar 860
ha cometido un abuso.
CARLOS ¡Tío!
MATILDE           ¡Cielos!
DOÑA ANTONIA                          Basta ya.
Dudar de mí lo tolero;
pero de Carlos jamás;
es una infame impostura 865
que no puedo perdonar.
Ven, hijo.-Te agradecemos (A D. SEVERO.)
la limosna que nos das;
pero también por las calles
se ejerce la caridad. 870
Hoy mismo te dejaremos
abandonado a la paz
que ambicionada por alguien
 
(Mirando a MATILDE.)
 
nos arroja de tu hogar.
Si necesitas de mí 875
búscame y me encontrarás.
En tanto... ¡Hijo de mi alma!
CARLOS Madre, yo sé trabajar.
SEVERO (Sabiendo que son ingratos
y que me han querido mal 880
las lágrimas se me saltan
sin poderlo remediar.)
RITA (Cuando miro estas escenas
yo no sé lo que me da...
que hacer no puedo otra cosa 885
más que afligirme y llorar.)
Señores, yo no soy nadie;
yo sé que ustedes dirán
que me meto en lo que a mí
ni me viene ni me va; 890 [92]
mas les ruego que mediten
el paso que van a dar.
Usted se queda sin nadie, (A D. SEVERO.)
Su sobrina enfermará,
y doña Antonia y don Carlos 895
¿dónde han de ganarse el pan?
Mañana fueran sin duda
los primeros en llorar
su arrebato: hablen ustedes,
que hablando se entenderán. 900
DOÑA ANTONIA Su interés, Rita, agradezco;
pero usted comprenderá
que yo, después de las voces
que Severo sin piedad
ha propalado de mí, 905
debo esta casa dejar.
SEVERO ¿A qué voces te refieres?
CARLOS A una calumnia infernal
con que acusa usted a mi madre
de torpeza y liviandad. 910
SEVERO ¿Yo? ¿quién ha dicho tal cosa?
DOÑA ANTONIA Rita.
SEVERO          ¿Usted?
RITA                        ¡Pues bueno está!
¡Si me lo contó ella misma!
DOÑA ANTONIA ¿Qué dice usted?
RITA                              Y además
ratificó don Severo 915
diciendo que era verdad
que tuvo amores con ella.
SEVERO Todo lo comprendo ya.
Pero víbora inhumana,
diga usted mujer procaz, 920
¿no hay más modo de tener
que de ese modo brujal?
Confieso que cuando supe
que te querías casar
conmigo...
DOÑA ANTONIA                    ¿Yo? ¿quién ha dicho 925
semejante atrocidad?
SEVERO ¡Toma! la señora Rita...
DOÑA ANTONIA ¿Usted? [93]
RITA                ¡Aun me pegarán!
¿No dijo usted, doña Antonia,
que supuso que al tratar 930
de casarse don Severo,
no pensaba usted jamás
que fuese con su sobrina
sino con otra?
DOÑA ANTONIA                         Cabal.
RITA ¿Y qué? ¿no era usted la otra? 935
DOÑA ANTONIA Repugna tanta maldad.
RITA ¡Pues señor, me he equivocado!
SEVERO ¡Rita! ¡Rita! ¡no está mal!
RITA ¿También es embuste mío
el que usted tenía el plan (A DOÑA ANTONIA.) 940
de casar a los muchachos?
DOÑA ANTONIA No señora; y natural
lo encuentro, pues que se quieren.
RITA Pues es una atrocidad,
porque no se pueden ver. 945
Ellos mismos lo dirán.
¡Hable usted, señor don Carlos!
CARLOS Yo la adoro, es la verdad;
pero al saber que mi amor
no se ha dignado aceptar 950
porque era pobre...
MATILDE                                 ¿Yo, Carlos?
¿Quién ha urdido injuria tal?
CARLOS Rita ha sido.
TODOS                      ¡Rita!
SEVERO                                Rita,
pues son ya tres las que van.
RITA Yo no sé qué otra razón 955
haya para despreciar
a un muchacho que la adora,
que es cortés, guapo y galán.
MATILDE No mi ambición, sí la suya,
que con argucia fatal 960
me amó juzgándome rica,
pobre... desprecióme ya,
y del juego entre los brazos
su sed procuró calmar.
CARLOS ¿Quién tal agravio me infiere? 965 [94]
RITA (Todo me lo achacarán.)
SEVERO ¡Toma! la señora Rita.
MATILDE Ella lo dijo, es verdad.
SEVERO Pues ya van cuatro, señora.
RITA ¡Y sabe Dios las que irán! 970
pero a fe que carta canta
y lo escrito escrito está.
CARLOS No la ambición, sí el respeto
me hizo la pluma tomar
cuando de un hombre más digno (Por su tío.) 975
pude comprender el plan.
Y si hoy por la vez primera
le he visto al vicio la faz,
fue porque del oro esclavo
llegué tu amor a juzgar. 980
DOÑA ANTONIA ¿Qué dices?
CARLOS                      Harto me pesa.
SEVERO Me asusta tanta maldad.
Conque es decir que la voz
que os dio margen a dudar,
primero de mi cariño, 985
después de mi probidad,
fue...
TODOS           De la señora Rita.
SEVERO                                         ¡Bien!
RITA Es que usted...
SEVERO                         Basta ya.
Mujer que el tiempo malgasta
de hinojos ante un altar, 990
que reza sus oraciones
por rutina nada más,
que de cristiana blasona
y con la lengua infernal
con que al Señor le da gracias 995
deshonra a la humanidad,
no la quiero junto a mí,
que al ir la mano a besar
la hiere, pues siempre oculto
lleva en la boca un puñal. 1000
RITA Señor, ¿qué está usted diciendo?
SEVERO Que nos deje usted en paz;
que salga, en fin, de esta casa [95]
para no volver jamás.
RITA ¡Jesús, Jesús! ¡y qué pago 1005
tan injusto que me dan!
¡a mí que tanto los quiero,
que soy mujer de fiar
que evitarles los disgustos
ha sido todo mi afán! 1010
¡Tan viejecita que soy...
¿de qué me he de alimentar
si para servir no sirvo,
pues coser no puedo ya,
si plancho no lo hago bien, 1015
y si guiso lo hago mal?
¡Ay! ¡potaje de lentejas
el Hospicio me dará!
 

(Se deja caer en una silla llorando.)

 
MATILDE ¡Pobre Rita!
SEVERO                      No la nombres;
porque me irrito al pensar 1020
que por ella, la discordia
sembrada en mi casa está.
¡Dar margen a separarnos...
y hasta en el trance fatal
ponerme de arruinarme! 1025
MATILDE Eso no tendrá lugar.
Me avergüenzo de mis dudas.
Dispón de mi capital;
y si quieres... de mi mano. (Tendiéndosela.)
SEVERO (Golpeándola cariñosamente.)
¿De tu mano? quita allá; 1030
pues sabiendo lo que sé
fuera gracioso... Llegad
hasta mí dadme un abrazo;
sed muy felices, y en paz.
(Uniendo a los chicos.)
CARLOS ¡Tío!
MATILDE          ¡Siempre noble!
DOÑA ANTONIA                                     ¡Ah! ¡gracias! 1035
RITA (Levantándose muy contenta.)
¡Bien hice yo en sospechar
que esto acabaría así!
SEVERO Señora, por caridad, [96]
márchese usted al momento
donde yo no la oiga más. 1040
RITA Señor, yo me enmendaré.
SEVERO No es posible.
RITA                         Usted verá...
SEVERO Que no.
RITA              Pero...
SEVERO (Cogiendo una silla.) ¿Usted se marcha?
RITA (¡Qué fiera! ¡Dios de bondad!
Les voy a decir a todos 1045
que me ha querido matar
de un silletazo el muy pícaro!)
SEVERO ¿Se va usted o no se va?
RITA Al momento, sí señor;
que aunque sea en un portal, 1050
al menos lejos de ustedes
viviré quieta y en paz. (Vase.)
SEVERO Ya se disipó el nublado:
comience el sol a brillar.
RITA (Entrando.)
Si mando aquí por informes 1055
ya tendrá usted la bondad
de dar los que yo merezca;
no vayan a sospechar
que me voy por algo feo;
que toda la vecindad 1060
sabrá el por qué de aquí a un rato.
Siempre he sido de fiar, (Llorando.)
ni robo, ni canto nunca,
ni voy con chismes jamás.
SEVERO ¡Rita!...
RITA               Agur.
SEVERO (Cerrando la puerta.)
                         Anda con Dios 1065
y descarga por allá,
que con lenguas viperinas
ni hay familia ni hay hogar.
(Mirando el foco.)
¡Ya se marchó de mi casa!
¡ya ha entrado en ella la paz! 1070
 

(Abrazándolos.)

 

FIN

[97]

     Examinada esta comedia, no hallo inconveniente en que su representación se autorice con las supresiones hechas.

     Madrid 30 de Marzo de 1867.

El Censor de Teatros,

NARCISO SERRA.



     Quedan hechas las supresiones marcadas por el censor.

EL AUTOR.

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