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1

No se crea por la imperfecta descripción que acabamos de hacer de la antigua ciudad a que hemos dado el nombre de Xlab-Paak, que abrigamos en este punto la opinión de Mr. Stephens, relativa a que las ciudades americanas, que existen hoy en ruinas en la superficie de la Península, estaban en pie y habitadas al tiempo de la conquista. Las atestaciones del P. Cogolludo, que tuvo fundados motivos para averiguar muchas verdades que hoy se nos esconden y las sazones con que nuestro inmortal compatriota, don Justo Sierra, combate victoriosamente aquella opinión, nos han convencido plenamente, como creo que convencerán a cualquiera, de que aquellas ciudades monumentales al tiempo de la conquista, se encontraban ya en ruinas, y deshabitadas.

Pero si esto es cierto, tampoco está menos averiguado que en aquella época existían otras ciudades, no de tan magnífica arquitectura como Uxmal y Chichén; pero al menos de tan notable apariencia como Campeche y Cozumel, que llamaron la atención de cuantos españoles transitaron en Raquel tiempo por nuestras costas. Herrera y Bernal Díaz del Castillo hablan con mucha frecuencia de los grandes y bien construidos edificios de piedra que se encontraban diseminados en las playas de Yucatán. Lo cual, en el concepto de algunos -y también en el nuestro-, quiere decir que si había desaparecido de la tierra el pueblo culto y artístico de Yucatán, que había edificado tan soberbios monumentos, el que le había sucedido después de la destrucción de sus ciudades, por alguno de esos grandes cataclismos de que tantos ejemplos suministra la historia, no estaba tan atrasado en la arquitectura ni era tan grosero, que no pudiese imitar, aunque con imperfección, los modelos en ruinas que tenía ante sus ojos.

Este pueblo sería probablemente el constructor de Izamal, de Campeche y de tantas otras ciudades que hallaron en pie los conquistadores, entre las cuales nos será lícito contar la que encerraba en uno de sus grandes edificios a Benavides y Bernal Pérez. (N. del A.)

 

2

Como ya se sabe y se ha dicho en ediciones anteriores del Club del libro, el convento de San Francisco, luego ciudadela de San Benito, fue demolido, como esta. (N. de la Editorial)

 

3

Cuzamail o Cuzamil (Isla de las Golondrinas) era el nombre maya de la isla de Cozumel. (N. de la Editorial)

 

4

Los episodios referidos en estos dos últimos capítulos son históricos, no solo en el fondo, sino hasta en algunos de sus pormenores.

Gonzalo Guerrero, Jerónimo de Aguilar y los ocho españoles sacrificados en una población de la costa oriental del país, formaron parte de los pocos amigos que siguieron a Nicuesa en su desgracia, y que, embarcados en la más miserable de las carabelas que existían en el Darién, para que este se presentase en la corte, naufragaron cerca de la isla de Cozumel en la fecha marcada en el texto. La acreditada pluma de don Vicente Calero ha referido bellamente en el «Registro Yucateco» los padecimientos de Guerrero y de Aguilar durante su cautiverio en esta Península.

La venida del padre Testera y otros cuatro religiosos a Champotón, la facilidad conque en pocos días convirtieron a millares de gentiles y la brusca interrupción que sufrieron sus tareas apostólicas por el desenfreno de treinta soldados españoles, son hechos referidos, como el evangelio, por el padre Las Casas y otros historiadores, entre los cuales se cuenta Cogolludo, pero «la buena crítica», dice don Justo Sierra, «difícilmente permitirá creer en esa serie de hechos al menos de la manera en que están presentados por personas que tenían un interés conocido en alterarlos». Pasando por alto la especie de que cinco religiosos, que ignoraban el idioma del país, pudiesen conseguir una cosa tan difícil, como es la de desarraigar en pocos días del corazón de un pueblo la religión consagrada por el transcurso de los siglos: ¿cómo es posible creer que se dejasen vejar hasta tal punto por treinta aventureros, los fieros macehuales que resistieron tan tenazmente a Córdoba, Grijalva, Cortés y Montejo? El discreto lector, que sabe los privilegios que reclamaron los franciscanos después de la conquista, creerá en el particular lo que su sano juicio le dicte: nosotros hemos cumplido con nuestro deber de historiadores. (N. del A.)

 

5

En el «Museo Yucateco» puede verse el juicio crítico que hace don Justo Sierra sobre estos profetas.

En este lugar habíamos colocado una discusión entre Tutul Xiú y fray Antonio sobre las ventajas y males de la conquista; pero considerando lo mucho que se ha escrito sobre el particular por personas bien conocidas en la república literaria, nos hemos abstenido de publicarla. (N. del A.)

 

6

Como es bien sabido, en el asiento de la antigua ciudad de T-hó fue fundada la actual Mérida del Yucatán. (N. de la Editorial)

 

7

Bakhalal (Cerro de cañas) Bacalar. (N. de la Editorial)

 

8

Don Justo Sierra, Los indios de Yucatán, cap. 3.º (N. del A.)

 

9

Este templo se hallaba sobre el cerro del mismo nombre, cuyos vestigios se encuentran todavía en una manzana de casas que queda a la parte oriental de la ciudadela de San Benito9.1 para borrar de la memoria de los indios este recuerdo demasiado vivo de su gentilidad. Los frailes edificaron en su lugar una iglesia bajo la advocación de San Antonio, cuyo nombre conservaba el cerro en tiempo de Cogolludo, aunque la capilla había ya desaparecido. Tras el adoratorio y el templo cristiano ha desaparecido también el cerro; y el único recuerdo que existe hoy de esos monumentos es una inscripción colocada en la fachada de la cural de San Cristóbal en la calle abierta en aquel sitio durante el gobierno de don Benito Pérez Valdelomar. (N. del A.)

 

9.1

De la ex-ciudadela de San Benito, a que se refiere el Autor, no queda en la actualidad sino resto del edificio, que está siendo demolido hoy en día a fin de ampliar el sector comercial de la ciudad. (N. de la Editorial)

 

10

La batalla de Sotuta que aquí describimos, no tuvo lugar sino hasta principios del año siguiente de 1542. (N. del A.)