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La Editorial Centroamericana: gran noticia para los escritores

Sergio Ramírez





Publicar libros en Centroamérica ha sido tradicionalmente una empresa de tipo personal en que el autor, además de pagar por la edición, debe andar de casa en casa vendiendo su mercancía, o colocándola en ministerios públicos y al final, ya decepcionados de no encontrar siquiera los compradores suficientes para cubrir los gastos mínimos de impresión, tiene que regalarla a los amigos. En las librerías, si un «autor nacional» (que para el librero es generalmente un autor de segunda categoría) se presenta con sus libros, se le reciben en consignación y acaban soterrados en lo más profundo de los estantes, donde nadie los vea. «Fírmeme, poeta, su libro, para que no crean que lo compré», es el amargo chiste que puede resumir esta tragedia.

La labor de edición personal ha sido sustituida en ocasiones por la pequeña empresa editorial de aficionados, que edita por cuenta de amigos del libro, con escaso capital y con nulos sistemas de distribución; o por las universidades, que aceptan la carga con desgano, o las imprentas nacionales que hacen libros con la misma solemnidad y apretado gusto que imprimen La Gaceta Oficial.

Ahora, a través de la Confederación de Universidades de Centroamérica, se está trabajando en un ambicioso proyecto que si no sufre retraso, estará marchando en septiembre de 1969. La Editorial Centroamericana que será una empresa formada con capital de seis universidades y que se administrará como una sociedad comercial independiente. (Algo así como EUDEBA, de Buenos Aires).

Sus fines principales podrían esbozarse así:

a) Organizar un sistema de producción de libros en la región centroamericana, dentro de un programa editorial concreto, que sirva para llenar los grandes vacíos culturales existentes actualmente, que promueva la creación literaria, la investigación científica y la divulgación de la cultura y la ciencia de nuestro tiempo.

b) Poner en manos del gran público libros baratos pero muy bien presentados (mucha gente cree que el libro barato debe ser feo) a través de los cuales ese público pueda enterarse tanto de lo que acontece culturalmente a nivel mundial, como de lo que se produce en Centroamérica.

c) Acabar con el mito de que el escritor debe pagar para que se le edite (hace unos diez años, en un periódico nicaragüense, se cobraba a los poetas cinco córdobas por pulgada columnar de versos) y crear la conciencia de que el escritor debe recibir dividendos por su trabajo intelectual. La Editorial Centroamericana pagará derechos de autor, a un nivel de empresa editorial de verdad.

d) Abrir un vasto mercado de libros en los seis países del istmo, a través de la organización de una efectiva red de distribución, usando los sistemas más modernos de promoción: quioscos, ferias de libros, ventas al crédito por colecciones, club de lectores, etc. Y por supuesto, acabar también con el libro regalado, que perjudica a quien lo publica y más perjudica al autor.

e) Editar también libros con un mercado permanente asegurado en las universidades (filosofía, sociología, historia de cultura, etc.) pero que a su vez puedan llegar muy bien presentados a la librería para consumo general, cumpliéndose así una doble misión.

Fuera de estos objetivos generales que he tratado en forma muy general, la Editorial Centroamericana traerá consigo también la información de otra clase de actividades: contratación de lectoras profesionales de originales; contratación de traductores, etc.

Precisamente esta misma semana aquí en San José, nos reuniremos Fernando Vidal Buzzi, Director General de la Editorial Sudamericana S. A., quien ha sido encargado de preparar el proyecto para la Editorial Centroamericana; Italo López Vallecillo, Director de la Editorial Universitaria de El Salvador; Mario Cajina Vega, Director de la Editorial Nicaragüense, y el que escribe para trabajaren una propuesta final de Proyecto, que deberá ser aprobado en diciembre próximo por el Consejo de Rectores.

La experiencia de Fernando Vidal Buzzi, como director de la editorial más importante de Latinoamérica actualmente (edita a Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Sábato, Mujica Láinez, entre otros; y tiene los derechos de traducción de Durrell, Malraux y Simone de Beauvoir) y la de Italo López y Mario, serán determinantes. Ya en septiembre se saldrá al mercado con la primera serie: Integración, que contendrá temas sobre el proceso que actualmente vive Centroamérica en sus aspectos económicos, políticos, sociales, etc.

Esta es una empresa cuyas posibilidades apenas pueden mesurarse muy conservadoramente por el momento; piénsese por ejemplo que con un sello editorial de respeto, nuestros escritores serán más fácilmente traducidos a otras lenguas y sus libros tendrán un mercado a nivel latinoamericano y mundial; piénsese en que ya no tendremos los escritores que llegar con no poca vergüenza a las librerías a dejar diez ejemplares de un libro en consignación, sino que habrá una empresa que se encargará de eso, y que el escritor va a ser colocado en un nivel profesional, tan necesario en todas estas sociedades atrabiliarias y desorganizadas.

La Editorial Centroamericana es pues, una labor seria, en grande, del futuro inmediato. Tiene por detrás a seis universidades que la respaldan y a un equipo entusiasta trabajando para lograr que en septiembre de 1969, esté ya en el mercado su primer libro.

San José, Costa Rica, 21 de octubre, 1968.





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