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He aquí la n. correspondiente a la octava anterior: «Es innegable el derecho que á todos nos asistia para no leer á Aristóteles. Cualquiera que compone debe considerarse en la misma posición y gozando de la misma anchura que el primero que compuso; ningún antecedente debe militar en contra suya.

No quita que puedan ceder en su provecho; ni se entienda que al poeta se le prohibe ni la poética de Aristóteles ni otra ninguna de las ciento y tantas que andan por ahí en verso ó en prosa; concediéndosele, por añadidura, los modelos á que se refieren.

Cabe que sirvan. El gusto, no hai duda, como el paladar mismo, se compone de naturaleza y de educacion: el punto es, que la educacion se haya vuelto segunda naturaleza; que los frutos del estudio se hallen trasustanciados, por decirlo así, en nosotros, como los alimentos materiales; de suerte que, identificándose voluntad y memoria, siempre nos parezca idear. No seguir, pues, ejemplos ni preceptos de propósito y en razon de tenerlos por tales, sino, en fuerza de habérselos cada uno apropiado; nada de ceder á la autoridad; nada de postizo que desvirtúe la espontánea inspiracion: que todo salga de adentro.

Ah! Si hubiera llegado para el artista la época fatal en que se trastorna su existencia por el ansia de producir; que ya no se cura de diversiones ni de sociedad, de ejercicio ni de descanso, de vestir ni de comer, esclavo y mártir del instinto: absorcion, abnegacion, sandez inesplicable: caso sin igual entre los vivientes, á no ser que aquella otra criatura productora, que por nombre, si me es lícito declararlo, tuvo el de llueca ó clueca; cuando tal esperimente y sufra, vea el paciente si no le cuesta su individiualidad demasiado para prescindir de ella en lo más mínimo» (pp. 477- 479). (N. del A.)



 

241

Ed. cit., pp. 281 y 283. (N. del A.)



 

242

«Análisis del poema Esvero y Almedora de don Juan María Maury, leído a la R. A. E. por su secretario perpetuo don [...]», en: L. A. de Cueto (ed.), Poetas líricos del siglo XVIII, Madrid, Atlas, 1953 (BAE, 65-67), t. 3, p. 155. (N. del A.)



 

243

El Orlando innamorato de Boiardo tiene 69 cantos distribuidos en tres libros, 46 el de Ariosto, 20 la Gerusaleme liberata; 20 también La hermosura de Angélica de Lope de Vega y 12 la primera parte -única publicada- de Las lágrimas de Angélica de Barahona de Soto. (N. del A.)



 

244

«En cuanto á quedar vencida ella [Almedora] y triunfante su rival [Rosalinda], ella tan apasionada y dulce, la otra tan sosa y espetada, quejárase á los padres Barnabitas de Lescar, en cuyo colegio estudié los principios de moral artística, y también á dos grandes ingenios entre los modernos románticos, que parecen haber estudiado lo mismo.

Crearon á Corina y á Rebeca, oponiéndoles Lucila y Lady Rowena, y estas segundas se vieron galardonadas por los autores, miéntras pocos lectores habrá que no simpaticen más con las otras dos». («Visión apologética. Carta de D. Juan María Maury ál Excmo. Sr. D. Juan Nicasio Gallego», en: Poetas líricos del siglo XVIII, ed. cit., t. 3, p. 168. (N. del A.)



 

245

Quintana reconocía ese prestigio, pero también que en su época «eran obras generalmente poco leídas y estimadas» (Poesías selectas castellanas. Segunda Parte. Musa Épica o Colección de los mejores trozos de nuestros poetas heroicos. Recogidos y ordenados por [...], Madrid, Imprenta de D. M. de Burgos, I, p. viii. También Larra registraba la existencia de un nuevo lector, más aficionado a comprar la Galería de espectros y sombras ensangrentadas de Pérez Zaragoza que la traducción de la Iliada de Gómez Hermosilla («¿Quién es el público y dónde se encuentra», El Pobrecito Hablador, 17 de agosto de 1832). (N. del A.)



 

246

Ob. cit., t. 2, pp. 293-294. (N. del A.)



 

247

Duque de Rivas, El moro expósito, Madrid, Espasa-Calpe, 1982, Introducción, t. 1, p. 8 n. (N. del A.)



 

248

La brecha la ha abierto E. Miralles con el artículo «Pereda y los nacionalismos (regionalismos) peninsulares», en: «Peñas arriba». Cien años después, José María de Pereda, crítica e interpretación, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1997, pp. 197-229. Me consta que el profesor Miralles tiene entre manos un monumental estudio de autores y obras regionalistas del siglo XIX. Yo mismo estoy trabajando en una monografía que en principio va a incluir a Fernán Caballero, Pereda y Oller. (N. del A.)



 

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En dicha adscripción concuerda la mayoría de estudiosos de su obra (Montesinos, Herrero, Kirkpatrick, Flitter, González Troyano y otros). Me he ocupado del casticismo de la hispano-germana con mayor detenimiento en «Fernán Caballero en la encrucijada: hacia una poética del realismo castizo», en: Siglo diecinueve (Literatura hispánica) 4 (1998), pp. 131-148. (N. del A.)